El origen del arte rupestre del paleolítico superior europeo: una revolución cosmológica

Ilustración 1: calco del panel del Santuario de la gruta Les Trois Frères, Ariège,
Francia, según Henri Breuil.

Por: Jorge Fava


“Pero una cosa esta clara: si pensamos que un enigma
no tiene una respuesta, nunca la encontraremos”.
Marvin Harris
“Vacas, cerdos, guerras y brujas”.


1.- Introducción

Hace aproximadamente 35.000 años atrás,[1] el hombre prehistórico europeo comenzó a grabar y pintar en las paredes de las cavernas, aleros y afloramientos rocosos una serie de figuras de animales y otras abstractas que se fueron acumulando a través del tiempo en una sinfonía de formas y colores cuya melodía aún no logramos descifrar totalmente. Los especialistas por décadas buscaron comprender el momento en que esta aventura humana comenzó y cuáles fueron las motivaciones que la impulsaron. Las hipótesis desarrolladas fueron varias: la del “arte por el arte” (teoría innatista), la totemista, la de la magia simpatética, la Estructuralista, la chamanista (de los estados alterados de conciencia) y otras menos difundidas. Y aunque el esfuerzo intelectual fue grande, los resultados no parecieron estar a la altura de las expectativas de los prehistoriadotes e historiadores del arte.

Para quien se adentre en la lectura especializada, notará rápidamente la existencia de extensos pantanos interpretativos que, por los peligros académicos que representan, fueron sistemáticamente eludidos por la mayoría de los arqueólogos que prudentemente prefirieron seguir acumulando información y aguardar tiempos mejores para asumir los riesgos que implica la elaboración de nuevas hipótesis que podrían terminar en rotundos fracasos e inevitables desprestigios.
   
Por nuestro lado, sin compromisos académicos que cuidar, nos atreveremos en este breve artículo a intentar cruzar los temidos pantanos pleistocénicos, aunque terminemos hundidos hasta el cuello en ellos. Y lo haremos sin prejuicios respecto de los resultados que logremos obtener en este primer intento –aunque pondremos todo nuestro esfuerzo en ello-, porque, como muy bien lo dijera el antropólogo mexicano Ángel Palerm, las teorías “están destinadas a ser revisadas, negadas y sustituidas”.

Retomamos aquí una vieja teoría -inexplicablemente olvidada en nuestra opinión- que desarrollaremos y ampliaremos con algunos abordajes novedosos propios, como así también nos valdremos de los aportes de otras teorías que consideremos pertinentes. Proponemos en ella que el fermento de la idea de la realización de pinturas en las paredes de las cavernas europeas por el hombre y/o mujer prehistóricos durante el período auriñaciense, hace más de 30.000 años atrás, tuvo su origen muy probablemente en la etapa final del paleolítico medio a partir de la observación de sus propias sombras u otras reflejadas en las paredes de las cavernas alumbradas por el fuego de las fogatas en las noches en que la gente se reunía entorno de ellas o durante la exploración de las cámaras de las mismas.[2] Posteriormente, incluso, y esto ya había sido sugerido en una antigua hipótesis muy difundida pero nunca profundizada -al menos hasta donde sabemos-, pudieron ser instrumentalizadas para ilustrar un relato de fogón (una partida de caza y sus acontecimientos, por ejemplo), como en un “teatro de sombras”, con el objeto de suplir las limitadas posibilidades narrativas del lenguaje de aquella lejana época. Práctica que, según nuestro enfoque ampliado de esta vieja hipótesis, en el paleolítico superior, inmersos en una gran agitación mística, evolucionó como medio eficaz para abordar el mundo intangible de los espíritus, los sueños y las visiones, transformándose más tarde en imágenes grabadas y/o pintadas. Este sería entonces el disparador, la “Explosión creativa” como la llamaron algunos estudiosos, de la idea de plasmar figuras bidimensionales en las paredes, el “Momento eureka” (según la expresión de Arquímedes) del hombre y/o la mujer prehistóricos que acompañó a una revolución cosmológica en curso. Aclaramos que utilizamos estas expresiones para referirnos a un lapso de tiempo que sólo puede ser considerado “relativamente breve” en la extraordinariamente extensa dimensión temporal prehistórica. ¿Pero cómo aconteció todo aquello?

Antes de comenzar, debemos hacer aquí un reconocimiento especial al excelente libro del arqueólogo sudafricano David Lewis-Williams “La Mente en la Caverna”,[3] cuya lectura nos resultó inspiradora y al que habremos de recurrir en reiteradas ocasiones a lo largo del presente trabajo.

2.- Sombras, espíritus y sueños

La “Explosión creativa” de la mente prehistórica que dio lugar al arte parietal no fue, como lo sugiere equivocadamente esta expresión, un instante de iluminación aleatoria, sino que la imaginamos como el resultado de un largo proceso de indagación especulativa. Sentados en derredor del fuego mirarían fascinados las sombras proyectadas sobre el piso, las paredes y el techo de la caverna (lugares que fueron posteriormente usados como lienzos para las pinturas como puede observarse hoy en las más famosas cavernas pintadas), allí las sombras parecerían moverse y flotar (efectos ambos presentes en las pictografías, según lo reconocen los investigadores) libres de entorno natural (otra característica propia del arte parietal pleistocénico, debido tal vez a que, en la visión de los autores, éstas se hallan en otro nivel de la realidad), creando “un túnel de imágenes flotantes y envolventes”, tal como describe el arqueólogo David Lewis-Williams el efecto que le produjeron las pinturas en paredes y techos en la Galería Axial de Lascaux y en el Santuario de Les Trois Frères (véase ilustración 1).[4] Efecto, agregamos nosotros, propio de una danza de luces y sombras en un recinto cerrado, animadas por la iluminación parpadeante de antorchas, en la cual éstas se rozan, se distancian y se superponen unas sobre otras (es común observar la yuxtaposición y sobreimpresión de pinturas). Como primera inferencia, podríamos decir que estas experiencias visuales explicarían porqué se buscaban los lugares ubicados a partir del umbral de oscuridad de las cuevas, ya sea que se tratara de las ocupadas de forma permanente o de las utilizas sólo como lugares de culto, en tanto que las que se confeccionaron en las entradas iluminadas o en los aleros rocosos, con toda seguridad se realizaron de noche.

En su etapa formativa, la pintura de animales debió hacerse a través de la utilización de un modelo a escala o interfaz[5] que mediante antorchas o lámparas de sebo se proyectaba su sombra, en las dimensiones que el artista estimara ideales (la pintura no necesitaba reproducir la dimensión exacta del animal representado ya que esta era la proyección espiritual del mismo y no su copia natural), y luego se grababa (la técnica más empleada en el arte mueble; soporte, según esta teoría, del arte parietal, al menos en sus inicios) en la roca para posteriormente terminar sus detalles. Esto explicaría que la inmensa mayoría de las figuras estén realizadas de perfil, así como la característica de su confección en un solo trazo, rasgo de “habilidad” reconocido al artista paleolítico por los historiadores del arte.[6] Una observación de V. Gordon Childe vendría en apoyo de lo dicho: “Las representaciones más antiguas, atribuidas a la fase auriñaciense son justamente esbozos de contornos, trazados con el dedo en el barro, escarbados con un pedernal en la roca, o bosquejados en carbón; sin que se intentara en modo alguno lograr la perspectiva o representar los detalles”.[7]

Repetimos, ya que es importante para una correcta interpretación de esta teoría que, en una etapa inicial, el uso de modelos a escala no se hacía con el objeto de facilitar la tarea del artista, sino con el propósito místico de proyectar la sombra-espíritu de la imagen seleccionada, ya que en ésta radicaba el poder que pretendían manipular. No era una técnica como la concebimos hoy (copia de una copia), sino una imposición de las propias creencias mágico-religiosas de la época. De ser esto así, tampoco las supuestas deformaciones de las imágenes pueden ser atribuidas a “deficiencias” en la ejecución, seguramente ya estaban implícitas en la imagen mental de su creador, el que luego las plasmó, en orden de sucesión, primero en el modelo y luego en la pared. Se trataría de una “perfección” ideal, ya que el resultado sería así siempre el correcto desde un punto de vista metafísico. P. de Martino las interpreta como la manifestación de un “realismo filtrado a través de una convención”.[8] Además los grabados y/o pinturas parietales fueron ejecutados cuando ya se disponía de una larga práctica en el manejo de las escasas herramientas de la época. No deben confundirse las adiciones o repasos hechos sobre una misma imagen con intervalos prolongados de tiempo, signo de la vitalidad de un sistema de creencias, con posibles rectificaciones producto de errores de confección. La hipótesis del uso de modelos parece haber sido confirmada con el hallazgo de “bosquejos toscos en pedazos de piedras sueltos, realizados como preparación de la verdadera obra maestra que se trazaba sobre los muros de la caverna”, tal como lo acredita Gordon Childe.[9] Dichas piedras de ensayo, evolución de los modelos para proyección de la etapa formativa, cumplirían entonces la función de bocetos de los sueños y las visiones que luego eran plasmados en las depresiones profundas de las cuevas, aleros o afloramientos rocosos. No descartamos que en la operación total hayan intervenido varias personas.

Ejemplo elocuente de la utilización de una interfaz para la proyección de sombras, lo constituye el pilar estalagmítico de la cueva de El Castillo (Cantabria, España), en el cual se pintó y se grabó un “hombre-bisonte” (brujo disfrazado o quimera híbrida). Dicho pilar fue modificado intencionalmente en su cúspide con el objeto de que, al ser iluminado, la sombra arrojada sobre la pared reproduzca la figura astada del teriantropo (véase ilustración 2).[10] Este monolito no ha sido aún lo suficientemente valorado dentro del conjunto del arte paleolítico europeo debido, creemos, a la falta de una teoría general que le dé el marco interpretativo apropiado y ponga en evidencia su significativa importancia dentro de la misma. Situación a la que, esperamos, contribuya a modificar la hipótesis que aquí presentamos.

Ilustración 2: sombra del "hombre-bisonte" proyectada por el pilar estalagmítico de la cueva de
El Castillo, Cantabria, España (foto página web Cuevas Prehistóricas de Cantabria, CECyD).

Aunque el registro arqueológico aún no lo haya podido establecer definitivamente, suponemos al arte mueble tridimensional (3D) como anterior al parietal bidimensional (2D), por la sencilla razón que el primero intentó ser una reproducción congruente con la información percibida a través de los sentidos del entorno, sustentada, además, por una larga tradición técnica de selección y manejo de volúmenes y simetrías de los diversos materiales (piedra, madera, hueso, marfil, cuerno) con los que confeccionaban sus armas y herramientas (véase ilustración 3); en tanto que la bidimensionalidad del grabado y las pinturas rupestres debió ser una abstracción de origen posterior.[11] Es decir, la extrapolación de la tridimensionalidad de los cuerpos a la bidimensionalidad de sus sombras, o su equivalente del mundo diurno de los hombres al mundo nocturno de los espíritus. Un ejemplo que refuerza esta hipótesis es la existencia en Alemania de sitios del paleolítico superior con producción de estatuillas y sin arte parietal.[12] La transportación de una figura de la tridimensionalidad a la bidimensionalidad no fue un proceso que se dio sin más, sino que debió suponer un duro reto para el artista. Una muestra de ello nos la refiere el antropólogo estadounidense Melville J. Herskovits, quien comenta la experiencia de no pocos etnógrafos que al mostrar una clara fotografía de una casa, persona u otra escena fácilmente reconocible a gentes de una cultura que desconoce esta tecnología, podían observar cómo éstos, desconcertados, “tomaban la fotografía por todos los ángulos o le daban vuelta para inspeccionar su dorso en blanco, tratando de interpretar aquella incomprensible mezcla de sombras y medias tintas sobre un trozo de papel”. Dificultad que se debe, según este autor, al hecho de que dichos pueblos no están entrenados para interpretar a “un mundo de tres dimensiones a base de dos dimensiones”.[13] Es decir, la relación tridimensionalidad/bidimensionalidad en el paleolítico superior necesitó ser racionalizada para poder ser aplicada y sin duda las sombras fueron una vía apta y rápida para logarlo.

