Los neandertales caminaban más erguidos y tenían mayor capacidad pulmonar que los 'Homo sapiens'

Comparativa de la caja torácica del Homo neanderthalensis (izquierda), el Homo sapiens y la superposición de ambos. La reconstrucción virtual muestra cómo las costillas del Homo neanderthalensis se adhieren a la columna vertebral hacia adentro, forzando una postura aún más vertical que en los humanos modernos / Nature Communications.

Un equipo internacional de científicos, liderado entre otros por el investigador de la Universidad del País Vasco, Asier Gómez-Olivencia (izquierda), ha reconstruido en 3D el tórax de un neandertal y el resultado dista mucho de la imagen estereotipada del cavernícola con pecho en forma de barril: los neandertales caminaban más erguidos y tenían una mecánica de respiración sorprendentemente distinta a la de los Homo sapiens. El trabajo, que se publica en Nature Communications, ha contado con la colaboración de la investigadora del Ono Academic College de Tel Aviv (Israel), Ella Been (derecha).

Para crear el modelo virtual, los investigadores utilizaron tomografías computerizadas de los huesos del esqueleto neandertal Kebara 2, los restos de un varón joven apodado 'Moisés' que murió hace unos 60.000 años y que fue descubierto en 1983 en el yacimiento israelí de Kebara (Monte Carmelo).
Aunque nunca se encontró el cráneo (probablemente fue retirado como parte de un ritual funerario), el esqueleto conservaba todas las vértebras y costillas, además de otras regiones anatómicas frágiles como la pelvis o el hueso hioides, lo que le convirtió en el esqueleto con el tórax más completo del registro fósil neandertal.

Fotografía de un molde del esqueleto neandertal de Kebara 2 tal y como fue encontrado. Autor: J. Trueba/Madrid Scientific Films.

En 2017, este mismo equipo de científicos hizo una reconstrucción virtual de la columna vertebral de Kebara 2, lo que supuso el primer paso para actualizar las teorías de la biomecánica neandertal. Ahora, casi dos años después, han reconstruido el tórax de este individuo, la cavidad que alberga el corazón y los pulmones.

«Determinar la forma del tórax es clave para entender cómo se movían los neandertales en su entorno porque nos da información sobre su respiración y equilibrio», explica Gómez-Olivencia.
Desde que en 1856 aparecieron las primeras costillas de esta especie humana, el debate sobre la forma de su tórax ha sido constante y variable. «Por eso Kebara 2 es tan importante: es el que tiene las costillas y las vértebras más completas y el que puede desvelarnos todas las diferencias morfológicas del tórax entre los neandertales y nuestra especie, el hombre moderno», detalla a Efe el paleontólogo español de la UPV/EHU.

Ver vídeo en este enlace.

Los neandertales habitaron Europa Occidental y Asia Central durante más de 200.000 años en periodos de glaciares e interglaciares y, durante ese tiempo, neandertales y sapiens no solo compartieron espacios comunes, sino que tal y como han demostrado diversos estudios de ADN, también llegaron a cruzarse.

«Los neandertales están estrechamente relacionados con nosotros, con complejas habilidades culturales muy parecidas a las de los humanos modernos, pero su forma física es distinta a la nuestra en aspectos importantes. Entenderlas nos permitirá entender mejor nuestro propio camino evolutivo», sostiene Patricia Kramer, antropóloga de la Universidad de Washington y coautora del trabajo.


Para recrear el modelo tridimensional del tórax de Kebara 2, los investigadores escanearon una a una todas las vértebras y las costillas del esqueleto y luego las ensamblaron en 3D. A continuación, compararon las imágenes de los huesos de neandertal con escáneres médicos de hombres modernos actuales. La reconstrucción, unida al estudio previo de la columna vertebral, «permitió ver que las diferencias entre el tórax humano moderno y el neandertal son sorprendentes», subraya Gómez-Olivencia.

El modelo mostró que su columna vertebral era del mismo tamaño, pero más estable y erguida que la del sapiens, lo cual «fue toda una sorpresa, y que el tórax neandertal es más ancho en la parte inferior que el de los humanos modernos», destaca el investigador. «Este individuo nos dice que los neandertales respiraban de una manera distinta. Tenían los mismos mecanismos que nosotros, pero los usaban de manera distinta: ellos dependían más del diafragma para respirar y menos de la caja torácica, tenían mayor capacidad pulmonar».

