Hallazgo excepcional: descubren más de cien grabados paleolíticos en una cueva de Tarragona

Imagen de los grabados hallados en L'Espluga de Francolí, Tarragona.

Un "santuario paleolítico" con más de un centenar de representaciones de arte rupestre figurativo y abstracto, de hace unos 15.000 años, ha sido descubierto en una cueva de L'Espluga de Francolí (Tarragona).

Según han informado este viernes el Departamento de Cultura de la Generalitat y el Instituto Catalán de Paleocologia Humana y Evolución Social (IPHES) "es un hallazgo excepcional que marca un hito en la historia de la arqueología catalana".

Los grabados se encuentran en la Cova de la Font Major de L'Espluga de Francolí y fueron localizados por el investigador del IPHES, Josep María Vergès, en una campaña de excavación arqueológica el 30 de octubre de 2019, aunque el hallazgo no se ha hecho público hasta hoy.

Foto: Los expertos calculan que los grabados pertenecen al Paleolítico Superior.

El conjunto de grabados, que incluyen símbolos abstractos y representaciones figurativas de animales, se ha documentado con tecnología 3D para posibilitar su estudio científico con las técnicas más avanzadas, asegurar su preservación y generar materiales para la divulgación del nuevo discurso museográfico.

La presentación del hallazgo ha tenido lugar en L'Espluga de Francolí y en la misma han participado la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga; el alcalde de la localidad, Josep M. Vidal; el director del IPHES, Robert Sala; y el director del proyecto de investigación sobre la Cueva de la Font Major y descubridor de los grabados, Josep Maria Vergès.

IMAGEN ELIMINADA POR CONTENER SÍMBOLOS POLÍTICOS
Foto: Acto de presentación de los grabados hallados.


El descubrimiento tuvo lugar el 30 de octubre de 2019, una semana después de que L'Espluga de Francolí sufriera unas importantes inundaciones a causa de un temporal de lluvia. Esos días, un equipo del Instituto Catalán de Paleocologia Humana y Evolución Social realizaba una campaña de excavación arqueológica bajo la dirección del investigador de este centro y profesor asociado de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona, Josep María Vergès.

Fue Vergès el que, en este contexto, decidió explorar zonas de la cueva de la Font Major que desconocía, lo que le llevó a encontrar este "santuario paleolítico" integrado por más de un centenar de grabados de hace unos 15.000 años, los más antiguos descubiertos hasta el momento en Cataluña.
El conjunto de arte rupestre descubierto en las paredes de la cavidad se llevó a cabo exclusivamente mediante la técnica del grabado, y entre las representaciones figurativas de animales se encuentran principalmente ciervas, caballos y bueyes.

Foto: Algunas figuras presentan erosión por el paso del tiempo.

Estilo de las pinturas

La mayoría de las representaciones se pueden atribuir, por su estilo, al Paleolítico Superior, y más concretamente al período Magdaleniense, de hace unos 15.000 años, si bien algunas pueden ser ligeramente más antiguas, y otras podrían relacionarse con el Neolítico y etapas más recientes, según los investigadores.

Los conjuntos de arte rupestre conocidos hasta ahora en Cataluña son de época postpaleolítica, unos miles de años más recientes, por lo que los investigadores consideran el descubrimiento como un hito en la historia de la arqueología catalana. Además, por el número y calidad de las representaciones, es uno de los conjuntos más significativos de la denominada provincia paleolítica mediterránea.

Foto: Plano medio del proceso de escaneo en tres dimensiones que se ha hecho de los grabados encontrados.

Los grabados se crearon sobre una capa de limos arenosos blandos, dentro de los conglomerados en los que se formó la cueva, en una zona de difícil acceso y de reducidas dimensiones. La escasa consistencia del soporte hace que se puedan estropear o incluso borrar con el mínimo contacto si no se tiene mucho cuidado, y, de hecho, diversas figuras se encuentran estropeadas y otras han desaparecido, motivo por el cual no se pueden visitar en la actualidad.
A raíz del descubrimiento, se ha constituido un equipo formado por técnicos especializados del Departamento de Cultura y de investigadores del IPHES, encargado de documentar este santuario mediante tecnología 3D, que permite no tocar las paredes y facilita al mismo tiempo el estudio y la conservación de los grabados.

