Hallan ADN denisovano en el genoma de los primeros asiáticos orientales

Calota craneal encontrada en el valle de Salkhit, en el este de Mongolia, perteneciente a una mujer que vivió hace 34.000 años. Los análisis genéticos muestran que había heredado aproximadamente el 25 por ciento de su ADN de Eurasia occidental. Crédito: Instituto de Arqueología, Academia de Ciencias de Mongolia.

Un equipo de investigadores ha analizado el genoma del fósil humano más antiguo encontrado en Mongolia hasta la fecha y muestran que, el mismo, correspondiente a una mujer de hace 34.000 años, heredó alrededor del 25 por ciento de su ADN de euroasiáticos occidentales, lo que demuestra que el traslado de individuos a través del continente euroasiático poco después de su primera aparición constituída por los antepasados ​​de las poblaciones actuales. El fósil de esta mujer y los de un individuo de hace 40.000 años hallado en China también portaban ADN procedente de los denisovanos, la especie extinta de homínidos que habitaban Asia antes de que llegaran los humanos modernos.

En 2006, los mineros descubrieron una calota craneal de un homínido con características morfológicas peculiares en el valle de Salkhit, en el condado de Norovlin del este de Mongolia. Inicialmente se le denominó como Mongolanthropus y se pensó que era un neandertal o incluso un Homo erectus. Los restos del individuo de Salkhit representan el único fósil de un homínido del Pleistoceno encontrado en el país.

Restos del esqueleto del 'Hombre de Tianyuan'.

El ADN antiguo extraído de la calota craneal muestra que pertenecía a una mujer que vivió hace 34.000 años, la cual estaba más relacionada con los asiáticos que con los europeos. Las comparaciones con el único otro individuo temprano de Asia oriental estudiado genéticamente hasta la fecha, los restos fósiles de un hombre de hace 40.000 años hallado en la cueva de Tianyuan, en las afueras de Beijing (China), muestran que ambos están relacionados entre sí. Sin embargo, difieren en la medida en que una cuarta parte de la ascendencia de la mujer de Salkhit deriva de euroasiáticos occidentales, probablemente por mezcla con antiguos siberianos.

Migración e interacción

"Esta es una evidencia directa de que las comunidades humanas modernas en el este de Asia ya eran bastante cosmopolitas antes de hace 34.000 años", dice Diyendo Massilani (izquierda), autor principal del estudio e investigador del Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva. "Este raro espécimen muestra que la migración y las interacciones entre las poblaciones de Eurasia ocurrieron con frecuencia hace unos 35.000 años".

Los investigadores utilizaron un nuevo método desarrollado por el Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva para encontrar segmentos de ADN en los genomas de los homínidos extintos de Salkhit y Tianyuan. Descubrieron que ambos genomas contienen no solo ADN neandertal, sino también ADN de denisovano, el escurridizo pariente asiático de los neandertales.

Mapa de calor que ilustra la similitud genética entre el individuo de Salkhit y los humanos modernos de Eurasia de hace 20.000 años (figuras de diamante), asi como las poblaciones humanas de hoy en día (figuras de círculo). Cuanto más cálido es el color, mayor es la similitud genética entre el individuo Salkhit y una población / individuo.

"Es fascinante ver que los antepasados ​​de los humanos más antiguos del este de Asia, de los que hemos podido obtener datos genéticos, ya se habían mezclado con los denisovanos, una forma extinta de homínidos que ha contribuido a la ascendencia de las poblaciones actuales de Asia y Oceanía", dice Byambaa Gunchinsuren (derecha), investigador del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Mongolia. "Esta es una evidencia directa de que los denisovanos y los humanos modernos se conocieron y se mezclaron hace más de 40.000 años".

"Curiosamente, los fragmentos de ADN de denisovanos en estos antiguos asiáticos orientales se superponen con los fragmentos de ADN denisovano en los genomas de las poblaciones actuales del este de Asia, pero no con los fragmentos de ADN denisovano en Oceanía. Esto apoya un modelo de múltiples eventos de mezcla independientes entre denisovanos y humanos modernos", dice Massilani.

La investigación se ha publicado en la revista Science.

