Los jinetes de Asia Central ya jugaban con pelotas hace 3.000 años

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Las pelotas de cuero encontradas en el cementerio de Yanghai son pequeñas, miden entre 7,4 y 9,2 cm de diámetro. (Journal of Archaeological Science: Reports).

Fútbol, balonmano, baloncesto, futbol sala, waterpolo, voleibol, tenis, polo…, todos estos deportes tienen un denominador común. Y no, no se trata del esfuerzo, la competitividad, el juego en equipo, los valores o cualquier otro de los grandes beneficios asociados a la práctica deportiva. La piedra angular que comparten todas y cada una de estas actividades es el balón.

Los juegos de pelota mueven actualmente millones en todo el mundo. Millones de jugadores, de aficionados y de billetes. Este entretenimiento masivo, y todas las oportunidades de negocio que se derivan, empezaron a germinar en Egipto hace unos 4.500 años, cuando se desarrollaron unas bolas hechas de lino.

Escena de polo de la tumba de Li Yong, dinastía Tang (618-907 CE), condado de Fuping, provincia de Shaanxi, China. Crédito de la imagen: P. Wertmann.

También en Centroamérica jugaban con balones de goma en monumentales canchas de piedra desde hace al menos 3.700 años, como se encargaron de inmortalizar a través de murales. ¿Y en Europa y Asia? Hasta ahora se creía que fueron los griegos los que comenzaron a practicar juegos con pelotas hace unos 2.500 años. En China, este tipo de actividades habrían aparecido unos 300 años después.

Los descubrimientos realizados por los arqueólogos de la Universidad de Zúrich, sin embargo, van a reescribir la historia conocida. Examinando con detalle tres bolas de cuero encontradas en unas tumbas del antiguo cementerio de Yanghai, a unos 43 kilómetros al sureste de la moderna ciudad de Turfan, en el noroeste de China, los investigadores han determinado que tienen una antigüedad de entre 2.900 y 3.200 años.

”Esto hace que tales pelotas sean unos cinco siglos más antiguas que las bolas y las representaciones de juegos de balón (de las que se tenía constancia) en Eurasia”, dice Patrick Wertmann (izquierda), autor principal del artículo publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.

La información arqueológica recogida no es aún suficiente para determinar cómo se jugaba con esos esféricos que miden entre 7,4 y 9,2 centímetros de diámetro. “Aunque es probable su uso en deportes de equipo y de portería, no se puede confirmar un juego similar al hockey, el golf o el polo, porque no se encontraron palos adecuados en asociación directa con las pelotas”, escriben los investigadores en el estudio.

En las primeras ilustraciones de Grecia aparecen jugadores de balón corriendo, mientras que las representaciones de China muestran a los jinetes usando palos. En Yanghai también se encontraron palos de madera curvos parecidos a los chinos, aunque los arqueólogos no pudieron conectarlos directamente con los esféricos hallados. Además, están fechados en un período más reciente.

El área cercana a la ciudad de Turfan en el noroeste de China. Crédito: UZH.

“Por lo tanto, estas pelotas de cuero parece que no están relacionadas con las primeras formas de hockey sobre césped o polo, aunque dos de los esféricos se encontraron en las tumbas de jinetes”, indica Wertmann. “Dado que los juegos de pelota desde la antigüedad se consideraban una excelente forma de ejercicio físico y entrenamiento militar, sugerimos que las bolas aparecieron en la región al mismo tiempo que la equitación, justo cuando la guerra a caballo comenzaba a extenderse en la parte oriental de Asia Central”, añade.

En una de las tumbas de los jinetes se encontraron los restos conservados de un arco compuesto y un pantalón que fueron confeccionados en la zona y que se encuentran entre los más antiguos del mundo.

“Ambos son signos de una nueva era de la equitación que coincidía con la guerra ecuestre y una serie de transformaciones sociales fundamentales que acompañaron los crecientes cambios ambientales y una creciente movilidad en una región que fue centro de innovación dentro de Eurasia hace varios milenios”, concluyen los investigadores.

Fuente: La Vanguardia

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