Estos resultados, además, «son coherentes con estudios previos publicados por Markus Bastir y Daniel García-Martínez (coautores de este estudio e investigadores del grupo de Paleoantropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales) que señalaban que los neandertales tenían una capacidad pulmonar un 20% superior a la nuestra», subraya.

El estudio es la culminación de 15 años de investigación sobre el tórax neandertal, pero «todavía queda mucho por hacer», advierte el paleontólogo español.

El siguiente reto es determinar si en el tórax neandertal era distinto según el sexo (bimorfismo sexual), tal como ocurre en el hombre moderno, y reconstruir el punto de unión entre el brazo y el tórax neandertal para ver cómo se articula mecánica y morfológicamente con el resto del cuerpo, concluye.

Fuentes: burgosconecta.es |University of Washintong | pressdigital.es| 30 de octubre de 2018

El Museo Arqueológico de Linares (Jaén) acoge los últimos trabajos en Cástulo con la exposición 'Solo cenizas: cuatro tumbas perdidas'

'Solo cenizas: cuatro tumbas perdidas' es el título de la exposición que acoge el Museo Arqueológico de Linares (Jaén) para presentar los últimos trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo en el conjunto arqueológico de Cástulo y los resultados obtenidos. La delegada del Gobierno, Ana Cobo, acompañada por la delegada territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Pilar Salazar, y por el comisario de la muestra, Marcelo Castro, ha visitado este martes esta exposición que se podrá ver hasta el 30 de noviembre con la recreación de cuatro tumbas y sus ajuares.

Cobo ha explicado que la erosión provocada por las lluvias dejó al descubierto distintos vestigios de interés arqueológico en la pared de una profunda cárcava, que se había abierto en los últimos años junto a la vía del ferrocarril, "lo que llevó a la Consejería de Cultura a poner en marcha una excavación arqueológica por el procedimiento de urgencia para salvar el inminente peligro de pérdida de los bienes arqueológicos afectados", según ha informado la Junta en una nota.
"Esos trabajos, que se han desarrollado durante el pasado mes de agosto, nos han permitido documentar la presencia de cinco tumbas de época romana, y la recuperación exhaustiva de aquellas cuatro que estaban en una situación crítica para su conservación y que hoy se muestran", ha añadido Cobo.

Estas tumbas, en su día, formaron parte de una necrópolis romana --datada en torno a mediados del siglo I d.C.-- más extensa que hasta ahora era desconocida, ya que los anteriores hallazgos sólo pusieron de manifiesto el uso funerario de este lugar durante época ibérica.

La intervención ha permitido reconocer la continuidad del uso funerario en este sector de Higuerones-Casablanca desde época ibérica a la romanización, e incrementa la diversidad de las prácticas funerarias durante la Antigüedad conocidas en la zona arqueológica de Cástulo.
Además, ha posibilitado realizar trabajos de consolidación en esta zona, para evitar, en la medida de lo posible, los riesgos de la erosión y reponer a su estado original la superficie del terreno.
Esta exposición, que estará abierta hasta el 30 de noviembre con posibilidades de ampliación hasta diciembre, cuenta con una recreación de las cuatro tumbas y sus ajuares --a escala 1:2-- además de dos paneles explicativos de los trabajos realizados así como de los hallazgos descubiertos.

Fuente: lavanguardia.com | 30 de octubre de 2018

Los primeros homíninos encontraron una Arabia verde al salir de África

Duna de arena en el desierto de Nefud, Arabia Saudita. Crédito: Proyecto Palaeodeserts (Klint Janulis)

Todos venimos del continente africano. En aquel continente fue donde aparecieron hace cerca de tres millones de años los primeros representantes del genero Homo –el paraguas que engloba la gran diversidad de especies a las que hoy en día llamamos humanas y de las que, en la actualidad, solo quedamos nosotros como únicos representantes–. Una de aquellas especies, el Homo sapiens, emergió hace unos 300.000 años y se expandió desde su cuna africana al resto del planeta viajando, probablemente, hacia los territorios de oriente medio. Pero, ¿cómo lo hizo? Dependiendo del tiempo en el que se realizara aquel viaje primigenio, las condiciones del periplo habrían sido muy diferentes.
Un estudio publicado ayer por científicos del Instituto Max Planck de Historia Humana en la revista Nature Ecology and Evolution sugiere que las primeras dispersiones de los seres humanos fuera del continente africano fueron muy anteriores a lo que hasta ahora se pensaba. Y, de hecho, la realidad es que se produjeron en un momento histórico en el que las condiciones de la ecología propiciaron la migración, sin necesidad de que se produjeran especializaciones o adaptaciones demasiado exigentes entre los individuos migrantes.


