El gigante de Cerne Abbas (Inglaterra) no es de la prehistoria, según nuevas pruebas

La primera mención registrada del Cerne Abbas Giant fue en 1694

En los caracoles está la clave, pues han mostrado que una antigua figura desnuda esculpida en una ladera de tiza, el famoso gigante de Cerne Abbas (Inglaterra), toda una atracción turística, es muy improbable que sea prehistórica, según los arqueólogos.

El gigante de Cerne Abbas siempre ha sido un gran misterio. Hasta hace poco, lo único en lo que parecían coincidir todas, o casi todas las hipótesis, es en que el gigante dibujado en el suelo (de 55 metros de altura por 51 de ancho) se parece mucho al héroe de la mitología clásica Hércules (todo sin poder afirmarlo, pues no hay mención en documentos de ninguna época al respecto).

La investigación de la historia de la figura de la colina está siendo realizada por el National Trust, que celebra haber supervisado el enclave durante los últimos 100 años. Las muestras cogidas de los codos y los pies del gigante enseñan que tienen la presencia de conchas microscópicas de caracoles, que no aparecieron en Inglaterra hasta el XIII y XIV, según informa la BBC.

Se han encontrado caracoles introducidos durante la época medieval, incluida Cernuella virgata (en la foto), en el sitio

De esta manera, los resultados preliminares sugieren que la fecha real de la creación de la figura podría se como muy pronto como el período medieval, pero es más probable que sea a principios del siglo XVII.

El folklore local ha considerado durante mucho tiempo que el hombre de tiza de 55 metros es una ayuda para propiciar la fertilidad. Fue regalado al National Trust en 1920 por la familia Pitt-Rivers.
Los primeros anticuarios vincularon al gigante con la deidad anglosajona Helis, mientras que otros creen que él es el héroe clásico Hércules. Otros han dicho que fue tallado durante la guerra civil inglesa como una parodia de Oliver Cromwell, aunque comúnmente se cree que tiene cierta asociación con un culto pagano de fertilidad.

De hecho, la hipótesis que avala la mayor parte de la comunidad científica es que la monumental figura no apareció hasta el siglo XVII, ya que no existen documentos en la literatura que hablen sobre el gigante. Además, lo relacionan con Hércules, ya que este suele ser representado con un gran bastón en su mano derecha y piel de león en su brazo izquierdo. En esta figura, aparece un gran bastón de caza de, nada más y nada menos, que 37 metros. Aunque lo que parecía piel de león se ha desintegrado, debido a que el suelo está compuesto por tiza.

Se tomaron muestras de suelo de los codos y pies del gigante.

Con todo, se espera realizar más pruebas el próximo otroño con el análisis de más caracoles en cuanto se disponga de fondos adicionales, al tiempo que se lleva a cabo un estudio con la técnica denominada luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), lo que daría una edad más precisa del gigante, ya que determinarían cuándo los granos minerales del suelo estuvieron expuestos por última vez a la luz solar.

Fuente: abc.es | 11 de julio de 2020

Un estudio genético revela que los polinesios y los nativos sudamericanos llegaron a hibridar hace unos 800 años

Si bien aún no está claro si los polinesios visitaron Sudamérica o los sudamericanos visitaron Polinesia, una cosa es segura, algunos polinesios tienen una firma genética que indica que sus antepasados hibridaron con indígenas de Colombia hace cientos de años. Imagen: © Ruben Ramos-Mendoza.

Hace unos 800 años, mucho antes de que existieran aplicaciones de citas o encuentros, los polinesios del Pacífico Sur y los nativos sudamericanos de lo que actualmente es Colombia llegaron a hibridar entre ellos, creando una firma genética que todavía existe en algunos polinesios hoy en día, según un nuevo estudio.

Sin embargo, los científicos no están seguros en dónde ocurrió este cruzamiento. Es posible que los nativos sudamericanos viajaran a la Polinesia, o alternativamente, los polinesios navegaran hasta la actual Colombia y luego regresaron a las islas de Polinesia llevándose consigo a sus hijos fruto de la hibridación y tal vez, incluso, unos pocos nativos americanos con ellos, dicen los investigadores.
"No podemos asegurar de modo definitivo quién hizo contacto con quién", dice a Live Science el investigador principal del estudio Alexander Ioannidis (izquierda), investigador postdoctoral de ciencias de datos biomédicos en la Universidad de Stanford.

Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo sobre el contacto entre los polinesios y los nativos sudamericanos. Varias pistas sugieren que los isleños y los continentales se pusieron en contacto en algún momento; por ejemplo, los cultivos del Nuevo Mundo como la batata o boniato y la calabaza se encuentran en el registro arqueológico polinesio. "La batata o boniato es originaria de América, pero también se encuentra en las islas de Oceanía, a miles de kilómetros de distancia", indica Ioannidis. "Además de eso, la palabra para la batata en los lenguajes polinesios parece estar relacionada con la palabra utilizada por los indígenas de los Andes".

En 1947, el explorador noruego Thor Heyerdahl demostró que el viaje era posible al llevar a cabo la expedición Kon-Tiki, cuando navegó en una balsa de madera más de 7.000 kilómetros, durante 101 días, desde Perú a Polinesia (derecha).

Sin embargo, varios estudios genéticos han arrojado conclusiones contradictorias sobre si los nativos sudamericanos tuvieron contacto con los polinesios antes de la llegada de los europeos a una isla en el este de Polinesia llamada Isla de Pascua, o Rapa Nui, en 1722. Sin embargo, estos estudios tendieron a realizar muestreos pequeños y mirar sólo ciertas partes del genoma.
En el nuevo estudio, publicado en Nature, se ha llevado a cabo el primero más grande análisis genómico tendente a abordar el misterio relativo a polinesios-nativos sudamericanos. Los investigadores estudiaron a 807 individuos indígenas de 17 poblaciones de islas del Pacífico (esto es, islas de Polinesia y Vanuatu, en Melanesia) y 15 grupos nativos de la costa del Pacífico de América del Sur. Sus resultados muestran "evidencias concluyentes del contacto entre individuos polinesios e individuos nativos sudamericanos alrededor del año 1200 d. C.", manifiestan los investigadores.

Sin embargo, a pesar de que Rapa Nui es la isla de Polinesia más cercana a Sudamérica no fue el primer lugar que albergó personas con ascendencia polinesia-nativa sudamericana, dicen los investigadores. Por el contrario, éstos encontraron evidencias de que hacia 1150 los nativos de Polinesia ya habían llegado primero a las islas Marquesas del Sur, a más 3.500 kilómetros de Rapa Nui. A partir de ahí, colonizaron las Marquesas del Norte en 1200, las islas Palliser y la isla Mangareva en 1230, y finalmente Rapa Nui en 1380.

El nuevo análisis de ADN muestra cuándo los polinesios con ascendencia nativa sudamericana aparecieron en cada una de estas islas polinesias. Crédito de la imagen: Nature

Rompecabezas genético

Después de recolectar el ADN de los participantes en el estudio -lo que constituyó un gran esfuerzo que incluyó anuncios de radio y reuniones con nativos de Polinesia-, los científicos separaron aquellos fragmentos de ADN que provenían de ascendencia polinésica indígena de aquellos fragmentos que provenían de fuentes externas, tales como Europa o África. En otras palabras, después de establecer una "referencia" de fondo, los científicos sabían qué secuencias de ADN provenían de qué poblaciones.

En particular, el equipo se concentró en las secuencias de los nativos sudamericanos que se encuentran en los genomas polinésicos. Un estudio anterior de 2014, publicado en la revista Current Biology, había demostrado que parte del ADN de nativos sudamericanos se transfirió a algunos genomas polinésicos aproximadamente entre los años 1300 y 1500, pero esa investigación no determinó de qué región de América del Sur provenían esas personas indígenas que transfirieron ADN. En el estudio actual, los investigadores han identificado que la firma genética indígena transmitida es similar a la del pueblo Zenú, un grupo de nativos sudamericanos que vive en Colombia.
Cada grupo de puntos de colores muestra dónde se tomó una muestra de ADN para este proyecto. Por ejemplo, los puntos amarillos significan nativos sudamericanos. La barra de abajo muestra qué porcentajes de ADN de diferentes poblaciones se encontraron en cada individuo. Por ejemplo, el azul claro representa el ADN polinesio mientras que el rosa fuerte representa secuencias de ADN europeas. El equipo también cartografió las corrientes de viento y oceánicas para ver cómo la gente pudo haber viajado a través del Pacífico. Crédito de la imagen: Ioannidis et al., Nature.

