Descubren un extraordinario mosaico de gran colorido en la villa romana de Lod, Israel

Nuevo mosaico romano descubierto en Lod. Foto: Niki Davidov, Israel Antiquities Authority

Un nuevo mosaico ha sido descubierto en la villa romana de Lod, al sureste de Tel Aviv, en Israel. El célebre mosaico de Lod, fechado a finales del siglo III o comienzos del siglo IV d.C. y descubierto casualmente en 1996 por unos trabajadores de la construcción, es uno de los mosaicos romanos más completos y espectaculares del mundo.

El mosaico romano descubierto en 1996. Foto: Niki Davidov, Israel Antiquities Authority

Los extraordinarios mosaicos descubiertos hasta ahora en la villa privada de Lod muestran diseños geométricos complejos, animales reales y fantásticos y escenas marinas que incorporan numerosos peces y dos barcos mercantes romanos.


Unas excavaciones arqueológicas recientes, realizadas durante la construcción del futuro Centro Arqueológico del Mosaico de Lod (The Shelby White and Leon Levy Lod Mosaic Archaeological Center), que abrirá en un plazo de dos años, han sacado a la luz el nuevo mosaico, que probablemente decoró una sala de recepción adicional junto a la suntuosa sala de recepción descubierta en 1996.


"La excavación arqueológica que hemos llevado a cabo este mes ha sido relativamente pequeña, pero ha contribuido significativamente en nuestra comprensión del edificio de la villa romana", explica Amir Gorzalczany (izquierda), el director de la excavación, en un comunicado que difundió ayer la Autoridad de Antigüedades de Israel.
"Afortunadamente se ha conservado el panel central principal del mosaico. Las figuras, muchas similares a las figuras de los mosaicos anteriores, incluyen peces y criaturas aladas. Un mosaico bastante parecido fue hallado en el pasado en Jerusalén, en las laderas del Monte Sion. Sin embargo, los mosaicos de Lod no representan figuras humanas, mientras que el del Monte Sion sí. Es bastante probable que el mismo artista produjera ambos mosaicos o que dos artistas trabajaran a partir de un diseño similar", destaca.



"La villa incluía un gran y lujoso triclinium con sala de mosaico pavimentada y un patio con columnas internas, también con mosaicos y un sistema de agua", dice Amir Gorzalczany. Si el mosaico recientemente hallado perteneció a una sala de recepción adicional, entonces la villa podría ser mucho más grande de lo que creíamos", reflexiona el arqueólogo. "¿Cómo era de grande el edificio? ¿La villa disponía de varias salas de recepción? ¿Dónde estaban las salas privadas? ¿Había una segunda planta? Estas cuestiones podrían ser resueltas en las futuras excavaciones", concluye Gorzalczany.

En la actualidad, el mosaico ha sido extraído y posiblemente se exhibirá en el Museo Arqueológico de Lod, donde se le realizarán labores de preservación minuciosas por la Autoridad de Antigüedades de Israel.

Fuentes: National Geographic | Haaretz | 30 de julio de 2018

Final de campaña en Atapuerca y 21 aniversario de Homo antecessor

Los dientes del maxilar ATD6-69 asoman entre la arcilla cementada. No era posible saber que podía esconder el sedimento, hasta que se terminó de eliminarlo con paciencia. Foto del autor.

A fecha de hoy se está clausurando la excavación de los dos últimos yacimientos de la campaña 2018 en la sierra de Atapuerca. El pasado 23 de julio se presentaron ante los medios los resultados más relevantes de esta cuadragésima campaña de campo. Se ha trabajado con intensidad y hay buenos hallazgos. Esos hallazgos incluyen algún resto humano en la Sima de los Huesos, como viene siendo habitual campaña tras campaña. Pero no quiero detenerme en los resultados finales, sino dedicar el post al vigésimo primer aniversario de la definición y publicación de la especie Homo antecessor. Quedan ya pocas campañas para volver a excavar en el nivel donde aparecieron los primeros restos fósiles de esta especie, que aún tiene mucho que decir sobre el último tramo de la evolución humana.