Ilustración 3: piedra que semeja la cabeza de un ternero de grandes orejas, hallada en antiguos
depósitos del Sena, Francia. En la búsqueda y selección de materia prima para la confección de
armas y herramientas el hombre debió sentirse atraído por formas naturales que le evocaron la
figura de, por ejemplo, un animal de su ecosistema. Estas piedras-figuras en 3D fueron en
ocasiones retocadas y coleccionadas (foto Museo del Hombre, París, en P. de Martino:
Historia Universal del Arte. Tomo I. Mas-Ivars Editores. Valencia, 1980. Pág. 18).

La posición de la fuente lumínica también parece haber jugado un papel en la confección y posterior observación-interpretación de las pinturas, dado el uso del relieve natural de la roca que el artista manipulaba para darles volumen a las figuras, como muy bien varios investigadores lo han señalado.[14] Técnica que tiene, por lo demás, antiguas resonancias del uso de luces y sombras de la etapa formativa.

Estas hipótesis, de ser correctas, nos irían reduciendo el listado de candidatos a posibles autores de las pinturas, ya que debería tratarse de especialistas en estas prácticas y no de ocasionales aficionados. Una vez más los chamanes-artistas parecerían ser aceptables postulantes para cumplir con estos requisitos.

¿Podía la mente del paleolítico superior elaborar esta operación? Si como se ha asegurado el hombre de aquella época era, mentalmente, un hombre moderno; sólo cabría esperar que una vez instalada la necesidad de la reproducción de imágenes -el “Momento eureka”-, y teniendo en cuenta la experiencia de los largos años de observación del efecto del fuego sobre la proyección de sus propias sombras y la de objetos, es de esperar que finalmente resolviera esta operación sin mayores dificultades técnicas. Quizá el proceso de descubrimiento se abreviara al hacerse notoria para alguno/s de los miembros del clan la sombra proyectada sobre la pared o el techo de la caverna por la silueta de un animal tallado en un bastón, propulsor u otro objeto de arte mobiliario que, sin premeditación en un comienzo, se agitara alrededor de la fogata. Por otra parte, la pintura de manos estarcidas confirma que la idea del uso de interfaces (plantillas/modelos) no les era ajena.[15]

Ilustración 4: en las grafías figurativas más antiguas sólo se dibujaba el contorno de las mismas.
Cueva de Nerja, Málaga, España. Antigüedad máxima aproximada del sitio: 40.000 años.

La arqueología debería aportar, si esta teoría es correcta, las esculturas muebles que sirvieron de modelos a las pinturas rupestres, pero como muy probablemente éstas fueron confeccionadas en materiales fáciles de trabajar (posiblemente esculpidas en madera o modeladas en arcilla), dado que sólo serían de utilidad sus contornos sin necesidad de los detalles interiores, inútiles para una proyección de sombras sobre la pared (no decimos que dichos detalles no existieran), ni de una durabilidad que fuera más allá del tiempo necesario para grabarlas y/o pintarlas. Incluso es probable que se destruyeran luego de usarlas por exigencias del rito como ocurre con figurillas o máscaras consideradas sagradas o contaminadas de muerte entre varios pueblos etnográficos actuales.[16] O simplemente porque ya no cumplían ninguna función ni se las podía reutilizar dado que representaban sueños y visiones únicos e irrepetibles. Una ventaja de esta técnica sería que la proyección permitiría darle a la imagen la escala deseada, aunque seguramente debió primar una razón mística ya que como lo comentamos más arriba las figuras reflejadas en la pared eran proyecciones de la esencia de los objetos o animales del mundo natural, no los animales mismos. Con respecto a las visiones, como bien lo señalan Clottes y Lewis-Williams, debieron originarse por estados de conciencia alterada,[17] inducidos por oscuridad, falta de sueño, ayuno, hiperventilación, sufrimiento, melodías iterativas, ritmos monótonos, danzas extenuantes, concentración intensa, etc., o una combinación selectiva de algunos de ellos.[18] Los mencionados investigadores suponen el uso también de plantas psicotrópicas.[19]

Un dato interesante consiste en que la selección de especies representadas en las estatuillas recuperadas en excavaciones arqueológicas: felinos, mamuts, bisontes, osos y caballos, es similar al bestiario del arte parietal, aunque debido a la poca cantidad que de ellas hasta ahora se conocen, se hace difícil generalizar.

Dice el arqueólogo Lewis-Williams, que “La idea de que una imagen es un modelo a escala de otra cosa (por ejemplo, de un caballo) requiere un conjunto de sucesos y convenciones mentales”[20] que, estimamos nosotros, se cumplen acabadamente en la teoría ampliada de las sombras (a la que podríamos denominar "teoría de la interfaz") que aquí exponemos.

Esta técnica solo pretende explicar el origen de la idea y de la forma de realizar arte rupestre por parte del hombre del paleolítico superior. Seguramente con el desarrollo y evolución de sus creencias mágico-religiosas llegó un tiempo, posiblemente en el magdaleniense, en el que ya no necesitaron de ella. Tampoco pretendemos exponer el porqué aquellos hombres y/o mujeres eligieron los temas que hoy se pueden observar en las grutas europeas; solamente explicamos el origen de la idea de pintar en las paredes (dado que como algunos investigadores lo afirman, ya lo hacían en sus propios cuerpos) y la técnica primera que utilizaron para llevar adelante la mencionada tarea. El por qué pintaban animales (grandes herbívoros en su mayoría) y de ellos unos sí y otros no, es una cuestión ampliamente tratada por los investigadores, aunque sin resolución definitiva aún. En lo que a nosotros respecta, este debate escapa al propósito del presente artículo, interesado en esclarecer -como ya se dijo- el porqué y el cómo los hombres del paleolítico superior comenzaron a pintar en las paredes rocosas de aleros y cavernas. Lo propio decimos en relación a los más abundantes signos geométricos. No obstante, como se verá, sobre el final del texto haremos un intento de interpretación con las muy antiguas y difundidas figuras de manos estarcidas.

Con relación a la pintura en sí misma, Lewis-Williams considera que no se trataba de un simple recurso técnico carente de significación, sino de “un tipo de ‘disolvente’ impregnado de poder que ‘disolvía’ la roca y facilitaba el contacto íntimo con el reino que había tras ellas”.[21] Nosotros creemos plausible esta interpretación y la asemejamos al uso que en tiempos posteriores el chamán hizo del humo como vehículo para comunicarse con los mundos superiores, hacia donde éste ascendía llevando su mensaje.

3.- Una revolución cosmológica

Pero estas pinturas no nos dirán gran cosa sobre sus orígenes ni significados, si no tratamos a su vez de comprender el contexto social en el que surgieron. “No depende de una imagen –dice el filósofo francés Régis Debray- ‘reengendrar de alguna manera la magia que la ha engendrado’, pues lo mágico es una propiedad de la mirada, no de la imagen. Es una categoría mental, no estética”.[22] ¿Qué se estaba cocinando, entonces, en la mente de los hombres del paleolítico superior, para que naciera la necesidad cultural de pintar determinadas imágenes en las paredes de las rocas y de hacerlo como lo hicieron?

Nuestra explicación es que en el reino espectral e inquietante de la noche, donde el hombre pasaba de cazador a potencial presa, no tanto porque los peligros de la noche fueran mayores a los del día, sino porque el horizonte visualmente dominado se reducía notablemente por efecto de la oscuridad y porque la mayor desprotección del grupo debido a la necesidad de descanso nocturno los volvía más vulnerables a posibles ataques de éste u otro mundo. Y porque, además, las sombras artificialmente generadas por las fogatas adquirían por sus dimensiones exageradamente grandes y su alteridad antinatural (“Las imágenes que vienen de un más allá son las que tienen poder”)[23] una presencia más notoria y amenazante en aquel ambiente nocturno cerrado sobre si mismo. Lo que derivó en la elaboración de una cosmología que explicara, y así la volviera más asible, a la noche y sus habitantes fantasmáticos. El hombre de la era glacial “no pretendió hechizar el universo por placer –continúa diciendo Debray- sino liberarlo”.[24]

Absortos en la observación de estas siluetas móviles, especularían sobre sus significados y poderes. Seguramente algún miembro del clan más perceptivo para los misterios que inquietaban los ánimos de los hombres de aquella época (muy probablemente el o la chamán) llevaría la voz cantante. ¿Qué significaban para la mente paleolítica las sombras, de hombres u otras cosas? ¿Una captura del espíritu de la figura allí proyectada? ¿El reflejo de un poder innominado? ¿Un aliado o un enemigo de los hombres? Y, finalmente, ¿cómo contactar con ellas? Al respecto, el psiquiatra argentino Fernando Pagés Larraya, siguiendo a Carl Jung, señala en su obra “Lo Irracional en la Cultura”, que la idea de “sombra” como un arquetipo del inconsciente colectivo de un “terrible poder numinoso, figura en las versiones más arcaicas del alma en el hombre primitivo”.[25]

El poder de sugestión que la atmósfera fantasmagórica y la topografía irreal de las cámaras de la cueva (al menos de algunas de ellas), así como la sensación de opresión que el encierro y el silencio profundo que allí reina imponen, muy probablemente predispuso psicológicamente a los exploradores a percibir presencias invisibles que las evoluciones de las sombras a su alrededor ayudaron a reforzar. Esta percepción sobrecogedora del Homo sapiens del ambiente que lo rodeaba en el interior de la caverna no parece haber variado fundamentalmente con el paso de los milenios. Según testimonian los descubridores de la cueva de Chauvet-Pont-d’Darc (Ardèche, Francia) en el año 1994, habitada por el hombre hace unos 32.000 años, sus emociones al penetrar por primera vez en ella fueron de un tenor parecido:

“Solos en esa inmensidad, iluminada por el tenue destello de nuestras lámparas, nos invadió una extraña sensación… De repente nos sentimos como intrusos. Profundamente impresionados, la sensación de que no estábamos solos nos abrumó: nos rodeaban las almas y los espíritus de los artistas. Nos pareció poder sentir su presencia: les estábamos importunando”.[26]

A diferencia de la alegoría de la caverna de Platón (La República, Libro VII), en la cual unos prisioneros encadenados en el interior de una cueva desde su nacimiento sólo conocen de la realidad lo que pueden observar de las sombras que provienen de la entrada y son proyectadas sobre la pared del fondo de la caverna, tomando equivocadamente a estas por aquella; nuestros especuladores prehistóricos conocían el mundo físico, el mundo de la luz. De manera que su conclusión sobre el mundo de las sombras, el mundo asociado a la noche, debió ser que éste era otro mundo, también muy real, pero otro, aunque sin una separación radical con el material-diurno, tal como lo podían observar y vivir noche tras noche. Ambos mundos constituían una unidad dual porosa en la que se sucedían y comunicaban entre sí sin la oposición de barreras insalvables (esta concepción cosmológica es muy común entre los pueblos etnográficos de América).[27] En algunos casos –como bien lo señala Lewis-Williams-, los túneles estrechos que los pintores o celebrantes del ritual debían salvar para llegar a las cámaras ocultas del inframundo oscuro donde estaban las pictografías, reforzaban físicamente la sensación de “pasaje” de un universo a otro.[28] No obstante, según este autor y Jean Clottes lo exponen en un trabajo conjunto, dicha concepción cosmográfica no sería –en orden inverso al que aquí proponemos- el producto de “una especulación intelectual o de una observación detallada del entorno” sino del sistema nervioso humano y los estados de conciencia alterada en los que los chamanes se sumergían.[29] En las mitologías chamánicas, tal como lo registra Eliade en su libro,[30] era común la mención de agujeros por los que los hombres o animales primigenios debían pasar para acceder a los mundos superiores o inferiores. Dado que con la llegada del día el mundo de las sombras no desaparecía totalmente, ya que perduraba en la profundidad de las cuevas (lugares privilegiados para pintar, como sabemos) asegurando así su permanencia, era entonces posible para el hombre pasar de un mundo al otro a su voluntad. La relación sombra/tiempo que aquí mencionamos la explicita correctamente el profesor Víctor Stoichita, cuando dice que “una sombra bajo el sol es la señal de un momento preciso y sólo de éste; la sombra nocturna, en cambio, escapa del orden natural del tiempo y paraliza el flujo del devenir”.[31] Esta experiencia “realmente vivida”, en tiempos posteriores, y según nuestra hipótesis, fue reinterpretada en clave mística de “paraíso perdido”[32] y constituyó el origen del mito de los vuelos chamánicos a través de los diversos y múltiples mundos cósmicos. Así, las cavernas estructuraron la cosmografía y las creencias primigenias del hombre arcaico, como posteriormente, y de una forma más elaborada, las pirámides y otras construcciones similares serían la expresión material de la cosmología de los pueblos civilizados; aunque todas remiten a la concepción original de mundos sucesivos.

