Una nueva especie humana coetánea al ‘Homo sapiens’ vivía en Filipinas


Dentadura de Homo luzonensis, Homo erectus y Homo sapiens / © Callao Cave Archaelogy Projet.


Un equipo multidisciplinar internacional, codirigido por Florent Détroit (izquierda), profesor titular del Museo de Historia Natural de París (Francia), ha analizado varios huesos del pie y de la mano, un fémur parcial y dientes de homínidos antiguos hallados en la cueva del Callao, en Filipinas.

Algunos de estos fósiles proporcionan pruebas suficientes de que una nueva especie de homínidos, a la que han denominado Homo luzonensis, vivió en la isla de Luzón hace 50.000 años, durante la época del Pleistoceno Tardío. El primer fósil fue descubierto durante la excavación de 2007en la campaña organizada por el científico Armand Mijares, de la Universidad de Filipinas. Posteriormente, en 2011 y 2015, se hallaron todos los fósiles que publica hoy la revista Nature.

“Lo que lo convierte en una nueva especie es la combinación de todas las características que hemos descrito de 'Homo luzonensis' juntas. Cada una por separado se puede encontrar en una o varias especies de homínidos. Esto es lo que indica también que tiene más afinidades con especies del género 'Homo', que con otros géneros de hominino como 'Australopithecus' o 'Paranthropus'. Si se toma el paquete completo, ninguna otra especie del género 'Homo' es similar", declara a Sinc el profesor Détroit.


Para el investigador, el elemento más sorprendente e interesante de los que han hallado es la falange del pie CCH4, debido a su forma y morfología muy inusuales para una especie ‘reciente’ del género Homo. "Recuerdo que el día que lo encontramos, durante la excavación de 2011, tuve la discusión con un colega filipino que es bioantropólogo especializado en 'Homo sapiens', porque no podía aceptar que fuera una falange del pie. Es uno de los elementos más interesantes de 'Homo luzonensis' porque muestra características sorprendentemente primitivas, como el 'Australopithecus'”, añade.

Falange proximal del pie de 'Homo luzonensis'. CALLAO CAVE ARCHAEOLOGY PROJECT.

Los dientes también presentan una combinación sorprendente de características morfológicas primitivas y modernas. “Están muy bien documentados en el registro de fósiles de homininos y son bien conocidos por su valor taxonómico y filogenético. Los dientes de los 'luzonensis' son extremadamente importantes”, continúa.

Homo luzonensis se describe a partir de un conjunto de huesos y dientes fósiles que pertenecieron al menos a tres individuos. Dos de estos fósiles tienen entre 50.000 y 67.000 años de antigüedad según el análisis de series de uranio. Son los primeros restos humanos conocidos en Filipinas, que preceden a los primeros de Homo sapiens, de entre 30.000 a 40.000 años, descubiertos en la isla de Palawan, al suroeste del archipiélago.

Respecto a la polémica que siempre envuelve a este tipo de estudios sobre evolución humana y nuevas especies, el experto responde: “Por supuesto, algunos colegas cuestionarán la legitimidad de describir una nueva especie basada en un conjunto bastante pequeño de fósiles, pero la pregunta de qué es una especie es un tema muy debatido que no se resolverá (ni se hará más complicado) con un debate sobre si fue una buena o una mala idea describir al Homo luzonensis”.


Dentadura superior derecha de Homo luzonensis / © Callao Cave Archaelogy Projet.

Détroit estima que si sus colegas científicos pueden demostrar que se equivocan porque los fósiles pudieran entrar en una de las especies de homínidos ya conocidas, “simplemente la agruparemos y olvidaremos, pero mientras tanto, estoy convencido de que es la forma en que tenemos que hacerlo para mejorar nuestro conocimiento y comprensión de la historia evolutiva de los homínidos”.

La apariencia del Homo luzonensis
Una de las preguntas que siempre surge cuando se habla del descubrimiento de una nueva especie es acerca de su apariencia y comportamiento. Sin embargo, debido a los escasos elementos con los que cuentan, los científicos se muestran cautelosos con la estimación, por ejemplo, del tamaño corporal de Homo luzonensis.

“Los argumentos más fuertes indican que era probablemente un homínido de cuerpo pequeño, por el tamaño de la dentadura y del metatarsiano (publicado en 2010, derecha). Los dientes son muy pequeños –más que los de 'Homo floresiensis'– y sabemos que en los primates existe una fuerte correlación entre el tamaño de los dientes y el tamaño corporal, pero, por supuesto, no es una regla estricta y hay varias excepciones”.

Según los investigadores, no se debe tener la imagen de Homo floresiensis como modelo para su apariencia física, ya que también se demostró que la longitud del metatarsiano estaba dentro del rango de los Homo sapiens de cuerpo pequeño o de los grupos étnicos denominados negritos de Filipinas.
También creen que la forma en que caminaban podría ser distinta . En el artículo se mencionan varias características de los huesos del pie que son muy parecidas a Australopithecus y que se interpretan generalmente como evidencias de un comportamiento locomotor mixto, bipedal en el suelo y todavía trepando árboles.

“No sugerimos que 'Homo luzonensis' haya regresado a los árboles por todo lo que sabemos sobre la evolución del pie en el género 'Homo'. En nuestra opinión, los efectos del endemismo insular podrían explicar la reaparición de tales características primitivas. Pero es una pregunta muy interesante para abordar: si eran estrictamente bípedos como todos los miembros de nuestro género o si estas características primitivas influyeron o cambiaron su andar bípedo. Todavía es demasiado pronto para responder”, apunta Détroit.

