Hallazgo histórico en Atapuerca: recuperan ADN neandertal a partir de sedimentos

Excavaciones en la galería de las Estatuas, en el yacimiento de Atapuerca (Burgos). JAVIER TRUEBA

El año pasado, un equipo de paleoantropólogos entró en una máquina del tiempo. Durante 40.000 años, los neandertales vivieron en la Galería de las Estatuas, en la Cueva Mayor, en la Sierra de Atapuerca (Burgos), donde quedaron tirados huesos de animales, herramientas de piedra e incluso un dedo del pie de un miembro de la tribu. Después, la entrada a la cueva se derrumbó, la cavidad quedó sellada y el goteo milenario de las estalactitas cubrió el suelo con una gruesa lápida de mineral. El equipo de científicos rompieron esa losa y excavaron por primera vez en la misma tierra que habían pisado los neandertales. Su análisis aporta hoy un hallazgo sorprendente: el sedimento conserva aún material genético de aquellos humanos, lo que ha permitido saber quiénes eran.

Esta revelación es histórica porque implica que ya no hacen falta fósiles humanos para identificar a los moradores de una cueva prehistórica. Al menos, siempre y cuando las condiciones de conservación sean tan buenas como las de la Galería de las Estatuas, y siempre que la excavación se haga de forma extremadamente cuidadosa para que no se alteren esas condiciones.

Marca de corte en una costilla de ciervo con restos de la herramienta de cuarcita que se utilizó para descarnar al animal. © Javier Trueba. Madrid Scientific Films

El yacimiento ha despertado el interés de Matthias Meyer, investigador senior del grupo de genética evolutiva del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva que dirige el afamado genetista Svante Pääbo, en Leipzig, Alemania.

El equipo dirigido por Meyer ha explorado durante los últimos años la posibilidad de obtener ADN directamente de los sedimentos, sin necesidad de tomar muestras en huesos humanos, que faltan en la mayoría de los yacimientos. En una ocasión anterior ya demostró que era posible recuperar ADN mitocondrial de los sedimentos, pero faltaba conseguirlo con el ADN nuclear. La Galería de las Estatuas ha ofrecido la pieza que faltaba para completar el puzle.

"El descubrimiento es una nueva revolución en la investigación del pasado remoto de los humanos", destaca José María Bermúdez de Castro (izquierda), codirector de Atapuerca y coautor del estudio, que se publica hoy en Science. “Es casi como hacer criminalística forense de la prehistoria”, resalta.

Hasta el momento, solo se había conseguido extraer ADN humano de los fósiles, de forma que si no había huesos a veces no se podía identificar a la especie humana que habitó cada yacimiento. La nueva técnica permite tomar una pizca de tierra de unos 20 miligramos, recuperar de ella el ADN de fluidos corporales que cayeron al suelo de las cuevas hace miles de años —sangre, heces— y encontrar en él mutaciones características que identifican de qué especie eran sus habitantes, conocer su linaje y hasta su sexo. El equipo ha estudiado sedimentos de dos cuevas del sur de Siberia —Denisova y Chagyrskaya— y de la cavidad burgalesa.

El análisis ha identificado a tres individuos de dos épocas diferentes que vivieron en la Galería de las Estatuas y desvela que hace 100.000 años, por razones desconocidas, los neandertales que vivían aquí fueron reemplazados por otro grupo de la misma especie, pero con un perfil genético muy diferente.

Interior de la Cueva de las Estatuas donde se han obtenido los sedimentos. CENIEH

El ADN más antiguo hallado en la cueva de Burgos es de un varón que vivió hace unos 110.00 años. Sus ancestros se remontaban unos 20.000 años en el tiempo y procedían del este de Europa. Las capas más superficiales contienen ADN de al menos cuatro mujeres, la más reciente de hace unos 80.000 años. El perfil genético de estas es muy diferente, lo que indica que eran de un grupo distinto.

“No sabemos de dónde vinieron ni qué sucedió, pero pensamos que el clima fue clave”, explica Benjamin Vernot (izquierda), investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coordinador del estudio. “En aquella época en Europa hacía cada vez más frío; se acercaba una nueva glaciación. Es posible que la caza desapareciese con el cambio del clima y que los neandertales que dependían de ella muriesen. Luego el tiempo volvió a ser más templado y llegó otro grupo de neandertales que probablemente eran muy diferentes en aspecto [ya con los rasgos característicos de esta especie, como una gran corpulencia y el cerebro más grande de todas las especies humanas conocidas]”, explica Vernot. Hay otra posibilidad más remota: que los recién llegados fuesen de alguna forma superiores, bien por su inteligencia, sus capacidades sociales o por el tipo de herramientas líticas que manejaban, y que sustituyesen al grupo primigenio, añade el investigador del Max Planck.

