Ser creativo permitió sobrevivir al ‘Homo sapiens’

Izquierda: volumen promedio del cerebro de un Homo neanderthalensis: 1410 cm³. Derecha: volumen promedio del cerebro de un Homo sapiens: 1350 cm³

Lo que los registros arqueológicos y fósiles no han sido capaces de sacar a la luz, lo ha puesto en evidencia la inteligencia artificial y el análisis de datos genéticos mediante algoritmos.

Un equipo liderado por María Coral del Val (izquierda) y Jorge Igor Zwir (derecha), ambos de la Universidad de Granada, ha realizado una investigación que identifica las diferencias de genotipo entre el Homo sapiens, el hombre moderno, el Homo neanderthalensis, el neandertal, y los chimpancés. Y la diferencia está en un conjunto de 267 genes a cargo de la creatividad y la autoconciencia que los investigadores han calificado como “determinante” a la hora de definir la supervivencia de los sapiens frente a los neandertales, desaparecidos hace aproximadamente 40.000 años.

El linaje común del hombre moderno y los neandertales se remonta a 500.000 años atrás. Fue después, hace entre 300.000 y 200.000 años, cuando surgieron los neandertales y, después, el Homo sapiens. Estos últimos tenían desde el principio una morfología similar a la actual, frente a los primeros, mucho más robustos físicamente. Por otro lado, fue en un periodo posterior cuando los sapiens adoptaron el comportamiento humano moderno (sociabilidad, lenguaje, ...). Neandertales y sapiens compartieron un largo periodo sobre la Tierra y llegaron incluso a hibridarse, a mezclarse, hace aproximadamente 100.000 años, hasta que 60.000 años después unos desaparecieron y los otros sobrevivieron.

Una de las razones para esa supervivencia de unos frente a otros es lo que los investigadores y la inteligencia artificial han descubierto: una red de genes a cargo de la creatividad que, en consecuencia, dio a los humanos actuales la capacidad de tener pensamiento abstracto, el deseo de ser sociables y, en definitiva, mayor capacidad de resistencia a las adversidades. Igor Zwir ha calificado la creatividad, en el sentido de su investigación, como “el arma secreta del ser humano actual para sobrevivir a los homínidos cercanos con los que convivía hace tiempo”.

Análisis comparativo de los distintos tipos de genes pertenecientes a las redes de reactividad emocional, autocontrol y autoconciencia presentes en (A) chimpancés (Pan troglodytes) (B) neandertales (Homo neanderthalensis) ) y (C) humanos modernos (Homo sapiens).

Coral del Val e Igor Zwir trabajan en algoritmos aplicados a la biología y la salud desde 2005, mucho antes de que fuera una unión bendecida por la comunidad científica. Esos algoritmos les han ofrecido algunos resultados interesantes antes de los de ahora. En 2014, por ejemplo, descubrieron que la esquizofrenia no era una única enfermedad, sino un grupo de ocho trastornos genéticamente diversos. Posteriormente, les permitió identificar los genes relacionados con el temperamento y el carácter.

Del Val explica que "se trata de un grupo de 972 genes distribuidos en tres redes, con apenas relación entre ellas y que han surgido de forma escalonada en la evolución de los homínidos. La primera red, la más primitiva, dice, surgió hace 40 millones de años y se encarga de dar respuestas emocionales. Regula los impulsos, el aprendizaje de hábitos, el apego social y la resolución de conflictos”. Esa es compartida por chimpancés, neandertales y los humanos actuales.

La segunda red, que aparece hace dos millones de años, ya presenta diferencias entre esos tres grupos. “Se encuentra a cargo del autocontrol y está relacionada con la cooperación para el beneficio mutuo”, continúa Del Val.

La tercera red, surgida hace unos 100.000 años, es exclusiva del Homo sapiens. Son 267 genes que, según Del Val, “dotaron de pensamiento abstracto a los sapiens, lo que, entre otras cosas, les da mayor capacidad de resistencia ante la incertidumbre. También esos genes lo hicieron más sociable”.

Regiones del cerebro en las que se sobreexpresan genes que solo se encuentran en humanos modernos.

"Estos genes 'creativos' son reguladores, y se encuentran en regiones del cerebro reconocidas por su relación con la creatividad y la salud”, ha explicado desde Alemania, donde se encuentra investigando ahora. Esta red de apenas 300 genes es una mínima parte de los aproximadamente 30.000, “según el método de contabilización”, aclara Del Val, que tiene el ser humano.

