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Descubren en la remota isla de Flores (Indonesia) un homínido más bajo que el 'hobbit': medía un metro y vivió hace 700.000 años

El fragmento de húmero excavado en 2013 y ahora reconocido como perteneciente a un antepasado de 'Homo floresiensis'. Yousuke Kaifu

Fue apodado hobbit por su baja estatura, de poco más de un metro. El hallazgo hace 20 años en la isla indonesia de Flores de una especie extinta del género Homo bautizada como Homo floresiensis fue uno de los descubrimientos paleontológicos más importantes de la historia de la evolución humana.

Conocido como el hombre de Flores, al principio se pensó que tenía 18.000 años de antigüedad y se habría extinguido hace 12.000 años, pero estudios posteriores estimaron que probablemente este homínido de unos 25 kilos de peso tenía unos 60.000 años y se extinguió hace 50.000 años, coincidiendo con la expansión en esa zona del Homo sapiens, nuestra especie.

Sin embargo, sigue abierto el debate científico sobre el origen del hobbit, encontrado en los yacimientos de Liang Bua de esa remota isla indonesia. Una de las teorías sugiere que se trataba de un descendiente de menor estatura de los primeros Homo erectus que habitaron la zona que actualmente es Asia, y que tenían una talla parecida a la de los humanos modernos. Otra hipótesis sostiene que Homo floresiensis habría sido un superviviente tardío de otro homínido de África más antiguo y anterior al Homo erectus que podría haber sido el Homo habilis (que medía 120 cm aproximadamente) o el Australopithecus afarensis (entre 115 y 138 cm según el sexo), aunque no existen pruebas fósiles que respalden una salida de África tan el temprana de alguna de esas especies.

Posteriormente, un equipo de investigadores encontró también en la isla de Flores, pero en un emplazamiento diferente -el yacimiento al aire libre de Mata Menge, situado a 75 kilómetros de Liang Bua- fósiles de otro homínido mucho más antiguo, de hace 700.000 años, que está ayudando a esclarecer el origen del hobbit, tal y como explican este martes en un artículo publicado en Nature Communications.

Foto: Los restos fósiles hallados en Mata Menge en 2016 (imagen cortesía de of Yousuke Kaifu y Susan Hayes)

Vivió hace unos 700.000 años y los primeros restos, un fragmento de una mandíbula y seis dientes pertenecientes a al menos tres individuos, fueron encontrados hace una década y presentados en 2016. Aunque eran más pequeños que los de Homo floresiensis, al no encontrarse fósiles postcraneales (de una parte diferente al cráneo) no pudieron afirmar que se tratara un homínido de menor estatura.

"En el estudio publicado este martes, sin embargo, describe el hallazgo en Mata Monge de más fósiles entre los que figuran los primeros restos postcraneales de este homínido: un húmero que "no sólo es más corto que el de Homo floresiensis, sino que es el hueso de la parte superior del brazo más pequeño conocido en el registro fósil de homínidos de todo el mundo", tal y como asegura Adam Brumm (izquierda), del Centro Australiano de Investigación sobre la Evolución Humana de la Universidad de Griffith y coautor del artículo.

Un metro de altura

Los análisis por microscopía han revelado que este pequeño húmero, desenterrado en 2013, pertenecía a un adulto. Como cuenta Gerrit van den Bergh (derecha), investigador de la Universidad de Wollongong y coautor del estudio, el fragmento de húmero hallado estaba roto en varias piezas, y al principio no lo identificaron como un hueso de un homínido.

"Cuando vi por primera vez el pequeño húmero, pensé que era un hueso de niño, pero me picó la curiosidad y me sorprendí cuando busqué su etapa de desarrollo", afirma por su parte Yousuke Kaifu (izquierda), de la Universidad de Tokio, que admite que "estimar la edad y la longitud fue difícil".

Basándose en la longitud estimada del hueso (211-220 milímetros), calculan que la estatura de este homínido de hace 700.000 años era de 100 centímetros, lo que suponen seis centímetros menos de la altura estimada para un esqueleto de Homo floresiensis de 60.000 años de antigüedad encontrado en Liang Bua (basándose en la longitud de su fémur estimaron que medía 106 centímetros). Si se compara el mismo hueso, el húmero del Homo floresiensis de Liang Bua medía 243 mm frente a los 211-220 mm del de Mata Menge.

A la izquierda, el fragmento de húmero del individuo de hace 700.000 años comparado con un húmero de 'Homo floresiensis' de hace 60.000 años. Yousuke Kaifu.

"Este rarísimo espécimen confirma nuestra hipótesis de que los antepasados de 'Homo floresiensis' tenían un tamaño corporal extremadamente pequeño; sin embargo, ahora resulta evidente, por las diminutas proporciones de este hueso de una de sus extremidades, que eran aún más pequeños de lo que habíamos pensado", sostiene Brumm en un comunicado de prensa.

Los otros dos dientes encontrados en Mata Menge también son de pequeño tamaño y uno de ellos presenta características que concuerdan con los primeros Homo erectus de Java. Una similitud que no respalda la hipótesis de que Homo floresiensis evolucionara a partir de un tipo de homínido anterior y más primitivo, que nunca se ha encontrado en Indonesia ni en ninguna otra región fuera de África.

Lugares de descubrimiento del 'Homo erectus' javanés y del 'Homo floresiensis'. Las zonas de tierra expuestas por el descenso del nivel del mar durante el periodo glaciar se muestran en gris. / Mapa realizado por Yousuke Kaifu con GeoMapApp.

Con los últimos restos encontrados en el yacimiento de Mata Menge hay ya 10 fósiles pertenecientes a al menos cuatro individuos, entre ellos dos niños. Todos son muy similares anatómicamente al Homo floresiensis encontrado hace 20 años en el yacimiento de Liang Bua y, según apuntan los autores, pueden considerarse una variante más antigua de este homínido. Sin embargo, aunque se trate de un antepasado directo del hobbit, tenía una dentición menos especializada, es decir, dientes más primitivos.