Fuentes: phys.org | nrc.nl | 29 de octubre de 2020

Guerra en la época de los neandertales: cómo nuestra especie luchó por la supremacía durante más de 100.000 años

Un mural sobre la vida del hombre de neandertal (AP/American Museum of Natural History)

Hace unos 600.000 años, la humanidad se dividió en dos. Un grupo se quedó en África evolucionando hacia nosotros, el Homo sapiens. El otro se dirigió por tierra a Asia, luego a Europa, convirtiéndose en el Homo neanderthalensis, los neandertales. No eran nuestros antepasados, sino una especie hermana que evolucionó en paralelo.

Los neandertales nos fascinan por lo que nos dicen sobre nosotros mismos: quiénes éramos y en quiénes podríamos habernos convertido. Es tentador verlos en términos idílicos, viviendo en paz con la naturaleza y entre ellos, como Adán y Eva en el jardín del Paraíso. Si es así, tal vez los males de la humanidad, especialmente nuestra territorialidad, violencia, guerras, no sean innatos, sino inventos modernos.

La biología y la paleontología pintan un panorama más oscuro. Lejos de ser pacíficos, los neandertales probablemente eran luchadores hábiles y guerreros peligrosos que solo rivalizaban con los humanos modernos.

Principales depredadores

Los mamíferos terrestres depredadores son territoriales, especialmente los cazadores en manada. Como los leones, los lobos y el Homo sapiens, los neandertales eran individuos cooperativos que practicaban la caza mayor. Estos depredadores, que se encuentran en la cima de la cadena alimentaria, tienen, a su vez, pocos depredadores propios, por lo que la superpoblación de los mismos genera conflictos por los terrenos de caza. Los neandertales se enfrentaron al mismo problema; de hecho, si otras especies no controlaran su número, el conflicto lo habría hecho.

Esta territorialidad tiene profundas raíces en los humanos. Los conflictos territoriales también son intensos en nuestros parientes más cercanos: los chimpancés. Los chimpancés machos habitualmente se unen para atacar y matar a los machos de bandas rivales, un comportamiento sorprendentemente parecido a la guerra humana. Esto implica que la agresión cooperativa evolucionó en el ancestro común de los chimpancés y de nosotros mismos hace 7 millones de años. Si es así, los neandertales habrían heredado estas mismas tendencias hacia la agresión cooperativa.

Las manadas de leones amplían sus poblaciones, hasta el conflicto con otras manadas. Hennie Briedendhann / Shutterstock

Demasiado humano

La guerra es una parte intrínseca del ser humano. La misma no es un invento moderno, sino una parte antigua y fundamental de nuestra humanidad. Históricamente todos los pueblos lucharon. Nuestros escritos más antiguos están llenos de historias de guerra. La arqueología revela antiguas fortalezas y batallas, además de sitios donde se produjeron masacres prehistóricas que se remontan a milenios.

La guerra es humana, y los neandertales eran muy parecidos a nosotros. Somos notablemente similares en el cráneo y en anatomía esquelética, y compartimos el 99,7% del ADN. Por otra parte, en términos de comportamiento, los neandertales se parecían asombrosamente a nosotros. Hicieron fuego, enterraron a sus muertos, fabricaron adornos con conchas marinas y dientes de animales, hicieron obras de arte y santuarios de piedra. Si los neandertales compartían tantos de nuestros instintos creativos, probablemente también compartían muchos de nuestros instintos destructivos.

Lanzas neandertales de hace 300.000 años, Schöningen, Alemania. Prof. Dr. Thomas Terberger.

Vidas violentas

El registro arqueológico confirma que las vidas de los neandertales eran todo menos pacíficas. Los Homo neanderthalensis eran hábiles cazadores de grandes animales, para lo cual usaban lanzas en sus capturas de ciervos, íbices, alces, bisontes e incluso rinocerontes y mamuts. Es imposible pensar que habrían dudado en usar estas armas si sus familias y tierras estuvieran amenazadas. La arqueología sugiere que tales conflictos eran comunes.

La guerra prehistórica deja señales reveladoras. Un golpe en la cabeza es una forma eficaz de matar: los garrotes son armas rápidas, potentes y precisas, por lo que el Homo sapiens prehistórico suele mostrar traumatismos en el cráneo. De igual modo sucedió entre los neandertales.

