Localizada en el yacimiento de Els Castellans (Teruel) una estela ibérica con un grabado de un caballo

Detalle de la estela encontrada y que representa a un caballo. J.A. Benavente.

Los trabajos de restauración, excavación y acondicionamiento del yacimiento ibérico de Els Castellans, en la linde entre Cretas y Calaceite, en la provincia de Teruel, han dado como resultado el primer descubrimiento de lo que parece ser una estela ibérica con un grabado de caballo, que se encontraba embutida en un muro.

Desde la semana pasada, un grupo de arqueólogos está realizando una serie de trabajos promovidos por el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, que impulsa el Gobierno de Aragón a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, gracias a la financiación del Fondo de Inversiones de Teruel (FITE).

Para el desarrollo de estas labores cuentan también con el apoyo logístico de la brigada de medioambiente de la Comarca del Matarraña, así como con la participación del alumnado del Taller de Empleo 'Matarraña arqueológico', programa de formación y empleo promovido por la Comarca del Matarraña y financiado por el Instituto Aragonés de Empleo (INAEM), tal y como ha señalado el Gobierno aragonés en una nota de prensa.

El yacimiento de Els Castellans, conocido también como 'Els Castellets', es un pequeño asentamiento ibérico conocido desde principios del siglo XX cuando fue excavado en su mayor parte por Pedro Bosch Gimpera, Lorenzo Pérez Temprado y Juan Cabré.

Estas primeras semanas, arqueólogos, restauradores, alumnos y profesorado del taller de empleo se han distribuido entre los restos de las calles y casas que, desde el siglo IV a.C hasta la segunda mitad del siglo II antes de Cristo construyeron sobre la alargada orografía de un pequeño cerro, los antiguos habitantes de este poblado.

Casi 20 personas trabajan durante estos días en el yacimiento. Comarca Matarraña.

LABORES DE RESTAURACIÓN

En 2020 comenzaron las labores de restauración, acondicionamiento y excavación, después de más de un siglo de las últimas pesquisas arqueológicas realizando un estudio topográfico y fotogramétrico del lugar, utilizando las últimas tecnologías aplicadas a la investigación.

Salvador Melguizo, codirector científico de las excavaciones junto con José Antonio Benavente, están estudiando las aplicaciones y ventajas de las nuevas tecnologías que permiten obtener una visión global del yacimiento en relación al territorio circundante al hábitat, pero también observar algunos detalles del asentamiento que pasaron inadvertidos en aquellas primeras excavaciones de los pioneros de la arqueología.

De hecho, una de las actuaciones que están llevando a cabo el equipo de arqueólogos conformado por Melguizo, Benavente, Fran Castro y Felipe Muñoz se centra en un sondeo del foso situado bajo el núcleo de la antigua población.

Una "nueva" estructura defensiva que se suma al impresionante baluarte del yacimiento compuesto por torres, antemurales y una entrada camuflada bajo la roca, una poterna, con escaleras talladas en la arenisca y que hace pensar a los expertos en un lugar en el que vivirían las élites sociales, frente al resto de la población que se dispondría bajo el cerro.

En la zona noroeste del yacimiento, otro equipo a cargo del arqueólogo y docente del Taller de Empleo, Fernando Galve, excava minuciosamente una de las estancias que se sitúan a los lados de la calle central del poblado.

En las antiguas excavaciones Els Castellans aportó algunos fragmentos cerámicos muy interesantes de técnica ibérica pero también varias importaciones griegas que denotan el trasiego de productos mercadeados por el Mediterráneo ya en la época ibérica.

La excavación arqueológica es una técnica lenta y cuidadosa que conlleva un registro exhaustivo de los artefactos de cultura material que van apareciendo y, posteriormente, un trabajo de estudio en gabinete y laboratorio que permite a los científicos confirmar o desechar hipótesis de trabajo y conocer más acerca de la cultura íbera.

TALLER DE EMPLEO

Los diez alumnos del taller de empleo, que están en periodo formativo se reparten entre las distintas zonas de actuación han recibido formación en Trabajos Auxiliares de arqueología y también en revestimientos continuos de albañilería y ahora tienen ocasión de poner en práctica, mediante la formación en alternancia, estos conocimientos realizando labores auxiliares. Los alumnos del taller de empleo se distribuyen entre el equipo de consolidación dirigido por la restauradora Miriam Tomás y el equipo de arqueólogos y su colaboración contribuirá sin duda al avance del proyecto.

La actividad en este yacimiento situado en la cabecera del conocido Barranco de Calapatá es intensa: alrededor de 18 personas recorren todos los días la pista señalizada a través de la cual se accede al asentamiento ibérico.

Por otra parte, el entorno de Els Castellans también va a ser objeto de algunos sondeos y prospecciones que permitirán verificar ubicaciones de vestigios nombrados por Bosch y Pérez Temprado, localizar y comprobar el estado de conservación de las necrópolis cercanas e intentar establecer las relaciones entre Els Castellans y los asentamientos cercanos.

El Ayuntamiento de Cretas, dentro del programa de actividades 'Iberízate' del Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, tiene previsto llevar a cabo una visita guiada por los propios arqueólogos que explicarán los avances en la investigación y el desarrollo de las actuaciones.