"La sociabilidad es una fuerte ventaja cognitiva; por ejemplo, genera grupos de convivencia más grandes y dota a los jóvenes y adolescentes de más tiempo y posibilidades para aprender unos de otros”, continúa la investigadora. "A partir de ahí surge, además, el deseo de cooperación y el altruismo que, finalmente, traen consigo una importante innovación tecnológica”.

Del Val recuerda que los neandertales ya tenían cierta tecnología, pero que el salto que se dio en este ámbito con el Homo sapiens es “impresionante”. Estos genes no solo dispararon la creatividad, sino que incrementaron la resiliencia y fomentaron el pensamiento divergente, un medio de resolución de problemas que permite encontrar varias opciones diferentes, a través de conexiones intuitivas entre lo que podrían considerarse pensamientos aislados para, finalmente, seleccionar una de esas soluciones. También proporcionó, según los investigadores, mayor aptitud física, entendida como mayor resistencia al envejecimiento, a las lesiones y a las enfermedades.

El grupo de investigadores liderados por Coral del Val e Igor Zwir está compuesto por otros científicos de la Universidad de Granada, además de, entre otros, por Ian Tattersall, paleobiólogo del Museo Estadounidense de Historia Natural y uno de los grandes especialistas mundiales en neandertales; y por C. Robert Cloninger, psiquiatra y genetista autor del test de temperamento y carácter más utilizado para evaluar esos dos factores. Los investigadores han recurrido a bases de genomas abiertos y han usado muestras genómicas de más de 2.000 individuos actuales de diferentes nacionalidades y culturas ―para evitar sesgos culturales y ambientales en las muestras―; así como diversos genomas de neandertales del Instituto Max Plank y de chimpancés, a través de las bases de datos abiertas. La investigación está publicada en la revista Molecular Psychiatry, del grupo Nature, entre las 10 primeras en el ranking de publicaciones científicas en el ámbito de la psiquiatría, la salud mental y la neurociencia molecular y celular.

Fuentes: elpais.com | canal.ugr.es | 21 de abril de 2021

Nuevas evidencias sugieren la división sexual del trabajo a medida que surgió la agricultura en Europa

Representación de agricultores neolíticos. Crédito: LP Repiso

Una nueva investigación de herramientas de piedra enterradas en tumbas proporciona evidencias que apoyan la existencia de una división de diferentes tipos de trabajo entre personas de sexo biológico masculino y femenino a principios del Neolítico.

Alba Masclans (izquierda), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Barcelona, ​​España, y sus colegas presentan estos hallazgos en la revista de acceso abierto PLOS ONE.

Investigaciones anteriores han sugerido que existió una división sexual del trabajo en Europa durante la transición al período Neolítico, cuando las prácticas agrícolas se extendieron por todo el continente. Sin embargo, todavía quedan muchas preguntas sobre cómo las diferentes tareas se asociaron culturalmente con las mujeres y los hombres, y quizás con otros géneros, en ese momento histórico. Los investigadores concluyeron que los diferentes papeles de hombres y mujeres fueron una parte crucial de la transición hacia la agricultura en las sociedades humanas.

Con el objetivo de obtener más información, Masclans y sus colegas analizaron más de 400 herramientas de piedra enterradas en tumbas de varios cementerios de Europa central hace unos 5.000 años, durante el Neolítico temprano. En este sentido, llevaron a cabo un examen de las características físicas de las herramientas, incluidos los patrones microscópicos de desgaste, a fin de determinar cómo se utilizaron. Luego, analizaron los resultados en el contexto de los datos isotópicos y osteológicos que se podían obtner de las tumbas.

Ubicación de los emplazamientos estudiados: 1. Nitra, 2. Vedrovice, 3. Kleinhadersdorf, 4. Aiterhofen, 5. Schwetzingen, 6. Vendenheim.

El análisis mostró que las personas de sexo biológico masculino fueron enterradas con herramientas de piedra que anteriormente se habían utilizado para trabajos en madera, carnicería, caza o violencia interpersonal. Mientras tanto, las personas de sexo biológico femenino fueron enterradas con herramientas de piedra utilizadas en el trabajo con pieles de animales o cuero.

