CaixaBank renueva el convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca para la formación de científicos divulgadores

La formación de científicos divulgadores está destinada a la transmisión educativa del proyecto de Atapuerca a los escolares


Burgos, 26 de Junio de 2019

CaixaBank, a través de su Acción Social y en colaboración con laFundación Bancaria “la Caixa”, ha renovado esta mañana el convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca basado en la formación de científicos divulgadores del Proyecto Atapuerca, quienes a su vez aportarán formación científica al equipo de monitores de la Fundación encargados de transmitirestos conocimientos a los escolares.

Marc Benhamou, director territorial de CaixaBank en Castilla y León y Asturias,Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y Javier Gutiérrez, director general de la misma entidad, han firmado esta mañana un convenio para dar continuidad al Programa Fundación Bancaria “la Caixa” para la formación de científicos del proyecto Atapuerca. Este programa consiste en costear la formación de científicos divulgadores del proyecto Atapuerca, quienes a su vez aportan formación científica al equipo de monitores de la Fundación Atapuerca, encargado de transmitir directamente en las visitas escolares los conocimientos científicos sobre la evolución humana. La formación se desarrollará en cuatro cursos que se impartirán a lo largo de 2019 y 2020.

En el marco de esta colaboración, y como continuación a la creación del material didáctico destinado al ciclo de infantil del año pasado, en el curso 2019/2020 se desarrollará una exposición, con el objetivo de acercar el conocimiento de la evolución humana en general y de los yacimientos de la sierra de Atapuerca en particular a los alumnos de primaria.

Este programa nació en 2015 para acercar a la comunidad escolar de toda España, especialmente de Castilla y León, conocimientos sobre uno de los yacimientos más emblemáticos del mundo.

Este objetivo se ha cumplido ampliamente, siendo beneficiarios de este proyecto más de cien mil escolares (desde marzo de 2016 hasta octubre de 2018) procedentes de toda España, destacando la Comunidad de Castilla y León. Tanto las visitas a los yacimientos como al Centro de Arqueología Experimental y talleres didácticos se han adaptado a cada nivel escolar, desde alumnos de infantil, hasta universitarios y escuelas de adultos, pasando por la gran mayoría que son los alumnos de primaria, secundaria y bachillerato.

El Área Social, uno de los pilares del Plan de RSC de CaixaBank

Gracias a su capilaridad territorial, la red de oficinas de CaixaBank apoya a la Fundación Bancaria “la Caixa” en su labor social, detectando las necesidades locales y canalizando una parte de su inversión social. La colaboración entre ambas instituciones hace posible que miles de entidades y asociaciones puedan acceder cada año a las ayudas de la Fundación Bancaria “la Caixa”.

Esta acción social se destina a impulsar proyectos de pequeña envergadura pero de gran calado en los territorios en los que opera CaixaBank. El año pasado se impulsaron más de 11.500 proyectos con una inversión de 43,6 millones de euros. 

De hecho, el Área Social es uno de los pilares Plan de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de CaixaBank dentro de su modelo de banca socialmente responsable. En este apartado se incluye la Acción Social de CaixaBank, que engloba tanto la distribución de las aportaciones económicas de la Fundación Bancaria a través de las oficinas de CaixaBank, como otras actuaciones en materia de voluntariado, vivienda y proyectos solidarios; y, por otro lado, también contempla la Inclusión Financiera, apartado en el que se recogen la concesión de microcréditos y acciones divulgativas de cultura financiera, entre otras.

CaixaBank es una entidad con una vocación profundamente social. Fruto de la herencia que ha recibido, la entidad mantiene una actitud de servicio a la sociedad y a sus clientes. Por eso tiene un compromiso con la inclusión financiera y es la única entidad presente en el 100% de las poblaciones de más de 10.000 habitantes y en el 94% de las de más de 5.000. Es también la única entidad que ofrece microcréditos a personas sin garantías ni avales, a través de MicroBank, para ayudarles a impulsar sus proyectos personales y profesionales. Mantiene un compromiso con la cultura financiera a través de múltiples iniciativas, para ayudar a que las personas tomen mejores decisiones en la gestión de su economía. Y el 46% de su plantilla participa en tareas de voluntariado durante las semanas sociales y el resto del  año.

