Descubren en el Museo de Perth, (Escocia) unas pinturas dentro del sarcófago de una sacerdotisa

El sarcófago perteneció a una sacerdotisa tebana llamada Ta-Kr-Hb. Foto: Museo de Perth

En el Museo y Galería de Arte de Perth, en Escocia, se está llevando a cabo una interesante exposición sobre una momia egipcia de tres mil años de antigüedad que allí se conserva. Durante su trabajo, los conservadores de la institución se han encontrado con una agradable sorpresa. Mientras manipulaban la momia para retirarla del sarcófago y proceder a su estudio y conservación descubrieron en su interior una serie de coloridas pinturas.

Hasta ahora, los investigadores no habían retirado a la momia que se hallaba en el interior del ataúd (que había permanecido cerrado durante más de cien años) debido a su frágil estado de conservación. Ahora, en el marco de la muestra Conservation in Action: Saving the Perth Mummy (Conservación en acción: salvando la momia de Perth), este descubrimiento ha maravillado a los investigadores. "Fue una gran sorpresa ver aparecer estas pinturas", declaró Mark Hall, jefe de colecciones del museo.

UNA DIOSA OCULTA

El sarcófago, que perteneció a una sacerdotisa tebana llamada Ta-Kr-Hb, fue donado al museo de Perth por la Sociedad Alloa de Ciencias Naturales y Arqueología en 1936, después de que este fuera legado a dicha sociedad por William Bailey, quien lo habría comprado a un conservador del Museo Egipcio de El Cairo.

Este año, tras la apertura del sarcófago, los especialistas hallaron las figuras pintadas de su interior. Se trata de escenas religiosas en las que aparece la diosa Amentit, "la de Occidente", una divinidad que representa a las necrópolis (siempre situadas en el occidente, que es donde los egipcios pensaban que se hallaba el inframundo), y que ofrecía asistencia a las almas de los difuntos en su viaje al más allá. La figura de Amentit que aparece en el sarcófago se muestra en su perfil derecho y viste un ajustado vestido rojo. La diosa aparece sobre una plataforma y extiende ligeramente los brazos. Este tipo de imagen indicaría que el artista representó una estatua de esta divinidad.

Los conservadores han descubierto pinturas previamente desconocidas dentro de la momia egipcia Ta-Kr-Hb, de la colección del Museo y Galería de Arte de Perth, Escocia. Foto cortesía del Museo y Galería de Arte de Perth.

Los conservadores han descubierto pinturas previamente desconocidas dentro de la momia egipcia Ta-Kr-Hb, de la colección del Museo y Galería de Arte de Perth, Escocia. Foto cortesía del Museo y Galería de Arte de Perth.

En la base del ataúd también aparecen imágenes de esta diosa, pero su estado de conservación no es muy bueno ya que el fondo del sarcófago contenía restos de tierra, plantas e insectos. Los especialistas creen que el estudio de estos materiales, así como de la resina que se aplicó en las vendas que se usaron para momificar a Ta-Kr-Hb dará más detalles sobre el proceso de momificación y dónde estuvo su cuerpo.

Fuente: nationalgeographic.com | 6 de abril de 2020

Un investigador descubre una compleja cirugía cerebral en la Grecia del periodo Protobizantino

Vista ectocraneal del espécimen paleopatológico: a) la flecha roja apunta al orificio en el proceso mastoideo, y b) las dimensiones de la preparación quirúrgica periféricas a la trepanación. Crédito: Anagnostis P. Agelarakis / Universidad Adelphi.

Una nueva investigación de la Universidad de Adelphi (EE.UU) ha revelado el primer descubrimiento arqueológico evaluado de modo forense de los restos de un grupo de arqueros-lanceros montados a caballo, y sus parientes, del Imperio Romano del Oriente, esto es, procedentes del turbulento período Protobizantino durante los siglos IV al VII d. C.

