Hallazgo de un miliario en Setoain (Esteribar- Navarra)

El miliario se ha trasladado al depósito del Patrimonio Arqueológico de Navarra para su estudio. Foto: Aranzadi

En el transcurso de las investigaciones que un equipo de Aranzadi formado por Rafael Ballano Perez, Juan Mª Martinez Txoperena y Rafael Zubiria Mugica viene realizando sobre antiguos poblamientos y vías de comunicación en el Pirineo navarro, tuvo la oportunidad de acercarse a un lugar denominado en la cartografía como Etxezarreta (casas viejas).

Una vez localizado se pudieron comprobar los restos de muros y construcciones que justificaban el topónimo. Entre la maleza se podía distinguir una gran piedra que se asemejaba a un miliario. En sucesivas visitas se procedió a desbrozar la zona y ponerla en posición vertical, confirmando, por sus características, que se trataba de un miliario, aunque carecía de epigrafía grabada.

Tiene unas dimensiones de 1.850 mm. de altura, con un diámetro medio de 550 mm. y un peso de 1.135 kg. Está labrado en piedra caliza con una base de sección cuadrangular, siendo el resto de forma semicilíndrica y en toda la superficie se nota el trabajo de cantería. En el fuste se aprecian dos hendiduras o cajetines probablemente relacionados con su reutilización posterior. Esta caliza contiene unos microfósiles que nos han permitido identificar la cantera de donde fue extraída. Se trata de una explotación, hoy abandonada, que aprovechó el espolón calizo que desde la orilla del rio Arga se extiende hacia el este en dirección a Ilurdotz.

Este hallazgo es la primera evidencia que nos puede confirmar el paso de una calzada romana por el valle de Esteribar, pues hasta el momento sólo se hablaba de recorridos hipotéticos, que no habían sido verificados con datos arqueológicos.

Es evidente, por el lugar donde se encontraba (coordenadas UTM, ETRS-89, X: 621.354, Y: 4.750.632, Z: 675), que el miliario se hallaba en posición derivada y habría sido trasladado desde algún punto del fondo del valle, que es por donde hipotéticamente transcurriría una calzada.

Por encargo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra, el 16.11.20 se procedió a la recuperación del miliario y tras una complicada tarea, con la ayuda de una excavadora, fue trasladado al depósito de los Fondos de Arqueología.

Fuente: aranzadi.eus | 1 de marzo de 2021

El Cenieh estudia las huellas humanas en Ojo Guareña (Burgos)

Foto: Improntas humanas de la Galería de las Huellas II en Ojo Guareña (Burgos). MIGUEL ÁNGEL MARTÍN MERINO.

La editorial Springer Nature acaba de publicar una monografía que reúne 22 capítulos dedicados a la investigación y análisis de los principales rastros de huellas humanas prehistóricas conservados en el mundo. El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) ha participado en el capítulo 17 con el título Prehistoric Human Track in Ojo Guareña Cave System (Burgos, Spain): The Sala and Galerías de las Huellas, en el que trata sobre las improntas de pies descalzos conservadas en el sedimento blando del suelo de la Cueva Palomera del complejo kárstico de Ojo Guareña (Merindad de Sotoscueva, Burgos).

Vista general de la Sala de las Huellas.

Estas huellas, asignadas a rastros dejados por unos diez individuos que exploraban las cavidades hace entre 4.200 y 4.600 años, fueron descubiertas en 1969 por el Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE) en el yacimiento de la Sala y Galerías de las Huellas, a unos 1.200 metros de la entrada de Cueva Palomera. La fragilidad de las huellas y su entorno fue el motivo por el que su estudio no pudo abordarse y se haya tenido que esperar hasta el desarrollo de las nuevas técnicas de teledetección no invasivas para llevarlo a cabo.

"Gracias a los escaneos 3D y la fotografía digital, en combinación con técnicas GIS, hemos podido realizar la minuciosa identificación de más de 1.200 improntas humanas en este yacimiento", explicó la arqueóloga Ana Isabel Ortega (izquierda), investigadora del Cenieh y de la Fundación Atapuerca que lidera este estudio.

Datación por carbono-14

Este estudio incluye además una batería de dataciones por carbono-14 de restos de antorchas localizados tanto en el itinerario de la Sala y Galerías de las Huellas, en el que se conservan las improntas de las pisadas humanas, como en las galerías de acceso hacia las mismas: el sector del Laberinto Otilio, la Sala Negra y las laterales de la Galería del Cacique.