CaixaBank destaca por su actuación responsable y así se lo reconocen los principales organismos internacionales. El índice de sostenibilidad mundial Dow Jones SustainabilityIndex la sitúa entre los 16 mejores bancos mundiales y entre los cuatro mejores europeos en términos de responsabili¬dad corporativa. La organización internacional CDP, por su parte, la incluye como empresa líder contra el cambio climático.

Un linaje de monos lleva tres milenios adaptando herramientas

Un capuchino usa una piedra para quebrar la cáscara de un fruto. TIAGO FALOTICO / EPV

Desde la Edad de Piedra hasta nuestros días, la evolución humana está llena de ejemplos en los que la tecnología evolucionó a medida que eran capaces de mejorarla o adaptarla a sus necesidades. Por primera vez, podríamos contar con otra especie con un registro arqueológico de evolución tecnológica, de confirmarse los resultados de un estudio sobre los monos silbadores de las selvas de Brasil. Estos capuchinos llevan al menos tres mil años usando piedras para romper cáscaras de frutos y semillas, 450 generaciones en las que se transmitieron de unos a otros el conocimiento "cultural" necesario para seguir alimentándose de este modo hasta nuestros días.

Ya se sabía que estos pequeños monos llevan cientos de años usando herramientas de ..., pero el estudio arqueológico de sus lugares habituales de trabajo muestra la gran novedad: una evolución de sus usos y métodos. "Este descubrimiento presenta el primer ejemplo de variación del uso de herramientas a largo plazo fuera del linaje humano", asegura el estudio publicado en Nature Ecology & Evolution. Y añade: "Nuestra identificación del cambio de uso de la herramienta de piedra en el registro arqueológico de los primates indica que los seres humanos no son únicos desde el punto de vista de la variación de artefactos a largo plazo".

Para los investigadores, la existencia de este cambio tecnológico a escala milenaria fuera del linaje humano abre la puerta a futuras investigaciones sobre cómo los animales que utilizan herramientas de piedra son capaces de adaptarse a las tendencias ecológicas a largo plazo. El registro más antiguo de herramientas usadas por animales no humanos es el de los chimpancés, de hace más de 4.000 años en Costa de Marfil, pero sin cambios en el tiempo.



Según esta investigación, que ha desenterrado 122 herramientas líticas para su análisis cronológico, estos monos silbadores venían usando piedras más o menos del mismo tamaño para cascar estos frutos desde hace tres mil años. Pero hace unos seiscientos años introdujeron para esa tarea unas piedras más grandes y anchas que les sirvieran de yunque contra el que golpear. Hasta entonces, las mismas piedras servían indistintamente como martillo y como soporte, y las marcas indican que atizaban con poca puntería. El patrón de golpeo muestra que quizá entonces machacaban semillas, más pequeñas que los anacardos actuales. En tiempos más recientes, hasta un siglo de antigüedad, cada vez aparecen menos de estos yunques, seguramente porque también empezaron a servirse de troncos y raíces gruesas para esa función, como se puede observar en los capuchinos actuales. Estas 122 piedras son bastante más grandes que las habituales encontradas en la zona, lo que indica una selección consciente.


Estos monos silbadores tienen una relación muy compleja con las piedras, ya que no las usan únicamente para abrir cáscaras. También las parten para poder chupar las sales de su interior, lo que genera unas lascas demasiado parecidas a las de los ancestro...; y las hembras en celo las utilizan para tirárselas a los machos demandando su atención sexual. El último descubrimiento ofrece una nueva perspectiva: un uso cambiante a lo largo de los últimos milenios, lo que daría muestras de su capacidad para adaptarse a la evolución de recursos en su entorno o de mejorar su forma de reventar cáscaras para alimentarse.


El trabajo de Tiago Falótico, de la Universidad de Sao Paulo, y Tomos Proffitt, de la College de Londres, explica que este cambio tecnológico puede ser una consecuencia de "la variación cultural" en los alimentos contra los que se usaban estas herramientas de piedra.
"Es decir, puede representar la firma arqueológica de múltiples poblaciones de capuchinos que frecuentaban esta ubicación, cada una de las cuales usaba piedras para diferentes alimentos", explican. Pero los primatólogos aseguran que también podría deberse a que una sola población de capuchinos provocara un proceso de cambio del uso de herramientas, quizá debido a la fluctuación en la abundancia de anacardos en la zona, uno de los alimentos favoritos de las poblaciones actuales.