Otro signo de guerra es la fractura de parada o freno, una rotura en la parte inferior del brazo causada por protegerse de los golpes. Los neandertales también muestran muchos brazos rotos. Y, al menos, un neandertal de la cueva Shanidar, en Irak, fue herido con una lanza en el pecho. Este tipo de traumatismos fue especialmente común entre los varones jóvenes de neandertales, al igual que sucedía con la muerte. Algunas lesiones podrían haberse producido durante la actividad de caza, pero los patrones coinciden con los pronosticados para un pueblo involucrado en guerras intertribales, con conflictos prolongados a pequeña escala pero intensos, con enfrentamientos caracterizados por incursiones y emboscadas al estilo de guerrilla, con batallas escasas.

El cráneo neandertal de Saint-Césaire sufrió un golpe que lo partió. Hace 36.000 años, Francia. Institución Smithsonian.

La resistencia neandertal

La guerra deja una huella más sutil en forma de límites territoriales. La mejor evidencia de que los neandertales no solo lucharon sino que sobresalieron en los enfrentamientos es que, a pesar de que nos conocieron, no fueron invadidos de inmediato. Al contrario, durante unos 100.000 año, los neandertales resistieron la expansión humana moderna.

¿Por qué tardamos tanto en salir de África? No fue porque el medio ambiente fuera hostil, sino porque los neandertales ya estaban prosperando en Europa y Asia.

Es muy poco probable que los humanos modernos conocieran a los neandertales y decidieran simplemente vivir y dejar vivir. Por lo menos, el crecimiento de la población obliga inevitablemente a los humanos a adquirir más tierras, a fin de asegurar un territorio suficiente de caza y buscar comida para sus hijos. Pero una estrategia militar agresiva también es una buena estrategia evolutiva.

Sin embargo, a pesar de que durante miles de años debimos haber tenido enfrentamientos mutuos, seguimos perdiendo. En armas, tácticas, estrategia, estábamos bastante igualados, pero los neandertales probablemente tenían ciertas ventajas. Habían ocupado el Medio Oriente durante milenios y obtenido, sin duda, un conocimiento íntimo del terreno, las estaciones, y de cómo vivir de las plantas y animales nativos. En la batalla, su gran complexión y musculatura debió haberlos convertido en formidables luchadores en el combate cuerpo a cuerpo. Sus enormes ojos probablemente les dieron a los neandertales una visión superior con poca luz, permitiéndoles maniobrar en la oscuridad para realizar emboscadas y ataques al amanecer.

La ofensiva fuera de África. Nicholas R. Longrich.

Sapiens victorioso

Finalmente, el punto muerto se rompió y la situación cambió. No sabemos por qué. Es posible que la invención de armas de rango superior (arcos, lanzas con propulsor, palos arrojadizos) permitiera que el Homo sapiens, de complexión ligera, acosara a los fornidos neandertales desde la distancia mediante tácticas de golpe y fuga. O quizás mejores técnicas de caza y recolección permitieron a los sapiens alimentar a tribus más grandes, creando una superioridad numérica en la batalla.

Incluso después de que el primitivo Homo sapiens saliera de África hace 200.000 años, se necesitaron más de 150.000 años para conquistar las tierras de los neandertales. En Israel y Grecia, el arcaico Homo sapiens tomó terreno, pero tuvo que retroceder después de las contraofensivas neandertales. Posteriormente, una ofensiva final del Homo sapiens moderno, comenzada hace 125.000 años, pudo eliminarlos.

Esta no fue una guerra relámpago, como uno esperaría si los neandertales fueran pacifistas o guerreros inferiores, sino que fue una larga guerra de desgaste. Al final, ganamos. Pero esto no se debió a que los neandertales estuvieran menos inclinados a pelear. Es probable que nos volvieramos mejores que ellos en la guerra.

Fuente: theconversation.com | 2 de noviembre de 2020

Por profesor titular de Paleontología y Biología Evolutiva en la Universidad de Bath (Gran Bretaña).

Misterio resuelto: arqueólogos explican el secreto medieval del "jefe de seis cabezas" hallado en Escocia

El lugar del entierro contiene los restos de cinco hombres y una mujer. Crédito: Programa Tarbat Discovery.

Un equipo de arqueólogos utilizó el análisis de muestras de ADN para desentrañar los secretos de los restos del apodado "jefe de seis cabezas" que fue hallado en una tumba de la Edad Media en Escocia.