En 1995 se publicó en la revista Science el hallazgo de los primeros fósiles humanos en el nivel TD6 del yacimiento de la cueva de Gran Dolina. La publicación tuvo un gran eco, puesto que se había llevado hacia atrás en más de 200.000 años la primera colonización del continente europeo. Eudald Carbonell y quién escribe estas líneas fuimos invitados por nuestros colegas holandeses y alemanes a exponer los hallazgos en varias conferencias, que se celebraron en Leiden, Heidelberg y Tübingen. En ese viaje nos dimos cuenta del interés suscitado por todos los hallazgos realizados en la sierra de Atapuerca. Escuchamos los deseos de nuestros colegas europeos en participar en el proyecto, introduciendo dinero y especialistas en el equipo investigador. Pero aún no estábamos preparados para eso. Teníamos que seguir formando un equipo español, antes de renunciar al protagonismo de nuestra propia ciencia en el éxito de Atapuerca.


Paladar del maxilar ATD6-69, una vez limpio y restaurado, que perteneció a un joven de la especie Homo antecessor. Foto del autor.

Ese mismo año, las excavaciones del sondeo en Gran Dolina siguieron dando resultados espectaculares. Entre otros fósiles humanos, apareció el maxilar de un individuo inmaduro.

Apenas se veían sus dientes, mientras que la mayor parte del hueso estaba escondido dentro de la arcilla endurecida por el agua carbonatada (ver figura 1). La limpieza de este resto llevó más de dos meses al equipo de restauradoras del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Cuando terminó su trabajo tuvimos ante nosotros la mitad inferior de la cara de un hominino, cuya morfología resultó inesperada. En lugar de una cara de aspecto primitivo, en consonancia con su antigüedad y con la morfología de los dientes hallados en TD6, sus caracteres eran prácticamente idénticos a los de Homo sapiens.

Aunque aún llegarían más restos de TD6 durante los primeros años del siglo XXI, los hallazgos de 1994 y 1995 resultaron sorprendentes y definitivos para la historia de un hecho singular que acababa de comenzar. La combinación de caracteres muy arcaicos y caracteres modernos, junto a la antigüedad de los fósiles reclamaba algún tipo de acción. Propuse con insistencia a mis compañeros la necesidad de crear y publicar una nueva especie del género Homo. Juan Luis Arsuaga expuso la idea de que aquellos fósiles podían representar al ancestro común de los neandertales y de la humanidad moderna, un espacio que estaba ya cubierto por la especie Homo heidelbergensis. Pero la morfología de los humanos de TD6 era más convincente.

Con toda esta información en la cabeza, Eudald Carbonell y quién escribe estas líneas asistimos en septiembre de 1996 al congreso de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP), que ese año se celebró en la ciudad italiana de Forlí. Durante el congreso, hablamos largo y tendido sobre la idea de publicar una nueva especie del género Homo. Estaba convencido de que podríamos hacerlo. Los dos bromeamos sobre el posible nombre que podíamos dar a la especie, pero no llegamos a ninguna conclusión definitiva. Pienso que aquella semana de debate con Eudald me dio energía para comenzar enseguida a escribir un artículo para la revista Science. Pero antes de eso, consulté un viejo diccionario de latín. Los nombres de las especies se escriben en esta lengua, caducada para su uso habitual, pero necesaria en taxonomía. Enseguida encontré el nombre “antecessor”, y su traducción: explorador, pionero... En su conquista del imperio, los generales romanos enviaban tropas de reconocimiento formada por los antecessor. Me gustó. Encajaba bien con la idea de los humanos de TD6, verdaderos pioneros en la colonización de Europa. El nombre cayó muy bien en el equipo que trabajábamos en la elaboración del artículo, que en poco tiempo estaba ya en la bandeja de salida del ordenador. El artículo pasó el primer filtro y fue enviado a varios revisores anónimos. Habíamos pasado el primer escollo, que no superan más del 5% de los manuscritos enviados a esta revista. Dos meses más tarde, recibí un correo de la revista. Echo un manojo de nervios y con el corazón a mil por hora, tardé unos segundos en leer lo más importante: el artículo había sido aceptado. Tan solo había que realizar algunas reformas en la organización del trabajo.