El equipo dirigido por Juan Luis Arsuaga, en la Galería de las Estatuas. (Javier Trueba - Madrid Scientific Films).

El material genético muestra que los dos linajes neandertales de Atapuerca estaban separados por unos 35.000 años de evolución por separado, más o menos lo mismo que hay entre un europeo y un asiático de la actualidad. “Es como si viéramos que en España los españoles han desaparecido por completo y ahora está poblada por aborígenes australianos”, explica Bermúdez de Castro. “Siempre he defendido que la ocupación humana de Europa se hizo por oleadas de grupos humanos que fueron reemplazándose, a veces por completo, a veces parcialmente. Es lo que ocurrió cuando el 'Homo sapiens' llegó a Europa y es lo que vemos ahora con los neandertales. De hecho, el fenómeno sigue ocurriendo. Hace 20.000 años los habitantes de Nueva York eran totalmente distintos, nativos americanos, mientras que hoy predomina una mezcla de orígenes europeos, africanos y americanos del sur. Y podemos estar seguros de que dentro de 1.000 años esa misma población será muy diferente de la actual”, resalta.

El equipo de Vernot lleva tres años perfeccionando esta nueva técnica para rescatar ADN de los sedimentos, tanto mitocondrial, que solo pasa de madres a hijos, como nuclear, que contiene más información y que hzasta ahora solo se había podido recuperar a partir de fósiles óseos.

Un científico procesa una de las muestras de sedimento analizadas. INSTITUTO MAX PLANCK

El estudio publicado hoy confirma que el ADN en la tierra de las cuevas siberianas coincide con el de los fósiles hallados allí. La aplicación por primera vez a la cavidad de Atauerca —cuyos sedimentos abarcan un periodo desde hace entre 113.000 años y 70.000 años— confirma que es factible hallar material genético antiguo en yacimientos donde no hay fósiles o donde estos son tan pequeños que no puede extraerse ADN.

Las tres cuevas analizadas eran entornos muy fríos, ideales para conservar el frágil ADN. El equipo también intentó recuperar material genético de la Gran Dolina, el yacimiento al aire libre donde se hallaron restos de una especie humana mucho más antigua, el Homo antecessor, pero no tuvieron éxito, explica Bermúdez de Castro.

El genetista Carles Lalueza-Fox (izquierda) cree que “este es un método muy valioso”. “Se puede investigar, por ejemplo, la diversidad genética de un yacimiento concreto y entender mejor el proceso de extinción de los neandertales que desaparecieron para siempre hace 40.000 años”, explica. Para el investigador del CSIC queda claro que la forma de excavar va a cambiar para siempre: “Antes la tierra excavada se arrojaba ladera abajo. A partir de ahora no se tira nada”.

Identifican en un óstracon hallado en Laquis (Israel) la escritura alfabética temprana más antigua

Inscripción alfabética temprana en un óstracon de la Edad del Bronce Final de aproximadamente 40 × 35 mm. Fotografía de J. Dye, Academia de Ciencias de Austria. Crédito: Antiquity (2021). DOI: 10.15184 / aqy.2020.157

Un equipo de investigadores de la Academia de Ciencias de Austria, el Instituto Arqueológico de Austria y el Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha identificado un escrito en un fragmento de cerámica de de la Edad del Bronce Final (siglo XV a. C.), desenterrado en 2018 en el enclave arqueológico de Laquis, como el más antiguo encontrado en Israel. En su artículo publicado en la revista Antiquity (Cambridge University Press), el grupo describe el estudio de la escritura y lo que aprendieron sobre ella.

En 2018, un equipo de arqueólogos que trabajaba en una excavación arqueológica en Laquis, en el centro-sur de Israel, encontró un fragmento de cerámica con algo de escritura, pero no fue hasta hace poco que se llevó a cabo el estudio del texto sobre el mismo.

Mapa de la situación de Laquis, con las áreas de excavación indicadas (figura de A. Woitzuck, Academia de Ciencias de Austria).

El trabajo de investigación mostró que el fragmento tenía aproximadamente 3.500 años, una época en que el enclave donde se encontró era parte de un centro cananeo, que a su vez era parte de una ciudad llamada Laquis, una ciudad mencionada en la Biblia, y que fue destruida por los israelitas después de su éxodo de Egipto. Tras este episodio, fue reconstruida, solo para ser destruida nuevamente en el siglo VII a. C.

El hallazgo del óstracon se considera significativo porque ayuda a llenar un vacío entre los primeros testimonios de escrituras y el desarrollo de alfabetos semíticos en el área. Los investigadores señalan que estudios anteriores han demostrado que los primeros alfabetos existían en el área ya en el siglo XIX a. C., pero luego no se mencionan en los registros históricos hasta los siglos XIII o XII; esta nueva escritura representa un alfabeto entre ellos.

