Analizan por primera vez momias egipcias excepcionales, las únicas “envueltos en estuco” halladas en la necrópolis de Saqqara

(A) Momia masculina; (B) Momia femenina (© Colección de Esculturas, Colecciones de Arte del Estado de Dresde, fotos: H.-P. Klut / E. Estel).

Saqqara está de moda. En apenas un mes, la necrópolis principal de la antigua capital de Menfis, situada en la ribera del Nilo, a apenas 25 kilómetros de El Cairo y a 22 de las pirámides de Guiza, no para de ofrecer noticias relevantes. A principios de octubre se informó del hallazgo de 59 sarcófagos y en los próximos días se anunciará que estos descubrimientos se han ampliado con otros 100 sepulcros de funcionarios y sacerdotes egipcios de la 26ª Dinastía.

En medio de esta vorágine, un grupo de arqueólogos alemanes publica los sorprendentes resultados del primer estudio realizado a dos momias encontradas a principios del siglo XVII y otra descubierta en el siglo XIX. Nadie había analizado ninguna de ellas hasta la fecha.

Según los especialistas, estas son las únicas momias “envueltas en estuco” que se han encontrado en Saqqara. A diferencia de otras personas que fueron enterradas en ataúdes, estos individuos que murieron entre finales del siglo III y principios del IV después de Cristo, durante el periodo romano tardío, fueron colocados sobre tablas de madera, envueltos en una tela y un “hermoso sudario” y decorados con yeso, oro y un retrato de cuerpo entero.

Fue el explorador italiano Pietro Dalla Valle, que viajó por todo Oriente Próximo e incluso llegó a la India, quien adquirió dos de los ataúdes en 1615, poco después de que un grupo de ciudadanos egipcios los encontrara en una cámara dentro de una tumba excavada en la roca en Saqqara. Dalla Valle se los llevó a Roma, donde fueron integrados en su colección de antigüedades.

Más tarde, en 1728, pasaron a formar parte de la colección que Augusto II, Elector de Sajonia y Rey de Polonia, tenía en Dresde (Alemania). "Se consideran los primeros ejemplos de momias retratadas que se conocieron en Europa y que siguieron siendo los únicos conocidos hasta principios del siglo XIX”, escriben los autores del artículo publicado en la revista PLOS ONE.

(A) Retrato del soberano Augusto II realizado por Louis de Silvestre en (© Old Masters Picture Gallery, Dresden State Art Collections, foto: H.-P. Klut / E. Estel); (B) Un grabado en cobre realizado por Anna Maria Werner y Christoph Raimund Thomann que ilustra cuatro momias de la colección, incluyendo los dos retratos de las momias en el centro.

Los investigadores obtuvieron los detalles sin necesidad de abrir las cajas. Mediante un análisis de tomografía computarizada descubrieron que los restos, que están “bastante mal conservados”, pertenecían a un hombre adulto de entre 25 y 30 años y que medía unos 163 centímetros de alto. Algunos de sus huesos estaban rotos, “probablemente porque alguien lo desenvolvió poco después del descubrimiento de la momia”, escriben los investigadores en el estudio. Y, aunque el cerebro del hombre no se conservó, no hay evidencia de que se haya extraído por la nariz. Tampoco se utilizaron muchas sustancias para embalsamar. En cambio, estaba envuelto y pintado. Dos objetos metálicos encontrados durante la tomografía computarizada son probablemente sellos del taller de momificación que manipuló sus restos.

Momia femenina. (A) La reconstrucción volumétrica ilustra numerosas cuentas dispersas en la región torácica; (B) La reconstrucción sagital de máxima intensidad muestra algunas de las perlas perforadas en detalle (flechas).

Por su parte, la mujer, que murió entre los 30 y los 40 años, medía alrededor de 151 cm de altura. También tenía artritis avanzada en la rodilla izquierda y fue enterrada con múltiples collares. Su cerebro tampoco se conservó.

Momia de una adolescente. La foto muestra la decoración del sudario de la momia, centrándose en el retrato y el torso (© I. Badr).

La tercera momia correspondía a una adolescente, de la cual sí se conserva el cerebro, así como otros órganos internos. Murió entre las edades de 17 y 19, y medía aproximadamente 156 cm de altura. Tenía un tumor benigno en la columna conocido como hemangioma vertebral, que es más común en personas mayores de 40 años, dijeron los investigadores.

Momia de la adolescente con el cerebro encogido y tronco encefálico conservado. (A) reconstrucción sagital multiplanar; (B) reconstrucción coronal multiplanar.
 
Además, se hallaron tablas de madera, cuentas de collares, una horquilla y elementos metálicos densos, como sellos de plomo, clavos y dos monedas o medallones. Los descubrimientos incluyeron algunas patologías que sufrieron estas personas en vida, que incluyen lesiones provocadas por la caries en los dientes, nódulos de Schmorl (protuberancias del cartílago del disco intervertebral), evidencia de artritis y un hemangioma vertebral (una lesión vascular).
 
Volumen representando reconstrucciones de detalles de la momia la adolescente. (A) Numerosas cuentas alrededor del cuello y en la región torácica, sugiriendo un collar intacto / o varios collares; (B) una horquilla en la parte superior de la cabeza que indica un peinado hacia arriba.
 