En el sitio de Paliokastro, en la isla de Thasos, Grecia, se descubrieron diez restos óseos pertenecientes a cuatro mujeres y seis hombres que probablemente tenían una alta posición social. Sus huesos iluminan sus actividades físicas, sus traumatismos e incluso una forma compleja de cirugía cerebral.

"El lugar de enterramiento y la arquitectura de la iglesia funeraria monumental, así como la construcción de las tumbas es espectacular", dice el investigador principal Anagnostis Agelarakis (izquierda), profesor de Antropología en el Departamento de Historia de la Universidad de Adelphi, quien agregó que todo ello indica el alto estatus social de las personas enterradas allí.

La avanzada preservación de sus restos, y la impresionante ubicación y arquitectura de la iglesia funeraria monumental donde fueron enterrados, confirman dicho estatus en la región.

"De acuerdo con las características anatómico-esqueléticas de los individuos, tanto hombres como mujeres habían vivído vidas físicamente exigentes", señala el profesor Agelarakis. "Los casos de traumatismos graves sufridos tanto por hombres como por mujeres habían sido tratados de modo quirúrgico u ortopédico por un médico-cirujano muy experimentado y con una gran capacitación en el tratamiento de los mismos. Creemos que fue un médico militar".


Tumba debajo del piso del templo funerario (naiskos).

En cuanto a la cirugía cerebral observada, Agelarakis sugiere que "incluso a pesar de que podía de haberse estimado un pronóstico sombrío, se realizó con una gran destreza. Por lo tanto, es probable que fuera un individuo muy importante para la población de Paliokastro".
Agelarakis y sus colegas pudieron obtener datos médicos y quirúrgicos, así como datos paleopatológicos, sobre "esta cirugía extraordinaria de la cabeza y cuello, así como de los grandes esfuerzos realizados por el cirujano". Se determinó que la causa probable de la intervención quirúrgica fue una infección y que el arquero murió poco después o durante el desarrollo de la cirugía.

Muestra del cráneo con las dimensiones de dos de los lugares en los que se realizaron intervenciones
quirúrgicas.

"Esta operación quirúrgica es la más compleja que he visto en mis 40 años de trabajo con materiales antropológicos", afirma Agelarakis. "Es increíble que se haya llevado a cabo, con preparativos sumamente complicados para la intervención, y luego la operación quirúrgica en sí, la cual tuvo lugar, por supuesto, en una época pre-antibiótica".
Los resultados se describen en el artículo, "Eastern Roman Mounted Archers and Extraordinary Medico-Surgical Interventions at Paliokastro in Thasos Island during the ProtoByzantine Period: The Historical and Medical History Recordsand the Archaeo-Anthropological Evidence" ("Arqueros romanos orientales montados a caballo e intervenciones médico-quirúrgicas extraordinarias en Paliokastro, en la isla de Thasos, durante el período Proto-bizantino: registros de historia médica e histórica y evidencia arqueoantropológica", en Archaeopress, Access Archaeology.

Fuente: phys.org | 7 de abril de 2020

El hallazgo de un esqueleto juvenil de 'Homo naledi' revela cómo crecía este pariente humano

Esqueleto parcial del 'Homo naledi' DH7

Hace más de 200.000 años en la actual Sudáfrica, un niño de casi un metro de alto falleció antes de alcanzar la edad adulta. El cadáver de este joven pariente humano acabó en una cueva oscura y profunda junto a los restos de otros 14 individuos de su especie.
Los restos pasaron desapercibidos hasta 2013, cuando unos espeleólogos que exploraban el conjunto de cuevas Rising Star, en Sudáfrica, se toparon con cientos de fragmentos de huesos y dientes de un nuevo pariente de los humanos modernos conocido como Homo naledi. Ahora, los investigadores que examinaron los fósiles de la cueva han montado el esqueleto parcial del niño, el primer esqueleto de un Homo naledi juvenil reconstruido hasta la fecha.


