Entrevista a Daniel Garrido: "El pasado es un gran rompecabezas, pero cada vez sabemos más sobre la capacidad humana"

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Daniel Garrido, coordinador de la Red de Cuevas Prehistóricas, posa en el acceso originario de La Pasiega / Luis Palomeque

Se muestra partidario de «integrar las nuevas tecnologías como una herramienta que se debe utilizar de enlace entre el pasado (la prehistoria) y el presente». Daniel Garrido Pimentel, coordinador de la Red de Cuevas Prehistóricas y Centros Culturales de Cantabria/Cuevas del Monte Castillo, acaba de recibir el Premio Extraordinario de la Universidad de Salamanca por su tesis doctoral ensalzada por su «calidad excepcional y el gran impacto en publicaciones científicas internacionales». Coautor de una guía para redescubrir las grandes cuevas, en breve publicará otra en inglés para darle una mayor difusión internacional. También está implicado en el proyecto Educacuevas, un dosier didáctico y especifico de cada cavidad, adaptado a grupos de Primaria y Secundaria que puede descargarse en la web de cuevas. En perspectiva el historiador proyecta el estudio del arte rupestre de las cuevas de Chufín, Micolón, Los Marranos y Porquerizos, fruto de una colaboración de la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento de Rionansa.

–¿Cómo define la sensación de entrar cada semana a alguna de las cuevas que conforman el patrimonio cántabro?

–Es como si fuese la primera vez, porque siempre se aprende algo nuevo, pese a conocerlas con detalle. En ellas, parece como si el tiempo se hubiese detenido en el momento en el que fueron decoradas.

–Del estudio a la experiencia in situ, del trabajo de campo a la escritura. En ese puente entre la investigación y la vivencia, ¿acaban por diferenciarse el admirador y el estudioso?

–Es muy difícil diferenciar. Es inevitable analizar una pintura o grabado cuando se está delante de ella, incluso cuando se está mostrando a terceros, suelo hacer alguna reflexión en voz alta. La búsqueda de respuestas es innata en el investigador, en mi caso por inquietud personal y un carácter vocacional.

–Para el profano, ¿cómo explica la esencia teórica de su premiada tesis?

–Cuando comencé la tesis doctoral, estudiaba las técnicas aplicadas en el Paleolítico superior para decorar los útiles. Sin embargo, el estudio quedaba limitado a su decoración. En este sentido, se amplió el objeto de análisis a la confección de cada uno de los objetos, efectuando una nueva clasificación del utillaje óseo y reproduciendo las técnicas aplicadas en cada herramienta, utilizándolas e incluso, reparándolas cuando era necesario. Las marcas perpetradas en la superficie, durante la experimentación, fueron comparadas con las marcas existentes en las superficies del material arqueológico, conociendo de este modo cómo fueron realizadas y para qué fueron utilizadas. Si la decoración de los objetos tiene una finalidad funcional, decorativa o incluso, ambas. En la actualidad, este método viene aplicándose en los estudios sobre industria ósea.

–¿En qué medida supone una aportación dentro del campo de las publicaciones científicas internacionales?

–Permite un acercamiento a los hábitos tecnológicos de las poblaciones que habitaron la Cornisa Cantábrica, entre los 40.000 y 10.000 años de antigüedad. Con unos resultados de impacto destacables. Se trata de una materia de estudio escasamente desarrollada.

–¿Hay muchas connotaciones desconocidas tras esa finalidad en la decoración de los útiles?

–En ocasiones son hipótesis difíciles de demostrar desde un punto de vista empírico. Las connotaciones sobre el arte que observamos en una cavidad, no son las mismas que las existentes en los objetos decorados de ámbito cotidiano. En estos últimos, a veces resulta difícil discernir entre lo técnico y lo decorativo. Por ejemplo, en cuanto a las azagayas utilizadas como puntas de proyectil, su decoración no figurativa se ha justificado tradicionalmente por su efímera vida funcional. A través del estudio se ha comprobado un uso más prolongado en este tipo de útiles.

–Realmente conocemos mucho de quienes habitaron las cuevas o sólo una mínima parte como sucede en otros muchos terrenos?