A la muerte de Cleopatra VII Philopator en el 30 antes de Cristo, Egipto se convirtió en una provincia del estado romano. Durante este período, los difuntos solían ser enterrados en pequeñas tumbas y fosas o en sepulcros ya existentes. Las momias del período romano normalmente presentaban un retrato del difunto, pintado en un panel de madera o directamente sobre un sudario de lino, en contraste con las representaciones tradicionales egipcias de los muertos.

“La decoración artística de la momia no solo tenía razones estéticas, sino que también servía para proteger mágicamente el cuerpo y asegurar el renacimiento de los muertos en la otra vida”, escribe el equipo de arqueólogos, encabezado por Stephanie Zesch (izquierda), del museo Reiss-Engelhorn de Mannheim. Durante el período grecorromano, además, los sarcófagos se guardaban en casa o en un depósito abierto al público durante algún tiempo para rendir homenaje a los fallecidos antes del entierro.

"El examen de los individuos arrojó que murieron a edades bastante jóvenes ..., sin embargo, no se pudo determinar la causa de su muerte", dijo Zesch. "Estamos bastante seguros de que no se extrajo el cerebro ni los órganos internos. Es muy probable que esas momias solo se hayan conservado debido a una especie de deshidratación con el uso de [la mezcla desecante] natrón, pero no hay una gran cantidad de líquidos de embalsamamiento".

En los casos estudiados ahora, tanto “los sudarios elaboradamente decorados con retratos como los elementos de estuco dorado y los motivos religiosos de las convenciones grecorromanas y del antiguo Egipto indican un nivel socioeconómico alto de los difuntos”, concluyen.

Fuentes: lavanguardia.com | livescience.com | 12 de noviembre de 2020

Datan las pinturas de Casaio (Orense) en el Neolítico antiguo

Imagen de una de la pinturas encontradas. Santi M. Amil

En febrero del 2019 fue descubierto en los montes de Casaio (en Carballeda de Valdeorras, Orense) el mayor conjunto de pintura esquemática prehistórica en Galicia. Desde entonces, el descubrimiento ha sido objeto de varios trabajos de investigación, cuyos resultados han sido publicados en la revista Complutum, de la Universidad Complutense de Madrid. El artículo, titulado El abrigo con pintura esquemática de Pala de Cabras. Encuentros y desencuentros entre dos tradiciones, describe en detalle el conjunto de pinturas, con un total reconocido por el momento de 15 paneles con representaciones y un total de 25 motivos distintos, que van desde los ídolos oculados, soliformes y arboriformes, hasta los animales.

«La publicación de este artículo es el reconocimiento por parte de la academia científica de la importancia histórica de las pinturas, así como da su antigüedad», asegura Francisco Alonso, arqueólogo de Tempos Arqueólogos y autor del descubrimiento, realizado en el transcurso de una excavación -impulsada por el colectivo Spuntnik Galego- de las chozas utilizadas por la guerrilla antifranquista.

Foto: Representación un ídolo oculado encontrado en los montes de Casaio. Es el primer ejemplo que aparece en Galicia.

La antigüedad de las pinturas es uno de los aspectos en los que más incide el trabajo, reflejando que podrían ser anteriores a lo inicialmente pensado. «Si bien no hay duda de que los motivos más destacados, como los ídolos oculados, pertenecen a lo que llamamos Calcolítico, en el tercer milenio a.C., hay mucha evidencia para pensar que pudo haber pinturas de una época anterior, del Neolítico antiguo. Significaría que Pala de Cabras ya era frecuentado hace siete mil años», afirma Manuel Santos Estévez, profesor especialista de arte prehistórico de la Universidade do Minho. Reconoce, en todo caso, que todavía hay que hacer más análisis para determinar esta cuestión.

El director del proyecto Sputnik Labrego, Carlos Tejerizo, alerta de que el estado de conservación de las pinturas es muy precario, por lo que sería necesario preservarlas cuanto antes.

Fuente: lavozdegalicia.es| 3 de noviembre de 2020

Peña Cortada (Calles, Valencia): el acueducto romano que no termina nunca

Foto: Puente Acueducto Romano de Peña Cortada – Valencia

El acueducto de Peña Cortada, en Calles (Valencia), es uno de los atractivos turísticos que más gente atrae de la provincia de Valencia. Así ha quedado patente con las restricciones de movilidad, que han «forzado» a los ciudadanos a explorar su entorno más cercano.

Sin embargo, aunque la ruta parece ya consolidada en Peña Cortada, no dejan de aparecer restos del trazado de la infraestructura hidráulica en la zona. Ahora, tres arqueólogos y dos operarios están limpiando unos 50 metros del trazado, al este de Torre Castro. El director de la excavación, Juan José Ruiz, explica que durante las prospecciones previas realizadas en 2017 se reconoció el terreno y se vieron indicios de que la roca había sido tallada y la presencia de dos túneles. Además, la cota utilizada por los romanos para su construcción coincidía, ya que estaba ligeramente más baja que el resto del acueducto. Así, según el proyecto está previsto excavar hasta 60 metros de trazado y comenzaron el 16 de octubre gracias a la subvención de bienes inmuebles que les concedió la Conselleria de Cultura.