En la cámara Dinaledi se han descubierto más de 1800 fragmentos de huesos y dientes del 'Homo naledi' que han proporcionado una información sin precedentes sobre la anatomía de un antiguo pariente humano. Fotografía de Robert Clark. National Geographic Collection.

Se calcula que el individuo excavado en la cámara Dinaledi del conjunto de cuevas —llamado DH7 o Dinaledi Hominin 7— murió entre los ocho y los 15 años. Los huesos, desvelados en la revista PLOS ONE, son una mandíbula inferior derecha y 16 fragmentos del resto del cuerpo. Es muy inusual descubrir esqueletos tan completos de homínidos jóvenes que no pertenezcan a humanos modernos o a neandertales, ya que es menos probable que se fosilicen huesos más pequeños y menos firmes.
El esqueleto podría ayudar a los investigadores a averiguar cómo crecía el Homo naledi y si maduraba como los humanos modernos o más bien como nuestros ancestros anteriores.

«Lo más emocionante de esto es que pudimos establecer asociaciones probadas con un solo individuo. Podemos comparar el desarrollo dental con el desarrollo corporal e intentar deducir la forma en que se desarrollaba el 'Homo naledi'», afirma Lee Berger (izquierda), coautor del estudio y paleoantropólogo de la Universidad del Witswatersrand de Sudáfrica, así como explorador de National Geographic.

Katerina Harvati-Papatheodorou (derecha), paleoantropóloga de la Universidad de Tubinga que no participó en el estudio, explica por email por qué es tan importante hallar especímenes juveniles: «Como los fósiles de homínidos no siguen necesariamente los mismos patrones de crecimiento que los humanos modernos, dicha información también puede desvelarnos cuán similar o diferente era su crecimiento comparado con el de otras especies extintas o la nuestra».

Una cueva llena de Homo naledi

La mayoría de los fósiles de humanos primitivos son huesos individuales dispersos, no conjuntos que pertenezcan al mismo individuo. Los investigadores han descubierto pocos esqueletos juveniles de los homínidos Australopithecus afarensis, Australopithecus sediba y Homo erectus.

Sin embargo, el nuevo esqueleto de Homo naledi llama la atención. Las otras especies de homínidos primitivos vivieron hace más de un millón de años, mientras que el Homo naledi está mucho más cercano temporalmente a nuestra especie. El DH7 y otros fósiles hallados con el esqueleto se depositaron hace entre 226.000 y 335.000 años, cuando aparecieron indicios de humanos modernos en África. Aunque es posible que estas dos especies coexistieran, el Homo naledi presentaba varios rasgos físicos —como las caderas y los hombros—más cercanos a los de los homínidos antiguos.

La tibia izquierda de DH7 se descubrió con los extremos sin fusionar, lo que sugiere que el hueso se enterró con el tejido blando que lo rodeaba. Fotografía de Marina Elliot. Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand.

El hallazgo es el último descubrimiento de la cámara Dinaledi, que la Rising Star Expedition de Berger ha excavado con el apoyo de la National Geographic Society desde 2013. Llegar hasta la cámara no es tarea fácil. Los arqueólogos tienen que pasar el equipo y a sí mismos por unos pasadizos de menos de 20 centímetros de ancho.

Soportar un espacio tan reducido dio sus frutos. Cuando Marina Elliott (izquierda), coautora del estudio, dirigía las excavaciones en la cámara en 2013 y 2014, sus colegas y ella descubrieron un depósito de restos óseos. El equipo halló 1550 huesos y dientes repartidos por la superficie de la cueva que pertenecían al menos a 15 individuos de Homo naledi y que oscilaban de bebés a adultos. Hasta la fecha, se han descubierto más de 1800 fósiles en la cámara.

Elliott documentó minuciosamente el lugar donde encontraron cada fragmento de hueso, de forma que cuando sacaran los restos de la cueva el equipo pudiera averiguar qué huesos pertenecían a cada individuo, un reto similar a resolver 15 puzles diferentes cuando faltan algunas piezas y el resto están juntas en un montón.