Los investigadores también encontraron variaciones geográficas en sus resultados, lo que sugiere que a medida que las prácticas agrícolas se extiendieron hacia el oeste, la división sexual del trabajo puede haber cambiado. En las áreas orientales, hay evidencias que sugieren que las mujeres se movían más que los hombres, y que, independientemente del sexo, se llevaban adornos de conchas y joyas en sus tumbas. En el oeste, los hombres se movían más y tenían herramientas más asociadas con la caza que las mujeres. Los autores señalan que las herramientas analizadas no fueron necesariamente utilizadas por las personas específicas con las que fueron enterradas, pero podrían haber sido elegidas para representar actividades típicamente realizadas por diferentes géneros.

Herramientas para trabajar la piel de los animales.

La Dra. Penny Bickle (izquierda), del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, dijo: "Los roles de género, lejos de ser un signo de desigualdades de género tempranas, en realidad muestran cuán dinámicas eran las sociedades agrícolas y cuán conscientes eran de las diferentes habilidades de los miembros de su comunidad".

"Las tareas atribuidas a las mujeres eran un trabajo manual difícil y complementaban el trabajo de los hombres como contribuyentes iguales a su comunidad. El hecho de que veas estos objetos en las tumbas de hombres y mujeres, demuestra lo marcados y valorados que estaban para estos trabajos", agrega la Dra. Bickle.

Alba Masclans Latorre, aduce: "Las tareas y las contribuciones de las mujeres a estas sociedades humanas primitivas a menudo se minimizan; pero aquí mostramos que tomaron un papel activo en la configuración de las primeras comunidades agrícolas".

"Tan importante fue su papel que estas actividades fueron elegidas para remarcarlas en la muerte, pero vemos lo mismo en las tumbas de los hombres, lo que sugiere que, de hecho, había roles específicos de género, si bien todos estos trabajos fueron enormemente importantes para el correcto funcionamiento de su sociedad".

Ejemplos de secciones y tipos de artefactos pulidos y biselados analizados: tipos 1 a 4 correspondientes a la clasificación de artefactos pulidos y biselados de Ramminge.

Estos hallazgos proporcionan un nuevo apoyo a la existencia de una división sexual del trabajo en el Neolítico temprano en Europa. Los autores esperan que su estudio contribuya a comprender mejor los complejos factores implicados en el aumento de las desigualdades de género en el Neolítico, que pueden estar fuertemente arraigados en la división del trabajo durante la transición a la agricultura.

Los investigadores, concluyen: "Nuestro estudio apunta, pues, hacia una organización social de género compleja y dinámica arraigada en una división sexual del trabajo desde el Neolítico más temprano".

Fuentes: phys.org | eurokalert.org | 14 de abril de 2021

El cruce con neandertales y denisovanos ayudó a adaptarse a los primeros habitantes de Oceanía

Islas de Papúa Nueva Guinea. Los investigadores analizaron los genomas de 317 personas indígenas de Oceanía para reconstruir una historia de migración a través de la vasta región insular. MARC DOZIER.

Hace unos 45.000 años, los humanos modernos que salieron de África y recorrieron Eurasia terminaron por establecerse en islas de la región del Pacífico como Papúa Nueva Guinea, el archipiélago de Bismarck y las Islas Salomón, una zona biogeográfica conocida como Oceanía Cercana.

Decenas de miles de años después, hace solo unos 3.200 años, las personas alcanzaron las islas de la Oceanía Lejana, entre las que se encuentran Micronesia, Santa Cruz, Vanuatu, Nueva Caledonia, Fiji y Polinesia. Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado ahora en la revista Nature.

“Los humanos modernos llegaron desde África a Oceanía Cercana muy pronto. No hubo ninguna otra migración hasta al menos 30.000 años más tarde. Esta segunda migración, que empezó hace 5.000 años en Taiwán, fue la que pobló por primera vez Oceanía Lejana hace solo unos 3.000 años. Esta migración tardía está asociada a la expansión de las lenguas austronesias”, explica a SINC Lluis Quintana-Murci (izquierda), investigador español en el Instituto Pasteur del CNRS en Francia y autor principal del trabajo.

El equipo internacional de científicos trató de determinar cómo fue la historia adaptativa y demográfica de estos primeros humanos que poblaron Oceanía. Para ello, los investigadores analizaron los genomas de 317 individuos actuales de 20 poblaciones repartidas por la región del Pacífico.

Sus hallazgos revelan que el acervo genético de los antepasados ​​de las personas de Oceanía Cercana se redujo antes de que se asentaran en la región, y que las poblaciones divergieron hace entre 40.000 y 20.000 años. Más tarde, después de la llegada de los pueblos indígenas a lo que ahora es la isla de Taiwán, hubo episodios recurrentes de mezcla con las poblaciones de Oceanía Cercana entre islas.

