20.000 romanos contra 40.000 íberos: localizan el posible escenario de la Batalla de Ampurias (Gerona)

Un equipo de arqueólogos en la sierra de Ventalló buscando el escenario de la Batalla de Ampurias. MUSEO DE ARQUEOLOGÍA DE CATALUÑA (MAC).

En el año 195 a.C., ante la antigua ciudad griega de Ampurias, el mar se llenó de velas. Eran las naves romanas que traían a unos 24.000 hombres de infantería, unos 1.600 de caballería, y todo el avituallamiento necesario para mantenerlos y para el combate. El cónsul Marco Porcio Catón, el Censor, estaba al frente de las tropas y su misión era acabar con la rebelión íbera que se había iniciado hacía dos años, en el nordeste de Hispania, contra la creación de la provincia romana Citerior. Primero, los romanos construyeron un campamento junto a Ampurias y, semanas después, recorrieron cuatro kilómetros hasta montar un segundo campamento, cerca del mar, donde actualmente está la playa de Riells (La Escala).

Cuando ya estaban preparados, Catón y sus hombres se pusieron en marcha a medianoche, desde Riells, y se plantaron a primera luz ante el campamento íbero. Había poca luz, por lo cual los íberos no debían de tener claro ni siquiera quién se les echaba encima. El ataque por sorpresa organizado por Catón, que nunca dejaba nada al azar, funcionó: los romanos derrotaron a los íberos después de un día de batalla y Roma ya no se tuvo que preocupar nunca más por los rebeldes, al menos en la zona nordeste peninsular.

Después de más de dos años de investigación, el equipo de arqueólogos que lidera el Museo Arqueológico de Cataluña, y del cual forman parte investigadores de la Universidad de Gerona (UdG) y la empresa BACHE Prospección Arqueológica, cree que tiene localizados tres escenarios relacionados de una manera u otra con la Batalla de Ampurias, que sofocó la rebelión íbera. A partir de aquí podrán saber muchas más cosas de cómo fue el enfrentamiento. Uno de los escenarios localizados es el segundo campamento, en Riells, donde los hombres de Catón se prepararon para el ataque, después de obtener información fiable sobre dónde había acampado el enemigo, en total unos 40.000 guerreros, provenientes de diferentes puntos de las actuales Cataluña y Aragón, que se habían unido contra Roma.

Mapa con los tres puntos clave de la batalla. EDUARD FORROLL.

El campamento romano de Riells no era improvisado, estaba bien condicionado y tenía acceso a las naves desde donde recibía el avituallamiento. El segundo y tercer punto estarían estrechamente relacionados: el campamento íbero, donde los guerreros tuvieron un terrible despertar cuando, bien temprano, las formaciones romanas, que los habían rodeado sigilosamente, se les aparecieron a un palmo de la cara, y el escenario de la batalla sería la zona occidental a partir de las sierras de la Cruz y de Ventalló, y de la montaña de Santo Grau. Es decir, el lugar donde íberos y romanos se lanzaron dardos y jabalinas y, después, espada en mano, se enfrentaron cuerpo a cuerpo.

La importancia de las sandalias

El próximo verano se empezarán las prospecciones. "Creemos que encontraremos armas arrojadizas, como lanzas y jabalinas, proyectiles, los objetos que llevaban los combatientes encima, desde hebillas de cinturón hasta monedas y botones pasando por colgantes", detalla Jordi Principal (izquierda), que lidera el proyecto.

Otro elemento importante, que esperan encontrar, son clavos de sandalias romanas: "Fueron 20.000 hombres y los clavos se van cayendo, no se trata tan solo de localizarlos y recogerlos sino de georreferenciarlos y, a partir de allí, poder reconstruir la batalla", añade Principal. Es lo que se ha hecho con otras batallas célebres, como la Batalla de Baecula, en Jaén. En otros casos, como Waterloo, que enfrentó a las tropas imperiales francesas de Napoleón Bonaparte con las fuerzas angloprusianas comandadas por Wellington, se han georreferenciado balas de plomo.

Hasta que no empiecen las prospecciones, sin embargo, no se podrá saber del todo si el lugar localizado por los arqueólogos fue realmente el escenario del enfrentamiento. "Hablando en términos judiciales, ahora tenemos pruebas circunstanciales pero necesitamos evidencias contrastadas y demostrarlo", asegura el arqueólogo responsable del proyecto.

Catón escribió las Orationes y los Origines, donde narra los hechos de Hispania. Los dos libros están desaparecidos, pero Tito Livio reprodujo en parte la narración de Catón en Ab urbe condita. Es una de las principales fuentes sobre la Batalla de Ampurias: "Encontramos mucha información de cómo fue la batalla pero ningún detalle del lugar donde fue", explica Principal. "La información escrita también tiene que ser pasada por la criba, porque toda la que se ha encontrado la ha escrito un mismo bando: el de los vencedores", añade.