"La excepcionalidad de estas incursiones se debe a la complejidad del acceso. El estudio de la ruta tomada por los exploradores y sus senderos está permitiendo profundizar nuestro conocimiento del uso del mundo subterráneo en la Prehistoria y especialmente el uso de la zona oscura como parte de la exploración hacia el paisaje simbólico y social", señaló Ana Isabel Ortega.

(1) Huellas humanos sobre un gran bloque en la Sala de las Huellas; (2) Restos de una antorcha bajo un bloque de Sala de las Huellas (No 1); (3) Detalle de huella en la Galería de las Huellas II; (4) Vista de la Galería de las Huellas I; (5-6-7) Varias vistas de las huellas en la Galería de las Huellas II. (Fotos MA Martín-Grupo Espeleológico Edelweiss).

De las muestras datadas, seis se corresponden con los itinerarios en los que se conservan las improntas de pies descalzos, con fechas comprendidas entre 4.200 y 4.600 años (Calcolítico). Sin embargo, en los conductos de acceso, el rango cronológico se amplía notablemente. Aparte de dos fechas calcolíticas situadas en el acceso inmediato a la Sala de las Huellas, se han documentado cuatro muestras comprendidas entre 6.200 y 6.600 años (Neolítico) y tres muestras entre 7.700 y 7.800 años (Mesolítico). mientras que la datación más antigua proporciona una fecha de unos 19.000 años (Paleolítico Superior).

“El avance de las investigaciones prehistóricas en Ojo Guareña va confirmando la intensa y reiterada utilización del mundo subterráneo en la Prehistoria”, concluyó Ana Isabel Ortega.

Plano de la Galería de las Huellas I, realizado con escáner para la identificación de las huellas.

Plano de la Galería de las Huellas II ,realizado con escáner para la identificación de las huellas.

Financiación

La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León financia las investigaciones llevadas a cabo en estos últimos años y las materializa a través de diferentes convenios con la Fundación Atapuerca. La Diputación Provincial de Burgos ha apoyado la exploración y topografía realizadas previamente en Ojo Guareña por el Grupo Espeleológico Edelweiss, en el marco de las cuales se descubrieron los yacimientos arqueológicos que ahora se están estudiando.

Fuente: diariodeburgos.es | 5 de marzo de 2021

Hallan grabados rupestres pre-magdalenienses dos cuevas del concejo de Las Regueras (Asturias)

Sala vestibular de la cueva del Sofoxó I con indicación del grabado zoomorfo en el techo (Foto de A. Juaneda).

Un grupo de arqueólogos ha documentado la existencia de arte rupestre, perteneciente a la ocupación paleolítica, en dos cuevas del concejo de Las Regueras (Asturias). Se trata de las cuevas de Sofoxó y Las Mestas II, situadas en las cercanías del río Nora. En la primera gruta han atestiguado el grabado de una cabra y en la segunda nueve figuras diferentes, que estaban más erosionadas y en peor estado de conservación, según recoge el estudio publicado en la revista del Instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola y firmado por Antonio Juaneda Gavelas, Peter Smith, Alberto Ceballos Hornero, Emilio Muñoz Fernández y Mariya Milkova Nocheva.

El arte paleolítico de las dos cuevas ya fue descubierto, en el caso de la cueva de Sofoxó, en el año 1980 por Gavelas, dentro de una actividad de prospección de los yacimientos prehistóricos de la cuenca media del río Nalón. Uno de los territorios prehistóricos más importantes de la península ibérica, que ya había sido explorado a principios del siglo por el Conde de la Vega del Sella. Allí, situado en el exterior, aparece un grabado en muy buenas condiciones. Una representación que ha sido interpretado como una cabra montesa.

Fotografía y calco del grabado de una cabra localizado en Sofoxó. Imagen del estudio publicado por Antonio Juaneda Gavelas et al.

Debido a la erosión del soporte calizo, el trazo «simple y único» presenta un aspecto «generalmente diluido o suavizado», pero está bastante completo, con un perfil absoluto y orientado a la derecha. «La cabeza está casi perdida, pero se aprecia un largo cuerno, la línea pectoral y la cérvico dorsal, la mitad inferior de la nalga, ligeramente redondeada, y la pata posterior; destaca la disposición de la pata delantera, dos largos trazos oblicuos paralelos extendidos hacia adelante, lo que otorga a la figura una lograda representación de un salto en descenso», detalla el estudio.