Posteriormente, el equipo utilizó varios métodos estadísticos para determinar en qué momento histórico los polinesios se habían cruzado con los nativossud americanos. "Todos los métodos de datación dieron la misma fecha, correspondiente con el periodo de la Edad Media, alrededor del año 1200", dijo Ioannidis. "Es decir, eso es mucho antes de que los europeos entraran en escena".
Este es un detalle importante, relata Ioannidis, ya que miles de isleños del Pacífico, incluidos 1.407 individuos de Rapa Nui, fueron secuestrados durante las redadas de esclavos peruanos de 1862-1863. De los capturados, unos 20 regresaron a Rapa Nui. Además, Rapa Nui se convirtió en territorio chileno en 1888. Es posible que estos eventos hayan provocado un cruzamiento entre polinesios y nativos sudamericanos, lo que habría introducido el ADN sudamericano en los genomas de las siguientes generaciones polinésicas, razón por la cual algunos investigadores han argumentado que tales cruzamientos explicarían, en realidad, el porqué algunos polinesios tienen ADN de nativos sudamericanos.

Las famosas estatuas moái de la isla de Rapa Nui, en el enclave de Rano Raraku. Crédito de la imagen: Javier Balanco.

Viento y corrientes oceánicas

Como se ha dicho, el estudio genético no logró saber dónde tuvo lugar el evento de hibridación, y tampoco el viento o las corrientes oceánicas que propiaciaron el contacto. Ahora bien, ambos viajes, desde Polinesia a Colombia y desde Colombia a Polinesia, son posibles en base a los patrones modernos de vientos y corrientes oceánicas.
"Se sabe que los antiguos polinesios navegaban en contra del viento, por lo que si necesitaban dar la vuelta podían revertir fácilmente el curso de su viaje", afirma el investigador Dr. Andrés Moreno-Estrada (izquierda), profesor de genética en el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (LANGEBIO) en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) en México.

Además, los vientos alisios y la corriente oceánica ecuatorial sur se mueven de este a oeste desde Colombia, lo que habría canalizado a los viajeros de Colombia a las islas Marquesas de la Polinesia.

"La aportación genética se deriva probablemente de un único contacto con indígenas sudamericanos en algún punto de la Polinesia que dispersó su ADN en estas islas. La aportación promedio de este evento antiguo entre los pobladores actuales polinesios ronda alrededor del 5 % y es distinta a la abundante contribución reciente de genes Mapuche que ha experimentado Rapa Nui o Isla de Pascua desde su anexión a Chile en 1888”, aduce el investigador mexicano.

"Nuestro laboratorio en México ha estado muy interesado en comprender la diversidad genética de las poblaciones de toda América Latina y, en general, de las poblaciones subrepresentadas en la investigación genómica", dice Andrés Moreno-Estrada. "A través de esta investigación, queríamos reconstruir las raíces ancestrales que han moldeado la diversidad de estas poblaciones y responder a preguntas profundas y antiguas sobre el contacto potencial entre los nativos sudamericanos y los isleños del Pacífico, conectando dos de las regiones más poco estudiadas del mundo", concluye Moreno-Estrada.

En un artículo de opinión en "News and Views", publicado adjunto en el mismo número de Nature, Paul Wallin (derecha), un arqueólogo de la Universidad de Uppsala, en Suecia, que no participó en el estudio, escribió que, "desde un punto de vista arqueológico, ahora es importante ver si este modelo genético propuesto encaja con los estudios de cultura material, los registros etnohistóricos, la lingüística y las evidencias de distribuciones de plantas y animales". Todos estos datos podrían fortalecer y arrojar luz sobre la conexión entre los nativos sudamericanos y los polinesios.

Wallin agregó que los humanos probablemente se establecieron en Rapa Nui sobre el año 1200 a más tardar. Por tanto, aunque el evento de hibridación en Rapa Nui data aproximadamente del año 1380, es muy posible que la isla ya estuviera poblada por otros polinesios.

Fuentes: livescience.com | phys.org | agenciasinc.es | nytimes.com | 9 de julio de 2020

Hallan en Israel conchas perforadas de forma natural utilizadas como uno de los primeros adornos en el Paleolítico Medio

Conchas de la cueva Qafzeh en las que se estudió su uso y desgaste. Crédito: Bar-Yosef Mayer et al, 2020.

Los humanos antiguos recogían conchas perforadas expresamente para unirlas como cuentas a modo de adorno. Así lo recoge un estudio publicado en la revista de acceso abierto PLOS ONE por Daniella Bar-Yosef Mayer (izquierda),de la Universidad de Tel Aviv, e Iris Groman-Yaroslavski (derecha), de la Universidad de Haifa, ambas en Israel.