"La historia evolutiva de los homínidos de Flores sigue siendo en gran parte desconocida. Sin embargo, los nuevos fósiles sugieren claramente que comenzó cuando un grupo de los primeros homínidos asiáticos conocidos como 'Homo erectus' quedó aislado en esta remota isla indonesia, hace quizá un millón de años, y sufrió una drástica reducción del tamaño corporal con el paso del tiempo", propone Brumm.

El yacimiento de Mata Mege en 2014. Gerrit van den Bergh.

Según comenta a SINC el arqueólogo y coautor del nuevo trabajo, Gerrit van den Bergh, de la Universidad de Wollongong (Australia), “el yacimiento a cielo abierto de Mata Menge (MM) es muy diferente de la cueva de Liang Bua”.

Explica que “se trata de un lugar situado en una pequeña cuenca –llamada So'a, por la ciudad del mismo nombre– rodeado de montañas, en su mayoría volcanes activos e inactivos, que fue rellenada por una secuencia de sedimentos que abarcó un periodo comprendido entre hace 1,4 millones de años y hace 0,5 millones de años”.

El diminuto hueso del brazo demuestra, según los autores, que la reducción extrema del tamaño corporal se produjo al principio de la historia de los homínidos de Flores a lo largo de un periodo de 300.000 años. La drástica reducción temprana y la posterior estabilidad del tamaño corporal respaldaría que tener un tamaño corporal más pequeño en esta isla aislada era beneficioso para su supervivencia, como ocurre con muchas otras especies que evolucionan hacia un tamaño más pequeño con más frecuencia en las islas (un mecanismo que se conoce como enanismo insular).

Por otro lado, el registro arqueológico muestra que la isla de Flores también estuvo habitada por diminutos estegodontes (una especie de elefante extinto), ratas de diversos tamaños, cocodrilos y dragones de Komodo. Los reptiles depredadores podían alcanzar los tres metros de longitud, pero no eran una amenaza significativa para las poblaciones arcaicas de estos homínidos.

Fuentes: elmundo.es | elpais.com | agenciasinc.es | 6 de agosto de 2024

Reconstruyen las condiciones ambientales y prácticas de cultivos cuando surgió la agricultura en la Europa occidental

Recreación del poblado neolítico de La Draga (Banyoles, Gerona). Autor: Raül Soteras (Instituto Arqueológico Alemán/Universidad de Basilea).

Hace unos 7.000 años, los primeros agricultores del Mediterráneo occidental seleccionaban las tierras más fértiles disponibles, cultivaban variedades de cereales muy parecidas a las actuales y usaban de forma moderada el estiércol de animales domésticos como se hace hoy en día. Estos son algunos de los elementos que caracterizan la expansión de la agricultura durante el Neolítico en Europa occidental, según un artículo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Barcelona (UB).

El trabajo reconstruye las condiciones ambientales, las prácticas en la gestión de los cultivos y las características de los vegetales existentes cuando apareció la agricultura en la Europa occidental, y tiene como referente el yacimiento de la Draga (Banyoles, Gerona), uno de los más significativos y complejos de la península ibérica, además de incluir datos sobre otros 16 yacimientos de los inicios de la agricultura en la región.

Según las conclusiones, en el momento de su aparición en la península ibérica, la agricultura ya había logrado un nivel consolidado en técnicas agrícolas de cultivo de cereales, lo que sugiere una evolución a lo largo de su migración a través de Europa de los métodos y el material genético originario del creciente fértil, la cuna de la revolución neolítica en Oriente Medio.

Arqueólogos en el yacimiento lacustre de la Draga de Banyoles. acn

¿Cuáles eran los principales cultivos en la Draga?

Desde que apareció hace cerca de 12.000 años en los territorios del denominado Creciente Fértil, la agricultura ha transformado la relación con el medio natural y la estructura socioeconómica de las poblaciones humanas. Ahora, el equipo de investigadores ha aplicado técnicas de reconstrucción paleoambiental y arqueobotánica para identificar las condiciones del poblado de la Draga cuando surgió la agricultura. Situado en la orilla oriental del lago de Banyoles, es uno de los asentamientos de agricultores y ganaderos más antiguos del noreste de la península ibérica (5.200-4.800 a. C.), y un testimonio extraordinario de las primeras sociedades agrícolas y ganaderas de la península ibérica. Para darle una dimensión regional al estudio, también se ha examinado datos cerealísticos provenientes de otros yacimientos neolíticos de la Península y del sur de Francia.

"Aunque se trataba de una agricultura pionera, pues se iniciaba en zonas que antes no habían sido cultivadas, las condiciones de cultivo parecen haber sido favorables, posiblemente debido a una elección deliberada por los agricultores de los terrenos más adecuados. Los cultivos no parecen ser demasiado diferentes a las variedades tradicionales que se han ido cultivando en los milenios posteriores”, detalla Josep Lluís Araus (izquierda), primer autor del artículo y catedrático de la Sección de Biología Vegetal del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Biología de la UB y miembro de Agrotecnio, Centro CERCA de Investigación en Agrotecnología.

Araus ha liderado la reconstrucción de las condiciones agronómicas y características de los cultivos a partir del análisis de las muestras recolectadas e identificadas por los arqueobotánicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto Arqueológico Alemán (DAI, Alemania) y la Universidad de Basilea.

Restos de trigo desnudo (Triticum aestivum-durum) del yacimiento de La Draga analizados en el estudio. Izquierda: acumulación de semillas de trigo asociadas a los restos de una cesta (autor: Josep Tarrús i Galter, Museu Arqueològic de la Draga). Derecha: espiga desnuda de trigo (autor: Ferran Antolín (Instituto Arqueológico Alemán/Universidad de Basilea).

