Arqueólogos españoles hallan en Jordania figurillas antropomorfas nunca vistas hasta ahora dentro de tumbas del periodo Neolítico

Figuraciones humanas esquemáticas elaboradas en sílex. En los inicios del Neolítico las representaciones humanas adquieren un relevancia anteriormente desconocida.

Durante el Neolítico Temprano en Oriente Próximo se produjo una llamativa revolución artística. Desde mediados del IX milenio a. C., comenzó a generalizarse la realización de figuras humanas. Un salto cultural en la iconografía cuyo detonante todavía se encuentra rodeado de misterio.
Ahora, los hallazgos que científicos del CSIC han encontrado en una excavación arqueológica en Kharaysin (Jordania) pueden arrojar luz sobre su enigmático origen. Los especialistas de la Institución Milá i Fontanals de Investigación en Humanidades (IMF) de Barcelona encontraron en el yacimiento unas figurillas nunca vistas hasta ahora.


Localización de Kharaysin junto a otros yacimientos del periodo.

El yacimiento de Kharaysin abarca unas 25 hectáreas de las que apenas el 1% ha sido excavado. Eso no ha impedido identificar una gran área funeraria, y que se construyeron casas adosadas rectangulares con suelos de cal pintados en distintas fases entre el IX y el VII milenio a. C. Los restos se encontraron en una capa que data del Neolítico temprano, un intenso período en el que aparecieron los primeros granjeros, se desarrollaron los asentamientos humanos fijos y se crearon monumentos. Las imágenes de animales habían sido las más comunes hasta ese momento de la historia, pero desde alrededor del año 8.500 antes de Cristo empezaron a ser sustituidas por la iconografía humana.

Varias decenas de objetos, de entre 2 y 5 centímetros y de forma alargada, fueron realizados con sílex hace unos 10.000 años. Las lascas y láminas de esta piedra encontradas se asocian a la producción de herramientas, mientras que figuras de similares características suelen estar hechas de arcilla o, menos frecuentemente, de hueso. Pero los análisis contextuales, morfológicos, estadísticos y de uso apuntan a que no son herramientas sino figurillas humanas.

Excavaciones en el yacimiento de Kharaysin, Jordania.

La mayoría de ellas se han descubierto en las tumbas de un cementerio neolítico, con indicios de rituales. Esta estrecha asociación con los contextos funerarios sugiere que fueron fabricados y desechados durante los rituales mortuorios y ceremonias funerarias de recuerdo que incluían la extracción, manipulación y redeposición de restos humanos.

Juan José Ibáñez (izquierda), científico del CSIC e investigador principal del trabajo que se ha publicado en la revista especializada Antiquity, ha explicado a Efe que «hay señales de que algunas de las tumbas fueron abiertas tiempo después del entierro y de que los huesos fueron extraídos, manipulados e inhumados nuevamente».

Las figuritas de Kharaysin estaban dispuestas alrededor de los restos humanos, lo que apunta a que «tenían un significado funerario y que fueron usadas en rituales de recuerdo», según la hipótesis más plausible apuntada por este especialista.
“Las ceremonias de conmemoración de los difuntos estaban aumentando en importancia y complejidad en ese momento, lo que podría explicar la frecuencia cada vez mayor de imágenes antropomórficas durante esa época clave de la prehistoria humana”, concluye.

Siluetas humanas

Todas ellas tienen dos muescas en cada lado, arriba y abajo, que corresponden a la forma del cuello y la cintura. «Cuando analizamos la forma, fue evidente que esas muescas no habían sido usadas para un sistema de ligadura, ya que en el extremo opuesto del objeto de sílex no hallamos áreas activas cortantes», ha detallado Ferran Borrell (derecha), científico del CSIC en la IMF.