Las conchas son una de las formas más antiguas en que los humanos se han adornado y expresado, con ejemplos de ensamblajes de conchas recogidos deliberadamente en yacimientos humanos que datan de hace 160.000 años en África del Norte, Sudáfrica y el Mediterráneo Oriental.

Las conchas de un yacimientos del Paleolítico mediterráneo, la Cueva Qafzeh (datada hace 120.000 años) están todas perforadas de forma natural. Este hecho contrasta con las conchas no perforadas encontradas en un antiguo yacimiento cercano, la Cueva Misliya. Por tanto, es posible que estas conchas se recolectaron expresamente para unirlas como cuentas.

Mapa de los enclaves donde se han encontrado el uso de conchas y la ubicación de las cuevas de Misliya y Qafzeh. Abajo a la izquierda: área de excavación de la cueva Misliya y estratigrafía.

La metodología del estudio

Para investigar la posibilidad de una suspensión deliberada y crear cadenas de cuentas de concha, Bar-Yosef Mayer y Groman-Yaroslavski recolectaron la misma especie de conchas perforadas (Glycymeris). Con ellas simularon ese uso potencial y el desgaste presente en las conchas originales.
Primero desgastaron sistemáticamente las conchas contra diferentes materiales como cuero, arena y piedra para producir una serie de patrones de desgaste. Posteriormente, colgaron las conchas en cuerdas hechas de lino salvaje para identificar patrones de desgaste propios de la suspensión en cuerdas. Luego compararon estos patrones de desgaste con los de los depósitos originales de la Cueva Qafzeh.

El análisis microscópico de las cinco conchas de la cueva Qafzeh mejor conservadas reveló rastros consistentes con los creados en las conchas simuladas a través del contacto con una cuerda. El estudio también apuntó rastros de contacto de concha contra concha. Esto indica que las conchas colgaban muy juntas. Cuatro de las cinco conchas originales también revelaron rastros de un tratamiento de coloración ocre.


Conchas de la Cueva Misliya: A: Conchas de función simbólica: a, b, c, f: Glycymeris nummaria; d,e: Cerastoderma glaucum. B: Otras conchas de moluscos que fueron transportadas a la cueva: a,b: Patella caerulea; c: Potamidas conicas; d: Melanopsis lampra; e: Donax trunculus [Crédito: Oz Rittner / Bar-Yosef Mayer et al, 2020]

Los humanos modernos recolectaban conchas de berberecho sin perforar con fines simbólicos

No es posible determinar el significado simbólico preciso de la hebra de cuentas de concha halladas en la Cueva Qafzeh. Sin embargo, el hecho de que las conchas bivalvas sean un sello distintivo frecuente en los sitios paleolíticos proporciona una idea de su importancia.
Además, la presencia de una cuerda parece sugerir que no solo era importante la recolección de conchas, sino que la capacidad de mostrar las mismas a los demás también tenía su importancia. Como uno de los primeros ejemplos de objetos perforados colgados mediante cuerdas, las conchas de la Cueva Qafzeh también nos acercan a comprender los orígenes de la tecnología de fabricación de cuerdas, probablemente entre 160.000 y 120.000 años atrás.

Cueva Misliya, en Israel, ubicada a 90 metros por encima del nivel del mar forma parte de una serie de cuevas prehistóricas localizadas en las laderas occidentales del Monte Carmelo, y donde también se descubrió una mandíbula que data de hace entre 200.000-175.000 años. (Mina Weinstein-Evron, Universidad de Haifa)

Bar-Yosef Mayer agrega: “Los humanos modernos recolectaban conchas de berberechos sin perforar con fines simbólicos hace 160.000 años o antes. Y, alrededor de hace 120.000 años, comenzaron a recoger conchas perforadas y llevarlas colgadas mediante una cuerda. Concluimos, por lo demás, que las cuerdas, que tenían muchas aplicaciones, se inventaron dentro de este periodo de tiempo”.

Las dos investigadoras sugieren que los collares de conchas pueden indicar el estado social de un individuo o incluso servir de conjuro. Su papel social es significativo, posiblemente marcando la posición del usuario en las redes de parentesco, el estado civil y la afiliación grupal. Pueden incluso haber servido como un tipo de conjuro para alejar el mal de ojo.