Para intentar localizar estos lugares, los arqueólogos han trabajado con las fuentes escritas, la cartografía, el paisaje y sobre el terreno. Y lo han relacionado todo: aquello que explican los textos clásicos con la cartografía histórica y los estudios sobre paleopaisaje. En Riells, donde habría estado el segundo campamento romano, no ha sido fácil explorar el terreno porque está muy construido. En las pocas parcelas sin urbanizar se han encontrado trozos de cerámica del siglo II a.C., y, en algunos puntos, las prospecciones geofísicas han marcado la existencia de estructuras enterradas, que podrían ser fosos. De todos modos, para confirmarlo, habrá que excavar en los próximos meses.

Un equipo de arqueólogos buscando el escenario de la batalla MUSEU D'ARQUEOLOGIA DE CATALUNYA (MAC)

Una marcha sigilosa de 20.000 hombres

Jordi Principal cree que Catón decidió trasladar sus hombres a Riellls para evitar crear problemas a la población de Ampurias, así como entrenarlos para moverse por la noche en los humedales. Tenía que estar cerca del mar, porque con las razias, a pesar de que era época de cosecha, era imposible conseguir suficiente alimento para tantos hombres, y el avituallamiento llegaba desde las naves. Para ubicar el campo de batalla, el equipo ha calculado el recorrido que podrían haber hecho 20.000 hombres en una sola noche. Ahora bien, ¿cómo pueden moverse 20.000 hombres y que nadie se diera cuenta ni alertara a los íberos? En aquel momento, Ampurias era pro-romana, pero estaba prácticamente aislada y rodeada de rebeldes.

Catón era un buen estratega: "Seguramente les debía adiestrar haciéndoles salir muchas noches y organizando razias nocturnas, cada vez por un lugar diferente. La población íbera estaba atemorizada y, cuando salieron para ir a la batalla, debían de pensar que era otra razia", dice Principal. Catón tuvo que esperar hasta el verano, cuando el nivel freático era más bajo, a fin de iniciar la verdadera campaña. "Las fuentes históricas no relatan ningún problema ni obstáculo durante el largo camino de las tropas romanas hasta el campamento íbero", detalla Principal.

La rebelión íbera se había producido en el 197 a.C., cuando los romanos quisieron delimitar territorialmente la extensión de dos nuevas provincias, Ulterior y Citerior y, en consecuencia, poner las bases de una estructura administrativa. Esto implicaba más sumisión, pero los íberos se rebelaron cansados de los abusos. Estos eran unos guerreros temibles. Hasta la llegada de Catón, los contingentes romanos habían sido derrotados en diferentes ocasiones e, incluso, el primero pretor romano de la provincia Citerior había muerto a consecuencia de una batalla. La derrota de los íberos en la Batalla de Ampurias fue más que considerable. Al día siguiente, para acabar de someter al enemigo, Catón envió al ejército a asolar el territorio, con acciones de pillaje y rapiña, y la rendición de los íberos fue definitiva.

Catón se marchó dando el conflicto por cerrado y continuó su campaña de pacificación hacia el sur y el interior de la península ibérica, sometiendo a todo el mundo a su paso. Hizo un buen uso político de la victoria: el Senado decretó su triunfo oficial y esto le dio puntos sobre algunos de sus enemigos políticos, como Escipión el Africano.

Fuente: es.ara.cat | 30 de diciembre de 2021

Hallan los restos de un joven y un perro víctimas de un tsunami provocado por la erupción de Thera, la cual destruyó la civilización minoica hace 3.600 años

Foto: El esqueleto de una víctima del tsunami en Çesme-Bağlararası (Turquía). R: Vasif Shahoglu.

Una notable 'cápsula del tiempo' de uno de los mayores desastres volcánicos en la historia de la humanidad ha sido desenterrada en la costa turca, proporcionando una nueva evidencia convincente del evento cataclísmico, y quizás incluso los primeros restos físicos de una de las decenas de miles de personas que probablemente perecieron en el mismo.

En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), un equipo internacional de investigadores presenta evidencias de un tsunami destructivo que siguió a la erupción del Thera (la actual Santorini), una isla volcánica en el mar Egeo, hace unos 3.600 años.