De esta manera, Sofoxó con su cabra montesa se une al elenco de sitios de la cuenca del Nalón con una única figura representada: Las Mestas II, tiene un caballo; Los Murciélagos, un bisonte; y Godulfo, una cierva. Al mismo tiempo, en una de las entradas a dicha cueva se han encontrado restos cerámicos con algunos huesos humanos. «No podemos descartar que estos materiales puedan estar asociados a un enterramiento». Pero, «la presencia de una ocupación solutrense en esta cavidad tiene especial relevancia», reconocen los autores.

Uno de los grabados de Las Mesas II, en una fotografía (arriba) y un calco de la figura (abajo), de Antonio Juaneda.

En el caso de la cueva de Las Mestas II, ubicada en las cercanías de su homónima, los arqueólogos han documentado la existencia de nueve figuras grabadas. Aunque están muy erosionados y recubiertos parcialmente por una costra calcítica, permiten identifican cinco ciervas, una cabra y tres animales indeterminados. Los grabados, realizados mediante trazo simple, ancho y profundo, recuerdan a los que ya podemos encontrar en la cueva de La Lluera y en la de Los Torneiros I. También presentan vínculos muy estrechos con algunas representaciones de Santo Adriano.

Fotografía y calco de algunas figuraciones zoomorfas (cierva y posible bóvido o equino) en Las Mestas II. Antonio Juaneda.

Fotografía y calco de una figura de cierva (II unidad topográfica) de la cueva de Las Mestas II. Antonio Juaneda.

Por ello, las cuevas del Sofoxó I y Las Mestas II «podrían encuadrarse en un contexto gráfico pre-magdaleniense, tal vez de cronología solutrense» y se sumarían así, a otras 13 estaciones en la cuenca media del Nalón, con grabados figurativos exteriores profundos. Al mismo tiempo, los arqueólogos han podido localizar las desaparecidas cuevas de La Ancenia y La Andina, así como la constatación de una ocupación muy puntual de época roma en la cueva de la Cruz. El hallazgo de un fragmento de cerámica «terra sigillata decorada de época tardía» permite certificar dicho indicio.

Fuentes: lavozdeasturias.eslavozdetrubia.es | 22 de febrero de 2021

Los hallazgos del proyecto español en Luxor: 20 años descubriendo momias y secretos del Antiguo Egipto

Uno de los investigadores del CSIC, en el interior de la tumba de Djehuty. Proyecto Djehuty

El Proyecto Djehuty, dirigido por el investigador del CSIC, José Manuel Galán, prepara su vigésima campaña en un yacimiento con 2.000 años de historia que ha rellenado importantes lagunas del mundo faraónico.

La primera peregrinación que José Manuel Galán hizo a la tumba de Djehuty, supervisor del Tesoro egipcio durante el reinado de la faraona Hatshepsut, en el siglo XV a.C., fue en solitario y subido a una bicicleta. La zona, una necrópolis de la antigua ciudad de Tebas, se había convertido en un vertedero del poblado moderno de Dra Abu el-Naga y apenas se distinguía la entrada a la cámara funeraria. En la actualidad, dos décadas después de aquella escena y tras incontables horas de excavación, los investigadores españoles han recuperado un yacimiento espectacular para la mejor comprensión del Antiguo Egipto.

Galán, profesor de Investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, es el director del Proyecto Djehuty , una historia de éxito y hallazgos únicos que tiene su embrión en una corazonada personal. En su tesis doctoral, realizada en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y centrada en las dos palabras que utilizaban los antiguos egipcios para definir sus acciones imperialistas —vencer y frontera—, quedó cautivado por el tesorero real de Hatshepsut, una reina —"similar a nuestra Isabel la Católica", apunta el egiptólogo—, que organizó una expedición al Cuerno de África para conseguir especias y productos de lujo con la finalidad de ahorrarse los costes de los intermediarios. Una empresa que evoca a la de Cristóbal Colón.