Desenterrar las paredes no ha sido fácil ya que según Ruiz, había tres capas: la superior era un manto vegetal, la intermedia estaba compuesta por los arrastres de la montaña y sobre la base del acueducto, limos, que es la mezcla entre el agua estancada que quedó cuando se abandonó el acueducto y la tierra que se vertió de la montaña. Una vez se retiró esa arcilla apareció la roca caliza tallada de la infraestructura.

«Rodea Torre Castro en dirección a Domeño, donde están los últimos tramos localizados del acueducto y donde todo parece indicar que terminaba», señala Ruiz. «Eso de que llegaba a Valencia no es verdad, comienza en el azud de Tuéjar y se extiende durante 28,6 kilómetros», esclarece el arqueólogo.

Foto: Puente Acueducto Romano de Peña Cortada – Valencia

Según indica el director de la excavación, donde trabaja junto a la arqueóloga Ana Sabater y junto al catedrático de Arqueología de la Universidad de Valencia, José Luís Jiménez, para la excavación se ha contratado a una empresa local, por lo que «además de ser un yacimiento arqueológico, es uno laboral, ya que se da trabajo a los residentes de Calles», explica.

De entre todos los interrogantes que aparecen en torno a esta obra, Ruiz tiene algunas hipótesis: todo parece indicar que el acueducto tuvo un uso agrícola ya que según los escritos de Vitrubio, estas obras, si llevaban agua para el consumo humano, solían estar tapadas. No sucede así en este caso, ya que nunca se tapó. De ahí que pudiera haber estado destinado a regar los campos de Villar del Arzobispo, donde se han descubierto varias villas romanas que también tenían termas propias. «Eso dando por hecho que llegó a entrar en funcionamiento, porque tampoco está demasiado claro», explica el arqueólogo.

Foto: Túneles del Acueducto Romano de Peña Cortada – Valencia

Además de la excavación también se colocarán nuevas tarimas de madera sobre el recorrido para evitar que los visitantes, si se acumula agua de lluvia, utilicen las propias piedras del acueducto para poder pasar, una práctica que las autoridades tratan de evitar dado el alto número de personas que cada fin de semana realizan esta ruta.

Fuente:levante.emv.com | 8 de noviembre de 2020

Dinámica de la población y el auge de los imperios en el interior de Asia

Una piedra de ciervo inclinada colocada frente a docenas de pequeños montículos de piedra que contienen entierros de caballos sacrificados ritualmente en el sitio del monumento de la Edad del Bronce de Ikh Tsagaanii Am, provincia de Bayankhongor, Mongolia central. Crédito: William Taylor

En un nuevo estudio publicado en Cell, un equipo de investigadores ha explorado los cambios genéticos, sociopolíticos y culturales que rodearon la formación de los imperios históricos de la estepa euroasiática oriental. El estudio analiza datos de todo el genoma de 214 individuos antiguos que abarcan 6.000 años y ha estudiado los cambios genéticos y culturales que precedieron al surgimiento de los imperios de pastores nómadas Xiongnu y Mongol.

Desde finales de la Edad del Bronce hasta la Edad Media, la estepa euroasiática oriental fue el hogar de una serie de imperios nómadas organizados y muy influyentes. Los imperios Xiongnu (209 a. C. - 98 d. C.) y Mongol (916-1125 d. C.) que abarcan este período produjeron impactos especialmente grandes en la demografía y geopolítica de Eurasia, pero, debido a la falta de estudios genéticos a gran escala, los orígenes, las interacciones y las relaciones de las personas que formaron estos grandes estados siguen siendo en gran parte desconocidas.

Para comprender la dinámica de la población que dio origen a los imperios históricos de la Estepa, investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (MPI-SHH), la Universidad Nacional de Mongolia e instituciones asociadas en Mongolia, Rusia, Corea y los Estados Unidos generaron y analizaron datos de todo el genoma de 214 personas de 85 enclaves de Mongolia y tres de Rusia. Al abarcar el período de 4600 a. C. a 1400 d. C., el estudio se encuentra entre los más grandes realizados hasta la fecha sobre genomas antiguos del este y el interior de Asia.

Cambios genéticos en la estepa oriental a lo largo del tiempo con todos los individuos indicados.
(A) Pre-Bronce hasta la Edad del Bronce Temprana; (B) Edad del Bronce Medio / Tardío; (C) Edad del Hierro Temprana; (D) período Xiongnu; (E) Medieval temprano; (F) Tardío medieval.
Las proporciones de ascendencia modeladas se indican mediante gráficos circulares con escala de tamaño de muestra, y las poblaciones de origen de ascendencia se muestran a continuación. Los grupos culturales se indican con texto en negrita. Para los paneles (D – F), los individuos son Xiongnu tardío, Türkic y Mongol, respectivamente, a menos que se indique lo contrario. Las poblaciones de referencia publicadas anteriormente se indican con texto en blanco; todos los demás son de este estudio. Las poblaciones más allá de los límites del mapa se indican con flechas. Los lugares de enterramiento se han alterado para mejorar la visibilidad de las personas que se superponen.

Durante el Holoceno medio, la estepa euroasiática oriental estuvo poblada por cazadores-recolectores con ascendencia del antiguo noreste asiático (ANA) y del antiguo norte de Eurasia (ANE), pero alrededor del 3000 a. C., el pastoreo de obtención de leche se introdujo a través de la expansión de la cultura Afanasievo de las montañas de Altai, cuyos orígenes se remontan a los pastores de la estepa Yamna de la región del Mar Negro, a más de 3.000 km al oeste. Aunque estos migrantes dejaron poco impacto genético, tuvieron un efecto cultural muy importante y, a mediados y finales de la Edad del Bronce, las poblaciones de la estepa oriental practicaban el pastoreo lechero.