El 30 de mayo de 1997 todos juntos celebramos la publicación de la diagnosis de una nueva especie del género Homo, con la asistencia del editor de Science en España a la multitudinaria rueda de prensa. Aquella publicación fue decisiva en la concesión del Premio Príncipe de Asturias otorgado ese mismo año al

Equipo Investigador de Atapuerca.
Fuente: quo.es| 26 de julio de 2018

"Burgos debe ser consciente de su protagonismo mundial"

Los codirectores, en el MEH - Foto: VALDIVIELSO


Los codirectores de Atapuerca hablan de lo que ha sido, es y puede ser el proyecto, un viaje iniciado hace 40 años con un destino excitantemente incierto

Eudald Carbonell cumple este verano 40 años de trabajos en Atapuerca; José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, 35, respectivamente. Los tres, cada cual a su manera, son la imagen viva de uno de los mayores y más innovadores proyectos científicos que están en marcha en España, una extraordinaria aventura del saber con base en Burgos y espíritu universal. Aunque veteranos ya, los tres ilustres codirectores se sienten más jóvenes si cabe que muchos de los cientos de investigadores que les rodean todos los veranos. Son famosos -y lo saben- pero eso no quita que sean muy conscientes de sus orígenes «de la nada», del largo y duro camino recorrido en estas últimas cuatro décadas. Lo único que les quita el sueño a estas alturas, reconocen, es el secreto que descubrirán el próximo verano en la Sierra, su reto e ilusión permanente.

¿Cómo han vivido el 40 aniversario estas últimas semanas?

Eudald Carbonell: Ha sido muy especial. Los años son años, pasan y llevamos muchos insistiendo en el tema de la evolución humana. Los resultados obtenidos son consecuencia de 40 años de trabajos. Es un año muy especial, sobre todo para los pioneros, para los que hemos estado al pie del cañón.

¿Quedan muchos de los pioneros?

E.C.: Quedan muy pocos y en cinco años seremos menos. Ser pioneros requiere de unas energías que ya no se dan cuando un proyecto está consolidado, aunque, insisto, mantener este proyecto es tan importante como emprenderlo.

Después de tantas campañas, tantas investigaciones, tantos avances y tantos reconocimientos. ¿Qué mensaje clave nos deja Atapuerca? ¿En qué concluye todo esto?

Juan Luis Arsuaga: En que la prehistoria nos une por igual a todos los seres humanos. Hemos estudiado la evolución humana desde múltiples ámbitos pero la aportación intelectual y cultural que nos envía lo que hemos descubierto es que es universal, interesa lo mismo a un chino, a un japonés... Atapuerca nos dice que todos los humanos que vivimos en el planeta Tierra tenemos raíces comunes y que somos hermanos. La ciencia contribuye así a que la especie humana tenga una visión de sí misma que, en cierto modo, supera aquella ilusión de que todos éramos muy distintos, que teníamos diferente color, diferentes lenguas... Hemos vivido durante miles de años bajo la ilusión de que los humanos éramos muy diferentes, pero era una ilusión, somos iguales y tenemos raíces comunes. Esto es una aportación de primer orden. Imagínense que la ciencia hubiese demostrado lo contrario...