El sepulcro fue encontrado, en 1997, en el pequeño pueblo de pescadores Portmahomack, en las Tierras Altas de Escocia, y contiene los restos de un hombre con una herida mortal de espada en el cráneo. El esqueleto fue enterrado junto a otras cuatro calaveras antes de que su tumba se volviera a abrir para enterrar a otro hombre, mientras que un tercero fue sepultado cerca.

Las excavaciones demostraron que, en realidad, había dos esqueletos completos, uno puesto encima del otro. Uno de ellos tenía una horrible herida en la cara, ocasionada por una espada que le cortó los huesos y acabó con su vida. Se trataba de una persona que tenía cerca de 40 años en el día de su muerte y una estatura inusual para la época: más de 1,75 metros. Por todo ello, los investigadores creen que era un destacado guerrero que cayó en el campo de batalla.

Se cree que el antiguo cementerio contiene los restos de varias generaciones de la misma familia. Crédito: Universidad de Bradford.

El otro cuerpo fue colocado años después en la misma tumba. La datación por radiocarbono reveló que ambos fueron enterrados entre finales del siglo XIII y comienzos del XIV. Y es aquí donde el análisis genómico aporta la información que no se podría conseguir de otra manera: el segundo sepultado resultó ser sobrino del presunto guerrero o su primo, según indicó la investigación realizada por el grupo de arqueólogos FAS Heritage publicada en Live Science.

El análisis comparativo del ADN junto con el extraído al resto de las calaveras convierte al conjunto funerario en una tumba familiar, pero con una excepción. Uno de los cráneos pertenecía al padre del segundo hombre sepultado y, junto al mismo, yacía el de su madre, mientras que el cráneo de su abuelo se hallaba depositado al otro lado de la cabeza del nieto. Solo la cuarta calavera no encajaba en el patrón: pertenecía a una persona fallecida cientos de años antes, entre los siglos VII y IX.

La manera de enterrar a estas personas subrayando su linaje y su enlace familiar con un guerrero hace pensar a la investigadora Shirley Curtis-Summers (izquierda) que se puede tratar de un intento de "legitimar su sucesión al asumir el liderazgo de la comunidad".

El grupo vivía en una "situación muy estresante, supuestamente estaba en tiempos de guerra", afirmó la arqueóloga. Después de la violenta partida de su líder, cree que les fue necesario "legitimar a quienes lo sustituyeron".

"El hecho de que fueran en contra del tipo de entierro habitual de la época al adoptar este sorprendente rito mortuorio los separa como un grupo especial dentro de su comunidad en Portmahomack", dijo.

Mientras la identificación efectiva del guerrero y su sobrino (o primo) todavía no está completa, el estudio dejó en claro que ambos fueron enterrados junto al altar de la iglesia por méritos propios y que pertenecer a ese linaje era un orgullo para sus descendientes.

El análisis del ADN muestra que dos los individuos enterrados y el resto de los cráneos provienen de una misma familia, mientras que, otro miembro enterrado junto a estos es de la misma famiia.

Los métodos contemporáneos de análisis refutan una de las principales hipótesis iniciales que se plantearon sobre este insólito entierro del "jefe de seis cabezas".

En un primer momento, se suponía que los restos del personaje principal pertenecían a uno de los protagonistas de la batalla de Tarbat, librada cerca de ese lugar entre dos clanes escoceses en 1480. Sin embargo, la muerte llegó a todos los sepultados al menos un siglo y medio antes de esa fech, por lo que esa conjetura ha tenido que ser descartada.

La antigua iglesia parroquial de Tarbat, en Portmahomack, donde se encontraron los restos, fue escenario de una violenta batalla entre clanes rivales del siglo XV. Ahora es un centro de conservación del patrimonio y museo. Crédito: Jim Bain

Fuente: lanacion.com.ar | 31 de octubre de 2020

Así sonaban los primeros instrumentos 'made in Iberia' de la historia: exposición en el MAN "Arqueología de los paisajes sonoros"

Los primeros habitantes de la península ibérica ya creaban música, y su forma de hacerlo no distaba demasiado de la actual. Con motivo de la celebración del año internacional del sonido, el Museo Arqueológico Nacional se ha propuesto dar vida al paisaje sonoro de la prehistoria y la protohistoria con la exposición Arqueología de los paisajes sonoros, en la que muestra los instrumentos más antiguos descubiertos en territorio patrio e, incluso, reconstruye las melodías que salían de ellos.