"La fuente principal de información para estudiar las prácticas de la agricultura en la prehistoria son los restos arqueobotánicos (semillas y frutos) que encontramos en los depósitos arqueológicos que excavamos. Los restos que se encuentran más frecuentemente son granos de cereal carbonizados. Así, los estudios isotópicos sobre estos restos permiten abrir una línea interpretativa alternativa para caracterizar las prácticas agrícolas pasadas", explica Ferran Antolín (derecha), del Instituto Arqueológico Alemán.

El trigo duro y la adormidera (la amapola) fueron las especies que se cultivaron principalmente en la Draga. “Adicionalmente, aparece también la cebada, aunque siempre en pequeñas cantidades y de forma puntual, algunos restos de escanda menor, trigo farro y trigo Triticum timopheevii. Además, las proporciones entre los cereales durante las fases de ocupación prácticamente no varían”, señala Antolín.

Los restos arqueobotánicos, semillas y frutos, son la fuente principal de información para estudiar las prácticas de la agricultura en la prehistoria. Anna Barberà Berrocal

Tal como explica Juan Pedro Ferrio (izquierda), investigador científico del CSIC en la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD-CSIC), “aunque la domesticación de animales no es el foco del artículo, varias evidencias nos indican que pastaban en los mismos campos de cultivo. Este hecho podría explicar la aportación moderada de abonos orgánicos de origen animal que nos sugiere la composición isotópica de nitrógeno de las semillas de cereales”.

Un clima favorable para las prácticas agrícolas

En la Draga, las buenas condiciones ambientales favorecieron la práctica de la agricultura cuando esta población neolítica se asentó en la orilla del lago de Banyoles. “El estudio isotópico de la madera carbonizada y las semillas de cereales confirma que la disponibilidad de agua en el entorno era mejor que en la actualidad. Estudios arqueobotánicos previos habían evidenciado que en el entorno del yacimiento crecía una vegetación bastante diferente a la que encontramos ahora. El robledal y los bosques de ribera donde abundaban los laureles habrían dominado el entorno, y este tipo de vegetación requiere condiciones climáticas más húmedas que las actuales”, explica la catedrática Raquel Piqué, del Departamento de Prehistoria de la UAB.

Raquel Piqué en el yacimiento de la Draga.

“Estas evidencias de condiciones más húmedas que en la actualidad, y, por tanto, más adecuadas para la agricultura, se podrían extrapolar a otros yacimientos de los inicios de la agricultura en el Mediterráneo occidental”, apunta Josep Lluís Araus. “Es bastante probable que la agricultura no se habría adoptado como respuesta a unas condiciones ambientales negativas —como, por ejemplo, un cambio climático— y la necesidad de asegurar el alimento a la población, sino más bien como una forma de aumentar los recursos y hacerlos más estables comparado con una economía de caza y recolección”.

¿Cómo se expandió la agricultura en la península ibérica?

Comprender los detalles de la explotación del nuevo sistema de subsistencia agrícola es fundamental para entender el proceso más general de cambio económico, cultural y social del Neolítico. "En el caso de la península ibérica, las evidencias arqueobotánicas recogidas en las últimas décadas han sugerido una rápida expansión de la agricultura, con la aparición casi simultánea de las primeras plantas domesticadas en diferentes regiones", detalla Jordi Voltas (izquierda), catedrático de la UdL y la unidad de investigación conjunta CTFC-Agrotecnio. “El nuevo trabajo apuntala los modelos arqueológicos existentes de difusión de las prácticas agrícolas basados fundamentalmente en fenómenos migratorios (difusión démica). En especial, denotan una agricultura consolidada en términos de buenas condiciones agronómicas y características evolucionadas de los cultivos en el momento en que la agricultura llega a la orilla occidental de Europa”.

Hoces y palos de cavar de madera procedentes de La Draga (Banyoles, Gerona). ©Museo Arqueológico de Banyoles. Autor: Salvador Comalat.

Todavía hay un conocimiento limitado de la naturaleza de las prácticas de cultivo en las primeras poblaciones neolíticas. “Estamos hablando de sociedades prehistóricas, que excepto por yacimientos excepcionales como el de la Draga, han dejado unos restos materiales relativamente escasos que solo se pueden estudiar de forma adecuada con trabajos minuciosos a través de sucesivas campañas de excavación. En estos contextos, la ecofisiología de cultivos y todas las metodologías relacionales —isótopos estables, etc.— han sido decisivos para aportar nuevos conocimientos durante las pasadas décadas en el debate científico sobre los orígenes y la difusión de la agricultura. Tal como demuestra este estudio, lo serán también en el futuro”, concluye Josep Lluís Araus.

En el artículo participan también expertos de la Universitat de Lérida (UdL) y la unidad de investigación conjunta CTFC-Agrotecnio, la Universidad de Valencia, la Universidad de Basilea (Suiza) y el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). Las excavaciones en la Draga las coordina el Museo Arqueológico de Banyoles, en el marco de los proyectos cuadrienales de excavaciones arqueológicas del Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña.

Fuente: Universidad Autónoma de Barcelona | 30 de julio de 2030

El hallazgo en el Tíbet de un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano arroja nueva luz sobre esta especie humana

Los investigadores excavaron un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano que vivió en la cueva cárstica de Baishiya, en el Tíbet, hace entre 48.000 y 32.000 años. Crédito. Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Los denisovanos sobrevivieron y prosperaron en la meseta tibetana a gran altitud durante más de 100.000 años, según un nuevo estudio que profundiza en la comprensión científica de estos enigmáticos humanos antiguos identificados por primera vez en 2010.