Fuente: elpais.com| 25 de junio de 2019

Hallan con georradar partes inexploradas de un palacio y restos de una mezquita en Reccopolis (Guadalajara)

Reccopolis se convirtió en la capital de la provincia visigoda de Celtiberia (Antiquity)


Reccopolis estaba situada sobre un cerro, con el Tajo a sus pies, y actuó como capital de la provincia de Celtiberia. La construyó Leovigildo, uno de los más importantes reyes visigodos, en el año 578 en honor de su hijo Recaredo. Pero esta emplazamiento parece esconder muchas más cosas bajo sus cimientos como, por ejemplo, partes inexploradas de un palacio y restos de una las mezquitas más antiguas de Europa.

Un grupo internacional de arqueólogos está deseando comenzar a trabajar sobre el terreno para confirmar lo que ahora es una hipótesis. Hasta el momento, lo máximo de que disponen es de una serie de imágenes geomagnéticas que han revelado muros y otras estructuras enterradas bajo tierra, según un estudio publicado en la revista Antiquity.

Vista aérea de Recópolis, en Zorita de los Canes, a orillas del Tajo en Guadalajara. Foto: Turismo Castilla-La Mancha.

El emplazamiento se encuentra en la provincia de Guadalajara, cerca de un minúsculo pueblo de apenas 70 habitantes que se llama Zorita de los Canes. La ciudad visigoda, sin embargo, era mucho más poblada y ocupaba una extensión mucho más grande que la reflejada a través de las ruinas que aún quedan más de 1.400 años después de su fundación.

Los visigodos eran pueblos germánicos que se establecieron en la península ibérica tras su derrota frente a los francos en la batalla de Vouillé (507). Ocuparon el vacío de poder que había dejado la caída del Imperio romano de Occidente. Tras perder ante el ejército árabe en la batalla de Guadalete (711), su reino acabó sometido ante el Califato Omeya.

Reccopolis se convirtió en la capital de la provincia visigoda de Celtiberia (Antiquit

Aunque los arqueólogos han excavado la zona durante décadas, hasta ahora apenas se ha descubierto el 8% (los restos del palacio, una capilla y algunas tiendas) del área que estaba dentro de las murallas de la ciudad, indican los investigadores. Por eso se formó un grupo de expertos para realizar el primer análisis geomagnético del sitio.

Esta técnica permite ver estructuras subterráneas mediante el mapeo de anomalías magnéticas debajo de la superficie. Los resultados obtenidos demostraron rápidamente que los espacios vacíos dentro de las murallas de Reccopolis estaban llenos de calles y edificios ocultos. Incluso había un suburbio fuera de la puerta monumental de la ciudad.

Esta ciudad visigoda ocupaba una extensión mucho más grande que la que reflejaban sus ruinas (Antiquity)

El espacio rodeado por los muros estaba completamente desarrollado, y los habitantes de la capital de la provincia de Celtiberia era lo suficientemente numerosos como para tener que residir más allá de las murallas. Y todo esto en un momento que se consideraba de declive urbano y colapso demográfico.

Escriben los autores del estudio que, en cuanto a la arquitectura, “la orientación de varios edificios parece estar influenciada por consideraciones ideológicas”. “La iglesia palatina, por ejemplo, tiene su ábside hacia el este. Pero hay otro espacio grande (de unos 20x40 metros) recientemente descubierto orientado de manera muy diferente”, indican.

La posible mezquita de Reccopolis (Antiquity)

De hecho, añaden los expertos, es el único edificio en el que su lado principal tiene una orientación sureste. Teniendo en cuenta que los gobernantes visigodos fueron depuestos durante la conquista islámica y que hay signos de ocupación musulmana antes de que la ciudad fuera abandonada alrededor del 800, los arqueólogos entienden que esa construcción es muy posible que sea una de las mezquitas más antiguas de Europa.