La identificación de este fragmento de aulós supone la primera evidencia de la presencia física de este instrumento en nuestro país. Procedente del yacimiento ibero de Azaila (Teruel), está realizado en hueso. Se estima que posee una cronología entre el siglo IV y el I a.C.

Por ejemplo, la muestra incluye fragmentos de un aulós, catalogado como el primer objeto con una clara intención musical descubierto en la península ibérica. Se trata de un instrumento de viento con lengüeta cuyo origen se remonta al III milenio a.C., en Egipto, Mesopotamia y el archipiélago griego de las Cícladas. En la península ibérica, tiene presencia documentada a partir del siglo V a.C., a juzgar por la representación de las piezas cerámicas, metálicas y pétreas de las primeras culturas que poblaron el territorio.

Auletris o auletrix ibera tañendo un aulós. Relieve en caliza encontrado en Osuna. Museo Arqueológico Nacional en Madrid.

Procedente del yacimiento íbero de Azaila (Teruel), se estima que la 'joya' de la exposición data de entre los siglos IV y I a.C. Es muy probable que se utilizara con fines ceremoniales, tal y como ocurría en la Antigua Grecia, donde se le relaciona con el culto orgiástico a Dioniso —dios de la fertilidad y el vino— y Cibeles —personificación de la fertilidad terrestre—, aunque se adaptó a las prácticas culturales locales. La auletris de Osuna, un alto relieve que representa a una figura femenina tocando este instrumento, invita a pensar que fue el favorito de las mujeres íberas.

Los hombres preferían trompetas o trompas, según demuestra la gran cantidad de estos elementos exhumados en los alrededores de Numancia. Tal vez a imitación del cornu romano, los primeros defensores hispanos utilizaban aerófonos de cerámica para congregar a los soldados y ordenar sus movimientos en el campo de batalla, además de para la caza. Un milenio después, los visitantes a la exposición pueden apreciar, mediante un código QR, su imponente sonido recreado gracias a revolucionarias técnicas de arqueoacústica.

Trompeta celtibérica de cerámica. Numancia (Garray, Soria). S II-I a.C. Uno de los objetivos de la arqueología experimental en el campo de la arqueoacústica es la realización de réplicas de instrumentos antiguos. Gracias a estas réplicas se ha podido comprobar que estas trompetas se realizaban con un buen control de pastas y cocciones y tocar con ellas permite demostrar que se pueden articular melodías.

"El repertorio de objetos con capacidad sonora de nuestros antepasados debió ser mucho más amplio del que hoy podemos mostrar a través de la arqueología. Conservamos sólo una pequeña muestra del registro original, esencialmente el que corresponde a objetos realizados en materias inorgánicas", explica el museo. Entre los más curiosos se encuentra una pechera de bronce, correspondiente al siglo III a.C., hallada en la necrópolis de Cerro Monobar y Quintanas de Gormaz (Soria) que producía sonido mediante el movimiento de su portador.

Pectoral 9. Bronce. Necrópolis de Cerro Monobar y Quintanas de Gormaz (Soria). S III a.C.
El repertorio de objetos con capacidad sonora de nuestros antepasados debió ser mucho más amplio del que hoy podemos mostrar a través de la Arqueología. Conservamos sólo una pequeña muestra del registro original, esencialmente el que corresponde a objetos realizados en materias inorgánicas como es el caso de este pectoral en el que el sonido se produce mediante el movimiento de su portador.

Con el paso de los años, el trabajo de los metales se fue perfeccionando, hasta dar lugar a instrumentos de increíble riqueza decorativa. Buen ejemplo de ello es la trompeta numantina con forma de cabeza de cánido hallada en Montejo de Tiermes (Soria) y fechada entre los siglos II y I a.C. La representación de lobos es una de las más frecuentes en los instrumentos de viento de la cultura celta, lo cual puede responder a rituales de magia guerrera, comunes entre los pueblos de origen germánico.

Pabellón de trompeta numantina Cerámica. Tiermes (Montejo de Tiermes, Soria). S II-I a.C.
Muchos de los instrumentos que conservamos son sencillos, pero también contamos con ejemplos de mayor riqueza decorativa que nos permiten obtener información sobre la iconografía y la simbología a la que esta hace referencia. La representación de lobos es una de las más frecuentes en los instrumentos de viento de la cultura celta.