Los investigadores analizaron miles de fragmentos de huesos de animales desenterrados en la cueva kárstica de Baishiya, a 3.280 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Xiahe, en la provincia china de Gansu, uno de los tres únicos lugares donde se sabe que vivieron estos humanos extintos. Su trabajo reveló que los denisovanos podían cazar, descuartizar y procesar diversos animales grandes y pequeños, tales como rinocerontes lanudos, ovejas azules, yaks salvajes, marmotas y aves.

El equipo de arqueólogos que ha trabajado en la cueva también descubrió un fragmento de costilla en una capa de sedimento que data de hace entre 48.000 y 32.000 años, lo que lo convierte en el más joven de los pocos fósiles denisovanos conocidos, un indicio de que la especie existió más recientemente de lo que los científicos pensaban.

a) Fragmento de costilla perteneciente a un denisovano (denominado Xiahe 2) que vivió en la cueva cárstica de Baishiya hace entre 48.000 y 32.000 años. b) Árbol filogenético para el espécimen Xiahe 2. Crédito: Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Debido a la escasez de pruebas fósiles, los detalles sobre cómo vivían estos antepasados humanos arcaicos han sido escasos. Pero el nuevo estudio publicado en Nature revela que los denisovanos que vivieron en la cueva kárstica de Baishiya eran increíblemente resistentes, pues sobrevivieron en uno de los entornos más extremos de la Tierra durante los periodos más cálidos y fríos, mediante el aprovechamiento al máximo de los diversos recursos animales disponibles en un paisaje de pastizales.

"Sabemos que los denisovanos vivieron y ocuparon la cueva de Baishiya, en la meseta tibetana, durante mucho tiempo, pero lo que realmente queríamos saber, es ¿cómo vivieron allí y cómo se adaptaron al entorno?", explica Dongju Zhang (izquierda), arqueóloga y profesora de la Universidad de Lanzhou (China) al tiempo que coautor del estudio publicado en la revista Nature. "Los denisovanos utilizaron todos los animales que tenían a su disposición, lo que significa que su comportamiento era flexible", añadió Zhang.

"El fragmento de costilla hallado pertenecía a un denisovano que probablemente vivió en una época en la que los humanos modernos se dispersaban por el continente euroasiático", explica Frido Welker (derecha), coautor del estudio y profesor asociado del Grupo de Paleoantropología Biomolecular del Instituto Globe de la Universidad de Copenhague."Futuras investigaciones en el yacimiento y en la región podrán arrojar luz sobre si los dos grupos humanos interactuaron allí, dado que la costilla fósil y la capa de sedimentos se sitúan en un contexto en el que sabemos que en una región más amplia es probable que hubiera humanos modernos, y eso es interesante", afirma.

La mandíbula de Xiahe hallada en 2019. Vista anterior (a), oclusal (b), lateral (c, d) e interna (e) de la muestra. a, b, d, e, son vistas después de la eliminación digital de la matriz de carbonato adherida. La preservación de la región sinfisaria de la mandíbula permite una reconstrucción virtual de los dos lados de la misma. La zona virtual es color gris. La sección sinfisaria y el ángulo infradental-gnatión se muestran en e.

Un rastro de pistas denisovanas

Los denisovanos fueron identificados por primera vez hace poco más de una década en un laboratorio utilizando secuencias de ADN extraídas de un diminuto fragmento de hueso de un dedo. Desde entonces, se han encontrado menos de una docena de fósiles denisovanos en todo el mundo.

La mayoría de ellos se hallaron en la cueva de Denísova, en los montes Altai de Siberia, de donde procede el nombre del grupo. Posteriormente, los análisis genéticos revelaron que los denisovanos, al igual que los neandertales, se habían cruzado con los humanos modernos. Los restos de ADN denisovano hallados en personas actuales sugieren que esta antigua especie probablemente vivió en gran parte de Asia.

Sin embargo, no fue hasta 2019 cuando los investigadores identificaron el primer fósil denisovano fuera de la cueva homónima.

Una mandíbula con dos dientes encontrada por un monje en la cueva kárstica de Baishiya, un lugar sagrado para los budistas tibetanos, databa de hace al menos 160.000 años y contenía una firma molecular denisovana. El descubrimiento de ADN en los sedimentos del yacimiento, publicado un año después, aportó más pruebas de que los denisovanos habían habitado la zona.

La cueva de Baishiya está orientada al sureste y a unos 40 metros por encima del moderno lecho del río Jiangla. Es a la vez una cueva budista famosa a nivel local y un lugar turístico famoso. Foto: Dongju Zhang, Lanzhou University.

En 2022, los científicos identificaron como denisovano un diente desenterrado en una cueva de Laos que pertenecía a una niña que vivió hace al menos 131.000 años, una pista que situaba por primera vez a la especie en el sudeste asiático. Al igual que con la mandíbula de Xiahe, no se pudo extraer ADN del diente, por lo que los investigadores estudiaron en su lugar los restos microscópicos de proteínas, que se conservan mejor que el ADN, aunque son menos informativos.

El reciente estudio publicado en Nature, aludido más arriba, ha examinado también más de 2.500 trozos de huesos de animales recuperados durante las excavaciones en la cueva de Baishiya en 2018 y 2019.

La mayoría de los fragmentos eran demasiado pequeños para ser identificados a simple vista, por lo que los investigadores recurrieron a una técnica relativamente nueva conocida como zooarqueología por espectrometría de masas (ZooMS), que permite a los científicos extraer información valiosa de especímenes que podrían haber sido pasados por alto en el pasado.

Basándose en pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos del colágeno conservado en el interior del hueso, ZooMS ayudó a los investigadores a determinar a qué tipo de animal pertenecían los restos óseos hallados.

El molar de una niña denisovana hallado en una cueva de Laos. Crédito de la imagen: Fabrice Deméter.