Tras analizar la madurez y la ubicación de los huesos dentro de la cueva, los investigadores empezaron a ensamblar a DH7 y enseguida se percataron de que el fósil era especial. Algunos de los huesos de DH7 estaban articulados tal y como lo habrían estado en vida, una señal de que habían sido enterrados rodeados de su tejido blando original. Los restos estaban tan bien protegidos que la tibia izquierda de DHT aún conservaba ambos extremos, un hallazgo muy poco común.

Fotografía de la excavación con los restos del 'Homo naledi' DH7.

En homínidos jóvenes, entre ellos los humanos modernos, las terminaciones nudosas de las extremidades (epífisis) no se fusionan debidamente con la porción central de los huesos (diáfisis) hasta que el individuo ha terminado de crecer. Por consiguiente, los extremos de los huesos de las extremidades fosilizadas del juvenil suelen estar dispersos o ausentes.
«Se trata de un hallazgo increíble. Muchas veces, estas cosas no están dentro de un sistema de cuevas ni están protegidas del resto de los elementos, como el viento, la lluvia o las pisadas de la fauna africana», afirma Debra Bolter (derecha), autora principal del estudio y paleoantropóloga del Modesto Junior College en Modesto, California.

La juventud de los homínidos

¿Cuántos años tenía DH7? Por ahora, los investigadores no están seguros. Si el Homo naledi maduraba tan rápidamente como los homínidos anteriores, como el Homo erectus o el Australopithecus sediba, entonces DH7 habría fallecido entre los 8 y los 11 años. Si el Homo naledi maduraba más lentamente, como los humanos modernos y los neandertales, DH7 habría fallecido entre los 11 y los 15 años.

Los investigadores aún no cuentan con la información suficiente para establecer una distinción entre ambas posibilidades. La anatomía del Homo naledi es un mosaico de rasgos que se parecen tanto a los homínidos primitivos como a los más recientes. Los huesos curvados de las manos se parecen mucho a los de especies más antiguas que se desarrollan más deprisa, pero otras características —como los pies y los tobillos— se parecen mucho a las de los humanos modernos, que crecen más despacio.

Es más, partes diferentes del cuerpo del H. naledi podrían madurar a ritmos diferentes. Un estudio publicado en Science en 2017 demostró que los niños neandertales maduraban casi del mismo modo que los humanos modernos, pero sus columnas vertebrales crecían siguiendo un patrón distinto. «Fue una sorpresa, ¡no lo sabíamos! En el caso del 'Homo naledi' no lo ignoramos y ese sería un segundo paso de la investigación», afirma Antonio Rosas González (izquierda), autor principal del estudio de 2017 y paleoantropólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid que no participó en el nuevo trabajo.

El revoltijo anatómico del Homo naledi se vuelve aún más desconcertante al ponderar su cerebro. Pese a sus muchos rasgos humanos, el tamaño de su cerebro era solo dos quintos del nuestro, lo que concuerda con los ancestros de los humanos más antiguos y primitivos.
«Mi primera reacción fue que, como el 'Homo naledi' se caracteriza por un tamaño cerebral mucho más pequeño que el del 'Homo sapiens', y que es más cercano al 'Homo erectus' o al 'Australopithecus sediba', así como por un tamaño corporal relativamente pequeño, sus patrones de maduración también se parecerían más a los de esas especies pese a las similitudes con el 'Homo sapiens'», afirma Harvati-Papatheodorou.

Fragmento proximal con superficie metafisaria; b) epífisis de la cabeza femoral no fusionada.

Sin embargo, la organización cerebral del Homo naledi parece haber sido más compleja que la de los homínidos previos y presenta un mayor desarrollo en áreas que podrían estar vinculadas a la fabricación de herramientas. En la cámara Dinaledi también se han hallado otras señales de la inteligencia del Homo naledi. El equipo de Berger ha interpretado los fósiles como un indicio de que este homínido podría haber enterrado a sus muertos de forma deliberada, idea que dio lugar a un acalorado debate cuando el equipo desveló su descubrimiento en 2015.