Se estima que la 'supercolosal' erupción de Thera, categorizada como 7 (de 8) en el índice de explosividad volcánica, fue una de las erupciones más destructivas en la historia de la humanidad, y algunos investigadores la han comparado con la detonación de millones de bombas atómicas tipo Hiroshima. Muchos estudiosos creen que la memoria colectiva traumática de este evento de la Edad del Bronce, alrededor del 1600 a.C., se puede ver en la alegoría de Platón sobre la ciudad hundida de Atlántida, compuesta más de mil años después, así como también puedo haberse reflejado en la diez plagas bíblicas. La ciudad minoica de Akrotiri, enterrada en cenizas por la erupción de Thera, es hoy en día una atracción turística popular a menudo comparada con Pompeya.

dSi bien no hay relatos de primera mano de dicha erupción y el posterior tsunami, los investigadores modernos han tratado de definir su alcance, así como el impacto que tuvo en la vida del Mediterráneo en ese momento, sobre todo para los minoicos, una poderosa potencia marítima centrada en la isla cercana de Creta, la cual entró en declive aproximadamente al mismo tiempo, en el siglo XV a.C.

Mapa de los mares Egeo y Mediterráneo Oriental, destacando ubicaciones con evidencias relacionadas con la erupción de Thera. El mapa del recuadro izquierdo muestra los contornos de espesor de la ceniza volcánica.

Desenterrando un tsunami

El documento de investigación describe el sitio arqueológico de Çesme-Bağlararası, ubicado en la popular ciudad turística de Çesme, en la costa egea de Turquía y a más de 160 kilómetros al noreste de Santorini. Las investigaciones en Çesme-Bağlararası, llevadas a cabo en un barrio residencial a solo dos cuadras de la costa moderna, comenzaron en 2002, después de que se encontrara cerámica antigua durante la construcción de un edificio de apartamentos.

Desde 2009, el arqueólogo Vasıf Şahoğlu (izquierda), de la Universidad de Ankara (Turquía), ha dirigido excavaciones en lo que parecía ser un próspero asentamiento costero ocupado casi continuamente desde mediados del III milenio hasta el siglo XIII a.C. Pero, a diferencia de los edificios y carreteras bien conservados descubiertos anteriormente en el sitio, Şahoğlu se centró en un área donde rápidamente se había hundido en el caos: muros de fortificación caídos, capas de ceniza y mezcolanzas de cerámica, huesos y conchas marinas.

Ante este escenario, Şahoğlu se puso en contacto con colegas de diversas especialidades que podían ayudar a dar sentido a este complejo de hallazgos, incluyendo a Beverly Goodman-Tchernov (derecha), profesora de Geociencias Marinas en la Universidad de Haifa (Israel) y a National Geographic Explorer, que tiene un enfoque particular en la identificación de tsunamis en el ámbito arqueológico y geológico.

Los rastros de tsunamis pasados ​​pueden ser difíciles de identificar. Evidencias como edificios derrumbados e incendios también pueden ser el resultado de terremotos, inundaciones o tormentas. Incluso entonces, tal evidencia puede desvanecerse rápidamente con el tiempo, particularmente en ambientes más áridos, tal como es la costa del mar Egeo. Si bien los impactos de la erupción de Thera se pueden ver más lejos, en las capas de hielo de Groenlandia y en los pinos de bristlecone de California, hasta ahora solo se han identificado seis lugares físicos con evidencias del tsunami impulsado por Thera y que tronó a través del Egeo, pero ninguno con la complejidad. proporcionada por el enclave de Çesme-Bağlararası.

Excavación de Çeşme-Bağlararası. Fotografía que muestra el sitio tal como apareció en 2012. Se destacan las características del área dañada e interrumpida, así como las ubicaciones de muestreo de los sedimentos.

"Los tsunamis son eventos predominantemente erosivos, no eventos de depósito, ¡de ahí la emoción que sentimos cuando los encontramos!", escribe Floyd McCoy (izquierda), profesor de Geología y Oceanografía en la Universidad de Hawaii, Windward College, en un correo electrónico. McCoy, un explorador de National Geographic que ha estudiado la erupción de Thera y el tsunami consiguiente, pero que no ha participado en el nuevo trabajo publicado, dijo que "el estudio es una contribución real no solo a la investigación de los depósitos de tsunamis, sino también a su significado e interpretación, especialmente en relación con la erupción de Thera durante la Edad del Bronce".

Ahora los arqueólogos están creando 'listas de verificación' cada vez más sofisticadas para buscar eventos históricos de tsunamis, las cuales también incluyen firmas físicas y químicas de la vida marina traída a la tierra con las olas, así como el patrón particular de sedimentos y depósitos de rocas. En Çeşme-Bağlararası, por ejemplo, se han encontrado esteras de mariscos traídas por el mar y encajadas contra las paredes derrumbadas de los edificios.

"Es raro que me sienta realmente confiada en la interpretación de tsunamis, especialmente en un ambiente árido, porque simplemente no tienes muchas cosas con las que trabajar", dice Jessica Pilarczyk (derecha), profesora asistente de Ciencias de la Tierra y catedrática de Investigación de Riesgos Naturales en la Universidad Simon Fraser (Canadá) y que no ha participado tampoco en la investigación realizada en Çesme-Bağlararası. "No obstante, parece que en este caso hay grandes evidencias que han sido capaces de capturar y procesar", añade.