A finales de la Edad del Bronce y principios de la Edad del Hierro, las poblaciones del oeste, norte y centro-sur de Mongolia formaron tres grupos genéticos distintos y estructurados geográficamente. Estas poblaciones permanecieron estancas durante más de un milenio, hasta que el incremento de la movilidad, probablemente facilitado por el desarrollo de la equitación, comenzó a romper esta estructura. La formación del Imperio Xiongnu en el centro-norte de Mongolia, el primer imperio nómada de Asia, es contemporáneo con esta mezcla de poblaciones y con la afluencia de nuevos acervos genéticos procedentes de Eurasia, desde el Mar Negro hasta China.

Hogar actual en el campo de Mongolia, conocido como ger (mongol) o yurta (ruso). Crédito: Christina Warinner.

"Más que un simple recambio o reemplazo genético, el surgimiento del Imperio Xiongnu está vinculado a la mezcla repentina de poblaciones distintas que habían estado separadas genéticamente durante milenios. Como resultado, los miembros del Imperio Xiongnu de Mongolia muestran un nivel espectacular de diversidad genética que refleja mucho el carácter de Eurasia", dice el Dr. Choongwon Jeong (izquierda), autor principal del estudio y profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Seúl.

Mil años más tarde, los individuos del Imperio Mongol, uno de los imperios contiguos más grandes de la historia, muestran un marcado aumento en la ascendencia de Eurasia Oriental en comparación con los individuos de los primeros períodos Xiongnu, Turkic y Uyghur, acompañado de una pérdida casi completa de la ancestralidad del antiguo norte de Eurasia (ANE), ascendencia que había estado presente desde antes del Imperio Xiongnu. Hacia el final del Imperio Mongol, la composición genética de la Estepa Oriental cambia drásticamente, estabilizándose finalmente en el perfil genético observado entre los mongoles actuales.

"Nuestro estudio de la antigua Mongolia revela no solo las primeras contribuciones genéticas de las poblaciones de la estepa occidental, sino también un marcado cambio genético hacia la ascendencia de Eurasia oriental durante el Imperio Mongol. La región tiene una historia genética notablemente dinámica, y el ADN antiguo está comenzando a revelar la complejidad de los eventos de población que han dado forma a la estepa euroasiática", dice Ke Wang (derecha), coautora del estudio y estudiante de doctorado en el MPI-SHH.

Además de los impactos genéticos en las estructuras políticas, los investigadores también indagaron la relación entre la genética y las estrategias de subsistencia. A pesar de más de 5.000 años de pastoreo lácteo en la región y de la importancia continua de los productos lácteos en la dieta promedio de los mongoles en la actualidad, los investigadores no encontraron evidencias de selección de la lactasa, un rasgo genético que permite la digestión de la lactosa.

Los pastores lecheros de hoy tienen tradiciones que se remontan a miles de años en la prehistoria de Mongolia. (Imagen: Christina Warinner).

"La ausencia de la lactasa en las poblaciones de Mongolia, tanto en la actualidad como en el pasado, desafía los modelos médicos actuales de intolerancia a la lactosa, y sugiere una prehistoria mucho más complicada de la industria láctea. Ahora estamos recurriendo al microbioma intestinal para comprender cómo las poblaciones pudieron adaptar su dieta a los productos lácteos", dice la Dra. Christina Warinner (izquierda), autora principal del estudio, profesora de Antropología en la Universidad de Harvard y líder del grupo de investigación del MPI-SHH.

"La reconstrucción de una historia genética de 6.000 años en Mongolia ha tenido un efecto transformador en nuestra comprensión de la arqueología de la región. Si bien se ha podido responder algunas preguntas largamente planteadas, también se han generado nuevas cuestiones y se han revelado varias sorpresas. Esperamos que esta investigación dinamize el trabajo futuro sobre las ricas y complejas relaciones entre ascendencia, cultura, tecnología y política en el surgimiento de los imperios nómadas de Asia", agrega la Dra. Erdene Myagmar (derecha), coautora del estudio y profesora de Antropología y Arqueología en la Universidad Nacional. de Mongolia.

Fuente: Max Planck Institute | 5 de noviembre de 2020

El auge de la construcción neolítica llevó a la construcción de 'mega-henges' a gran escala en el sur de Gran Bretaña

Vista aérea del 'mega-henge de Mount Pleasant', el cual se excavó a principios de la década de 1970. © Universidad de Cardiff.

Una actividad frenética constructora hacia el 2500 a.C. dio como resultado la aparición de enormes estructuras ceremoniales en el sur de Gran Bretaña, según un estudio de la Universidad de Cardiff.

Los expertos utilizaron los últimos métodos científicos para volver a examinar los restos del "mega henge" de Mount Pleasant, un gran recinto prehistórico ubicado a las afueras de Dorchester, en Dorset, y es la primera vez que obtienen una datación precisa sobre este importante monumento del Neolítico tardío, al tiempo que nuevos conocimientos sobre la increíble velocidad con la que se llevó a cabo su construcción.