CONSORCIO PATRIMONIO IBÉRICO DE ARAGÓN

Los primeros pasos para la puesta en marcha del proyecto de turismo cultural y arqueológico Iberos en el Bajo Aragón se iniciaron en 2004 mediante la colaboración del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, y los grupos Leader de Acción Local, Adibama, Cedemar y Omezyma.

Muy pronto se sumaron al proyecto la Diputación Provincial de Teruel, cinco comarcas (Andorra-Sierra de Arcos; Bajo Aragón; Bajo Aragón-Caspe; Bajo Martín y Matarraña) y doce Ayuntamientos (Alcañiz, Alcorisa, Alloza, Andorra, Azaila, Calaceite, Caspe, Cretas, Foz Calanda, Mazaleón, Oliete y Valdeltormo).

Estas 22 entidades constituyeron en el año 2007 el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, una nueva entidad creada para gestionar la Ruta Iberos en el Bajo Aragón en la que destaca la inestimable implicación de pequeños pueblos y comarcas que han mostrado un decidido interés en participar activamente en la protección, conservación y puesta en valor de una parte singular de su patrimonio histórico y cultural.

En 2011 se integraron en el Consorcio la Diputación Provincial de Zaragoza y Turismo de Aragón y en 2020 el ayuntamiento de Fabara (Zaragoza).

RUTA ÍBEROS

La Ruta Íberos en el Bajo Aragón constituye un innovador producto de turismo cultural y arqueológico basado en la cultura ibérica del área oriental de Aragón cuyo territorio fue ocupado en los siglos anteriores al cambio de era por la etnia de los Ositanos o Ausetanos del Ebro.

El proyecto promueve la recuperación y valorización de una serie de yacimientos arqueológicos de época ibérica del Bajo Aragón, en su mayor parte ya excavados, así como la mejora o la creación de una red de pequeños centros de visitantes con ellos relacionados. Con la creación del Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón se ha logrado canalizar en un mismo proyecto las iniciativas locales, comarcales y autonómicas relacionadas con el patrimonio ibérico de Aragón desarrollando un modelo de gestión del patrimonio arqueológico capaz de generar recursos para su mantenimiento y mejora.

Fuentes: diarioalerta.comlacomarca.net 1 28 de octubre de 2021

Descubren la tumba del tesorero y escriba real de Ramsés II en la necrópolis de Saqqara

Una de las paredes decoradas de la tumba de Ptah-m-Wia. Ministerio de Turismo y Antigüedades

Una misión arqueológica de la Universidad de El Cairo ha descubierto la tumba de Ptah-m-Wia, un alto funcionario durante el reinado de Ramsés II, en la necrópolis de Saqqara, situada a unos 50 kilómetros al sur de la capital egipcia y donde en los últimos años se han registrado cuantiosos hallazgos de la antigua civilización de los faraones.

Según ha anunciado el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, este descubrimiento es relevante porque se trata del lugar de sepultura de un mandatario, de nombre Ptah-m-Wia (o Ptahemwia), que ostentó varios e importantes títulos: escriba real, jefe del tesoro, supervisor del ganado y responsable de los sacrificios a las deidades que se realizaban en el templo de Ramsés II en Tebas, uno de los gobernantes más poderoso de la Dinastía XIX.

Hasta el momento, las excavaciones han sacado a la luz una tumba con una gran entrada y varias salas que tienen las paredes de piedra grabadas o pintadas con escenas que representan al funcionario y procesiones ceremoniales. En su parte occidental contaba con un altar coronado por un piramidón. Los arqueólogos van a seguir trabajando para descubrir la totalidad del sitio, incluida la cámara funeraria.

Sin embargo, no se espera poder documentar el contenido original de la misma ya que la tumba probablemente fue saqueada en algún momento del siglo XIX. "Estas tumbas eran visibles desde la superficie y muchos aventureros extranjeros vinieron aquí a excavar para después hacer contrabando con las antigüedades en Europa. Llevo trabajando en Saqqara desde 2005. He descubierto muchos enterramientos, pero pero todos estaban completamente desvalijados. No he encontrado una simple estatua o un sarcófago intacto", ha señalado Ola El-Egazy, la directora de la misión arqueológica.

En la misma zona de la necrópolis de Saqqara se han documentado más tumbas de altos funcionarios del Imperio Nuevo, como las de un par de destacados comandantes militares, la del gobernante de la ciudad de Menfis o la de un embajador real en el extranjero. Los investigadores han destacado que estos nuevos descubrimientos son resultado de la combinación entre el trabajo de campo y la investigación científica por la que se apuesta desde la Universidad de El Cairo.

Ahmed Ragab, el deán de la Facultad de Arqueología, ha explicado que las excavaciones de la universidad en Saqqara, en la necrópolis del Imperio Nuevo situada al sur de la carretera que conduce a la pirámide del faraón Unis, empezaron en 1970. Los trabajos estuvieron liderados por el profesor Sayed Tawfiq entre 1983 y 1986 y se descubrieron muchas tumbas datadas en época de Ramsés II, incluida la del visir real Nefer-Ranpet. La arqueóloga Ola El-Egazy dirige la misión desde el año 2005.

La jefa de la misión agregó que la tumba pertenece al estilo, que caracteriza a este yacimiento, llamado tumba-templo, ya que se consta de una entrada en forma de edificio, seguida por un patio o más; y estas tumbas terminan en el oeste con santuarios para las deidades, coronados por una pirámide.