“Hace entre 13.000 y 14.000 años, en las cuevas del Volp (Enlène y Les Trois Frères), Ariège, Francia, un hombre penetra por la estrecha abertura de una cueva de piedra caliza. Asiendo una parpadeante lámpara de sebo y un pequeño objeto precioso, va adentrándose lentamente en las oscuras profundidades. Pronto percibe un denso humo y el agobiante olor a huesos de animales que están siendo quemados. Escucha extraños sonidos que resuenan desde la oscuridad. Sabe que, en medio de ese humo, hay personas que graban imágenes de animales sobre pequeños fragmentos de piedras, y que realizan cortes sobre ellas en forma de múltiples líneas.

“La oscuridad, salvo la luz temblorosa de su lámpara, es total. Rodea un pozo que parece no tener fondo, del cual emergen ruidos de agua que se precipita con fuerza. Entonces, arrodillándose gira hacia su derecha y se arrastra por un túnel de escasa altura. De repente aparece en una cámara de alta bóveda. La luz de su lámpara no llega a sus oscuros extremos. Se halla de pie en una pálida isla de luz, suspendida en la oscuridad.

“Adentrándose más, a tientas, en las profundidades, encuentra una pequeña cámara lateral. Allí se enfrenta a él un león. Parece salir flotando de la pared en la que está grabado…

“Desciende aún más hacia las profundidades del pasaje central de la cueva. Al pie de una pendiente fangosa y resbaladiza encuentra una pared tupidamente cubierta por imágenes de animales y líneas rayadas. Tras intentar descifrar las enmarañadas imágenes, levanta su lámpara por encima de su cabeza y mira hacia arriba: allí, en un saliente que se halla muy por encima de él, surge poderosamente una figura, parte humana, parte animal, de amplia cornamenta”.[33]

Ilustración 5: plano de la cueva de Altamira (270 metros de longitud), Cantabria, España. La topografía
cavernaria con sus diversas cámaras y galerías de circulación inspiró en el hombre del
paleolítico superior la idea de un cosmos múltiple e interconectado.

Qué misterio encerraban esas siluetas cambiantes, que poder serían capaces de transmitir si se las pudiera manipular con un sentido mágico-práctico (como se utiliza hoy la magia en Melanesia para propiciar la fertilidad de los huertos).[34] Contrariamente al mundo diurno, inmodificable para la primitiva técnica de aquellos hombres del Pleistoceno, el mundo nocturno ofrecía cierta plasticidad. Las figuras podían ser creadas a voluntad, era un mundo en el que el hombre podía fungir de demiurgo a su propia voluntad y necesidades, y eso debía encerrar un gran poder utilizable por aquellos cazadores-recolectores antiguos tan expuestos a las furias incontrolables del mundo material-diurno. Y por efecto de su propia característica de entrelazamiento e interacción, un mundo mágicamente domeñado podría influir en la suerte del hombre en el otro realmente incontrolable. “En la gran indigencia paleolítica –afirma Debray-, la imagen brota en el punto de encuentro de un sentimiento de pánico y un inicio de técnica”.[35]

Tal vez, en alguna ocasión, un relato o rito inicial representado por las sombras en la pared con el propósito de desvirtuar, anular o estimular fenómenos preternaturales que se imaginaban intrusivos en la vida del grupo, tuvo su correlato de una manera benéfica -o al menos así fue interpretado- en los días posteriores en una partida de caza u otra actividad del clan. Este acontecimiento especialmente singular y portentoso para la mentalidad de aquellos hombres primitivos, despertó la idea-creencia de que un mundo podía influir en el otro y que, a partir de ese descubrimiento-invención, este inmenso poder mágico ahora estaba a su disposición. Fue entonces, y con la repetición afortunada de este tipo de sucesos, que se formalizó la idea de que a través de la proyección en la roca de una determinada figura se lograría la captura del espíritu o potencia sobrenatural (que ellos mismos le otorgaban, aunque no caprichosamente, sino como producto de la observación y de su percepción particular de lo observado) del objeto/sujeto representado. Sombras que luego fueron convertidas en figuras más explícitas y permanentes. Algo de todo aquello lo podemos entrever -con todas las reservas del caso- a través de la analogía etnográfica de un ritual propiciatorio que recrea Herbert Kühn, cuando citando a otro autor nos dice: “Frobenius relata que una vez presenció cómo un bosquimano, que quería cazar una gacela, trazó por la mañana, antes de salir el sol, una imagen de la gacela en la arena, disparó flechas contra la imagen e inclinándose sobre la misma murmuró palabras mágicas, de conjuro. Esa misma noche el cazador trajo la gacela al campamento. El animal estaba herido en el mismo lugar en que el bosquimano había dibujado la flecha: en el cuello”.[36] Luego Kühn menciona a los chuctches y los yacutas, pueblos cazadores de Siberia, entre los practicantes de un rito de similares características al descripto, a los que nosotros agregamos los zo’é de Brasil, por citar algunos ejemplos. Hay en el relato de Frobenius algunos detalles interesantes que queremos destacar: el cazador bosquimano realiza la figura de su presa antes del amanecer, es decir de noche; luego dibuja sólo el contorno bidimensional de su cuerpo, y aunque no lo dice explícitamente, debemos suponer que de perfil; interactúa con ella cuando arroja (o dibuja no está claro en el relato) sus flechas a la figura y le susurra palabras secretas; y finalmente lo hace sobre la arena, una superficie que le da un carácter efímero a la representación. Vemos en este procedimiento de magia práctica una implícita reminiscencia de lo que hasta aquí hemos dicho sobre el uso ritual de las sombras en la prehistoria.

Estas sombras –las suyas propias-, entonces, les sugirieron, en esta etapa temprana del chamanismo, la idea de reproducir otras tantas: las de su interés. Más frecuentemente: bisontes, ciervos, caballos, uros, mamuts, rinocerontes, etc. Infrecuentes: lechuzas, hienas y peces. Primeramente, y de forma fugaz como en un teatro de “sombras chinescas” (del que no excluimos el uso adicional de sonidos y/o palabras), proyectadas sobre las paredes de la cueva noche tras noche o durante el día en el interior profundo de la cavidades cavernarias -al menos en las grandes salas-, de a una o varias de ellas a la vez, componiendo escenas (algunos estudios han señalado el hecho de que varias pinturas parecen estar asociadas con propósitos que aún no se han podido determinar), probablemente relatando historias (práctica común en los fogones de los pueblos cazadores-recolectores) o transmitiendo ideas. Posteriormente, ya en pleno dominio de la técnica del dibujo bidimensional, y como producto de la evolución de sus propias necesidades mágico-rituales, el siguiente paso fue copiarlas en las paredes para de esta manera disponer de ellas de forma definitiva, tal vez como recurso nemotécnico para conservar viva una tradición o sistema de creencias o como marcación/impregnación de un sitio con poder sobrenatural, manteniendo en algunas de ellas -las que representan animales- la idea de movimiento a través de la multiplicación del trazado de sus miembros inferiores o sus cabezas.

El desarrollo lógico de esta teoría nos habilita a especular con la posibilidad, muy difícil de comprobar por cierto, de que tal vez en la nueva etapa de la plasmación de pinturas permanentes, el “teatro de sombras” siguiera vigente e incluso interactuara con dichas pinturas forjando escenas mágicas, que componían una historia o concepto que a los hombres del paleolítico superior les interesaba transmitir por algún motivo especial: suponemos que mayormente lo hicieron con un propósito mágico-religioso. Esta interpretación, por otra parte, explicaría el escaso número de representaciones humanas en los paneles pintados,[37] limitadas a su provisional rol de sombras o espectros animados.

El abandono del uso de las sombras para crear figuras probablemente se produjo –como arriba lo señalamos- como consecuencia de un cambio en la concepción del ritual, dejando de ser una tarea colectiva para convertirse en el quehacer de unos pocos especialistas: chamán-artistas (en ocasiones probablemente se tratara de la misma persona). La aparición de estos “maestros de ceremonia” no implicó una restricción en la participación del clan en el ritual, sino que concentró en pocas personas la dirección del mismo. Este cambio tuvo como consecuencia, en lo que respecta a la elaboración de las grafías figurativas, un incremento en la calidad técnica y artística de las mismas, como así también muy posiblemente en el hermetismo de su simbología, producto del encierro en la esfera de la especialización de la elaboración (observación, sueños, visiones), interpretación y transmisión. “El Arte alcanza su punto culminante –escribe al respecto H. Kühn- en una concepción pictórica que tiende a la perspectiva, a la proyección en profundidad dentro del espacio, a la plasticidad, al efecto del colorido”.[38] En lo social implicó la creación de una incipiente jerarquía dentro del grupo y el ejercicio de un cierto control social sobre el mismo a través del poder delegado que les otorgaba su mediación con las imágenes y el mundo inmaterial.[39]

Ilustración 6: ideogramas de la cueva de La Pasiega, Cantabria, España.

Una conjetura plausible de los efectos que esta nueva relación de poder generó, consiste en suponer una paulatina “encriptación” de los significados asociados a las pinturas y grabados en ideogramas indescifrables para el resto (nos referimos a los más simbólicamente elaborados y no a los elementalmente intervenidos del arte mobiliario primigenio)[40] por parte de este naciente grupo de interés, con el objeto –como se dijo- de profundizar el control social que ejercían sobre la comunidad -y de una región en constante incremento demográfico- y reforzar su estatus jerárquico dentro del mismo. Ellos controlaban y eran los únicos interpretes-mensajeros del mundo espiritual, lo que les otorgaba un principio de autoridad ante el clan. Este fue un lenguaje paralelo y secreto, y no la sustitución de uno por el otro.[41] La misma función se les otorga a los chamanes dentro de los grupos etnográficos actuales o desaparecidos recientemente.[42] Entre los navajo del suroeste de los Estados Unidos, por ejemplo, todos los presentes en una sesión donde se enseña la confección de las “pinturas de arena” participan bajo la supervisión del sacerdote, único conocedor de la simbología sagrada de las mismas.[43]  Si se toma por cierta esta explicación y se tiene en cuenta, a su vez, la perdurabilidad en el tiempo de estos símbolos y, se supone, también de su significado -o al menos de una versión  adaptada del mismo, de otra manera se hubieran dejado de reproducir-,[44] debemos concluir que tuvo que existir una robusta, extendida y perdurable tradición oral que mantuvo viva su interpretación hasta finalmente desaparecer, hace unos 10.000 años, junto con la producción de pinturas.[45]

Estas últimas consideraciones exigen un comentario: si la supervivencia de una tradición oral durante un período de tiempo tan prolongado nos resulta difícil de aceptar, debemos tener en cuenta que la cosmovisión chamánica ha llegado hasta nuestros días manteniendo aún una serie de rasgos básicos que, suponemos, la harían reconocible como tal a un acólito del paleolítico superior. Así parecen dejarlo implícito algunos investigadores del chamanismo prehistórico cuando realizan sus cuidadosas analogías etnográficas.