Normalmente, los cerebros pequeños se corresponden con desarrollos más rápidos. Pero con sus rasgos humanos y un cerebro complejo, es posible que el Homo naledi fuera la excepción a dicha tendencia. «Empiezas a ver que quizá el 'Homo naledi' rompiera las reglas», afirma Berger.

Un hueso de la mandíbula inferior derecha forma parte de un raro esqueleto juvenil del homínido Homo naledi. Fotografía de Marina Elliot. Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand.

Para poder medir el ritmo de desarrollo de este homínidohabrá que averiguar cuántos años tenía DH7 cuando murió. Por suerte, el equipo de investigación tiene el material que necesitan para averiguar la edad exacta de DH7: sus dientes.

Conforme se desarrollan, los dientes acumulan esmalte día tras día y dejan en la estructura líneas tenues que se parecen a los anillos de los árboles. Si cuentan estas líneas en algunos de los molares de DH7, los investigadores podrían determinar su edad, pero hacerlo tiene sus costes. O los investigadores cortan y destruyen parte de los dientes de DH7 o someten los dientes a unos potentes rayos X capaces de destruir cualquier proteína preservada que podría revelar la relación del Homo naledi con otros homínidos, nosotros incluidos.

«Tenemos que ser minuciosos para que lo que hagamos con una pieza no eche a perder un intento de obtener otro tipo de datos», afirma Bolter.

Fuentes: nationalgeographic.com.es | 2 de abril de 2020

La hibridación entre 'Homo sapiens' y 'Homo neanderthalensis' fue muy común en Eurasia, según un nuevo estudio

Ilustración de neandertales de Krapina (Croacia). (Photo by Time Life Pictures/Mansell/The LIFE Picture Collection via Getty Images).

El cambio de paradigma es cada vez más evidente. Durante décadas se pensó que las distintas especies humanas se habían desarrollado de forma independiente, pero cada vez hay más estudios que señalan que, realmente, pasó todo lo contrario, que hubo mezclas y cruces en los que el flujo genético iba de un lado para otro.

Homo Sapiens y Homo neanderthalensis, por ejemplo, comparten un pasado enredado. Estos dos tipos de homínidos, a lo largo de la historia, se han apareado no solo una vez, sino en múltiples ocasiones, según señalan los investigadores de la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo en un estudio publicado en la revista Genetics.

Relaciones

El equipo dirigido por Omer Gokcumen (izquierda) ha descubierto que la huella de estos emparejamientos es especialmente fuerte en Eurasia (la masa continental terrestre compuesta por Europa y Asia), donde las personas tienen material genético vinculado directamente a los neandertales de las montañas de Altai, situadas en lo que actualmente es Siberia.

“No se trata de una sola introgresión (la introducción de genes de una especia a otra por medio de la hibridación) de material genético de los neandertales. Es una auténtica telaraña de interacciones que sucedieron una y otra vez, donde diferentes homínidos antiguos interactuaron entre sí”, escriben los científicos.
En un artículo publicado en 2016 ya se apuntaba, en base al análisis del fósil de una falange de un pie de neandertal, que los apareamientos entre ambas especies se remontan a hace como mínimo 100.000 años de antigüedad y que fue una conducta recurrente allí donde los Homo sapiens y neandertales coincidieron.

Foto: Falange de un dedo del pie de una mujer neandertal hallado en Denisova en 2010, y la ubicación de muestras neandertales de las que se disponen datos de todo el genoma.

Otras investigaciones también han demostrado que los neandertales vinculados a la Cueva de Vindija, en la actual Croacia, contribuyeron con su ADN a las poblaciones euroasiáticas modernas. “Nuestros resultados refuerzan el concepto de que el código genético de los neandertales ha sido tejido en el genoma humano en múltiples ocasiones a medida que nuestros antepasados se encontraron con los neandertales una y otra vez en diferentes partes del mundo”, señala Gokcumen.

