La revista “Journal of Archaeological Science: Reports” publica un nuevo artículo sobre el fuego de Cueva Negra

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Foto: Sara Rhodes en Cueva Negra durante la campaña de 2011 (Foto: Miguel Martínez)

Sara Rhodes, del Departamento de Antropología de la Universidad de Toronto, en Canadá, y colaboradora del Equipo de Investigación tanto en Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, en Caravaca de la Cruz, como en Sima de las Palomas del Cabezo Gordo, de Torre-Pacheco, es la autora principal de un nuevo artículo titulado “Fire in the Early Palaeolithic: Evidence from burnt small mammal bones at Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, Murcia, Spain”.

El artículo, disponible online desde el pasado 27 de agosto en la revista “Journal of Archaeological Science: Reports“, está firmado además de Sara Rhodes, por M.J.Walker, A. López-Jiménez, M.V. López-Martínez y M. Haber-Uriarte, miembros de MUPANTQUAT, así como por Y. Fernández-Jalvo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), de Madrid y por M. Chazan, también de la Universidad de Toronto.

El desarrollo de la pirotecnología es un sello distintivo de la historia humana, proporcionando a nuestros antepasados calor, seguridad y la posibilidad de cocinar alimentos. La evidencia de la utilización del fuego antes de hace 400.000 años sigue siendo polémica debido, en gran parte, a la naturaleza frágil, tafonómicamente hablando, del carbón y las cenizas. Como tal, es imperativo para el estudio de fuegos prehistóricos que desarrollemos técnicas y metodologías para identificar su uso antropogénico a partir de materiales más robustos.

Se ha aplicado una nueva metodología descrita por Yolanda Fernández-Jalvo y Margaret D. Avery (2015), basada la tafonomía de los pequeños mamíferos para identificar eventos de alta intensidad de fuego de un pasado lejano. Así, cuando aplicamos este método a los conjuntos de Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, reconocimos una relación espacial entre restos de micromamíferos altamente modificados por el calor y una capa característica, previamente descrita, de sedimentos térmicamente alterados y y ricos en carbonatos, los cuales incluyen cuarzo fracturado por el calor y huesos calcinado (las características del fuego).

La proporción de muestras muy modificadas térmicamente (muestras carbonizadas y/o calcinadas) identificadas en el contexto estratigráfico asociados con las señales de fuego, resultó estadísticamente significativa (x2 = 169,18, p b 0,001) en comparación con la proporción de manera similar de especímenes modificados de depósitos superficiales (dentro de otras capas estratigráficas). El grado de decoloración visto en los micromamíferos se mantiene dentro de las señales de fuego y se ha vinculado a temperaturas superiores a 600 ° C (Shipman et al., 1984), lo que indica que el fugo documentado pudo tener origen humano. La microscopía electrónica de barrido (SEM-EDS) de muestras de hueso confirma que esta coloración es debida al fuego y no a un tinte mineral postdeposicional. Estos datos confirman la fiabilidad de la metodología, lo que representa una nueva línea de evidencias para identificar eventos de fuego en yacimientos paleolíticos. Por otra parte, los estudios de este tipo muestran la utilidad de incluir Los estudios tafonómicos detallados de los conjuntos de microfauna dentro de los proyectos de investigación multidisciplinar.

Enlace al artículo online:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352409X1630462X

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