Fuente: elespañol.com | 7 de febrero de 2020

Encuentran una pieza de vidrio que podría ser el 'rey' de un juego similar al ajedrez de hace 1.200 años

La pieza del juego encontrada / foto DigVentures y Universidad de Durham.

Una rara pieza de vidrio fue descubierta durante una excavación arqueológica en Lindisfarne, la pequeña isla de Northumbria (Gran Bretaña) cuyo monasterio medieval fue asaltado por los vikingos en el 793 d.C., anunciando el comienzo de la era vikinga en Gran Bretaña.
La pieza fue descubierta en septiembre de 2019 durante una excavación arqueológica comunitaria dirigida por DigVentures y la Universidad de Durham, que ha descubierto parte del emblemático monasterio.

Hecha de cristal azul brillante con exuberantes remolinos blancos, está coronada con un anillo de cinco bolitas blancas, lo que significa que es probable que haya sido una pieza que representaba al rey en un juego de tablero parecido al ajedrez.

Fechada entre los años 700 y 900 d.C., los arqueólogos creen que proviene, efectivamente, de un conjunto utilizado para jugar al Hnefatafl una modalidad del tafl, la familia de juegos que se derivaron del juego de guerra romano Ludus Latrunculorum, y que se jugó en Gran Bretaña, Dinamarca, Islandia, Irlanda, Noruega y Suecia, antes de la llegada del ajedrez en los siglos XI y XII. Precisamenteun tablero de Ludus Latrunculorum se encontró en el yacimiento de V... en mayo de 2019.

Pieza de vidrio encontrada durante la excavación en la isla de Lindisfarne (Reino Unido).DigVentures y Durham University.

Otras piezas de tafl de madera o hueso han sido encontradas en entierros de élite de la Inglaterra anglosajona, pero sólo otra pieza de tafl de vidrio ha sido encontrada en las Islas Británicas, en Dundurn, Escocia, haciendo de esta pieza de Lindisfarne la segunda en ser descubierta. Los siguientes ejemplos más cercanos fueron encontrados cerca de Dublín, Irlanda, en Dorstadt, Alemania, y en un entierro del siglo XII en Birka, Suecia.

"Mucha gente estará familiarizada con las versiones vikingas del juego, y estoy segura de que muchos se preguntarán si esta pieza de juego fue dejada caer por un vikingo durante el ataque a Lindisfarne, pero creemos que en realidad pertenecía a una versión del juego que fue practicada por las élites del norte de Gran Bretaña antes de que los vikingos pusieran un pie aquí", dijo Lisa Westcott Wilkins (izquierda) Directora General de DigVentures.
Los siguientes ejemplos más cercanos fueron encontrados cerca de Dublín, Irlanda, en Dorstadt, Alemania, y en un entierro del siglo XII en Birka, Suecia.
"A los romanos les gustaba mucho regalar piezas de juego a los príncipes ‘bárbaros’, y a medida que el juego se extendió fuera del Imperio Romano, diferentes sociedades desarrollaron sus propias variaciones de las reglas, incluyendo el norte de Gran Bretaña. De hecho, creemos que la pieza probablemente fue enterrada originalmente con un miembro de la élite de Northumbria, cuya tumba fue luego perturbada".


Juego tafl noruego / foto NTNU Vitenskapsmuseet en Wikimedia Commons.

"Es sorprendente pensar que cuando los vikingos llegaron aquí pudieron, en teoría, sentarse con los monjes de Lindisfarne para jugar un juego que hubiera sido familiar para ambas culturas, aunque casi seguro que habrían discutido sobre las reglas del juego", continuó Westcott Wilkins.
Aunque había muchas versiones diferentes, todos los juegos siguen más o menos el mismo principio de defender un rey contra los atacantes.