Por otro lado, tampoco están seguros de si estos individuos vivían en la cueva o no. "Durante la excavación no identificamos los ‘pisos vivientes’ actuales en esta vieja capa que contiene los fósiles de homininos. Algunos 'Homo luzonensis' podrían haber realizado actividades, por ejemplo, de despiece, justo desde o hacia la entrada de la cueva, y los huesos y los dientes podrían haber sido desplazados dentro después. Existen todavía varias hipótesis", dice el científico.

Mezcla de rasgos muy modernos y otros muy arcaicos

Los análisis comparativos realizados en los fósiles, utilizando imágenes en 3D y morfometría geométrica, muestran que Homo luzonensis tiene elementos muy primitivos, parecidos a Australopithecus y otros que son muy modernos, cercanos a nuestra propia especie Homo sapiens.
Los premolares de un mismo individuo tienen entre dos y tres raíces, mientras que en el Homo sapiens suele haber una raíz y a veces dos. Por esta característica, y por la morfología del esmalte, son más parecidos a los del Australopithecus y especies como Homo habilis y Homo erectus. En contraste, los molares son muy pequeños y tienen una morfología muy simple, como los del Homo sapiens. No existe ningún individuo con estas características combinadas en ninguna de las especies conocidas en la actualidad.

Asimismo, los huesos de los pies tienen en la falange proximal una curvatura muy marcada e inserciones muy desarrolladas para los músculos involucrados en la flexión del pie. Estas características tampoco son propias del Homo sapiens pero se parecen mucho a la falange de Australopithecus, conocida solo en África y en períodos mucho más antiguos (hace entre 2 a 3 millones de años).


Los Homo Luzonensis estaban solos

Además de los huesos y los dientes recuperados, en la misma capa se halló un conjunto faunístico dominado por el ciervo pardo filipino, con un número menor de cerdos verrugosos endémicos y pequeños bovinos extintos, similares al búfalo enano de Mindoro (Bubalus mindorensis) actual.
“Por lo que sabemos, Homo luzonensis fue el único hominino presente en Luzón en ese momento. Los primeros 'Homo sapiens' conocidos en Filipinas son los fósiles descubiertos en la cueva de Tabon en la isla de Palawan, concluye el científico.

La relevancia de Luzón en la evolución del género Homo


Luzón es una isla grande a la que nunca se ha podido acceder a través de un puente terrestre en todo el Cuaternario. Su fauna y flora son conocidas por su alta tasa de endemismo. Este hecho explica la disminución de su diversidad genética y es visible en forma de especies que a menudo difieren mucho de sus especies hermanas que han permanecido en el continente.
Las huellas más antiguas que indican la presencia de homínidos en la isla se remontan a hace unos 700.000 años. El Homo luzonensis, cuyos restos fósiles son unos 600.000 años más jóvenes, probablemente son una especie que evolucionó bajo los efectos del endemismo de las islas, en paralelo con la historia evolutiva del Homo floresiensis en la isla de Flores, en Indonesia. “El sudeste asiático, especialmente las islas, son un lugar fantástico para estudiar la evolución humana, la prehistoria, la paleoantropología”, indica Détroit.

Excavaciones en la cueva de Callao, en Filipinas. / AFP


El origen y las modalidades de la llegada de esta nueva especie a la isla de Luzón siguen siendo en gran parte misteriosos por el momento, pero este descubrimiento subraya la diversidad, la riqueza y la complejidad de las migraciones pasadas y de la historia evolutiva de los homininos en la isla del sudeste asiático.

"La hipótesis principal es que pocos individuos cruzaron el mar con éxito y se asentaron en la isla de Luzón. Luego, aislados del resto de la población inicial que permaneció en el continente, probablemente sufrieron los efectos de lo que se llama endemismo insular, que generalmente se expresa en cambios rápidos en la morfología y da nuevas especies que difieren significativamente de los individuos del continente", explica el investigador.

La navegación marítima es también una pregunta candente, pero muy difícil de responder para los científicos. "Hay dos hipótesis principales: puramente por accidente y navegación intencional. Para la segunda, podemos imaginar a los homínidos practicando algo muy diferente de lo que llamamos ahora navegación. El 'Homo erectus', por ejemplo, no era lo suficientemente grande como para cruzar el mar a propósito, pero el hecho es que ahora tenemos más evidencias de que se establecieron con éxito en varias islas en el pasado remoto del sudeste asiático, ¡por lo que probablemente no fue tan accidental!", exclama Détroit.

Fuente: agenciasinc.es | nature.com | 10 de abril de 2019

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Hallados restos de una nueva especie humana en Filipinas

Excavaciones en la cueva de Callao, en Filipinas.

La cueva de Callao, en Filipinas, es una enorme cavidad con siete cámaras, pero lo más interesante está muy cerca de la entrada. Allí se han desenterrado 13 huesos y dientes que, según sus descubridores, pertenecen a un nuevo miembro de nuestro propio género al que han bautizado Homo Luzonensis y que vivió hace al menos 67.000 años en la isla de Luzón.

El hallazgo obliga a cambiar los libros de texto —otra vez—, pues la lista de miembros del género Homo que habitaban la Tierra en este periodo pasa de los cinco conocidos (neandertales, denisovanos, hobbits de la isla de Flores, erectus y sapiens), a seis.
Todos estos homininos son una familia variopinta de primates unidos por lazos de parentesco más recientes que con los otros homínidos vivos, como los chimpancés o los bonobos. Cada uno representó un experimento evolutivo más o menos exitoso. Todos se han extinguido menos uno, el Homo sapiens, quien cada vez que encuentra un nuevo pariente se pregunta por qué ellos desaparecieron y nosotros no.