Música para el último adiós

Es muy probable que la percusión fuera la primera forma en que los humanos aprendieron a seguir el ritmo. En un principio, con manos y pies; luego, con otras partes del cuerpo; y, después, con materiales obtenidos de su entorno. En Cuevas de Almanzora y Mojácar (Almería) se han encontrado sonajeros de hacia el 2.500 a.C. Más difusa es la fecha de datación de un instrumento de percusión aparecido en Campanet (Mallorca) que los habitantes ancestrales de las islas utilizaban a modo de gong en las ceremonias funerarias de entre los siglos V y II a.C.

Sonaja sobre Conus, Columbella, Luria y Thais Almizaraque (Cuevas del Almanzona, Almería). Hacia 2500 a.C. Los gasterópodos de pequeño tamaño son muy frecuentes en yacimientos prehistóricos. Muchos se relacionan con elementos de adorno, pero es muy probable que también se utilizasen a modo de sonajas, tal y como ocurre en otras sociedades actuales.

El Museo Arqueológico custodia también un amplio conjunto de cascabeles y campanas de bronce que se utilizaban durante los enterramientos al considerarse talismanes protectores. En los ritos funerarios fenico-púnicos, que debieron de celebrarse en el Levante durante el dominio cartaginés, la música tenía una significación especial, pues acompañaba a danzas y expresiones de duelo o lamentos fúnebres en forma de canciones para honrar la memoria del difunto y ensalzar la respuesta ritual y emocional de los asistentes.

Izquierda: Campanitas de bronce. Puig des Molins (Ibiza). S IV-III a.C. El departamento de Protohistoria custodia un amplio conjunto de pequeñas campanas de bronce localizadas en contextos funerarios. Cascabeles y campanitas son elementos sonoros que se consideran talismanes protectores en sociedades tradicionales y probablemente también sería así entre las gentes del primer milenio antes de nuestra Era.

Derecha: Instrumento de percusión bronce y hierro. Cueva Massana (Campanet, Mallorca). S V-II a.C. La colección del MAN conserva algunas piezas singulares como es el caso de este instrumento de percusión utilizado en las ceremonias funerarias de la Protohistoria de Mallorca y que se haría sonar a modo de gong.

La exposición Arqueología de los paisajes sonoros estará disponible hasta el próximo 17 de enero de 2021.

Quienes deseen profundizar más en el tema podrán asistir a una jornada de conferencias telemáticas a cargo de especialistas en arqueología del sonido que tendrá lugar el 18 de noviembre. Solo hay que pinchar en el siguiente enlace y registrarse con nombre y apellidos: https://bit.ly/2Ht1JNIEnlace externo, se abre en ventana nueva

Fuentes: elconfidencial.com | man.es | 30 de octubre de 2020

El misterio del fuego griego en Albacete

Excavación del yacimiento de Los Almadenes.UNIVERSIDAD DE ALICANTE

Por qué en el siglo VI a. C. un grupo de comerciantes llegados desde la costa sureste peninsular levantaron un asentamiento de unos 5.000 metros cuadrados en un inhóspito y agreste cerro del actual Hellín (Albacete), sin tierras cultivables próximas y, además, lo amurallaron fuertemente? De hecho, la excavación arqueológica realizada en la campaña de este año ha sacado a la luz la puerta principal de la fortificación dispuesta como un muelle de carga y descarga. ¿Qué fabricaban, recibían o almacenaban entonces sus pobladores en las incontables vasijas y ánforas que los expertos han desenterrado en el lugar? El estudio Los Almadenes o la meta de un sistema productivo y comercial del siglo VI a. C. a través del río Segura da por primera vez una respuesta a estas incógnitas casi 90 años después del descubrimiento del poblado de forma fortuita en 1931 por los ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Segura, que en esas fechas iniciaban la construcción de la presa del pantano de Camarillas.