Lo descubierto hasta ahora de la tumba es su entrada, construida de piedra con escenas del propietario de la tumba. Esta entrada conduce a una primera sala con paredes de yeso pintadas y coloreadas; señalando que, la más importante de estas escenas es la de procesión de las ofrendas, que termina con una escena del sacrificio de un ternero.

Se encontraron varios bloques de piedra bajo la arena; así como distintas columnas de Osiris; algunas de las cuales están en la arena, otras están en su posición original. Todas estas piezas se estudiarán para reponerlas en su lugar original en la tumba.

La Jefe de la misión indicó que ésta continuó los trabajos en la tumba del Comandante Supremo del Ejército durante los reinados del rey Seti I y su hijo, el rey Ramsés II. También, se restauró el santuario del ternero, que se descubrió durante las excavaciones del difunto Dr. Sayed Tawfik, y el trabajo sigue en curso.

Fuentes:elespañol.com | sis.gov.eg | 2 de noviembre de 2021

Arrojan serias dudas sobre la evidencia 'más antigua' (unos 30.000 años) de seres humanos en las Américas

¿Una pequeña herramienta de piedra o simplemente una piedra? Este es uno de los cientos de artefactos similares encontrados en la cueva de Chiquihuite, en México. Imagen: Ciprian Ardelean.

Un documento de investigación en 2020 generó titulares al afirmar que los humanos llegaron a América del Norte hace al menos 30.000 años, aunque algunos arqueólogos creen que las evidencias analizadas fueron malinterpretadas.

Las estimaciones convencionales establecen que los humanos llegaron a América del Norte en algún momento hace entre 20.000 y 15.000. Pero un artículo de Nature publicado en julio de 2020 cambió esta estimación al reclamar una fecha de llegada anterior, con base a las herramientas líticas y lascas de piedras de hace unos 30.000 años halladas en la cueva de Chiquihuite, en Zacatecas, México.

El hallazgo se tomó como una prueba adicional de que los seres humanos llegaron a las Américas al viajar a lo largo de una ruta costera del Pacífico, ya que las gigantescas capas de hielo continentales todavía estaban firmemente en su lugar e impedían el paso. El trabajo de excavación en Chiquihuite, dirigido por el arqueólogo Ciprian Ardelean (izquierda), de la Universidad Autónoma de Zacatecas, en México, se mantiene, pues, en contra de la hipótesis que supone que los primeros humanos para llegar a las Américas lo hicieron hace unos 13.000 años, después de que la última Edad de Hielo llegara su final.

Así que sí, esto ha supuesto una verdadera bomba, excepto que las evidencias físicas presentadas fueron completamente malinterpretadas, al menos de acuerdo con los autores de una nueva investigación publicada en la revista Science PaleoAmerica. El documento, coautorizado por el arqueólogo Ben Potter (derecha), del Centro de Estudios Árticos de la Universidad de Liaocheng en China, sostiene que los objetos descritos en el estudio de Ardelean no son herramientas y lascas de piedra, sino el resultado de los procesos naturales producidos en la cueva.

Ardelean y sus colegas analizaron casi 2.000 artefactos de piedra hallados dentro de Chiquihuite. Los objetos más antiguos se encontraron en una capa fechada a entre 33.000 y 31.000 años de antigüedad, con evidencias de una ocupación más intensa en la cueva que data de hace unos 26.500 años. Los aparentes artefactos se hicieron de piedra caliza en un estilo litico desconocido, según el estudio de Ardelean. Por otro lado, no se encontraron huesos humanos ni ADN humano dentro de la cueva mexicana de gran altitud.

Miembros del equipo de excavación de la Cueva Chiquihuite ingresan al sitio en 2016. Al comienzo de la temporada de excavación de 2 meses, un serie de mulas lleva más de 1,5 toneladas de equipo a la cueva, incluidos todos los elementos de campamento, comida y agua necesarios para apoyar a alrededor de 8 personas.

Los objetos hallados se clasificaron como núcleos, raspadores, cuchillas y lascas, entre otros tipos de herramientas. Pero donde estos investigadores vieron la fabricación humana, Potter y su equipo ven solo procesos naturales.

“En el entorno de acantilados de alta energía, donde se encuentra la cueva de Chiquihuite, las rocas se golpean entre sí y se alejan de los fragmentos, lo que a menudo provoca algunas de las características de las rocas talladas por personas”, dice James Chatters (izquierda), primer autor del nuevo estudio y arqueólogo de paleociencias aplicadas en Bothell, Washington, a Gizmodo en un correo electrónico. “Una piedra que golpea a otra piedra puede dar lugar a productos de aspecto similar, independientemente de cómo se inicie la fuerza”.

Chatters dijo que el comportamiento humano sistemático tiende a producir lascas superpuestas de tamaño similar, pero ninguno de los artefactos que se muestran en el estudio de Ardelean exhibe esas características. Los patrones de descamación en las piedras no son consistentes con los que se ven en las herramientas de piedra de otros sitios arqueológicos, donde están descamados por ambos lados. Tampoco hay evidencia de fracturas por impacto que demuestre que se han utilizado como herramientas, añadió. Y donde el equipo de Ardelean ve desgaste en los bordes de herramientas, Chatter y su equipo observan patrones de daños producidos por eventos naturales.