El lugar de Baishiya en la historia denisovana

Además de herbívoros grandes y pequeños, el análisis reveló la existencia de carnívoros como las hienas, y algunos de los animales, como la oveja azul, siguen siendo comunes en el Himalaya hoy en día.

Muchos de los huesos de animales presentaban marcas de corte que indicaban que los denisovanos procesaban los animales para obtener sus pieles, así como carne y médula ósea. Según el estudio, algunos de estos huesos se utilizaron como herramientas.

En conjunto, la diversidad de especies animales encontradas sugiere que en los alrededores de la cueva de Baishiya predominaba un paisaje de pastos con algunas pequeñas zonas boscosas, similar al actual, aunque la arqueóloga Zhang señaló que la mayoría de los animales que viven allí en la actualidad son yaks y cabras domesticadas.

Muchos de los huesos recuperados en la cueva kárstica de Baishiya, como esta vértebra de hiena manchada, contienen huellas de actividades humanas, como marcas de cortes. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

Durante el laborioso proceso de clasificación de los huesos, que duró varios meses, el equipo identificó el fragmento de costilla mencionado, de 5 centímetros de longitud. Sin embargo, la resolución de la información proteínica no fue lo bastante clara como para determinar inmediatamente a qué tipo de humano había pertenecido. Un análisis más detallado de las proteínas antiguas conservadas en el fragmento de costilla, dirigido por el paleoantropólogo biomolecular, Welker, reveló que se trataba de un denisovano.

El hueso de costilla procedía de una capa de sedimentos de la que el equipo ya había extraído ADN denisovano, y Zhang explicó que los investigadores están intentando recuperar ADN del nuevo espécimen. Ese proceso podría proporcionar información genética más detallada sobre el propietario de la costilla y la población denisovana más amplia que vivió en la zona.

"Con tan poca información sobre los denisovanos, cada descubrimiento es de gran importancia y el análisis zooarqueológico llevado a cabo por los autores del nuevo estudio fue "particularmente perspicaz", dijo la arqueóloga Samantha Brown (izquierda), jefa del grupo júnior de paleoproteómica de la Universidad alemana de Tubinga, la cual ha trabajado con los restos óseos de la cueva de Denísova.

"La corta antigüedad del fragmento de costilla hallado fue sorprendente. En esa época tenemos pruebas de que los humanos modernos ocuparon territorios hasta en Australia. Esto abre realmente el debate sobre la posibilidad de que estos grupos interactuaran a medida que los humanos modernos se adentraban en Asia y el Pacífico, pero es probable que se necesiten más pruebas para comprender la naturaleza de estas interacciones", declaró Brown, que no participó en el estudio publicado.

Los trabajos continúan en la cueva kárstica de Baishiya, y la arqueóloga Zhang está excavando otro yacimiento paleolítico en la región que podrían haber ocupado los denisovanos o los humanos modernos que vinieron después de ellos, dijo.

El análisis de fragmentos óseos desenterrados durante las excavaciones en la cueva cárstica de Baishiya ha revelado qué animales descuartizaban, comían y procesaban los denisovanos. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

"A diferencia de la cueva de Denísova, que estuvo ocupada por los primeros humanos modernos y neandertales, además de por los denisovanos, las pruebas actuales sugieren que éstos fueron el único grupo de humanos que vivió en la cueva kárstica de Baishiya", explicó Zhang. Esto convierte a la meseta tibetana —una zona apodada "el techo del mundo"— en un lugar especialmente importante en la búsqueda de respuestas a las muchas preguntas que quedan por responder sobre quiénes eran los denisovanos, qué aspecto tenían, cómo desaparecieron y qué lugar preciso ocupan en el árbol genealógico humano.

Fuentes: cnnespanol.cnn.com | nytimes.com | 4 de julio de 2024

Una mujer enterrada hace unos 12.000 años en Turquía podría haber sido una chamana

El entierro de la posible chamana corresponde a una mujer acurrucada sobre su lado derecho y acompañada de una variedad de huesos de animales. Crédito: Profesor Ergül Kodaş.

Un pequeño equipo de arqueólogos de la República de Turquía ha identificado a una mujer que fue enterrada como una posible chamana hace aproximadamente 12.000 años en un asentamiento neolítico ahora llamado Çemka Höyük, -ubicado a unos 150 kilómetros del más famoso Göbekli Tepe, y a unos 75 kilómetros de Çatal Hüyuk, un sitio conocido como la primera ciudad de la historia.

En su artículo, publicado en la revista L'Anthropologie, el grupo de arqueólogos describe su estudio sobre la mujer y los animales que fueron enterrados a su alrededor, así como cuál pudo haber sido su papel en la aldea neolítica precerámica en la que vivió.

Çemka Höyük (que significa el "montículo junto al agua") es un pequeño asentamiento del Epipaleolítico Final - Neolítico Temprano situado aproximadamente a 1100 m al suroeste de la presa de Ilısu. Ergül Kodas.

Vista aérea del sector 1 de Çemka Höyük y evolución cronológica del asentamiento. Ergül Kodaş y Yunus Çiftçi.

En 2019, los excavadores de Çemka Höyük descubrieron los restos de esta mujer perteneciente a una época en la que los habitantes de la zona todavía eran cazadores-recolectores, pero que también habían comenzado a establecer pequeños asentamientos. Los investigadores creen que tenía entre 25 y 30 años cuando murió.

La mujer había sido enterrada bajo el suelo de un edificio construido con barro, mientras que otras 14 personas fueron enterradas bajo otros edificios cercanos. Investigaciones anteriores han demostrado que enterrar a los muertos bajo las casas era una práctica común en la época. Pero, a diferencia de otros entierros contemporáneos, ella fue encontrada enterrada con restos de una gran variedad de animales.

En el momento de su muerte la domesticación de los animales aún no había comenzado, por lo que todos eran salvajes. Tal vez aún más sorprendente es que el cuerpo de la mujer estaba cubierto por un gran bloque de piedra caliza.