Puerta principal de la ciudadela de Laquis. Wikipedia.

La superficie interior del óstracon está inscrita en tinta oscura, con las letras dispuestas en diagonal. Se pueden distinguir dos líneas que contienen cada una tres letras. Dos caracteres adicionales son visibles en el lado derecho de la línea superior y otro es visible entre las dos líneas. Nuestra lectura sugerida para la línea uno (la línea superior) es de derecha a izquierda. La primera letra se puede identificar como ayin (ע), que se basa en el jeroglífico egipcio 'ojo'. Como en la mayoría de las primeras inscripciones alfabéticas del sur de Levante, la letra tiene la forma de un círculo, parecido a un iris sin la pupila. La segunda letra se puede identificar como bet.(ב), que se basa en el jeroglífico egipcio 'casa'. La letra tiene una forma rectangular con una esquina abierta. La tercera letra se puede leer como dalet (ד), basada en el jeroglífico egipcio 'puerta'. Por lo tanto, la lectura sugerida para esta línea puede ser עבד, que significa 'esclavo', y podría ser parte de un nombre personal. Los nombres con el componente ʿbd (esclavo) son muy comunes en todos los idiomas semíticos, generalmente con un elemento teofórico (que lleva el nombre de un dios) de una divinidad local.

La lectura sugerida para la línea dos también es de derecha a izquierda. La primera letra puede identificarse como nun (נ), que deriva de los jeroglíficos egipcios 'víbora cornuda' o 'cobra'). Esta letra también se puede identificar entre las líneas uno y dos, y en el lado derecho de la línea uno. La segunda letra se puede identificar como pe (פ). Si bien no es del todo seguro de qué signo se deriva este carácter, se ha sugerido el jeroglífico de 'esquina', aunque también se argumenta que este signo es poco común en las inscripciones del Sinaí, y se sugiere que el signo representa una herramienta de construcción. La tercera letra se puede identificar como tav (ת), y nuevamente no está claro en qué signo se basa este carácter. Podría basarse en el jeroglífico de 'tablones cruzados', pero algunos también han sugerido un origen independiente. Por lo tanto, la lectura sugerida para la línea dos es נפת, que en hebreo significa 'miel' o 'néctar'. Si se lee de izquierda a derecha, תפנ, este término podría ser un verbo de la raíz פני ('girar'), o parte de un nombre desconocido.

Foto: Posible ejemplo (discutido) de signos alfabéticos tempranos (protocananeos) en una daga hallada en Laquis. Edad del Bronce Medio (1600 -1500 a.C.)

A menudo se supone que la escritura alfabética temprana fue desarrollada por miembros de una población asiática occidental de habla semítica ('cananeos') que participaron en operaciones mineras egipcias alrededor de Serabit el-Khadim, en la península del Sinaí. Más tarde, este alfabeto temprano se extendería al Levante meridional, donde se transformó en el alfabeto fenicio, del cual derivó posteriormente el alfabeto griego. Esta interpretación se basa en el descubrimiento de varias inscripciones alfabéticas tempranas que se descubrieron en el Sinaí desde principios del siglo XX en adelante, en y alrededor del templo de Hathor, en Serabit el-Khadim. En un artículo influyente, Alan Gardiner demostró que estas inscripciones eran ejemplos de escritura alfabética temprana derivada de jeroglíficos egipcios

Foto: Jarra con una inscripción protocananea (1300 - 1200 a. C.). Esta elaborada jarra se encontró entre los restos de un templo en Laquis. En la misma están pintados motivos cananeos familiares: un león, cabras montesas flanqueando un árbol, etc. Sobre los motivos hay una dedicatoria cananea: "Mattan. Una ofrenda a mi señora Elat". Según esto, un hombre llamado Mattan presentó una ofrenda, presumiblemente la jarra o su contenido, a la diosa Elat, la cual era venerada en el templo.

En este sentido, los investigadores señalan que la escritura recién encontrada representa una parte temprana del proceso que condujo a un alfabeto. También señalan que prueba que el alfabeto que surgió en la zona del Levante no provenía de Egipto.

Fuentes: phys.org | cambridge.org | 16 de abril de 2021

Los primeros ganaderos del Neolítico ya planificaban el ciclo de reproducción de las ovejas

Cueva de Chaves (Huesca), yacimiento arqueológico de más de 7500 años de antigüedad.

Investigadores del Grupo Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro (P3A), que lidera la catedrática de Prehistoria Pilar Utrilla de la Universidad de Zaragoza, participan en el estudio de los restos recuperados en el yacimiento de la cueva neolítica de Chaves, en Huesca, en el Prepirineo aragonés.