Ahora, los autores del informe —ocho arqueólogos de la Universidad de Alicante y del Museo de Hellín― ofrecen una sorprendente respuesta: extraían azufre, un elemento químico con múltiples aplicaciones en la vida cotidiana como antiséptico, fungicida o fertilizante, y también fundamental en la fabricación de pólvora. De hecho, el azufre es uno de los componentes del arma incendiaria que siglos después se conocería como "fuego griego", ―una combinación de elementos químicos, incluido el necesario azufre de Hellín para elaborar un producto incendiario que el agua no podía apagar y que destruía ciudades y flotas― y que era perfecto para enriquecerse y dominar los mares.

Las primeras excavaciones se realizaron entre 1993 y 1995. En esas campañas se descubrió el llamado Edificio 1, la primera de la veintena de construcciones que se observan en la superficie del asentamiento. Se trata de una edificación de unos 290 metros cuadrados, “unas dimensiones inéditas para la arquitectura doméstica de época protohistórica”, explica Feliciana Sala Sellés (izquierda), catedrática de Arqueología de la Universidad de Alicante, quien dirige el proyecto financiado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la Universidad de Alicante, y en el que han participado también los expertos Javier López Precioso, Rocío Noval, Víctor Cañavate, Ismael Carratalá, Sara Fernández, Pascual Perdiguero y Patricia Rosell.

En el citado edificio "se hallaron los rastros de un violento incendio que dejó rotos, pero in situ, todas las ánforas y vasos contenedores, así como el equipamiento doméstico —bancos, hogares, bases de poste…— con un alto grado de conservación, lo que aumentaba su interés”, señala Sala Sellés. El yacimiento se ubica en la cima de un alto del cañón de Los Almadenes, en la margen derecha del río Mundo, próximo a su unión con el Segura, y a una decena de kilómetros de distancia del importante camino que en época romana sería la vía Complutum-Carthago Nova.

Construcción digital de uno de los edifiicios del yacimiento de Los Almadenes, en Hellín. UNIVERSIDAD DE ALICANTE

Un gran incendio forestal en 2012 que arrasó las sierras del entorno fue clave para resolver la función de este poblamiento. El fuego eliminó la espesa cubierta vegetal de esparto de la zona y puso al descubierto un buen número de edificios no visibles hasta esa fecha. Los trabajos de investigación se retomaron en 2014 centrándose en actualizar la planimetría general que había brotado de las llamas y en normalizar la documentación de las intervenciones anteriores.

La primera sorpresa fue descubrir una fortificación perimetral. Al lienzo de tres metros de anchura del lado meridional, que siempre había estado visible, se sumaban ahora los tramos norte y este, de un metro de espesor. Se intuían, asimismo, dos accesos: una posible poterna en la parte norte y una puerta principal de tres metros en la este. Con un torreón macizo en el ángulo noroeste, la fortificación se mostraba así “compleja y planificada”, muy alejada de la idea inicial de una sencilla muralla en barrera.

Planimetría general del yacimiento con indicación de los edificios, espacios abiertos y calles. Imagen cenitaltomada en 2014 con dispositivo dron.

Pero las llamas destaparon también el entramado urbano: 15 construcciones más a lo largo de una calle que cruzaba el poblado de este a oeste, además de una gran plaza. La vía recorre el asentamiento longitudinalmente, arranca en la puerta oriental, pasa junto a la fachada norte del Edificio 1 y se dirige al torreón de la esquina occidental. “Se trataba”, dice la catedrática, “de un urbanismo planificado para dejar grandes espacios abiertos entre los edificios, una imagen muy alejada de una trama densa de construcciones organizadas en calles y manzanas”. Los expertos no se enfrentaban, por tanto, a un asentamiento protohistórico al uso, como los que los fenicios fundaron en las costas mediterráneas y atlánticas.

Al iniciar la excavación de la puerta principal de la muralla en 2016 volvieron a aparecer numerosas ánforas y vasos contenedores rotos en el pasillo de entrada. “Semejante acumulación de bienes carece de sentido en un entorno árido como este, nada apto para la agricultura y la ganadería”, asevera el estudio. Por tanto, la pregunta sigue siendo: ¿para qué usaban tantos recipientes? Dado que lo único aprovechable en la zona era el azufre —el yacimiento se encuentra en el centro mismo del coto de Hellín, que desde el siglo XVIII aprovisionaba la Fábrica de Pólvora del Ejército en Javalí Viejo (Murcia)― la respuesta es clara.