Dentro del henge de Mount Pleasant había un gran recinto vallado y un complejo monumento concéntrico de madera y piedra. Encima del banco terrestre se construyó un gran montículo. El nuevo análisis muestra que todos estos elementos diferentes se completaron a finales del Neolítico durante un período de tiempo relativamente corto, probablemente de 35 a 125 años, mucho menos de lo que se pensaba anteriormente. Los datos muestran que el enclave fue construido solo 150 años antes de la llegada de nuevas gentes procedentes de la Europa continental, las cuales trajeron los primeros metales y diferentes estilos de cerámica, así como nuevas ideas y creencias religiosas.

Mount Pleasant es uno de los cinco mega-henges conocidos del sur de Inglaterra en esta época; los otros son Avebury (en la foto a la izquierda), Durrington Walls, Knowlton (derecha) y Marden.

Construido alrededor del 2500 a. C., Mount Pleasant es uno de los cinco mega-henges conocidos del sur de Inglaterra del mismo período. Otros sitios incluyen Marden, Durrington Walls (cerca de Stonehenge), Avebury, los cuales están todos en Wiltshire y Knowlton, en Dorset. Stonehenge también se construyó en este momento. Los henges eran enclaves ceremoniales importantes donde la gente probablemente se reunía para celebrar banquetes y rituales, a veces viajando largas distancias para llegar a los mismos.

Susan Greaney (izquierda), estudiante de doctorado en la Escuela de Historia, Arqueología y Religión de la Universidad de Cardiff, dijo: "Esta nueva datación realmente nos ayuda a comprender el período crucial en torno al 2.500 a. C. La imagen que está surgiendo es que una explosión de actividad constructora estuvo detrás de estos grandes y laboriosos monumentos erigidos en el sur de Inglaterra y quizás también más lejos. La construcción de Mount Pleasant habría involucrado a una gran cantidad de personas para excavar enormes zanjas con herramientas simples como picos de asta. Aunque la construcción de las diversas partes se llevó a cabo en varias fases, con sucesivas generaciones trabajando en su construcción, todo el trabajo se concentró en poco más de un siglo".

Los investigadores recogieron muestras de los hallazgos realizados durante las excavaciones en el lugar en 1970 y fueron conservadas en el Museo del Condado de Dorset, incluidos picos de astas, trozos de carbón y huesos humanos. Estas muestras fueron datadas por radiocarbono en laboratorios de Oxford, Belfast, Glasgow y Zurich, con el fin de obtener dataciones precisas. Luego se refinaron y combinaron mediante una técnica estadística llamada análisis bayesiano. Este método permitió al equipo combinar las dataciones con información de la excavación arqueológica, tal como el material de cada muestra, junto con el contexto y la capa en la que se encontró, pudiendo estimar con mayor precisión la fecha y secuencia de la construcción.

Uno de los picos de asta que se analizaron durante la investigación. Como estos picos se utilizaron para excavar las zanjas del 'henge', proporcionan una buena indicación de la fecha en que se construyó el monumento. Crédito: Universidad de Cardiff.

Greaney dijo: "Lo que todavía no está claro es por qué estos monumentos se construyeron en primer lugar. ¿La gente los estaba construyendo como un 'último hurra', dado que percibían los cambios que se avecinaban? ¿O el esfuerzo y el trabajo en construir estos monumentos condujeron a una rebelión, a un colapso en la creencia en los líderes o en la religión, lo que creó un vacio en el que nuevas personas podían ingresar desde el continente europeo? Parte del monumento de piedra central en Mount Pleasant parece haber sido dañado en ese momento; ¿fue destruido en una época de disturbios?"

Stonehenge fue un lugar vital donde se llevaban a cabo ceremonias y rituales.Crédito: A.Pattenden.

El Dr. Peter Marshall (izquierda), de Historic England, aduce: "Esta investigación muestra la importancia de las colecciones arqueológicas almacenadas en los museos. A pesar de que el 'henge de Mount Pleasant' fue excavado en 1970-71, todavía ha sido posible volver al archivo del mismo y aplicar nuevas técnicas científicas al material antiguo recuperado. A medida que evolucionan las prácticas arqueológicas, el valor de estas colecciones de museo y la importancia de su conservación a largo plazo no pueden subestimarse".

Fuentes: phys.org | dailymail.co.uk | 5 de noviembre de 2020

Hallan en Sudáfrica un notable cráneo de 'Paranthropus robustus' que muestra cambios evolutivos debido a la variación del clima

Cráneo de Paranthropus robustus hallado en las cuevas de Drimolen, Sudáfrica. Crédito: Jesse Martin y David Strait.

Se pensaba que los machos de la especie humana extinta Paranthropus robustus eran sustancialmente más grandes que las hembras, al igual que se observa diferencias de tamaño en los primates de hoy en día, como gorilas, orangutanes y babuinos. Pero un nuevo descubrimiento de fósiles en Sudáfrica sugiere que el P. robustus evolucionó rápidamente durante un período turbulento de cambio climático local hace aproximadamente 2 millones de años, lo que dio como resultado cambios en su anatomía y que anteriormente se atribuían al dimorfismo sexual.