“La imagen que tengo en la mente ahora mismo es que tenemos todas estas poblaciones de homínidos arcaicos en Europa, en Asia, en Siberia, en África. Por una razón u otra, los antepasados de los humanos modernos comienzan a expandirse y, a medida que van ocupando nuevos territorio, se encuentran con otros parientes y absorben su ADN, si lo desean”, añade este profesor de ciencias biológicas.

La cuestión es que es muy probable que los Homo sapiens se cruzaran con diferentes grupos de neandertales en diferentes momentos de su expansión a otras partes del mundo. Y no solo se mezclaron con neandertales, sino que también lo habrían hecho con denisovanos y, potencialmente, con otras poblaciones de homínidos aún desconocidas.

“Estos eventos de introgresión pueden haber contribuido a la variación de los humanos existentes, con consecuencias biomédicas y evolutivas”, exponen en su artículo. Especialistas de la Universidad de Stanford incluso han apuntado que nuestros primos lejanos habrían desaparecido hace alrededor de 40.000 años por culpa de las enfermedades propagadas por los Homo Sapiens.

Para comprobar sus hipótesis, los científicos de Buffalo analizaron el genoma de cientos de personas de ascendencia euroasiática buscando fragmentos de material genético que pudieran haber sido heredados de los neandertales.

Los estudios realizados dieron como resultado que, a través de las poblaciones de Eurasia estudiadas, se podían rastrear parte del material genético hasta dos linajes concretos de Homo neanderthalensis: uno representado por los restos que fueron hallados en la cueva de Croacia y otro ejemplificado por un neandertal cuyos restos fueron descubiertos en las montañas de Altai, en Rusia. Los investigadores también descubrieron que las poblaciones modernas estudiadas comparten, además, deleciones genéticas (áreas de ADN que faltan) con los linajes de Vindija y Altai.

“Parece que la historia de la evolución humana no se parece tanto a un árbol con ramas que simplemente crecen en diferentes direcciones. Resulta que las ramas presentan muchas conexiones entre ellas. La historia ya no es tan ordenada como se creía antes”, apunta Omer Gokcumen en un comunicado.

Para los especialistas, cada genoma antiguo secuenciado parece crear una perspectiva completamente nueva para comprender la evolución humana. “Y cada nuevo genoma analizado en el futuro puede cambiar completamente la historia”, concluye.

Fuente: lavanguardia.com | 3 de abril de 2020

La Guardia Civil recupera seis estelas funerarias del yacimiento arqueológico “El Pedregal”, en la provincia de Burgos

Las estelas funerarias recuperadas por la Guardia Civil (EP)

El Grupo de Apoyo a la Unidad Central Operativa de Medio Ambiente (UCOMA) en el País Vasco, ha venido desarrollando, desde el mes de octubre de 2019, una investigación relacionada con la comercialización ilegal de bienes muebles pertenecientes al Patrimonio Arqueológico a la que se ha denominado Operación HILARRIAK.

En mayo de 2016, se recibió denuncia por la sustracción de una réplica de una estela funeraria perteneciente al conjunto funerario de Argiñeta en Elorrio, considerada esta necrópolis como uno de los monumentos más importantes del País Vasco.

A raíz de ello se inició una investigación en su intento de localizar la réplica sustraída. Consecuencia de lo anterior se detectaron siete estelas discoideas, las cuales se encontraban a la venta en distintos portales de Internet, una tienda de antigüedades de Bilbao, así como una conocida casa de subastas de la misma localidad, no coincidiendo ninguna con la copia sustraída.