El estudio se basa en el hallazgo de herramientas de piedra y marcas de corte en fósiles animales localizados en el yacimiento de Ti's al Ghadah (en lo que actualmente es Arabia Saudí) que arrojan pruebas concluyentes de la presencia de homininos al menos 100.000 años antes de lo que se había datado hasta ahora. Lo más curioso del descubrimiento es que los análisis de isótopos de la fauna fósil asociada demuestran un predominio de la vegetación propia de terrenos verdes y praderas con niveles de aridez muy similares a los que se dan en la sabana del este de África, la misma de la que procedían los ancestros viajeros del hombre. Dicho de otro modo, el hábitat con el que se encontraron aquellos primeros migrantes en su primer destino fuera de casa fue muy similar al de su hogar natal.
Este dato es de vital importancia para entender cómo se produjo la expansión de los homininos lejos del continente africano. Para que uno de estos viajes tenga lugar, pueden suceder dos escenarios. Por un lado, bien podría haberse producido una necesidad imperiosa de desplazamiento, una búsqueda crítica de nuevos lares donde expandir la especie. En ese supuesto, los individuos más adaptados tienen más posibilidades de sobrevivir en entornos difíciles. Si la dispersión se produce en un momento histórico en el que el terreno ocupado es un desierto inhóspito (como lo es en estos momentos buena parte de los territorios de Oriente Medio) la adaptación es clave.

Foto: Excavaciones en Ti's al Ghadah.

Por otro lado, en un segundo escenario, la migración se podría producir como una consecuencia más de la expansión natural de la especie. Los individuos viajarían sin problemas entre terrenos y hábitats de características similares, por lo que la adaptación al medio no resultaría, al final, de tanta importancia.

Los trabajos que ahora se han presentado podrían avalar esta teoría. Los abuelos de nuestra especie salieron de África por un corredor que les recordaba a su hogar original y lo hicieron mucho antes de lo que se creía hasta ahora.
Es cierto que desde hace tiempo se conoce la capacidad impresionante de los ancestros de Homo sapiens para adaptarse a entornos hostiles. A lo largo de milenios de evolución hemos habitado desiertos y bosques tropicales, ambientes de alta montaña y estepas, zonas templadas y polares.

Foto: Arqueólogos recuperando restos fósiles en Ti's al Ghadah.

Por el contrario, otras especies de homínido han demostrado menor capacidad de adaptación. Antes que los Homo sapiens, otros especímenes Homo más antiguos salieron de África. Hace dos millones de años el Homo erectus recorrió el corredor levantino para ocupar el este de Asía hasta la actual China. Más tarde (quizás hace unos 500.000 años), el Homo heilderbergensis se expandió por Europa y probablemente fue el origen de especies nativas europeas como neandertales y denisovanos.
Pero muchas de estas especies han demostrado una parca capacidad de adaptación a ambientes extremos. Las migraciones de los neandertales, por ejemplo, parecen estar asociadas al uso de suelos de pradera y de bosque alrededor de lagos o ríos lo que limita su expansión.

Para comprender mejor esta relación entre migraciones y adaptabilidad es necesario demostrar cuán capaces fueron nuestros ancestros de adentrarse en terrenos a priori inhóspitos. En este sentido, los estudios paleontológicos en tierras áridas tienen una importancia capital. Los nuevos datos ahora presentados se refieren a uno de los yacimientos más importantes de la península Arábiga y de hecho suponen la única colección datada del Pleistoceno medio en esta parte del mundo. Incluye animales como elefantes, jaguares y aves junto a herramientas de piedra fabricadas por humanos.

Foto: Ejemplos restos fósiles de Oryx sp. hallados en Ti's al Ghadah

Precisamente son estas herramientas las que otorgan especial valor a este descubrimiento. Se trata de piezas de piedra que fueron utilizadas para descarnar huesos lo que confirma que junto a aquellos animales viajaban seres humanos hace entre 300.000 y 500.000 años. Eso convierte a los restos de Ti´s al Ghadah en la primera evidencia de presencia humana en la Península Arábiga lo que confirma que ya por aquel entones nuestros ancestros exploraban terrenos verdes en busca de animales de los que alimentarse.