Éste y otros detalles les hicieron descartar que fueran herramientas y sugirieron que podrían estar representando siluetas humanas, algo que al principio se consideró con escepticismo. Pero la aparición de indicios, como los diversos tamaños y morfologías y, sobre todo, la similitud de su forma con las esculturas humanas neolíticas encontradas en el yacimiento cercano de Ain Ghazal, confirmó que representaban formas humanas.

Estatuilla de 'Ain Ghazal. Wikipedia.

«La diversidad en las formas es intrigante. Algunas figuritas son más grandes que otras, unas son simétricas y otras asimétricas, y algunas incluso parecen tener algún tipo de atractivo... ¿Los creadores estaban pensando en individuos específicos?», se preguntan los científicos.
«Todo indica que los primeros agricultores usaron estas estatuillas para expresar creencias y sentimientos, y para mostrar su apego a los fallecidos», dicen los autores.
«Nuestro estudio muestra que los primeros granjeros hicieron rituales de memoria en los cementerios donde no solo volvieron a abrir tumbas y manipularon huesos humanos, sino que también hicieron y depositaron figurillas de sílex que representaban al difunto», añaden.

Arquitecturas en la zona A de Kharaysin. Casas rectangulares de la primera mitad del VIII milenio a. C. (fase 3) al norte y al sur; cabañas ovales enterradas de la primera mitad del IX milenio en la franja central.

En el estudio han participado también científicos de la Pontificia Facultad de San Esteban de Salamanca, de la Université Paul Valéry (Francia), de la Durham University (Reino Unido), de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de la Universidad de Cantabria, de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Burgos.

Fuentes: abc.es | lavanguardia.com | 7 de julio de 2020

Las Labradas (Zamora): así asaltaba Augusto los castros astures

Foto: Busto de Augusto, imagen del tesoro de Arrabalde y la vista vista desde el 'castellum' de la muralla del castro en la zona de El Marrón.

Se encerraron en la enorme ciudad fortificada de 46 hectáreas ante el inminente ataque de las legiones. Y ahora el estudio Primeras evidencias arqueológicas del asedio romano al castro de Las Labradas-El Marrón durante el Bellum Asturicum revela el que podría ser “el primer asedio romano documentado en territorio de los astures cismontanos”, los que habitaban las actuales provincias de León y Zamora. El descubrimiento de las tácticas que empleaba Roma para asaltar a los celtíberos ha sido posible gracias a la utilización de un desarrollado software de procesamiento de datos obtenidos mediante LiDAR, un sistema que radiografía el terreno y muestra en las pantallas de los ordenadores las estructuras defensivas y de ataque de los ejércitos ocultas bajo el terreno.

¿Cómo tomó Roma un oppidum con kilómetros de murallas, sobre un altozano de difícil acceso a 996 metros de altura, y con miles de guerreros dispuestos a defenderlo con sus vidas? Un complejo sistema de campamentos, castella y hasta vías de acceso para acercar las máquinas de guerra legionarias son la respuesta.

Foto: Vistas del 'castellum' (en primer plano) y el campamento (a la altura del primer molino) desde la muralla de la zona de El Marrón. José Ángel Hierro


El oppidum de Las Labradas, entre los municipios zamoranos de Arrabalde y Villaferrueña, se asentaba en la zona más alta de la sierra de Carpurias, lo que le "permitía ejercer un gran dominio visual y estratégico de gran parte de la comarca circundante”, explica el estudio firmado por José Ángel Hierro, Julio Manuel Vidal, Eduardo Peralta, Enrique Gutiérrez y Rafael Bolado, miembros del colectivo arqueológico Agger, el proyecto Guerras Cántabras y el Servicio Territorial de Cultura de León.

Sobre el altozano, los astures levantaron un poblado fortificado, de 1.700 metros de longitud en su eje mayor, defendido por más de 1.500 metros de murallas. Este conjunto ocupaba unas 23 hectáreas y estaba unido a otro, a unos 200 metros de distancia, conocido como El Marrón (de otras 20 hectáreas) y que se alzaba algo más bajo, a 979 metros, probablemente una ampliación del primero y levantada ante la inminencia del ataque romano. Se supone que la ciudad guardaba tras sus murallas cientos de viviendas, rodeadas de huertos y otras construcciones auxiliares, así como diversos edificios públicos o sagrados. Sin embargo, la estructura exacta del asentamiento se desconoce, ya que apenas se han realizado trabajos arqueológicos en su interior.