Aparentes herramientas de piedra recuperadas en la Cueva de Chiquihuite, México. Imagen: C. F. Ardelean et al., 2021.

El equipo del Ardelean ya ha preparado una respuesta a estas y otras preocupaciones, que también ha sido publicada en PaleoAmerica en octubre de este año, y en ella se muestran muy confiados por su interpretación inicial de las evidencias. Sin embargo, para Chatters las herramientas de piedra descritas en su papel son meras geofactos, es decir, rocas, huesos o conchas que han sido modificadas por procesos naturales que aparecen como artefactos humanos. "Trasladé a Ardelean preguntas específicas al respecto, pero él rechazó la oportunidad de comentarlas, diciendo: Todo lo que puedo decir está escrito allí”, en referencia al documento de respuesta de su equipo.

Es importante señalar que Chatter y sus colegas no inspeccionaron en persona los polémicos artefactos hallados en Chiquihuite, y, en su lugar, se basaron en la evidencia proporcionada en el artículo original y la documentación de apoyo al mismo. Aparte de esa advertencia, Chatter le preguntó a Potter "cómo era posible que dos conjuntos de especialistas llegaran a conclusiones tan drásticamente diferentes cuando miran lo mismo".

“En una palabra: equifinalidad, respondió. “Es un problema muy común en la arqueología, procesos múltiples a menudo pueden dar resultados iguales o similares”.

Un golpe de percusión de una roca que golpea a otra roca puede producir el mismo resultado que un tallador de herramientas humanas, dijo, por lo que "es importante evaluar el contexto de los hallazgos”. Por ejemplo: “Los supuestos artefactos ocurren esencialmente al azar en toda la cueva, pero aparecen más concentrados en estratos con más rocas, una distribución que “se espera bajo la hipótesis natural”, explica Potter.

Potter también dijo que estaba preocupado por lo que no se encontró, cosas como hogares(fuegos) y restos de animales sacrificados, cuya ausencia describió como “señales de alerta”. Además, "la falta de cualquier cambio cultural y material en la forma en que se fabricaron las herramientas durante 10.000 años es algo que no ocurre en las culturas humanas modernas”.

Foto: Investigadores toman muestras en la cueva de Chiquihuite, México. Crédito: Mads Thomsen.

Otro punto clave de la crítica es que los cazadores-recolectores tienden a usar todo tipo de piedras al fabricar sus herramientas, incluidas piedras de herramientas locales y no locales, y piedras de diversa calidad. Las supuestas herramientas líticas halladas en la cueva carecen de esta dinámica, lo que Potter encuentra bastante inusual, especialmente para un sitio ocupado durante milenios. O como dijo Chatters, “cuando hay una variedad de piedras disponibles en un área, como ocurre en el valle de Zacatecas donde se encuentra la Cueva de Chiquihuite, la gente habría dejado ejemplos de esa variedad en sus sitios de vida”.

Los científicos también creen que es poco probable que esta antigua población no haya dejado ninguna evidencia genética. "La posibilidad de que poblaciones humanas persistan durante muchos miles de años, incluso superponiéndose con la cultura Clovis en la región durante más de 1.000 años, y no dejne ningún rastro genético, es extremadamente pequeña”, subraya Potter.

Anna Marie Prentiss (izquierda),antropóloga de la Universidad de Montana y coautora de la crítica, dijo que "el equipo de Ardelean utilizó un 'lenguaje interpretativo' que atribuía un significado cultural a los artefactos de la cueva, sin considerar alternativas. Al hacerlo, el equipo evitó tener que enfrentarse a la posibilidad de que los mismos se hayan formado a través de procesos geológicos", dijo.

“Así, Ardelean et al., describen los objetos como ‘artefactos’ en contraposición a los clastos de rocas no inferenciales”, escribió Prentiss en un correo electrónico. “Ellos aducen que hay ‘retoque fino de percusión’ en elementos que se describen mejor como algo que simplemente tienen desprendimientos de lascas marginales ... y [ellos] señalan que son ‘preformas puntuales’, lo que es una construcción altamente interpretativa para clastos angulares con márgenes laterales rotos”, y agrega que: “El lenguaje empleado provoca una gran diferencia y esperamos que nuestra crítica lleve a considerar estos temas en investigaciones futuras”.

En su respuesta, el equipo de Ardelean dijo: “Chatters et al., han malinterpretado nuestras evidencias y no hay reconocido como elementos de piedra hechos por humanos ofrecidos en las ilustraciones que hemos ofrecido, así como las descripciones concisas que hemos proporcionado en nuestro artículo de un conjunto de artefactos cuyas característica no habrían de forma natural y bajo las circunstancias alegadas por nuestros críticos”. Al mismo tiempo, Ardelean señaló que la investigación era “preliminar” y que “más datos ayudarán a respaldar nuestras afirmaciones”.

Los investigadores claramente están de acuerdo en estar en desacuerdo, pero la buena noticia es que aparentemente habrá más evidencias. El documento de 2020 incluyó los resultados de las temporadas de excavación 2016-2017, pero el equipo llevó a cabo más trabajos en la cueva en 2019. "Un estudio posterior, retrasado por la pandemia ocasionada por el COVID-19, proporcionará evaluaciones más detalladas del lugar y permitirá que los lectores evalúen mejor la participación humana en la elaboración de los artefactos”, según responde Ardelean.