"Es extraordinario encontrar una pieza del juego 'tafl' de cristal como esta en tan perfecto estado. Son tan raras como los dientes de gallina", dijo Mark Hall (derecha), uno de los principales especialistas en juegos romanos y de la Alta Edad Media, y Oficial de las Colecciones del Museo y Galería de Arte de Perth, que inspeccionó la pieza cuando fue encontrada.
Ahora en su cuarta temporada, la excavación ha revelado parte de un cementerio y un taller asociado con el monasterio, ambos datan de 700 a 1000 d.C. cuando la actividad en la isla estaba en su apogeo.

"Este es un descubrimiento verdaderamente maravilloso, que nos da una visión muy especial de la vida en el monasterio en ese momento", dijo el Dr. David Petts (izquierda), profesor titular de Arqueología del Norte de Gran Bretaña en la Universidad de Durham, que codirige la excavación con DigVentures.
"Es similar a una serie de otros ejemplos encontrados en los asentamientos y sitios de comercio alrededor del borde del Mar del Norte, y nos muestra no sólo que había gente en Lindisfarne que tenía tiempo libre, sino que estaban bien conectados", dijo Petts.

"Lindisfarne habría sido un lugar muy concurrido en ese entonces. Miles de personas habrían venido en peregrinación buscando milagros y curas, pero el monasterio también tenía fuertes conexiones reales: se encuentra justo enfrente del Castillo de Bamburgh, que era la sede del poder noruego. Esto significaba que también era un lugar de refugio para los reyes, y era visitado regularmente por las elites, los nobles y el clero de alto rango".

Sabemos que al menos un rey se retiró a la isla para poner fin a su vida como monje, pero antes de que se uniera a la comunidad cambió las reglas para asegurarse de que los monjes pudieran beber vino. Aunque la gente tiende a pensar en Lindisfarne hoy en día como un lugar bastante remoto, en aquel entonces estaba lejos de estar aislado. Era un nexo de conexiones culturales, con fuertes vínculos con otras partes de Gran Bretaña, la Europa continental e incluso más allá", añadió Petts.

La investigación de este año también descubrió dos anillos de cobre, un alfiler de cobre, una pequeña hebilla de bronce, y pruebas de que el taller podría estar relacionado con la metalurgia, por la que el monasterio era famoso. Otros descubrimientos incluyen un conjunto de raras tallas medievales tempranas conocidas como 'piedras de nombre', cada una de las cuales conmemora a alguien que fue enterrado en la isla durante este período. También se encontraron varias monedas anglosajonas, incluida una moneda acuñada para Aethelred I, rey de Wessex desde el año 865 hasta el 871.

Artefactos encontrados en la excavación de este año en Lindisfarne / Foto: DigVentures y la Universidad de Durham.

La excavación, liderada por DigVentures y la Universidad de Durham, ha sido financiada en su totalidad por miembros del público que pueden ver los descubrimientos en línea o participar en la excavación.

“Nuestro equipo de arqueólogos profesionales trabaja junto a miembros del público que desean hacer una contribución real a la investigación arqueológica. Brindamos toda la capacitación y supervisión que las personas necesitan para excavar con nuestro equipo o trabajar con artefactos en nuestra sala de hallazgos, y experimentar lo que es hacer un descubrimiento arqueológico mientras aprenden en profundidad cómo funciona realmente el proceso de arqueología. Es realmente gracias a ellos que este descubrimiento se ha hecho en primer lugar”, dijo Westcott Wilkins.

“De hecho, cualquier titular probablemente debería leer 'La madre del arqueólogo encuentra una pieza de juego de 1.200 años de antigüedad', ¡porque en realidad fue encontrada por la madre de nuestra jefa de trabajo de campo, Heather Casswell, que estaba participando en la excavación mientras visitaba a su hijo en su cumpleaños!".

El equipo combinado de DigVentures y la Universidad de Durham regresará a Lindisfarne en septiembre de 2020 para continuar investigando el sitio. Cualquiera que esté interesado en participar puede obtener más información sobre cómo unirse al equipo en https://digventures.com/projects/lindisfarne.