No obstante, lo que sí se sabe es que con la unión de Las Labradas y El Marrón “nos encontramos ante el principal oppidum de la comunidad indígena que pobló esta comarca y, muy probablemente, ante uno de los mayores de todo el Noroeste”, como explica el arqueólogo Julio Manuel Vidal (izquierda). Y desde allí, precisamente, los astures vieron acercarse la amenaza de las legiones comandadas por el general romano Publio Carisio. Este había sido enviado a Hispania por el emperador Augusto para acabar con los últimos pueblos independientes de Roma durante las guerras astur-cántabras, entre el 29 y el 19 antes de Cristo.Sin embargo, en este caso, el militar no decidió atacar directamente a sus bien protegidos enemigos, sino extender una red de fortificaciones y campamentos en torno a la ciudad.

Por eso, a unos 800 metros, en el alto de otro monte llamado La Mina (956 metros), los romanos construyeron un campamento de unas cinco hectáreas. Fue protegido por defensas artificiales (aggeres) y de una anchura considerable. Poseía capacidad para albergar unos 3.000 hombres. “La presencia de este campamento junto al poblado astur constituye el primer indicio arqueológico directo de asedio al enclave indígena y de su posterior toma por las tropas romanas, bien por asalto, bien por rendición de sus defensores”, señala el estudio.

Planta general de la interpretación de Las Labradas-El Marrón, con la situación, al este, del
campamento y, entre medias, el posible 'castellum'. La línea punteada en color amarillo refleja el posible 'agger' que se encuentra paralelo y ligeramente al este del llamado ‘Camino de las Vacas’ («LiDAR-PNOA cedido por © Instituto Geográfico Nacional»).

Pero no fue lo único que construyeron los romanos en su plan para tomar el oppidum. A menos de 200 metros de la ciudad fortificada, el sistema LiDAR ha hallado los restos de lo que podría ser un castellum de asedio, de una hectárea de extensión. Estaba protegido por una línea de defensa exterior y otra interna. A cubierto de ambas podían situarse unos 500 legionarios. ¿Su función? El lanzamiento de proyectiles utilizando máquinas, dada la escasa distancia que separaba ambos emplazamientos.

Situación en una imagen LIDAR del posible castellum. A. Doble muro de cierre en su borde occidental e imagen de uno de ellos. B. Muro meridional del recinto, que conserva parcialmente su estructura. El costado septentrional es un fuerte escarpe («LiDAR-PNOA cedido por © Instituto Geográfico Nacional»)

También es probable que, para el asalto final, los romanos construyeran un “caballón [camino] formado a base de tierra y piedras que subía zigzagueando por la ladera sur del 'oppidum'. La estructura tenía una longitud de más de un kilómetro y desembocaba directamente en la muralla oriental de la parte principal del asentamiento”. Podría tratarse, creen los expertos, de una “obra de ingeniería militar romana destinada a asegurar el avance de tropas o máquinas de asedio, de tipo ariete”, aunque es algo que solo una intervención arqueológica sobre el terreno podrá confirmar.

Los arqueólogos sospechan que todo esto sucedió aproximadamente entre el 25 y el 22 a. C., ya que a finales de los años ochenta del siglo pasado se encontró una moneda acuñada en Emérita Augusta (actual Mérida) entre los años 25 y 23 a. C. y que se le pudo caer a un soldado de la guarnición que se estableció en el oppidum tras su toma. En la primera de esas fechas tuvo lugar la guerra propiamente dicha de Roma contra los astures, mientras que la segunda marca la de la última gran rebelión de ese pueblo, sofocada por el propio Carisio con la ayuda del también general Cayo Furnio.