La investigación revela que hace más de 7.500 años se sentaron las bases de estrategias ganaderas que han perdurado hasta la actualidad

El estudio de los restos de animales encontrados en el yacimiento de la cueva de Chaves, en el que han participado investigadores de la Universidad de Zaragoza, ha permitido obtener datos inéditos sobre el control reproductivo y alimentario de los primeros rebaños de ovejas domésticas durante el Neolítico en el occidente mediterráneo. La modificación del ciclo natural de nacimientos afectó su fisiología para prolongar su periodo fértil.
Los resultados, excepcionales por mostrar por vez primera y de forma integrada cómo se alimentaban y reproducían los primeros rebaños de ovejas domésticas en la península ibérica, constituyen en la actualidad el primer referente sobre la modificación de los ritmos estacionales de reproducción de las ovejas con la finalidad de adaptarlas a las necesidades humanas.
Mandíbulas de oveja analizadas en este trabajo. / Alejandro Sierra.
El proyecto integra aproximaciones técnicas basadas en los análisis de isótopos estables y del microdesgaste dentario de restos de fauna arqueológicos de más de 7500 años de antigüedad, recuperados en el yacimiento neolítico de la cueva de Chaves (Huesca), ubicada en la zona del Pirineo central. En la investigación han participado investigadores de la Universidad de Zaragoza, del Museo de Historia Natural de París y del Instituto Catalán de Paleocología Humana y Evolución Social (Tarragona), que ha sido coordinada desde el Laboratorio de Arqueozoología del Departamento de Prehistoria de la UAB.
La oveja es una especie que no se domesticó de forma autóctona en la península ibérica. Su agriotipo, Ovis orientalis, se localiza en la zona del Levante oriental.
“Lo sorprendente es la velocidad con la que se integra a la estrategia ganadera y su gran importancia económica en los primeros momentos del Neolítico. Se trata de una adopción rápida y exitosa, hecho que demuestra que los mecanismos de adaptación tanto al nuevo ambiente como a su nueva función económica eran bien conocidos y controlados por parte de las comunidades humanas".

"Las presiones selectivas aplicadas sobre la especie, ahora artificiales, perseguían objetivos concretos y estaban bien definidas de antemano. Estas nuevas evidencias implican un punto de inflexión importante en la investigación sobre la domesticación animal y los orígenes de la ganadería. Esto ha sido posible gracias al nuevo enfoque seguido en este trabajo, centrado en explorar los cambios en los regímenes reproductivos y alimentarios de estos primeros rebaños”, manifiesta Alejandro Sierra (izquierda), primer autor del artículo recientemente publicado en la revista Journal Archaeological Science: Reports.

Este prehistoriador realizó su tesis doctoral sobre los restos de fauna de Chaves dentro del Grupo Primeros Pobladores del Valle del Ebro, hoy P3A -integrado entonces en el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA Unizar), mediante una beca FPI al proyecto de investigación HAR2014-59042-P “Transiciones climáticas y adaptaciones sociales en la Prehistoria de la cuenca del Ebro”. Fue codirigido por las doctoras Lourdes Montes (Unizar) y María Saña (UAB) obteniendo Sobresaliente cum laude y Mención europea.

La investigación se ha centrado en el estudio de la gestión ganadera de las ovejas de la cueva neolítica de Chaves (5600-5300 A.N.E.) en el Prepirineo aragonés, "yacimiento espectacular por la calidad y número de restos recuperados. En la fauna de los niveles neolíticos sus 12.754 restos reconocibles triplican como mínimo a los encontrados en otros yacimientos neolíticos de la Península, con ovejas y cabras domésticas como especies más numerosas y con la más alta presencia de cerdo de los yacimientos neolíticos, lo que daría indicio de su estabulación y del carácter de poblado estable que se le asigna a la ocupación, dentro de la gran cueva que cuenta con 3000 m2 habitables”, afirma Pilar Utrilla (derecha), catedrática de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza y directora de las intervenciones arqueológicas, investigadora principal del grupo P3A “Primeros pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro” del Instituto Universitario de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH Unizar).

Las ovejas llegaron a ser el animal de más importancia económica durante el Neolítico.

No obstante, la catedrática Pilar Utrilla lamenta que en el 2007 “el depósito arqueológico neolítico de la Cueva de Chaves fuera destruido como consecuencia de una obra ordenada por el propietario del coto de caza, Victorino Alonso, según sentencia judicial”. Y añade que: “No es la primera vez que la enorme riqueza en ovicápridos de este yacimiento proporciona la materia prima de investigación, tal como ocurrió con la filogenia y evolución de la Capra pyrenaica, (Ureña et al. 2011) constituyendo Chaves el 90% del material estudiado y Atapuerca el resto”.

