Las momias cuentan la historia de los primeros americanos

Un arqueólogo trabaja en un enterramiento del yacimiento arqueológico Lapa do Santo, en Lagoa Santa, Brasil. ANDRE STRAUSS.

Tras 20 años de batalla legal, los indios shoshones y paiutes pudieron honrar y despedir a la momia de la cueva del Espíritu. Localizada en 1940 en la reserva india de Fallon (Nevada, EE UU), había estado expuesta en el museo estatal hasta que, en los años noventa, la datación de sus cabellos mostró que tenía 10.600 años, convirtiéndola en la momia natural más antigua. Los indios la reclamaron como antepasado suyo, pero las autoridades federales, azuzadas por algunos científicos, no se la entregaron. Unos restos tan antiguos podrían arrojar mucha luz sobre los primeros americanos. El caso estaba en los tribunales hasta que un experto en genética danés encontró una solución: secuenciar su genoma. El ADN confirmó que la momia era un ancestro de los nativos americanos actuales, que la pudieron despedir en paz.

Ahora, aquel investigador danés, Eske Willeslev y otros 50 científicos presentan el análisis del genoma de una quincena de momias y otros restos de antiguos americanos, varios de ellos con una antigüedad de 10 milenios. Su trabajo, publicado en Science, ha permitido dibujar cómo fue la expansión de aquellos primeros americanos que cruzaron el estrecho de Bering hace quizá 20.000 años.

El mapa incluye desde dientes de un niño que vivió en lo que hoy es Alaska hace 9.000 años hasta un adulto datado en unos 6.500 años recuperado en el otro extremo del continente, en el estrecho de Magallanes. Entremedias, también han analizado el ADN de muestras a lo largo y ancho de América, como la momia del Aconcagua, un pequeño sacrificado por los incas hace apenas 500 años, o la treintena de humanos encontrados en la cueva de Sumidouro, en Lagoa Santa (Brasil). El análisis de estos últimos ha sido clave. Encontrados hace ya casi 200 años por otro danés, el naturalista Peter Lund, esperaban en las vitrinas del Museo de Copenhague (Dinamarca) a que alguien les extrajera toda la información. Tras un complejo proceso, el equipo de Willeslev pudo extraer su ADN y determinar que tenían 10.400 años, 200 menos que la momia de la cueva del Espíritu.

Calaveras y otros restos humanos de la Colección PW Lund de Lagoa Santa, Brasil, guardados en el Museo de Historia Natural de Dinamarca. Crédito: Museo de Historia Natural de Dinamarca.

"Dos eventos de divergencia [de un ancestro común] casi a la vez es extraordinario, la divergencia suele necesitar miles de años", dice en conversación telefónica el principal autor del estudio, el investigador de Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague, José Víctor Moreno Mayar (derecha). A pesar de estar separados por 10.000 kilómetros de distancia, apenas hay separación genética entre la momia del norte y los restos del sur. "Hubo una migración del norte al sur y todo sugiere que la expansión fue muy amplia y rápida", continúa el científico mexicano. Pero no fue en un único sentido ni en único momento.
Hace unos 8.000 años, algunos de aquellos nativos americanos se movieron de nuevo, pero esta vez partían de Centroamérica y se movieron tanto al norte como al sur. Los investigadores han encontrado el rastro de este movimiento en el genoma de todas las poblaciones indígenas actuales de las que hay datos genéticos.

Sin embargo, otro estudio publicado a la par que este de Science (los dos grupos de científicos lo acordaron así), complica el relato. Con el genoma de 50 individuos de diversas poblaciones americanas, algunos con 11.000 años de antigüedad, esta investigación, publicada en Cell, sostiene que no hubo una única gran migración del norte al sur. Además de la que llevó a los humanos hasta la Patagonia, hubo otras dos en los milenios siguientes y las dos del norte al sur.


Mapa: Resumen visual de los hallazgos realizados por Cosimo Posth et al., sobre los eventos migratorios hacia América central y del sur. Cell.