En agosto de 1980 y en abril de 1987, respectivamente, se descubrieron dos importantes conjuntos de orfebrería prerromana dentro del yacimiento arqueológico, los conocidos como Tesoros de Arrabalde. Lo forman unas ochenta delicadas piezas de oro y plata, entre las que destacan brazaletes, sortijas, torques, fíbulas, joyas o broches, que se exhiben en el Museo de Zamora.

Fíbula de oro del primer Tesoro de Arrabalde expuesta en el Museo de Zamora.

Los expertos creen que los habitantes de la ciudad los enterraron antes de que esta fuera ... por los romanos, quienes también dejaron allí, además de desolación, unos cuantos denarios de plata y algunos objetos relacionados con actividades militares, muy probablemente pertenecientes al puesto de vigilancia legionario que quedó en el lugar tras su conquista y destrucción.


Fuente: elpais.com | 11 de julio de 2020

‘Homo erectus’ era compacto, achaparrado y robusto

Restos óseos de un Homo erectus.

Un estudio español publicado hoy en la revista Nature Ecology and Evolution, ha revelado que Homo erectus, el primer ancestro humano que se extendió por el Viejo Mundo, desde África hasta el sureste asiático, y al que hasta ahora se consideraba esbelto y estilizado, en realidad era compacto, achaparrado y robusto.

En este estudio coliderado por los paleoantropólogos Daniel Garcia Martínez (izquierda), del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), y Markus Bastir (derecha), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han reconstruido en tres dimensiones la forma de la caja torácica del ejemplar de Homo erectus conocido como el niño de Turkana, un esqueleto juvenil de 1,5 millones de años hallado en Kenia en 1984.

“Sorprendentemente, el niño de Turkana tenía un tórax más profundo, más ancho y más corto que el de los humanos modernos”, indica el investigador Markus Bastir. “Esto sugiere que el Homo erectus tenía una construcción corporal más robusta de lo que se suponía, ya que hasta ahora se contemplaba la forma corporal de esta especie como esbelta o estilizada, lo que se asociaba con su habilidad para recorrer largas distancias”, añade.

“Por lo tanto, parece que la forma esbelta del cuerpo humano moderno, con un tórax y una pelvis estrecha, evolucionó más recientemente de lo que se pensaba. En lugar de aparecer tan tempranamente como la aparición del 'Homo erectus', hace unos dos millones de años, habría aparecido con nuestra especie, 'Homo sapiens'”, explica García Martínez.

Una gran capacidad pulmonar


Foto: esqueleto del niño turkana

Los estudios sobre cómo este individuo Homo erectus caminaba y corría se han limitado en gran medida a las piernas y la pelvis. Sin embargo, para la carrera de resistencia, sus capacidades respiratorias también habrían sido relevantes. “Hasta ahora, este aspecto no se había investigado en detalle, ya que evaluar el movimiento del tórax y la capacidad respiratoria en base a fósiles de costillas y vértebras fragmentados es difícil con los métodos convencionales”, explica Bastir. “Ahora, gracias a la introducción de técnicas de imagen virtual y de reconstrucción cada vez más sofisticadas, este estudio finalmente ha sido posible”, añade.

“En esta investigación, se ha podido reconstruir la caja torácica virtual en 3D del joven de Turkana, y se ha podido predecir su forma torácica adulta”, detalla García Martínez. “Además, la forma de su caja torácica se comparó con la de los humanos modernos y la de un individuo neandertal, para investigar el movimiento de su respiración mediante la animación virtual”, indica el investigador del CENIEH.

En este estudio también se aborda el hecho de que la forma de nuestro cuerpo moderno puede estar vinculada con una cinemática respiratoria optimizada para correr largas distancia, así como para otras actividades de resistencia. “'Homo erectus' tal vez no era el corredor delgado y atlético de larga distancia que imaginamos”, apunta Bastir. “De hecho, esto es coherente con algunas estimaciones de su peso corporal, que proponen que esta especie era más pesada de lo que se creía. Este ancestro icónico probablemente se parecía un poco menos a nosotros de lo que lo retratamos a lo largo de los años”.