Es evidente que aquellos viajeros primitivos tenían ya ciertas capacidades culturales desarrolladas que les permitían seguir a los animales, encontrar un refugio y fabricar herramientas para conseguir la extracción de alimento. Pero quizás no necesitaron de grandes adaptaciones físicas para ello porque, en realidad, no cambiaron de hábitat sustancialmente. No se especializaron para sobrevivir en un entorno árido con una flora y una fauna muy diferentes. Siguieron viviendo como vivían pero ampliando su radio de acción.

En realidad, el viaje fuera de África de aquellos humanos no fue muy diferente del que experimentaron otros mamíferos que rastrearon lares lejanos en busca de hábitats más cómodos. De hecho, no se descarta que quizás los animales y los humanos se ayudaron mutuamente en su dispersión.

Fuentes: larazón.es | sciencedaily.com |arstechnica.com | 30 de octubre de 2018

Así eran las joyas prehistóricas de un poblado granadino de hace unos 7.000 años

Adornos cónicos del Neolítico medio encontradas en Granada. / Claudia Pau et al.

Durante el Neolítico, las poblaciones ya manejaban la piedra, y diseñaban y fabricaban joyas de diversos materiales, como las que se han encontrado en un poblado de Andalucía oriental, en el paraje de las Peñas de los Gitanos situado a 1.050 metros sobre el mar. Esta área fue habitada desde la prehistoria hasta la Edad Media.

El poblado de Los Castillejos forma parte de un conjunto arqueológico más amplio y fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1996 e incluye cuevas, abrigos, poblados y necrópolis entre las que destaca la necrópolis megalítica.

En el yacimiento, un equipo de científicos halló entre los años 1991 y 1994 varios objetos de adorno personal. Ahora los arqueólogos Claudia Pau y Juan A. Cámara Serrano, de la Universidad de Granada, han podido identificar seis categorías diferentes de adornos: colgantes, cuentas, elementos anulares y cónicos, alfileres y elementos dentados.


Algunos de los elementos dentados hallados en el yacimiento del poblado de Los Castillejos en Granada. / Claudia Pau et al.

En el estudio, publicado en la revista Arqueología, los expertos determinaron el uso y la antigüedad de cada una de las joyas en función de su morfología y los materiales empleados.
Según los científicos, varios tipos de objetos son recurrentes a lo largo del tiempo. “Aparecen en las fases más antiguas y desaparecen y vuelven a encontrarse en las fases más recientes, mientras que otras joyas caracterizan solo algunos periodos culturales”, señala a Sinc Claudia Pau.
Es el caso de los diseños fabricados con conchas. “Los elementos anulares en piedra caracterizan el sexto milenio antes de cristo, mientras que los brazaletes en concha son más recientes”, apunta la experta.

Cuentas de concha entera, discoidales, cilíndricas y bitroncocónicas

Así, los brazaletes en concha aparecen por primera vez en el Neolítico Medio (inicios del V Milenio A.C.) y continúan en todo el Neolítico reciente (hasta el último tercio del IV Milenio A.C.). El estudio recalca que esta distribución cronológica de los brazaletes de concha puede tener importantes implicaciones para la datación de las primeras fases de utilización de contextos megalíticos donde estos brazaletes suelen ser frecuentes.

“Por ello, podemos proponer que muchos sepulcros megalíticosestuvieron en uso por lo menos desde el Neolítico final. Además, hay tipologías que están presentes solo en los niveles más recientes, como las cuentas bitroncocónicas (con formas en plano circular)”, aclaran los autores.
Los arqueólogos apreciaron además un cambio en la forma de los colgantes rectangulares; “desde formas muy irregulares en las etapas más antiguas se pasará a formas subrectangulares con los ángulos redondeados y finalmente a formas más rectas en los ejemplares más recientes”.
“Las formas y las trazas de uso permiten señalar que las cuentas, los colgantes y algunos elementos anulares se utilizarían para confeccionar adornos complejos como collares y pulseras, o para decorar la cabeza o las vestimentas, mientras que otros elementos anulares se utilizarían como adornos para las muñecas, los antebrazos o los tobillos”, concluyen.

Fuente:SINC | 29 de octubre de 2018

Una nueva investigación hace retroceder los orígenes del chocolate

El chocolate proviene del árbol del cacao - Fotolia

La vida sin chocolate sería algo más triste e insípida. Consumido a diario por millones de personas en todo el mundo por su sabor, sus efectos beneficiosos para la salud (tiene reconocidas propiedades antioxidantes y anti-inflamatorias) y sus cualidades vigorizantes, este dulce ha gustado siempre tanto que en el siglo XVII incluso se discutía si tomarlo era pecado.