Jan Driessen (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Lovaina (Bélgica) y director del grupo de investigación ARC Talos, que explora el impacto de la erupción de Santorini, escribe en un correo electrónico que "los hallazgos pueden servir como estudio del caso para que los arqueólogos y otros científicos comprendan mejor la devastación que debieron sufrir muchos sitios del Egeo ubicados cerca del volcán". (Driessen tampoco ha estado implicado en la investigación realizada en Çesme-Bağlararası).

Escombros del tsunami con restos esqueléticos humanos articulados (derecha). El esqueleto humano articulado desde otra perspectiva (arriba a la izquierda), el esqueleto articulado del perro articulado y un parche fangoso rico en conchas (abajo a la izquierda) estaban presentes dentro de los escombros.

¿Un desastre sin víctimas?

Uno de los aspectos más desconcertantes de la erupción de Thera es la falta de víctimas: se estima que más de 35.000 personas murieron en el tsunami provocado por la erupción del Krakatoa de 1883, y se han propuesto cifras similares para el Egeo a causa del cataclismo de Thera.

Sin embargo, hasta ahora, solo un individuo ha sido identificado como posible víctima de Thera: un hombre enterrado bajo los escombros en el archipiélago de Santorini durante unas excavaciones arqueológicas realizadas a fines del siglo XIX. (Los investigadores del artículo publicado dicen que sospechan que pudo haber sido una víctima del terremoto y están haciendo un seguimiento del informe original para ver si se puede confirmar la fecha y las circunstancias de la muerte de este hombre, y si los restos aún están disponibles para su estudio).

Las teorías sobre la falta de víctimas varían: erupciones anteriores más pequeñas llevaron a la gente a huir de las áreas concernidas antes de que ocurriera el consiguiente cataclismo; o bien las víctimas fueron incineradas por gases muy sobrecalentados; o bien perecieron principalmente en el mar; o, simplemente, fueron enterradas en fosas comunes que aún no han sido identificadas.

Ruinas de la antigua ciudad de Akrotiri descubierta por el arqueólogo griego Spyridon Marinatos. Foto: iStock

"¿Cómo es posible que uno de los peores desastres naturales de la historia no tenga víctimas?", pregunta Şahoğlu.

La profesora Goodman-Tchernov sospecha que, al igual que los investigadores pueden haber sido incapaces de reconocer los depósitos de tsunamis en el pasado, también pueden haber descubierto víctimas del desastre de Thera, pero no pudieron establecer la conexión. "Es muy posible que otras víctimas hayan sido descubiertas, pero no necesariamente identificadas, dado que están asociadas con efectos secundarios o terciarios en la periferia de la erupción".

Sin embargo, en Çesme-Bağlararası los investigadores dicen que han encontrado a la primera víctima de tal evento: los restos óseos de un hombre joven con signos de un traumatismo contundente, el cual se encontró boca abajo entre los escombros del depósito del tsunami. Además, los restos de un perro estaban cerca, en una puerta colapsada. Aunque se planea la datación directa del esqueleto humano y del perro para los próximos meses, los investigadores confían en que los resultados estarán en línea con las fechas de radiocarbono ya obtenidas del material analizado cerca de estas dos víctimas.

Grabado que representa la erupción del volcán de la isla de Thera en el año 1866. Foto: Cordon Press.

Olas de terror

Los investigadores han determinado que cuatro oleadas de tsunamis tocaron tierra en Çesme-Bağlararası en el transcurso de unos pocos días o semanas. Esto es particularmente fascinante para McCoy, quien señala que, precisamente, hubo cuatro fases en la erupción de Thera. En este sentido, los investigadores se han preguntado durante mucho tiempo qué fase de la erupción en concreto desencadenó lo que han venido pensando como un solo evento de tsunami.

“Esa pregunta continúa”, escribe McCoy en el correo electrónico enviado, “pero aquí ellos pueden estar diciéndonos que dos, tres o cuatro de esas fases podrían haber sido generadoras de tsunamis efectivos, dado que parece que pudo haber habido tantos eventos como oleadas individuales".

A medida que las aguas retrocedían entre los impactos de los tsunamis, parece que los residentes sobrevivientes aprovecharon la oportunidad para excavar en el caos en busca de víctimas y materiales de construcción. Uno de esos pozos excavados se encontró directamente encima del cuerpo del joven, si bien, quien lo cavó, se detuvo unos metros demasiado pronto como para recuperarlo.

