Descubren los restos de la capital perdida del antiguo reino maya de Sak Tz'i

Un mapa del lugar de excavación. La estructura en forma de herradura a la izquierda es el área del palacio. En el extremo derecho, en el centro, se encuentra la Plaza de los Monumentos. Crédito: Charles Golden.

Un equipo de arqueólogos ha descubierto los restos de la milenaria capital perdida de un antiguo reino maya bajo las tierras de un ganadero en el estado de Chiapas, en el sureste de México.
El yacimiento, llamado Lacanja Tzeltal para la comunidad moderna cercana, fue la capital del reino Sak Tz'i, fundado hacia el 750 a.C., y habitado durante un milenio. Los arqueólogos la han estado buscando desde 1994 cuando identificaron referencias en inscripciones encontradas en otros sitios de excavación maya, aunque también se menciona en esculturas alojadas en museos de todo el mundo.

Sak Tz'i no fue el reino más poderoso de los reinos mayas, y los restos que se han encontrado son modestos en comparación con Chichén Itzá o la cercana Palenque. Sin embargo, el hallazgo de su capital arroja valiosa luz sobre el conocimiento de la cultura y la política mayas.
El profesor asociado de arqueología de la Universidad de Brandeis, Charles Golden (izquierda), en colaboración con el bioarqueólogo Andrew Scherer (derecha), de la Universidad Brown, y un equipo de investigadores de México, Canadá y Estados Unidos, comenzaron a excavar el sitio en junio de 2018.

Entre sus descubrimientos, que se publican ahora en Journal of Field Archaeology, se encuentran varios monumentos mayas (restos de pirámides, un palacio real y una cancha de pelota), uno de los cuales tiene una importante inscripción que describe rituales, batallas, una serpiente de agua mítica y la danza de un dios de la lluvia.

Hasta ahora, se han encontrado docenas de esculturas entre las ruinas del sitio Sak Tz'i ', aunque muchas han sido dañadas por saqueadores o degradadas durante milenios por la lluvia, los incendios forestales y la exuberante vegetación tropical.

A la izquierda, dibujo de una tableta encontrada en el sitio. Derecha, un modelo digital en 3-D. Crédito: Stephen Houston (Universidad de Brown) / Charles Golden (Brandeis).

En la parte inferior de esta tableta hay una figura real danzante. Los mayas creían que la realeza podía convertirse o transformarse en un dios. En este caso, el gobernante o rey está vestido como el dios de la lluvia Yopaat. En su mano derecha lleva un hacha, que es el rayo de la tormenta, atributo también del dios K'awill, igualmente identificado con las serpientes, la fertilidad y el maíz. Y en su mano izquierda lleva una "manopla", un guantelete de piedra o garrote usado en el combate ritual.

La vida en Sak Tz'i

A través de estos hallazgos, los especialistas han ido desentrañando cómo era la vida en la capital de este reino, cuyo significado es "reino blanco".

Los plebeyos vivían en el campo cosechando una gran variedad de cultivos y fabricando cerámica y herramientas de piedra. Golden y sus colegas han encontrado los restos de lo que probablemente era el mercado de la ciudad donde se vendían estas piezas.
La estrecha cancha de pelota era utilizada para juegos ceremoniales en los que un balón de goma sólido, que podía llagar a pesar hasta nueve kilos, era llevado de un lado a otro por los jugadores usando sus caderas y hombros. Asistían a ellos habitantes de todo el reino.

En el extremo noreste de la ciudad se encuentran las ruinas de una pirámide de unos 14 metros de altura y varias estructuras circundantes que sirvieron como residencias de élite y enclaves para rituales religiosos.


Restos arquitectónicos hallados en Sak Tz'i.

El centro neurálgico de la actividad religiosa y política era la "Plaza Muk'ul Ton", o Plaza de los Monumentos, un patio donde la gente se reunía para las ceremonias. Una escalera conduce desde la plaza a una plataforma altísima, donde los templos y las salas de recepción estaban dispuestos y miembros de la familia real reunían a la corte y pudieron haber sido enterrados.

Sak Tz'i tuvo la desgracia de estar rodeado por todos lados por estados más poderosos. Para los habitantes de la capital y el campo, esto significaba la amenaza perpetua de la guerra y las interrupciones violentas de la vida cotidiana. Con el fin de defenderse, construyeron muros de mampostería, de los que también han encontrado huellas este equipo de especialistas.