Algunos teóricos del arte han intentado establecer una línea evolutiva estilística de las representaciones “realistas” a las convencionales, sin lograrlo. Y no se lo ha podido hacer porque las transformaciones no fueron, como vimos, una cuestión de evolución de estilos artísticos, sino el resultado de cambios de índole social que fueron acompañados y reforzados por modificaciones en las expresiones artísticas.

4.- Un intento de interpretación

Pertenecientes a la etapa más antigua del paleolítico superior (auriñacience y gravetiense, entre 31.000 y 22.000 años antes del presente),[46] las manos en positivo y en negativo plasmadas en las paredes de los aleros rocosos y las cuevas estarían reflejando la dualidad luz/oscuridad (mundo temporal/mundo espiritual). Las positivas, expresión de la luz y lo material, se realizaban cubriendo con pintura la palma y dedos de la mano para luego apoyarla sobre la roca dejando así su impresión. Las negativas, o estarcidas, (más numerosas) representarían pictográficamente a la oscuridad  y lo intangible puesto que simulan la sombra de una mano proyectada sobre la pared. La pintura en derredor de ella equivaldría al efecto halo de luz de la antorcha o lámpara sobre la pared (el difuminado que la técnica de soplado de la pintura produce refuerza esta hipótesis). Ingeniosa técnica de inversión dialéctica para pintar una sombra -o manifestación espiritual- a plena luz del día o para darle permanencia en la oscuridad, y que remite a la técnica del uso de modelos para plasmar sombras que ya analizamos. Entonces, de acuerdo a la lógica interna de esta teoría, los grafismos figurativos de las manos en negativo simbolizarían el espíritu (la sombra) de los seres humanos allí retratados, quizás personas ya fallecidas y ahora habitantes del mundo intangible. O más abarcativamente, la marca de una presencia invisible. Según Marc Groenen, en “los trabajos de medición llevados a cabo en Gargas y Tibiran… las manos (en negativo) presentaban, mayoritariamente, medidas diferentes, cuya comparación con los tamaños de las manos actuales mostraba que éstas habían pertenecido a individuos de todas las edades –desde el bebé al adulto- y a ambos sexos”.[47] Resultado congruente con la interpretación que aquí proponemos. Mientras que la pintura en positivo de la mano significaría, en esta concepción dual del universo, el mundo natural de la luz, donde los objetos tienen existencia física propia y no son el producto de la inducción de una fuente lumínica: la materialidad de la vida. Lo que nos lleva a pensar que en la concepción del hombre paleolítico el mundo de la oscuridad era una proyección inmaterial (espiritual) del mundo concreto de la luz, idea que se habría elaborado a partir de la oposición día/noche (dicotomía primaria y fundamental que regula la existencia de todos los seres vivos) y particularmente de la observación de las sombras y sus características intrínsecas y de la especulación sobre sus posibilidades místicas.

Ilustración 7: huellas de manos estarcidas de la cueva de El Castillo, Cantabria, España.

¿Existe una “oposición” entre pinturas de la luz, realizadas en las bocas de las cavernas y en aleros rocosos, por un lado; y pinturas (no sombras) de la oscuridad, realizadas en lo profundo de las lóbregas cavernas, por el otro? No parece haber una diferencia en lo que a estilo y técnica de realización se refiere entre unas y otras, sino que la diferencia u oposición, de existir, estaría dada por el lugar de su emplazamiento: iluminado u oscuro. Recordemos que, según aquí lo interpretamos, la caverna con sus distintas cámaras (iluminadas y oscuras) es una representación de la cosmografía dual de las creencias mágico-religiosa de los hombres del paleolítico. En este sentido, es revelador que el arte portátil, asociado según nuestra teoría a la luz y el mundo exterior, se elaborara –como las excavaciones arqueológicas lo han comprobado- en abrigos abiertos y no en cuevas profundas.[48]

Cuando el hombre abandonó la vida en cuevas por cuestiones que no vienen al caso aquí tratar, transformó la concepción cosmográfica dual del universo paleolítico (exterior-luz/cámaras interiores-oscuridad) de las cavernas en los mundos superpuestos o paralelos propios de las ideologías chamánicas posteriores, las que, libres ya de las ataduras físicas de las cavernas fueron complejizándose y ampliándose en cantidad de planos místicos, pero siempre manteniendo la idea original de la posibilidad de tránsito entre ellos (idea vertebral de la ideología chamánica según Eliade),[49] en cuerpo y alma en los tiempos cavernarios –luego transformados en míticos- y posteriormente a través de los vuelos extracorpóreos chamánicos rebasando pasajes estrechos, recuerdo de las cavernas.

Dos preguntas finales: ¿por qué en el paleolítico superior y por qué en Europa?    

Según la teoría aquí expuesta debían reunirse cuatro condiciones acumulativas básicas para que el inicio del arte rupestre tuviera lugar: (1) dominio del fuego: dice Pierre Ducassé “En la conquista del fuego estarían, en potencia, (…) todos nuestros progresos morales y sociales, así como nuestros progresos materiales”;[50]  (2) vida en cavernas: la que junto al fuego “creó el primer islote de seguridad”[51] y cuya topografía de pasillos y cámaras inspiró la concepción cosmográfica paleolítica; (3) conocimiento rudimentario -y no tanto- de técnicas artísticas (tallado, grabado, arte mobiliario, preparación de pigmentos, pintura corporal); y (4) creencia mágico-religiosa en fuerzas sobrenaturales (cosmología dual: luz-oscuridad).

Con respecto a su localización geográfica en Europa, y especialmente en Europa occidental, creemos que se debió a que topográficamente (formación kárstica) esta región contiene gran cantidad de cavernas habitables donde el hombre buscó refugio y dio lugar al desarrollo de la historia que aquí hemos tratado de interpretar. Pero no obstante, debemos decir que tal vez esta primacía del oeste europeo no habrá de sostenerse por mucho tiempo, destronado por nuevos descubrimientos de cavernas pintadas en otras geografías.

En el paleolítico superior, entonces, tuvo lugar por primera vez en la historia de la humanidad la confluencia de una serie de circunstancias que pusieron en marcha la revolución cosmológica prehistórica que dio origen a la expresión artística que la caracterizó.



* Este artículo fue escrito en febrero de 2019 y se publica aquí por primera vez.
[1] Las cifras están en constantes revisión y pueden cambiar como producto de nuevos descubrimientos o la creación de técnicas de datación más precisas.
[2] Víctor Stoichita en su “Breve Historia de la Sombra” hace referencia a un texto de la “Historia Natural” (siglo I de la era cristiana) de Plinio el Viejo donde este escritor y enciclopedista romano menciona la disputa existente entre egipcios y griegos sobre la autoría de la invención de la técnica de la sombra circunscripta como origen de la pintura (Ediciones Siruela. Madrid, 1999. Págs. 15-16).
[3] Ediciones Akal S. A. Madrid, 2005.
[4] Ibídem, pág. 200.
[5] El concepto interfaz refiere a una conexión física y funcional entre dos aparatos o sistemas independientes (Diccionario Panhispánico de Dudas. RAE, 2005). En el texto utilizamos este término para designar una conexión-comunicación entre dos mundos: luz-material/oscuridad-espiritual, a través del uso de plantillas y/o modelos para proyección de sombras.
[6] Rafols, J. F.: Historia Universal del Arte. Biblioteca Hispania. Editorial Sopena. Barcelona, 1974. Pág. 16.
[7] Gordon Chile, V.: Los Orígenes de la Civilización. FCE-ENP. Buenos Aires, 1989. Pág. 79.
[8] Historia Universal del Arte. Tomo I. Mas-Ivars Editores. Valencia, 1980. Pág. 28.
[9] Gordon Childe: ob. cit., pág. 80.
[10] Para un retrato e interpretación de la figura grabada y pintada en la columna estalagmítica, véase E. Ripoll Perelló: Una Figura de “Hombre-Bisonte” en la Cueva del Castillo. AMPURIAS. T. 33-34. Barcelona, 1971-72. Págs. 93-110. Y para una breve descripción del efecto de la iluminación del pilar, véase Marc Groenen: Sombra y Luz en el Arte Paleolítico. Editorial Ariel. Barcelona, 2000. Pág. 108.
[11] Según los profesores Luis Pericot y Juan Maluquer del Instituto de Arqueología de la Universidad de Barcelona: “Desde su comienzo, el arte mostró dos direcciones muy claras (la escultura y el grabado-bajo relieve). Hemos de considerar como más antigua la escultura. Lógicamente, hay que suponer que el origen de esta actividad… debía surgir ante formas casuales en que el hombre vería la reproducción de la figura animal, a la que su vida de cazador le acostumbraba. De ahí a la talla del hueso, la madera o la piedra para obtener una forma animal, se abría un proceso que no pudo ser demasiado complejo para un hombre como el del Paleolítico superior” (La Humanidad Prehistórica. Salvat Editores. Barcelona, 1969. Pág. 64. La aclaración entre paréntesis es nuestra).
[12] Lewis-Williams, D.: ob. cit., pág. 203.
[13] El Hombre y sus Obras. FCE. Buenos Aires, 1981. Págs. 417-418.
[14] Clottes, Jean y Lewis-Williams, David: Los Chamanes de la Prehistoria. Ariel. Barcelona, 2010. Pág. 89. Véase también Groenen, Marc: ob. cit., págs. 105 y ss.
[15] Groenen menciona la utilización de plantillas, entre otras técnicas, por los artistas del paleolítico superior (ob. cit., pág. 69).
[16] Los chané del Chaco occidental sudamericano, por ejemplo, destruyen sus máscaras “aña-aña” que representan a los espíritus de sus antepasados muertos luego de terminado el ritual en el que fueron utilizadas. (Palavecino, Enrique: Algunas Informaciones de Introducción a un Estudio sobre los Chané. Revista del Museo de La Plata, Tomo IV, Antropología, N° 20. La Plata, 25 de diciembre de 1949. Pág. 131).
[17] Clottes, J. y Lewis-Williams, D.: ob. cit., págs. 15-17.
[18] Fava, Jorge: 2017, “Cosmovisión y Realidad. La interpretación perceptual del mundo en las sociedades chamánicas americanas”. Disponible en línea: <http://larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2017/09/cosmovision-y-realidad.html>.
[19] Clottes y Lewis-Williams: ob. cit., pág. 25.
[20] Lewis-Williams, D.: ob. cit., pág. 186.
[21] Ibídem, pág. 222.
[22] Vida y Muerte de la Imagen. Historia de la mirada en Occidente. Ediciones Paidós. Barcelona, 1994. Pág. 31.
[23] Ibídem, pág. 35.
[24] Ibídem, pág. 32.
[25] FECIC. Tomo I. Buenos Aires, 1982. Pág. 197.
[26] Lewis-Williams, D.: ob. cit., págs. 17-18.
[27] Leeds, Anthony: The Ideology of the Yaruro Indians in Relation to Socio-Economic Organization. En Philip K. Bock: Introducción a la Moderna Antropología Cultural. FCE. Madrid, 1977. Pág. 396. Mannaerts, Antje: La Espiritualidad Navajo y el Movimiento Pan-Indio del Peyote. Elementos: Ciencia y Cultura. N° 45, Año/Vol. 9. BUAP. Puebla, marzo-mayo 2002. Pág. 35. Barandiarán, Daniel de: Shamanismo Yekuana o Makiritare. En: Antropológica. Sociedad de Ciencias Naturales La Salle. N° 11. Caracas, agosto de 1962. Pág. 65.
[28] Lewis-Williams, D.: ob. cit., pág. 268.
[29] Clottes y Lewis-Williams: ob. cit., pág. 28.
[30] Eliade, Mircea: El Chamanismo y las Técnicas Arcaicas del Éxtasis. FCE. México, 2016.
[31] Stoichita, V.: ob. cit.,  pág. 24.
[32] Eliade, Mircea: La Nostalgia del Paraíso. En: El Mito del Buen Salvaje. Editorial Almagesto. Buenos Aires, 1971.
[33] Relato ficcionado e ilustrativo de Lewis-Williams: ob. cit., pág. 13.
[34] Malinowski, Bronislaw: Magia, Ciencia y Religión. Planeta-Agostini. Barcelona, 1985. Págs. 21-22.
[35] Debray, Régis: ob. cit., pág. 33.
[36] Kühn, Herbert: El Despertar de la Humanidad. Los orígenes del hombre y su cultura. Compañía General Fabril Editora. Buenos Aires, 1961. Págs. 199-200.
[37] “Leroi-Gourhan calculó que sólo hay 75 figuras antropomórficas en todo el arte parietal del Paleolítico superior, que constituye un porcentaje muy pequeño de la cantidad total de imágenes (la cual se desconoce)” (Lewis-Williams: ob. cit., pág. 282).
[38] Kühn, H.: ob. cit., pág. 181.
[39] Clottes y Lewis-Williams consideran muy probable la existencia de una élite de artistas y directores de ceremonias, quienes se servirían de estas actividades “para elevar y reforzar su propio estatus social” (ob. cit., pág. 101).
[40] Con respecto al arte mobiliar, Pericot y Maluquer destacan que en una secuencia que abarca no menos de 5.000 años (del Gravetiense hasta el Magdaleniense medio) de la cueva de Parpalló (Gandía, España): “En los niveles solutrenses, aparecen algunos motivos geométricos, especialmente el rectángulo. Y a partir del Magdaleniense medio hay abundancia de motivos geométricos: rayados, zigzag, serpentiformes, etc.” (ob. cit., págs. 67-68).
[41] Así parece confirmarlo el registro arqueológico. “En algunas ocasiones –dicen Pericot y Maluquer- los niveles arqueológicos recubren una parte de las pinturas. Estas suelen representar animales, con cierto naturalismo, aunque se den evidentes convencionalismos o estilizaciones y no faltan abundantes signos raros, simbólicos sin duda, lo que permite seguir casi paralelamente la evolución del naturalismo en el arte cuaternario y la del arte simbólico…” (ob. cit., pág. 70).
[42] Eliade, M.: ob. cit., págs. 93-95.
[43] Herskovits, Melville: ob. cit., págs. 415-416.
[44] El “impulso intelectual” del que hablaba Claude Lévi-Strauss, sin el cual el mito se agota (Antropología Estructural. Ed. Paidós. Barcelona, 1995. Pág. 252).
[45] Con respecto a la difusión de símbolos geométricos, dicen Clottes y Lewis-Williams: “Deben considerarse como temas comunes a unos grupos humanos que, a pesar de ser diferentes y vivir en territorios alejados, tenían relaciones más o menos continuas” (ob. cit., pág. 48).
[46] Clottes y Lewis-Williams: ob. cit., pág. 45.
[47] Ob. cit., pág. 60. La aclaración entre paréntesis es nuestra.
[48] Lewis-Williams, D.: ob. cit., pág. 201.
[49] Eliade, Mircea: ob. cit., pág. 213 y ss.
[50] Historia de las Técnicas. EUDEBA. Buenos Aires, 1969. Págs. 14-15.
[51] Ibídem, pág. 15.