Los primeras lugares de culto islámicos de la península ibérica se remontan al siglo VIII, aunque se conocen principalmente de fuentes escritas. Las únicas dos mezquitas de esta época de las que hay indicios arqueológicos son las primeras fases de la Gran Mezquita Omeya de Córdoba y la Gran Mezquita de Zaragoza.

La tendencia en la Iberia islámica, escriben los investigadores, era orientar sus lugares de culto entre el sureste y el sur. Y, según los datos del estudio geomagnético, esa gran estructura aún indefinida de este emplazamiento visigodo tiene una planta que recuerda las de las mezquitas omeyas de Levante, “especialmente la de Jerash, en Jordania”.

En Jerash, una serie de estructuras (tiendas y una plataforma de acceso) se alinean al costado de un edificio con una sala de oración de triple pasillo orientado de cara al sur. “Aunque el estudio geomagnético no es concluyente, la estructura de Reccopolis también podría indicar una sala de tres pasillos características de lugares como la Gran Mezquita de Damasco, la mezquita recién descubierta en Tiberíades y la de Khirbat al-Minya, 14 kilómetros al norte de Tiberíades”, añaden.

Fuente: lavanguardia.com | 24 de junio de 2019

La Córdoba íbera resurge de la tierra para luchar contra el olvido

Minas que trabajaron los íberos en Ategua, en el término municipal de Córdoba - Álvaro Carmona

Se suele decir que en la Córdoba patrimonial si la manta cubre la cabeza no tapa los pies. Es decir, que los restos monumentales y arqueológicos son tan ingentes en la capital y en la provincia que algunas etapas quedan escondidas bajo el brillo de otros momentos más cimeros. Poco se habla, sin embargo, de la Córdoba ibérica, de esos hombres y mujeres dedicados a la agricultura, a la minería y en ocasiones a la guerra que habitaron aquí durante siglos y que se fueron mezclando con los diferentes pueblos colonizadores hasta que la romanización fue acabando con su forma de vida.

Hallazgos singulares los traen a la actualidad cada cierto tiempo, como si se resistiesen a quedar sumidos en el olvido. El último hallazgo singular al respecto ha sido un carro muy bien conservado y que en octubre del pasado año apareció en el Cerro de la Horca de Montemayor, de entre los siglos V y IV a. C y que incluso ha despertado el interés de publicaciones especializadas como «National Geographic».

Momento en el que se descubrió el carro íbero en Montemayor

La propia capital cordobesa tiene su origen en esta etapa y no en el espacio que ahora ocupa el centro de la ciudad, que también fue el antiguo foro romano que fundase Claudio Marcelo. La Córdoba ibérica, en su caso turdetana, se fundó en los terrenos que hoy ocupa el Parque Cruz Conde y conocidos como la Colina de los Quemados. Durante mucho tiempo se especuló con la historia de esta ciudad prerromana, pero no fue hasta 1992 cuando se resolvió el asunto gracias una campaña de excavaciones. En su artículo «La Fundación de Córdoba», el arqueólogo Juan Murillo explicó que «los inicios de la ocupación» se encuentran «en el III milenio antes de Cristo», mientras que «las evidencias de la continuidad en el hábitat» siguen «hasta finales del siglo II antes de Cristo, con posterioridad al inicio de la presencia romana en el Valle del Guadalquivir y a la fundación de la nueva ciudad romana».


Santuario íbero en Torreparedones
Santuario íbero en Torreparedones - ABC

Quiere esto decir que durante un tiempo la Córdoba romana y la prerromana coexistieron, una demostrada continuidad en la ocupación del asentamiento turdetano que, según explica el propio Murillo, «ayuda a comprender las razones de la rápida promoción de ésta dentro del nuevo orden implantado por Roma, al heredar el papel preeminente de su antecesora, cimentado en un cúmulo de factores económicos, políticos y estratégicos tejidos durante siglos».

La cultura ibérica está además en yacimientos como el Cerro de la Cruz de Almedinilla, uno de los escasos poblados de Baja Época Ibérica (siglos II y III antes de Cristo) excavados en Andalucía y que hoy tiene reconstruidas varias casas y un horno de cerámica, lo que permite conocer cómo era la vida cotidiana de esta época. Este espacio arqueológico se excavó por vez primera en los años 80 y permite hacerse una idea de la forma en la que los pobladores de aquella época se aprovechaban de la orografía del terreno para construir sus casas.