Un equipo internacional de investigación que incluye a antropólogos de la Universidad de Washington, en St. Louis, informó sobre su descubrimiento en el sistema de cuevas Drimolen, rico en fósiles, al noroeste de Johannesburgo, en la revista Nature Ecology & Evolution el pasado 9 de noviembre.

"Este es el tipo de fenómeno que puede ser difícil de documentar en el registro fósil, especialmente respecto a la evolución humana temprana", dijo David Strait (izquierda), profesor de antropología biológica en Artes y Ciencias de la Universidad de Washington.

El fósil, notablemente bien conservado, que se describe en el documento fue descubierto por una estudiante, Samantha Good (derecha, con parte del cráneo de Paranthropus robustus que desenterró en junio de 2018), que participó en la Escuela de Campo de la Cueva Drimolen, codirigida por Strait.

Los investigadores ya sabían que la aparición del P. robustus en Sudáfrica coincide aproximadamente con la desaparición del Australopithecus, un humano temprano algo más primitivo, y la aparición en la región de los primeros representantes del género Homo, al que pertenecen los humanos actuales. Esta transición tuvo lugar muy rápidamente, quizás en unas pocas decenas de miles de años.

Los yacimientos arqueológicos de Drimolen y Swartkrans cercanos, en Sudáfrica. (Mapa cortesía de Andy Herries).

"La hipótesis de trabajo al principio ha sido que el cambio climático creó un estrés entre las poblaciones de Australopithecus que eventualmente condujeron a su desaparición, pero que las condiciones ambientales fueron más favorables para los individuos de los géneros Homo y Paranthropus, quienes pudieron haberse dispersado en la región desde otros lugares", dice Strait. "Pero ahora vemos que las condiciones ambientales probablemente fueron también estresantes para el 'Paranthropus' y que necesitaron adaptarse para sobrevivir".

El nuevo espécimen descubierto en Drimolen, identificado como DNH 155, es claramente un macho, pero difiere en aspectos importantes de otros P. robustus previamente descubiertos en el cercano yacimiento de Swartkrans, al noroeste de Johannesburgo, donde se han encontrado la mayoría de los fósiles de esta especie.

El cráneo DNH 155 de Paranthropus robustus fotografiado en vistas frontal (a), lateral izquierdo (b), superior (c) y oblicuo (d). Barra de escala - 10 mm. Crédito de la imagen: Martin et al.

La evolución dentro de una especie puede ser difícil de ver en el registro fósil, dado que los cambios pueden ser sutiles y el propio registro fósil es notoriamente incompleto.

Por lo general, el registro fósil revela patrones a mayor escala, como cuando especies o grupos de especies aparecen o se extinguen. Así que este descubrimiento de Drimolen proporciona una ventana rara vez vista sobre la evolución humana temprana.

El nuevo Paranthropus hallado es más grande que un miembro bien estudiado de la especie descubierto previamente en Drimolen —un individuo conocido como DNH 7 (derecha), y que se presume es una hembra—, pero es considerablemente más pequeño que los supuestos machos hallados en Swartkrans.

"Ahora se diría que la diferencia entre los dos sitios ya no se puede explicar simplemente como diferencias entre machos y hembras, sino más bien como diferencias a nivel de población entre ambos sitios", dice Jesse Martin (izquierda), estudiante de doctorado en la Universidad La Trobe, Victoria, Australia, y coprimer autor del estudio. "Nuestro reciente trabajo ha demostrado que Drimolen es anterior a Swartkrans en unos 200.000 años, por lo que creemos que el 'P. robustus' evolucionó con el tiempo, con Drimolen representando una población temprana y Swartkrans representando una población anatómicamente derivada posterior".

"Se puede utilizar el registro fósil para ayudar a reconstruir las relaciones evolutivas entre especies, y ese patrón puede proporcionar todo tipo de conocimientos sobre los procesos que dieron forma a la evolución de grupos particulares", dice Martin. "Ahora bien, en el caso del 'P. robustus' podemos ver muestras discretas de la especie extraídas en la misma región geográfica, pero en momentos ligeramente diferentes, que exhiben sutiles diferencias anatómicas, y eso es consistente con los cambios dentro de una especie".

"Es muy importante poder documentar el cambio evolutivo dentro de un linaje", afirma Angeline Leece (izquierda), de la Universidad La Trobe, la otra primera autora del estudio. "Ello nos permite hacer preguntas muy específicas sobre los procesos evolutivos. Por ejemplo, ahora sabemos que el tamaño de los dientes cambia con el tiempo en la especie, lo que plantea la pregunta de por qué sucede. Hay razones para creer que los cambios ambientales colocaron a estas poblaciones bajo un estrés dietético, y eso apunta a futuras investigaciones que nos permitirán probar esta posibilidad".

El codirector del proyecto arqueológico en Drimolen, el geo-arqueólogo Andy Herries (derecha), igualmente de la Universidad de La Trobe, declara: "Como todas las demás criaturas de la tierra, nuestros antepasados ​​se adaptaron y evolucionaron de acuerdo con el paisaje y el entorno que los rodeaba. Por primera vez en Sudáfrica, tenemos la datación y la evidencia morfológica que nos permite ver tales cambios en un antiguo linaje de homínidos a través de una breve ventana de tiempo".