Djehuty fue el alto funcionario que registró por escrito las materias primas y productos exóticos que llegaron a Tebas del lejano país del Punt. Su tumba, con inscripciones que hablaban del Imperio egipcio y de su servicio a la faraona, fue descubierta a principios del siglo XIX por el célebre Jean-François Champollion, pero nunca se había excavado por problemas de escombros. Cuando José Manuel Galán consiguió su plaza de investigador en el CSIC, organizó un proyecto al conocer el potencial del sitio: le interesaba, como filólogo, estudiar los textos antiguos. "Lo que no esperaba era todo lo que iba a venir", reconoce ahora el experto.

José Manuel Galán, sentado en la entrada de la tumba del tesorero real. Proyecto Djehuty.

El Proyecto Djehuty, uno de los candidatos al II Premio Nacional de Arqueología y Paleontología de la Fundación Palarq, dotado con 80.000 euros, cumple veinte años de investigaciones in situ en el yacimiento ubicado en la colina de Dra Abu el-Naga, en el extremo norte del cementerio de la antigua ciudad de Tebas, hoy Luxor. "Hemos documentado 2.000 años de historia con testimonios muy singulares y únicos", destaca José Manuel Galán. "Por suerte —a un arqueólogo siempre le tiene que acompañar la suerte—, hemos descubierto un montón de cultura material muy original que nos ha dado la ocasión de hacer importantes aportaciones al conocimiento y rellenar importantes lagunas del Antiguo Egipto, como los llamados periodos intermedios".

En este sentido, son de gran interés los hallazgos de las tumbas e inscripciones de miembros de la familia real y la élite de las dinastías XVII, enmarcada en el Segundo Periodo Intermedio (1600 a.C.), y comienzos de la XVIII, como el príncipe Ahmose-sapair, muerto de niño, pero a quien se adoró durante cientos de años. "Hemos encontrado muchos objetos con su nombre, sabemos que fue enterrado ahí, pero no tenemos la certeza de cuál es su tumba", explica Galán. Si en la zona al pie de la colina, donde trabajan los investigadores del CSIC, se estableció la necrópolis de la familia real y sus cortesanos, en lo alto se erigieron las pirámides de adobe de los reyes, hoy desaparecidas.

Uno de los hallazgos más espectaculares ha sido el de este ataúd de un personaje llamado Neb. Proyecto Djehuty.

En la última campaña antes de la pandemia, entre enero y febrero de 2020, se descubrió otro sarcófago espectacular de una mujer de la misma época con un ajuar compuesto de pendientes, anillos y valiosos colgantes. Pero no todos los hallazgos han sido ataúdes y momias: "Tenemos un pizarrín de escuela que se utilizó por un escriba en el año 1470 a.C. para aprender a escribir, un jardín del año 2.000 a.C., ramos de flores, momias de animales como ibis, halcones, musarañas o serpientes, toneladas de tela de lino, algunas con su fecha de producción escrita...", enumera Galán. Su equipo también ha logrado reconstruir el urbanismo de la necrópolis, documentar los rituales por los difuntos que se celebraron al aire libre y determinar las conexiones de unas tumbas con otras.

Porque no todo está relacionado con el dignatario Djehuty —o con Hery, otro importante personaje que sirvió bajo el reinado de uno de los primeros faraones de la Dinastía XVIII y cuyo monumento funerario también se ha excavado— a pesar de dar nombre al proyecto. Su tumba, profusamente escrita, fue saqueada y quemada en época antigua. Pero curiosamente, los arqueólogos han podido descubrir en perfecto estado la cámara funeraria, con sus paredes y techo pintados y con inscripciones del Libro de los muertos. ¿Cómo se explica esto?

"Cuando su cámara sepulcral está lista, a Djehuty le parece pequeña y decide ampliarla. Pero al hacerlo, parte del techo se derrumba y su ataúd se tiene que dejar en la antecámara, que es la que saquean los ladrones", detalla el egiptólogo. "Siempre digo que hemos perdido a Djehuty físicamente porque la momia no está, pero tenemos sus textos funerarios, que nos hablan de sus creencias, de cómo se transforma él para llegar al paraíso en el más allá".

El jardín hallado por los investigadores españoles. Proyecto Djehuty

Los investigadores preparan ya su campaña número veinte en Dra Abu el-Naga, que se llevará a cabo entre mayo y junio —se ha retrasado a una época del año más calurosa para esquivar las gripes y no confundirlas con la Covid-19— y se centrará en buscar la entrada a unas grandes tumbas descubiertas hace unos años a las que se pudo acceder a través de unos agujeros abiertos por los ladrones. "La pandemia también nos condiciona en este sentido y no vamos a excavar pozos, sino más en superficie", señala Galán.