Esta evidencia de intentar recuperar a las víctimas del tsunami sugiere preocupación por un entierro adecuado después del desastre, posiblemente en fosas comunes para reducir posibles enfermedades posteriores. “Extrapolar este comportamiento puede ayudar a explicar la ausencia general de víctimas humanas en los niveles de destrucción observados en el Egeo”, señala el arqueólogo de la Universidad de Lovaina, Driessen.

Santorini quedó envuelta en una nube de cenizas que se elevó más de 30 kilómetros en el cielo. Si alguien logró salvarse, fue huyendo en barco (como se muestra en esta simulación digital). Pero los arqueólogos dudan que nadie sobreviviese a la erupción.

Datación del evento

Las nueve nuevas fechas de radiocarbono realizadas en el depósito hallado también se sumarán al debate: tradicionalmente, la erupción de Thera se ha asignado a un período de tiempo conocido como Minoico tardío IA, el cual está asociado con la dinastía XVIII del Antiguo Egipto, esto es, en el 1500 a. C. Pero, por otro lado, las fechas de radiocarbono de la madera encontrada en capas de ceniza en Akrotiri se remontan a mediados del siglo XVII a. C., una discrepancia de hasta más de un siglo. Esto causa problemas a los investigadores que intentan correlacionar cronologías relativas de las diferentes culturas que vivieron alrededor del Mediterráneo en ese momento y cómo interactuaron antes y después del desastre.

Según los investigadores de Çesme-Bağlararası, la erupción no pudo haber ocurrido antes de la fecha más temprana que obtuvieron del depósito del tsunami: un grano de cebada encontrado cerca de los restos del joven, fue fechado mediante radiocarbono en 1612 a.C. Algunos expertos externos han planteado preguntas específicas sobre esta metodología, y el consenso general parece ser que, si bien los nuevos datos son siempre bienvenidos, el problema de la cronología no se resolverá de modo suficiente con los elementos analizados hallados hasta ahora en Çesme-Bağlararası.

Fresco de los delfines en el palacio minoico de Knossos, Creta. La cultura minoica llevó a cabo un fuerte desarrollo de las empresas marítimas en el Mediterráneo durante la Edad del Bronces, pero la erupción de Thera interrumpió sus rutas comerciales e infraestructuras.

Aunque quedan muchas preguntas para los científicos que debaten el momento de la erupción de Thera, y el daño que causó en el mundo mediterráneo de la Edad del Bronce, los investigadores esperan que este nuevo estudio lleve a los arqueólogos que trabajan en la región a echar otro vistazo a sus excavaciones e intentar ver si ellos también tienen evidencias aparentemente esquivas de uno de los desastres naturales más devastadores de la historia. Mientras tanto, Şahoğlu espera que esta notable 'cápsula del tiempo', en el centro de una popular ciudad turística, pueda convertirse algún día en una atracción arqueológica.

"Es de esperar que esta investigación despierte más conciencia, e incluso preparación, entre el público en general", dice la profesora Pilarczyk, quien estudia no solo los peligros costeros que han ocurrido en el pasado, sino también los que pueden venir en el futuro. “Cuando miras cosas como los tsunamis, debido a que son muy pocos y distantes entre sí, a veces pasan siglos antes de que ocurra uno importante. No hay mucho conocimiento cultural al respecto que se transfiera de un año a otro, por lo que la gente asume que está a salvo de los mismos".

Fuentes: nationalgeographic.com | 27 de diciembre de 2021

Las excavaciones que se llevan a cabo en Çatalhöyük (Turquía) sacan a la luz una estatuilla de hace 8.500 años

Un equipo de arqueólogos ha descubierto una estatuilla de mármol de 8.500 años en el sitio neolítico de Çatalhöyük en la provincia central de Konya (Turquía).

Según Ali Umut Türkcan (izquierda) jefe de las excavaciones, la estatuilla se encontró durante las excavaciones en el montículo sur de Çatalhöyük, uno de los primeros modelos de urbanización en la región de Anatolia. Representa una figura humana reclinada de 5 centímetros de alto en forma prismática.

Türkcan, quien también es profesor de arqueología en la Universidad Anadolu de Turquía, dijo que la estatuilla de mármol es una pieza rara y que no hay signos de género en la figura. Sin embargo, dijo, "la pieza recuerda a las figurillas identificadas como masculinas inclinadas ligeramente hacia atrás en el lomo de un animal, similares a las encontradas en excavaciones realizadas en el pasado".

Türkcan explicó que la forma de la cabeza de la estatuilla de mármol es ligeramente diferente de las clásicas que se encuentran en Çatalhöyük. “La cabeza es alargada y se representa en forma triangular como una extensión del cuerpo. En el cuello de la figurilla también se ven detalles grabados muy finos”, añadió.

Çatalhöyük, un enclave antiguo de hace 9.000 años en lo que ahora es el centro de Turquía, fue incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2012. "El sitio da testimonio de la evolución de la organización social y las prácticas culturales a medida que los humanos se adaptaron a una vida sedentaria", según la UNESCO.