Leona ibérica que se encontró en Nueva Carteya
Leona ibérica que se encontró en Nueva Carteya - ABC

En Ategua los restos más antiguos encontrados, muy anteriores a la batalla entre Julio César y Pompeyo que le diese fama a la vieja ciudad, se refieren a su muralla íbera, mientras que en Torreparedones, mucho más beneficiado por las inversiones públicas, se ha podido excavar el santuario turdetano que allí hubo y que luego sería ampliado y reutilizado en época romana. En el Cerro de la Merced de Cabra se han encontrado restos de una ciudad también amurallada que debió fundarse en torno al siglo IV antes de Cristo y donde trabajan arqueólogos de la Universidad Autónoma de Madrid bajo la hipótesis de que era un complejo aristocrático.

Numerosos nombres de viejas ciudades cuyo topónimo real de aquella época se desconoce en muchos casos, pero que dan pistas de cómo era la vida por las tierras cordobesas antes de que los romanos llegasen con su latín y sus leyes. Yacimientos a la espera de inversión en la mayoría de los casos, con ejemplos tan sangrantes como el de la olvidada ciudad íbera, romana y medieval de Ategua, y de los que han ido saliendo además obras de arte tan especiales como los leones íberos de Nueva Carteya y Baena, visitables en el Museo Arqueológico de Córdoba y Nacional, respectivamente.

La sensación que queda es que ese pasado ibérico de Córdoba, cuyas luces se apagaron hace miles de años, aún está por escribir y que, de la mano de los arqueólogos, irá poco a poco saliendo a la luz como símbolo de un pueblo que, aunque no alcanzase el vigor de la Córdoba romana o de Al Ándalus, parece resistirse de forma contumaz al olvido.

Fuente:abc.es | 23 de junio de 2019

Localizan una inscripción romana dedicada al dios Júpiter en Navia de Suarna (Lugo)

Miembros del Colectivo Patrimonio dos Ancares acaban de documentar una más que interesantísima inscripción grabada en piedra donde se ve a palabra latina «IOVI», «clara referencia ao deus Xúpiter, a deidade principal do panteón romano que na mitoloxía era considerado como o pai dos deuses», explica uno de los descubridores de la piedra, el historiador Xabier Moure, quien destaca que su localización fue posible gracias a la información de un vecino que hace tiempos les comentó de la existencia de piedras con letras en el sitio.

NAVAL

«Atopámola na Pena de Murias, na parroquia de Rao, concello de Navia de Suarna, un gran afloramento de cuarcita situado a media ladeira da Serra do Brañal, a 1.125 metros de altitude, asociado a unha explotación mineira de época romana que se levanta na marxe dereita do río de Murias, a carón do camiño que vai cara a Braña de Pandozarco e do Porto de Ancares», explica Moure, quien revela que la singularidad de esta inscrición estriba en que está grabada sobre una piedra no trabajada previamente.

«A maioría das epígrafes de época romana gravábanse sobre as coñecidas como aras, pedras consagradas á unha divindade que teñen unha forma aproximada de paralelepípedo rectangular».
Desde el Colectivo Patrimonio dos Ancares señalan que solo tienen constancia en Galicia de tres casos parecidos de época romana: «Tres exemplares na provincia de Ourense: unha inscrición en Nogueira de Ramuín onde se le «Sicenata Pacata», outra nos cóvados do Larouco xunto o río Bibei, e outra máis no castro de San Cibrán de Las, en San Amaro; nestas últimas tamén figura inscrito o nome de IOVIS e IOVI respectivamente», explica Moure.

PATRIMONIO DOS ANCARES

No es un hallazgo aislado
La presencia romana en esta zona de Navia de Suarna está más que documentada. «A uns 2,5 quilómetros atópase o campamento temporal de época romana da Recacha. Hai uns anos uns veciños de Murias amosáronnos varios muíños circulares, tamén romanos, que atoparon ao arar a terra en dúas leiras situadas a uns 800 metros da inscrición. E non moi lonxe da Pena de Murias (a uns 600 metros en liña recta) tamén está o afloramento rochoso coñecido como a Pena dos Garabatos, clara referencia a algún tipo de gravados que, aínda que polo de agora non puidemos localizalos, as informacións orais que recollemos falan de símbolos e letras insculpidos».