El humano de Luzón es un enigma. Es imposible saber cómo era su rostro, pues no hay fragmentos de cráneo, ni qué estatura tenía, porque el único hueso disponible que podía tallarle, el fémur de un muslo, está partido. Los restos hallados, el primero una falange hallada en 2007 que data de hace 67.000 años, y el resto hallados entre 2011 y 2015 con una antigüedad de al menos 50.000 años, pertenecieron a dos adultos y un niño. Sus dientes, dos premolares y tres molares, son muy pequeños, parecidos a los de un humano actual o a los del Homo floresiensis, el hominino asiático de un metro de estatura y cerebro de chimpancé que vivió en la isla indonesia de Flores en la misma época. En cambio, los huesos de manos y pies son mucho más primitivos, comparables a los de los australopitecos que vivían en África dos millones de años antes y cuyas extremidades estaban adaptadas para vivir colgados de los árboles.

“Si miras cada uno de estos rasgos por separado los encontrarás en una u otra especie de Homo, pero si coges el paquete completo no hay nada similar, por eso esta es una nueva especie”, explica Florent Détroit, paleoantropólogo del Museo Nacional de Historia Natural de París y coautor del estudio que describe la nueva especie, publicado este miércoles por la revista científica Nature. Ha sido imposible extraer ADN de los restos, lo que aumenta el misterio sobre su origen. “Las condiciones de humedad y elevada temperatura en las islas del sudeste asiático son las peores para la preservación del ADN, pero los métodos de la genética están progresando tan rápido que creo que será posible extraer ese ADN tan degradado en un futuro cercano”, apunta Détroit.

“Este hallazgo va a generar un enorme debate”, opina el paleoantropólogo del CSIC Antonio Rosas (izquierda). “No es fácil evaluarlo porque hay muy pocos fósiles, pero hay base para proponer que sea una nueva especie. Lo que está claro es que ratifica que la diversidad de nuestro género es increíble y está en la antítesis de ese modelo lineal que representa a una especie de primate tras otra hasta culminar en los 'Homo sapiens'”, señala. Para Rosas lo más importante es que esta especie demuestra un camino alternativo de evolución al nuestro caracterizado por el aislamiento.

Luzón ha estado rodeada por mar desde hace dos millones y medio de años. El humano hallado en la cueva de Callao tuvo que cruzarlo, nadie sabe cómo. Es lo mismo que hizo el hombre de Flores para llegar a su propia isla, donde fabricaba herramientas de piedra tan sofisticadas como las de los sapiens. En Cagayan, un valle cercano a la cueva filipina, se han hallado herramientas de piedra que delatan la presencia de homininos hace al menos 700.000 años, por lo que es posible que se tratase de los luzonensis. Es en este punto donde se abren al menos tres diferentes posibilidades sobre su origen.
La más plausible es que esta especie descienda del Homo erectus, el primer hominino que salió de África y pobló Asia hace 1,8 millones de años. Todos los humanos actuales venimos de otra oleada de Homo sapiens muy posterior que salieron de África hace unos 70.000 años.

El luzonensis sería un descendiente de los erectus que llegaron a lo que hoy es China. Al igual que su congénere de Flores habría evolucionado durante decenas de miles de años aislado con las presiones evolutivas que eso supone, lo que posiblemente le transformó en un humano de dimensiones más pequeñas que sus ancestros. Esta posibilidad la apoya el tamaño de los dientes y también el del metatarso de la mano, cuyas dimensiones coinciden con las de los negritos —explica Détroit—, humanos actuales que viven en Filipinas, Malasia y las islas Andamán y que no suelen superar el metro y medio de estatura. Es este un dato inquietante si se suma otra evidencia reciente: los jarawa de Andamán tienen un 1% de ADN de otra especie de Homo sin identificar, fruto de un cruce hace miles de años.

La segunda opción es que el Homo luzonensis provenga de una oleada que salió de África antes que el Homo erectus, posiblemente de australopitecos. No hay fósiles para sostener esta hipótesis, pero puede argumentarse por la morfología frankensteiniana del luzonensis.
Una tercera opción, defendida por Chris Stringer (derecha), investigador del Museo de Historia Natural de Londres, es que los Homo de Luzón y Flores descienden de un antepasado común local que surgió en la isla de Sulawesi, donde se han hallado herramientas de piedra de unos 110.000 años.

El polémico paleoantropólogo estadounidense Erik Trinkaus (izquierda) opina que ninguna de las opciones es plausible y asegura que luzonensis era un individuo enfermo, lo mismo que se dijo en su día del hobbit de Flores. “Es una rareza que debe ser considerada en el contexto del Pleistoceno, en el que eran muy abundantes las malformaciones”, explica. Puede que no sea algo tan descabellado dado el nuevo paradigma desvelado por la genética en el que neandertales, sapiens y denisovanos se cruzaron y tuvieron hijos fértiles.

“El debate está demasiado polarizado, no creo que el Homo floresiensis sea un Homo sapiens patológico, pero sí que tiene patologías, algo que tampoco es de extrañar si estás hablando de una población aislada, con altos niveles de endogamia y que sufre además un proceso de enanismo insular que afecta a procesos de crecimiento general, sobre todo cuando se ha visto que las hibridaciones entre especies producen patologías”, apunta María Martinón (derecha), directora del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana.