Fuentes: labrujulaverde.com | digventures.com | 7 de febrero de 2020

Un cráneo hallado cerca de Pompeya podría ser del escritor romano Plinio el Viejo

Este cráneo y mandíbula, de los que se viene suponiendo pertenecían a Plinio el Viejo, han provocado nuevas investigaciones para evaluar esa afirmación. Imagen: © Luciano Fattore

«Todo yace sumergido en llamas y triste ceniza. Ni los dioses hubieran tenido poder para hacer algo parecido», escribía en sus «Epigramas» el poeta Marco Valerio Marcial, pocos años después de que se produjera la erupción del Vesubio, el mayor y más famoso desastre natural de la Antigüedad. La explosión principal de lava aquel fatídico 25 de agosto del año 79 se produjo al mediodía y lanzó una columna de piedra pómez hasta una altura de entre 15 y 30 kilómetros, lo que sumió a los asentamientos ubicados bajo la nube en la más absoluta oscuridad.
«Recorrimos con ojos todavía atemorizados los objetos sepultados en una profunda capa de ceniza como si se tratase de nieve», contaba también el escritor romano Plinio el Joven (sobrino de Plinio el Viejo), testigo ocular del desastre, en unas cartas dirigidas al senador e historiador Cornelio Tácito. No fue solo Pompeya y sus 20.000 habitantes los que quedaron sepultados bajo aquel manto de piedra derretida. También sufrieron el mismo destino Oplontis, ciudad balnearia; Herculano, la ciudad marítima de 5.000 habitantes situada más al norte, y Estabia con su pequeño puerto de Boscoreale. Fue precisamente en esta última ciudad donde un ingeniero italiano llamado Gennaro Matrone realizó por casualidad un hallazgo sorprendente a principios del siglo XX: entre más de 70 esqueletos enterrados había uno que destacaba claramente por encima del resto, engalanado con collares, pulseras y una gran espada de marfil.

Las excavaciones de Gennaro Matrone en la desembocadura del Sarno a principios del siglo XX.

Aquel impresionante y poco habitual ajuar le llevó a plantearse la siguiente pregunta: ¿podría haber encontrado los restos de Plinio el Viejo, del que sabía que había muerto con la erupción y cuyo cadáver nunca fue encontrado? Este importante militar y escritor, además de uno de los naturalistas más importantes de la historia, se encontraba luchando contra los piratas frente a la Bahía de Nápoles cuando le sorprendió la furia del Vesubio. Se percató de que una potente nube de humo tóxico se cernía sobre su barco, a pesar de lo cual tomó la valiente decisión de dirigir a la flota imperial de Roma en dirección a Pompeya para ayudar a la población.
El cráneo y la mandíbula, que se muestran juntos en el Museo Storico Nazionale dell'Arte Sanitaria, Italia. Crédito de la imagen: Flavio Russo.

«Una nube negra y espantosa»

Su sobrino reflejó muy bien la angustia que vivieron en aquel momento con pasajes tan detallados como este: «Una nube negra y espantosa, desgarrada por ardientes vapores que se retorcían centelleantes, se abría en largas lenguas de fuego, semejantes a los relámpagos, pero de mayor tamaño». O como este otro que podía leerse a continuación: «Volví la vista atrás: una densa nube negra se cernía sobre nosotros por la espalda y nos seguía como un torrente que se esparcía sobre la tierra [...]. Podías oír los lamentos de la mujeres, los llantos de los niños, los gritos de los hombres. Unos llamaban a sus padres, otros a sus hijos, otros a sus mujeres, e intentaban reconocerlos por sus voces. Unos se lamentaban de su destino, otros del de sus parientes. Había algunos incluso que, por temor a morir, pedían la muerte. Muchos rogaban ayuda a los dioses, otros, más numerosos, creían que ya no había dioses en ninguna parte y que aquella noche sería eterna, la última del universo».

Foto: Edición de la "Historia Natural" de Plinio el Viejo impresa en Venecia por Johannes Alvisius en 1499.