“La alteración de los ritmos estacionales de reproducción del ganado supuso un gran hito para las sociedades prehistóricas, posibilitando la obtención de carne y leche durante todo el año, aspecto que tuvo importantes implicaciones en la alimentación, en la economía y en la organización social de las primeras comunidades agrícolas, sentando las bases de las estrategias ganaderas que han perdurado hasta la actualidad. Hasta hace relativamente poco tiempo se caracterizaba a la ganadería neolítica como de incipiente, si bien las nuevas posibilidades analíticas basadas en la biogeoquímica que se han aplicado en este trabajo han permitido contrastar la práctica de estrategias ganaderas plenamente consolidadas ya desde los momentos iniciales del Neolítico” comenta María Saña (izquierda), profesora del Departamento de Prehistoria de la UAB y coordinadora del proyecto.

Los resultados obtenidos para el yacimiento de Chaves muestran que en la península ibérica los nacimientos de ovejas se producían también en las estaciones de otoño/invierno, lo que se considera hoy en día como paridera "fuera de estación óptima", aspecto que contrasta significativamente con los regímenes ganaderos documentados en otras regiones de Europa durante el Neolítico, con nacimientos principalmente en primavera. La modificación del ciclo natural de nacimientos de la oveja salvaje afectó la fisiología de los animales de esta especie, prolongando su periodo fértil. Fue el resultado de un control humano más intenso y continuado, alterando las interacciones entre hembras y machos, estrategia de cría que persiguió una mayor predictibilidad en la producción ganadera.

“El parto otoñal durante el Neolítico antiguo en la cueva de Chaves confirmaría la antigüedad de esta práctica en la cuenca mediterránea occidental, implicando la combinación de la capacidad biológica de las ovejas, los conocimientos zootécnicos de los agricultores y las condiciones ambientales favorables” afirma Marie Balasse (derecha), investigadora en el Museo de Historia Natural de París.

El estudio demuestra, además, que este mayor control y presión selectiva humana influyó también en la alimentación y las pautas de movilidad de la especie. La aplicación por primera de vez de manera combinada de los análisis de microdesgaste dentario y de isotopos estables de C13 y O18 sobre muestras secuenciales de bioapatita del esmalte de segundos y terceros molares mandibulares, ha permitido conocer que la alimentación de los rebaños de ovejas de Chaves no era muy variada, ni entre los mismos animales, ni a lo largo del ciclo anual.

Detalle de las líneas de microdesgaste que presentaba los restos dentales de una de las ovejas estudiadas.

Los resultados del microdesgaste muestran que las ovejas neolíticas tenían una alimentación más controlada que la de los animales salvajes que vivían en el mismo entorno y que se alimentaban en medios con buena cobertura vegetal, que apenas habrían sufrido aún el impacto humano. Las ovejas pastarían en las inmediaciones de la cueva durante la mayor parte del año, siendo alimentadas probablemente también con forraje. La constatación de la aportación de forraje extraordinario constituye también una novedad.

“Los resultados sobre la dieta de las ovejas de la Cueva de Chaves son sorprendentes respecto a lo que estábamos esperando, documentándose regímenes con tendencia a intensivos y pautas diferenciales en la dieta entre los animales juveniles y adultos del rebaño, característica que puede relacionarse con un estrecho control sobre la producción ganadera durante estos momentos iniciales del Neolítico”, declara Florent Rivals (izquierda), profesor de investigación ICREA en el IPHES.

“Los resultados obtenidos sobre la reproducción y la dieta en las ovejas de Chaves son claves para el conocimiento de los sistemas económicos de las primeras sociedades ganaderas de la península ibérica. La nueva metodología aplicada en este trabajo pasará a ser sin duda fundamental para el estudio de la gestión animal en la Prehistoria”, concluye Alejandro Sierra.

Imágenes:
Fuente: Universidad de Zaragoza | 9 de abril de 2021

El MARQ consolida su presencia en el ámbito cultural internacional con la inauguración de ‘Ídolos’ en Lisboa

El director gerente del Marq Josep Albert Cortés en la presentación de 'Ídolos', junto a Uribes, Soler y Bueno. Lisboa

Una serie de casi doscientas pequeñas piezas creadas hace cuatro mil años en la península ibérica se convierten en símbolo de la victoria de la cultura frente al coronavirus. Así se está viviendo la presentación en Lisboa de Ídolos. Olhares Milenares, o como la conocíamos en España a través del Marq, Ídolos Miradas Milenarias.

La inauguración de esta muestra creada entre decenas de museos de ambos países refleja el enorme trabajo de, literalmente, doscientos profesionales. Y entre ellos hay dos que lo viven con particular emoción, sus comisarios Jorge Soler y Primitiva Bueno.

Ambos científicos subrayan su alegría ante una ocasión muy especial que los gobiernos de los dos Estados han querido apoyar. En el caso de Soler marca también el interés de toda una vida por la prehistoria. "Ídolos fue mi primer artículo de investigación con 23 años, así que llevo toda la vida", cuenta vía telefónica desde la capital portuguesa.