El antropólogo Matthew Tocheri (izquierda), investigador de la Universidad de Lakehead (Ontario, Canadá), que no ha participado en el estudio pero lo ha revisado para la revista News & Views de Nature, ha aclarado al diario El Mundo estas preguntas. En su opinión, "'Homo luzonensis' probablemente comparte un ancestro común con 'Homo floresiensis', que también muestra dientes como los de 'Homo' y huesos de manos y pies como los de los 'Australopithecus'".

Según Tocheri el origen de estas especies asiáticas podría estar en el Homo erectus. "Claramente, las poblaciones tempranas de 'Homo' (posiblemente 'Homo erectus' o quizás algo similar al 'Homo habilis') llegaron a la Línea de Wallace [límite entre Asia y Oceanía] mucho antes de que los humanos modernos ('Homo sapiens') hubieran evolucionado. Estas primeras poblaciones de 'Homo' probablemente evolucionaron a 'Homo luzonensis' en la isla filipina de Luzón y a 'Homo floresiensis' en la isla indonesia de Flores", aduce.
“Este hallazgo es una llamada de atención a la evolución humana en esta región, que apenas se conoce”, valora José María Bermúdez de Castro (derecha), coordinador del programa de paleobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). También ayuda poner en perspectiva la evolución de nuestro linaje en comparación con otras especies animales. “Somos muy antropocentristas.

Tradicionalmente pensábamos que éramos superiores a cualquier otra especie. Por supuesto, esto no es cierto. Somos iguales que las otras especies y estamos sujetos a las mismas leyes evolutivas. Si quedamos aislados en una isla, sufrimos los mismos cambios evolutivos que otras especies. También evolucionamos hasta formas extravagantes o diferentes de lo que consideramos la normalidad”, remarca Bermúdez de Castro.

Los hobbits de Flores desaparecieron hace 50.000 años, justo cuando el Homo sapiens llegó a Asia. La mayoría de los restos óseos de luzonensis tienen justo esa antigüedad mínima, lo que abre un último misterio sobre si los Homo sapiens tuvieron algo que ver en la desaparición de estos dos parientes lejanos que ya no están aquí para explicar su historia.

Fuente: elpais.com | elmundo.es | lavanguardia.com | 10 de abril de 2019

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Los dientes del 'Homo luzonensis' se parecen a los de nuestra propia especie, pero los huesos de sus pies y manos recuerdan a los de los primitivos australopitecos (Callao Cave Archaeology Project)

Un nuevo humano en la familia

Por María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).

Según el WorldFact Book de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos), en el mundo nacen unas 370.000 personas al día. A pesar del número elevado y las muy diversas circunstancias en las que esto ocurre, es difícil imaginar que alguna de ellas haya sido recibida con indiferencia. La llegada de un nuevo miembro a una familia es siempre un catalizador de emociones y así, entre turbados y conmovidos, recibimos el nacimiento de una nueva especie humana, Homo luzonensis, nombrada a partir de los restos fósiles, principalmente dientes y falanges, encontrados en la remota cueva de Callao, en la isla filipina de Luzón.

Esta población habría vivido en la isla hace solo unos 67.000 años, “anteayer” en términos geológicos, y a pesar de ello presenta un número importante de rasgos primitivos, particularmente en manos y pies, que suelen ser típicos de los homininos que todavía se desplazaban por los árboles hace entre 2 y 3 millones de años. Sus dientes tienen un aspecto más avanzado; en algunas características podrían incluso parecerse a los nuestros, pero salpicados entre estos rasgos más modernos, asoman algunas características que se estilaban hace cientos de miles de años. Sorprende el tamaño de estos dientes, muy pequeños, tan pequeños o más que los de Homo floresiensis, la especie diminuta que habitó la isla de Flores..., aproximadamente al mismo tiempo, y a la que el mundo apodó como “el Hobbit”.


El cráneo "hobbit" del Homo floresiensis (izquierda) comparado con un cráneo humano moderno. Fotografía: Yousuke Kaifu.

Las islas son como cápsulas del tiempo donde pueden encontrarse reliquias, formas ancestrales que perviven aisladas del resto del mundo y sobre las que la naturaleza, como en un laboratorio frankesteiniano, obra experimentos que alteran su aspecto original. Además del efecto que puedan tener en estas poblaciones aisladas los altos niveles de endogamia, tenemos que tener en cuenta los procesos de enanismo insular, un mecanismo de adaptación por el que muchos animales, ante los recursos limitados de las islas, reducen su tamaño. Cabe esperar que la confluencia de ambos procesos hubiera tenido un efecto importante en el desarrollo de estas poblaciones. Así, es posible que en Homo luzonensis estemos observando, como en un espejo de feria, el retrato deformado de uno de nuestros ancestros más remotos.


Tomografía computarizada de la estructura del maxilar derecho de 'Homo luzonensis'. Proyecto de investigación de la cueva del Callao.

Con frecuencia hablamos con fascinación y algo de pena de esa oportunidad que perdimos, por poco, de conocer a nuestros hermanos los neandertales, a los que sabemos que nos parecíamos tanto. Produce ahora fascinación y no sé si miedo pensar que, por poco, podríamos haber conocido también a otro pariente en el que quizá nos apetezca menos vernos retratados, a medias entre lo que reconocemos como humano y lo que nos resulta simiesco.

Con el descubrimiento de Homo floresiensis, los denisovanos y, ahora, Homo luzonensis, asistimos perplejos a la soledad de nuestra especie frente a la eclosión de especies humanas que existieron justo antes de que nos hiciésemos globales. Hoy somos muchos, pero más de lo mismo, frente a un tiempo en el que los humanos eran menos, pero más diversos. Ahora es inconcebible que pueda existir una población completamente aislada del resto del mundo, pero tampoco hace falta vivir en una isla para sentirse desconectado. “Ahora somos más, pero no mejores”, escribió Miguel Delibes en Un mundo que agoniza. “Estamos más juntos (…), pero no más próximos”.