"Aunque creemos que estamos trabajando principalmente para obtener hallazgos científicos, esta es la belleza de la arqueología, a veces puedes encontrarte con sorpresas. Puedes esperar, incluso, sorpresas aún mayores en Çatalhöyük. Es por eso que este descubrimiento único nos motiva a seguir trabajando aún más", añade Türkcan.

La antigua ciudad de Çatalhöyük -Patrimonio Mundial de la UNESCO- de 9.000 años de antigüedad en el distrito de Çumra de Konya, en el centro de Turquía, el 19 de abril de 2021. (Foto AA).

Çatalhöyük, uno de los asentamientos humanos más antiguos conocidos del mundo, fue el hogar de 8.000 personas durante el período Neolítico. Ahora es un yacimiento arqueológico donde los expertos están investigando diversos aspectos: la estructura social, la urbanización, la dieta y hasta la ropa que llevaban sus habitantes, etc. Las excavaciones iniciales en el mismo fueron realizadas en 1960 por el desaparecido arqueólogo británico James Mellaart.

A lo largo de los últimos 25 años se han realizado descubrimientos importantes a través de las excavaciones dirigidas por Ian Hodder (izquierda),profesor de antropología en la Universidad de Stanford.

Fuente: dailysabah.com | 28 de diciembre de 2021

Dos grandes exposiciones renuevan la oferta del Museo Íbero de Jaén

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo en la presentación de las dos exposiciones inauguradas en el Museo Íbero de Jaén. / LIÉBANA

El Museo Íbero de Jaén estrena dos grandes nuevas exposiciones con las que renueva su oferta y que, con cerca de seiscientas piezas, muestran los orígenes, el desarrollo y el final de la cultura íbera tras la conquista romana.

La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo, ha señalado durante el acto de inauguración que las exposiciones "‘La ciudad fortificada íbera: el oppidum’ y la ‘Iconografía animal en el imaginario funerario ibero’, vienen a fortalecer la oferta ibera de Jaén, confirmando el liderazgo de la provincia como referente nacional e internacional en la cultura ibera”.

La directora del Museo Íbero, y comisaria de las exposiciones, Concepción Choclán, explicando a las autoridades el contenido de las mismas.

‘La ciudad fortificada ibérica: el oppidum’, pone el foco en el hábitat identificador de la cultura ibera: el poblado fortificado.

Las 552 piezas que se exhiben provienen de la colección del Museo Íbero y son, en su totalidad, de los fondos de la Junta de Andalucía.

De ellas, 399 piezas proceden de actuaciones arqueológicas en la provincia de Jaén, en concreto del ‘oppidum’ de Puente Tablas, en Giribaile, La Muela, Baecula y Turruñuelos, y el resto, 123 piezas, son fondos de la Colección Ricardo Marsal depositados por la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico en el Museo Íbero.

Patricia del Pozo, observa parte de las piezas expuestas en el Museo Íbero de Jaén. EFE/José Manuel Pedrosa. JOSE MANUEL PEDROSA. EFE.

Dentro de esta muestra destacan piezas como una sandalia romana reconstruida solo con las tachuelas sueltas encontradas entre los restos del recorrido que hicieron las tropas de la batalla de Baecula (208 a. C), unas grandes ánforas que se utilizaban para el almacenaje, muchos materiales de carros que servían para el transporte y la batalla, cerámicas, bronces y armas.

La segunda de las muestras, ‘Iconografía animal en el imaginario funerario ibero’, complementa a la anterior al arrojar luz sobre las esculturas funerarias que darían acceso al territorio urbano del ‘oppidum’.

Un hombre observa parte de las piezas expuestas en el Museo Íbero de Jaén. EFE/José Manuel Pedrosa. FOTO: JOSE MANUEL PEDROSA. EFE.

"Esta exposición reúne valiosas piezas procedentes del Museo Arqueológico de Córdoba, el Museo de Jaén y el Museo Íbero, haciendo visible el incremento del patrimonio arqueológico de Andalucía, y al mismo tiempo, refleja el mayor conocimiento que en nuestra época tenemos sobre la cultura ibera”, ha destacado la consejera. EFE

Fuentes: larazon.esandaluciainformacion.es | 29 de diciembre de 2021

Penas do Castelo (Lugo) ha resultado ser uno de los castros más antiguos de Galicia

Una vista aérea del asentamiento de Penas do Castelo, situado en un promontorio rocoso del valle del Lor, donde el verano pasado se llevaron a cabo sondeos arqueológicos por primera vez.