"Un hallazgo clave ha sido que individuos relacionados con la cultura Clovis, datados en hace unos 12.800 años, comparten un ancestro distintivo con los más antiguos de Chile, Brasil o Belice", dice en una nota el coautor de este estudio e investigador del Instituto Max Planck de Ciencias de la Historia Humana, Cosimo Posth (izquierda). "Esto apoya la hipótesis de que la expansión de las gentes que difundieron la cultura Clovis por Norteamérica, también llegó a América Central y del Sur", añade.

El misterio que ninguna de las dos investigaciones logra desvelar es cómo, entre nativos americanos como los de Lagoa Santa hay una señal, débil, pero significativa, del genoma de pueblos australasios y del sur del Índico, muy alejados geográficamente y genéticamente de los habitantes amazónicos. No parece lógico que esa señal ya viniera con los primeros que cruzaron el estrecho de Bering y, sin embargo, no se detecte ni en la momia del Aconcagua, ni en la de la cueva del Espíritu ni en el diente del niño de Alaska. Tampoco pudo venir en una oleada posterior, ya que los restos de la cueva de Sumidouro son de hace 10.400 años. ¿Llegaron por el mar, por el Pacífico, como algunos han mantenido?

"Tuvo que ser antes de hace 10.000 años [la datación de Lagoa Santa]. Pero la tecnología para navegar por el Pacífico que desarrollaron los polinesios no aparece hasta hace 3.000 años", recuerda el mexicano Moreno Mayar. Tampoco parece creíble que una pequeña población llegara hasta las costas americanas, cruzara Los Andes, se adentrara en la selva amazónica y dejara su huella.

Fuente: elpais.com | 8 de noviembre de 2018

Los galos embalsamaban las cabezas cortadas de sus enemigos ilustres

Restos humanos encontrados en el sitio de excavaciones arqueológicas de Cailar (Gard), Francia.
© Programmed Fury La Cailar-UMR5140-ASM.

Los galos no solo cortaban las cabezas a sus enemigos muertos en combate y las llevaban colgadas de sus caballos cuando volvían de una batalla para exponerlas ante sus casas, sino que además las embalsamaban.
Mapa
Un yacimiento arqueológico en Le Cailar, en el sur de Francia, ha revelado un considerable número de ejemplos de esta práctica ritual celta de la Edad de Hierro (800 a.C.-final del siglo I a.C.) que ya escandalizó a los historiadores griegos de la Antigüedad.

«Cortan la cabeza a sus enemigos muertos y las cuelgan del cuello de sus caballos y después de entregar a sus servidores los despojos ensangrentados los llevan como trofeos cantando un peán y entonando una canción de victoria, y ellos clavan en sus casas estas primicias del botín como si se tratara de cacerías en que hubieran abatido fieros animales. En cuanto a las cabezas de sus enemigos más ilustres, impregnadas de aceite de cedro, las conservan con gran cuidado dentro de un cofre y las muestran a los extranjeros, glorificándose de que por tal o tal cabeza uno de sus ancestros o su padre o él mismo había rechazado una gran suma de plata», relata Diodoro (V, 29).
El filósofo Poseidonio dijo haber visto él mismo este espectáculo en muchos lugares, «que al principio le repugnaba, pero al que acabó finalmente por acostumbrarse», según recogió Estrabón (IV, 4,5) antes de describir también cómo los galos embalsamaban las cabezas «con aceite de cedro».


Vista del sitio de excavación arqueológica de Cailar (Gard), Francia. © Programmed Fury La Cailar-UMR5140-ASM

Investigadores del laboratorio de Arqueología de las Sociedades Mediterráneas (CNRS/Universidad Paul Valéry Montpellier 3/ Ministerio de Cultura) y del Instituto mediterráneo de biodiversidad y de ecología marina y cont... (IMBE) tomaron muestras de once cráneos humanos hallados en Cailar, que mostraban signos de haber sido decapitados y sus cerebros extraídos. Los análisis químicos revelaron en algunas de las muestras biomarcadores de resina de conífera y de moléculas de compuestos aromáticos que solo pudieron ser obtenidos a través del calentamiento a alta temperatura de resina de árboles de la familia de los pinos.
«Se trata por tanto de un tratamiento voluntario, que se corresponde con el descrito en las fuentes literarias antiguas», señalan los investigadores en un comunicado.