Estas fortificaciones no siempre fueron efectivas. Las inscripciones en un monumento hablan de un momento en que al menos una parte de la ciudad fue incendiada durante un conflicto con reinos vecinos. En última instancia, la supervivencia de Sak Tz'i 'puede haber dependido tanto de su capacidad para hacer las paces con sus vecinos como de enfrentarse a ellos.

Schroder (izquierda) y Scherer (derecha) excavan en la zona del juego de pelota que rodearon con una cerca para mantener alejadas a las vacas entrometidas.

Golden dice que esta es una de las razones por las que Sak Tz'i 'tiene tanto interés para los investigadores, pues se sabe muy poco acerca de cómo los reinos mayas de mediana categoría maniobraron y lograron persistir ante las hostilidades constantes de los reinos más poderosos.
Golden ha comparado este hallazgo con tratar de interpretar un mapa de la Europa medieval a partir de documentos históricos y leer, de repente, sobre un lugar llamado Francia. En este sentido, Golden y su equipo es como si hubieran han localizado Francia. "Es una pieza grande del rompecabezas", ha afirmado Golden en un comunicado.

Fuentes: abc.es | brandeis.edu | 13 de marzo de 2020

El esmalte de los homínidos de Atapuerca crecía más rápido que el de los humanos modernos

El Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) acaba de publicar en la revista Scientific Reports un artículo liderado por el paleoantropólogo Mario Modesto-Mata, que por primera vez aborda el conteo de los dos tipos de líneas de crecimiento que se observan en el esmalte de los dientes de los homínidos del Pleistoceno Inferior y Pleistoceno Medio de Europa. En particular, esta investigación se ha centrado en las especies reconocidas en los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Los resultados indican que el crecimiento del esmalte de estos homininos podría ser hasta un 25% más rápido que en Homo sapiens.


En este trabajo, en el que también han participado la Universidad de Nueva York y el University College London, entre otras instituciones, se estudia en detalle la formación del esmalte de los homínidos de Atapuerca, tanto de los yacimientos de la Sima del Elefante (1,2 millones de años), como de Gran Dolina-TD6 (Homo antecessor: 850.000 años) y de la Sima de los Huesos, (430.000 años), así como una colección relativamente amplia de dientes de Homo sapiens.
Como explica Modesto-Mata (izquierda), “los dientes crecen como las cebollas, los troncos de los árboles, las estalactitas, el pelo…, es decir, a capas y con intervalos regulares de formación, y es precisamente esa forma de crecer lo que nos permite identificar las diferentes líneas de crecimiento del esmalte”.

Existen dos tipos de líneas de crecimiento en el esmalte que permanecen inalteradas durante toda la vida: las estrías cortas y las estrías largas. Las estrías cortas, técnicamente denominadas estrías transversales, se forman cada día (crecimiento circadiano) mediante la deposición de proteínas específicas por parte de los ameloblastos, que son las células encargadas de formar esmalte. Cuando las proteínas cristalizan se puede observar una distancia de unas pocas micras entre cada dos estrías transversales. Aproximadamente, cada 7-8 días cesa la labor de los ameloblastos durante un corto espacio de tiempo.

Ese breve parón da lugar a la formación de las estrías largas, unas estrías visibles con microscopios de pocos aumentos que describió Anders Retzius ya en el siglo XIX. Entre cada dos estrías de Retzius se contabilizan unas 7 u 8 estrías transversales, lo que permite saber con mucha precisión el tiempo de formación del esmalte de los dientes. Ese número, que se denomina periodicidad, es constante en todos los dientes de un mismo individuo, y parece ser diferente en cada especie de homínidos.


Las líneas de Atapuerca

Los datos observados en esta investigación sugieren que la periodicidad era menor en especies ancestrales, como las que vivieron en la sierra de Atapuerca. Es decir, el esmalte de los dientes de los humanos recuperados en los yacimientos de la Sima del Elefante, Gran Dolina y Sima de los Huesos se formaba con mayor rapidez que en las poblaciones humanas actuales. “Las estimaciones realizadas en este trabajo indican que las coronas de los dientes de especies como Homo antecessor se formaban hasta un 25% más rápido que las de los humanos recientes”, señala Modesto-Mata.