Vista aérea del sector 10 del yacimiento. Proyecto Djehuty

Una de las grandes dificultades a las que se ha enfrentado el Proyecto Djehuty —como la gran mayoría de investigaciones arqueológicas con sello español— es el tema de la financiación. José Manuel Galán y su equipo han logrado combinar con éxito los aportes públicos y privados —ahora mismo les apoyan el Ministerio de Cultura y entidades como la Fundación Palarq o Técnicas Reunidas—, pero a ello se suma ahora una agotadora burocracia. "En la ciencia en general, en los últimos 4 o 5 años, se ha multiplicado por diez a unos niveles grotescos. Me paso el 80% de mi tiempo haciendo papeles y con suerte saco el 20% para investigar", lamenta el experto del CSIC.

Galán también reconoce que a pesar de la gran aceptación que tiene entre el público general, a la egiptología todavía le cuesta abrirse paso en la academia española: "Está en pañales en comparación con Francia, Inglaterra, Alemania u otros países más pequeños como Holanda, Dinamarca o Suecia. A España le cuesta hacerle un hueco a la egiptología, un poco por localismo, pero Egipto es parte de nuestra historia, que es la historia de la humanidad".

Fuente: elespañol.com| 8 de marzo de 2021

Las Bahamas se colonizaron antes de lo que se creía, y los colonos cambiaron drásticamente el paisaje

(A) Blackwood Sinkhole y localidades clave para inferir patrones de migración de los Lucayanos a través de Las Bahamas. Church's Bluehole proporciona evidencia de polen y carbón de cambios en la vegetación durante el Holoceno tardío. La evidencia arqueológica del Sitio Coralie (Gran Turco) y el Sitio de los Tres Perros (San Salvador) documenta la llegada humana al sur de las Bahamas alrededor del año 750 d.C. Las flechas rojas resaltan la migración de lucayana en menos de 100 años

Los seres humanos estaban presentes en Florida hace 14.000 años y, hasta muy recientemente, se creía que las Bahamas, ubicadas a solo unos kilómetros de distancia, no fueron colonizadas hasta hace cerca de unos 1.000 años. Pero los nuevos hallazgos de un equipo de investigadores demuestran que el área fue colonizada anteriormente y que los nuevos colonos cambiaron drásticamente el paisaje.

Peter van Hengstum (izquierda), profesor asociado en el Departamento de Ciencias del Medio Ambiente Marino y Costero en la Universidad de Texas A & M, en Galveston, y sus colegas, han publicado el resultado de su investigación en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

El equipo de investigadores generó un nuevo registro ambiental del enclave Blackwood Sinkhole, que está inundado con 120 pies de agua subterránea sin oxígeno disuelto. Esto es importante porque ha conservado material orgánico de manera impecable durante los últimos 3.000 años. Mediante la utilización de muestras de núcleos, y su datación por radiocarbono, el equipo examinó los depósitos de carbón de incendios humanos de hace miles de años, lo que indicó que los primeros colonos llegaron a las Bahamas antes de lo que se pensaba.

Los primeros exploradores y colonos de las islas del Caribe fueron amerindios de América del Sur que emigraron hacia el norte a través de las Antillas Menores y finalmente al archipiélago de las Bahamas. En contacto con los europeos, los habitantes de las Bahamas eran los lucayanos. Se ha debatido si se originaron en Cuba o Hispaniola, pero un estudio reciente sugiere que emigraron al archipiélago de las Bahamas desde Hispaniola y Jamaica en el año 800 d.C.

Los primeros asentamientos lucayanos conocidos en las Bahamas son el Sitio de los Tres Perros en San Salvador, que fue ocupado del 600 al 900 d.C, y el Sitio Coralie en Grand Turk, ocupado del 650 al 885 d.C.

(B) Blackwood Sinkhole y sitios clave que proporcionan evidencia de la ocupación de población lucayana en la isla de Gran Ábaco.

"Las Bahamas fueron el último lugar colonizado de la región del Caribe, y la evidencia física anterior indica que los indígenas de las Bahamas, llamados lucayanos, pudieron haber tardado cientos de años en moverse a través del archipiélago de las Bahamas que se extiende por unos 805 kilómetros", dice van Hengstum.