El estudio, que ha sido publicado hoy en la revista Journal of Archaeological Science, sostiene que esta es la primera vez que se ha podido comprobar mediante análisis químicos esta costumbre de los galos de embalsamar las cabezas de sus enemigos durante la edad del Hierro. Aún no está claro, sin embargo, cómo se llevaba a cabo el ritual: si los cráneos se sumergían en la resina o ésta se derramaba sobre ellos, o o si se aplicaba en más de una ocasión.

Réjane Roure (izquierda), coautora del estudio, cree que el propósito de preservar las cabezas podría haber sido asegurarse de que la cara y las características del enemigo permanecieran expuestas, según recoge The Guardian. «Los textos antiguos decían que solo las de los enemigos más poderosos y más importantes eran embalsamadas, tal vez eso era para poder decir 'mira esa cara, era un gran guerrero'», afirma. Los textos también subrayan que los galos nunca devolvieron estos trofeos, lo que indica, según Roure, que «a veces algunas personas intentaron comprar las cabezas».

Rosa Santizo Pareja cuenta en «Los celtas: un mundo por descubrir» que los galos decapitaban a los vencidos para impedir que alcanzaran el descanso eterno, «apoderándose así de la inmortalidad de unos enemigos que al no poseer cabeza andarían errantes y sin rumbo». Los vencedores creían además que así se hacían con la fuerza y las cualidades de sus enemigos y que al conservar sus cabezas se convertían en seres más temibles y respetados.

Al cónsul Lucius Postimius Albinus, muerto en una emboscada en la Galia Cisalpina, le cortaron la cabeza y su cráneo fue revestido de oro y convertido en un cuenco de sacrificio, según relata Tito Livio.

Fuente: abc.es | 7 e noviembre de 2018

Un animal ensartado por una lanza es el primer dibujo figurativo de la humanidad

Una pintura de ganado salvaje, fechada hace unos 40.000 años, en una cueva de Kalimantan Oriental, Borneo, parte de un gran panel que contiene al menos otros dos animales. Fotografía: Pindi Setiawan


En su película La cueva de los sueños olvidados, de 2010, el cineasta alemán Werner Herzog mostraba “uno de los mayores descubrimientos en la historia de la cultura humana”: la gruta francesa de Chauvet, donde, hace unos 35.000 años, sus ocupantes empezaron a pintar rinocerontes lanudos, bisontes, osos y leones en las paredes. Era “el lugar secreto donde el arte comenzó”. O, en palabras del artista francés Ernest Pignon-Ernest, “el Big Bang de los creadores”.

Ubicación del área de estudio. a, Borneo se encuentra al oeste de Sulawesi. La península Sangkulirang – Mangkalihat está adyacente al borde de la Plataforma Sunda, la cual tiene una profundidad de aproximadamente 2.500 m. Por lo tanto, los karst estaban situados en lo que era esencialmente el extremo sureste de Eurasia, incluso durante los períodos del Pleistoceno caracterizado por niveles bajos del mar. b, Ubicaciones de los sitios arqueológicos incluidos en este estudio. Fuente del mapa, Shuttle Radar Topography Mission 1 Arc-Second Global por NASA / NGS / USGS; GEBCO_2014 Grid, versión 20150318 (http://gebco.net). Mapas base generados utilizando ArcGIS por M. Kottermair y A. Jalandoni.

Pero la realidad está más alejada del ombligo de Europa. Un equipo internacional de científicos ha identificado, en un rincón remoto de la isla de Borneo (Indonesia), la pintura figurativa más antigua que se conoce hasta la fecha. El dibujo, con una edad estimada de 40.000 años, muestra un animal indeterminado —posiblemente un banteng, un buey salvaje local— aparentemente ensartado por una lanza. El hallazgo se publica hoy en la revista Nature, el principal escaparate de la ciencia mundial.
Los investigadores, encabezados por el arqueólogo Maxime Aubert (izquierda), ya pelearon por el récord de antigüedad hace un lustro, cuando anunciaron el hallazgo en la vecina isla indonesia de Célebes de otro par de pinturas figurativas de poco más de 35.000 años, que representaban a dos animales similares a un cerdo. Hoy se confirma el fin del monopolio europeo sobre el primer arte refinado. El animal más antiguo datado en la cueva española de Altamira es un caballo de al menos 22.000 años.

