Un arqueólogo español entre los magníficos guerreros de Xian

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Marcos Martinón-Torres, junto a los guerrreros. M. V. L.

Las armas encontradas junto a esos gigantes de arcilla son reales y letales. Las lanzas, espadas y puntas de flecha aún pueden cortar si se las toca sin cuidado. Un estado de conservación que ha chocado a los expertos desde el primer momento, y que aún no ha sido posible explicar con certeza.
“Los bronces prehistóricos tienen ese color verdoso de la corrosión, están porosos… Sin embargo, aquí la mayoría de las armas (lanzas, espadas y puntas de flecha) todavía brillan, todavía están afiladas” como si no hubieran pasado dos milenios por ellas, explica Martinón-Torres en una visita de estudio a las excavaciones en Xian. Como catedrático del Instituto de Arqueología del University College de ..., codirige un proyecto de colaboración interdisciplinar con el museo del mausoleo y lleva más de una década estudiando estos guerreros.


El uso de cromo para evitar la corrosión es algo que se descubrió en Occidente en los años veinte del siglo pasado. Pero para sorpresa de los arqueólogos, los análisis iniciales inmediatamente después del descubrimiento, luego confirmados, mostraron la presencia de cromo en las hojas de esas armas.
“El tratamiento con cromo para prevenir la corrosión es un proceso que se hace en la actualidad. Es un proceso que se creía haber descubierto en los años veinte y que quizá los artesanos chinos ya realizaban sobre sus armas” con siglos de adelanto, explica el experto español. Tras un intenso trabajo, adelanta, “estamos a punto de concluir si esto es así, verificar si hay cromo, si ese cromo es deliberado y si ese es el motivo por el cual las armas están tan bien conservadas. En los próximos meses esperamos tener una respuesta un poco más definitiva y que nos permita resolver ese misterio”.

Será un nuevo avance en una cadena de hallazgos relacionados con los guerreros que no parece tener fin. “Siempre hay cosas nuevas”, explica Martinón-Torres, “objetos nuevos y descubrimientos que no nos esperábamos”.


Es una opinión que comparte Shen Maosheng, el director general de las excavaciones, que cita entre sus hallazgos predilectos “una matriz para producir botones”. “Es muy pequeña y no está hecha de oro ni de plata, pero para nosotros es un objeto muy importante”.

El equipo ya había logrado notables descubrimientos. Pudo determinar que, en lugar de una enorme cadena de montaje, los miles de guerreros se fabricaron en numerosas unidades de produ..., en pequeños talleres y en diferentes emplazamientos. Cada taller confeccionaba cada elemento de la escultura -piernas, cuerpo, cabeza-, que personalizaba mediante sellos de marca, cambios en la expresión facial o el peinado. Cada estatua es diferente de las demás.

Algunos expertos han conjeturado con la posibilidad de que hubiera influencia griega en estas esculturas. Un grupo de acróbatas muestra una musculatura que puede evocar un estilo helenístico. “El que haya influencias entre el este y el oeste no debería de sorprendernos… lo raro sería que no las hubiese”, matiza el experto orensano, dado que el mundo griego tras Alejandro Magno llegaba a lo que hoy son partes de India o China. Es posible, concede, que algún artesano de territorios helenísticos llegara a Xian. “Pero no podemos caricaturizar la historia y pensar que vino un artesano de Atenas. Aquí hay muchos elementos de la tecnología y la artesanía que son claramente locales”, puntualiza.


Más de 7.000 guerreros

Hasta el momento, se han localizado más de 7.000 guerreros, de los que se han excavado apenas unos 1.500, y decenas de caballos. Pero el potencial es enorme. El terreno del mausoleo es de unos 100 kilómetros cuadrados -más de 70 veces el jardín del Retiro-, explica Martinón-Torres, de los que solo se han excavado unos 400 metros cuadrados, una ínfima parte. Las fuentes históricas hablan de un ejército de un millón de soldados. Shen calcula que hay “unas 180 fosas”, y quizás cerca de 8.000 estatuas de caballos.

Y es posible que haya figuras de otro tipo. El túmulo principal, donde se encuentra la tumba del Emperador Amarillo, oculta bajo tierra una pirámide de 51 metros de altura. Dentro de ella, a su vez, los expertos han podido determinar la existencia de muros, y quizá unos canales, aunque sin la posibilidad de excavar -está prohibido por temor a arruinar los posibles hallazgos- es imposible determinar exactamente qué hay ahí dentro.

El historiador Sima Qian apuntaba, ya un siglo después, que la tumba contenía gemas maravillosas e incluso ríos de mercurio en perpetuo movimiento. Los análisis arrojan una alta concentración de este elemento, algo que echa a volar la imaginación. “Es sugerente”, admite Martinón-Torres, aunque llama al escepticismo. “También tienes mercurio en el cinabrio, que es el pigmento rojo que en la China del periodo se utilizaba para pintar muchas cosas”.


Fuente: elpais.com | 21 de mayo de 2017

Anónimo

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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