Cerámica encontrada en el yacimiento de Los Almadenes, en HellínUNIVERSIDAD DE ALICANTE

“El motivo no pudo ser otro que la explotación de esa materia prima costosa y apreciada que es el azufre. Ello implicaría la existencia en el siglo VI a.C. de un sistema productivo de obtención del producto y su salida comercial a través del río Segura”, asevera Sala Sellés. El hallazgo definitivo fueron los restos microscópicos de azufre en la superficie de fricción de un pequeño machacador de cuarcita y que confirman los análisis en el Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Alicante.

“La acumulación de ánforas en Los Almadanes es de tal magnitud que estamos barajando si no son el recipiente de transporte del azufre. El coste económico y humano que supone construir un espacio fuertemente fortificado en un lugar árido y hostil aporta la certeza de que la fundación obedeció a una empresa socioeconómica capaz de generar enormes beneficios”, se lee en el estudio.

Otra prueba más es la puerta de la muralla, cuya excavación financiada por el Instituto de Estudios Albacetenses ha concluido hace unas semanas, mostrándonos que con la roca del escarpe configuran un muelle de carga y descarga. A la fábrica le pusieron una muralla y pasó siglos ignorada, hasta que se produjo un fuego en 2012 y los arqueólogos juntaron las piezas del puzle.

Fuente: elpais.com | 28 de octubre de 2020

Hallan en Menia (Egipto) la tumba del supervisor del tesoro real de la dinastía XXVI

Mustafa Waziri mostrando los vasos canopos hallados en la tumba de Badi Eset.

Egipto no para de deparar sorpresas a los arqueólogos a pesar de la situación pandémica actual. Ahora, las autoridades del país del Nilo han anunciado el hallazgo de la tumba intacta de un personaje llamado Badi Eset y su familia, supervisor del tesoro real, en la necrópolis de Tuna el Yebel, en el yacimiento de Al-Ghuraifa, en la región de Menia, situada en el Egipto medio.

EL SUPERVISOR DE LOS TESOROS

La tumba de Badi Eset, que seguramente fue uno de los hombres más poderosos de Egipto, puesto que su rango implicaba encargarse de la custodia del tesoro real y el mantenimiento de las residencias del faraón, se ha datado en la Baja Época, concretamente en la dinastía XXVI (664-525 a.C.) y consta de un pozo funerario de diez metros de profundidad que conduce a una amplia estancia con nichos excavados en los muros. En dos de estas hornacinas se encontraron sendas estatuas de piedra caliza. Una de ellas representa a un bóvido, posiblemente el toro Apis, divinidad que se adoraba en Menfis, y la otra es una estatua femenina, tal vez una divinidad.

En el interior de la tumba se hallaron asimismo los vasos canopos, recipientes de gran calidad, que contenían las vísceras del difunto, extraídas durante el proceso de momificación. "Se trata de unos de los más bellos ejemplos de vasos canopos que se han encontrado, realizados en alabastro, con la forma de los cuatro hijos de Horus y con los títulos y el nombre del fallecido inscritos", ha explicado Mustafa Waziri, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto.

En la sepultura se han localizado también unos 400 ushebits (figuritas funerarias) de fayenza (un tipo de cerámica de cuarzo) azul y verde, que también llevan el nombre del propietario.

Sarcófago del sacerdote Djehuty Imhotep. Ministry of Antiquities of Egypt

UN YACIMIENTO RICO EN HALLAZGOS

Además, los arqueólogos han localizado otros seis pozos funerarios pertenecientes a varios miembros de la familia de Badi Eset, que contenían cerca de 1.000 ushebits más, varios conjuntos de vasos canopos, amuletos, escarabeos y una serie de recipientes de cerámica. Junto a estas piezas, había cuatro sarcófagos antropomorfos de piedra completamente sellados.

Pero no es este el único hallazgo que se ha realizado recientemente en Tuna el-Yebel. Desde 2018, los arqueólogos que excavan en la zona han descubierto numerosos enterramientos de altos sacerdotes de Thot, el dios de la escritura, así como de altos funcionarios. Sin ir más lejos, la semana pasada se localizó dentro de un pozo funerario de cinco metros de profundidad un sarcófago de piedra perteneciente a un sumo sacerdote de esta divinidad llamado Djehuty Imhotep, datado también en la dinastía XXVI, acompañado de diversos amuletos y ushebtis.

Fuente: nationalgeographic.com.es | 29 de octubre de 2020