El nuevo hallazgo en Borneo se suma al aluvión de recientes descubrimientos de obras prehistóricas. En 2014, un equipo europeo anunció la aparición del primer dibujo de la historia: un sencillo trazo en zigzag presuntamente elaborado hace 400.000 años por un Homo erectus en una concha de molusco de la isla indonesia de Java. Este febrero, científicos españoles aseguraron que un signo lineal, parecido a una escalera, fue pintado por neandertales hace unos 65.000 años en la cueva de La Pasiega (Cantabria). Y, en septiembre, investigadores europeos y africanos mostraron el que sería el primer dibujo abstracto de nuestra especie, Homo sapiens: nueve diminutas líneas rojas pintadas hace 73.000 años en la cueva sudafricana de Blombos.

Arte rupestre fechado en Lubang Jeriji Saléh. Se señaln las muestras LJS1 y LJS1A. a – c, Fotografía (a) y trazado (b, c) que muestran las ubicaciones de los espeleotemas datados (n = 2) y la pintura asociada: una gran representación naturalista de color rojizo-naranja de un animal que se advierte de perfil. Aunque la figura animal se ha deteriorado, se la interpreta como una representación figurativa de lo que posiblemente es un bóvido salvaje (banteng de Borneo). El panel c es una ampliación del área marcada por un cuadro negro en b. d, Perfiles del espeleotema que exhiben las submuestras micro- excavadas y las dataciones de las series U asociadas. Fotografía, L.-H. Fage Rastreo, L. Huntley, basado en datos publicados con anterioridad y en www.kalimanthrope.com.

El animal de 40.000 años de Borneo se encuentra en la cueva de Lubang Jeriji Saléh, un lugar de difícil acceso situado a 200 metros de altura en una montaña en medio de la jungla. La caverna, de 140 metros de longitud, también alberga unos 20 dibujos posteriores de animales y humanos, además de unas 300 impresiones de manos, realizadas pegando las palmas a una pared y soplando pigmento encima. El buey ensartado, de color naranja rojizo y pintado con el dedo o una brocha, sería el primer dibujo figurativo conocido, pero no la primera obra de arte figurativa. "Las pinturas de Borneo tienen una edad similar a unas estatuillas talladas de Alemania datadas en 35.000-40.000 años”, reconoce el propio Maxime Aubert, en referencia a varias figuritas de marfil de mamut, como la llamada Venus de Hohle Fels.

Paneles ocre y morado de plantillas de mano superpuestas sobre viejas plantillas de mano rojizas / naranjas. Los dos estilos están separados en el tiempo por al menos 20.000 años, dicen los científicos. Fotografía: Kinez Riz

El prehistoriador alemán Nicholas Conard (izquierda), de la Universidad de Tubinga, fue uno de los descubridores de esas esculturas. “Estuvimos solos durante mucho tiempo teniendo las mejores pruebas de un arte figurativo temprano: instrumentos musicales, imaginería mítica y ornamentos tridimensionales en la Jura de Suabia, una sierra al suroeste de Alemania. Uno esperaría que aparecieran innovaciones similares en muchos contextos alrededor del mundo, a medida que los humanos modernos se expandieron desplazando a los arcaicos”, afirma Conard.

Hace 40.000 años, durante la última glaciación, Borneo no era una isla, sino la punta oriental del continente euroasiático, según subraya el equipo de Aubert, de la Universidad Griffith, en Southport (Australia). “Parece que el arte cavernario se desarrolló y evolucionó más o menos de la misma manera y al mismo tiempo que en el otro extremo del mundo”, señala el arqueólogo. La duda es si los habitantes de lo que hoy son Indonesia y Europa occidental inventaron el arte simbólico cada uno por su cuenta o si los humanos modernos que colonizaron el planeta desde África ya eran unos artistas solventes.

