Arqueólogos revelan que la antigua ciudad de Jericó tuvo intensos contactos con el Imperio Egipcio

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Objetos funerarios encontrados dentro de la tumba de una joven noble incluyen joyas de bronce, un collar de cuentas y una jarra bruñida, a la izquierda, que alguna vez pudo contener perfume. FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE SAPIENZA UNIVERSITA DI ROMA

La ciudad de Jericó era rica y estuvo bien conectada mucho antes de que sus muros cayeran en un ataque que se ha asociado con un pasaje conocido de la Biblia.

Un equipo palestino-italiano ha estado realizando excavaciones arqueológicas en el sitio de Tell es-Sultan, a unos 21 kilómetros al noreste de la moderna Jerusalén, en Cisjordania, desde 1997. Durante su última temporada de excavación, el equipo ha hecho un descubrimiento importante en un hogar ocupado hace unos 5.000 años: cinco conchas de nácar, apiladas una encima de la otra, que solo podían provenir del Nilo.

Una vista aérea de Tell es-Sultan (antigua Jericó) en Cisjordania. La gente comenzó a establecerse aquí hace 12.000 años. FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE SAPIENZA UNIVERSITA DI ROMA.

Dos de las conchas aún contenían residuos de una sustancia oscura, que un análisis de laboratorio ha identificado como óxido de manganeso. Ese mineral en polvo era el componente principal de un cosmético conocido como kohl, utilizado para delinear los ojos en la antigüedad.
Los investigadores creen que tal polvo de mineral probablemente provenía de la península del Sinaí, donde se encontraron minas de manganeso que alguna vez fueron explotadas por los antiguos egipcios.

"El descubrimiento confirma la existencia de una estrecha relación comercial, ya en el tercer milenio antes de Cristo, entre la antigua ciudad de Palestina y Egipto", dice el arqueólogo principal, Lorenzo Nigro (izquierda), de la Universidad Sapienza de Roma. "También muestra el surgimiento de una élite local sofisticada en Jericó".

Una antigua y conectada ciudad-oasis
La ciudad de Jericó, situada en lo que hoy es Cisjordania, creció alrededor de un abundante manantial. Ya en 10.500 a.C., la gente comenzó a reunirse en este oasis. Finalmente, establecieron cultivos y animales domesticados.

Al comienzo del III milenio se levantó una ciudad fortificada, y luego el palacio de un gobernante. El recurso más preciado de la ciudad, su suministro constante de agua dulce, la hizo próspera y le permitió comerciar objetos de lujo de otras tierras.

La última temporada de excavación también reveló evidencias de relaciones continuas entre Jericó y Egipto varios siglos más tarde que el cosmético hallado: un entierro único que data alrededor de 1.800 a.C., la época del Imperio Medio de Egipto.

A diferencia de excavaciones anteriores, que han puesto al descubierto grupos de tumbas ostentosas, muy probablemente reales, en un área rodeada por los muros del palacio, el equipo italo-palestino encontró un entierro claramente diferente justo debajo del piso del palacio, una indicación de estatus especial.

El entierro, hace 3.800 años, de una joven aristocrática adornada con joyas de bronce y escarabajos egipcios muestra vínculos de un siglo entre Jericó y Egipto. FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE SAPIENZA UNIVERSITA DI ROMA.

Esta elitista cámara funeraria albergaba los restos de dos personas: una niña de nueve o diez años adornada con joyas y una mujer adulta que presumiblemente era una asistente. Los huesos de dos animales jóvenes sacrificados -una gacela y una cabra-, así como seis vasijas de cerámica, también fueron sacados a la luz por los arqueólogos.

El recipiente más interesante era una pequeña jarra negra bruñida que se encontró al lado del cráneo de la niña. Contenía un perfume o una pomada y pudo haberse dejado en este lugar para que la difunta pudiera oler sus dulces aromas durante toda la eternidad.

Los ornamentos de la joven aristócrata incluían dos pares de aretes de bronce, un brazalete de bronce, un alfiler de bronce en el hombro izquierdo -el cual probablemente servía para cerrar su túnica-, un collar de cuentas con un conjunto de cornalinas engarzadas entre pares de cristales de roca, así como un anillo-sello de bronce con un tipo local de escarabajo inscrito con signos de protección.

El escarabajo egipcio encontrado en el cofre de la niña representa a un león agazapado y el sol que se levanta sobre una colina. FOTOGRAFÍA CORTESÍA DE SAPIENZA UNIVERSITA DI ROMA.

Un segundo escarabajo de piedra, que descansaba sobre el pecho de la niña, llevaba jeroglíficos que atestiguan la influencia cultural de Egipto entre las élites de Jericó.

Dos signos en el escarabajo, 'dj' y 'mr', representan un conocido título egipcio: "Administrador de canales". Remontándonos al Imperio Antiguo de Egipto (2.575-2.150 a.C.), el título pudo haber sido apropiado por los gobernantes de Jericó unos tres siglos más tarde. El título habría sido especialmente apropiado en esta ciudad, donde sus gentes habían aprendido a aprovechar el poder agrícola del agua -y beneficiarse enormemente de ello-, tal como también los antiguos egipcios lo habían hecho.
Dos signos más sobre el escarabajo, un león agazapado y un sol que se eleva sobre una colina, representan 'rw' y 'ha', que forman el nombre Rwha o Ruha. Ningún nombre personal como éste ha sido identificado entre los egipcios o la población cananea local, dice Nigro, pero bien pudo haber sido el antiguo nombre de Jericó. Si ese es el caso, esta joven de la realeza probablemente fue sepultada con un escarabajo que llevaba el título de gobernante de la ciudad.

El final de esta próspera fase internacional de Jericó llegó alrededor del año 1.550 a.C., cuando un violento ataque redujo la ciudad a un montón de ruinas humeantes. La ciudad no se reconstruiría hasta varios siglos después, y su destrucción fue tan virulenta que se incrustó en la memoria colectiva de los pueblos cananeos, resonando en la narración bíblica de Josué y su destrucción de la ciudad según el mandato de Dios.

Fuente: National Geographic | 19 de diciembre

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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