José María Bermúdez de Castro: Atapuerca nos deja un patrimonio fantástico, diverso, fabuloso y que puede ser apreciado por todo el mundo, chicos y mayores. Tiene historias increíbles para contar de rinocerontes, de leones, de seres humanos construyendo herramientas... y para llenar los museos. Eso queda y quedará para el futuro. También quedará una parte reflexiva, la que nos corresponde a los que ya vamos cumpliendo años y que surge de la asimilación de toda la información acumulada sobre la historia de la humanidad, la que debemos e intentamos transmitir: Somos lo que somos, por qué estamos aquí, qué nos diferencia de otras especies que ha habido en el pasado y qué somos...

J.L.A.: Por eso interesa muchísimo a la gente. Es un tema que fascina, de primerísima importancia para el ser humano.

E.C.: Somos la misma especie en la diversidad, pero con lenguas, costumbres y ceremonias distintas. Integrar esta diversidad es lo que nos está enseñando la ciencia. Somos diversos pero, a la vez, somos la misma especie.

¿Cómo divulgar con éxito la fuerza y actualidad de ese mensaje universal después de los 40 años que llevan haciéndolo?

J.L.A: Yendo mucho más lejos. Burgos tiene que convertirse en una referencia mundial en este sentido y no estoy diciendo que el MEH se convierta en una referencia mundial, sino que la ciudad sea consciente de su protagonismo mundial, de que se encuentra en un lugar excepcional y que tiene una voz y un poder de convocatoria inigualables. Burgos puede convocar a cualquier líder mundial o a cualquiera porque es un lugar muy especial, porque tiene en Atapuerca una gran palanca.

E.C.: Burgos es un lugar de pensamiento y de reflexión con toda la historia de Atapuerca que atesora. Los fósiles, los yacimientos o el museo son los instrumentos para esta síntesis de reflexión y pensamiento.

J.L.A.: ¿Por qué no una gran cumbre de jefes de estado en Burgos? Del tema que sea..., el cambio climático, los derechos humanos, el desarme, la humanidad... Estamos en un lugar que ofrece las condiciones para reflexionar durante unos días sobre temas fundamentales...

Fuente: diariodeburgos.es| 29 de julio de 2018

La primera expansión humana fuera de África, cada vez más vieja

Situación del condado de Lantian, en el centro de China, donde se localiza el yacimiento de Shangchen. Fuente: Nature.

Durante la última década del siglo XX fuimos testigos del escepticismo que despertaron los hallazgos en el yacimiento de Dmanisi. Su gran antigüedad no casaba bien con el paradigma de entonces. Con anterioridad a esos hallazgos la comunidad científica había construido una teoría aparentemente sólida sobre la primera expansión humana fuera de África, que habría sucedido hace un millón de años. Los restos fósiles humanos de Dmanisi tenía en torno a 1,8 millones de años y su aspecto era muy primitivo. Supimos entonces que no era necesario tener una buena estatura, piernas largas y un cerebro grande para abandonar el continente africano y aventurarse a la conquista de nuevos territorios. El castillo se derrumbó y hubo que reconstruirlo a toda prisa. También quedaron reivindicadas las propuestas de varios investigadores, que sostenían una antigüedad de más de un millón de años para varios fósiles humanos encontrados en China e Indonesia (Yuanmou, Gongwangling, Sangiran, Majuangou y Shangshazui). Las cosas se ponían en su sitio.
El 26 de julio de este año la revista Nature ha publicado un artículo liderado por Zhaoyu Zhu (Academia de Ciencias de China) y Robin Dennell (Universidad de Exeter, Reino Unido), en el que el equipo liderado por estos investigadores da una vuelta de tornillo a la antigüedad de la humanidad fuera de su cuna africana. Este equipo ha realizado el estudio de una secuencia sedimentaria de nada menos que 74 metros de espesor en la localidad de Shangchen, situada en el condado de Lantian, provincia de Shaanxi, donde se acumularon los sedimentos depositados por el viento (loess) a lo largo de miles de años en una superficie de ciento de miles de kilómetros cuadrados. Las excavaciones de este equipo se han desarrollado entre 2004 y 2017 y es previsible que continúen. La superficie que todavía se puede estudiar es inconmensurable.