AUTOR:

FAVA, Jorge: 2019, “El origen del arte rupestre del paleolítico superior europeo: una revolución cosmológica”. Disponible en línea: <http://
larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2019/05/origen-arte-rupestre-europeo.html>.

Comienza la campaña de excavaciones en los yacimientos de la sierra de Atapuerca

Cueva Fantasma

Yacimientos de la sierra de Atapuerca, 19 de junio de 2019. El lunes 17 de junio una avanzadilla de excavadores del Equipo de Investigación de Atapuerca comenzó la preparación de las infraestructuras en los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Los trabajos dirigidos por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, contarán con la colaboración, durante este mes de junio, de unas 80 personas que excavarán en los yacimientos Sima del Elefante, Galería, Gran Dolina, Cueva Fantasma, ─todos ellos en ubicados en la Trinchera del Ferrocarril─ y en la Cueva del Mirador.

En julio llegará el resto del Equipo de Investigación de Atapuerca, llegando a sumar unas 200 personas en total. En julio se excavará, además de en los yacimientos citados, en los de Cueva Mayor (Portalón, Sima de los Huesos y Galería de las Estatuas) y en las excavaciones al aire libre de La Paredeja. Ese mes se iniciará también la labor de lavado de sedimento a orillas del río Arlanzón.

El grupo de personas que vienen a excavar en la sierra de Atapuerca pertenecen a distintos centros de investigación del Proyecto Atapuerca: Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos (CENIEH), Universidad de Burgos (UBU), Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES - Tarragona), Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (Universidad Complutense de Madrid - ISCIII) y Universidad de Zaragoza (UNIZAR). También hay investigadores de otras universidades y centros de investigación nacionales e internacionales. Cabe destacar la participación de varios estudiantes de la University College of London y del Museo Nacional de Georgia, gracias a los convenios firmados por la Fundación Atapuerca.

La Fundación Atapuerca, como complemento a la financiación que la Junta de Castilla y León destina a las excavaciones, coordinará el funcionamiento de la campaña con respaldo organizativo, administrativo, económico, logístico, de mantenimiento, de comunicación y de organización de eventos.

A continuación, se detallan las características de los diferentes yacimientos que se excavarán esta campaña y los objetivos planteados para cada uno de ellos.

Sima del Elefante

En este yacimiento, situado en la Trinchera del Ferrocarril ya se ha excavado en los niveles inferiores donde apareció el primer europeo.

El objetivo de esta campaña consiste en abrir la máxima superficie posible del nivel TE7. Este es el nivel más antiguo de toda la Trinchera, con más de 1,3 millones de años. De este modo, la ampliación de la excavación de este nivel permitirá la recuperación de un mayor número de restos fósiles, así como conocer mejor el proceso de acumulación de estos.

Galería

Está también en la Trinchera del Ferrocarril, a unos 50m del yacimiento de Gran Dolina.

El objetivo fundamental es continuar con la excavación del tramo inferior de la Unidad GIII en todos los sectores del yacimiento (TZ, TG, TN), donde se concentran los últimos suelos de ocupación (GSU), siendo éstos los más ricos de este paquete estratigráfico. Esta intervención supone, al mismo tiempo, ir avanzando hacia el interior de la cavidad siguiendo la topografía de la cueva.

Gran Dolina 
Es uno de los yacimientos más famosos de la Trinchera del Ferrocarril, sin duda por el descubrimiento de una nueva especie, el Homo antecessor.

Nivel superior
Durante esta campaña se dará por finalizado el nivel 10 de Gran Dolina, cuya excavación en extensión ha conllevado más de 20 campañas, debido a la extremada riqueza arqueo-paleontológica. Este año también se prevé comenzar la excavación de la unidad TD9 en toda la superficie de excavación, que ocupa aproximadamente 85 m2.

TD4 
El primer objetivo de esta campaña es seguir obteniendo datos de tipo geocronológico que permitan afinar la antigüedad del depósito. El segundo es de tipo paleontológico, y a su vez podría subdividirse en tres: 1) recuperar más restos de la especie Ursus dolinensis para contribuir a mejorar su descripción, 2) aumentar los restos de los ungulados, para afianzar las características de la comunidades de mamíferos existentes en ese periodo en la sierra y como un indicador biocronológico que pueda contribuir a datar otros yacimientos europeos, y 3) obtener más datos de la microfauna del sitio, como un indicador excelente de las condiciones ambientales imperantes en la sierra de Atapuerca en los momentos inmediatamente posteriores al Jaramillo. El tercer objetivo es del todo arqueológico, y trata de recuperar más indicios de presencia humana para comprender los modos de vida de esas comunidades en un entorno como el de la sierra de Atapuerca hace un millón de años.

Cueva del Mirador

Este yacimiento se encuentra en la zona sur de la sierra de Atapuerca. Este año, está previsto continuar interviniendo en los sectores 100 y 200. En el sector 100 se seguirá con la estrategia de profundizar de forma escalonada, pegados a techo y a la pared norte, con el objetivo de conocer la progresión de la cavidad en el plano horizontal. Pese a que durante 2018 se profundizó significativamente, en 2019 se continuará la excavación con el objetivo de conseguir el espacio suficiente para seguir adentrándose hacia el interior de la cueva.

También se continuará excavando los niveles abiertos en 2018, MIR108, 109, 202 y 206, el penúltimo de los cuales presenta restos atribuidos al sepulcro colectivo (MIR203) que siguen apareciendo en el perímetro a medida que se profundiza, las paredes se abren y se va ampliado la superficie. En este sector se descenderá en vertical, como en un sondeo convencional, dado que, de momento, las paredes no se abren lo suficiente como para intentar un avance en horizontal.

Cueva Fantasma

Una vez terminados todos los trabajos de ingeniería y adecuación pertinentes, incluida la construcción de la cubierta del yacimiento, se procederá durante esta campaña a continuar con el sondeo; registrar e inventariar sus restos y  abrir un área de 20m2 aprox. para su excavación en extensión.

La Paredeja

Durante la campaña de 2019 se pretende continuar con la intervención en este yacimiento. Para acometer las labores de excavación son necesarias, primeramente, la limpieza de la zona y del corte completo de la cantera, así como acondicionar el acceso a la zona de excavación. Una vez hechas estas labores se trabajará en el primer nivel fértil localizado en la pasada campaña de excavaciones.

Cueva Mayor

La Cueva Mayor comprende tres diferentes yacimientos: el Portalón, la galería de las Estatuas y Sima de los Huesos. Los trabajos de excavación de todo este complejo comenzarán en el próximo mes de julio.

Portalón

Este yacimiento se encuentra en la entrada de Cueva Mayor. Desde la campaña del año 2014 se está excavando un nivel Neolítico. Este nivel se caracteriza por la presencia de estructuras habitacionales (suelos preparados, hogares, muretes de piedras, etc.) de gran calidad, en los que se han encontrado materiales líticos y cerámicos típicos de este período y abundante fauna doméstica y salvaje. El año pasado se continuó la excavación de un suelo activo aparecido en 2016 sobre el que aparecían pequeñas hogueras y que aún no se ha terminado. El objetivo para la campaña de 2019 es continuar con la intervención en éste área del Sector II, correspondiente al nivel 9 y por tanto a momentos Neolíticos finales.

Del mismo modo se continuará con las excavaciones en la zona ampliada para obtener más información sobre los materiales correspondientes a los últimos momentos de ocupación de la cueva y que en el 2018 se dejó en la fase correspondiente a la Edad de Bronce Final.