Algunos otros ejemplos de entierros hallados en Çemka Höyük. E. Kodaş

Un estudio minucioso de los animales enterrados con la mujer mostró que habían sido colocados con cuidado: el cráneo de un uro había sido dispuesto justo encima de su cuerpo, por ejemplo, con la mandíbula separada y colocada a sus pies. Otros huesos incluían alas de perdiz, patas de marta y huesos de oveja o cabra esparcidos al azar por toda la tumba.

Los investigadores sugieren que enterrar animales junto a esta mujer, una práctica que no se observaba en otros lugares, sugiere la posibilidad de que la mujer ocupara un lugar especial en la sociedad, tal vez ejerciendo como chamana, es decir, una persona que habría tenido una conexión especial con los espíritus, especialmente con aquellos con malas intenciones. A menudo se ha considerado que los chamanes de otras sociedades tenían una conexión estrecha con los animales y los espíritus que pueden habitarlos.

Sin embargo, los investigadores reconocen que las extrañas características del enterramiento podrían deberse también a otras prácticas rituales, como el culto a los animales, la metonimia (como la idea de que un hueso del ala de un pájaro podría provocar el vuelo) o la práctica de festines durante los enterramientos, más que al chamanismo, propiamente dicho.

Distribución de los distintos elementos del entierro. Ergül Kodaş et al.

Tumba dañada por las obras de una carretera

Aunque la parte sur del entierro resultó parcialmente dañada debido a la construcción de una carretera entre Çemka Höyük y el río Tigris, la mayor parte permaneció intacta. La joven fue enterrada en decúbito prono, tumbada sobre el lado derecho, con orientación noroeste-sureste y mirando al oeste.

“Teniendo en cuenta que el individuo femenino y los huesos de animales fueron depositados juntos en un mismo entierro, podemos suponer algunas relaciones simbólicas entre los animales y los cazadores-recolectores-pescadores de Çemka Höyük, los cuales ya se habían embarcado hacia una vida sedentaria”, escriben los autores en el estudio.

Marginados que vivían solos

“Un chamán o chamana se diferencian de la gente corriente y pueden aparecer como una figura carismática, a veces religiosa, pero posiblemente también 'loca'. Es muy probable que tales personas fueran diferentes también en sus hábitos, y es posible que hayan tenido una discapacidad o marcadores visuales que los hicieran diferentes. Tal vez eran marginados que vivían solos a pesar de su papel como viajeros entre mundos. Por esta razón, en muchas sociedades, las ceremonias funerarias de los chamanes son diferentes a los ritos del resto de su comunidad”, concluyen.

Fuentes: phys.org | nationalgeographic.es | 31 de julio de 2024

Nuevos restos de 'Homo antecessor' abren una nueva etapa con grandes descubrimientos en los yacimientos de Atapuerca (Burgos)

De izquierda a derecha: Juan Luis Arsuaga, el único codirector que continuará en la próxima campaña; el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y los ahora retirados, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. Santi Otero | EFE

Han finalizado los trabajos de excavación en el complejo de yacimientos de la sierra de Atapuerca (Burgos) que se iniciaron el pasado 18 de junio y que han contado con la participación de más de 300 investigadores de todo el mundo. La implicación de personal del IPHES-CERCA ha sido muy importante, con cerca de 120 miembros, entre personal investigador y técnico, así como docentes y estudiantes del máster interuniversitario en Arqueologia del Quaternario y Evolución Humana (Erasmus Mundus) de la Universitat Rovira i Virgili (URV), que han desarrollado labores de coordinación y participación activa en 5 yacimientos clave y en el lavado de los sedimentos de este complejo arqueopaleontológico único.

El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, acompañado de los tres codirectores del proyecto Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, presentaron los resultados de esta campaña de excavaciones.

Mañueco garantizó el apoyo al Sistema Atapuerca, "el mayor proyecto paleontológico del mundo sobre la evolución humana, al que la Junta ha destinado 250 millones desde 1984", según indicó. "Los hallazgos llevados a cabo en Atapuerca van a volver a revolucionar el panorama científico en Europa y en todo el mundo, y ha supuesto un gran impacto económico, social y cultural para Burgos y el conjunto de Castilla y León", afirmó el presidente de la Junta, que valoró así los logros de esta 46º campaña

Según palabras de los propios codirectores de la excavación, los Dres. Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga, "Atapuerca ha entrado otra vez, como en los años 90, en la secuencia principal. Hemos encontrado homínidos de todas las especies: 'Homo antecessor', preneandertal y neandertal. Esta 46 campaña de excavación ha sido una de las más importantes de la historia del proyecto". Sin duda, el descubrimiento estrella de este año han sido los nuevos restos humanos de Homo antecessor recuperados en la unidad TD6 de Gran Dolina de aproximadamente 850.000 años de antigüedad.

Y es que, después de 30 años de la excavación de un pequeño sondeo en el que aparecieron los primeros restos de esta especie humana, junto con un millar de piezas de industria lítica y miles de restos fósiles de animales, el equipo investigador responsable de la excavación en el yacimiento de Gran Dolina ha logrado profundizar la superficie de la unidad TD6. "Con alivio, sorpresa y mucha ilusión, el equipo ha confirmado que esta unidad está conservada en los más de 40 metros cuadrados de la excavación en extensión", según ha comunicado la Dra. Marina Mosquera, directora del IPHES-CERCA y coinvestigadora principal del Proyecto Atapuerca. Igualmente, los Drs. Palmira Saladié y Andreu Ollé, investigadores del IPHES-CERCA y coordinadores de los trabajos de excavación en el yacimiento, confirman que “este 2024 es el inicio de una nueva fase de campañas excepcionales para una de las joyas de Atapuerca y de la arqueología y la paleoantropología mundiales”.