Una forma corporal adaptada al medio

La evolución de la forma corporal humana refleja el modo en el que los ancestros del ser humano se adaptaron al medio ambiente en el que vivían. Los humanos modernos, Homo sapiens, tienen un cuerpo relativamente alto y esbelto que contrasta con la forma corporal de los neandertales, más bajos y achaparrados.

Los científicos han supuesto tradicionalmente que la forma corporal moderna se originó con los primeros representantes de Homo erectus en el contexto de unos cambios climáticos relacionados con la recesión del bosque tropical africano, hace cerca de 2 millones de años.
Los cuerpos modernos, altos y esbeltos, podrían ser evolutivamente ventajosos en el clima seco de sabana en el que África oriental comenzaba a convertirse. Esto es debido a que este cuerpo esbelto habría ayudado a evitar el sobrecalentamiento corporal, a la vez que habría servido para correr largas distancias sobre terreno abierto.

Según esta concepción, los fósiles atribuidos a Homo erectus apuntaban hasta ahora a que esta especie ya tenía unas piernas más largas y unos brazos más cortos que sus antepasados australopitecos, los cuales tenían una marcha bípeda bastante eficiente, pero también poseían la habilidad de trepar a los árboles.

Algunas características de la modernidad que se observa actualmente en la especie humana, se podían ver en el Homo erectus juvenil de 1,5 millones de años de Turkana (Kenia), que es el fósil de esta especie más completo hallado hasta la fecha. Ahora, este nuevo estudio matiza esta concepción, al mostrar que tenían un cuerpo más compacto y robusto de lo que se había pensado.

Fuente: cenieh.es | 6 de julio de 2020

El origen de la metalurgia fue el uso del metal para hacer adornos y no para crear armas

Imagen de la necrópolis de Varna, Bulgaria

La metalurgia surgió en la Prehistoria, hace unos 8.000 años, porque el ser humano empezó a extraer metales de las rocas para fabricar adornos (como anillos o collares), y no para fabricar armas, como siempre se ha pensado.

Es una de las conclusiones de un estudio publicado por la investigadora del departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada (UGR) Mercedes Murillo Barroso (izquierda) en un nuevo cuaderno, el 15, de la serie ‘Origen. Cuadernos Atapuerca’, patrocinado por la Fundación Atapuerca.

Mercedes Murillo es especialista en el conocimiento de las primeras etapas metalúrgicas de la península ibérica, las representadas en las culturas almerienses de Los Millares y El Argar.
La investigadora explica que los metales están dentro de nuestro cuerpo, constituyen gran parte de la corteza terrestre y forman la base de la mayoría de los avances tecnológicos y de los sistemas constructivos actuales.

«Es difícil imaginar un mundo sin metales, y muy pronto los seres humanos descubrieron sus propiedades, primero como pigmentos, después como adornos y enseguida como instrumentos y armas -destaca Murillo-. El conocimiento del metal da origen a buena parte de las divisiones de la Prehistoria: Edad del Cobre, Edad del Bronce o Edad del Hierro. Incluso, mucha gente resume la época actual con el nombre de un metal, la Edad del Silicio, básico en todos los electrodomésticos, en móviles y ordenadores».


Diadema de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol, Granada.

Una victoria sobre la materia

Hace unos 8.000 años, algunos grupos de Turquía y de Irán muestran cobre fundido, es decir, que en las primeras aldeas descubrieron que por medio del fuego es posible extraer metales de las rocas. La metalurgia es la victoria del ser humano sobre la materia, y sobre esa victoria escribe Mercedes Murillo en esta publicación.

El análisis de las escorias y elementos metálicos a través de microscopía, rayos X y distintas pruebas de laboratorio permite apreciar el importante valor que tuvo el adorno para el empleo de metales.