Las evidencias de un cambio climático rápido, pero significativo, durante este período en Sudáfrica proviene de una variedad de fuentes. Críticamente, los fósiles indican que ciertos mamíferos asociados con ambientes de bosques o matorrales se extinguieron o se volvieron menos frecuentes, mientras que otras especies asociadas con ambientes más secos y abiertos aparecieron localmente por primera vez.

"El 'P. robustus' es notable porque posee una serie de características en su cráneo, mandíbulas y dientes que indican que se adaptó a una dieta que consistió en alimentos muy duros o muy correoseos", dice Strait. "Creemos que estas adaptaciones le permitieron sobrevivir con alimentos que eran mecánicamente difíciles de comer, a medida que el ambiente cambiaba para ser más frío y seco, lo que provocó cambios en la vegetación local".

"Pero los especímenes de Drimolen exhiben características esqueléticas que sugieren que sus músculos masticadores estaban posicionados de tal manera que los hacían menos capaces de morder y masticar con tanta fuerza como la población posterior de 'P. robustus' de Swartkrans", agrega Strait. "En el transcurso de 200.000 años, un clima seco probablemente llevó a la selección natural a favorecer la evolución de un aparato de masticación más eficiente y poderoso en la especie".

La cantera principal de Drimolen se halla a 6 km de Sterkfontein, otro yacimiento arqueológico relavante. Imagen: Universidad La Trobe.

La profesora Leece dijo que era notable que el P. robustus apareciera aproximadamente al mismo tiempo que nuestro antepasado directo, el Homo erectus, tal como lo documenta un cráneo de H. erectus infantil que el equipo descubrió en el mismo yacimiento de Drimolen en 2015.

"Estas dos especies enormemente diferentes, el 'H. erectus' con sus cerebros relativamente grandes y dientes pequeños, y el 'P. robustus' con sus dientes relativamente grandes y cerebros pequeños, representan experimentos evolutivos divergentes", dice Leece. "Si bien fuimos el linaje que ganó al final, el registro fósil sugiere que el 'P. robustus' era mucho más común que el 'H. erectus' en el paisaje hace dos millones de años".

En términos más generales, los investigadores creen que este descubrimiento sirve como advertencia para reconocer especies en el registro fósil. Téngase en cuenta que se ha descubierto una gran cantidad de especies humanas fósiles durante el último cuarto de siglo, y muchas de estas nuevas designaciones de especies se basan en una pequeña cantidad de fósiles en solo uno o unos pocos sitios en áreas geográficas pequeñas y rangos de tiempo estrechos.

Recreación de un artista de 'Paranthropus robustus' utilizando herramientas de pedernal. Imagen: Gallo Images / The Science Photo Library.

"Creemos que la paleoantropología debe ser un poco más crítica sobre la interpretación de la variación de la anatomía como evidencia de la presencia de múltiples especies", precisa Strait. "Dependiendo de la antigüedad de las muestras fósiles, las diferencias en la anatomía ósea podrían representar cambios dentro de los linajes en lugar de evidencia de múltiples especies".

La codirectora del proyecto, Stephanie Baker (izquierda), de la Universidad de Johannesburgo, concluye: "Drimolen se está convirtiendo rápidamente en un punto de acceso importante para el descubrimiento de los primeros homínidos, y es también un testimonio de la dedicación del equipo actual a la excavación holística y el análisis de campo posterior. El cráneo DNH 155 es uno de los especímenes de 'P. robustus' mejor conservados que conoce la ciencia. Este es un ejemplo de lo que una investigación cuidadosa y a gran escala puede decirnos sobre nuestros ancestros lejanos".

Fuentes: phys.org | Universidad La Trobe | sci-news.com | timeslive.co.za | 9 de noviembre de 2020

El cráneo de dos millones de años perteneciente a la especie Paranthropus robustus.

En el Día del Padre, en junio de 2018, la estudiante de antropología Samantha Good estaba trabajando en una excavación en el conjunto de cuevas de Drimolen, en la llamada 'Cuna de la Humanidad', en Sudáfrica. Acababa de descubrir lo que parecía ser un diente canino que sobresalía del sedimento marrón suelto. Good siguió investigando hasta que encontró dos dientes más y un paladar parcial, y a continuación alertó a sus instructores.

“Creo que dije 'algo interesante está sucediendo'”, recuerda Good, estudiante de pregrado en antropología en la Universidad de Vancouver Island, en Columbia Británica, y que participa en una escuela de campo en el yacimiento de Drimolen. "Y, de hecho, fue algo muy interesante".

Angeline Leece, paleoantropóloga de la Universidad La Trobe, en Melbourne, Australia, vino a ver qué había encontrado la estudiante Good. "Creo que mi respiración se detuvo por un segundo", comenta la Dra. Leece. “Miré a Good y no dije nada. Pero ella vio mi cara y dijo: 'Sí, eso es lo que pensé'”.

La estudiante Good eventualmente se enteraría que había desenterrado un cráneo de dos millones de años de antigüedad que pertenecía a un Paranthropus robustus, nuestro primo humano ancestral de dientes grandes y cerebro pequeño. Es el espécimen más antiguo y mejor conservado que se ha encontrado hasta ahora de esta especie, la cual vivió junto con nuestro antepasado el Homo erectus y ambos pudieron haber competido por los recursos. El cráneo hallado proporciona la mejor evidencia de un antepasado de la humanidad que evolucionó para adaptarse a un clima cambiante, y que un equipo de investigadores ha detallado en la revista Nature Ecology & Evolution.