Fuentes: archaeologynewsnetwork.blogspot.com | timesofisrael.com | 8 de julio de 2020

Arqueólogos españoles hallan en Jordania figurillas antropomorfas nunca vistas hasta ahora dentro de tumbas del periodo Neolítico

Figuraciones humanas esquemáticas elaboradas en sílex. En los inicios del Neolítico las representaciones humanas adquieren un relevancia anteriormente desconocida.

Durante el Neolítico Temprano en Oriente Próximo se produjo una llamativa revolución artística. Desde mediados del IX milenio a. C., comenzó a generalizarse la realización de figuras humanas. Un salto cultural en la iconografía cuyo detonante todavía se encuentra rodeado de misterio.
Ahora, los hallazgos que científicos del CSIC han encontrado en una excavación arqueológica en Kharaysin (Jordania) pueden arrojar luz sobre su enigmático origen. Los especialistas de la Institución Milá i Fontanals de Investigación en Humanidades (IMF) de Barcelona encontraron en el yacimiento unas figurillas nunca vistas hasta ahora.


Localización de Kharaysin junto a otros yacimientos del periodo.

El yacimiento de Kharaysin abarca unas 25 hectáreas de las que apenas el 1% ha sido excavado. Eso no ha impedido identificar una gran área funeraria, y que se construyeron casas adosadas rectangulares con suelos de cal pintados en distintas fases entre el IX y el VII milenio a. C. Los restos se encontraron en una capa que data del Neolítico temprano, un intenso período en el que aparecieron los primeros granjeros, se desarrollaron los asentamientos humanos fijos y se crearon monumentos. Las imágenes de animales habían sido las más comunes hasta ese momento de la historia, pero desde alrededor del año 8.500 antes de Cristo empezaron a ser sustituidas por la iconografía humana.

Varias decenas de objetos, de entre 2 y 5 centímetros y de forma alargada, fueron realizados con sílex hace unos 10.000 años. Las lascas y láminas de esta piedra encontradas se asocian a la producción de herramientas, mientras que figuras de similares características suelen estar hechas de arcilla o, menos frecuentemente, de hueso. Pero los análisis contextuales, morfológicos, estadísticos y de uso apuntan a que no son herramientas sino figurillas humanas.

Excavaciones en el yacimiento de Kharaysin, Jordania.

La mayoría de ellas se han descubierto en las tumbas de un cementerio neolítico, con indicios de rituales. Esta estrecha asociación con los contextos funerarios sugiere que fueron fabricados y desechados durante los rituales mortuorios y ceremonias funerarias de recuerdo que incluían la extracción, manipulación y redeposición de restos humanos.

Juan José Ibáñez (izquierda), científico del CSIC e investigador principal del trabajo que se ha publicado en la revista especializada Antiquity, ha explicado a Efe que «hay señales de que algunas de las tumbas fueron abiertas tiempo después del entierro y de que los huesos fueron extraídos, manipulados e inhumados nuevamente».

Las figuritas de Kharaysin estaban dispuestas alrededor de los restos humanos, lo que apunta a que «tenían un significado funerario y que fueron usadas en rituales de recuerdo», según la hipótesis más plausible apuntada por este especialista.
“Las ceremonias de conmemoración de los difuntos estaban aumentando en importancia y complejidad en ese momento, lo que podría explicar la frecuencia cada vez mayor de imágenes antropomórficas durante esa época clave de la prehistoria humana”, concluye.

Siluetas humanas

Todas ellas tienen dos muescas en cada lado, arriba y abajo, que corresponden a la forma del cuello y la cintura. «Cuando analizamos la forma, fue evidente que esas muescas no habían sido usadas para un sistema de ligadura, ya que en el extremo opuesto del objeto de sílex no hallamos áreas activas cortantes», ha detallado Ferran Borrell (derecha), científico del CSIC en la IMF.

Éste y otros detalles les hicieron descartar que fueran herramientas y sugirieron que podrían estar representando siluetas humanas, algo que al principio se consideró con escepticismo. Pero la aparición de indicios, como los diversos tamaños y morfologías y, sobre todo, la similitud de su forma con las esculturas humanas neolíticas encontradas en el yacimiento cercano de Ain Ghazal, confirmó que representaban formas humanas.

Estatuilla de 'Ain Ghazal. Wikipedia.