Fuente: el pais.com| lavanguardia.com | 10 de abril de 2019

Hallan el primer arte figurativo prehistórico de los Balcanes en una cueva de Croacia

Figura en la que se representa un íbice. Crédito: Aitor Ruiz-Redondo.

Un equipo internacional, liderado por un arqueólogo de la Universidad de Southampton y la Universidad de Burdeos, ha revelado el primer ejemplo de arte rupestre figurativo paleolítico encontrado en la península balcánica.

El Dr. Aitor Ruiz-Redondo (izquierda) trabajó con investigadores de las Universidades de Cantabria (España), Terranova (Canadá), Zagreb (Croacia) y el Museo Arqueológico de Istria (Croacia) para estudiar las pinturas descubiertas, las cuales podrían tener una antigüedad de hasta 34.000 años.

La cueva con arte rupestre se descubrió por primera vez en 2010 en Romualdova Pećina (la cueva de San Romualdo), en Istria, Croacia, cuando Darko Komšo, director del Museo Arqueológico de Istria, observó la existencia de restos de color rojo en una parte profunda de la cueva.

Tras su descubrimiento, el equipo dirigido por el Dr. Ruiz-Redondo, financiado por el Estado francés y el Museo Arqueológico de Istria, con el apoyo de Natura Histrica, realizó un análisis detallado de las pinturas y su contexto arqueológico.

Esto llevó a la identificación de varias pinturas figurativas, entre las que se incluyen un bisonte, un íbice y dos posibles figuras antropomorfas, lo que confirma la antigüedad paleolítica de las obras de arte. Además, una excavación realizada en el suelo, debajo de estas pinturas, permitió recuperar restos paleolíticos como una herramienta de pedernal, un crayón de ocre y varios fragmentos de carbón.

Figura en la que se representa un bisonte. Crédito: Aitor Ruiz-Redondo.

La datación mediante radiocarbono de estos objetos mostró una antigüedad estimada de alrededor de 17.000 años, mientras que otros datos indirectos sugieren que las pinturas datan de un período anterior entre 34.000 y 31.000 años atrás. En este sentido, se realizarán más investigaciones para tratar de establecer la antigüedad precisa de este arte rupestre. Los hallazgos se han publicado en la revista Antiquity.

Este descubrimiento amplía el escaso arte paleolítico registrado en el sureste de Europa. Tal circunstancia convierte la cueva de Romualdova Pećina en el primer enclave con arte rupestre paleolítico figurativo en esta área del continente europeo. Junto con la cueva de Badanj, en Bosnia y Herzegovina, constituyen los dos únicos ejemplos de arte rupestre paleolítico en los Balcanes.

Figuras antropomorfas. Crédito: Aitor Ruiz-Redondo.

El Dr. Aitor Ruiz-Redondo, miembro de la Academia Británica, fundada por Newton en la Universidad de Southampton, e investigador postdoctoral en la Universidad de Burdeos, dijo: "La importancia de este hallazgo es notable y arroja una nueva luz sobre la comprensión del arte paleolítico en el territorio de Croacia y la península balcánica, así como su relación con fenómenos simultáneos en toda Europa".

Un nuevo proyecto iniciado por el Dr. Ruiz-Redondo y su equipo, y financiado por la Academia Británica, desarrollará investigaciones adicionales en los dos enclaves citados durante los próximos años.

El Dr. Aitor Ruiz-Redondo y el Dr. Diego Garate excavando en la cueva de Romualdova Pećina. Crédito: Aitor Ruiz-Redondo.


Fuente: Universidad de Southampton | 10 de abril de 2019

El Museo Arqueológico Nacional acoge la muestra ‘Lapis specularis. La luz bajo tierra. Miguel Ángel Blanco’

La muestra podrá visitarse hasta el 23 de junio. Posteriormente viajará al Museo Nacional de Arte Romano de Mérida e Italia

10-abril -2019.- El Museo Arqueológico Nacional  acoge desde hoy la exposición ‘Lapis specularis. La luz bajo tierra. Miguel Ángel Blanco’, que se podrá visitar hasta el próximo 23 de junio en el Museo Arqueológico Nacional. A continuación, viajará al Museo Nacional de Arte Romano de  Mérida  y  posteriormente,  itinerará por Italia gracias a la colaboración del  Instituto Cervantes.

‘Lapis specularis. La luz bajo tierra. Miguel Ángel Blanco” 

Miguel Ángel Blanco explora las cualidades plásticas y poéticas de este sorprendente mineral, que nunca había sido tratada como material creativo, actualizando la Historia Antigua.

El artista fusiona desde hace décadas Arte y Naturaleza en un singular proyecto: la Biblioteca del Bosque, que  está integrada en la actualidad por 1.191 libros-caja y contiene todos los reinos naturales e innumerables experiencias.

Tras conocer el lapis specularis ha dedicado un conjunto de libros-caja a esta piedra fascinante con la que ha abierto ventanas al pasado histórico y geológico.

En este conjunto de libros-caja que forman parte de su Biblioteca del Bosque, ha recreado no tanto sus funciones prácticas como sus usos rituales, con un enfoque más visionario que arqueológico.

En la sala del Foro Romano del Museo Arqueológico Nacional, ha situado un bloque de lapis que toma cuerpo entre los dioses y emperadores y reclama su lugar en la historia, y un tondo que deja penetrar en la sala la luz sobrenatural que procede del subsuelo; y sobre el suelo, como hacían los romanos en los grandes eventos, ha esparcido cristales pulverizados que la transforman en un escenario fastuoso y sobrehumano.