Foto: El cráneo reconstruido de DNH 155. (Jesse Martin y David Strait)

Hace unos dos millones de años se cree que esta zona de Sudáfrica experimentó un cambio climático caótico. El entorno regional se transformó desde condiciones húmedas y exuberantes a condiciones más secas y áridas. Para que una especie como el P. robustus pudiera sobrevivir en ese terreno probablemente habría necesitado masticar plantas duras. Pero el espécimen encontrado en la cueva de Drimolen no parecía encajar con lo que algunos científicos habían declarado anteriormente acerca de este pariente humano.

Etiquetaron el cráneo como DNH 155 y determinaron que pertenecía a un macho. Si bien se habían encontrado otros cráneos en Drimolen, estos pertenecían principalmente a hembras, y además este macho era más pequeño que los machos de P. robustus hallados en una cueva cercana, en Swartkrans, y que es 200.000 años más reciente que el yacimiento de Drimolen.

Las excavaciones se realizan en la cantera principal de Drimolen, a 40 km al noroeste de Johannesburgo. Imagen: Universidad La Trobe.

Algunos científicos sugirieron que, dado que habían encontrado en su mayoría machos grandes en Swartkrans y en su mayoría hembras pequeñas en Drimolen, tales diferencias de tamaño podrían atribuirse al dimorfismo sexual o las diferencias físicas entre machos y hembras que se ven en distintas especies, como los leones con melenas. El argumento era que, más o menos, solo los machos vivían en Swartkrans y solo las hembras en Drimolen.

"Ahora, esa interpretación no me parece correcta", dice la Dra. Leece. "Lo que me parece, en cambio, es que tenemos machos y hembras en Drimolen, y machos y hembras en Swartkrans, pero los de Drimolen eran en general más pequeños".

Ese día en la cueva ella deslizó su dedo debajo de la tierra y sintió la gran cresta sagital de la parte superior del cráneo del P. robustus. Sin embargo, había tantos huesos dispersos del mimso que los excavadores tuvieron que utilizar un pegamento especial de conservación para porder adherir los mismos, junto con el sedimento adherido, para asegurarse de que no se perdiese nada.

Excavación del fósil DNH 155 en el campamento de campo después de ser retirado del sitio en un bloque.Crédito...Andy Herries, Arqueología de La Trobe.

La Dra. Leece y Andy Herries, un geoarqueólogo también en Universidad de La Trobe, sacaron el espécimen del suelo en un gran bloque de tierra y huesos y se lo entregaron a Jesse Martin, un estudiante de doctorado en la misma universidad, para que lo reconstruyera minuciosamente.

Después de unas semanas de pegar los huesos y aspirar con una pajita la tierra adherida, Martin pudo enseñar el cráneo manchado que estaba atrapado en el sedimento. DNH 155 estaba tan bien conservado que uno de los miembros de su equipo, David Strait, un paleoantropólogo de la Universidad de Washington, en St. Louis, comentó que tenía los conductos nasolagrimales intactos. Le dijo a Martin: "Este Paranthropus podría haber llorado".

Estudiantes de la escuela de campo de Drimolen tamizando sedimentos en busca de fósiles de pequeños mamíferos. (Foto: David Strait)

Además de ser más pequeño que los machos de P. robustus que vivían en Swartkrans, el cráneo DNH 155 indicaba que sus músculos masticadores no eran tan fuertes como los de aquellos. Martin dijo que las diferencias sugieren que DNH 155 y los otros P. robustus encontrados en Drimolen eran más pequeños, no porque fueran todas hembras, sino porque eran formas anteriores de la especie, es decir, pertenecientes a una población que aún no había sido sometida a las presiones ambientales que favorecían tamaños más grandes y músculos de mandíbulas más fuertes.

"Básicamente, no eran todavía esa enorme máquina de masticar y triturar en la que se convertirán más tarde", precisa Martin.

El cambio anatómico habría sido el resultado de una microevolución, un cambio evolutivo producido dentro de la especie. Tal cambio morfológico, dijeron los científicos, probablemente fue el resultado de la adaptación del P. robustus a un clima cambiante. Los miembros de la especie que pudieron cambiar, como consecuencia de lo anterior, a un suministro alternativo de alimentos sobrevivieron y transmitieron sus rasgos a su descendencia.

Amélie Beaudet (izquierda), paleoantropóloga de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, y que no participó en el estudio, dijo que las conclusiones de este estudio alentarán a los científicos a reconsiderar algunas hipótesis previas sobre cómo y por qué los especímenes de P. robustus que pertenecen a la misma especie pueden verse de modo tan diferente.

"También es importante el hecho de que los autores del estudio no anunciaron que el hallazgo realizado pertenecía a una nueva especie de homínido fósil", afirma Marcia Ponce de León, paleoantropóloga de la Universidad de Zurich, en Suiza. "Lo que hicieron, en su lugar, fue plantearse la interesante pregunta de cómo una especie conocida cambió durante su evolución".

Debido a que la estudiante Good fue la que halló el cráneo DNH 155, se le otorgaron derechos de dedicatoria. Y, como quiera que el mismo era el "Fósil del Día del Padre", se lo dedicó a su padre, Ian.

Fuente: nytimes.com | miragenews.com | 9 de noviembre de 2020