Uno de los principales problemas al que se han enfrentado los autores ha sido el hecho de trabajar con dientes gastados por efecto de la masticación de los alimentos. Una parte de las estrías de crecimiento desaparecen al mismo tiempo que el esmalte se va gastando por el uso. “Para solventar este problema desarrollamos una técnica estadística basada en regresiones polinomiales que nos permite estimar el porcentaje de esmalte perdido, y así poder compensar las líneas de crecimiento desaparecidas” explica Modesto-Mata.

Los datos obtenidos en esta investigación, sumados a otros estudios en curso sobre el desarrollo dental relativo y el crecimiento de las raíces, podrían sentar las primeras evidencias sólidas para demostrar un avance en la madurez esquelética de las especies obtenidas en los yacimientos de la sierra de Atapuerca. “Si es así, estos humanos llegaban a la edad adulta varios años antes que nosotros”, concluye Modesto-Mata.

Cantabria participa en una investigación sobre el arte rupestre en Georgia

Figuras talladas en piedra cerca de la ciudad georgiana de Trialeti. Foto: Oficina de prensa de la Agencia de Patrimonio Cultural de Georgia.

El Museo de Altamira, el de Prehistoria, la Red Cántabra de Desarrollo Rural y la empresa Gimgeomatics, entre otros expertos internacionales, participarán este verano en un proyecto internacional para el estudio y puesta en valor del arte prehistórico de Georgia.

El Museo de Altamira acogió este martes una reunión internacional de arqueólogos y gestores de museos y sitios de arte rupestre de Portugal, España y Georgia en la que un grupo de once expertos analizaron la solicitud realizada por el Ministerio de Cultura del país caucásico para que un equipo internacional impulse un ambicioso plan de estudio, conservación y puesta en valor del área arqueológica de Trialeti. La idea es que estos investigadores colaboren además en la formación de estudiantes y funcionarios del país para que Georgia cuente con equipos humanos bien formados para la gestión integral de este frágil patrimonio.

Los directores del Museo de Altamira y del Mupac, Pilar Fatás y Roberto Ontañón respectivamente, actuaron como anfitriones de los expertos internacionales en esta sesión preparatoria de los trabajos de estudio y diseño de parques arqueológicos rupestres que el equipo internacional reunido por el Itinerario de Arte Rupestre del Consejo de Europa desarrollará en Georgia en los próximos años.

Pilar Fatás y Roberto Ontañón, en el centro, con el resto de participantes en la reunión. / DM

Los trabajos serán dirigidos por el jefe del Servicio de Arqueología de la Junta de Extremadura, Hipólito Collado, una de las figuras más relevantes en el estudio del arte de la Prehistoria de Europa. Según relata la Red Cántabra de Desarrollo Rural, a finales de 2019, la Agencia Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural de Georgia se dirigió al Itinerario Cultural 'Caminos de Arte Rupestre Prehistórico' con el fin de recabar su colaboración para la puesta en marcha de un programa de estudio y puesta en valor de su patrimonio rupestre prehistórico, tomándose el área de Trialeti (en el sur del país) como primer objetivo.

Las muestras Trialeti de figuras talladas se agregaron a los CoE Prehistoric Rock Art Trails en 2017. Imagen a través de Rutas culturales de Georgia.

A esta llamada, respondieron de inmediato los socios de Cantabria así como otras instituciones de diversos países integradas en el Itinerario Cultural del Consejo de Europa. Tanto la Consejería de Cultura, con el Mupac como institución de referencia, como el Museo de Altamira, se pusieron a disposición de las autoridades georgianas y por esa razón Cantabria acogió la reunión preparatoria de lo que será la primera campaña de trabajo el próximo verano.

Formas de ciervo encontradas en Trialeti. Foto: Oficina de prensa de la Agencia de Patrimonio Cultural de Georgia.

El proyecto de trabajo consensuado en Altamira es una propuesta de estudio y socialización de este complejo arqueológico a desarrollar en los próximos seis años en un marco de colaboración entre el equipo internacional de investigación y el Ministerio de Cultura de Georgia. Los resultados constituirán la base para la construcción y desarrollo del nuevo Parque Arqueológico de Trialeti, que el Ministerio de Cultura georgiano tiene previsto inaugurar en 2025, a la par que elaborará el expediente para solicitar a la Unesco la inclusión de éste complejo rupestre en la lista del Patrimonio Mundial.
Las tallas presentan formas variadas de fauna local. Foto: Oficina de prensa de la Agencia de Patrimonio Cultural de Georgia.