Además, el colectivo patrimonial señala que solo en los concellos de Navia de Suarna y Cervantes hay documentados más de 120 explotaciones mineras de época romana, «a maioría destinadas á estracción de ouro, máis da metade situadas nas inmediacións da Vía Romana XIX».

PATRIMONIO DOS ANCARES

La inscripción, al estar grabada en una piedra durísima, la cuarcita, se conserva en bastante buen estado. «Na aras as inscricións facíanse para pedir ou agradecer algo á divindade (aras votivas) ou para lembar a unha persoa falecida (aras funerarias). Pero eiquí, no caso de Navia, o nome da deidade aparece só, o mesmo que no castro de San Cibrán de Las», señala Xabier Moure.

Patrimonio dos Ancares ya comunicó el hallazgo a Patrimonio da Xunta para su catalogación

Fuente: lavozdegalicia.es | 17 de junio de 2019

El origen pagano de la fiesta de San Juan: el día que Roma abrazó una tradición oculta de los celtas

«La Fiesta de San Juan,» de Jules Breton

El origen de la noche de San Juan resulta difícil de hallar, ya que cuenta con un pasado muy remoto. Lo que sí está claro es que es una festividad que posee una mezcla de sustratos de diferentes civilizaciones que el cristianismo adoptó, y que ha conseguido mantenerse hasta la actualidad.

El emperador bizantino Teodosio se empeñó en perseguir a todos aquellos que practicaban los cultos paganos cuando, en el siglo IV, declaró el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano de Oriente y Occidente, en el «Edicto de Tesalónica». Lo que no llegaría a saber el emperador es que su decreto no sería del todo consolidado por sus aliados cristianos. Gran parte de las festividades religiosas que celebramos hoy en día contienen un origen pagano. Por mucho ahínco que Teodosio y sus descendientes pusieran en acabar con los rituales que consideraban herejes, la realidad es que estos acabaron por formar parte de la cultura cristiana.

La noche de San Juan es el ejemplo más significativo. Las sociedades cristianas absorbieron esta tradición de origen pagano, convirtiéndola en la conmemoración de la natividad de San Juan Bautista, quien había nacido, según la Biblia, el 24 de junio, coincidiendo con el día próximo en que las antiguas civilizaciones celtas habían honrado al Sol.



Para las primeras comunidades, el Sol estaba enamorado de la Tierra, a quien se negaba a abandonar a partir de la llegada del solsticio de verano, la noche del 21 de junio, cuando los días se irían acortando. De esta manera, celebraban el instante en que el Sol se mostraba a la Tierra en su máximo esplendor y poder, dando así la bienvenida al buen tiempo. Al ser la noche más corta del año, las antiguas sociedades creían que era el momento ideal para ahuyentar los malos presagios y atraer el amor y la fertilidad, mediante los rituales alrededor del fuego y el agua. Los antiguos celtas llamaban a esta festividad «Alban Heruin».


San Ambrosio y el Emperador bizantino Teodosio. Obra de Anton van Dyck

Pero cuando Roma y el Cristianismo se impusieron, esta festividad adoptaría un significado menos mágico. La leyenda del Sol y la Tierra fue reemplazada por el relato bíblico de San Juan Bautista, el santo que guardaba relación con el fuego (la hoguera que su padre Zacarías encendió cuando nació) y el agua (el bautismo de Jesús en el río Jordán).

Pese a este cambio, los cristianos no renunciaron a seguir encendiendo enormes hogueras alrededor de las cuales celebraban los ritos, ya que permaneció la costumbre de quemar lo malo para atraer lo bueno. Eso sí, siempre bajo la presencia de la cruz cristiana. De esta manera, se consolidó una celebración que mezclaba la tradición latina con el ritual pagano, hasta hacerse muy tradicional en todos los rincones del mundo, especialmente en la Península Ibérica.

Fuente: abc.es | 23 de junio de 2019