“Está claro que en torno a los 50.000-60.000 años hay una población que tiene capacidad simbólica clara y entre las manifestaciones de esta capacidad simbólica está el arte rupestre. A una especie la define su biología y su cultura. Al Homo sapiens, culturalmente, lo define el arte”, opina María Martinón Torres (derecha), directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, en Burgos. “Homo sapiens ya es capaz de hacer arte, esté donde esté, esa capacidad artística es parte del pack sapiens y de ahí la simultaneidad de las expresiones artísticas en Europa y el sureste asiático”, sostiene.

El prehistoriador Marcos García Diez (izquierda), de la Universidad Isabel I (Burgos), participó en la investigación de las pinturas presuntamente neandertales en la cueva cántabra de La Pasiega. A su juicio, "el hallazgo de Borneo rompe la visión eurocentrista de que el arte surgió en Europa”. Las obras indonesias confirman que el arte refinado no fue un fenómeno específico de Europa. Y, según subraya García, las pinturas neandertales demuestran que tampoco era una exclusiva de nuestra especie.

¿MAESTRO NEANDERTAL, DISCÍPULO SAPIENS?

Los neandertales se extinguieron hace unos 40.000 años en sus últimos reductos del sur de la península ibérica, pocos milenios después de la llegada de los Homo sapiens a Europa. “Es posible que el origen del arte de los 'sapiens' provenga del conocimiento del arte rupestre previo de los neandertales o de interacciones con ellos”, especula el prehistoriador Marcos García Diez. Hace un par de meses, sin embargo, el arqueólogo Maxime Aubert puso en duda la datación de las pinturas de la cueva cántabra de La Pasiega, los 65.000 años que justifican su atribución a los neandertales. El equipo de García Diez acaba de publicar en la revista Science una defensa de sus resultados.

Fuente: elpais.com | 7 de noviembre de 2018

Una vaca salvaje hallada en Borneo, el dibujo figurativo más antiguo del mundo

"La imagen más antigua que hemos encontrado es un gran dibujo de un animal, de un tipo de vaca salvaje que todavía hoy vive en las selvas de Borneo, y tiene una antigüedad mínima de 40.000 años. Es el primer ejemplo de obra de arte figurativa conocido en el mundo". El profesor Maxime Aubert, de la Universidad de Griffith en Australia, es categórico sobre los resultados de su investigación, que se publican este miércoles en la revista Nature. Este arqueólogo y geoquímico lleva años trabajando junto a sus colegas del Centro Nacional de Investigación de Indonesia para acceder y analizar diferentes representaciones pictóricas en cuevas remotas de Borneo y la vecina isla de Célebes.

La entrada a la cueva de Kalimantan Oriental, Borneo. Fotografía: Pindi Setiawan.

Al hablar de arte figurativo se hace referencia a la representación de objetos mediante imágenes reconocibles, a diferencia de aquellas que plasman símbolos o figuras geométricas. Durante mucho tiempo se había asumido que el origen de ese salto cognitivo y cultural se produjo en las profundidades de las cuevas europeas. Sin embargo el descubrimiento que se publica ahora en Nature implica que en otras regiones del planeta se estaba desarrollando al mismo tiempo la capacidad de reproducir la realidad mediante imágenes. El momento y el lugar exacto donde nació esa facultad y cómo llegó a producirse en extremos opuestos del mundo sigue siendo un misterio.

"Parece que dos de las primeras provincias en crear arte rupestre se desarrollaron en una época similar, durante la Edad de Hielo, pero en dos rincones opuestos de Eurasia: una en Europa y otra en Indonesia", explica el profesor Adam Brumm (izquierda), arqueólogo de la Universidad Griffith y coautor del estudio. Durante la mayor parte de la última glaciación Borneo se encontraba aún unido a la punta más oriental del continente euroasiático, pero a más de 13.000 km de las regiones europeas que produjeron las obras más célebres del arte prehistórico.