En la actualidad, al no existir ningún inventario unificado que recoja las numerosas estelas que componen el Patrimonio Arqueológico Español, no se pudo discernir cual era la procedencia de estas sietes figuras arqueológicas, motivo por el cual, en los primeros estadios de la investigación, se solicitaron informes a distintos organismos oficiales relacionados con el patrimonio y la arqueología.
De los informes emitidos por los distintos organismos municipales, forales y gubernativos, se llegó a la conclusión de que dichas lápidas funerarias estaban consideradas bienes arqueológicos y por tanto sometidos a la Ley Patrimonial en su área arqueológica, siendo las mismas de dominio público.


En base a estas premisas y bajo la dirección de la Sección de Medio Ambiente de la Fiscalía Provincial de Bizkaia, se realizaron diversas inspecciones en los lugares donde se ubicaban las estelas identificadas.

El resultado final fue la aprehensión y recuperación de 6 estelas funerarias de gran valor arqueológico y con ello, la atribución a tres vizcaínos, un guipuzcoano, un alavés, un cántabro y un madrileño de sendos delitos de receptación de bienes pertenecientes al Patrimonio Arqueológico Vasco.
Las citadas piezas fueron depositadas temporalmente en el Museo de San Telmo en San Sebastián para su estudio y valoración, así como adecuar su conservación, siendo el lugar idóneo, ya que dispone de una colección permanente de estelas funerarias de gran interés.

Origen de las piezas intervenidas

De los primeros informes de las autoridades competentes, entre ellas Departamento de Cultura y Política Lingüística de la Dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco, así como de las declaraciones de las personas investigadas, se tuvo conocimiento de que las estelas funerarias podrían ser originarias de las provincias de Guipúzcoa, Burgos, Guadalajara y Soria.

En concreto, con lo que respecta a la provincia de Burgos, se ha podido localizar el origen de una de las estelas funerarias expoliadas en dicha provincia, en concreto, en el yacimiento arqueológico "El Pedregal" situado en la provincia de Burgos.

Cronológicamente el yacimiento se podría datar en un periodo entre el 500 y el 100 a.C. y el periodo romano altoimperial de los siglos I y II.


La importancia de la investigación de los delitos contra el Patrimonio Arqueológico

El comercio de bienes culturales es una actividad económica que genera importantes beneficios, la voracidad del mercado, sobre todo extranjero, y la dificultad de mostrar títulos documentales que acrediten la propiedad y origen lícito de muchos bienes culturales, hacen que desaparezcan de España ingentes cantidades de ellos sin posible control por parte de las autoridades.

La destrucción y la expoliación del Patrimonio Cultural ha sido una constante a lo largo de la historia y desgraciadamente está a la orden del día, obedeciendo a actos vandálicos o a la obtención de lucro ilícito. Es por ello que resulta imprescindible la intervención del Derecho en estos ataques flagrantes a nuestra cultura y a nuestra historia.

La Guardia Civil trabaja tenazmente en la protección del Patrimonio Histórico Español, previniendo su expolio y evitando su destrucción. Esta lucha favorece la conservación de la herencia cultural de nuestros antecesores, y garantiza la continuidad de la contribución histórica a la civilización universal.

Fuente: burgosnoticias.com| 1 de abril de 2020

Lo que ayudó a osos de cavernas a hibernar pudo causar su extinción

Los osos de las cavernas fueron una especie de osos que vivieron en Europa y Asia y que se extinguieron hace unos 24.000 años. Foto: istockphoto

La dieta de los osos de las cavernas y cómo esta pudo afectar a su desaparición ha sido motivo de controversia entre la comunidad científica. Ahora, un nuevo estudio revela una nueva hipótesis que puede explicar su extinción durante el último máximo glacial del Pleistoceno.

En concreto, el trabajo señala que una adaptación evolutiva a períodos de hibernación más largos también pudo causar su extinción. Los resultados, gracias, entre otros, a simulaciones 3D de la mordida de estos animales (Ursus spelaeus), se publican en Science Advances, en un artículo que firman científicos de la Universidad de Málaga, de La Coruña y de Valladolid, y de las universidades de Buffalo en EE.UU y de Viena.