Plinio el Viejo se dio cuenta pronto de que nada podía hacer por aquellos desgraciados, mientras observaba desde el mar a numerosas víctimas muertas y viviendas destrozadas. Nuestro protagonista creía que estaba a salvo y continuó hacia Estabia, a 6 kilómetros al sur de Pompeya. Tras poner el pie en tierra, el famoso militar y naturalista murió después de inhalar parte de la nube tóxica que había emitido el volcán. Tenía 56 años y había dejado para la posteridad, entre otras cosas, su Historia Natural, un impresionante compendio de 37 libros en los que recopiló los principales conocimientos científicos, médicos, geográficos y botánicos de su época. Su cuerpo no fue enterrado adecuadamente y se perdió para siempre.

Pompeya, por su parte, quedó enterrada y olvidada, hasta que en el siglo XVIII fue descubierta bajo metros de ceniza. Aquel impresionante hallazgo abrió una ventana inédita para conocer la vida cotidiana en la antigua República (509-27 a. C) y descubrir la capacidad de destrucción de estos fenómenos naturales. Tanto impresionó la aparición de aquella ciudad que varios músicos, artistas, investigadores y escritores como Goethe, Stendhal, Picasso, Mozart, Cocteau, Klee y Freud viajaron hasta el sur de Italia para encontrar respuestas bajo la montaña asesina.

Cráneo, mandíbula y espada

Sin embargo, cuando Matrone sugirió que aquel hombre rico y de apariencia poderosa hallado en Estabia –actual Castellammare di Stabia– con sus tesoros podía ser Plinio el Viejo, los académicos y arqueólogos más respetados de Italia calificaron su hipótesis de «estúpida». Aquel desprecio le afectó y el ingeniero italiano decidió vender aquel ajuar y enterrar parte de sus restos en un lugar desconocido. Tan solo conservó el cráneo, la mandíbula y la espada, que fueron donados al Museo Storico Nazionale dell'Arte Sanitaria.

Luciano Fattore (izquierda), un antropólogo independiente que ha trabajado sobre los restos cedidos por Matrone y que ha estudiado a las víctimas del Vesubio durante más de 20 años, sugiere ahora también, un siglo después, que el cráneo podría pertenecer, efectivamente, a Plinio. La mandíbula, en cambio, no, ya que los análisis confirmaron que no encaja en la calavera y, sobre todo, que pertenecía a una persona de raza negra.
«Quizás, el cráneo estaba incompleto cuando Matrone lo encontró y volvió a armarlo tomando prestada otra mandíbula», declaró al diario La Stampa Andrea Cionci (derecha), el historiador del arte que ha informado sobre el hallazgo. Esto arroja un dato que podría respaldar la hipótesis, ya que se sabe que «un tercio de los marineros que acompañaba al naturalista eran africanos», añadió este.

Entre los datos que apoyan esta teoría, que a lo largo de un siglo no ha dejado de ser un misterio a pesar de las innumerables investigaciones que se han realizado sobre Pompeya, Fattore descubrió en primer lugar que los restos fueron descubiertos en una capa de cenizas del Vesubio. Esto evidencia que el individuo murió en la erupción, como se sabe por los documentos escritos que le ocurrió a Plinio el Viejo. Además analizó los isótopos de los dientes, según ha contado este investigador a Live Science. Se trata de una prueba muy fiable, puesto que estos átomos resisten muy bien el paso del tiempo y permiten descubrir determinados elementos del agua potable que se fijan al esmalte de la dentadura. De esta forma se puede establecer el radio en el que vivió la persona durante sus primeros años de vida. El resultado fue el norte de Italia, igual que Plinio, que pasó su infancia en la ciudad de Como.

Después estudió las suturas que unen los distintos huesos del craneales. Una prueba que se realiza para determinar la edad de los restos en el momento de su muerte. Una parte de dicho cráneo sugirió que la persona tenía entre 33 y 58 años, mientras que otra, entre 48 y 65 años. «Ambos rangos cubren la edad conocida de la muerte de Plinio», dijo Fattore acerca de los 56 años que tenía Plinio el Viejo en el momento de la erupción, aunque sea en un arco bastante amplio. También recurrió al habitual análisis de los dientes, que confirmó que el fallecido tenía poco más de 40 años, un resultado menos prometedor pero técnicamente posible.