Un proyecto surgido en Alicante

Como director de exposiciones del Museo Arqueológico de Alicante, ya se encargó de poner en marcha este proyecto que vio la luz en enero de 2020 en su ciudad natal. Por eso ahora, presentar la tercera versión de Ídolos en el majestuoso Museu Nacional de Arqueologia, lo siente como algo "increíble". Y de ahí que recalque sus agradecimientos a compañeros como Enrique Baquedano, el director del Museo Arqueológico Regional de Madrid, y autoridades como la vicepresidenta de la Diputación de Alicante, Julia Parra.

Primitiva Bueno también comparte esa voluntad de poner en valor el esfuerzo en común. "Hemos trabajado juntos para darnos cuenta de que es una ventaja hacerlo así", razona. Tanto es así que, en el contexto actual de la pandemia, "ha demostrado que es nuestra fuerza".

De hecho, tanto Soler como Bueno, agradecen el apoyo de Antonio Carballo, director del centro lisboeta quien "vio desde el principio que era una exposición para dar esperanza". Una vuelta a las salas de los museos que estuvieron vacías durante los diversos grados de confinamiento y que en Portugal acaban de reabrir sus puertas tras dos meses cerradas.

"En esta situación", prosigue Bueno, "la cultura es uno de nuestros escapes". Y por eso siente que esos casi dos centenares de profesionales que participan en esta exposición sacan lo mejor de cada uno. De ahí que también comparta la visión de Carballo sobre Ídolos como "una esperanza de futuro, en el que o colaboramos o colaboramos. Y que cuando colaboramos hacemos cosas imponentes porque esta es una exposición espectacular".

Ídolos pequeños de gran valor

Y para conseguir ese efecto no han tenido que recurrir a las grandes moles con las que es conocido el megalitismo. En Ídolos. Miradas milenarias han recuperado y destacado las piezas más pequeñas. "La representación de la figura humana de los prehistóricos en la península ibérica eclosiona en el cuarto y tercer milenio antes de Cristo", explica Soler para ponernos en antecedentes.

"Esas representaciones de ancestros, de líderes o de gente destacada en sociedades no jerarquizadas es muy diversa y distinta", recalca Soler. Y esa es una clave que distingue esta piezas de las que se pueden ver en el resto del continente. Como prosigue Bueno, "en toda Europa los patrones son bastante iguales en grandes territorios mientras que aquí hay diferencia de forma, hay mucha personalidad".

Eso se transmite desde el primer momento al ver piezas como la elegida para protagonizar las portadas de los catálogos hechos hasta ahora. Los grandes ojos representados y la vestimenta marcada llevan a los especialistas rápidamente a su origen, el Alentejo portugués. "En Europa son de barro, pero aquí en su mayor parte son de piedra, marfil que viene de fuera o con adornos de oro, es una artesanía más desarrollada", señala Bueno.

Fuentes: elespañol.com | sicnoticias.pt | 9 de abril de 2021

Los humanos ya alimentaban perros hace 3.500 años en la península ibérica

Un estudio de la Universidad de Barcelona (UB) sobre el yacimiento arqueológico de Can Roqueta, en Sabadell, Barcelona, ha concluido que la alimentación de perros ya estaba condicionada por los humanos hace unos 3.500 años, durante la Edad del Bronce, tal como pasa en la actualidad.

En un comunicado, la UB ha explicado que la investigación, publicada en la revista Journal World Prehistory, se ha basado en el análisis de los restos óseos de 36 perros descubiertos en el yacimiento.

La alimentación de los perros de Can Roqueta mezclaba legumbres, cereales con gluten y proteínas de origen animal. La gran diferencia respecto a épocas anteriores es la introducción de cereales sin gluten, especialmente el mijo.

El mijo se introdujo en el nordeste de la Península a mediados de la Edad del Bronce y supuso un cambio importante en la economía de las poblaciones, ya que permitía una explotación agrícola más intensa a largo plazo, siendo además una fuente más digestiva que los cereales tradicionales con gluten.

Entierro de un perro en Can Roqueta, Sabadell, Barcelona.

Esta investigación completa dos estudios anteriores sobre la función de los perros en el nordeste de la Península, uno sobre el periodo Neolítico y otro sobre el inicio de la Edad del Bronce.

Según detalla la nota, la práctica de alimentar perros ya se había hecho desde el Neolítico en comunidades del nordeste de la península ibérica, cuando modificaron la alimentación carnívora de los animales introduciendo cereales y legumbres.

Esa práctica continuaría en la Edad del Bronce y Edad del Hierro, como han demostrado los restos de Can Roqueta, pero con innovaciones, como la presencia de nuevos cereales como el mijo.

Antiguamente, señala el comunicado de la UB, los perros se alimentaban y se criaban principalmente para vigilar poblados y rebaños, así como para la caza.