Las dataciones por carbono 14 han aclarado el misterio relativo a la antigüedad de la fortaleza de Penas do Castelo, en el municipio de A Pobra do Brollón (Lugo). Según los resultados de estos análisis, que se dieron a conocer ayer en un acto público en la parroquia de Salcedo, la construcción data de entre los siglos VIII y IX antes de la era actual, lo que la sitúa en los inicios de época castreña. Hasta ahora, a falta de otros indicios, no se podía saber con certeza si la fortificación databa del período castreño o de una época posterior, que podría llegar hasta la Alta Edad Media.

La datación fue realizada en un laboratorio especializado de Estados Unidos sobre varias muestras de tierra recogidas por la edafóloga Cruz Ferro (derecha) en tres puntos diferentes del yacimiento. «La coherencia de los resultados de las tres muestras es altamente fiable», señala la investigadora. Esta cronología sitúa la fortaleza de Penas do Castelo entre los asentamientos más antiguos de la época castreña que se conocen en Galicia.

Muy pocos casos

Según explica el arqueólogo Benito Vilas (izquierda), que el pasado verano dirigió las primeras excavaciones realizadas en este yacimiento, «los castros datados en ese período tan temprano son moy pocos». Entre ellos menciona el castro de Torroso —en el municipio de Mos, Pontevedra—, el castro Neixón Pequeno —en Boiro, La Coruña— y otro que se encuentra en el concejo orensano de La Mezquita, el castro Castelo Grande. Esta circunstancia, añade el arqueólogo, confiere un singular interés científico al yacimiento de Penas do Castelo, ya que el período histórico en el que se construyó la fortificación es todavía muy poco conocido en el noroeste peninsular. «Se sitúa precisamente en lo que sería la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro, es deicir, en el momento en que las comunidades comienzan a asentarse de forma sedentaria en el territorio y hacer construcciones permanentes en piedra», agrega.

La construcción monumental de Penas do Castelo, dice asimismo Vilas, lo distingue de los otros asentamientos de ese período que se conocen en el territorio gallego. «Tenemos que entender que mientras esta comunidad se ha dotando de una muralla de piedra de seis metros de ancho, en otros lugares de Galicia todavía están construyendo con palos, paja y barro», explica.

Foto: El castro data de entre los siglos VIII y IX antes de la era actual.

Un descubrimiento «totalmente inesperado» para los arqueólogos

En los sondeos arqueológicos realizados en verano en Penas do Castelo se comprobó que el asentamiento estuvo protegido por una muralla de piedra seca de considerables dimensiones, que en algunos lugares llega a los cuatro metros de altura. Los investigadores, sin embargo, no consiguieron encontrar ninguna pieza arqueológica ni ningún otro indicio que permitiese asignar el yacimiento a un período determinado, por lo que no se pudo despejar la incertidumbre acerca de su antigüedad.

El resultado de las dataciones por carbono 14, según apunta Benito Vilas, ha sido algo «totalmente inesperado», ya que los investigadores no contaban con que el asentamiento pudiese ser tan antiguo. «Teniendo en cuenta las dimensiones de la muralla, yo pensaba que, como mucho, podía ser del siglo III a.C.», dice a este respecto.

Foto: Muralla del castro de Penas do Castelo que llega a seis metros de anchura y cuatro de altura / Concejo de Pobra do Brollón

Una comunidad organizada

Los investigadores consideran, por otra parte, que el carácter monumental de la fortificación, desde el punto de vista de la organización social, «puede ser indicio de una comunidad muy organizada, seguramente en jerarquías, y, sobre todo, con excedentes de tiempo y mano de obra que les permite una obra civil de esta magnitud». Asimismo, resaltan el alto nivel de conocimiento técnico que implica esta construcción.

El Ayuntamiento resalta el interés del asentamiento como nuevo recurso visitable

El proyecto arqueológico de Penas do Castelo fue impulsado por la asociación vecinal y la comunidad de montes de la parroquia de Salcedo, que contó con el apoyo del Ayuntamiento de A Pobra do Brollón y de la Consejería de Cultura. El alcalde, José Luis Maceda, considera que «los resultados de esta investigación aumentarán el interés en visitar este yacimiento» e indican que «la apuesta del Concejo por la arqueología en comunidad, como estrategia de creación de recursos turísticos, dará sus frutos». El yacimiento de Penas do Castelo, dicen asimismo desde el gobierno local, «afronta también un nuevo momento como enclave visitable dentro de la red de recursos turísticos del municipio».

Para la Consejería —según apuntan desde el Ayuntamiento—, «los resultados son de sumo interés para la investigación, pero también en el marco de la candidatura de la Ribeira Sacra como patrimonio de la humanidad, ya que nos ponen en contacto con las primeras comunidades que se asentaron de forma definitiva y permanente en estas riberas, con las consecuencias que esto tiene para el paisaje».