"Si bien la gente ya estaba presente en Florida hace más de 14.000 años, al final de la última Edad de Hielo, estas personas nunca cruzaron el Estrecho de Florida hacia las islas cercanas de las Bahamas, a solo 80 a 105 kilómetros de distancia. Mientras tanto, las islas del Caribe estaban ya pobladas por personas que había emigrado desde Sudamérica hacia el norte".

Van Hengstum añade que los sitios arqueológicos más antiguos en el archipiélago más meridional de las Bahamas, en las Islas Turcas y Caicos, indican que la llegada humana probablemente se produjo el año 700 d.C.

"Sin embargo, en el norte de la isla de Gran Ábaco, la evidencia física más temprana de ocupación humana son esqueletos conservados en los denominados sumideros y agujeros azules", dijo. "Estos dos esqueletos encontrados en Gran Abaco datan de 1200 a 1300 d.C. Nuestro nuevo registro de alteración del paisaje por parte de la gente indica que la agricultura de tala y quema probablemente comenzó alrededor del 830 d.C., lo que significa que los lucayanos migraron rápidamente a través del archipiélago de las Bahamas en probablemente un siglo, es decir en sólo unas pocas generaciones humanas".

(C) Foto aérea de Blackwood Sinkhole que muestra la proximidad a los humedales cercanos (sitio del núcleo BLWD-MC1) y el Océano Atlántico.

Los otros hallazgos del equipo muestran cómo los lucayanos cambiaron el aspecto del paisaje. Cuando llegaron a la isla de Gran Ábaco esta estaba cubierta principalmente de bosques de pinos y palmeras, y tenía un ecosistema único dominado por reptiles de tortugas gigantes y cocodrilos. El aumento de la deforestación y la quema permitió que los pinos colonizaran y superaran a las palmera nativas y los árboles de maderas duras.

Los grandes reptiles terrestres comenzaron a desaparecer después del año 1000 d.C., y se cree que un aumento significativo en la intensa actividad de huracanes en la región, alrededor del año 1500 d.C., causó daños considerables a los nuevos bosques de pinos, como lo indica una disminución del polen de pino en el núcleo del sedimento.

"El registro de polen indica que el bosque previo al contacto no se vio afectado significativamente durante las épocas conocidas en que los huracanes intensos eran más frecuentes", dijo van Hengstum. "En nuestro mundo actual, donde se espera que la intensidad de los huracanes más grandes aumente en las próximas décadas, los pinos actuales en el norte de las Bahamas pueden no ser tan resistentes a cccclos impactos ambientales de estos cambios en la actividad de los huracanes".

Fuentes: phys.org | csci-news.com | 2 de marzo de 2021

El ancestro humano 'Lucy' y el 'niño de Taung' tienen un nuevo rostro en una impresionante reconstrucción

Las nuevas reconstrucciones faciales, hechas con moldes de silicona pigmentada, de Lucy (izquierda) y el niño de Taung (derecha). El tono de piel de Lucy se ha reconstruido para que parezca más similar al de los bonobos, mientras que el tono del niño de Taung es más similar al de los humanos anatómicamente modernos nativos de Sudáfrica.Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo.

Nuevas reconstrucciones faciales de dos humanos primitivos, conocidos como Lucy y el niño de Taung, muestran cómo se veían estos dos individuos cuando vivían en África hace millones de años.

Y, a diferencia de reconstrucciones pasadas, que pueden haberse basado en ideas opacas, arbitrarias o incluso racistas para reconstruir los rostros de nuestros antiguos parientes, los autores de las nuevas reconstrucciones exponen su proceso de manera transparente.

Para las reconstrucciones de Lucy (Australopithecus afarensis), el antepasado humano más antiguo y completo cuando los investigadores descubrieron sus restos de 3,2 millones de años en 1974, y el niño de Taung, de 2,8 millones de años (Australopithecus africanus), que murió a la edad de 3 años en lo que ahora es Sudáfrica, los investigadores usaron moldes de silicona pigmentada con el tono de piel de Lucy similar al de un bonobo (Pan paniscus), mientras que el niño de Taung se hizo más similar a los humanos modernos nativos de Sudáfrica, escriben los artífices de las nuevas reconstrucciones en una entrada de blog en Frontiers.