RESULTADOS MÁS DESTACADOS EN CADA UNO DE LOS YACIMIENTOS DE LA TRINCHERA DEL FERROCARIL

Durante la campaña de excavación de 2024 el equipo investigador del IPHES-CERCA ha coordinado los trabajos de excavación en los yacimientos de Gran Dolina, Sima del Elefante, Galería, Cueva Fantasma, todos ellos ubicados en la Trinchera del Ferrocarril, y en la cueva de El Mirador. Además, se han llevado a cabo los trabajos de lavado y cribado de los sedimentos en el río Arlanzón, a su paso por el municipio de Ibeas de Juarros (Burgos).

Imagen general de los trabajos de excavación en el nivel TD6 de la Gran Dolina. Foto: María D. Guillén / IPHES-CERCA

Gran Dolina, Unidad TD6

La campaña de 2024 en el yacimiento de Gran Dolina ha inaugurado el esperado reencuentro con el nivel TD6, justo 30 años después de su primera excavación. Ésta ha sido realizada a lo largo del mes de julio por parte de un equipo coordinado y formado por investigadores del IPHES-CERCA.

La campaña anterior se cerró dejando al descubierto el techo de la unidad que contiene el conocido Estrato Aurora donde, en dos fases de excavación anteriores (1994-1997 y 2003-2011), se pusieron al descubierto los restos de un campamento hace 850.000 años. En éste, junto con una gran cantidad de restos de ciervos, caballos, bóvidos y otros animales, y un conjunto de herramientas de piedra que había sido producido, utilizado y abandonado en el sitio, aparecieron alrededor de 180 fósiles humanos. El estudio de estos fósiles, por un lado, permitió documentar el evento de canibalismo más antiguo conocido hasta ahora y, por otro, puso en evidencia una combinación de rasgos anatómicos que llevó a la propuesta, en 1997 , de una nueva especie: Homo antecessor.

Imagen de los restos óseos y de un incisivo, descubiertos en la Gran Dolina, que pertenecen a una mujer adulta de Homo antecessor de unos 25 años. María D. Guillén / IPHES-CERCA.

Denticulados de sílex neógeno recuperados en el nivel TD6 de la Gran Dolina. Foto: María D. Guillén / IPHES-CERCA

En esta campaña se ha conseguido poner al descubierto el techo de la unidad TD6 (llamado TD6.1), donde se ha comprobado que la acumulación de coprolitos (heces fósiles) de hiena que habían sido descritos en otras zonas se extiende por una superficie de cerca de 40 m2. Este hecho, además de permitir documentar una letrina de este carroñero realmente excepcional en el Pleistoceno inferior, indica que la capa subyacente, el famoso nivel TD6.2 (más rica en registro arqueológico y paleoantropológico), está conservada en una gran superficie.

Pero lo más destacado de esta campaña es que, en contacto con la capa de coprolitos, además de algunos huesos de animales y escasos instrumentos de piedra, han aparecido los primeros fósiles de Homo antecessor. Entre ellos, destacan varios fragmentos de cráneo, un fragmento de maxilar, dos fragmentos de mandíbula, un diente incisivo, fragmentos de costilla y de vértebra, así como un osito de la muñeca.

La pieza dental ha resultado de gran interés, ya que a través de las primeras observaciones se ha podido contabilizar a un individuo adulto desconocido hasta ahora en el conjunto. Es posiblemente una hembra de unos 25 años.

Incisivo de 'Homo antecessor' que habría pertenecido a una mujer adulta de unos 25 años encontrado en la Gran Dolina TD6 (sierra de Atapuerca). María D. Guillén / IPHES-CERCA.

Los resultados de esta campaña, por tanto, confirman la buena conservación de la unidad TD6 de Gran Dolina, evidenciando el riquísimo contenido fosilífero, y auguran unas campañas excelentes para los próximos años, con las que, sin duda, el Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) volverá a revolucionar el panorama científico de Europa.

Trabajos de excavación en el yacimiento de la Sima del Elefante. Foto: Maria D. Guillén / IPHES-CERCA

Sima del Elefante

Los resultados de la campaña de excavación en el yacimiento de la Sima del Elefante han sido muy positivos. Los objetivos que se plantearon en el inicio de la excavación han sido alcanzados con éxito. Por un lado, se ha acabado de excavar la capa arcillosa del nivel TE7 en la que apareció el resto humano llamado Pink en 2022, así como restos de industria lítica durante la campaña de 2023.

En esta campaña, en esta capa, se ha recuperado una costilla de un herbívoro de talla grande que presenta marcas de corte relacionadas con la acción de descarnar al animal por parte de los homininos que habitaron este entorno hace entre 1,2-1,4 millones de años.

Costilla de herbívoro de talla grande con marcas de corte en su superficie recuperada en el yacimiento de la Sima del Elefante. Foto: María D. Guillén / IPHES-CERCA.

Además, ha aparecido una pequeña lasca de cuarzo en el nivel TE7. Este hallazgo ayudará a entender cómo vivían estos homininos. Por otra parte, se ha logrado relacionar el nivel TE7 en los dos sectores de la excavación, siendo este nivel el que presenta la mayor superficie excavada en Sima del Elefante. En estos sedimentos, aparte de la costilla ya mencionada, se han recuperado restos de castor, rinoceronte, venado y tortuga.

Por último, durante la campaña se ha reanudado el sondeo en una zona del yacimiento para localizar la base de la secuencia sedimentaria de la Sima del Elefante.

Trabajos de excavación en el yacimiento de Galería. Foto: Maria D. Guillén / IPHES-CERCA

Galería

Los trabajos de excavación en el yacimiento de Galería, se han centrado en la sub-unidad GIIb, con una antigüedad de aproximadamente 300.000 años. A partir de ese momento la dinámica de la excavación tomará una importancia primordial para las próximas campañas, ya que se intervendrá en lo que ya se conoce como los niveles más ricos de este yacimiento.

