Los primeros Homo podrían ser de la misma especie

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- El estudio de un cráneo de 1,8 millones de años podría cambiar lo que sabemos de los primeros humanos.
- Los restos atribuidos a Homo erectus y Homo habilis podrían ser del mismo linaje.
- Arsuaga y Bermúdez de Castro consideran arriesgadas estas conclusiones.

Por: Antonio Martínez Ron / lainformacion.com
El análisis del cráneo número 5 hallado en Dmanisi, Georgia, puede dar un vuelco a la historia de la paleoantropología. O al menos eso pretenden sus autores. Se trata de un cráneo completo y una mandíbula, con una antigüedad aproximada de 1,8 millones de años, que no se parece a casi nada, pero cuyo análisis lleva a David Lordkipanidze y su equipo a sugerir en la revista Science que los primeros miembros del género Homo, las dos líneas que poblaron África y Asia simultáneamente durante miles de años (Homo habilis y Homo erectus), pertenecían en realidad a la misma especie. Para comprender el bombazo que la noticia supone para la paleontología hace falta tomar un poco de perspectiva.

Desde hace más de un siglo los paleontólogos intentan recomponer el puzle de la evolución humana con los fósiles que van encontrando. Desde el descubrimiento de Mary y Louis Leakey en los años 60 en la garganta de Olduvai, en Tanzania, se tenía más o menos claro que Homo habilis pobló África durante miles de años y convivió con otras especies como Homo erectus, que se movió paralelamente por Asia y tenía características diferentes, y Homo ergaster, que se consideraba por algunos como una suerte de paso intermedio entre poblaciones.Pero en el año 1991, a unos 85 km al sudoeste de Tiblisi, la capital de Georgia, aparecieron cerca de una iglesia bizantina los restos fósiles de una mandíbula que pasaría a ser considerada como el resto de un humano más antiguo hallado fuera de África.

En los siguientes años, los hallazgos se fueron sucediendo en este yacimiento de Dmanisi y aparecieron nuevos restos atribuidos en principio a Homo ergaster y clasificados más tarde, a falta de referencias, con su propia etiqueta como Homo georgicus. El día de su cumpleaños, el 5 de agosto de 2005, Lordkipanidze encontró en este lugar algo tan raro y primitivo que uno de los miembros del equipo bromeó y pidió que lo volvieran a enterrar. Se trataba del cráneo número 5, un fósil perfectamente conservado que, como se descubrió después, encajaba con una mandíbula hallada en el año 2000 a dos metros de distancia. Estaban ante una pieza única que ofrecía el valor añadido de que estaba junto a otros cuatro cráneos que por la disposición y la datación, habían convivido en épocas parecidas y presumiblemente pertenecieron al mismo grupo.

Historia de cinco cráneos

Durante los últimos ocho años el equipo de Lordkipanidze ha trabajado en el estudio del cráneo 5 y ha llegado el momento de su presentación en sociedad. Sus características ya son los suficientemente llamativas para haber ocupado grandes titulares: posee una capacidad craneal sorprendentemente pequeña (546 centímetros cúbicos), el rostro alargado y una mandíbula enorme, características que no habían sido observadas juntas en ningún fósil de Homo hasta ahora y que recuerdan incluso a los australopitecos más primitivos. En otras palabras, es un bicho raro. Pero es que el grupo de los cinco individuos encontrados en Dmanisi era en sí bastante raro. Los datos apuntan a que vivieron en la misma época y forman parte de lo que los científicos llaman un paleodeme. Se cree que los cráneos pertenecieron a un macho que había perdido los dientes, a otros dos machos maduros, una hembra joven y un adolescente con sexo sin determinar.

Algunas especulaciones apuntan a que se trataba de un grupo familiar que se vio sorprendido por una erupción y murieron asfixiados por las cenizas volcánicas, pero esto es ir demasiado lejos. Lo importante es que morfológicamente también presentaban una gran diversidad entre ellos y unos recordaban al africano Homo habilis, mientras que otros presentaban rasgos más típicos del asiático Homo erectus o el Homo rudolfensis.

A pesar de las diferencias, un análisis de los cráneos mediante métodos de escaneo en 3D demostró que los cinco individuos no presentaban en realidad más variedad que la que se puede encontrar en un grupo de cinco individuos humanos o cinco chimpancés. El equipo concluyó que se trataba en realidad de la misma especie pero no sabían a qué especie en concreto asignarlos. Por otro lado, el cráneo número 5 estaba justo en el medio: la mandíbula recordaba a Homo habilis y el arco superciliar a Homo erectus. Llamarle Homo erectus ergaster georgicus no parecía una opción así que, ¿cómo clasificarlo?

Vídeo: así se extrajo el cráneo número 5 de Dmanisi

El equipo de Marcia Ponce de León, coautor del estudio, realizó entonces un análisis de los cráneos que indicó que tenían rasgos de las tres especies de Homo antes citadas, hasta el punto de que si hubieran sido encontradas en lugares geográficos distantes, afirma Ponce de León, podrían haber sido clasificadas como cualquiera de las tres. Y en este punto fue cuando a Lordkipanidze y los suyos se les encendió la bombillita: ¿y si lo que ha ocurrido con el registro fósil de los primeros humanos es una reproducción a escala de lo que ocurre en Dmanisi? ¿Y si los fósiles son distintos entre sí pero son todos miembros de la misma especie?.