“Se piensa que fue un momento donde el transporte marítimo llegó a su punto álgido. Los humanos llegaron a Polinesia, que forma parte de la Oceanía Lejana, hace solo entre 1.000 y 700 años”, añade Quintana-Murci.

Casa sobre pilotes en la isla de Nueva Bretaña en Papúa Nueva Guinea. / Marc Dozie.

La herencia genética de neandertales y denisovanos

El análisis genómico arroja también luz sobre la evolución humana en esa región, sobre cómo diferentes especies de homínidos se mezclaron, y cómo los nuevos habitantes de Oceanía se adaptaron a vivir en entornos insulares.

Según la nueva investigación, se produjeron múltiples encuentros sexuales con neandertales (Homo neanderthalensis) probablemente en Asia continental, como en Oriente Medio, por ejemplo, y con denisovanos en el sudeste asiático.

Quintana-Murci y sus colegas detectaron cuatro introducciones separadas de distintos tramos de ADN denisovano en poblaciones oceánicas. La introducción más reciente, entre la gente Agta de Filipinas, ocurrió hace unos 20.000 a 25.000 años. Esos resultados sugieren dos cosas interesantes sobre este misterioso ancestro humano, dice Quintana-Murci: “Primero, los denisovanos pueden haber vivido hasta hace relativamente poco tiempo”, dice, “y segundo, no podemos hablar de los denisovanos como un grupo homogéneo. En cambio, lo mejor que podemos hacer es llamarlos 'relacionados con Denisova' ”.

“La parte neandertal y denisovana que tienen hoy las poblaciones del Pacifico es una herencia de estos encuentros en Eurasia”, aclara el científico.

Diagrama: Los humanos modernos recibieron al menos cuatro pulsos de diferentes grupos relacionados con Denisovan. Las fechas recientes de la introgresión de Denisovan que detectamos en las poblaciones de Asia oriental y Papúa indican que estos humanos arcaicos pudieron haber persistido hasta 25.000 - 21.000 años atrás.

Los resultados muestran así que el porcentaje de ADN neandertal es homogéneo en todas las poblaciones del Pacífico, mientras que el de denisovanos varía mucho más, entre el 0 % y el 3,2 %. Pero el trabajo evidencia sobre todo de qué manera estos humanos arcaicos contribuyeron al ADN de los habitantes actuales de Oceanía.

“Los neandertales aportaron a los humanos modernos mutaciones beneficiosas con respecto a muchos fenotipos diferentes como la pigmentación y el desarrollo neuronal”, detalla el investigador. A esto se unen otros fenotipos dermatológicos, y la respuesta antiviral. “Los neandertales nos pasaron mutaciones que hoy están asociadas com la susceptibilidad a la enfermedad por covid-19”, continúa.

En cambio, la aportación de los denisovanos está prácticamente toda asociada a la respuesta inmunitaria contra los patógenos, que permitió a estos primeros colonizadores del Pacífico adaptarse a sus nuevos hogares en las islas.

“El mestizaje con neandertales y denisovanos fue en general algo que nos ayudó (y en muchos casos continúa ayudándonos) a estar mejor adaptados al ambiente en el que vivimos frente al clima, a los patógenos, etc.”, concluye Quintana-Murci.

Fuentes: agenciasinc.es | sciencemag.org | 14 de abril de 2021

Verifican la antigüedad de uno de los primeros 'Homo erectus'

Este fragmento de la zona occipital del cráneo es uno los fósiles más antiguos atribuidos al 'Homo erectus'. Se muestran la vista posterior y la vista lateral derecha.

Hace casi 50 años, los científicos que trabajaban en la zona oriental del lago Turkana, en el norte de Kenia, encontraron un pequeño fragmento de cráneo que se convirtió en una de las pruebas más antiguas de un Homo erectus, un humano primitivo muy exitoso que vagó por el mundo durante casi 2 millones de años. Pero algunos paleoantropólogos expresaron su escepticismo sobre la anatigüedad del fragmento de cráneo hallado (1,9 millones de años), al argumentar que podría haber venido de un depósito fósil más joven, posiblemente trasladado al lugar donde fue encontrado por el agua o el viento.