Miguel Ángel Blanco explora los componentes místicos del 'lapis specularis' en una exposición en el Museo Arqueológico Nacional

'Lapis specularis' de la mina romana del Espejuelo, en Arboleas (Almería), expuesto en el Museo Arqueológico Nacional junto a la estatua de Tiberio (años 14-19). KIKE PARA.

Es muy poco habitual que sea un material el que protagonice una exposición: este papel suele estar reservado para artistas, personajes o acontecimientos históricos, culturas, costumbres, libros, edificios o incluso conceptos… pero no para un mineral, como ocurre en Lapis specularis. La luz bajo la tierra. La muestra que se inauguró ayer miércoles en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) entremezcla el espejuelo, este yeso cristalizado, con las colecciones romanas del centro.
Miguel Ángel Blanco (MAB) —el artista que ya expuso un gorrión junto a Las meninas en el Prado o un ejemplar de azurita junto a El paso de la laguna Estigia, de Patinir y llevó al lejano Oeste al Thyssen de Madrid— sitúa ahora un tondo de lapis specularis entre las esculturas de Livia, la más imponente dama del Arqueológico, con permiso de la de Elche, y la de su hijo Tiberio (ambas de entre los años 14 y 19). Como un óculo que refleja y expande la claridad y “nos envía la luz subterránea de su imperio”, explica el artista.


En ese espacio que es el patio romano, evocador de un foro de cualquier ciudad del imperio, entre esculturas de emperadores y sus familiares el mineral recuerda dos facetas de Roma: por un lado, su riqueza, su economía; ciudades como Segóbriga (Cuenca) surgieron en torno a las minas de este material que por su característica traslucidez sirvió para cerramientos y ventanas, para controlar la temperatura en los interiores de viviendas. Proporcionó luz a los edificios del imperio. Ya Plinio el Viejo (siglo I) da buena cuenta de la riqueza y de las características de las grutas y de este material en su Historia natural. De las minas de esta zona sur de la Península, partía el material hacia el puerto de Cartagonova (actual Cartagena, Murcia) y de ahí a todas las provincias del imperio. Se ha encontrado lapis specularis hispano en yacimientos del otro extremo del Mediterráneo. El que ha usado MAB procede de la mina de Arboleas en Almería.

Miguel Ángel Blanco muestra sus libros-caja expuestos en la exposición 'Lapis specularis. La luz bajo tierra' del Museo Arqueológico Nacional. Miguel Ángel Blanco muestra sus libros-caja expuestos en la exposición 'Lapis specularis. La luz bajo tierra' del Museo Arqueológico Nacional. KIKE PARA

Por otro lado, está la parte mística, natural y mágica, inherente a la obra de Blanco y al lapis specularis, de este yeso selenita, cuyo nombre irremediablemente lo vincula a la Luna (Selene es el nombre griego que recibía la diosa lunar). Y como una deidad más, MAB instala un bloque de lapis entre el mármol de Livia caracterizada como diosa Fortuna y el bronce de Mineva, como uno más en el ara de los dioses, que se mimetiza, incluso “parece el resto de una escultura”, hace notar el artista, que explica que ha espolvoreado fragmentos de espejuelo entre los emperadores al igual que hacían durante en el imperio, por ejemplo en el circo, en los grandes actos para darles esplendor y luminosidad.

La ocasión lo merece: es la primera vez que en el MAN las piezas de una muestra temporal interactúan con las de la exposición permanente. Carmen Marcos, subdirectora del museo, señala que no se ha movido ninguna pieza. Parece que el lapis specularis siempre estuvo allí con lo positivo y negativo que puede tener esto para los visitantes despistados.


No podían faltar los libros-caja, el gran proyecto artístico-vital de MAB, de los 1.191 que hasta ahora componen su Biblioteca del bosque (arriba), 23 están dedicados al lapis y todos ellos se exhiben en la muestra. Aunque para el artista su trabajo con este mineral ha finalizado, cuando el 23 de junio la muestra acabe en el Arqueológico, se expondrá en el Museo Nacional de Arte Romano, en Mérida y después en los Institutos Cervantes de Palermo, Nápoles y culminará en Roma en el templete de San Pietro in Montorio, donde MAB tiene previsto como colofón del proyecto que un foco de luz desde el suelo atraviese restos de lapis specularis. Y aunque este es el culmen perfecto, reconoce que hay sinergias que ha encontrado en el MAN que también son únicas. Como la de exponer en un museo que muestra la estela funeraria de un niño minero de cuatro años, Quartulus, del siglo I, representado con su pico y su cesta para recoger el material. El tamaño de los niños les permitía meterse en los recovecos más difíciles de las grutas. U otra coincidencia en la que entran en juego los astros, estos los pone Urania, musa de la astronomía, cuya escultura del siglo I, encontrada en Churriana (Málaga), contempla desde una sala contigua el libro-caja 1174 que contiene espejuelo (se decía que convertía en fructíferos árboles estériles) y cortezas de un árbol tronchado por el viento en el jardín histórico de la Hacienda de San Javier de la misma localidad malagueña.

Fuente: elpais.com | 11 de abril de 2019

Neandertales y mamuts compartieron adaptaciones genéticas al frío

Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv sugiere que los perfiles genéticos de dos mamíferos extintos con ascendencia africana, los mamuts lanudos y los neandertales, tenían características moleculares compartidas de adaptación a ambientes gélidos.