–Cada vez sabemos más sobre los grupos humanos que habitaron las cuevas, sustentado por el avance imparable de la investigación. Pese a ello, aún nos queda mucho por descubrir e incluso desmentir. Hace tan sólo tres años conocimos la noticia de que un pequeño porcentaje de nuestros genes es Neandertal. Con anterioridad a 2014 este hecho era impensable, al ser considerados –sapiens y neandertales– dos especies diferentes.

–Al margen de la magia y las sensaciones personales, ¿qué nos dice una cavidad paleolítica?

–Es una pieza esencial para comprender el estado de la evolución actual. El inicio de la decoración de las paredes de las cuevas, hace al menos 41.000 años, es consecuencia de un cambio producido en nuestra capacidad de abstracción, nunca antes evidenciada. Los animales, signos y manos, que decoran las paredes de las cuevas son ejemplo de la necesidad de transmitir ideas, pensamientos, reflexiones e inquietudes, de aquellas poblaciones. Esta capacidad de abstracción propia del ser humano es la que nos permite estar en continua evolución. Sin lugar a dudas, es un hecho trascendental.

–Se dice eso de luz sobre el pasado..., pero ¿seguimos a tientas?

–La continua integración de nuevos métodos de estudio, apoyados en el avance de las nuevas tecnologías, permite arrojar luz en el campo de la investigación arqueológica. En 2015 se tomaron varias muestras de los discos rojos, datados en al menos 41.000 años de antigüedad, en la cueva de El Castillo. Si tenemos en cuenta el conocimiento sobre la prehistoria europea, cuando se comenzaron a realizar los primeros estudios a mediados del XIX, y las nuevas vías de estudio aplicadas en la actualidad, se ha avanzado considerablemente, aunque será difícil llegar a conocer un pasado tan lejano en el tiempo con total claridad.

–Los Neandertales usaban ‘aspirina’. A este paso, ¿eso que llamamos evolución es un espejismo?

–Es evidente que el estudio de la Prehistoria es un gran rompecabezas, cuyas piezas se van encajando a medida que se obtienen nuevos hallazgos. Cada vez sabemos más sobre la capacidad humana y sorprende que seamos tan parecidos, pese haber transcurrido tanto tiempo.

–Las cuevas cántabras, por trascendencia y dimensión, ¿cobijan, ocultan, esconden señales de una revolución?

–En 2012, la revista Nature publicó en portada las fechas obtenidas en varias cuevas cántabras. La fecha más antigua procede de una pintura de El Castillo, datada en al menos, 41.000 años de antigüedad. Este dato abre una nueva vía de estudio sobre la autoría de dicha pintura. Desde entonces los estudios puntuales que hemos realizado en esta cavidad pretenden asentar, a diferencia de lo que se pensaba hace unos pocos años, o desechar si los Neandertales son los autores.

–Si tuviera que trazar una radiografía de la cueva perfecta, ¿qué destacaría?

–Aquella que ha sido decorada en una secuencia cronológica concreta y cuyo suelo se halla inalterado. Con una connotación intencional en la orientación y distribución intencional de las figuras, técnicas y temáticas aplicadas, así como la secuencia temporal en las que fueron realizadas. Cuevas como Covalanas o Las Chimeneas son idóneas. Pese a desconocer el significado del arte paleolítico, se aprecia la intencionalidad en el reparto de su conjunto rupestre y visualización del mismo durante el tránsito por la cavidad.

–Covalanas, El Pendo, El Castillo, Las Monedas, Chufín, Cullalvera... ¿Aún son posible nuevos ‘templos’?

–Por supuesto. En Cantabria existen numerosas cavidades cegadas o espacios sin explorar. El hallazgo de nuevos conjuntos rupestres, permitirá ampliar el marco de estudio. Un caso significativo es La Garma y el caso más reciente lo tenemos con cueva Aúrea, recientemente descubierta.

–¿Las cuevas cántabras no deberían estar ‘abiertas’, a modo de asignatura obligada, a los colegios?

–Cada vez son más los colegios interesados en visitar las cuevas. La visita suele realizarse como complemento cuando se trabaja sobre esta materia en las aulas. Por capacidad, visitan normalmente las cuevas del Monte Castillo, seguido de El Pendo y Cullalvera. Acuden no sólo escolares de Cantabria, sino también de otras comunidades y países, especialmente franceses e ingleses. Es una suerte que los colegios tengan tan cerca y a su disposición este recurso por lo que no deberían desaprovecharlo.