Galería de las estatuas

Galería de las Estatuas está a unos 350 metros de la actual entrada a Cueva Mayor, en este yacimiento seguirán con los sondeos abiertos en las dos catas en las que están excavando. En GE-I hay una secuencia entre 80 y 112 mil años. En parte de la cata han alcanzado el nivel más bajo que se conocía hasta ahora (nivel 5) por lo que es posible que puedan continuar la secuencia. Sería muy interesante saber si por debajo del nivel 5 existen niveles fértiles a nivel arqueopaleontológico que podrían dar información sobre cómo vivían los Neandertales en la meseta durante el último interglacial hace 125-130 mil años.

Sima de los Huesos

En la Sima de los Huesos se continuará la excavación en la zona de transición entre la rampa y la cámara distal. En los cuadros situados en el eje central del yacimiento se trabaja en la delimitación del contacto lateral entre las arcillas fosilíferas con restos humanos y la brecha de osos. Junto a la pared de la cavidad se buscarán más restos humanos que completen los cráneos encontrados en las últimas campañas en esos mismos cuadros.

Lavado del río Arlanzón y bioestratigrafía

Tan importante como la propia excavación de cada yacimiento resulta el lavado de sedimentos. Esta actividad, dirigida por la paleontóloga de la Universidad de Zaragoza y miembro del EIA, Gloria Cuenca, sirve para recuperar la microfauna de Atapuerca, es decir los diminutos fósiles de mamíferos, anfibios, aves, reptiles y peces de los yacimientos de la sierra Atapuerca. Se realiza a la orilla del río Arlanzón a su paso por Ibeas de Juarros, y se lava y criba todo el sedimento de cada uno de los yacimientos que se excavan en la sierra de Atapuerca.

Localizan en Gran Canaria la montaña sagrada de Umiaya

Estructuras prehispánicas existentes en uno de los riscos del macizo de Amurga que un estudio histórico identifica como el enclave de Umiaya, la montaña sagrada de los antiguos habitantes de Gran Canaria. Imagen cedida por el Cabildo de Gran Canaria

La montaña sagrada de Umiaya, el lugar al que según las crónicas peregrinaban los antiguos pobladores de Gran Canaria, está en los riscos de Amurga, el macizo casi inexpugnable que separa los barrancos de Tirajana y Fataga.

El equipo arqueológico responsable del estudio de los diferentes yacimientos que circundan el enclave de La Fortaleza, en la caldera de Tirajana, cree haber resuelto uno de los misterios que más polémicas ha suscitado entre los estudiosos del pasado prehispánico de Gran Canaria: la localización del sitio sagrado de Umiaya.

El director de la empresa de arqueología Tibicena, Marco Antonio Moreno (izquierda), ha recordado este martes que a Umiaya se le han adjudicado en el pasado hasta tres ubicaciones diferentes, pero siempre con el mismo problema: al explorar cada lugar candidato (como Risco Blanco o El Campanario), no se encontraban pruebas arqueológicas que relacionasen ese enclave con un uso ritual previo a la Conquista.

Y se trata de un problema común con otros dos riscos sagrados citados en las crónicas históricas en el caso de Gran Canaria, Tirma y Amagro, donde los restos hallados muestran un uso doméstico, pero no acreditan que esos lugares tuvieran un papel ceremonial.

Los últimos trabajos realizados en el entorno de la caldera de Tirajana, uno de los enclaves más prometedores para estudiar el pasado prehispánico de la isla, con casi medio centenar de yacimientos datados desde el siglo V hasta el XVI, llevan al equipo de Tibicena a defender que Umiaya existió y que estaba en Amurga.

En una rueda de prensa celebrada en el Museo Canario, que colabora con las investigaciones, Moreno ha explicado que en el trabajo de investigación de archivos históricos complementario a la arqueología de campo han descubierto un plano de 1792 levantado con motivo de un litigio sobre el uso de las aguas de la zona con toponimia antigua que sugieren que Umiaya está en Amurga.


Foto cedida por Tibicena Arqueología y Patrimonio de una de las estructuras prehispánicas existentes en uno de los riscos del macizo de Amurga que un estudio histórico identifica como el enclave de Umiaya, la montaña sagrada de los antiguos habitantes de Gran Canaria. EFE

Y lo más importante de todo, ha subrayado este arqueólogo, al explorar sobre el terreno ese enclave, han encontrado un viejo camino acondicionado para acceder a los riscos, restos de una antigua muralla, grabados rupestres, cazoletas (agujeros en el suelo de roca con posible uso ceremonial) y ocho pequeñas plataformas que no son naturales, sino fruto de un trabajo para explanar el terreno.

Solo falta conocer qué dice el Carbono 14 sobre la antigüedad de los restos orgánicos allí recuperados, pero el equipo de Tibicena cree que puede defender de forma "fehaciente" que allí estaba Umiaya. Y, además, sostiene que ese lugar de fortificación natural por su orografía muestra muchos signos de haber sido un antecedente de lo que después sería, con mayor planificación, el sitio hoy conocido como La Fortaleza, al otro lado de la caldera de Tirajana.
Ese plano y otra documentación de la época señalan en Amurga lugares identificados como "Insite" o "Ansitio". A juicio de este equipo de arqueólogos, se trata de un dato más para revisar la localización de Ansite, el risco donde los últimos indígenas que se resistían a la Conquista se rindieron el 26 de abril de 1483.

Según Moreno, parece más coherente pensar que Ansite no estaba en La Fortaleza de Santa Lucía, sino en el macizo de Amurga, donde la última resistencia a las tropas castellanas se habría acantonado buscando un doble refugio: la protección natural de sus riscos casi inexpugnables y la sobrenatural de los dioses de Umiaya.

Fuente: rtvc.es | 18 de junio de 2019

Cómo sobrevivió el Coliseo a los terremotos: la razón que nunca se había dado

Las características estructurales complejas de los anfiteatros romanos, incluido el Coliseo, podrían explicar cómo se mantienen en pie a pesar de su proximidad a las líneas de falla.


Existe una creencia generalizada de que los romanos se limitaron a reproducir e imitar el arte creado por los griegos. Sin embargo, su amplio conocimiento de las ciencias y las artes les permitieron mejorar las condiciones de sus obras en los ámbitos de la escultura, la higiene o las infraestructuras. Buscaban un equilibrio y una representación de las leyes de la belleza, como diría el arquitecto romano Vitruvio, que además las acompañaba con una monumentalidad que se alejaban del arte helenístico.

Una de las incógnitas que concierne al Imperio romano es la supervivencia de edificios de hasta más de 2.000 años, como puede ser el caso del Panteón de Roma, el Coliseo o de los diferentes arcos y columnas que conmemoran las exitosas campañas militares. Una investigación en Francia en relación con los seísmos ha determinado que los romanos ya empleaban sistemas que evitaban el derrumbe de sus hogares y edificaciones tras un temblor de tierra.

Stéphane Brûlé, miembro de la investigación, se encontraba en los alrededores de Dijon analizando ruinas romanas cuando observó que dichas ruinas albergaban distintas barreras "invisibles" que evitaban que las ondas sísmicas sacudieran el edificio. Asimismo, según informa The Times, han llegado a la conclusión de que los elementos arquitectónicos que aligeraban el movimiento de las construcciones romanas están presentes en anfiteatros y teatros de todo el Imperio.

El monumento más representativo del Imperio romano, el Coliseo, tiene toda una red de rejillas en sus cimientos formando un conjunto elíptico que distribuye la potencia de las ondas sísmicas. De esta forma, una de las maravillas del mundo moderno era capaz de mantenerse firme ante los terremotos que sacudían la península itálica.

El Dr. Brule dijo a Physics World que el diseño romano podría haber evolucionado como resultado de la construcción en regiones altamente sísmicas, o puede haber sido una coincidencia en que los diseños más adecuados para soportar las cargas relevantes funcionaron como interruptores de terremotos.

El Coliseo de los 2.000 años

Conocido también como el Anfiteatro Flavio, debe su nombre a la dinastía Flavia, quien lo mandó construir en el siglo I. En su momento llegó a tener un aforo de 65.000 personas y su actividad como anfiteatro duró medio milenio. Fue en la Alta Edad Media cuando su uso se limitó a actividades secundarias que nada tenían que ver con el propósito original de su edificación —fue empleado como cantera y como sede de distintas órdenes religiosas—.

El Coliseo, que ha llegado a la actualidad en un estado envidiable, se enfrentó a incendios y a terremotos a lo largo de su historia. Los movimientos sísmicos italianos se deben principalmente a la falla que se encuentra en el centro de Italia. Así, en el año 443 el monumento romano sufrió daños por un terremoto que derivó en unas obras que duraron 25 años. Ya en la Edad Media, en los años 801 y 847, el anfiteatro resistió a nuevos temblores.

Grabado del Coliseo a mediados del siglo XVIII. Giovanni Battista Piranesi

No obstante, el seísmo más dañino tuvo lugar en el año 1349. Esta vez, la parte meridional sufrió desprendimientos y las piedras fueron utilizadas para la construcción de iglesias, palacios y hospitales de la ciudad.
Pese al evidente deterioro del monumento es todo un hito el hecho de que el Coliseo romano haya llegado en tan buenas condiciones a nuestros días. Aunque gracias al avance tecnológico los arquitectos actuales tienen sus propios mecanismos, según explican los investigadores franceses, el antiquísimo sistema anti-seísmo de los romanos podría influir en las futuras construcciones sismorresistentes.

Fuentes: elespañol.com | theaustralian.com.au | 18 de junio de 2019

La mujer que busca la desigualdad de género en la prehistoria

Izquierda: entre los años 2.900 y 2.800 a.C. (Edad del Cobre) fueron enterradas 19 mujeres en el yacimiento de Tholos de Montelirio, cerca a Sevilla. Derecha: Marta Cintas Peña. Cortesía del grupo de investigación Atlas, España.

Unos defienden que el machismo tiene su raíz en la biología, otros se lo atribuyen a la cultura. La historiadora española Marta Cintas Peña buscó entre huesos, tumbas y representaciones gráficas pistas sobre el origen de esta organización social.
Las horas invertidas visitando museos, las maratones de películas sobre la prehistoria y las lecturas ambientadas en ese período le sembraron a Marta Cintas Peña una sospecha. En sus palabras: “ese pasado, descrito a menudo en liderazgos masculinos, enfrentamientos entre hombres o el intercambio de esposas ha sido el de ellos, no el de ellas”. Entender el porqué la llevó a estudiar historia, antropología y a escribir una tesis que le acaba de merecer el título de doctora de la Universidad de Sevilla, en España. La obra, publicada en la revista de la Asociación Europea de Arqueólogos, es considerada el primer examen panorámico sobre desigualdad de género en la prehistoria, enfocada solo en la Península Ibérica.

En ello tardó cinco años buscando pruebas de si existieron o no diferencias entre mujeres y hombres en aquel período, cuando no había escritura, y si esas diferencias representaban una desigualdad. Este embrollo, omnipresente en los debates de género actuales, divide opiniones. Unos creen que el machismo tiene sobre todo una raíz biológica y otros defienden su origen en una cuestión cultural.
La disputa se remonta siglos atrás con postulados como el del padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin, quien escribió en 1871 que las características de la fuerza, la creatividad o la inteligencia les correspondían a los hombres, mientras que a las mujeres les pertenecían rasgos diferentes como la belleza y la sociabilidad. Otros autores contemporáneos, como el antropólogo Johann Jakob Bachofen, asimilaban una postura más equitativa entre los géneros, asegurando incluso que la primera organización social natural de la humanidad había sido el matriarcado, derribado después por el patriarcado.
A esa bibliografía, revisada por Peña, se le suman posturas más cercanas, como las reflexiones de Simone de Beauvoir durante los años sesenta o la hipótesis de Gerda Lerner, que sostuvo en la década de los ochenta que “toda la historia era para las mujeres prehistoria” gracias a la hegemonía masculina y a su voz dominante.