«La diversidad en las formas es intrigante. Algunas figuritas son más grandes que otras, unas son simétricas y otras asimétricas, y algunas incluso parecen tener algún tipo de atractivo... ¿Los creadores estaban pensando en individuos específicos?», se preguntan los científicos.
«Todo indica que los primeros agricultores usaron estas estatuillas para expresar creencias y sentimientos, y para mostrar su apego a los fallecidos», dicen los autores.
«Nuestro estudio muestra que los primeros granjeros hicieron rituales de memoria en los cementerios donde no solo volvieron a abrir tumbas y manipularon huesos humanos, sino que también hicieron y depositaron figurillas de sílex que representaban al difunto», añaden.

Arquitecturas en la zona A de Kharaysin. Casas rectangulares de la primera mitad del VIII milenio a. C. (fase 3) al norte y al sur; cabañas ovales enterradas de la primera mitad del IX milenio en la franja central.

En el estudio han participado también científicos de la Pontificia Facultad de San Esteban de Salamanca, de la Université Paul Valéry (Francia), de la Durham University (Reino Unido), de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de la Universidad de Cantabria, de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Burgos.

Fuentes: abc.es | lavanguardia.com | 7 de julio de 2020

Las Labradas (Zamora): así asaltaba Augusto los castros astures

Foto: Busto de Augusto, imagen del tesoro de Arrabalde y la vista vista desde el 'castellum' de la muralla del castro en la zona de El Marrón.

Se encerraron en la enorme ciudad fortificada de 46 hectáreas ante el inminente ataque de las legiones. Y ahora el estudio Primeras evidencias arqueológicas del asedio romano al castro de Las Labradas-El Marrón durante el Bellum Asturicum revela el que podría ser “el primer asedio romano documentado en territorio de los astures cismontanos”, los que habitaban las actuales provincias de León y Zamora. El descubrimiento de las tácticas que empleaba Roma para asaltar a los celtíberos ha sido posible gracias a la utilización de un desarrollado software de procesamiento de datos obtenidos mediante LiDAR, un sistema que radiografía el terreno y muestra en las pantallas de los ordenadores las estructuras defensivas y de ataque de los ejércitos ocultas bajo el terreno.

¿Cómo tomó Roma un oppidum con kilómetros de murallas, sobre un altozano de difícil acceso a 996 metros de altura, y con miles de guerreros dispuestos a defenderlo con sus vidas? Un complejo sistema de campamentos, castella y hasta vías de acceso para acercar las máquinas de guerra legionarias son la respuesta.

Foto: Vistas del 'castellum' (en primer plano) y el campamento (a la altura del primer molino) desde la muralla de la zona de El Marrón. José Ángel Hierro


El oppidum de Las Labradas, entre los municipios zamoranos de Arrabalde y Villaferrueña, se asentaba en la zona más alta de la sierra de Carpurias, lo que le "permitía ejercer un gran dominio visual y estratégico de gran parte de la comarca circundante”, explica el estudio firmado por José Ángel Hierro, Julio Manuel Vidal, Eduardo Peralta, Enrique Gutiérrez y Rafael Bolado, miembros del colectivo arqueológico Agger, el proyecto Guerras Cántabras y el Servicio Territorial de Cultura de León.

Sobre el altozano, los astures levantaron un poblado fortificado, de 1.700 metros de longitud en su eje mayor, defendido por más de 1.500 metros de murallas. Este conjunto ocupaba unas 23 hectáreas y estaba unido a otro, a unos 200 metros de distancia, conocido como El Marrón (de otras 20 hectáreas) y que se alzaba algo más bajo, a 979 metros, probablemente una ampliación del primero y levantada ante la inminencia del ataque romano. Se supone que la ciudad guardaba tras sus murallas cientos de viviendas, rodeadas de huertos y otras construcciones auxiliares, así como diversos edificios públicos o sagrados. Sin embargo, la estructura exacta del asentamiento se desconoce, ya que apenas se han realizado trabajos arqueológicos en su interior.

No obstante, lo que sí se sabe es que con la unión de Las Labradas y El Marrón “nos encontramos ante el principal oppidum de la comunidad indígena que pobló esta comarca y, muy probablemente, ante uno de los mayores de todo el Noroeste”, como explica el arqueólogo Julio Manuel Vidal (izquierda). Y desde allí, precisamente, los astures vieron acercarse la amenaza de las legiones comandadas por el general romano Publio Carisio. Este había sido enviado a Hispania por el emperador Augusto para acabar con los últimos pueblos independientes de Roma durante las guerras astur-cántabras, entre el 29 y el 19 antes de Cristo.Sin embargo, en este caso, el militar no decidió atacar directamente a sus bien protegidos enemigos, sino extender una red de fortificaciones y campamentos en torno a la ciudad.