La investigación atribuye dicha relación entre el hombre y el mamut -durante la época del Pleistoceno- a su ecología mutua y entornos de vida compartidos, además de otras posibles interacciones entre las dos especies. El estudio fue dirigido por los profesores Ran Barkai (izquierda) y Meidad Kislev, del Departamento de Arqueología y Culturas del Antiguo Oriente Próximo de la Universidad de Tel Aviv, y ha sido publicado en Human Biology.

"Los neandertales y los mamuts vivieron juntos en Europa durante la Edad del Hielo. La evidencia sugiere que los neandertales cazaron y comieron mamuts durante decenas de miles de años al depender físicamente de las calorías extraídas de los mismos para el éxito de su adaptación al medio", dice el profesor Barkai. "Los neandertales dependían de los mamuts para su propia existencia".

“Se suele decir que eres lo que comes, y eso fue especialmente cierto en los neandertales, ya que comieron mamuts, pero aparentemente también eran genéticamente similares a éstos".
Para evaluar el grado de semejanza entre los componentes genéticos del mamut y el neandertal, los arqueólogos revisaron tres estudios sobre variantes genéticas relevantes y alelos -formas alternativas de un gen que surgen por mutación y se hallan en el mismo lugar de un cromosoma- asociados a la adaptación al clima frío en los genomas de los mamuts lanudos y neandertales.

El primer estudio describe la aparición mutua del gen LEPR, relacionado con la termogénesis y la regulación del tejido adiposo o almacenamiento de grasa en el cuerpo. El segundo estudio analiza los genes relacionados con la actividad de la proteína queratina en ambas especies. Y el tercer estudio se centra en las variantes de pigmentación de la piel y el cabello relacionados con los genes MC1R y SLC7A11.

"Nuestras observaciones presentan la probabilidad de semejanza entre numerosas variantes moleculares que dieron como resultado rasgos epigenéticos de adaptación al frío similares en las dos especies, las cuales evolucionaron en Eurasia a partir de un ancestro africano", explica Kislev. "Estos hallazgos notables ofrecen evidencias de apoyo a la discusión sobre la naturaleza de la evolución convergente a través del parecido molecular, en el que existen similitudes en las variantes genéticas entre especies adaptadas".

"Creemos que este tipo de conexiones pueden ser valiosas para futuras investigaciones evolutivas. Son especialmente interesantes cuando involucran a otros mamíferos de cerebro grande, con largos períodos de vida, comportamientos sociales complejos y existan interacciones en hábitats compartidos con los humanos primitivos".

Según el estudio, es probable que ambas especies provengan de ancestros que vinieron a Europa desde África y se adaptaran a las condiciones de vida de la Europa de la Edad del Hielo. Ambas especies también se extinguieron, más o menos, al mismo tiempo.

"Ahora es posible tratar de responder a una pregunta que nadie ha hecho antes: ¿Hay similitudes genéticas entre los caminos de adaptación evolutiva entre los neandertales y los mamuts?”, plantea el profesor Barkai. "La respuesta parece ser que sí. Esta idea por sí sola abre un sinfín de nuevas investigaciones en evolución, arqueología y otras disciplinas".
"En un momento en que los proboscídeos están bajo amenaza de desaparición en el mundo debido a la deleznable codicia humana por el marfil, destacar nuestra historia compartida y las similitudes con los elefantes y mamuts podría ser un punto de partida que vale la pena tomar en consideración".

Fuente: Universidad de Tel Aviv | 8 de abril de 2019

El Museo Arqueológico Nacional y ACCIONA marcan un hito en la preservación del Patrimonio Histórico con la impresión 3D del Arco de San Pedro de las Dueñas

El Museo Arqueológico Nacional (MAN) y ACCIONA han presentado en Madrid la primera pieza arquitectónica de patrimonio cultural reproducida a escala real mediante impresión 3D en hormigón. Se trata de una réplica del Arco San Pedro de las Dueñas (León), cuyo original forma parte de la colección del Museo. Desde hoy esta réplica se ubica en el jardín del Museo Arqueológico Nacional.
Este hito tecnológico es fruto del convenio de colaboración suscrito entre el Museo Arqueológico Nacional y ACCIONA con el objetivo de integrar técnicas de vanguardia que contribuyan a divulgar y preservar el patrimonio histórico de España.

En el acto de presentación, Andrés Carretero, director del Museo Arqueológico Nacional, ha destacado que "este hito convierte al Museo en uno de los más avanzados del mundo en la aplicación de nuevas tecnologías a la difusión y preservación del patrimonio cultural”.
Por su parte, Juan Ignacio Entrecanales, Vicepresidente Ejecutivo de ACCIONA, empresa que ha llevado a cabo la impresión del Arco, ha resaltado la necesaria vinculación entre el sector privado y las instituciones públicas para impulsar la innovación. Así, ha destacado “la relevancia de este proyecto conjunto de ACCIONA y el Museo Arqueológico Nacional, que ha puesto de relieve el inmenso potencial que las nuevas tecnologías, como la impresión 3D, tienen para la preservación, difusión, restauración y accesibilidad del patrimonio cultural”.


El arco original, expuesto en el Museo Arqueológico Nacional. Foto: Acciona.

El acuerdo de colaboración entre el MAN y ACCIONA se inscribe en la estrategia del Museo para integrar la tecnología al servicio de la divulgación histórica en sus instalaciones y contribuir a los avances tecnológicos en las técnicas de conservación y preservación del patrimonio histórico.
ACCIONA, por su parte, consolida su posición como referente internacional en museografía con el desarrollo y adquisición de know-how para introducir las tecnologías más innovadoras en espacios expositivos y museísticos.