Tal bagaje alimentó la búsqueda de la española, que exploró huesos, tumbas y jeroglíficos con la ayuda de su director de tesis, Leonardo García Sanjuán. Esto es, en resumen, el análisis óseo de 2.478 sujetos identificados en 93 yacimientos de la Península Ibérica de esqueletos enterrados en el Paleolítico Superior, Mesolítico, Neolítico y Calcolítico o Edad del Cobre. De ellos, 422 son 12 femeninos o femeninos probables, 522 masculinos o masculinos probables, 729 indeterminados adultos y 805 no adultos de sexo desconocido. Además de una revisión de muestras gráficas y plásticas fijadas sobre las piedras de 122 yacimientos. Esta entrevista es una pizca de sus conclusiones sobre la desigualdad de género en la prehistoria que, como dice ella, “nos expliquen también a nosotras”.

¿Cuál fue la metodología de la investigación?
Nos basamos en tres variables: bioarqueología, prácticas funerarias y representaciones iconográficas. La primera corresponde al bloque más objetivo, por ser el estudio de los esqueletos encontrados en tumbas, que nos hablan de las condiciones de vida de esas personas en el pasado: cómo vivían, las enfermedades marcadas en sus huesos, sus dietas y los desplazamientos por el territorio. El segundo se refiere más a prácticas culturales sobre cómo se enterraba a esas personas; al igual que el tercer bloque, que refleja la manera como se representaban gráficamente estas sociedades. A partir de esas tres diferencias hicimos una comparación, por eso es un estudio multivariable.


¿Cuáles fueron las conclusiones?

En la tesis se abordan distintos períodos desde el Paleolítico Superior, que son sociedades cazadoras recolectoras, hasta el final de la Edad del Cobre, en torno al tercer milenio a. C. Es un período de tiempo que abarca entre el 35.000 y el 3.000 aproximadamente. La conclusión es que antes del Neolítico casi no hay evidencia de diferencias entre hombres y mujeres. La evidencia material de aquella época es mucho más escasa, así que no sabemos si es una ausencia de diferencias o de material. Del Neolítico, que son sociedades sedentarias que ya conocen la agricultura y la ganadería, y empiezan a tener excedentes, hay muchas más tumbas, más esqueletos, más representaciones y es ahí cuando empiezan a haber las primeras diferencias susceptibles, en mi opinión, de desigualdad. Aunque esto siempre hay que tomarlo con mucha cautela, porque son datos que surgen de ciertos contextos, es una propuesta en la que habría que profundizar.

¿Cuáles son esas diferencias que podrían originar la desigualdad de género?
Las que nos parecieron más importantes están relacionadas con el factor de la violencia y en todas ellas prevalecen los hombres. Entre las variables analizadas se encuentra la presencia de traumas en los huesos —ellos tienen traumas de manera más frecuente que ellas; eso no quiere decir que ellas no los tengan nunca— y presencia de proyectiles en sus restos. Puntas de flechas en las tumbas de ellos de manera más frecuente que en ellas, teniendo en cuenta que hay una diferenciación muy importante a escala demográfica entre el número de hombres y número de mujeres enterradas, hay más hombres que mujeres. Mientras que en el plano iconográfico se observa una sobrerrepresentación de los hombres, casi siempre mostrados en escenas de violencia.

¿Por qué cree que se enterraban más hombres que mujeres?
En la base de datos que yo he creado para la tesis doctoral, del conjunto de individuos que se han estudiado para el Neolítico, hay una gran mayoría de hombres frente a una minoría de mujeres y también de sujetos infantiles: niños o niñas. Es completamente imposible que esa diferenciación sea natural, tiene que ser necesariamente cultural. Porque según el índice de masculinidad o razón de sexo, que se emplea para expresar la proporción de sexos en una población, de forma natural nacen 104 o 105 hombres por cada 100 mujeres, pero en los datos en la península ibérica el número no es 104 o 105, sino que es 151. Podrían entenderse varias hipótesis: quizás ellas eran enterradas en otro sitio o sus prácticas funerarias eran distintas, no sabemos justamente por qué.

¿Qué diferencias reflejan las representaciones gráficas entre ellos y ellas?
En el Neolítico, en la península ibérica hay un conjunto de representaciones artísticas que son patrimonio mundial de la Unesco, llamadas arte levantino. Son naturalistas en tanto que representan la figura humana de manera natural y pueden diferenciarse sexualmente. Hay figuras que tienen pecho y otras, pene. El 100 % de las veces en que aparecen hombres estos aparecen con arco y flechas, cazando o enfrentándose entre ellos. Sin embargo, cuando aparecen ellas, las actividades que están realizando no se entienden muy bien. Aparecen en grupo y hay interpretaciones de que están recolectando miel o cuidando. Para la Edad del Cobre, por su parte, las representaciones se resumen en pequeñas figuritas que suelen llamarse ídolos y que tienen ojos, nariz, cejas, una especie de pelo dibujado, pero no caracteres sexuales, por lo que no parece que las sociedades de esa época tuviesen un interés de representarse sexualmente.

¿Que los hombres estuvieran más relacionados con la violencia los hacía superiores a las mujeres?
Habría que ver algunas cosas más, no es solo la violencia. Otras investigaciones hacen pensar que en el Neolítico pudo estar existiendo una manera incipiente de desigualdad en términos de poder, pero no podemos afirmar de manera tajante que hubiera patriarcado. Es muy difícil decir eso con los datos que hay ahora mismo. Sí parece que al menos la violencia puede estar empezando a ser un marcador de género; es decir, un acto, un hecho, un elemento más asociado a los hombres que a las mujeres, y teniendo en cuenta la capacidad coercitiva de la violencia eso podría ser entendido como un elemento de desigualdad. Hay que ser cauteloso, porque no sabemos si fue la causa pero sí sabemos que tiene un papel fundamental.

¿Cuál es el aporte de su investigación al movimiento feminista?
Creo que aporta al feminismo en la medida en que si se busca el origen de algo es porque hay un comienzo de ese algo, porque la desigualdad entre hombres y mujeres es realmente algo cultural. Si encontramos el origen se acabaría el debate entre determinismo y posición sociocultural, porque si algo ha empezado es porque no siempre ha sido así. Si por el contrario no encontramos un origen, también es positivo abordar grandes cuestiones de manera amplia, no considerando solo a los hombres como se ha hecho hasta hace poco. El feminismo ha permitido que se hagan estudios sobre individuos infantiles de cómo eran los niños y las niñas del pasado, y en esa medida está haciendo más democrática la ciencia.

¿Hay un rastro en la prehistoria del modelo tradicional de familia: papá, mamá e hijos?
Si antes se encontraba una tumba de dos adultos y un infantil se decía casi automáticamente que eran el padre, la madre y el niño, antes incluso de que se hiciera un estudio antropológico y físico de los huesos. Eso cada vez es más impensable, porque probablemente no lo sea. Yo no he encontrado ninguna evidencia de nada en particular: ni se repite la familia nuclear estándar ni lo contrario. Lo que hay es una enorme diversidad de formas de enterramiento de tumbas con una persona, con dos, con una mujer o con 18 mujeres. Ese es el caso de un enterramiento llamado Tholos de Montelirio cerca a Sevilla, en Valencina de la Concepción, donde se encontraron más de una decena de mujeres.

Fotografía del yacimeinto Tholos de Montelirio, en Valencina de la Concepción (de la Edad del Cobre) / Cortesía del grupo de investigación Atlas, Universidad de Sevilla, España. Autor: Álvaro Fernández Flores.

Si hay indicios de la desigualdad en el Neolítico, ¿qué pasa en la Edad del Cobre?, ¿hay más rastros?
Eso fue un poco extraño, porque yo hice la tesis cronológicamente. Así que en el Neolítico estábamos muy entusiasmados por la serie de evidencias que había sobre la violencia y la posible diferenciación y desigualdad. Pero cuando empezamos con el siguiente período esperábamos que hubiera más, a manera de línea evolutiva; sin embargo los datos de la diferencia no eran más sino menos. En algunos casos, en las tumbas de esta época, son las mujeres quienes tienen ajuares de mayor cantidad y calidad que ellos. No era entonces un retroceso, pero tampoco fue una continuidad y eso sí que nos sorprendió. Sin embargo, los datos son los datos y quizá tengan relación con nuestra visión lineal de los procesos históricos. Si ha pasado esto primero necesariamente después tiene que aumentar y sin embargo no siempre es así, no siempre hay un proceso de transformación necesariamente exponencial que vaya a más, sino que puede haber retrocesos o avances más adelante.

¿Cuál es su lectura del momento histórico actual frente a la desigualdad de género?
Hay un avance en el sentido de que hay un movimiento de consecución de derechos e igualdad por parte de las mujeres, quienes estaban y están en situación de discriminación, pero también es un momento de alerta precisamente por eso de que los cambios no son necesariamente siempre hacia adelante, sino que puede haber retrocesos y modificaciones distintas en otros sentidos. Hay una tendencia hacia la igualdad, pero a la vez hay una reacción fuerte para que ese avance no continúe. No hablo de una oposición entre hombres y mujeres, sino de una oposición entre quienes quieren avanzar hacia la igualdad y quienes se resisten a ella por falta de privilegios, miedo de perder la identidad o la tradición.

¿Cómo es que apenas estamos hablando de feminismo si desde la prehistoria encontramos indicios de desigualdad?
Porque desde hace mucho tiempo sucede. Cuando hay algo que está tan profundamente anclado en lo social es como que siempre ha sido así y se produce una ausencia de cuestionamiento, porque no piensas que eso pueda ser distinto. Lo naturalizas, aunque en sí mismo no hay nada de normal o natural. No nos han dejado espacio para pensar que fuera de otra manera. En ese sentido, creo que la pregunta quizá sea al contrario: ¿cómo puede ser que haya gente que a pesar de que le hayan dicho que esto siempre ha sido así, se lo cuestione?Por eso la evidencia material del pasado nos ayuda a entender cómo hemos llegado al momento presente. No podemos buscar el origen de la desigualdad de género o de la desigualdad social en el Imperio romano, porque ya existía; tenemos que buscarlo antes, en sociedades que han dado lugar a ese tipo de imperio y eso sucede casi siempre en la prehistoria, en sociedades en las que no tienen escritura todavía, en la que todo está un poco por hacer, incluyendo la desigualdad de género.

Fuente: El Espectador

Hijos de Roma: los habitantes de la villa de Cuenca más ostentosa de Hispania y la polémica generada

Entrada a la aldea de Noheda, Cuenca, donde está la villa romana. / José Gómez

"¿Qué si me siento romano? ¡Yo soy católico, apostólico y romano! ¡Romano por partida doble soy yo!", bromea Federico, uno de los once habitantes de la pedanía conquense de Noheda, que depende el pueblo conquese de Villar Domingo García. A Federico le hemos pillado frente a la iglesia parroquial de Nuestra Señora, de la Asunción vigilando la evolución de un joven nogal. "Esa piedra junto a la Iglesia es romana. Todos tenemos cosas en nuestras casas, antiguamente se construía con lo que había y las piedras del yacimiento y estaban ya cortadas. Aquí si escarbas un poco sale un trozo de cerámica romana o una tesela (fragmento de mosaico)", dice señalando los alcorques de unos olmos recién plantados
.
"Toda la aldea está sobre una gran villa romana; la necrópolis está por allí y encima, en este cerro, hay restos íberos. Hay alguna moneda roñosa, pero poca cosa", dice mientras baja la mirada y se vuelve a su casa para hacer la comida a su mujer enferma. Federico Alcalde tiene 85 años y ha sido toda la vida maestro encuadernador en Cuenca. Es padre de ocho hijos y después de vender el piso "que le dio Franco" se ha vuelto a su pueblo, que casualmente está en el lugar donde se emplaza una la villa romana más ostentosa de toda la Hispania Romana. Un hecho que fascina a este anciano, que tiene un vicio confesable: buscador de tesoros "con licencia, ¿eh?".