Mapa que muestra la ubicación de la Cueva Coxcatlán dentro del Valle de Tehuacán (fotografía de Andrew Somerville).

Es más, hace solo unos meses se encontraron huellas humanas en el Parque Nacional White Sands, en Nuevo México, las cuales datan de hace 23.000 años.

Otro estudio reciente encontró restos de animales de unos 30.000 años de antigüedad que podrían haber sido depositados por humanos en la Cueva Coxcatlán, en México. Por lo tanto, no parece que podamos descartar por completo ninguno de los escenarios todavía.

En este sentido, estamos ansiosos por la llegada de esta investigación de seguimiento posterior, dadas las serias implicaciones del artículo original. Puede ser que los humanos hayan migrado a las Américas mucho antes de lo que afirma la antigua hipótesis, pero los arqueólogos todavía están buscando pruebas contundentes de ello.

Fuentes: gizmodo.com | sciencealert.com | 3 de noviembre de 2021

El Museo de Prehistoria de Valencia expondrá los restos de un esqueleto de neandertal hallado en Oliva

Alfred Sanchis, María Jesús de Pedro y Xavier Rius observan los restos.

Desde hace unas semanas, el Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia cuenta con nuevo material paleoantropológico en sus fondos. En concreto, se trata de un esqueleto neandertal que fue encontrado en 2010 en la Cova Foradada de Oliva en una excavación dirigida por J. Aparicio Pérez. Con motivo de la llegada de los restos a los almacenes del museo, el diputado del área de Cultura, Xavier Rius, y la directora del museo, Maria Jesús de Pedro, quisieron inspeccionar los restos, en compañía del conservador del museo, Alfred Sanchis.

Panorámica del entorno de la Cova Foradà en la Marjal de Oliva-Pego. Fotografía de Nemesio Jiménez.

La valoración de la llegada de esta pieza singular es motivo de satisfacción para los responsables del museo, ya que resitúa al Museo de Prehistoria de Valencia entre los principales con materiales propios de esta especie extinta del género Homo.

El equipo de antropólogos trabajando en el interior del yacimiento. Fotografía de Nemesio Jiménez.

En palabras del diputado de Cultura, Xavier Rius, “nuestros conservadores empiezan a preparar desde hoy mismo los elementos de la narrativa y la museografía que acompañará esta pieza en la exposición permanente del museo”. Al mismo tiempo, la directora del museo, Maria Jesús de Pedro, se congratula por haber finalizado un periplo de los materiales que los ha llevado a una fase de restauración y a otras de estudio, lo cual ha permitido fijar valiosas informaciones que serán publicadas en breve.

El esqueleto, conservado parcialmente, formaba parte de un bloque brechificado, razón por la cual fue trasladado al IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) de Tarragona para su restauración e investigación científica, a cargo de Gala Gómez Merino, restauradora de esta institución. El proceso ha sido largo y minucioso y ha permitido la extracción de varios elementos anatómicos y su posterior estudio por parte de un equipo de paleoantropólogos encabezado por Carlos Lorenzo Merino, investigador del IPHES y profesor de la Universidad Rovira i Virgili, y M. Eulàlia Subirà de Galdàcano, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Del esqueleto se conserva el cráneo, la mandíbula, el tórax y el brazo izquierdo y podría corresponder a un enterramiento practicado en el interior de la cueva.

Diversas vistas generales (inferior, interna, frontal, y lateral izquierda) del maxilar hallado en 2000 en la Cova Foradà. En la parte inferior imágenes detalladas que muestran las marcas interproximales causadas por el uso de palillos, en la superficie distal del primer molar izquierdo, y el tercer premolar izquierdo.

Presumiblemente, el cuerpo del finado se colocó en posición decúbito lateral izquierdo. Los primeros datos facilitados por el equipo investigador lo relacionan con un hombre de unos 30 a 40 años de edad en el momento de su muerte. Sus características morfológicas lo vinculan a Homo neanderthalensis, el grupo humano presente en nuestro territorio antes de la llegada de la especie actual Homo sapiens.

Estos restos vuelven ahora a Valencia para su depósito definitivo. Se trata de un hallazgo con un interés paleoantropológico y arqueológico extraordinario, por lo cual el Museo de Prehistoria ya prepara su próxima exposición en las salas permanentes de sociedades cazadoras-recolectoras.

El hallazgo de una momia revela que los egipcios ya conocían la momificación 1.000 años antes de lo que se pensaba

Un científico examina la momia de Khuwy, descubierta en 2019. Fotografía: Ian Glatt / National Geographic / Windfall Films.

Los antiguos egipcios estaban llevando a cabo sofisticadas momificaciones de sus muertos 1.000 años antes de lo que se pensaba, según nuevas pruebas que podrían conducir a una reescritura de los libros de historia.

Se ha descubierto que el cuerpo conservado de un noble de alto rango llamado Khuwy, descubierto en 2019, es mucho más antiguo de lo que se suponía y es, de hecho, una de las momias egipcias más antiguas jamás descubiertas. Se ha fechado en el Imperio Antiguo, lo que demuestra que las técnicas de momificación de hace unos 4.000 años eran muy avanzadas.

Se pensó que la sofisticación del proceso de momificación del cuerpo y los materiales utilizados, incluido su aderezo de lino excepcionalmente fino y resina de alta calidad, no se había logrado hasta 1.000 años después.