Un escenario de la erupción de Pompeya. De la película «Pompeya 3d»

La investigación se presentó el 23 de enero en la Academy of History of Healthcare Art (ASAS), aunque todavía no ha sido publicada en una revista científica revisada por pares. «La única posibilidad de disminuir la incertidumbre de que estemos ante el cráneo de Plinio el Viejo sería reconstruir su linaje hasta hoy y comparar su genoma con el de un descendiente claro», aseguró Fattore sobre el que podía ser un nuevo e importante hallazgo acerca del desastre natural provocado por la erupción del Vesubio en el 79.

El último se produjo en octubre de 2018, cuando otro estudio publicado en la revista PLOS One reveló que algunas de las víctimas del Vesubio sufrieron una muerte mucho más horrible de la que se creía. Según los análisis realizados sobre los restos de un grupo de 300 habitantes que se refugió en 12 cámaras frente al mar cerca de Herculano, un equipo de científicos de la Universidad Federico II de Nápoles determinó cómo fueron sus últimos instantes antes de morir. Les cubrió una avalancha de flujos piroclásticos y provocó que les hirviera la sangre hasta hacer que sus cabezas explotaran.

Fuentes: abc.es | lastampa.it y lastampa.it | livescience.com | 5 de febrero de 2020

Hallan en Atenas decenas de tablillas de maldición de 2.500 años de antigüedad en un pozo de agua

Tabilla con una maldición contra la recién casada Glykera, centrándose en su vagina, y realizada por una mujer celosa de su matrimonio. Crédito: Dra. Jutta Stroszeck / Instituto Arqueológico Alemán.

Un equipo de arqueólogos encontró decenas de tablillas de maldición en un antiguo pozo de agua en Atenas, informa The Haaretz. Las pequeñas tablillas contienen inscripciones con antiguas maldiciones e "invocan a los dioses del inframundo".

El pozo, ubicado en el área de Kerameiko, sirvió como cementerio principal de Atenas hace unos 2.500 años. En la actualidad, fue excavado por primera vez en 2016, durante investigaciones sobre el suministro de agua a una casa de baños, a unos 60 metros más allá del Dipylon, la puerta de la ciudad en el camino a la Academia platónica. A pesar de más de un siglo de excavaciones en Kerameikos, el pozo no había sido excavado antes.
Tumbas en la sección clásica de la necrópolis de Kerameikos en Atenas. Crédito: Dr. Jutta Stroszeck / Instituto Arqueológico Alemán.

En aquel momento, expertos del Instituto Arqueológico Alemán en Atenas encontraron dentro del pozo un tesoro consistente en los más diversos artefactos, incluyendo tazas (skyphos), recipientes para mezclar vino (crátera), lámparas de arcilla, ollas de cocina, ollas especiales de arcilla de boca ancha para extraer agua, monedas y una caja de baratijas de madera. Pero el descubrimiento más emocionante fueron las 30 tablillas con maldiciones, hechas en plomo, que habrían envenenado el agua.

Una figura y un modelo de sarcófago hecho de plomo se encontraron en el fondo del pozo. Siglo V a.C. Crédito: Instituto Arqueológico Alemán.

Las tablillas fueron documentadas científicamente utilizando "imágenes de transformación de reflectancia", una nueva técnica de visualización digital que permite a los investigadores estudiar incluso las inscripciones más pequeñas grabadas en las caras de los artefactos. Los arqueólogos esperan obtener, en última instancia, el nombre de la ninfa del pozo, la naturaleza de las maldiciones y si los objetivos de los maleficios eran algunos de los famosos atenienses que vivían en la ciudad a finales del siglo IV a.C.

Nicho en el fondo del pozo. Crédito: Dr. Jutta Stroszeck / Instituto Arqueológico Alemán

¿Cómo terminaron en ese pozo?