Mosaico de la villa romana de Noheda, Cuenca. / José Gómez

Y sabe que los romanos ricos amaban la 'rurs in urbe' (el campo en la ciudad en latín), por lo que tiene claro que lo más jugoso está por desenterrar. También que tres poderosas ciudades romanas también son conquenses: Segóbriga, Valeria y Ercávica y que Noheda no está muy distante de esta última. Conoce al dedillo que la conquista de estas tierras llevada a cargo por Tiberio Sempronio Graco en el año 179 a.C., la romanización dejó sus huellas en Cuenca. La riqueza de la tierra, y las posibilidades de explotación económica fueron el móvil que condujo al pueblo romano hasta ellas. Pero vayamos por partes.

Federico Alcalde, maestro encuadernador y habitante de Noheda, Cuenca. / José Gómez

Hace la friolera de 17 siglos un misterioso noble romano, que algunos apuntas que podría ser el propio emperador Teodosio I de origen hispano, levantó una gigantesca hacienda rural. Diez años de excavaciones han permitido desenterrar el 5% del yacimiento y han sacado a la luz, de momento, el mayor mosaico figurativo del Imperio y una gran colección de esculturas de mármol con las principales divinidades clásica. Un lujo para un anciano buscador de tesoros. Y una potencial fuente de riqueza para este pequeño municipio de 225 habitantes que ve como se ha cerrado la escuela, se ha abandonado el cuartel de la Guardia Civil con sus familias con niños y donde la cercanía con Cuenca (15 minutos en coche) juega más en contra que a su favor.
De la mano de Federico, conocemos a Agustina, casada con Andres, descendiente de los colonos de Noheda. Tanto que la familia sigue refiéndose inconscientemente a José Luis Lledó, un afamado psiquiatra que adueña el 50 % del pueblo "y las tierras hasta donde llega la vista", como "el amo". Noheda era en un principio tierras del Cabildo de Cuenca pero en la desamortización del siglo XIX lo compró un antepasado de Lledó. Como no podía ser de otra manera el rico galeno tenía el mosaico en su finca, lo descubrió porque se le enganchó un arado a uno de sus operarios en los años 80. El titular fue expropiado por el Ayuntamiento en 2013, reclama 48,9 millones de euros por el valor del yacimiento romano. Una comisión académica lo valoró en 2014 en seis millones, mientras que el municipio ofreció 7.500 euros por las cinco hectáreas de suelo rústico.

Agustina con Federico en Noheda, Cuenca. / José Gómez

Ahora todos quieren un pedazo de la hacienda de un romano inmensamente rico que tuvo su paraíso de 80 kilómetros cuadrados con edificaciones que ocupan 10 hectáreas. Un misterioso hombre que hace traer los mejores materiales del mundo conocido para decorar las estancias y ordena diseñar un gigantesco mosaico figurativo, que los expertos consideran que es el más grande del Imperio romano: 291 metros cuadrados de teselas elaboradas con los mármoles y piedras más preciados. Tesalas de hasta quince tamaños para simular proporciones. De oro y de cristal. Y toda la gama de colores y sus matices. Un virtuosismo que pocos podían costearse.
Esta mañana en Noheda apenas hay vecinos. La pareja joven que vive con dos niñas en la parte alta están trabajando en Cuenca y el resto, están laborando en las viñas, una costumbre romana que perdura en esta serranía. El alcalde Javier Parrilla nos conduce hasta la villa. Lleva 20 años en el cargo por el Partido Popular y nos abre un yacimiento cerrado al público, porque se ha acabado para seguir haciendo catas en el yacimiento y desenterrando el tesoro que esconde el subsuelo. "Todo lo que se ha invertido aquí ha sido gracias a la Diputación. Ahora hemos conseguido una subvención de Fomento de 500.000 euros, pero para sacar esta Villa se necesitan millones", asegura. Parrilla, como el 80% de los habitantes de este pueblo tiene los ojos claros, dice que aquí más que romanos con gallegos, de repoblación después de la Reconquista y es muy fuerte en el pueblo el apellido Carballo.

Uno de los mosaicos de la villa romana de Noheda, Cuenca. / José Gómez

Parrilla habla como un arqueólogo explicando los impresionantes frescos del triclinum, una estancia de la casa romana que ocupa más de 700 metros cuando en las villas de Pompeya no llega a 50. El rictus político le sale cuando habla de Lledó y la reclamación millonaria por su expropiación: "La Ley de Patrimonio Histórico establece en su artículo 44 que el descubridor deberá comunicar a la Administración competente su descubrimiento en el plazo máximo de 30 días e inmediatamente cuando se trate de hallazgos casuales", alega. Como se descubrió en los años 80 y al no haber avisado en el plazo que marca la ley, no le correspondería el “premio”.
No fue hasta 2004 cuando las autoridades fueron conscientes del hallazgo. Ramón Villa, jefe de servicio de Patrimonio de la Junta, da su versión: “Lo encontraron y no hicieron nada. Se callaron. Es cierto que durante más de 20 años pararon la actividad agrícola en la finca, por lo que ha llegado hasta nosotros en buen estado, esto hay que reconocerlo, pero no dieron el aviso a que obliga la ley”. Ahora, el edificio permanece cerrado y el yacimiento parado por falta de financiación.

El alcalde popular Javier Parrilla en el centro de interpretación de Villar, Cuenca. / José Gómez

Son las 16.00 En el Bar Goyo hay varios miembros de la Asociación Villa Romana de Noheda, que congrega a unas 50 personas del pueblo que se consideran "muy romanos". Están preparando las jornadas romanas que llevan en el pueblo ocho ediciones. Todos han participado en las excavaciones y relatan con pasión de arqueólogo sus descubrimientos. "Yo me había dedicado siempre a la limpieza y trabajar en el yacimiento como voluntaria se convirtió en mi pasión. Yo les preguntaba a los arqueólogos, y ¿por qué este mármol se limpia tan bien? Y me decían que porque era más caro. Hay treinta tipos de mármoles aquí, esto no tiene precedentes en ningún edificio del Imperio Romano". Lo relata María del Mar Arribas, una mujer que se siente orgullosa de haber encontrado una escultura de mármol blanco. "Isabel, la arqueólogo, me dijo: 'sácalo, tú'. Nunca lo olvidaré".
Ella, como Carmen Ballesteros, llevan una década formándose de manera autodidacta sobre Roma. Carmen se siente también muy afortunada por haber sacado mosaicos. "Con una postura malísima, tumbada en el suelo con un cepillito. Entonces no estaba el edificio construido y estábamos en el campo con sombrillas y luego con una carpa. Es una pena que solo se haya sacado el 5%, queda el edificio de recepciones, todas las estancias de la villa, solo hemos sacado una, las termas....", relata. Y es que a estas señoras no les falta vocabulario y tan pronto te hablan de la 'terra sigilata Hispánica', como de las teselas doradas o de los mitos de sus mosaicos que conocen al dedillo.

María del Mar Arribas, en el centro de interpretación Villa de Noheda, Cuenca. / Jose Gómez

Ellas también forman parte de la comitiva que organiza las jornadas romas que trufan con obras satíricas de teatro. Todos claman para que la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha venga, de algún modo, a visitarles e inyecte dinero para poder abrir el mosaico al público y seguir descubriendo tesoros. "Es que aquí, señora, somos muy de Roma", afirman. Pues eso.

Fuente: lainformacion.com | 15 de junio de 2019

Javier Parrilla zanja la polémica generada con el yacimiento de Noheda


Después de muchos años de esfuerzos por parte del ayuntamiento de Villar de Domingo García, la Villa romana de Noheda está cada vez más cerca de abrir sus puertas al público.
Este yacimiento arqueológico, de valor incalculado, presenta una gran riqueza patrimonial. Desde el consistorio esperan que sea uno de los lugares más visitados de la provincia de Cuenca.
Todavía no se pueden concretar fechas de apertura al público, pero el alcalde del pueblo, Javier Parrilla, asegura que su intención es que se abra antes de acabar el año. No obstante, todo dependerá del transcurso de las labores de restauración. Aunque como señala el alcalde, ambas cosas son compatibles porque el edificio que alberga el yacimiento está preparado para ello.

El mayor mosaico figurativo del mundo está en Noheda

De manera fortuita, así fue cómo unos agricultores descubrieron esta maravilla romana oculta bajo el suelo de Noheda, una pequeña aldea perteneciente al municipio de Villar de Domingo García. En el año 1984, durante unas labores de labranza, la familia propietaria del suelo descubría el yacimiento, aunque por causas que se desconocen, lo volvieron a enterrar.
Años más tarde, el consistorio puso en marcha toda la maquinaria necesaria para sacar a la luz esa joya oculta, que sería de interés general. Lo que nadie pensaba es que después de tantos años, el asunto diese tanto de qué hablar.

Pues bien, en declaraciones exclusivas de Javier Parrilla (izquierda) a Globalnews10, desde el 2005, el ayuntamiento de Villar de Domingo García tiene constancia de que existe un yacimiento arqueológico en la zona. Es entonces cuando comienzan los trabajos y las excavaciones para determinar la importancia de los restos, hasta que finalmente pueden constatar que se trata de una Villa romana de gran valor.

El origen de la polémica

Es cierto que en 2013 estos terrenos fueron expropiados por el ayuntamiento a cambio de 7.500 euros. Sin embargo, como señala Javier Parrilla, «hasta que se llega ahí pasa mucho tiempo«.
En primer lugar, destaca que antes de eso se realizaron excavaciones en los terrenos pagadas con dinero público desde el 2005, gracias a que el propietario del terreno permite los movimientos. Sin embargo, «llega un momento en el que los restos arqueológicos son de tal naturaleza y tanta importancia que se tenía que acometer una obra para protegerlos. Pero eso tendría que ser con dinero público porque no se puede acometer una obra en una propiedad privada con dinero público«.
«Lo que se expropia es el suelo del terreno«, asegura. Y es que el yacimiento arqueológico es de dominio público, ya que se trata de un bien de interés general. Por ese motivo, los 7.500 euros se hicieron sobre el valor del suelo, sin contemplar el valor de la reliquia romana. En este sentido, niega que el expropietario reclame una cantidad de casi 49 millones de euros.

Zanja la polémica con los terrenos

«Esperemos que la polémica se quede zanjada porque hemos obrado en beneficio del interés general y del pueblo, dejando a un lado los intereses particulares», asegura Parrilla.
«El propietario, si finalmente cree que tiene derecho una cantidad superior al valor de las tierras, tal y como dice la sentencia TSJ de Castilla-La Mancha, podría tener derecho a lo que el valor de patrimonio otorga al descubridor, el derecho a un premio, y eso se lo tendría que reclamar a la comunidad autónoma y no al ayuntamiento«, explica.

Una gran oportunidad para el pueblo

Por otro lado, el alcalde se muestra satisfecho con los trabajos de restauración de la Villa romana de Noheda. «Al hacerlo visitable, pensamos que el turismo va a ser una gran fuente de riqueza a un pueblo tan pequeño como este», declara.
«Tenemos previsto solicitar en el transcurso de las obras, que sea visitable en sus inicios de una forma ordenada. Podríamos acoger una afluencia de turistas razonable y el pueblo también podría crecer de esa manera», explica Javier Parrilla.
En cuanto a la fecha estimada de apertura al público «finales de verano, otoño, finales de año. Depende del transcurso de las obras», asegura.

Fuente: globalnews10.com | 17 de junio de 2019