Los osos de las cavernas fueron una especie de osos que vivieron en Europa y Asia y que se extinguieron hace unos 24.000 años. La comunidad científica ha propuesto diferentes dietas en estos osos que van desde la puramente herbívora hasta la carnívora e incluso la carroñera, recuerda el investigador Borja Figueirido, del departamento de Ecología y Geología de la Universidad de Málaga.

"Entender el tipo de dieta del oso de las cavernas no es un aspecto trivial porque el comportamiento de alimentación se relaciona íntimamente con su declive y la posterior extinción", apunta por su parte en una nota de prensa Alejandro Pérez-Ramos (izquierda), también del centro malagueño y autor principal de este estudio.

Hasta ahora, explica este científico, se barajaban dos hipótesis para explicar la extinción de este gran oso: un declive poblacional motivado por el ser humano -bien por la competencia indirecta o bien por su caza directa-; o una disminución poblacional resultado del enfriamiento climático que ocurrió durante el Pleistoceno y que se tradujo en un gran descenso de los recursos vegetales existentes.

Esta última hipótesis, subraya Pérez-Ramos, cobraría especial interés si los
osos de las cavernas fueran herbívoros
. El nuevo trabajo ahonda precisamente en este último escenario y señala que estos plantígrados se alimentaban exclusivamente de recursos vegetales, incluso durante los períodos de enfriamiento más intensos y con escasez de víveres.

Los investigadores proponen que esta dieta tan restringida, junto con la influencia de los humanos -que podrían cazarlos en sus hábitats cavernarios durante la hibernación-, llevó a los osos hasta su extinción. Para esclarecer si estos animales llevaban realmente una dieta restringida al consumo de recursos vegetales, los científicos hicieron una serie de simulaciones tridimensionales de diferentes escenarios de la mordida, con el objetivo de evaluar sus adaptaciones craneodentales.


Configuraciones biomecánicas utilizando el modelo 3D de U. ingressus como ejemplo.
(A) Modelo de cráneo de U. ingressus que muestra la disposición de los senos en el domo frontal (izquierda) y su relación topográfica con el cerebro. (B) Centros de gravedad (círculos negros) de las áreas de inserción del músculo mandibular. Los centros de gravedad están representados por círculos negros. (C) Simulación de las fuerzas musculares de carga utilizadas en simulaciones biomecánicas. (D) Accesorios musculares del cráneo utilizados en las simulaciones biomecánicas y la restricción nodal (puntos rojos) utilizados para cada escenario de mordedura.

En concreto, se centraron en los senos craneales y lo hicieron por su vinculación con el metabolismo; los investigadores vieron cómo los senos podían afectar a la biomecánica de la masticación.
El gran volumen de los senos paranasales, como en el caso de estos osos, está relacionado con un mayor control metabólico, fundamental para la hibernación, y, según este trabajo, probablemente los senos grandes se seleccionaron evolutivamente en los osos de las cavernas para poder hibernar por períodos más largos de tiempo con costes metabólicos muy bajos.
Justamente este gran tamaño en los senos fue lo que desacopló la función biomecánica efectiva para comer carne, lo que ocasionó a su vez que la biomecánica se limitara solo a los molares más posteriores, cosa que les obligó a ser herbívoros estrictos, detalla a Efe Pérez-Ramos.

Esta limitación biomecánica puso a los investigadores en la pista de que estos úrsidos probablemente no serían capaces de cambiar su dieta en momentos difíciles, con climas fríos y escasez de recursos. Esto, unido a los fuertes ciclos glaciales del final del Pleistoceno, a la disminución de los recursos vegetales, más la expansión del ser humano, trajo un final trágico: su extinción.

Paradójicamente, por tanto y en este caso, la adaptación de los osos de las cavernas a sobrevivir durante las hibernaciones prolongadas los pudo llevar a su extinción, concluye el trabajo.

Fuente: eltiempo.com | 1 de abril de 2020