La profesora Salima Ikram (izquierda), directora de Egiptología en la Universidad Americana de El Cairo y destacada experta en la historia de la momificación, dijo a The Guardian: “Si de hecho se trata de una momia del Imperio Antiguo todos los libros sobre momificación y la propia historia del Imperio Antiguo necesitarán ser revisados".

Ella agregó: “Esta momia cambiaría completamente nuestra comprensión de la evolución del proceso de momificación. Los materiales utilizados, sus orígenes y las rutas comerciales asociadas con ello afectarán drásticamente nuestra comprensión del Imperio Antiguo de Egipto.

“Hasta ahora, habíamos pensado que la momificación del Imperio Antiguo era relativamente simple, con desecación básica, no siempre exitosa, sin extirpación del cerebro y solo extracción ocasional de los órganos internos. De hecho, se prestaba más atención al aspecto exterior del difunto que al interior. Además, el uso de resinas era mucho más limitado en las momias del Imperio Antiguo que se han registrado hasta ahora. Esta momia está inundada de resinas y textiles, y da una impresión de momificación completamente diferente. En realidad, se parece más a las momias encontradas 1.000 años después".

Es uno de los principales descubrimientos que se revelarán en la serie documental de National Geographic, Lost Treasures of Egypt, a partir del 7 de noviembre. Está producido por Windfall Films y las cámaras siguen a los arqueólogos internacionales durante la temporada de excavaciones en Egipto. El descubrimiento de la momificación aparecerá en el episodio cuatro, titulado Rise of the Mummies, el 28 de noviembre.

Ikram aparece en ese episodio con su colega arqueólogo, el Dr. Mohamed Megahed (izquierda), del Instituto Checo de Egiptología, quien dice del último descubrimiento: "Si es realmente Khuwy, este es un gran avance en la historia del Imperio Antiguo de Egipto".

El descubrimiento de la momia en una lujosa tumba en la necropólis de Saqqara fue filmado en la temporada anterior de National Geographic. La investigación sobre su datación y análisis surge en la nueva serie. Los jeroglíficos revelaron que pertenecía a Khuwy, un pariente de la familia real que vivió hace más de 4.000 años.

Tom Cook (izquierda), el productor de la serie de Windfall Films, dijo: “Sabían que la cerámica de la tumba era del ImperioAntiguo, pero Ikram no pensó que la momia fuera de ese período porque estaba demasiado bien conservada. No creían que el proceso de momificación entonces fuera tan avanzado. Así que su reacción inicial fue: esto definitivamente no es del Imperio Antiguo. Pero en el transcurso de la investigación ella comenzó a aceptar la idea".

Los antiguos embalsamadores bañaban los cuerpos en costosas resinas de la savia de los árboles, preservando la carne antes de envolver el cadáver. Esta momia de Khuwy está impregnada con resinas de alta calidad y envuelta en vendajes de la más alta condición.

Ikram dice en el documental: “Es extraordinario. La única vez que he visto tanto de este tipo de vendajes de excelente calidad ha sido en la dinastía XXI". La vigésimo primera dinastía de faraones egipcios reinó más de 1.000 años después de la vida de Khuwy.

Foto

Carolyn Payne (arriba), editora de National Geographic, dijo que lo que hace que esta serie sea tan inusual es que sigue a todo un grupo de arqueólogos diferentes a lo largo de una temporada: "Hemos visto algunos hallazgos asombrosos".

El documental señala: "Con cada nuevo cuerpo que los arqueólogos desentierran, la historia de las momias de Egipto se vuelve más clara".

Fuente: theguardian.com | 24 de octubre de 2021

Establecen una nueva especie humana para poner orden en el caos: 'Homo bodoensis'

Homo bodoensis puede ayudar a desenredar cómo los linajes humanos se movieron e interactuaron en todo el mundo.(Crédito de la imagen: Ettore Mazza).

Un equipo internacional de investigadores, dirigido por la paleoantropóloga Mirjana Roksandic, de la Universidad de Winnipeg, ha anunciado el nombramiento de una nueva especie de ancestro humano, Homo bodoensis. La especie vivió en África durante el Pleistoceno medio, hace alrededor de medio millón de años, y constituye un antepasado directo de los humanos modernos. El trabajo se publica en Evolutionary Anthropology Issues News and Reviews.

El Pleistoceno medio (ahora rebautizado como Chibaniano, entre hace 774.000 y 129.000 años) es importante en la historia evolutiva de Homo sapiens porque vio el surgimiento tanto de nuestra especie en África, como el de nuestros parientes más cercanos y los neandertales (Homo neanderthalensis) en Europa.

Representación artística del 'Homo bodoensis', una nueva especie antecesora del hombre que vivió en África durante el Pleistoceno Medio. Ettore Maza.

Sin embargo, la evolución humana durante este periodo es poco conocida, un problema al que los paleoantropólogos se refieren como «el lío de en medio» (un juego de palabras en inglés, «the muddle in the middle»). El anuncio de Homo bodoensis pretende aportar algo de claridad a este capítulo desconcertante, pero importante, de nuestra evolución.

El nuevo nombre se basa en una reevaluación de fósiles existentes de África y Eurasia durante este período de tiempo. Tradicionalmente, esos fósiles se han asignado de forma variable a Homo heidelbergensis o Homo rhodesiensis, los cuales tienen múltiples definiciones, a menudo contradictorias.