La conclusión del trabajo publicado en Science es que existen evidencias para pensar que hubo una gran variedad morfológica entre los primeros especímenes de Homo pero que unos y otros- los hallados en África y Asia - pertenecen a un mismo linaje. De acuerdo con estas conclusiones, el equipo de Lordkipanidze propone agruparlos a todos bajo el paraguas de Homo erectus y dejar por el camino clasificaciones como Homo habilis (que ya había sido cuestionada) y el provisional Homo georgicus. “Después de Dmnisi”, asegura el investigador, “estamos reconsiderando de alguna manera qué es el Homo erectus y cuáles son los nombres que podemos utilizar”.

Una conmoción en la fuerza

Una hipótesis como ésta provocará en la comunidad científica un debate sembrado de polémica. José María Bermúdez de Castro, coordinador del CENIEH y uno de los autores de los principales hallazgos en Atapuerca, no tiene reparos en admitir sus dudas sobre las conclusiones del estudio. “Creo que una parte de la comunidad internacional va a reaccionar de una manera muy contraria”, explica a lainformacion.com, “porque los autores del artículo han atravesado una barrera peligrosa: una cosa es dar una hipótesis y otra querer abarcar y llegar a conclusiones que salen de su yacimiento”. Bermúdez de Castro conoce de primera mano el material hallado en Dmanisi y ha tenido oportunidad de visitarlo en tres ocasiones. En su opinión, sacar conclusiones sobre los restos hallados en África y en otros lugares a partir del grupo de Georgia es ir demasiado lejos. “Han extendido sus conclusiones más allá de lo que me parece razonable”, apunta. “Sobre el argumento de que los cinco cráneos pertenecen a la misma época”, explica, “hay algún investigador que opina que no es así y hay datos para pensar que pueden ser de épocas diferentes”.

Por otro lado, las diferencias entre un cráneo de Homo habilis y el cráneo número 5 son tan notables que no encajan con el hallazgo anunciado. “Si los pusiéramos uno al lado del otro”, insiste Bermúdez de Castro, “nos quedaría asombrados. El número 5 tiene un neurocráneo muy pequeño y una cara descomunal, muy grande, con unos dientes enormes, mientras que Homo habilis tiene una reducción dental importante y un aparato masticador mucho más proporcionado con su cráneo”. Si uno coge los restos de humanos actuales de cualquier raza o parte del mundo, en cambio, no habrá duda de que se trata de Homo sapiens. No son las únicas objeciones. A su parecer, la capacidad craneal del nuevo fósil no está suficientemente explicada, y el dimorfismo sexual – la diferencia de tamaño entre machos y hembras- encontrado en estos primeros humanos debería parecerse más a la nuestra (poco pronunciado) que a la de los gorilas, por poner un ejemplo."

Estos fósiles son los que son, lo que siempre han sido", asegura el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución. "Meter todo en el mismo saco me parece que es estirar demasiado el chicle". A falta de conocer los detalles, a Arsuaga le parece muy arriesgado incluir fósiles tan diferentes en la misma 'cajita'. "Yo no utilizaría un nombre específico para fósiles que a lo mejor se diferencian en un millón y medio de años, que es mucho tiempo", explica a lainformacion.com.Para Arsuaga lo interesante no es el debate sobre las etiquetas, los nombres con los que se conocerá a los fósiles, sino el debate de fondo: si la evolución fue más lineal o más ramificada. "Lo interesante es la morfología", insiste, " y lo que es real y sabemos hasta ahora es que los fósiles de Dmanisi se parecen a los Homo habilis, como muestran los 546 cm3 del cráneo 5, pero meter ahí a especies posteriores en el tiempo como ergaster y erectus me parece un poco extremo. No es descabellado que Homo habilis y georgicus sean la misma especie o dos variables geográficas", concluye, "lo que está por ver es si los cráneos grandes como el 'niño de Turkana' caben ahí".

Antonio Rosas, paleontólogo del CSIC, participó junto a Bermúdez de Castro en uno de los primeros trabajos sobre los cráneos de Dminisi y tiene menos reservas sobre el nuevo anuncio. “Lo que viene a plantear el estudio”, resume, “es que en estos primeros humanos hay una diversidad como la que encontramos dentro de las poblaciones de chimpancé, solo que a estas variedades les llamamos chimpancés sin más y en los humanos les ponemos varios nombres”. En su opinión el estudio está muy bien hecho, pero se puede discrepar en las conclusiones. Rosas también prevé que habrá muchas contestaciones porque el debate sobre si hay una sola especie o son varias lleva años sobre la mesa, aunque los fósiles hallados en Georgia ofrecerán una ocasión única para intentar aclararlo. “Lo más importante”, concluye, “es la puesta en escena del cráneo número 5, porque con ese elemento podremos jugar y estudiar el asunto durante muchos años. Y quizá pueda llegarse a una conclusión en la que quepan las dos interpretaciones”.

Referencia: A Complete Skull from Dmanisi, Georgia, and the Evolutionary Biology of Early Homo doi/10.1126/science.1238484 David Lordkipanidze et al. (Science)

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