Patrimonio local

Por otra parte, Marisa Defente, representante de la asociación vecinal y la comunidad de montes, opina que los hallazgos de Penas do Castelo vienen a incrementar el «valor patrimonial» de la parroquia de Salcedo, conocida por el singular valor etnográfico de sus fiestas de Carnaval. «Es muy curioso ver como las construcciones de esas primeras comunidades en asentarse en el territorio ayudan ahora a que quizá seamos de las ultimas comunidades en crear identidad y recursos por ser sedentarios», dice.

Fuente: lavozdegalicia.es | 24 de diciembre de 2021

La dieta de los primeros pobladores de Europa

Colmillos (técnicamente, “defensas”) de mamut de la especie Mammuthus meridionalis, encontrados en Fuente Nueva 3. (Imagen: ProyectORCE).

Una investigación ha revelado datos nuevos y esclarecedores sobre el componente cárnico en la dieta de los primeros pobladores humanos de Europa, hace aproximadamente 1,2 millones de años.

El estudio lo ha liderado la Universidad de Granada (UGR) y se ha centrado en el yacimiento prehistórico de Fuente Nueva 3 (Orce, Granada, España).

Los resultados del estudio han demostrado que hace 1,2 millones de años esos primeros europeos ya explotaban recursos cárnicos para su alimentación. Su dieta incluía desde carne de hipopótamos hasta la de tortugas.

Esta investigación se enmarca en el Proyecto Orce, dirigido por Juan Manuel Jiménez Arenas, profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, y ha sido encabezada por José Yravedra, investigador de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en España.

Foto: Diagrama de la distribución entre especies de la carne disponible en Orce

Para alcanzar sus novedosas conclusiones, los investigadores estudiaron las marcas de corte encontradas en la superficie de los huesos y otros restos hallados en el yacimiento de Fuente Nueva 3. Uno de los elementos más originales que aporta este trabajo es la demostración de que los pobladores eran capaces de llegar pronto a los cadáveres de los animales y consumir sus partes más nutritivas antes de que lo hiciera la competencia, en este caso los carnívoros como los tigres dientes de sable o las hienas gigantes. Esto quiere decir que o bien llegaban a los recursos antes que otros animales o directamente competían contra ellos o los ahuyentaban para hacerse con el alimento, lo que supondría enfrentarse a los tigres dientes de sable, hienas gigantes y perros salvajes parecidos a los licaones actuales.

El trabajo tafonómico ha resultado elemental en la investigación. Se trata de un análisis que permite interpretar cómo se forman los conjuntos fósiles y comprender qué agentes intervinieron en la acumulación. El investigador José Yravedra (izquierda) explica que, "si hay estrías de descarnación infligidas con filos cortantes de piedra sobre un tipo de carne, sabemos que los humanos fueron activos sobre ese animal”. “La metodología es muy compleja pero se basa en la observación de todas y cada una de las alteraciones que presentan los huesos y en la comparación con especies actuales que, por razones obvias, conocemos mejor, y también con otros yacimientos”, detalla Yravedra.

Una de las grandes cuestiones que plantean los investigadores tiene que ver con la metodología a través de la cual estos pobladores conseguían la carne. Jiménez Arenas (derecha) plantea que “si carroñaban, como parece ser la tónica general, ¿los recursos animales se cazaban o se recolectaban? Nosotros creemos que el carroñeo es una forma de recolección”.

Solo la continuidad en la investigación permitirá seguir despejando incógnitas, porque las estrategias de obtención de los recursos están relacionadas con las capacidades cognitivas de los antepasados. “No es lo mismo cazar que ser un carroñero pasivo que se conforma con los despojos dejados por otros consumidores”, puntualiza, Yravedra, el investigador principal de este trabajo.

Una marca de corte sobre un fémur de hipopótamo. Incluye la reconstrucción virtual 3D de dicha marca» (Yravedra et al., 2021)

A futuro, el Proyecto Orce también tiene la intención de implementar un programa de investigación basado en la inteligencia artificial que permita conocer con mayor detalle las especies que mordieron los huesos presentes en Fuente Nueva 3, además de ver la relación que hay entre la industria lítica tallada y las marcas de corte.

El estudio se titula “Use of meat resources in the Early Pleistocene assemblages from Fuente Nueva 3 (Orce, Granada, Spain)”. Y se ha publicado en la revista académica Archaeological and Anthropological Sciences.

En el estudio también han colaborado el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social en Tarragona, el Museo Primeros Pobladores de Europa ‘Josep Gibert’ (Orce, Granada), el Museo Arqueológico Provincial de Granada, la Universidad de Sevilla en España, la Universidad de Salamanca en España y la Universidad de Helsinki en Finlandia.

Fuentes: Universidad de Granada | noticiasdelaciencia.com | 29 de diciembre de 2021