Georgia es un país con un importante Patrimonio Cultural, sin embargo, en lo arqueológico aún precisa de una extensa labor de catalogación y estudio, siendo su arte rupestre un elemento escasamente reconocido.

Fuentes: eldiariomontanes.es | travelingeorgia.com | agenda.ge | 13 de marzo de 2020

El georradar confirma en Alcalá la Real la existencia de una villa romana en Fuente Álamo

La exploración con georradar en la zona arqueológica de Fuente Álamo, en Alcalá la Real (Jaén), ha localizado estructuras que, al parecer, forman parte del mismo complejo que fue explorado a principios del año 2000. Si se confirman los resultados, estaría más cerca de confirmarse la existencia de una villa romana, tal y como indica el Ayuntamiento en un comunicado.
En esta ocasión, los investigadores han localizado muros a unos 20 y 80 centímetros de profundidad. En la parte de mayor profundidad se han descubierto anomalías que podrían indicar la presencia de estructuras del edificio muy localizadas. Y, según traslada el equipo de Gobierno, han detectado zonas que apuntan a la presencia de pavimentos o techo de acumulaciones de derrumbe.

La investigación, impulsada por el Ayuntamiento y el Instituto de Estudios Giennenses, estudia la zona arqueológica de Fuente Álamo, emplazada sobre una loma en el arroyo del Rodeo. Destacan dos asentamientos. Uno, de época romana, se correspondería con la presencia de un importante complejo productivo rural, centrado en la producción agropecuaria y metalúrgica. "En esta zona destacan estructuras de gran porte y calidad constructiva, con grandes muros de sillares y restos de columnas, junto a elementos agrícolas como balsas, cisternas, piletas de decantación, piedras de molino y restos de doliae de almacenaje", detalla el Ayuntamiento.


El segundo hito histórico que presenta la zona arqueológica de Fuente Álamo, es un asentamiento medieval, en el que está enclavada su torre atalaya, inscrita como Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento. Igualmente se localiza una necrópolis, compuesta por más de setenta restos.
"La recuperación de espacios patrimoniales a lo largo y ancho de todo el término de Alcalá la Real es un objetivo que desde el Ayuntamiento no perdemos de vista, en pro del turismo y la propia identidad de los alcalaíno", expresa Marino Aguilera, munícipe local.

El área de Patrimonio estudia la posibilidad de ofrecer a universidades, tanto españolas como de fuera del país, acuerdos de colaboración para que las labores de excavación continúen. En esta ocasión, ha sido la Unidad de Arqueometría de la Universidad Complutense de Madrid, quien se ha encargado del desarrollo de la prospección, promovida por el Ayuntamiento de Alcalá la Real y el Instituto de Estudios Giennenses de la Diputación de Jaén, centrada en la zona limítrofe a los sectores ya excavados.

Fuente: lacontradejaen.com | 10 de marzo de 2020

La división de tareas en sociedades de cazadores-recolectores no depende de las capacidades de cada sexo

En los grupos actuales de cazadores-recolectores, las mujeres suelen transportar mayores cargas que los hombres, por lo que algunos científicos habían apuntado que ellas eran energéticamente más eficientes a la hora de realizar esas tareas.

El grupo de Paleofisiología y Ecología humana del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), liderado por los doctores Ana Mateos y Jesús Rodríguez, ha publicado un artículo en la revista American Journal of Human Biology, cuyos resultados muestran que hombres y mujeres gastan la misma energía transportando una carga de un determinado peso.
Para llevar a cabo esta investigación se diseñó un estudio en el que se comparaba gasto energético durante el transporte de cargas en hombres y mujeres, midiendo diferentes parámetros corporales. En las pruebas, desarrolladas en el Laboratorio de BioEnergía del CENIEH, han participado 48 voluntarios de ambos sexos.

En realidad, el gasto energético depende solo del tamaño corporal del individuo, no de su sexo. Como explica Olalla Prado, autora principal del artículo, “aparte de diferencias obvias en el tamaño corporal entre ambos sexos, no existen evidencias de una ventaja fisiológica que favorezca a las mujeres en el transporte de cargas”.