«Hablar sobre la evolución humana durante este período se volvió imposible debido a la falta de una terminología adecuada que reconozca la variación geográfica humana», afirma Mirjana Roksandic (izquierda), autor principal del estudio.

Denominación redundante

Recientemente, la evidencia de ADN ha demostrado que algunos fósiles en Europa bautizados como Homo heidelbergensis eran en realidad los primeros neandertales, lo que hace que la denominación sea redundante. Por la misma razón, los autores creen que ese nombre debe abandonarse cuando se describe a humanos fósiles del este de Asia.

Para confundir aún más las cosas, los fósiles africanos que datan de este período han sido llamados tanto Homo heidelbergensis como Homo rhodesiensis, aunque este último no está bien definido y el término nunca ha sido ampliamente aceptado debido en parte a su asociación con Cecil Rhodes, un controvertido empresario inglés del siglo XIX que construyó un imperio industrial y minero colonial en el sur de África, y los horrendos crímenes cometidos durante el dominio colonial en este continente. Un 'honor', pues, inaceptable a la luz del importante trabajo que se está realizando para descolonizar la ciencia.

Homo bodoensis: cráneo parcial Bodo 1 (Middle Awash, Etiopía). Vistas frontal (a), lateral izquierda (b), superior (c) inferior (d). Barra de escala: 5 cm. Fuente : Fotos originales Copyright © Jeffrey H. Schwartz.

La denominación bodoensis, sin embargo, deriva de un cráneo encontrado en Bodo D’ar, Etiopía, y se entiende que la nueva especie es un ancestro humano directo. Según la nueva clasificación, Homo bodoensis describirá a la mayoría de los humanos del Pleistoceno medio de África y algunos del sudeste de Europa, mientras que muchos de este último continente serán reclasificados como neandertales.

Un modelo simplificado para la evolución del género Homo en los últimos 2 millones de años, con 'Homo bodoensis'. posicionado como la forma ancestral (principalmente africana) de 'Homo sapiens'.

Predrag Radović (izquierda), de la Universidad de Belgrado, en Serbia y co-primer autor del estudio, cree que «los términos deben ser claros en ciencia, para facilitar la comunicación. No deben ser tratados como absolutos cuando contradicen el registro fósil».

La introducción de Homo bodoensis tiene como objetivo, en palabras de otro de los autores, Christopher Bae (derecha) de la Universidad de Hawai, en Manoa, «cortar el nudo gordiano y permitirnos comunicarnos claramente sobre este importante período de la evolución humana».

Algo con lo que Roksandic está muy de acuerdo: «Nombrar una nueva especie es un gran problema, ya que la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica permite cambios de nombre solo bajo reglas muy estrictamente definidas. Confiamos en que éste se mantendrá durante mucho tiempo. Un nuevo nombre de taxón vivirá solo si otros investigadores lo usan», afirma.

Fuentes: abc.es | livescience.com | trustmyscience.com | 28 de octubre de 2021

Los caballos modernos fueron domesticados en las estepas al norte del Cáucaso y se extendieron por Asia y Europa

Manada de caballos en las estepas de Mongolia Interior, China. Foto: Ludovic Orlando.

Un estudio genético internacional con participación del CSIC ha determinado que los caballos de los que descienden todos los caballos domésticos actuales se domesticaron en las estepas del norte del Cáucaso y desde ahí se extendieron a otras regiones de Asia y Europa. Los resultados se publican en la revista Nature.

Este trabajo es el mayor estudio genético realizado hasta el momento. En él han participado investigadores de la Institución Milá y Fontanals (IMF) y del Instituto de Arqueología (IAM), del CSIC, junto a científicos del Museo de la Evolución Humana (MEH), la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Extremadura (UEx), el Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamientos Humanos de Madrid, el Laboratorio de Arqueología Prehistórica de la Universidad Jaume I de Castellón (UJI) y de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

“Con este estudio se pone fin a un largo debate en torno al lugar y la cronología en la que se documentan las primeras evidencias de domesticación de los caballos que originaron a las poblaciones actuales”, según subrayan los investigadores, “así como a las preguntas sobre el momento en el que este proceso de domesticación comenzó a extenderse a otras regiones del planeta, sustituyendo a otros tipos de caballos existentes en aquel momento”.

Para llegar a esta conclusión ha hecho falta un equipo compuesto por 114 instituciones y 162 investigadores especializados en arqueología, paleogenética y lingüística, liderados por el profesor Ludovic Orlando, investigador del CNRS e investigador principal del Proyecto ERC-Pegasus, encargado junto al France Genomique-proyecto Bucéphale, de la financiación de la investigación.

El estudio ha incluido la secuenciación del genoma de 273 restos de caballos que poblaron diversas regiones de Eurasia en un arco cronológico que se extiende entre los 50.000 y los 200 años a.C. Toda la información genética ha sido secuenciada en el Centre for Anthropobiology and Genomics of Toulouse, CAGT (CNRS / Universidad de Toulouse III – Paul Sabatier) y Genoscope (CNRS / CEA/Universidad de Evry), antes de ser comparada con los genomas de los caballos domésticos modernos.