Una reconstrucción intuitiva de los tejidos blandos de Lucy (sin pelo ni pigmento) producida en 2018 y reconstruida sobre el esqueleto de AL 288-1 reconstruido digitalmente publicado en Brassey et al. (2018). Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo.

Estos moldes de silicona muestran cuán complejas son las reconstrucciones de los primeros humanos. Otras reconstrucciones de Lucy, el niño de Taung y otros humanos primitivos fueron realizadas por artistas que hicieron suposiciones que no se pueden comprobar con la ciencia actual, incluso si estas especies antiguas se parecían más a simios o a los humanos modernos o cómo serían sus tejidos blandos, incluidos sus músculos y el grosor de su piel. Estas reconstrucciones se encuentran a menudo en museos de historia natural y están destinadas a educar al público sobre la evolución humana.


En una nueva revisión sobre reconstrucciones de humanos primitivos, publicada el 26 de febrero en la revista Frontiers in Ecology and Evolution, los investigadores, que también escribieron la publicación del blog mencionado, encontraron que "muchas de estas reconstrucciones no han sido cuestionadas por la comunidad científica y han sido exhibidas en museos con muy poca evidencia empírica que los respalde".

Cuando observaron las reconstrucciones llevadas a cabo en todo el mundo, descubrieron que la versión de Lucy en cada museo se veía muy diferente, escribe en el blog el investigador principal, Ryan Campbell (izquierda), estudiante de doctorado en el Departamento de Anatomía y Patología de la Universidad de Adelaide, en Australia. "Esperaba encontrar consistencia en esas reconstrucciones exhibidas en los museos de historia natural, pero las diferencias, incluso allí, eran tan severas que casi pensé que todos los que las habían elaborado nunca habían encontrado una sola reconstrucción de homínido antes de comenzar la propia".

Un análisis previo de reconstrucciones de 860 homínidos (un grupo que incluye humanos, monos y sus parientes cercanos extintos) en 55 museos mostró inconsistencias notables, incluso en aquellas que representan a los mismos individuos. Esa investigación parte de una tesis publicada en 2012, la cual fue la primera en mostrar tales discrepancias, escriben Campbell y sus colegas en su artículo de investigación.

Próximos pasos

Entonces, ¿qué se debería hacer? Primero, los artistas, científicos y museos pueden en realidad reconocer que las reconstrucciones son actualmente más arte que ciencia. Según el co-investigador Gabriel Viñas (derecha), un artista escultórico de la Universidad Estatal de Arizona, "los métodos para lograr reconstrucciones científicamente justificadas aún no están a nuestro alcance, a pesar de que muchos artistas e instituciones lo anuncian con facilidad".

Otro problema es que algunas reconstrucciones, incluidas las 2D, son exhibiciones racistas o inexactas, dicen los investigadores. "En realidad, muchas de las reconstrucciones anteriores han estado muy influenciadas por cuentos imaginarios sobre lo que es 'primitivo' y 'salvaje 'contra lo que es 'civilizado y 'moderno'", reseña el investigador principal Rui Diog (izquierda), profesor asistente de anatomía en Howard University, en Washington, DC.

Por ejemplo, la icónica imagen en 2D de la evolución humana, "La marcha del progreso" (derecha) de Rudolph Zallinger, impresa en una serie de libros de ciencia desde 1965, perpetúa la idea incorrecta de que los humanos evolucionaron en una progresión lineal desde un animal a un simio y posteriormente hacia un hombre europeo de piel blanca,csubrayan los investigadores. Otras inexactitudes encontradas en dibujos o exposiciones muestran a Lucy con una pareja e hijos, a pesar de que la estructura de la familia nuclear es una construcción reciente en la historia de la humanidad, advierte Diogo.

Al reconstruir los rostros de Lucy y el niño de Taung, los investigadores hicieron todo lo posible por "alejarse de la intuición" y, en cambio, ser científicamente precisos y transparentes en sus métodos.

Respecto al niño de Taung, utilizaron técnicas tradicionales de moldeado y yeso para hacer un cráneo duplicado a partir de otro molde del espécimen original (izquierda). El cráneo del niño de Taung estaba bien conservado, pero aún tenían que hacer suposiciones sobre cómo diseñar sus tejidos faciales.