Por eso, a unos 800 metros, en el alto de otro monte llamado La Mina (956 metros), los romanos construyeron un campamento de unas cinco hectáreas. Fue protegido por defensas artificiales (aggeres) y de una anchura considerable. Poseía capacidad para albergar unos 3.000 hombres. “La presencia de este campamento junto al poblado astur constituye el primer indicio arqueológico directo de asedio al enclave indígena y de su posterior toma por las tropas romanas, bien por asalto, bien por rendición de sus defensores”, señala el estudio.

Planta general de la interpretación de Las Labradas-El Marrón, con la situación, al este, del
campamento y, entre medias, el posible 'castellum'. La línea punteada en color amarillo refleja el posible 'agger' que se encuentra paralelo y ligeramente al este del llamado ‘Camino de las Vacas’ («LiDAR-PNOA cedido por © Instituto Geográfico Nacional»).

Pero no fue lo único que construyeron los romanos en su plan para tomar el oppidum. A menos de 200 metros de la ciudad fortificada, el sistema LiDAR ha hallado los restos de lo que podría ser un castellum de asedio, de una hectárea de extensión. Estaba protegido por una línea de defensa exterior y otra interna. A cubierto de ambas podían situarse unos 500 legionarios. ¿Su función? El lanzamiento de proyectiles utilizando máquinas, dada la escasa distancia que separaba ambos emplazamientos.

Situación en una imagen LIDAR del posible castellum. A. Doble muro de cierre en su borde occidental e imagen de uno de ellos. B. Muro meridional del recinto, que conserva parcialmente su estructura. El costado septentrional es un fuerte escarpe («LiDAR-PNOA cedido por © Instituto Geográfico Nacional»)

También es probable que, para el asalto final, los romanos construyeran un “caballón [camino] formado a base de tierra y piedras que subía zigzagueando por la ladera sur del 'oppidum'. La estructura tenía una longitud de más de un kilómetro y desembocaba directamente en la muralla oriental de la parte principal del asentamiento”. Podría tratarse, creen los expertos, de una “obra de ingeniería militar romana destinada a asegurar el avance de tropas o máquinas de asedio, de tipo ariete”, aunque es algo que solo una intervención arqueológica sobre el terreno podrá confirmar.

Los arqueólogos sospechan que todo esto sucedió aproximadamente entre el 25 y el 22 a. C., ya que a finales de los años ochenta del siglo pasado se encontró una moneda acuñada en Emérita Augusta (actual Mérida) entre los años 25 y 23 a. C. y que se le pudo caer a un soldado de la guarnición que se estableció en el oppidum tras su toma. En la primera de esas fechas tuvo lugar la guerra propiamente dicha de Roma contra los astures, mientras que la segunda marca la de la última gran rebelión de ese pueblo, sofocada por el propio Carisio con la ayuda del también general Cayo Furnio.

En agosto de 1980 y en abril de 1987, respectivamente, se descubrieron dos importantes conjuntos de orfebrería prerromana dentro del yacimiento arqueológico, los conocidos como Tesoros de Arrabalde. Lo forman unas ochenta delicadas piezas de oro y plata, entre las que destacan brazaletes, sortijas, torques, fíbulas, joyas o broches, que se exhiben en el Museo de Zamora.

Fíbula de oro del primer Tesoro de Arrabalde expuesta en el Museo de Zamora.

Los expertos creen que los habitantes de la ciudad los enterraron antes de que esta fuera ... por los romanos, quienes también dejaron allí, además de desolación, unos cuantos denarios de plata y algunos objetos relacionados con actividades militares, muy probablemente pertenecientes al puesto de vigilancia legionario que quedó en el lugar tras su conquista y destrucción.


Fuente: elpais.com | 11 de julio de 2020

‘Homo erectus’ era compacto, achaparrado y robusto

Restos óseos de un Homo erectus.

Un estudio español publicado hoy en la revista Nature Ecology and Evolution, ha revelado que Homo erectus, el primer ancestro humano que se extendió por el Viejo Mundo, desde África hasta el sureste asiático, y al que hasta ahora se consideraba esbelto y estilizado, en realidad era compacto, achaparrado y robusto.