Gracias a la amplia batería de análisis estadísticos realizados, ha podido constatarse que entre el 2200 y el 2000 a.C. se produjo un drástico cambio en el cual el perfil genético existente en las estepas pónticas comenzó a extenderse más allá de su región de origen, reemplazando en unos pocos siglos a todas las poblaciones de caballos salvajes desde el Atlántico hasta Mongolia.

Según L. Orlando (izquierda): “Se ha visto que este reemplazo en la composición genética de las poblaciones euroasiáticas está asociado a diferencias genómicas significativas entre este nuevo tipo de caballo y los caballos de las poblaciones que desaparecieron. Por un lado, este nuevo tipo de caballo procedente de las estepas del norte del Cáucaso tenía un comportamiento más dócil y, por otro lado, una constitución más robusta en el esqueleto vertebral”.

Los investigadores han sugerido que estas características fueron el detonante del éxito en la selección de estos animales, en un momento en el que los viajes con caballos empezaron a generalizarse por Eurasia.

Según Pablo Librado (derecha, CNRS), primer autor de esta investigación: “Este estudio ha puesto de manifiesto que la distribución de este nuevo tipo de caballo por Asia coincide con la aparición de los carros ligeros y con la difusión de las lenguas indoiranias. Por el contrario, la migración de las poblaciones indoeuropeas desde la zona de las estepas al corazón de Europa durante el 3er milenio a.C., no tuvo a este nuevo tipo de caballo como vector de su expansión. Este resultado demuestra la importancia de incorporar también la historia genética de los animales cuando se analiza la dimensión de las migraciones humanas y los contactos interculturales”.

Caballos representados en las paredes de la Cova Fosca. Foto: Wikimedia Commons.

Yacimientos en la península ibérica

Entre los individuos analizados se encuentran équidos procedentes de diversos yacimientos de la península ibérica, entre los que destacan Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) y Cova Fosca (Alto Maestrazgo, Castelló). Cova Fosca fue excavada por Francesc Gusi y Carmen Olaria. Según Olaria, catedrática de Prehistoria de la UJI y coautora de este estudio: “Cova Fosca tiene un registro arqueozoológico holoceno muy rico. Pudimos identificar restos de caballo en niveles del Neolítico antiguo, un taxón muy raro de encontrar en los yacimientos ibéricos de esta época. Esta singularidad nos permitió publicar hace años junto a Jaime Lira Garrido y Juan Luis Arsuaga las primeras secuencias mitocondriales de caballos de este lugar.”

Según Juan Luis Arsuaga (izquierda), director científico del MEH, catedrático de Paleontología UCM, director del Centro Mixto UCM-ISCIII y coautor de este estudio: “En Cova Fosca encontramos un linaje mitocondrial único y exclusivo de Iberia que en la actualidad aparece en muy pocos caballos, todos ibéricos o de origen ibérico. En este nuevo estudio pretendíamos desvelar los secretos genómicos de Cova Fosca”.

Vista 3D del sacrificio de animales documentado en el patio del edificio de Casas del Turuñuelo’ (Guareña, Badajoz). Foto: Proyecto Construyendo Tarteso (IAM – CSIC)

Uno de los mayores sacrificios del Mediterráneo antiguo

Casas del Turuñuelo es uno de los descubrimientos más impactantes de la arqueología peninsular de los últimos años. Sus excavaciones se desarrollan bajo un proyecto dirigido desde el IAM-CSIC y están siendo codirigidas por Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino, también investigadores del IAM-CSIC. (derecha). Según Esther Rodríguez González, coautora de este nuevo estudio, “el Turuñuelo es un complejo arquitectónico de mediados del I milenio a. C. perteneciente a la cultura de Tarteso, donde hemos encontrado la mayor hecatombe documentada hasta la fecha en un yacimiento de la protohistoria mediterránea. Este sacrifico masivo destaca por la gran cantidad de équidos que se han diferenciado en el patio de este lugar. Para este estudio seleccionamos al Équido 4”.

Según afirma Sebastián Celestino, también coautor de esta investigación, “alrededor del Turuñuelo se ha creado un equipo multidisciplinar de especialistas de las Humanidades y las Biociencias que están generando un intercambio constante de información y de ideas, ofreciendo un gran enfoque multidisciplinar al estudio de este yacimiento”.

Entre las líneas de investigación del proyecto Construyendo Tarteso, destaca el estudio genético de estos équidos sacrificados, del que se encarga Jaime Lira Garrido (izquierda, UEx/Centro Mixto UCM-ISCIII) y coautor de este estudio: “Este último trabajo dirigido por el profesor Orlando ha permitido, además, profundizar en la historia evolutiva de los caballos ibéricos. En un estudio anterior, Orlando y su equipo descubrieron que en la península ibérica se desarrolló un linaje genómico ahora extinto y muy diferente del resto de linajes de caballos euroasiáticos antiguos y modernos descritos hasta la fecha. El origen evolutivo de este linaje y las causas que llevaron a su desaparición, todavía no las conocemos. Sin embargo, hemos podido identificar en la muestra neolítica de Cova Fosca las evidencias más antiguas de este linaje extinto y que el Équido 4 del Turuñuelo era, sin embargo, descendiente de este nuevo tipo de caballo que se distribuyó tan rápidamente por el mundo conocido hace ~4000 años”.

Fuentes: dicyt.com | 21 de octubre de 2021