Ante todo, es importante destacar que la primera expansión fuera de África no implicó necesariamente notables adaptaciones biológicas en los homininos. Todos los yacimientos mencionados en los párrafos anteriores se localizan por debajo del paralelo 34º, que coincide con el norte de África. A pesar de las oscilaciones climáticas ocurridas hace entre 2,0 y 1,5 millones de años, los cambios no fueron tan dramáticos como para impedir la proliferación de los homininos en todos los territorios tanto africanos como asiáticos situados por debajo de esa latitud. Puesto que la conexión entre África y Asia a través del Corredor Levantino es franca, a nadie le puede ya extrañar que los homininos pudieran expandir sus territorios hacia el este y alcanzaran muy pronto el extremo más oriental de Eurasia.


Los investigadores Zhaoyu y Robin Dennell, en el yacimiento de Shangchen.

Los hallazgos en Shangchen no incluyen restos humanos. Pero la colección de herramientas, fabricadas según la tecnología más antigua que se conoce (Modo 1), es muy notable. Tampoco hay dataciones cuantitativas mediante alguno de los métodos tradicionales. Pero se ha llevado a cabo un estudio del magnetismo remanente de los sedimentos. Ya sabemos que la polaridad magnética del planeta ha experimentado cambios a lo largo del tiempo y que muchos de esos cambios están perfectamente fechados en las dorsales oceánicas. En la secuencia sedimentaria de Shangchen se han detectado cinco cambios de polaridad magnética, que se corresponderían con los eventos denominados: Matuyama/Brunhes (773.000 años), Jaramillo (990.000 -1.070.000 años), Cobb Mountain (aprox. 1.200.000 años), Olduvai (1.800.000 – 1.950.00 años) y Reunión (aprox. 2.100.000 años). Las herramientas más antiguas halladas en esta secuencia tienen una antigüedad de unos 1.120.000 años. Los investigadores han descartado que esos útiles fueran simples piedras rotas de manera natural (geofactos), algo que con frecuencia sucede en la naturaleza cuando las piedras se golpean unas contra las otras. Las herramientas de Shangchen no solo se encuentran in situ, sino que muestran retoques para avivar los filos cortantes y golpes dirigidos y planificados. La experiencia de los investigadores que publican este trabajo es una garantía de la robustez de sus conclusiones.

La última frase del artículo sugiere replantear el tiempo de la primera expansión fuera de África, aunque no se menciona (seguramente por prudencia) el tipo de hominino responsable de la fabricación de estos útiles a unos 8.000 kilómetros del continente africano. Sabiendo que las herramientas más antiguas encontradas en África pueden tener una antigüedad de tres millones de años no resulta extraño que esa primera expansión sucediera antes de la barrera de los dos millones de años. Hay tiempo de sobra para recorrer esa larga distancia, por territorios con un clima muy similar. Tampoco puede extrañar que esa expansión fuera realizada por un hominino de aspecto aún más primitivo que los hallados en Dmanisi. La especie H. habilis fabricó instrumentos y su anatomía es más arcaica que la de los homininos del yacimiento georgiano. Incluso, algunos investigadores prefieren hablar de Australopithecus habilis. Es por ello que las herramientas de Shangchen no tienen que asociarse necesariamente al género Homo. Futuros hallazgos dictarán sentencia sobre este asunto.

El trabajo de Zhu y Dennell es un buen toque de atención para seguir eliminando viejos conceptos e ideas apuntaladas en la historia de la evolución humana. Seguiremos abriendo la mente, para aceptar a trámite nuevas hipótesis y descartar lo que hace tan solo un par de décadas se daba por seguro.

Fuente: quo.es | 31 de julio de 2018

Neandertal y Sapiens convivieron en el valle hispanoluso del Côa-Siega Verde

Foto: Panorámica de una zona del valle del Coa-Siega Verde.