Ilustración de la recreación de la reducción del metal en la que se ve que en las primeras etapas metalúrgicas el metal realmente se extraía mediante una tecnología muy sencilla, en contextos domésticos y de forma colaborativa y colectiva, en contra lo que tiende a pensarse.

«El oro, la plata o el cobre y el bronce se difundieron por Europa para dar visibilidad a las incipientes clases sociales que se estaban conformando. Las élites buscaron el comercio de metales para distinguirse y mostrar su estatus y sólo de manera tardía el metal sustituyó a la piedra y las armas de bronce desplazaron a la madera y a las puntas de pedernal. Con el uso del hierro para clavos y arados, se impulsó la economía y se desarrollaron las ciudades», señala la autora.

La orfebrería está, por tanto, en el origen de la metalurgia y el adorno precedió con claridad a las armas, según explica la investigadora de la UGR. «La transformación de los minerales responde por consiguiente a decisiones y conflictos sociales y no a necesidades técnicas o defensivas, aunque con el paso del tiempo los herreros se convirtieron en personajes muy valorados y con sus productos la violencia y los imperios se extendieron por el mundo», destaca Murillo.

Referencia bibliográfica:
Murillo-Barroso, M. (2020): La Metalurgia. La Revolución del Metal. Serie Origen. Cuadernos de Atapuerca, 15.

Fuente: Universidad de Granada | 7 de julio de 2020

Hallan en Israel evidencias de personas de la cultura natufiense (hace unos 15.000 años) que consumían serpientes y lagartijas

Tipos de modificación ósea en el material experimental (columna izquierda) y sus equivalentes en el conjunto arqueológico (columna derecha). (a) Perforaciones de borde regular del pellet Mount Nitai; (b) perforaciones de borde irregular del experimento por pisoteo; (c) suavizado de la perforación del borde regular del experimento por pisoteo; (d) agrietamiento de la superficie del hueso debido al experimento de meteorización; (e) rotura de partes sobresalientes de las vértebras del experimento por pisoteo; (f) estrías lineales de la muestra arqueológica; (g) descamación de la superficie ósea de la muestra arqueológica. Crédito: Informes científicos (2020). DOI: 10.1038 / s41598-020-66301-5

Un trío de investigadores del Instituto de Arqueología Zinman de la Universidad de Haifa, ha encontrado evidencias de que las gentes de la cultura natufiense comían serpientes y lagartijas hace aproximadamente 15.000 años. En su artículo de investigación, publicado en la revista Scientific Reports, Ma'ayan Lev (izquierda), Mina Weinstein-Evron y Reuven Yeshurun ​​describen el estudio de huesos de escamosos (Squamata) encontrados en cuevas del yacimiento de el-Wad Terrace, en Israel, y lo que han aprendido sobre ello.

Los escamosos incluyen ciertos tipos de reptiles, como serpientes y lagartos. En este nuevo esfuerzo investigador, los arqueológos estaban estudiando una cueva que había sido habitada por individuos de la cultura natufiense hace aproximadamente 15.000 años, los cuales se cree que fueron algunos de los primeros en construir hogares y cultivar plantas, es decir, si bien todavía eran cazadores-recolectores, estaban a punto de convertirse en granjeros.

Entrada a la cueva del yacimiento el-Wad Cave Terrace, un sitio prehistórico en el Monte Carmelo, Israel.

Mientras los investigadores revisaban el material encontrado en la cueva, que incluía artefactos hechos por los natufienses (cuchillos y otras herramientas), observaron que un porcentaje muy alto de los restos óseos encontrados pertenecían a escamosos, y, más específicamente, a la serpiente látigo y al lagartos de cristal. Su gran número provocó que se preguntaran si tal vez la gente natufiense los habría estado comiendo.

Foto: serpiente látigo.