–¿Existe hoy sensibilidad social y cultural sobre el patrimonio?

–En general, sí. Las medidas preventivas y la problemática en torno a la conservación de Altamira, han promovido la sensibilización de este frágil patrimonio. Además, existe un mayor interés por el arte rupestre paleolítico. En los últimos años se ha incrementado el turismo arqueológico que demanda cuevas, sobre todo dentro del ámbito internacional.

–¿Se ha aprovechado la ‘marca’ Altamira?

–Las cuevas prehistóricas de Cantabria siempre estarán ligadas a Altamira y viceversa. De hecho, la justificación para la declaración de nueve cuevas cántabras es una ampliación a la declaración de Altamira como Patrimonio de la Humanidad. Existe una estrecha y continua colaboración entre ambas instituciones.



–¿Considera que deben abrirse y cerrarse más cuevas?

–La oferta actual de cuevas con arte rupestre paleolítico en Cantabria es excepcional y suficiente para conocer nuestro patrimonio subterráneo. Covalanas, El Pendo, Hornos de la Peña, El Castillo, Las Monedas y Chufín están, además, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco a las que se suman Las Chimeneas y La Pasiega. Estas dos últimas abiertas al público desde 2013 con un régimen de visitas muy reducido. A través del Plan de Dinamización del Arte Rupestre, se realizarán espeleopaseos de 1.200 metros de recorrido por el interior de Cullalvera para conocer su conjunto rupestre.

–¿Cómo valora el nuevo Mupac por ubicación y proyecto?

–Positivamente, pues es uno de los ejes culturales de Santander: entre el Museo Marítimo y el Palacio de Festivales. La ampliación de su espacio museográfico permitirá ampliar su exposición y convertir definitivamente al Museo de Prehistoria de Cantabria en un referente internacional.

–¿Qué opina del Plan Estratégico de Dinamización del Arte Rupestre?

–Para su desarrollo se está colaborando activamente con los distintos ayuntamientos. Este proyecto permitirá dar una mayor difusión y enfoque internacional a nuestro patrimonio. En definitiva, aúna la voluntad de fomentar, de manera planificada, una oferta con personalidad propia, actualizada para limar necesidades que surgen con los nuevos tiempos.

–¿Con el patrimonio que posee Cantabria no cree que otros países y comunidades ya habrían adoptado medidas de gestión más eficaces?

–En 2013, 71.083 personas visitaron la red de cuevas, ascendiendo a 95.765 en 2016. El cupo máximo de personas establecido por sesión y día en las cuevas no permite ampliar los visitantes. Sin embargo, el turismo de cuevas se ha desestacionalizado progresivamente a través de las iniciativas desarrolladas en los últimos años. Ahora es momento de actualizar las infraestructuras y dotar al entorno de las cuevas de nuevos servicios. El Centro de Puente Viesgo no sólo actuará como efecto llamada, sino también permitirá atender a todas aquellas personas que durante los periodos de mayor afluencia a las cuevas y no pueden acceder por conservación. En comparación con las comunidades vecinas, la gestión que desempeña Cantabria es un referente.

–Enuncie las medidas que pondría en marcha en torno a las cuevas, su gestión y proyección.

–La gestión debe cimentarse sobre tres pilares fundamentales: la investigación, la educación y la difusión. Y como medidas: integrar las nuevas tendencias sociales de consumo en el ámbito cultural. Las visitas virtuales de las cuevas que actualmente se encuentran cerradas al público por conservación es una medida a desarrollar en este sentido. Buscar la interrelación con otros sectores culturales que permitan crear una imagen de conjunto. Reforzar la creación de una imagen de marca de nuestra comunidad. El arte prehistórico, en este sentido, es una parte importante de la identidad cántabra. Elaborar espacios que permitan el desarrollo de un ocio cultural. Y desarrollar un centro que potencie la documentación, estudio y conservación del arte rupestre paleolítico y aúne eventos del ámbito científico y divulgativo.

Fuente: eldiariomontañes.es | 12 de marzo de 2017

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