El hombre de Neandertal ocupó la zona hispanolusa de Côa-Siega Verde antes de la llegada del Homo sapiens, lo que sitúa a esta zona, declarada Patrimonio de la Humanidad, como un sitio "único" en Europa, según investigadores de las universidades de Coimbra, Lisboa y Barcelona.

"Podemos asegurar que hubo una continuidad en la ocupación del Valle del Côa luso -extrapolable al valle del Águeda español- por parte del hombre de Neandertal", explicó a Efe Thierry Aubry (izquierda), responsable de las excavaciones realizadas en la zona portuguesa del Salto do Boi, en las proximidades de la estación rupestre hispanolusa de Côa-Siega Verde.

La Estación Rupestre lusa del Côa, en la comarca de la Vila Nova de Foz Côa, fue declarada en 1998 Patrimonio Mundial por sus grabados rupestres del Paleolítico Superior (30.000 años), y en 2010, la española Siega Verde (Salamanca), al otro lado de la frontera, recibió la misma catalogación ya que cuenta con más de 600 grabados de arte rupestre de las mismas características.
Las excavaciones, realizadas entre mayo y junio y en las que también participaron estudiantes de las tres universidades y voluntarios franceses, se centraron en un corte de cinco metros de profundidad donde fueron localizados numerosos vestigios neandertales.

Foto: Detalle de uno de los dibujos rupestres localizado en el valle del Coa-Siega Verde. | Ical

Según Aubry, la composición del suelo donde se realizó el corte es "ideal" para la conservación de los restos y contribuyó a preservar "varios millares de piedras con lascas realizadas por el hombre de Neandertal que al menos, tendrán una antigüedad de entre 80.000 y 90.000 años" y que van desde marcas milimétricas a muescas de hasta diez centímetros de longitud.
Además, "la diversidad ecológica del territorio ayudó al Homo sapiens a continuar con los hábitos de caza de los neandertales" y fue una de las razones que permitieron mantener la ocupación de la cuenca de los ríos Côa (Portugal) y Águeda (Portugal).

Los arqueólogos han encontrado también piedras de pizarra que presuponen relacionadas con el uso del fuego entre los neandertales, bien como soportes para trocear las piezas de caza o recipientes para colocar la carne en la hoguera.
Para corroborar sus conclusiones, los investigadores desarrollarán una serie de análisis químicos en las universidades de Lisboa y Autónoma de Barcelona.

El objetivo de las excavaciones, que tendrán continuidad en los próximos meses, es ofrecer un contexto en el que situar los grabados rupestres del Côa-Siega Verde, realizados al aire libre sobre piedras de pizarra hace 30.000 años, en el Paleolítico Superior.
El proyecto de excavaciones en el Salto do Boi, a tres kilómetros de la frontera con España, está financiado por la Fundación de Ciencia y Tecnología de Portugal. EFE

Fuente: lavanguardia.com | 29 de julio de 2018

Descubren un segundo sacrificio infantil en el Templo Mayor de México

El Templo Mayor es un sitio arqueológico que se encuentra en el centro de la ciudad de México. Se trata de una enorme estructura que alguna vez funcionó como el centro de la enorme red tributaria del antiguo imperio Mexica. Desde su descubrimiento, se han encontrado dentro (y alrededor) de él cientos de hallazgos que han sido denominados “ofrendas”.


Foto: Los restos, llamados 'Ofrenda 176', se encontraron debajo del piso de la plaza al oeste del Templo Mayor, que era el centro de la ciudad antigua. Esta imagen muestra a los arqueólogos en el lugar.

Al ser uno de los templos más grandes del antiguo Imperio Mexica, estas ofrendas solían ser sacrificios que los sacerdotes hacían a alguna de las deidades que adoraban. Ahora, un grupo de arqueólogos ha encontrado un segundo entierro infantil (después del primer hallazgo de esta naturaleza, registrado en 2005, denominado Ofrenda 111) dedicado a Huitzilopochtli, el dios de la guerra.