Ahora, un nuevo estudio dirigido por la conservadora-asistente de la División de Antropología del American Museum of Natural History's, Ashley Hammond, cimenta la antigüedad y el origen de este renombrado espécimen y describe al mismo tiempo el hallazgo de nuevos fósiles en el lugar, los cuales pueden ser parte del esqueleto de Homo erectus descubierto hasta ahora. Los detalles se publican en la revista Nature Communications.

El geólogo de la Universidad de Witwatersrand, Silindokuhle Mavuso (izquierda), y la autora principal del estudio, Ashley Hammond (derecha), en la zona oriental del lago Turkana, en Kenia. A. Hammond / © AMNH.

“El 'Homo erectus' es el primer homínido que conocemos que tiene un aspecto corporal muy similar al nuestro y que parece estaba en camino de ser muy semejante a un humano”, dice Hammond. “Tenía miembros inferiores más largos que los miembros superiores, un torso con una forma muy parecida al nuestro, una capacidad craneal más grande que los homínidos anteriores y está asociado con una industria de herramientas: era un homínido más rápido e inteligente que el 'Australopithecus' o el individuo 'Homo' más antiguo”.

Cuando se encontró en 1974 el fragmento craneal en la zona oriental del lago Turkana, en Kenia, esto es, mucho antes de que se pudieran documentar hallazgos de fósiles con GPS, se tomaron notas y fotografías limitadas del mismo. "Fue cien por cien un trabajo de detectives", dice Dan Palcu (izquierda), geocientífico de la Universidad de São Paulo y de la Universidad de Utrecht que coordinó el trabajo geológico. "Tuvimos que revisar cientos de páginas de informes antiguos e investigaciones publicadas, reevaluar la evidencia inicial y buscar nuevas pistas. También tuvimos que usar datos satelitales e imágenes aéreas para averiguar dónde se descubrieron los fósiles, es decir, recrear la 'escena' y colocarla en un contexto más amplio para encontrar los datos adecuados que permitieran determinar la antigüedad correcta de los fósiles".

No encontraron ninguna evidencia de un afloramiento fósil más joven que pudiera haberse lavado en el área donde se encontró el fragmento craneal, lo que respalda la antigüedad original dada al fósil.

Al mismo tiempo, el trabajo de campo asistido por estudiantes y personal de la Escuela de Campo Koobi Fora condujo al descubrimiento de dos nuevos restos de homínidos a 50 metros de la ubicación reconstruida: una pelvis parcial y un hueso del pie, pertenecientes potencialmente a un Homo erectus. Aunque se especula que podrían ser del mismo individuo, no hay forma de probar eso después de que los fósiles hayan estado separados durante tanto tiempo. Sin embargo, podrían ser los primeros fragmentos óseos más antiguos de un Homo erectus descubiertos hasta ahora por debajo de la cabeza.

Uno de los dos nuevos restos fósiles hallados: una pelvis parcial, encontrada en la zona oriental del lago Turkana, en Kenia. A. Hammond / © AMNH.

Los investigadores también recolectaron en la zona dientes fosilizados de otros tipos de vertebrados, en su mayoría mamíferos. A partir del esmalte, el equipo analizó datos de isótopos para tener una imagen mejor del entorno en el que vivió el individuo Homo erectus.

"Los nuevos datos de isótopos de carbono del esmalte fósil dental nos dicen que los mamíferos encontrados en asociación con los fósiles del 'Homo erectus' en el área merodeaban y comían en una zona de pastos", indica Kevin Uno (izquierda), paleoecólogo del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia.

"Los datos de isótopos de oxígeno del esmalte sugieren que era un hábitat relativamente árido, según las comparaciones con otros datos de esmalte dental recogidos en esta zona".

El trabajo sugiere que este Homo erectus temprano se encontraba en un paleoambiente que incluía principalmente herbívoros, los cuales prefieren ambientes abiertos a áreas boscosas y estaban cerca de un depósito de agua estable, tal como lo documentan las esponjas de agua dulce conservadas en las rocas.