Durante la época de Demetrio de Falero, quien gobernó Atenas entre los años 317-307 a.C., se promulgó una legislación que administraba los cementerios y se creó una nueva oficina de magistrados para supervisar el cumplimiento de la ley con respecto a las llamadas 'artes negras' o 'artes oscuras' (artes mágicas destinadas a provocar daño en cualquier persona), las cuales estaban mal vistas en Atenas. Una de las nuevas leyes prohibió la colocación de hechizos en las tumbas (se habían encontrado 35 en las tumbas de Kerameikos en excavaciones anteriores) y el público respondió al nuevo decreto lanzando tablillas de maldiciones a los pozos.

Quizás esto sucedió porque los ríos y los pozos no solo se consideraban protegidos por ninfas, sino que también se creía que proporcionaban "acceso directo" al inframundo, según explicó Jutta Stroszeck (izquierda), del Instituto Arqueológico Alemán, quien añade que "La persona que ordenaba una maldición nunca se menciona por su nombre, solo el destinatario"

"El agua, y en particular el agua potable, era sagrada en la religión griega, y estaba protegida por las ninfas, las cuales podían volverse muy traviesas cuando su agua era maltratada. Para apaciguar a estas diosas emocionalmente precarias, se arrojaban al pozo ofrendas como recipientes en miniatura que contenían líquidos y otros regalos.", detalló Stroszeck, agregando que "arrojar una tablilla de maldición a un pozo significaba 'activarla'".


Tablilla de plomo con un hechizo contra Pytheas et al., ordenado por un oponente del mismo en un tribunal de justicia ateniense. Crédito: Dra. Jutta Stroszeck / Instituto Arqueológico Alemán.

Razones para maldecir

Los arqueólogos dicen que había cuatro razones principales en la Antigua Grecia para maldecir a alguien: ganar una demanda (maldiciendo la lengua y las manos del oponente, por ejemplo), tener éxito en los negocios (maldiciendo a orfebres, banqueros, prostitutas y proxenetas, etc.), vencer en competencias deportivas e imponerse en cuestiones generales de amor y odio.
Los antiguos griegos generalmente contrataban escritores profesionales de maldiciones, que, según se creía, tenían poderes sobrenaturales. Por lo general, las tablillas de maldición se doblaban y perforaban con un clavo de hierro, y algunas veces eran clavadas en el ataúd de madera de un fallecido.

Tableta maldita en forma de hígado, Kerameikos. Crédito: Dr. Jutta Stroszeck / Arco Alemán.

Debido a la superstición reinante de que las almas de ciertos tipos de muertos (un niño, una persona soltera joven, o alguien que hubiera muerto con violencia, como víctimas de asesinato o bajas de guerra) permanecían activas alrededor de las tumbas por un tiempo después de la muerte, las mismas se creía eran portadoras adecuadas para llevar las maldiciones al inframundo, donde con suerte los dioses ctónicos harían lo que se les pedía.

Fuentes: actualidad.rt.com | haaretz.com | 5 de febrero de 2020

¿Un Stonehenge en Forcarei (Pontevedra)?

En la parroquia de Pardesoa (Forcarei, Pontevedra), existen vestigios de un yacimiento arqueológico en el que los investigadores han encontrado grandes similitudes formales con las estructuras neolíticas de las islas británicas denominadas henge. Como la mundialmente conocida Stonehenge, que cada año atrae a millones de visitantes.

El descubridor de la estructura es el investigador Antón Costa que, como miembro de la sección de Prehistoria y Arqueología del Instituto Padre Sarmiento de Estudos Gallegos del CSIC, mediados los años setenta tuvo acceso a las copias de las fotos procedentes del vuelo realizado por Estados Unidos en julio de 1957. Esas fotos y el uso de un visor estereoscópico le permitieron descubrir, por pura casualidad, una figura en territorio forcaricense que entonces no supo identificar y que cuarenta años después dio a conocer.

Foto: Imagen datada del 1957 hecha por la tropa marina de norteamérica.

Como el propio investigador describió en su blog en septiembre del 2018, se trata de un recinto circular de unos 110 metros de diámetro unido a una avenida rectilínea de unos 170 metros de longitud y 25 metros de ancho que parece penetrar en el interior del recinto -con un quiebro dirigido hacia la derecha- flanqueada por dos pequeños muros. A la derecha del recinto principal se aprecia una pequeña estructura circular de unos veinte metros de diámetro. Asimismo, perpendicular a la avenida, dos muros delimitan una figura trapezoidal de unos 75 x 30 metros, con una división interior.