De acuerdo a los arqueólogos, este tipo de ofrendas se realizaban a Huitzilopochtli cuando se deseaba predecir alguna batalla. Este entierro (la Ofrenda 176, como fue registrada) se trata de los restos de un infante que estaban acompañados de adornos, vestimentas y símbolos de divinidad.

Cuentas de piedra verde alrededor del esqueleto . Foto: Mirsa Islas / Cortesía Proyecto Templo Mayor, INAH

Una nueva Ofrenda en el Templo Mayor

La Ofrenda 176 fue hallada debajo del piso de la plaza oeste del Templo Mayor, al pie de las escalinatas de la sexta etapa constructiva del sitio arqueológico. El grupo ha identificado la época del entierro como durante el gobierno de Ahuízotl, entre 1.486 y 1.502 d.C..
Los arqueólogos destacaron que todas las piezas se encontraban en buen estado de conservación, aún cuando a solo unos centímetros de distancia se había instalado un colector de drenaje en el año 1900. Sin embargo, la excavación tomó semanas para completarse. Primero se excavó el cráneo, seguido de la caja torácica y parte de la columna vertebral.

El niño tenía entre 8 y 10 años de edad, presentaba mucho desgaste en los dientes y sufrió de múltiples infecciones en la boca, según la antropóloga física Jacqueline Castro. Foto: Melitón Tapia, INAH.

El niño tenía entre 8 y 10 años de edad, presentaba mucho desgaste en los dientes y sufrió de múltiples infecciones en la boca, según la antropóloga física Jacqueline Castro. Portaba un pectoral de madera con forma de anillo denominado anahuatl y que, gracias a los códices del siglo XVI, se sabe que era una insignia de Huitzilopochtli y otras deidades como Tezcatlipoca, Tlahuizcalpantecuhtli y Mixcóatl. Sus tobillos fueron adornados con cascabeles de cobre, caracoles provenientes del mar Caribe y cuentas de piedra verde. Le colocaron, además, dos orejeras rectangulares de madera, un artefacto de pirita, cinco cuentas de piedra verde que pendían de su cuello, posiblemente de jadeíta traída desde Guatemala, y otras cuentas de color azul hechas con un material desconocido hasta la fecha. El hallazgo de dos huesos del ala de un ave podría indicar que, como al menor de la Ofrenda 111, le fueron colocadas las alas de un gavilán de bosque como parte de su vestimenta, que por sus tonos ocre y azul se relacionaba con Huitzilopochtli.


El hallazgo de una lápida con el relieve de un águila real que data del periodo del tlatoani Moctezuma I (1440-1469) condujo al equipo a ampliar la investigación y a encontrar los restos del entierro infantil. La Ofrenda 176 fue localizada bajo el suelo de la plaza oeste al pie de las escalinatas de la sexta etapa constructiva del Templo Mayor, fechadas en el gobierno de Ahuízotl (1486-1502), y entre el Cuauhxicalco, el edificio circular donde, según las descripciones de los frailes y conquistadores europeos, eran depositados los restos funerarios de los gobernantes mexicas.

Una de las características únicas de este hallazgo arqueológico, además de los restos mortales del individuo, sus atavíos y ubicación, es la forma cilíndrica que tiene la caja de ofrenda, pues de entre las 204 que se han excavado hasta la fecha en el Templo Mayor, jamás había aparecido una de tales características.

El niño de la Ofrenda 111 murió alrededor de los 5 años de edad, durante una ceremonia sacrificial en la que se le extrajo el corazón. ¿El pequeño de la Ofrenda 176 sufrió el mismo sacrificio? "Por ahora es una incógnita, y sólo puede afirmarse que en el momento de su muerte estaba vestido como el mismo Huitzilopochtli", concluye el comunicado del INAH.

Fuentes: fayerwayer.com | National Geographic | 25 de julio de 2018