En este estudio coliderado por los paleoantropólogos Daniel Garcia Martínez (izquierda), del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), y Markus Bastir (derecha), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han reconstruido en tres dimensiones la forma de la caja torácica del ejemplar de Homo erectus conocido como el niño de Turkana, un esqueleto juvenil de 1,5 millones de años hallado en Kenia en 1984.

“Sorprendentemente, el niño de Turkana tenía un tórax más profundo, más ancho y más corto que el de los humanos modernos”, indica el investigador Markus Bastir. “Esto sugiere que el Homo erectus tenía una construcción corporal más robusta de lo que se suponía, ya que hasta ahora se contemplaba la forma corporal de esta especie como esbelta o estilizada, lo que se asociaba con su habilidad para recorrer largas distancias”, añade.

“Por lo tanto, parece que la forma esbelta del cuerpo humano moderno, con un tórax y una pelvis estrecha, evolucionó más recientemente de lo que se pensaba. En lugar de aparecer tan tempranamente como la aparición del 'Homo erectus', hace unos dos millones de años, habría aparecido con nuestra especie, 'Homo sapiens'”, explica García Martínez.

Una gran capacidad pulmonar


Foto: esqueleto del niño turkana

Los estudios sobre cómo este individuo Homo erectus caminaba y corría se han limitado en gran medida a las piernas y la pelvis. Sin embargo, para la carrera de resistencia, sus capacidades respiratorias también habrían sido relevantes. “Hasta ahora, este aspecto no se había investigado en detalle, ya que evaluar el movimiento del tórax y la capacidad respiratoria en base a fósiles de costillas y vértebras fragmentados es difícil con los métodos convencionales”, explica Bastir. “Ahora, gracias a la introducción de técnicas de imagen virtual y de reconstrucción cada vez más sofisticadas, este estudio finalmente ha sido posible”, añade.

“En esta investigación, se ha podido reconstruir la caja torácica virtual en 3D del joven de Turkana, y se ha podido predecir su forma torácica adulta”, detalla García Martínez. “Además, la forma de su caja torácica se comparó con la de los humanos modernos y la de un individuo neandertal, para investigar el movimiento de su respiración mediante la animación virtual”, indica el investigador del CENIEH.

En este estudio también se aborda el hecho de que la forma de nuestro cuerpo moderno puede estar vinculada con una cinemática respiratoria optimizada para correr largas distancia, así como para otras actividades de resistencia. “'Homo erectus' tal vez no era el corredor delgado y atlético de larga distancia que imaginamos”, apunta Bastir. “De hecho, esto es coherente con algunas estimaciones de su peso corporal, que proponen que esta especie era más pesada de lo que se creía. Este ancestro icónico probablemente se parecía un poco menos a nosotros de lo que lo retratamos a lo largo de los años”.

Una forma corporal adaptada al medio

La evolución de la forma corporal humana refleja el modo en el que los ancestros del ser humano se adaptaron al medio ambiente en el que vivían. Los humanos modernos, Homo sapiens, tienen un cuerpo relativamente alto y esbelto que contrasta con la forma corporal de los neandertales, más bajos y achaparrados.

Los científicos han supuesto tradicionalmente que la forma corporal moderna se originó con los primeros representantes de Homo erectus en el contexto de unos cambios climáticos relacionados con la recesión del bosque tropical africano, hace cerca de 2 millones de años.
Los cuerpos modernos, altos y esbeltos, podrían ser evolutivamente ventajosos en el clima seco de sabana en el que África oriental comenzaba a convertirse. Esto es debido a que este cuerpo esbelto habría ayudado a evitar el sobrecalentamiento corporal, a la vez que habría servido para correr largas distancias sobre terreno abierto.

Según esta concepción, los fósiles atribuidos a Homo erectus apuntaban hasta ahora a que esta especie ya tenía unas piernas más largas y unos brazos más cortos que sus antepasados australopitecos, los cuales tenían una marcha bípeda bastante eficiente, pero también poseían la habilidad de trepar a los árboles.

Algunas características de la modernidad que se observa actualmente en la especie humana, se podían ver en el Homo erectus juvenil de 1,5 millones de años de Turkana (Kenia), que es el fósil de esta especie más completo hallado hasta la fecha. Ahora, este nuevo estudio matiza esta concepción, al mostrar que tenían un cuerpo más compacto y robusto de lo que se había pensado.

Fuente: cenieh.es | 6 de julio de 2020