Entre esos ejemplos se encuentran las pinturas de la cueva de Chauvet, en Francia, que tendrían entre 35.300 y 38.800 años de antigüedad y que representan rinocerontes lanudos, mamuts y bisontes. También las figuras de marfil halladas en cuevas de la región alemana de Suabia, que se atribuyen a la misma época. En España dataciones recientes sitúan algunas de las figuras representadas en el techo de los polícromos de Altamira (Cantabria), en 35.600 años de antigüedad, mientras que las formas humanas de la cueva Tito Bustillo (Asturias) se estima que tienen más de 30.000 años. Ejemplos no figurativos como el disco rojo de la cueva cántabra del Castillo se remontan a más de 40.000 años.


Figuras humanas de Kalimantan Oriental, Borneo de Indonesia. Este estilo está fechado en al menos 13.600 años atrás, pero posiblemente podría llegar a la altura del último máximo glaciar hace 20.000 años. Fotografía: Pindi Setiawan

En 2018 un artículo que ocupó la portada de Science revelaba que algunas de las pinturas en diferentes cuevas españolas podrían tener hasta 65.000 años lo que, de acuerdo con los autores, implica que tuvieron que ser creados por neandertales. Entre ellas se encuentra una hallada en la misma Cueva de La Pasiega, un conjunto conocido como La trampa. Sin embargo no se ha podido datar con exactitud los dibujos del bisonte y el caballo que se incluyen en el conjunto.

Proceso de datación

Uno de los mayores desafíos en la investigación del arte rupestre es, precisamente, la datación. En este caso los científicos se han basado en los depósitos minerales que cubren los dibujos: el agua que fluye a lo largo de las paredes de las cuevas forma delgadas capas de calcita llamadas coraloides (conocidos también como palomitas de maíz por su forma) que contienen rastros de uranio. El grado de descomposición radiactiva de este elemento es el que proporciona información sobre el tiempo transcurrido desde su utilización y el que permite establecer un marco temporal para esas obras.

Las dataciones también permiten afirmar que se produjo un cambio importante dentro de la cultura local hace unos 20.000 años, dando lugar a un nuevo estilo de arte (que comienza a incluir representaciones de seres humanos), en un momento en el que el clima de la última glaciación estaba en su punto más extremo. "Quiénes eran esos artistas de la Edad de Hielo de Borneo y qué les sucedió es un misterio", señala Pindi Setiawan (derecha), arqueólogo indonesio y miembro del mismo equipo.

Origen en África

Se cree que los primeros habitantes llegaron a Borneo como parte de una oleada migratoria que partió de África hace 60.000 años, probablemente a través del Mar Rojo y la Península Arábiga. "Nuestra investigación sugiere que el arte rupestre se extendió desde Borneo hasta Célebes y otros territorios más allá de Eurasia, tal vez llegando con los primeros pueblos que colonizaron Australia", explica Aubert, quien también señala que el archipiélago es un paso vital entre Asia y el continente australiano.
En 2014 el mismo equipo publicó una primera investigación en la que revelaban muestras similares en la vecina isla de Célebes, correspondientes al mismo periodo. Concretamente en la región de Kalimantan se hallaron representaciones similares, algunas de ellas utilizando manos como plantilla (una técnica conocida como estarcido). De acuerdo con los autores esto sugiere que en el archipiélago ya había una tradición de arte rupestre hace entre 50.000 y 40.000 años.

Fuente: elmundo.es | 7 de noviembre de 2018

En el diario The Guardian, podemos leer la opinión crítica del profesor Paul Pettitt:

Paul Pettitt, profesor de arqueología paleolítica de la Universidad de Durham, señala que "al pie de la letra" los resultados apuntan a un patrón similar para el desarrollo del arte en dos extremos de Eurasia hace más de 40.000 años.

"Lamentablemente, este trabajo dice más sobre la competencia académica y la lucha por las fechas tempranas que sobre el surgimiento del arte", indica.

"Acojo con beneplácito el impresionante descubrimiento y documentación de una importante región de arte primitivo, pero tengo considerables reservas sobre la pertinencia de las muestras fechadas para el arte que se encuentra debajo. No está claro que las edades mínimas más antiguas estén clara e inequívocamente relacionadas con el arte figurativo".