No obstante, pese a tener un tamaño corporal menor, normalmente las mujeres transportan más peso que los hombres entre los grupos cazadores recolectores. En este sentido Ana Mateos señala que en grupos indígenas como los Ache, los Pumé, los Efe, los Hiwi o los Kung!, mujeres y hombres invierten diferentes tiempos en las tareas de buscar y transportar recursos. “Además, el gasto energético destinado a esas tareas depende también de sus habilidades y de su estado fisiológico y/o reproductivo”, añade.

Por tanto, esa división del trabajo debe explicarse por otros factores. En esas sociedades, las mujeres se dedican a labores que entrañan un menor riesgo, aunque no menos importantes, mejorando de esta manera la viabilidad del grupo. Es esencial asegurar el éxito reproductivo; el periodo de lactancia es largo y los niños deben permanecer cerca de sus madres en sus primeros años de vida. Exponer a mujeres embarazadas o a niños a actividades de riesgo tendría consecuencias funestas para el grupo.
“Por eso, es mucho más eficaz una división de tareas como la que se observa en esos grupos, sin que ello responda a diferencias en la capacidad de uno u otro sexo para llevarlas a cabo”, concluye Jesús Rodríguez.

Fuente: cenieh.es| 9 de marzo de 2020

Tratan de resolver los misterios que rodean a los esferoides de piedra de 1,5 millones de años hallados en algunos yacimientos

Pequeña muestra de esfereoides encontrados en el yacimiento de Ubeidiya, Israel

Las bolas de piedra están presentes en algunos conjuntos de herramientas de piedra de tecnología olduvayense y achelense, los complejos culturales humanos más antiguos conocidos por la humanidad que datan de alrededor de 1,5 millones de años. Su presencia ha intrigado a los investigadores durante más de medio siglo y, aún así, se sabe poco acerca de cómo y por qué adquirieron esta forma, o cuáles podrían haber sido sus usos.

Aunque algunos expertos de la comunidad científica creen que estas herramientas, conocidas como esferoides, fueron fabricadas intencionalmente, otros afirman que su forma se obtuvo accidentalmente a través de actividades de percusión. Además, algunos investigadores han propuesto que su morfología puede reflejar una función específica, o tal vez incluso algún tipo de norma social o simbólica.

Ahora, un equipo de especialistas catalanes e israelíes intentará encontrar respuestas a las preguntas que rodean a los esferoides mediante el análisis de más de 200 morfotipos encontrados en el yacimiento de Ubeidiya (Israel). Quieren averiguar si estos objetos fueron fabricados intencionalmente utilizando una secuencia operativa específica, si son el resultado de un uso intensivo de golpes, o si fueron utilizados como piedras de martillo. Se planean diferentes experimentos para obtener resultados que ayuden a determinar si los esferoides son el resultado de un complejo esquema cultural que involucra planificación mental.

Los estudiantes de doctorado Antoine Muller (HUJI) y Stefania Titton (URV) en el Laboratorio de Arqueología Computacional de la Hebrew University of Jerusalem analizando imágenes digitales obtenidas a partir de los esferoides de Ubeidiya, Israel.

Este es el objetivo del Proyecto de Esferoides del Paleolítico Inferior (LPSP ), dirigido por la investigadora del IPHES Deborah Barsky ( Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social ) y profesora asociada de la URV (Universidad Rovira i Virgili de Tarragona), en colaboración con la Computational Laboratorio de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén (CAL-HUJI, Israel) y Tel Hai College (Alta Galilea); financiado por la Fundación Gerda Henkel (Alemania).

Robert Sala, Josep Maria Vergès y Stefania Titton se encuentran entre los miembros participantes del IPHES y la URV (Universidad Rovira i Virgili de Tarragona), con Leore Grosman y Antoine Muller de CAL-HUJI, y Gonen Sharon de THC.

Este equipo internacional tiene como objetivo aplicar las nuevas metodologías analíticas ofrecidas por el Laboratorio de Arqueología Computacional (CAL) de la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel) a un conjunto de más de 200 herramientas de piedra caliza esferoidal del sitio Achelense temprano de Ubeidiya (Israel), las cuales datan de hace aproximadamente 1,5 millones de años, con el propósito de desarrollar un holotipo metodológico para futuras interpretaciones.

Imagen digitalizada de un esferoide realizado en piedra caliza encontrado en el yacimiento de Ubeidiya (Israel), con los datos dimensionales asociados.