Fuentes: amnh.org |la vanguardia.com | 14 de abril de 2021

Hallazgo histórico en Atapuerca: recuperan ADN neandertal a partir de sedimentos

Excavaciones en la galería de las Estatuas, en el yacimiento de Atapuerca (Burgos). JAVIER TRUEBA

El año pasado, un equipo de paleoantropólogos entró en una máquina del tiempo. Durante 40.000 años, los neandertales vivieron en la Galería de las Estatuas, en la Cueva Mayor, en la Sierra de Atapuerca (Burgos), donde quedaron tirados huesos de animales, herramientas de piedra e incluso un dedo del pie de un miembro de la tribu. Después, la entrada a la cueva se derrumbó, la cavidad quedó sellada y el goteo milenario de las estalactitas cubrió el suelo con una gruesa lápida de mineral. El equipo de científicos rompieron esa losa y excavaron por primera vez en la misma tierra que habían pisado los neandertales. Su análisis aporta hoy un hallazgo sorprendente: el sedimento conserva aún material genético de aquellos humanos, lo que ha permitido saber quiénes eran.

Esta revelación es histórica porque implica que ya no hacen falta fósiles humanos para identificar a los moradores de una cueva prehistórica. Al menos, siempre y cuando las condiciones de conservación sean tan buenas como las de la Galería de las Estatuas, y siempre que la excavación se haga de forma extremadamente cuidadosa para que no se alteren esas condiciones.

Marca de corte en una costilla de ciervo con restos de la herramienta de cuarcita que se utilizó para descarnar al animal. © Javier Trueba. Madrid Scientific Films

El yacimiento ha despertado el interés de Matthias Meyer, investigador senior del grupo de genética evolutiva del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva que dirige el afamado genetista Svante Pääbo, en Leipzig, Alemania.

El equipo dirigido por Meyer ha explorado durante los últimos años la posibilidad de obtener ADN directamente de los sedimentos, sin necesidad de tomar muestras en huesos humanos, que faltan en la mayoría de los yacimientos. En una ocasión anterior ya demostró que era posible recuperar ADN mitocondrial de los sedimentos, pero faltaba conseguirlo con el ADN nuclear. La Galería de las Estatuas ha ofrecido la pieza que faltaba para completar el puzle.

"El descubrimiento es una nueva revolución en la investigación del pasado remoto de los humanos", destaca José María Bermúdez de Castro (izquierda), codirector de Atapuerca y coautor del estudio, que se publica hoy en Science. “Es casi como hacer criminalística forense de la prehistoria”, resalta.

Hasta el momento, solo se había conseguido extraer ADN humano de los fósiles, de forma que si no había huesos a veces no se podía identificar a la especie humana que habitó cada yacimiento. La nueva técnica permite tomar una pizca de tierra de unos 20 miligramos, recuperar de ella el ADN de fluidos corporales que cayeron al suelo de las cuevas hace miles de años —sangre, heces— y encontrar en él mutaciones características que identifican de qué especie eran sus habitantes, conocer su linaje y hasta su sexo. El equipo ha estudiado sedimentos de dos cuevas del sur de Siberia —Denisova y Chagyrskaya— y de la cavidad burgalesa.

El análisis ha identificado a tres individuos de dos épocas diferentes que vivieron en la Galería de las Estatuas y desvela que hace 100.000 años, por razones desconocidas, los neandertales que vivían aquí fueron reemplazados por otro grupo de la misma especie, pero con un perfil genético muy diferente.

Interior de la Cueva de las Estatuas donde se han obtenido los sedimentos. CENIEH

El ADN más antiguo hallado en la cueva de Burgos es de un varón que vivió hace unos 110.00 años. Sus ancestros se remontaban unos 20.000 años en el tiempo y procedían del este de Europa. Las capas más superficiales contienen ADN de al menos cuatro mujeres, la más reciente de hace unos 80.000 años. El perfil genético de estas es muy diferente, lo que indica que eran de un grupo distinto.

“No sabemos de dónde vinieron ni qué sucedió, pero pensamos que el clima fue clave”, explica Benjamin Vernot (izquierda), investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coordinador del estudio. “En aquella época en Europa hacía cada vez más frío; se acercaba una nueva glaciación. Es posible que la caza desapareciese con el cambio del clima y que los neandertales que dependían de ella muriesen. Luego el tiempo volvió a ser más templado y llegó otro grupo de neandertales que probablemente eran muy diferentes en aspecto [ya con los rasgos característicos de esta especie, como una gran corpulencia y el cerebro más grande de todas las especies humanas conocidas]”, explica Vernot. Hay otra posibilidad más remota: que los recién llegados fuesen de alguna forma superiores, bien por su inteligencia, sus capacidades sociales o por el tipo de herramientas líticas que manejaban, y que sustituyesen al grupo primigenio, añade el investigador del Max Planck.

El equipo dirigido por Juan Luis Arsuaga, en la Galería de las Estatuas. (Javier Trueba - Madrid Scientific Films).