Hallan un "elemento mobiliar" romano único en el yacimiento de Isturgi (Jaén)

La arqueológa Isabel Fernández, y el alcalde de Andújar, Francisco Huertas, muestran la imagen del hallazgo - ABC

Arqueólogos de la Universidad de Granada han encontrado en el yacimiento arqueológico de Los Villares de Andújar (Jaén) han sacado a la luz un "elemento mobiliar" del que no existe hasta el momento "ningún otro paralelo en el mundo romano".
Así lo ha destacado hoy en una rueda de prensa la catedrática, Isabel Fernández, quien dirige el equipo de arqueólogos que ha realizado las excavaciones, durante el pasado verano, en el marco del denominado 'proyecto Isturgi'.

El alcalde de Andújar, Francisco Huertas, presente en la rueda de prensa, ha explicado que el material en que está realizada esta pieza es "hueso trabajado", con unas dimensiones de un metro por unos 50 centímetros, aproximadamente.

Junto a este elemento, Fernández ha señalado también la aparición de otros hallazgos como una estructura de época ibérica y, además, se han documentado dos estructuras de hornos para la producción de vidrio.

"Esto quiere decir que la actividad de Isturgi no sólo se dedicaba a la cerámica sino que también había una industria de vidrio", ha destacado la profesora, que también ha insistido en que "unos resultados tan magníficos refuerzan el papel que tenía Isturgi, como núcleo muy importante a orillas del Guadalquivir".

El Ayuntamiento de Andújar ha organizado hoy unas jornadas informativas para dar a conocer las conclusiones de este trabajo que promueve el propio consistorio y que desarrolla el equipo de arqueólogos de la Universidad de Granada.

En este sentido, Francisco Huertas, ha señalado que "la finalidad de esta sesión informativa es difundir esta investigación con el objetivo de poner en valor el yacimiento y, así, reforzar nuestra identidad cultural". EFE

Fuente:lavanguardia.com | 6 de noviembre de 2018

Descubren en Turquía una letrina romana con imágenes eróticas en el suelo

Uno de los mosaicos hallados que representa a Ganímedes - Antiochia ad Cragum Excavations.

Un equipo de arqueólogos ha encontrado en el yacimiento turco de Antiochia ad Cragum una letrina romana del siglo II con una serie de dibujos eróticos en los mosaicos del suelo.

«Nos quedamos atónitos con lo que estábamos viendo», ha afirmado Michael Hoff (izquierda), especialista de la Universidad de Nebraska-Lincoln al portal Live Science. «Tienes que entender los mitos para comprender del todo las escenas, pero el humor en el baño es universal».
El arqueólogo se refiere a que la mitología romana es la gran protagonista de los dibujos, como pone de manifiesto un Narciso fascinado con su propio falo o un Ganímedes al que un pájaro le está limpiando sus genitales con una esponja.

Narciso y Ganímedes

Los dos mosaicos le dan una vuelta de tuerca a estos mitos que fueron representados frecuentemente en el arte romano y griego. A Narciso se le solía representar enamorándose de su propio reflejo en el agua. Mientras, en el mosaico turco está caracterizado con una larga nariz, algo poco común, ya que sería considerado como poco agraciado según los cánones de belleza de la época. Aparece mirando hacia abajo, probablemente admirando su llamativo pene, en lugar de su cara.


En el mito, Zeus se transforma en un águila para secuestrar a Ganímedes y convertirlo en el copero de los dioses. En el arte se suele representar ese momento con el joven troyano asiendo un palo y rodando como un guiñapo. En la letrina encontrada, Ganímedes sujeta con unas pinzas una esponja, en referencia a las que se usaban en aquella época para limpiarse. Y Zeus no es un águila, sino una garza, con su largo pico agarrando una esponja y frotando el pene del joven.


Este baño público habría tenido una gran afluencia de público, propablemente masculino, dada su situación, al lado de la casa del consejo.