Por lo general, analizar huesos de criaturas grandes como ciervos u osos para ver si los humanos las comieron es fácil, ya que a menudo tienen marcas de cuchillos o dientes. Pero hacerlo con pequeños huesos de serpientes o lagartos presenta un desafío mayor. Para averiguar si tales animales podrían haber sido comidos por los humanos, los investigadores sometieron huesos modernos de serpientes y lagartos a condiciones que probablemente habrían padecido los antiguos escamosos, por ejemplo, carnicería, asado y erosión por la arena, así como alimento de alguno depredadores. Posteriormente, los huesos modernos se compararon con los huesos antiguos a fin de terminar similitudes y diferencias.

Los investigadores hallaron muchas semejanzas entre los huesos viejos y los nuevos, las suficientes como para convencerles de que los natufienses comían serpientes y lagartos. A este respecto, sugieren que sus hallazgos tienen sentido lógico, ya que si las personas construyeron en la zona sus hogares necesitaban poder sobrevivir comiendo lo que estuviera disponible localmente, y, en ese sentido, habría habido muchas serpientes alrededor, lo que las convertiría en un objetivo probable para una comida. También observaron que solo las serpientes no venenosas mostraban signos de haber sido consumidas.

Fuente: phys.org | 30 de junio de 2020

Hallan en Autum, Francia, 150 antiguas tumbas cristianas y un sarcófago de 1.500 años "todavía sellado"

Vista general de la excavación.

La ciudad de Autun, fundada por el emperador romano Augusto, fue un importante centro administrativo, económico, político e intelectual. En ese momento, las escuelas de derecho y literatura de Augustodunum eran famosas en toda Europa. Debido a su rico pasado, esta antigua ciudad romana es un lugar inagotable de excavación.

En la actualidad, los arqueólogos del Inrap están cavando varias tumbas ubicadas en una importante necrópolis de los siglos IV y V, justo al lado de la iglesia paleocristiana de Saint-Pierre-l'Estrier. Esta necrópolis, situada en la antigua comuna de Saint-Pantaléon,"alberga entierros cristianos entre los más antiguos de la mitad norte de la Galia. Una de las primeras menciones de Cristo en la Galia, la inscripción de Pektorios, es del siglo IV".

Cuando Autun fue llamado Augustodunum

Las excavaciones se llevan a cabo bajo prescripción estatal (DRAC Bourgogne-Franche-Comté) y en colaboración con el Servicio Arqueológico de la Ciudad de Autun. Las excavciones enriquecerán enormemente el conocimiento de las prácticas funerarias de los primeros cristianos en la mitad norte de Francia.


Vista de dos sepulturas. Una tumba más tardía se cruza con la otra.

Un ataúd de plomo colocado en un sarcófago de piedra por más de 1.500 años.
Actualmente, los arqueólogos ya han descubierto "casi 150 entierros". Algunos de los cadáveres fueron enterrados "en encofrados que recuerdan las prácticas funerarias del Alto Imperio".

Otros fueron enterrados en sarcófagos de arenisca, y algunos fueron colocados en ataúdes de madera o plomo. Debe saberse que los ataúdes de plomo son raros en la mitad norte de Francia. "Autun es uno de los depósitos de ataúdes de plomo más importantes, con alrededor de 40 ejemplares, incluidos ocho de la excavación actual". En general, estos ataúdes de plomo no llevan ninguna inscripción o decoración. En algunos, sin embargo, hay signos cruciformes, pero son difíciles de interpretar.

Vista de dos ataúdes de plomo.

Uno de los ataúdes de plomo, colocado en un sarcófago de piedra, parece que ha estado hermético durante más de 1500 años y es de particular interés para los investigadores del Inrap. "Su apertura está programada para cuando termine la excavación y podría revelar a un individuo bien conservado, tal vez con su ropa y otros elementos raros o curiosos que lo acompañaban a la otra vida", dicen los arqueólogos.

Sepultura en curso de excavación.

Fuente: france3-regions.francetvinfo.fr | 2 de julio de 2020