Los investigadores también han distinguido entre los perros de Can Roqueta algunos ejemplares de dieta carnívora y otros con dieta marcadamente vegetariana, lo que plantea una distinción de funcionalidad de los perros a partir de la Edad del Hierro.

Asimismo, se han encontrado distinciones morfológicas: se comienzan a registrar restos de perros muy grandes, posiblemente por la hibridación con lobos, según apuntan los investigadores, y otros individuos más pequeños.

Muestra de la variabilidad morfológica de los perros de Can Roqueta, en Sabadell (Barcelona), desde el final de la Edad del Bronce. Foto cedida por la Universidad de Barcelona.

El comunicado apunta que el aumento en los rebaños del número de ovejas y cabras en la transición entre la Edad del Bronce y del Hierro provocó la aparición de perros más grandes, especializados en la vigilancia de esos animales, mientras que los más pequeños cumplían otras funciones.

La diferenciación de las funciones es un indicador de una mayor complejidad social de los humanos y una intensa movilidad, apunta en la nota.

En Can Roqueta se enterraron un total de 81 cánidos desde el inicio de la Edad del Bronce, una época en que se multiplicaron los entierros de estos animales como consecuencia de su relación estrecha con los humanos. En ocasiones, los perros eran sacrificados y dispuestos en el interior de tumbas humanas. Los investigadores apuntan que «sin duda los perros se convirtieron en compañeros de nuestros antepasados hasta el punto de integrarse en el mundo simbólico y emocional de las comunidades humanas».

El estudio ha estado liderado por el Seminario de Estudios y Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la Universidad de Barcelona, en el proyecto 'Familias, vecinos y forasteros en la prehistoria reciente del prelitorial catalán', financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.

En el equipo promotor de la investigación han estado Silvia Albizuri y F. Javier López Cachero, del SERP, dirigido por Josep Maria Fullola y Aurora Grandal, del Instituto Universitario de Geología Isidro Parga Pondal de la Universidad de la Coruña.

Fuentes: heraldo.es | dicyt.com | miragenews.com | 12 de abril de 2021

Hallan en Santomera (Murcia) una de las torres defensivas más grandes del mundo íbero

Un equipo de arqueólogos dirigido por el doctor en Prehistoria y Arqueología, José Ángel Ocharán, ha descubierto en la Sierra del Balumba de Santomera una de las torres defensivas más grandes del mundo íbero que podría haber alcanzado hasta diez metros de altura y que habría servido como fortín para controlar el valle del Segura y la Rambla Salada, dos vías naturales de comunicación en la Prehistoria.

En concreto, la excavación fue impulsada por la Asociación Patrimonio Santomera y ha permitido sacar a la luz una torre que mide unos ocho metros de largo por ocho de ancho. La altura, no obstante, se desconoce y es «difícil de estimar» porque los íberos construían sobre un zócalo de piedra al que le colocaban una parte superior de adobe. Todo el conjunto era coronado por una plataforma de madera.

«La parte de adobe y madera, obviamente, ha desaparecido», según hizo saber a Europa Press el presidente de la Asociación Patrimonio Santomera, el profesor de Geografía e Historia y arqueólogo, Miguel Pallarés (izquierda).

No obstante, Pallarés explicó que se han reconstruido torres de hasta diez metros de altura en otros enclaves, y estimó que la de Santomera podría oscilar entre los diez y los seis metros. «Porque uno no construye torres con una base de ocho metros de ancho por ocho metros de largo para darle solo dos o tres metros de altura: es algo que no tiene sentido desde el punto de vista constructivo», afirmó.

Con todo, los responsables de la excavación no saben la altura a ciencia cierta y solo han podido hacer cálculos y aproximaciones, según Pallarés. El interior de la torre consta de una serie de contrafuertes para evitar su derrumbe donde se han detectado restos de adobe que corresponden a la parte superior de la estructura.

Foto: Trabajos de recuperación del poblado de ibérico en la Sierra de Balumba.

Función defensiva

Este arqueólogo recordó que el Valle del Segura es una vía natural de comunicación desde la Prehistoria hasta nuestros días. Sin ir más lejos, hay ejes de comunicación con el Valle del Guadalentín, que accede al interior de Lorca y continúa hasta Andalucía. Además, Santomera está enclavada en otra vía de comunicación natural, Rambla Salada, que conecta las cuencas neógenas de Fortuna y del Altiplano con el Valle fluvial del Segura. Hasta ahora, los arqueólogos no han encontrado una muralla asociada al fortín, por lo que el carácter defensivo vendría dado por la propia torre y la elevación sobre el terreno.

En base a toda esta información, los arqueólogos manejan la hipótesis de que este enclave podría ser perfectamente un punto de avance de control hacia otras ciudades internas como Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla) o Lorca, que también era una ciudad ibérica.