El material genético muestra que los dos linajes neandertales de Atapuerca estaban separados por unos 35.000 años de evolución por separado, más o menos lo mismo que hay entre un europeo y un asiático de la actualidad. “Es como si viéramos que en España los españoles han desaparecido por completo y ahora está poblada por aborígenes australianos”, explica Bermúdez de Castro. “Siempre he defendido que la ocupación humana de Europa se hizo por oleadas de grupos humanos que fueron reemplazándose, a veces por completo, a veces parcialmente. Es lo que ocurrió cuando el 'Homo sapiens' llegó a Europa y es lo que vemos ahora con los neandertales. De hecho, el fenómeno sigue ocurriendo. Hace 20.000 años los habitantes de Nueva York eran totalmente distintos, nativos americanos, mientras que hoy predomina una mezcla de orígenes europeos, africanos y americanos del sur. Y podemos estar seguros de que dentro de 1.000 años esa misma población será muy diferente de la actual”, resalta.

El equipo de Vernot lleva tres años perfeccionando esta nueva técnica para rescatar ADN de los sedimentos, tanto mitocondrial, que solo pasa de madres a hijos, como nuclear, que contiene más información y que hzasta ahora solo se había podido recuperar a partir de fósiles óseos.

Un científico procesa una de las muestras de sedimento analizadas. INSTITUTO MAX PLANCK

El estudio publicado hoy confirma que el ADN en la tierra de las cuevas siberianas coincide con el de los fósiles hallados allí. La aplicación por primera vez a la cavidad de Atauerca —cuyos sedimentos abarcan un periodo desde hace entre 113.000 años y 70.000 años— confirma que es factible hallar material genético antiguo en yacimientos donde no hay fósiles o donde estos son tan pequeños que no puede extraerse ADN.

Las tres cuevas analizadas eran entornos muy fríos, ideales para conservar el frágil ADN. El equipo también intentó recuperar material genético de la Gran Dolina, el yacimiento al aire libre donde se hallaron restos de una especie humana mucho más antigua, el Homo antecessor, pero no tuvieron éxito, explica Bermúdez de Castro.

El genetista Carles Lalueza-Fox (izquierda) cree que “este es un método muy valioso”. “Se puede investigar, por ejemplo, la diversidad genética de un yacimiento concreto y entender mejor el proceso de extinción de los neandertales que desaparecieron para siempre hace 40.000 años”, explica. Para el investigador del CSIC queda claro que la forma de excavar va a cambiar para siempre: “Antes la tierra excavada se arrojaba ladera abajo. A partir de ahora no se tira nada”.

Identifican en un óstracon hallado en Laquis (Israel) la escritura alfabética temprana más antigua

Inscripción alfabética temprana en un óstracon de la Edad del Bronce Final de aproximadamente 40 × 35 mm. Fotografía de J. Dye, Academia de Ciencias de Austria. Crédito: Antiquity (2021). DOI: 10.15184 / aqy.2020.157

Un equipo de investigadores de la Academia de Ciencias de Austria, el Instituto Arqueológico de Austria y el Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha identificado un escrito en un fragmento de cerámica de de la Edad del Bronce Final (siglo XV a. C.), desenterrado en 2018 en el enclave arqueológico de Laquis, como el más antiguo encontrado en Israel. En su artículo publicado en la revista Antiquity (Cambridge University Press), el grupo describe el estudio de la escritura y lo que aprendieron sobre ella.

En 2018, un equipo de arqueólogos que trabajaba en una excavación arqueológica en Laquis, en el centro-sur de Israel, encontró un fragmento de cerámica con algo de escritura, pero no fue hasta hace poco que se llevó a cabo el estudio del texto sobre el mismo.

Mapa de la situación de Laquis, con las áreas de excavación indicadas (figura de A. Woitzuck, Academia de Ciencias de Austria).

El trabajo de investigación mostró que el fragmento tenía aproximadamente 3.500 años, una época en que el enclave donde se encontró era parte de un centro cananeo, que a su vez era parte de una ciudad llamada Laquis, una ciudad mencionada en la Biblia, y que fue destruida por los israelitas después de su éxodo de Egipto. Tras este episodio, fue reconstruida, solo para ser destruida nuevamente en el siglo VII a. C.