Debido a que los tejidos blandos de los primeros humanos no han sobrevivido, los artistas deben decidir si basar los músculos, la piel y otras dimensiones de los tejidos blandos en datos de primates como simios, chimpancés o humanos, o bien hacer una mezcla de especies. Por ejemplo, mientras reconstruían al niño de Taung, el equipo creó dos modelos, uno más parecido a un mono y otro más humano, a fin de apreciar las diferencias entre las dos interpretaciones. Otros profesionales también deberían comunicar claramente sus técnicas cuando elaboran una reconstrucción, dicen los investigadores.

Estas dos reconstrucciones faciales del niño de Taung (sin pelo ni pigmento) muestran cómo el niño de 3 años pudo haber lucido con rasgos más simiescos (izquierda) o bien con rasgos más humanos (derecha). Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo.

La reconstrucción de Lucy, en cambio, fue un desafío. A pesar de que ella es el ancestro humano temprano más reconstruido, "es una pobre candidata para el procedimiento de reconstrucción facial, pues le faltan la mayoría de los huesos craneales", escriben los investigadores del estudio. No obstante, su mandíbula inferior está bastante completa, por lo que ayudó a los artistas a recrear su cabeza.

(A) Modelo digital del cráneo masculino compuesto de un 'Australopithecus afarensis' reconstruido en Kimbel et al. (1984) y Kimbel y White (1988). (B) Mandíbula perteneciente al esqueleto parcial AL 288-1 (Lucy). (C) Reconstrucción del cráneo de Lucy que se produjo escalando el cráneo masculino para ajustarlo a la mandíbula AL 288-1 (C). Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo

Esta reconstrucción facial de Lucy (sin pelo ni pigmento), realizada en 2019, puede no tener el grosor de su piel del todo correcto. Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo.

Para Lucy, el equipo utilizó datos sobre el grosor de la piel de los seres humanos modernos y los introdujo en ecuaciones diseñadas para determinar el grosor de la piel humana en las primeras etapas. Pero aunque el resultado puede percibirse como mucho mejor que las reconstrucciones previas de Lucy, las cuales se basaron en enfoques más intuitivos, "creemos que no es un buen resultado, en absoluto", escriben los investigadores del estudio. Y eso es porque la ecuación que usaron a veces dio resultados negativos, lo cual no es posible (un animal no puede tener un grosor de tejido negativo). "Por lo tanto, estas ecuaciones quizás solo sean apropiadas para reconstruir homínidos que se parecen más a los humanos modernos", agregan.

Una reconstrucción de un espécimen neandertal, conocido como Amud 1, resultó más fácil, ya que los neandertales, en comparación con el grupo de Lucy, tenían más similitudes faciales con los humanos modernos. Sin embargo, el equipo tuvo que estimar, basándose en otros conjuntos de datos, cómo ubicar otras características, como el perfil de la nariz y el ancho de la boca del neandertal.

Esta progresión muestra cómo los investigadores pueden reconstruir digitalmente parientes humanos, incluido el neandertal conocido como Amud 1, el cual se muestra aquí. Los tejidos blandos faciales se reconstruyeron utilizando modelos de regresión desarrollados en Simpson y Henneberg (2002) a partir de material humano moderno. Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo

El busto del neandertal Amud 1 producido en 2019 y en el que se emplearon modelos de regresión de tejidos blandos faciales desarrollados en Simpson y Henneberg (2002) a partir de material humano moderno. Crédito de la imagen: R. Campbell, G. Vinas, M. Henneberg, R. Diogo

En el futuro, los científicos, artistas y museos tal vez quieran considerar que "presentar información de lo que no se conoce disminuye el valor de lo que se conoce, y puede generar confusión y disuadir para que haya un mayor interés por la teoría de la evolución humana", concluyen los investigadorees del estudio.

Las reconstrucciones de homínidos se utilizan predominantemente para la difusión de información científica al público en exhibiciones de museos y estudiantes en cursos universitarios, lo que influirá en la forma en que percibimos nuestros orígenes comunes, nuestros semejantes y la forma en que percibimos y definimos a la humanidad de manera más general. Por lo tanto, las reconstrucciones biológicamente precisas construidas sobre bases científicas sólidas serán una mejora no trivial que mejorará la eficacia de su objetivo y tendrá un impacto positivo en la comprensión pública de la ciencia evolutiva.

Fuente: livescience.com | 3 de marzo de 2021