Fuente: abc.es | 5 de noviembre de 2018

Los primeros habitantes de la península escandinava

Familia de lapones. Fuente: Wikipedia.

El día 30 de octubre tuve la fortuna de dar una charla sobre los últimos hallazgos en la sierra de Atapuerca en la sede del Instituto Cervantes de Estocolmo. Esta conferencia forma parte del acuerdo que mantiene la Fundación Atapuerca con esta institución desde hace varios años. Hemos llevado los conocimientos sobre la evolución humana de Europa, y en particular los obtenidos en la sierra de Atapuerca, por muchas de las sedes del Instituto Cervantes. Una oportunidad que agradecemos, porque llevamos una parte de nuestra propia cultura a diferentes partes del mundo.

En la sede del Instituto Cervantes de Estocolmo, junto a Mónica Riaza, responsable de las actividades culturales. Foto: José V. García.

Antes de viajar a Estocolmo me pregunté sobre el primer poblamiento de la península escandinava, puesto que no existe constancia de yacimientos tan antiguos como los que se encuentran en el sur y centro de Europa. Mientras que en las regiones mediterráneas medimos la antigüedad de los yacimientos arqueológicos por centenares de miles de años, en estas latitudes existen algunas evidencias de la colonización de esas tierras por parte de seres humanos en una época muy reciente.
Es evidente que las glaciaciones del Pleistoceno impidieron la colonización de latitudes elevadas.

Pero el clima de las épocas interglaciares, más cálidas, tampoco permitió la ocupación de este continente más allá del paralelo 55º hasta bien avanzado el Pleistoceno. Aunque las zonas de menor altitud de Europa tienen un clima aceptable, es necesario llegar hasta ellas a través de zonas demasiado frías. Misión imposible para nuestros ancestros del Pleistoceno Inferior, que se habían originado en regiones tropicales y subtropicales. Y no olvidemos la luz solar. En el norte de Europa pasan meses en los que apenas ven brillar el sol en el horizonte. Una circunstancia muy desfavorable para la síntesis de vitamina D y el crecimiento normal.

Se conocen algunos yacimientos en la península escandinava con dataciones que no superan los 11.000 años; es decir, fueron los miembros de nuestra propia especie quienes pisaron por primera vez estas regiones a finales del Pleistoceno, quizá poco después del súbito enfriamiento global del planeta (Dryas Reciente) acaecido hace entre 13.000 y 11.500 años por causas todavía no bien conocidas. Los primeros “escandinavos” fueron cazadores de renos, animales bien adaptados a la tundra que sustituyó a los bosques de Escandinavia durante el Dryas. Estos primeros pobladores pertenecían a la denominada cultura Ahrensburg de cazadores y recolectores nómadas del centro y norte de Europa. Su cultura fue lo suficientemente avanzada como para atreverse a vivir en estas gélidas regiones.

El calentamiento del clima global después del Dryas favoreció la presencia continuada de algunos grupos humanos en Escandinavia durante el Mesolítico, que vivieron de la pesca, de la caza y de la recolección de otros alimentos. A esa cultura, llegada hace unos 7.000 años a Escandinavia, pertenece el pueblo lapón o Sami, relacionado con migraciones de pueblos del centro de Eurasia. Su testimonio ha quedado en muchos lugares, como las pinturas rupestres del yacimiento de Glösa, que se datan en unos 6.000 años. La cultura neolítica aun tardaría casi 5.000 años en alcanzar estas latitudes, tras su primera invención en el Creciente Fértil hace unos 8.500 años.

Este baile de cifras, de entre cerca de un millón y medio de años para los yacimientos más antiguos de la península ibérica y los 11.000 años de la península escandinava, nos hace reflexionar sobre nuestra total dependencia del clima y de la cultura. Sin las ventajas de la adaptación “extra-somática” que representa la cultura no habríamos llegado a ser una especie cosmopolita y nos seguiríamos moviendo en regiones de clima tropical y subtropical. Y no podríamos disfrutar de las excelencias que he podido apreciar en mi viaje a Estocolmo.

Fuente: quo.es | 6 de noviembre de 2018