El Arco de las Dueñas, -un arco románico de 2,2 metros de alto y una anchura de 3,3 metros, que data del siglo XII- es de uno de los elementos más emblemáticos de la colección románica del Museo Arqueológico Nacional, que aúna tanto arquitectura como escultura.


La reproducción de la obra ha sido realizada mediante una novedosa técnica de impresión 3D en hormigón con tecnología D-Shape. La durabilidad del material hace que, por primera vez, se consiga una reproducción arquitectónica apta para ser ubicada en el exterior, sometida a diversas condiciones climatológicas.
El proyecto también incluye el escaneado 3D de un total de 30 obras de la colección medieval. El elenco seleccionado pretende mostrar algunas de las piezas medievales más relevantes de las colecciones del MAN, en un amplio recorrido cronológico que va del siglo IV al XV: obras de los periodos tardorromano y visigodo (ss. IV-VII), de las colecciones andalusíes y mudéjares (siglos VIII-XV), y otras encuadradas en el mundo cristiano medieval (siglos IX-XV).


La presentación de estos modelos fidedignos en una pantalla táctil en la sala medieval permitirá a los visitantes acercarse de una forma interactiva a las piezas y manipularlas virtualmente para apreciar su valor artístico. Además, los modelos digitales de las piezas podrán ser de gran ayuda de cara a futuras restauraciones, pues esta tecnología permite obtener réplicas fidedignas totales o parciales de las piezas mediante impresión 3D.

La impresión 3D o fabricación aditiva permite crear un objeto tridimensional mediante la superposición de capas sucesivas de material. Esta técnica hace posible producir piezas de elevada complejidad a partir de modelos 3D digitales.


Aplicada a la construcción, la impresión 3D permite digitalizar los procesos constructivos, consiguiendo fabricar piezas con una geometría y diseño complejo sin necesidad utilizar de moldes, y automatizar e incrementar la productividad en entornos constructivos.


En el campo de la preservación del Patrimonio Histórico y Cultural, la combinación de digitalización de las piezas e impresión en 3D a partir del modelo escaneado en alta definición abre una vía tanto para para documentar científicamente bienes del patrimonio histórico, utilizando esos modelos en la labores de preservación, como para en el futuro realizar réplicas de las mismas a partir de sus gemelos digitales
.

La impresión 3D se ha convertido por tanto en un aliado del patrimonio histórico. La posibilidad de conseguir réplicas exactas permite acercar al público las piezas en reproducciones idénticas y evitar el deterioro de las originales. Igualmente, la tecnología permite reproducir en su ubicación original las piezas, asegurando la preservación de las originales en instalaciones adecuadas.

* Más información, en el siguiente enlace:
http://videolibrary.acciona.com/visor.aspx?idShare=NBPX2MBHALN7PKKY...

Fuente: imprimalia3D.com | 8 de abril de 2019

El Museo Arqueológico Regional de Madrid realiza una exposición sobre la cultura del vaso campaniforme

El vaso campaniforme en la península ibérica, dentro de la Europa de los Metales (años 2.500-2000 antes de Cristo) y vinculado al poder social, analiza desde mañana en el Museo Arqueológico Regional de Madrid una exposición coordinada por Germán Delibes y Elisa Guerra (Universidad de Valladolid).

Más de cuatrocientos objetos integran "¡Un brindis por el príncipe!", lema de la exposición que permanecerá entre el 9 de abril y el 29 de septiembre en ese museo de la Comunidad de Madrid, situado en Alcalá de Henares, han informado fuentes de la organización.

Recreación del proceso metalúrgico.

Entre las piezas figuran algunos de los restos de vasos campaniformes (llamados así por su forma de campana invertida y considerados como objetos de ostentación social) encontrados en la península ibérica, casos del yacimiento de Palmela (Portugal) y de los españoles Cuesta de la Reina, en Ciempozuelos (Madrid), y del Acebuchal, en Sevilla, todos ellos documentados en el siglo XIX.
Además de España, este tipo de vaso adquirió un amplio recorrido en apenas un corto espacio temporal, desde el sur de Escandinavia y las Islas Británicas, por el norte, hasta el norte de África, por el sur, así como desde el Atlántico hasta Polonia incluidos los Cárpatos y el Mediterráneo central.

"Muestra todo un continente en ebullición con ricos contactos comerciales y sociales, caracterizado por la implantación de una cultura común entre las elites de esos lugares", explica Elisa Guerra (izquierda) a través de una nota informativa difundida por la Universidad de Valladolid (UVa).

La denominación, origen, cronología, evolución y hallazgos más destacados explica este recorrido expositivo que también incluye adornos en forma de apliques de oro, joyas y armamento en cobre como puntas de jabalina, puñales, alabardas, brazaletes y puntas de flechas.

Ajuar de la Cultura campaniforme.

Cuatro vídeos refuerzan el contenido expositivo con recreaciones sobre los procesos de la elaboración cerámica, así como el tratamiento de la metalurgia del oro y la fabricación del arco, según las mismas fuentes.

Un grupo de investigación de la UVa, liderado por Germán Delibes, desarrolla en el entorno de las lagunas de Villafáfila (Zamora) el proyecto denominado Arqueología de la Sal, lugar donde han sido encontrados vasos de distintas extracciones lo que da pie a vincular la producción y circulación de la sal entre las élites sociales, debido al valor de la sal durante la prehistoria. EFE

Recreación de la explotación de la sal.

Fuentes: lavanguardia.com | madrid.org | 8 de abril de 2019