El hallazgo del óstracon se considera significativo porque ayuda a llenar un vacío entre los primeros testimonios de escrituras y el desarrollo de alfabetos semíticos en el área. Los investigadores señalan que estudios anteriores han demostrado que los primeros alfabetos existían en el área ya en el siglo XIX a. C., pero luego no se mencionan en los registros históricos hasta los siglos XIII o XII; esta nueva escritura representa un alfabeto entre ellos.

Puerta principal de la ciudadela de Laquis. Wikipedia.

La superficie interior del óstracon está inscrita en tinta oscura, con las letras dispuestas en diagonal. Se pueden distinguir dos líneas que contienen cada una tres letras. Dos caracteres adicionales son visibles en el lado derecho de la línea superior y otro es visible entre las dos líneas. Nuestra lectura sugerida para la línea uno (la línea superior) es de derecha a izquierda. La primera letra se puede identificar como ayin (ע), que se basa en el jeroglífico egipcio 'ojo'. Como en la mayoría de las primeras inscripciones alfabéticas del sur de Levante, la letra tiene la forma de un círculo, parecido a un iris sin la pupila. La segunda letra se puede identificar como bet.(ב), que se basa en el jeroglífico egipcio 'casa'. La letra tiene una forma rectangular con una esquina abierta. La tercera letra se puede leer como dalet (ד), basada en el jeroglífico egipcio 'puerta'. Por lo tanto, la lectura sugerida para esta línea puede ser עבד, que significa 'esclavo', y podría ser parte de un nombre personal. Los nombres con el componente ʿbd (esclavo) son muy comunes en todos los idiomas semíticos, generalmente con un elemento teofórico (que lleva el nombre de un dios) de una divinidad local.

La lectura sugerida para la línea dos también es de derecha a izquierda. La primera letra puede identificarse como nun (נ), que deriva de los jeroglíficos egipcios 'víbora cornuda' o 'cobra'). Esta letra también se puede identificar entre las líneas uno y dos, y en el lado derecho de la línea uno. La segunda letra se puede identificar como pe (פ). Si bien no es del todo seguro de qué signo se deriva este carácter, se ha sugerido el jeroglífico de 'esquina', aunque también se argumenta que este signo es poco común en las inscripciones del Sinaí, y se sugiere que el signo representa una herramienta de construcción. La tercera letra se puede identificar como tav (ת), y nuevamente no está claro en qué signo se basa este carácter. Podría basarse en el jeroglífico de 'tablones cruzados', pero algunos también han sugerido un origen independiente. Por lo tanto, la lectura sugerida para la línea dos es נפת, que en hebreo significa 'miel' o 'néctar'. Si se lee de izquierda a derecha, תפנ, este término podría ser un verbo de la raíz פני ('girar'), o parte de un nombre desconocido.

Foto: Posible ejemplo (discutido) de signos alfabéticos tempranos (protocananeos) en una daga hallada en Laquis. Edad del Bronce Medio (1600 -1500 a.C.)

A menudo se supone que la escritura alfabética temprana fue desarrollada por miembros de una población asiática occidental de habla semítica ('cananeos') que participaron en operaciones mineras egipcias alrededor de Serabit el-Khadim, en la península del Sinaí. Más tarde, este alfabeto temprano se extendería al Levante meridional, donde se transformó en el alfabeto fenicio, del cual derivó posteriormente el alfabeto griego. Esta interpretación se basa en el descubrimiento de varias inscripciones alfabéticas tempranas que se descubrieron en el Sinaí desde principios del siglo XX en adelante, en y alrededor del templo de Hathor, en Serabit el-Khadim. En un artículo influyente, Alan Gardiner demostró que estas inscripciones eran ejemplos de escritura alfabética temprana derivada de jeroglíficos egipcios

Foto: Jarra con una inscripción protocananea (1300 - 1200 a. C.). Esta elaborada jarra se encontró entre los restos de un templo en Laquis. En la misma están pintados motivos cananeos familiares: un león, cabras montesas flanqueando un árbol, etc. Sobre los motivos hay una dedicatoria cananea: "Mattan. Una ofrenda a mi señora Elat". Según esto, un hombre llamado Mattan presentó una ofrenda, presumiblemente la jarra o su contenido, a la diosa Elat, la cual era venerada en el templo.

En este sentido, los investigadores señalan que la escritura recién encontrada representa una parte temprana del proceso que condujo a un alfabeto. También señalan que prueba que el alfabeto que surgió en la zona del Levante no provenía de Egipto.

Fuentes: phys.org | cambridge.org | 16 de abril de 2021