En la primera fase de este proyecto, Deborah Barsky, investigadora principal del proyecto, y Stefania Titton (estudiante de doctorado de la URV), viajaron recientemente a Jerusalén para trabajar con expertos de la CAL (HUJI) y crear modelos de artefactos digitalizados en 3D de alta precisión para el estudio de su morfometría geométrica utilizando el software informático asociado desarrollado y proporcionado por este instituto. También durante esta visita, Stefania Titton pronunció una conferencia sobre tecnología olduvayense europea a la que asistieron miembros del Departamento de Arqueología del HUJI.

La próxima fase del proyecto será reproducir experimentalmente las morfologías esferoides utilizando la misma piedra caliza que la del yacimiento de Ubeidiya. Esta investigación permitirá a los investigadores recopilar datos informáticos obtenidos de la reproducción digital de los esferoides arqueológicos y experimentales. A continuación, estos datos serán almacenados y compartidos entre los investigadores que trabajan en temas similares.

Se espera que las contribuciones de este proyecto proporcionen una metodología operativa multidisciplinaria para definir y analizar los esferoides de manera más objetiva, ampliando nuestra comprensión de su presencia durante la transición de la tecnología olduvayense a la achelense en el registro arqueológico global.

Fuente: iphesnoticias.blogspot.com| 9 de marzo de 2020

Las cuentas de cáscaras de huevos de avestruz se utilizaron para consolidar las relaciones sociales en África durante más de 30.000 años

Ejemplo de una cuenta de cáscara de huevo de avestruz. Crédito: John Klausmeyer, Yuchao Zhao y Brian Stewart.

Un zona de hierba crece sobre un afloramiento de esquisto hace 33.000 años. Un avestruz picotea esta hierba, y los átomos del esquisto y la hierba se convierten en parte de la cáscara de los huevos que pone el avestruz.

Una mujer de un grupo de cazadores-recolectores que vive en el desierto de Karoo del sur de África encuentra un huevo. Para comérselo ella rompe el caparazón en varios pedazos. Luego los perfora y los ensarta en un trozo de tendón y los conserva como una cadena de cuentas o abalorios.
Posteriormente, ella regala los adornos a amigos que viven en el este, donde las precipitaciones son más altas, a fin de reafirmar las relaciones importantes que mantiene con ellos. A su vez, sus amigos hacen lo mismo, hasta que las cuentas finalmente terminan en grupos distantes que viven en lo alto de las montañas orientales.

33.000 años después, un investigador de la Universidad de Michigan encuentra tales cuentas o abalorios en lo que ahora es Lesoto, y al medir los átomos de las mismas, proporciona nuevas evidencias de dónde se hicieron estos adornos y durante cuánto tiempo fueron usados por los cazadores-recolectores como un tipo de moneda social.

En un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Science (PNAS), el arqueólogo paleolítico de la Universidad de Michigan, Brian Stewart (izquierda), junto con sus colegas, establecen que la práctica de intercambiar dichos adornos a largas distancias abarca un período de tiempo mucho más largo de lo que se pensaba anteriormente.

"Los humanos son simplemente animales sociales extravagantes, y eso se remonta a estas fuerzas profundas que seleccionaron para maximizar la información, información que habría sido útil para vivir en una sociedad de cazadores-recolectores de hace 30.000 años y antes", dice Stewart.

"Las cuentas o abalorios de cáscaras de huevos de avestruz básicamente actuaban como si fueran versiones del 'Me gusta' de Facebook o Twitter en la Edad de Piedra, afirmando así, simultáneamente, las conexiones de intercambio con diversas gentes, al tiempo que se alertaba a otros sobre el estado de esas relaciones".

Lesotho es un pequeño país de cadenas montañosas y ríos. Tiene el promedio más alto de elevación del continente africano, y ha sido un lugar formidable para que los cazadores-recolectores pudieran vivir, dice Stewart. El agua dulce que fluye por el país y los cinturones de recursos, estratificados por la elevación de la región, proporcionaron protección contra los cambios climáticos para quienes vivían allí hace ya 85.000 años.

Cuentas hechas de cáscaras de avestruz. Crédito: John Klausmeyer, Yuchao Zhao y Brian Stewart.