El botánico Linneo lo denominó con acierto «la comida de los dioses», pero sus orígenes nunca han estado del todo claros. Hasta ahora, se creía que la planta del cacao, de donde procede el chocolate, fue cultivada por primera vez hace unos 3.900 años en América Central, como parecían indicar los restos arqueológicos encontrados. Sin embargo, un equipo internacional de investigadores sugiere que, en realidad, la domesticación del cacao ocurrió un 1.500 años antes y algo más abajo en el mapa, en lo que ahora es Ecuador.

En la actualidad, la diversidad más alta del árbol de cacao (Theobroma cacao) y otras especies relacionadas se encuentra en la América del Sur ecuatorial, donde este alimento es importante para los grupos indígenas que aún habitan la zona. Esto llevó a los científicos a buscar evidencias del origen de la planta en el yacimiento arqueológico de Santa Ana-La Florida, en Palanda, Ecuador, que se ubica en la cabecera del río Chinchipe. Se trata del sitio más antiguo conocido de la cultura Mayo-Chinchipe, ocupado desde al menos 5.450 años atrás.
Según explican los investigadores en la revista «Nature Ecology & Evolution», la presencia de granos de almidón específicos del árbol de cacao dentro de recipientes de cerámica de residuos de teobromina, un alcaloide amargo que se encuentra en el árbol del cacao pero no en sus parientes silvestres, así como el hallazgo de fragmentos de ADN antiguo con secuencias exclusivas del árbol del cacao, no dejaron lugar a dudas.

«Las gentes de los tramos superiores de la cuenca del Amazonas, que se extienden hasta las estribaciones de los Andes en el sureste de Ecuador, ya estaban cosechando y consumiendo cacao 1.500 años antes de lo que se creía», asegura Michael Blake (izquierda), coautor del estudio y profesor en el departamento de antropología de la Universidad de la Columbia Británica.

El cacao que cultivaban era un pariente cercano del tipo que más tarde se usaría en México. Lo consumían como una bebida, una costumbre que era muy popular y que probablemente se propagó más tarde hacia el norte a través del comercio de bienes, por lo que ahora es Colombia y finalmente Panamá y otras partes de América Central y el sur de México.

En fiestas y rituales

El cacao se convirtió en un cultivo de gran importancia cultural en la Mesoamérica precolombina, una región histórica y área cultural en América del Norte que se extiende desde el centro de México hasta Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y el norte de Costa Rica. Los granos de cacao se utilizaban como moneda y para hacer las bebidas consumidas durante fiestas y rituales.
«Por primera vez, tres líneas independientes de evidencia arqueológica han documentado la presencia de cacao antiguo en las Américas: granos de almidón, biomarcadores químicos y secuencias de ADN antiguas», señala Sonia Zarrillo (derecha), autora principal del estudio y profesora de la también canadiense Universidad de Calgary. «Estos tres métodos se combinan para identificar definitivamente una planta que, por lo demás, es notoriamente difícil de rastrear en el registro arqueológico porque las semillas y otras partes se degradan rápidamente en ambientes tropicales húmedos y cálidos».

Dicen los historiadores que Cristóbal Colón ya vio una almendra de cacao durante su cuarto viaje al continente, pero no fue hasta la conquista del imperio azteca, emprendida por Hernán Cortés, que el chocolate se dio a conocer entre los europeos. Nos acompaña desde entonces con gran éxito, pese a que las producciones actuales están repletas de calorías.


«Hoy todos confiamos, en una u otra medida, en los alimentos que fueron creados por los pueblos indígenas de las Américas y uno de los favoritos en todo el mundo es el chocolate», reconoce Blake. A su juicio, el descubrimiento de los orígenes de los alimentos de los que dependemos hoy es importante porque nos ayuda a comprender las «complejas historias de quiénes somos».

Fuente: abc.es | 29 de octubre de 2018

El sorprendente origen de los misteriosos símbolos de los pictos

El monumento Craw Stone, situado en Aberdeenshire, Escocia.

Los Pictos siempre han sido considerados un pueblo misterioso. Esta confederación de tribus habitó el norte y centro de Escocia desde los tiempos del Imperio Romano hasta el siglo X. Pero, aún así, dejaron pocas evidencias de su vida, más allá de sus icónicas piedras talladas que contienen un lenguaje de símbolos que aún hoy no ha podido ser descifrado.