Antón Costa encuentra una gran semejanza entre esta estructura con las denominadas henge de las islas británicas y también con el yacimiento A Roda de Barreiros (Lugo) (derecha).

Un henge es una estructura prehistórica en forma circular u ovalada -más raramente puede ser rectangular- formada por un foso y un terraplén que la delimitan. Puede contar con una vía pétrea de acceso. En algunos casos presenta una marcada orientación astronómica que puede definir una función calendárica o ritual, según apunta Antón Costa. Estas construcciones son frecuentes en las islas británicas, pero en Galicia se ha descubierto también alguna, como es el caso de la Roda de Barreiros o la construcción de Adai, ambas en la provincia lucense.

Fuente: lavozdegalicia.es| 31 de enero de 2020

El gigantesco tesoro de 70.000 monedas celtas que entra en el Guinness de los récords

Parte del tesoro hallado en Jersey.


Durante siglos el Imperio romano se expandió por todo el continente europeo y parte de África y Oriente Medio. No obstante, hubo un territorio que ofreció una gran resistencia y que jamás pudieron controlar con totalidad. Gran Bretaña, lo que ellos llamaban Britania, jamás pudo ser consolidada por los romanos en su conjunto. En el inicio de su conquista, las tropas romanas del dictador Julio César pretendían comenzar la ofensiva desde el sur, y, la isla de Jersey, situada en el canal de la Mancha, era uno de los territorios más cercanos a la Galia. Sus tesoros corrían peligro.

De esta manera, los lugareños, celtas, decidieron enterrar 70.000 monedas para que, llegado el caso, los legionarios no les saquearan. Así, tras 2.000 años bajo tierra, los descubridores de metales Richard Miles y Reg Mead encontraron el que está considerado como el mayor tesoro escondido de monedas celtas del mundo. Este hecho sucedió en 2011 y nueve años después las monedas valoradas en 10 millones de libras ha sido reconocido oficialmente como el tesoro más grande de este tipo que se ha recuperado en las Islas Británicas.


El número final de monedas encontradas en la colección asciende a un total de 69.347, exactamente, estableciendo un récord mundial Guinness. El hallazgo supera el récord anterior de la colección más grande de monedas de la Edad del Hierro de 54.951 encontradas hace más de 40 años en Wiltshire. Tal y como explica el diario británico The Times, Olga Finch, conservadora de Jersey Heritage, comenta que se muestran "encantados de que un hallazgo arqueológico tan impresionante haya sido descubierto, examinado y exhibido en Jersey".

Por otra parte, el mayor tesoro de monedas del mundo encontrado hasta ahora fue en Bruselas en 1908, cuando se descubrieron nada más y nada menos que 150.000 monedas de plata medievales que datan del siglo XIII.

Disputa arqueológica

¿A quién le corresponde la propiedad del tesoro? ¿A los hombres que lo encontraron o a las autoridades? Tras tres décadas de búsqueda Richard Miles y Reg Mead encontraron el valioso tesoro. El problema se centra en que Jersey, que no forma parte de Reino Unido ni de la Unión Europea, aunque sí es una dependencia de la Corona británica, no cuenta con ningún procedimiento para proteger los elementos de patrimonio histórico hallados en su territorio.

Las autoridades de la isla se enfrentaron entonces a dos posibles soluciones: o seguir el modelo francés según el cual quien encuentra algo se queda con él, o el británico, con lo que las monedas pasarían a ser administradas por el British Museum. Por el momento, algunas de las monedas se exhiben en el Museo La Hougue Bie, en la parroquia de Grouville, en Jersey.


Finalmente, ha sido declarado "tesoro" según lo definido por la Ley del Tesoro de 1996, lo que significa que pertenece oficialmente a la Reina, aunque los descubridores tienen derecho a una recompensa. Mead y Miles, sin embargo, esperan que su tesoro permanezca en Jersey.

Fuentes: elespañol.com | dailymail.co.uk | 3 de febrero de 2020