La desembocadura del río Segura era un punto estratégico y clave, con asentamientos fenicios e íberos. Además, el Valle del Segura está repleto de yacimientos como Los Saladares y las Laderas de San Antón de Orihuela, el Cabecico del Tesoro (Verdolay) y Monteagudo, entre otros, así como la propia Sierra de Balumba, que era un punto estratégico. En cuanto a la conexión con Rambla Salada, Pallarés recuerda que enlazaría con el Castillejo de los Baños y el Santuario de la Cueva Negra.

Debido al estudio parcial de la zona y el control de visibilidad que tiene el fortín de Balumba, «podría ser perfectamente un enclave estratégico que controlara el acceso a través de esas vías de comunicación», aclaró. El enclave se situaría, asimismo, en un territorio fronterizo entre la Contestania y la Bastetania, que eran tribus íberas. «Hay que tener en cuenta que la Edad del Hierro era una época de lucha por el control del territorio», afirmó.

Origen del proyecto

Pallarés recordó que, hace dos años, la Asociación que preside comenzó a desarrollar un proyecto con el fin de estudiar, investigar, proteger y divulgar el patrimonio de Santomera. Y es que el municipio es un lugar con una riqueza arqueológica de «gran valor». Hace dos años, la Asociación comenzó una prospección en la que localizó más de 25 yacimientos arqueológicos.

Igualmente, esta entidad se embarcó en la excavación arqueológca del poblado Ibérico de la Sierra del Balumba, para lo que contó con el director del proyecto, el doctor en Prehistoria y Arqueología, José Ángel Ocharán Ibarra, y con la colaboración del Ayuntamiento de Santomera.

Pallarés recordó que el poblado ibérico comenzó a explorarse en la década de los años 70, en virtud de una excavación de urgencia llevada a cabo por la Universidad de Murcia y, más concretamente, a cargo de la doctora Ana María Muñoz Amilibia y del doctor Pedro Antonio Lillo Carpio junto con la Dra. Mila Ros Sala.

En concreto, la excavación se localizaba en la cantera de la Fontanilla y, en ese primer proyecto, se excavó un sector correspondiente a la Edad del Bronce y otro datado en la época ibérica, la intervención paralizó la cantera y el yacimiento quedó olvidado. En 2009 se declaró Bien de Interés Cultural (BIC).

Ahora, 50 años más tarde, la Asociación contactó con especialistas en el mundo íbero como el doctor Ocharán y se propuso obtener una financiación para retomar la excavación. «Al ser un poblado ibérico, la consolidación de los muros y la estructura requiere una inversión», declara Pallarés.

Finalmente, a través de los Presupuestos participativos del Ayuntamiento de Santomera, la Asociación planteó la propuesta y los propios vecinos votaron a favor de invertir en la puesta en valor del yacimiento. Además, la Asociación firmó un convenio con los propietarios del cabezo y con el Consistorio para arrancar la primera campaña el verano pasado.

Foto: Vista desde el poblado de Sierra del Balumba.

Musealización y visitas

El yacimiento se sitúa en la Sierra del Balumba, y abarca tres cronologías: el Bronce Medio (aproximadamente 1800-1500 a.C.); el Bronce Final (1000 a.C.); e íbero (siglos IV y III a.C.). La Asociación se centró en el estudio de la parte más rica del yacimiento, la correspondiente al periodo ibérico, que es la que mejor se conserva porque la zona ha sufrido muchos expolios.

Bajo la dirección de Ocharán, el equipo emprendió una segunda campaña de excavación. «Nosotros pensábamos que podía haber algunas viviendas de gente más poderosa debido a que correspondía a la parte superior del cabezo, pero nos llevamos una sorpresa porque topamos con una torre», señaló Pallarés. Los arqueólogos concluyeron la naturaleza defensiva de la torre dada su morfología, la potencia de los muros y su disposición.

Además, han intervenido en una parte del poblado en la que aparece algún tipo de hábitat y están explorando una cueva que en un principio se estimó como posible vertedero, pero dados los resultados se decantan por el trabajo del plomo. El objetivo es llevar a cabo una investigación científica del poblado, pero también ponerlo en valor paralelamente, para lo que están reconstruyendo el enclave y estableciendo un recorrido para que se puedan hacer visitas guiadas y escolares en los próximos días. En un futuro, se plantea su musealización.

El objetivo de la Asociación es poner en valor el rico patrimonio de Santomera. Y es que el municipio cuenta con tres poblados, uno Calcolítico, dos del Bronce y otro del Hierro. «Está representada la Edad de los Metales, lo que representaría un referente económico y turístico en cualquier otro municipio», señaló Pallarés, quien advierte que lo que pone a un pueblo «en el mapa» es su cultura.

Fuente: laverdad.es | 13 de abril de 2021