La piedra de Dunfallandy contiene varios símbolos pictos (Noble et al. / Antiquity).

Una investigación liderada por la Universidad de Aberdeen ha conseguido rastrear el origen de estas representaciones hasta un momento situado entre los siglos III y IV después de Cristo, mucho antes de lo que se creía hasta el momento. Los arqueólogos sometieron varios objetos hallados en excavaciones recientes a un análisis con radiocarbono para conseguir una cronología mucho más acurada que las antiguas técnicas histórico-artísticas.
Sus hallazgos, publicados en la revista Antiquity, defienden la idea de que los símbolos son realmente un guión que probablemente representa un grupo de nombres de miembros de los Pictos y que se desarrolló exactamente en la misma época que otros tipos de escritura europeos, como la escritura de Ogham de la antigua Irlanda o el estilo rúnico desarrollado en Escandinavia.

Entre los principales símbolos de los pictos aparecen bestias extrañas, águilas, salmones, espejos, peines o cañas misteriosas. Al igual que los jeroglíficos egipcios, este tipo de escritura era una forma de lenguaje asociado con la genealogía de familias importantes. Estas combinaciones de nombre permitieron, aparentemente, reclamar la propiedad sobre la tierra.

La influencia del Imperio Romano en el desarrollo del lenguaje escrito de los pueblos indígenas situados en sus fronteras ha sido clara desde hace mucho tiempo. Los pictos hablaban una lengua celta británica que continua siendo un misterio en gran parte. Pero los emparejamientos recurrentes dentro de los símbolos dan a entender que están optimizados para escribir nombres de personas.

Algunos símbolos pictos, por ahora indescifrables (Noble et al. / Antiquity)

Los análisis de los expertos se basan en los restos recuperados de la excavación de un fuerte picto situado en la columna de rocas de Dunnicaer, al sur de Stonehaven (Aberdeenshire). En este espacio descubierto en 2015 se han encontrado tallas no elaboradas, generalmente de tamaño más pequeño en comparación con los monumentos de piedra hallados durante el siglo XIX.

Sitio arqueólogico de Dunnicaer, donde se descubrieron piedras con símbolos de los pictos en el siglo XIX, Escocia, Reino Unido. abdn.ac.uk.

Los estudios revelaron que las piedras probablemente provenían de la muralla del fuerte y la datación del sitio demostró que el asentamiento estaba en su apogeo entre los siglos III y IV después de Cristo. Otros objetos, como un hueso de buey que apareció en la isla de Orkney, indican que este lenguaje quizás se usaba en la periferia de la tierra de los Pictos en el siglo V.

El modelado bayesiano, que permite refinar la datación por radiocarbono, ha determinado que el asentamiento picto de Rhynie, también en Aberdeenshire y donde se encontró el famoso Rhynie Man (derecha), contiene un fuerte con piedras que contienen estos símbolos y que está dentro de una serie de murallas y empalizadas que datan de entre finales del siglo IV y principios del siglo VI.

Investigaciones recientes han revelado que la plata romana llegó en forma de regalos y sobornos diplomáticos, influyendo en la economía y la sociedad de los Pictos, lo que acabó transformando su lenguaje. Los autores señalan que estos símbolos son probablemente el resultado de la exposición a la escritura latina, pero también una interpretación indígena independiente de los mismos.

”En las últimas décadas ha crecido el consenso acerca de que los símbolos de estas piedras son una forma temprana del lenguaje. Nuestras excavaciones recientes y la datación de los objetos encontrados proporciona por primera vez una cronología mucho más segura. Establecer un momento en el tiempo nos ayuda a reescribir la historia de estas tradiciones simbólicas del norte de Europa”, explica Gordon Noble (izquierda), jefe de arqueología de la Universidad de Aberdeen.

Estas antiguas tribus de granjeros “no adaptaron un guión alfabético, pero desarrollaron su propio guión de símbolos”. “Las piedras con lenguaje picto son la forma de comunicación más común y monumental que sobrevive del norte de Gran Bretaña, pero su origen ha sido poco comprendido en comparación con otras formas de escritura alfabética”, apuntan.

“El modelado bayesiano ha revolucionado el mundo de la datación por radiocarbono, ayudando a desarrollar marcos cronológicos más refinados”, explica Derek Hamilton, del Scottish Universities Environmental Research Centre (SUERC).

Fuente: lavanguardia.com | 26 de octubre de 2018