Los antropólogos saben desde hace tiempo que los cazadores-recolectores contemporáneos usan cuentas de cáscaras de huevos de avestruz para establecer relaciones con los demás. En Lesotho, los arqueólogos comenzaron a encontrar pequeños adornos hechos con este tipo de cáscaras. Pero ocurre que las avestruces no suelen vivir en ese entorno, y los arqueólogos no han encontrado, por tanto, evidencias de que tales adornos se hicieran en esa región.

Así es que, cuando los arqueólogos comenzaron a descubrir la existencia de cuentas de cáscaras de huevos sin evidencias de su producción, sospecharon que las mismas habían llegado a Lesotho a través redes de intercambio. En consecuencia, analizar dichas cuentas o abalorios mediante la observación de sus isótopos de estroncio permitiría a los arqueólogos determinar con precisión dónde se hicieron.

El estroncio-87 es el isótopo hijo del elemento radiactivo rubidio-87. Cuando el rubidio-87 se descompone produce estroncio-87. Las rocas más antiguas, como el granito y el gneis, tienen más estroncio que las rocas más jóvenes, como el basalto. Cuando los animales se alimentan en un paisaje, estos isótopos de estroncio se incorporan a sus tejidos.

Los arqueólogos trabajando en los refugios rocosos de Sehonghong y Melikane. en el sur de África. Crédito: Brian Stewart.

Lesotho está aproximadamente en el centro de una formación geológica en forma de ojo de buey llamada Supergrupo Karoo. El centro montañoso de esta zona es de basalto procedente de erupciones volcánicas relativamente recientes, las cuales formaron las tierras altas de Lesoto, al tiempo que, rodeando Lesoto, hay bandas de rocas sedimentarias mucho más antiguas. El anillo más externo de la formación oscila entre 325 y 1.000 kilómetros de distancia de Lesoto.

Para evaluar dónde se hicieron las cuentas o abalorios de cáscaras de huevos de avestruz, el equipo de investigación estableció una línea de base de las relaciones de isótopos de estroncio, es decir, determinar cuánto estroncio está disponible en un lugar determinado utilizando muestras de vegetación y del suelo, así como muestras de esmalte de dientes de roedores modernos en ejemplares de museos obtenidos en Lesoto y sus alrededores.

Según sus análisis, casi el 80% de las cuentas o abalorios que los investigadores encontraron en Lesoto no podían haberse originado a partir de huevos de avestruces que hayan vivído cerca de donde se encontraron las mismas.

"Estos adornos provenían, consecuentemente, de distancias muy largas", aduce Stewart. "La cuenta más antigua de nuestra muestra tenía el tercer valor de isótopo de estroncio más alto, por lo que también es una de las más exóticas".

Stewart descubrió que algunas cuentas o abalorios no podían provenir a menos de 325 kilómetros de Lesoto, sino que habrían sido hechas a una distancia de hasta 1.000 kilómetros. Sus hallazgos también establecen que estas cuentas se intercambiaron durante un periodo de agitación climática, hace aproximadamente entre 59.000 y 25.000 años. El uso de estas cuentas o abalorios, destinado a establecer relaciones entre los grupos de cazadores-recolectores, aseguraba el acceso de un grupo a los recursos que disponían los demás cuando el clima de una región empeoraba.

Los arqueólogos trabajando en los refugios rocosos de Sehonghong y Melikane. en el sur de África. Crédito: Brian Stewart.

"Lo que sucedió hace 50.000 años fue que el clima estaba experimentando enormes cambios, por lo que podría no ser solo una coincidencia que sea exactamente en esos momentos cuando se intercambiaban estas cuentas", argumenta Stewart. "Semejantes redes de intercambio podían usarse para obtener información sobre los recursos, la condición de los entornos, los animales, los alimentos vegetales, así como sobre otras personas e incluso para encontrar cónyuges".
Stewart afirma que, si bien los arqueólogos han aceptado durante mucho tiempo que estos artículos de intercambio suelen unir a las personas de los paisajes del Kalahari etnográfico, ahora tienen la evidencia firme de que estas cuentas o abalorios se intercambiaron a grandes distancias no solo en el pasado, sino durante un largo período de tiempo.

"Este estudio coloca otra pieza en el rompecabezas de cómo hemos persistido más tiempo que todas las demás especies humanas, y por qué acabamos convirtiéndonos en la única especie dominante del globo terráqueo", concluye Stewart.

Fuente: University of Michigan | 9 de marzo de 2020