A lo largo de estas semanas se han recuperado 500 restos de fauna y más de 30 herramientas líticas. La fauna se compone de restos axiales y craneales de ciervos, caballos y bisontes, entre los que predominan los individuos jóvenes. La industria es el reflejo del uso de un amplio abanico de materias primas, entre las que destacan sílex neógeno, cuarcitas y areniscas. Algunas han sido utilizadas como núcleos para producir lascas y otras han sido utilizadas para la configuración de pequeños instrumentos como denticulados. Con esta campaña se refuerza la idea de que las sociedades preneandertales utilizaban la Galería expeditivamente como lugar de obtención de recursos faunísticos, siendo un enclave de referencia en la sierra de Atapuerca.

Arriba: Maxilar de bisonte infantil procedente del yacimiento de Galería. Abajo Núcleo de arenisca procedente del yacimiento de Galería. Fotos: María D. Guillén / IPHES-CERCA

Trabajos de excavación en el yacimiento de Cueva Fantasma. Foto: María D. Guillén / IPHES-CERCA

Cueva Fantasma

Los trabajos de excavación en el yacimiento de Cueva Fantasma se han desarrollado en dos sectores diferenciados del yacimiento: el sector de entrada de Cueva Fantasma (CF) donde se documentan los niveles de ocupación de los neandertales, y la parte interna o Sala Fantasma (SF), donde se localizan los niveles de actividad de las hienas.

En el sector de entrada de Cueva Fantasma se ha intervenido en los niveles CF26A, se ha levantado el nivel CF25 y se ha iniciado el nivel de CF24. En la zona contigua a Cueva Fantasma se ha continuado excavando en la Covacha norte, nivel CF26A. En este nivel, con una antigüedad comprendida entre 70.000 y 100.000 años, se ha recuperado una importante colección de industria lítica. Ésta sería el área de mayor actividad de los neandertales en la cueva. La industria lítica y los huesos recuperados demuestran que los neandertales frecuentaban esta cavidad de forma esporádica.

En el nivel CF25 se ha recuperado una pequeña colección de instrumentos líticos, tales como ascles de sílex, arenisca y cuarcita, identificado el desarrollo del método de talla levallois. Este nivel destaca por la acumulación de huesos con mayor índice de fracturación principalmente realizada por neandertales y hienas. En estos huesos aparecen marcas de actividad humana (como la fractura para la extracción de médula ósea). Hay otros huesos que han sido procesados ​​y regurgitados por las hienas.

Tras ocho años del hallazgo de un parietal humano neandertal en otro sector de la cueva (Sala Fantasma), en esta campaña se ha recuperado un pequeño fragmento circular de un hueso del cráneo de un neandertal.

Fragmento de cráneo de neandertal encontrado en la Cueva Fantasma (sierra de Atapuerca). Maria D. Guillén / IPHES-CERCA.

En el otro sector del yacimiento y con unas dimensiones mucho mayores, la llamada Sala Fantasma, se ha intervenido en el subnivel SF30A. Este subnivel contiene una gran acumulación de restos de caballos y ciervos consumidos, roídos y muy alterados por las hienas; de hecho, se ha interpretado como un cubil de hienas. También se han recuperado huesos de las propias hienas, pero también de león, reno, oso, perro, marmota o bóvido, entre otros. Esta superficie es la más moderna de las tres, pudiendo tener una antigüedad aproximada de unos 50.000 mil años.

Mandíbula de hiena manchada recuperada en el yacimiento de Cueva Fantasma. Foto: Maria D. Guillén / IPHES-CERCA

Por último, en el tramo inferior de Cueva Fantasma se ha iniciado un sondeo para documentar la secuencia del mismo. Se han perfilado los niveles CF23, CF22, CF21 y CF20, excavando la base del nivel CF20 y el techo del CF19. Estos niveles CF20-19 destacan por la presencia de numerosos coprolitos de hienas y de restos de herbívoros y carnívoros destacando la presencia de restos de Pachycrocuta. Cabe destacar que este tipo de hiena no se había documentado nunca todavía en la sierra de Atapuerca y su importancia radica en que marca una biozona anterior a los niveles más antiguos de la Gran Dolina y, por tanto, tendría una edad superior al millón de años.

Cueva de El Mirador

La campaña de excavación en la cueva de El Mirador se ha llevado a cabo durante tres semanas, con un equipo algo más numeroso que en años anteriores, profundizando en los sondeos abiertos a ambos lados de la cavidad. Se han excavado niveles del Neolítico con una antigüedad de cerca de 7.000 años, ricos en restos de fauna, predominantemente doméstica, y de cultura material, principalmente cerámica, e instrumentos líticos y óseos. Se ha llevado a cabo una campaña de muestreo sistemático destinado a estudios arqueobotánicos, arqueomagnéticos y de química analítica, encaminados a obtener datos de alta resolución sobre las primeras comunidades de pastores y agricultores del interior peninsular.

Vista general de la excavación en el yacimiento de cueva de El Mirador. Foto: Maria D. Guillén / IPHES-CERCA

Destaca el descubrimiento de arte rupestre, tanto en las paredes de la cueva, donde se conservan restos de pinturas, como entre los sedimentos del Neolítico antiguo. Se ha encontrado un bloque de 40 x 30 x 20 centímetros recubierto de pigmento rojo, junto al que había, entre otros elementos, un núcleo de sílex con una digitación roja, y la base de un recipiente decorado con un magnífico soliforme (representación en forma de sol), también con restos de pigmento rojo.

Trabajos de lavado de sedimento en el río Arlanzón por su paso al pueblo de Ibeas de Juarros. Foto: Maria D. Guillén / IPHES-CERCA

Laboratorio de lavado de sedimentos de la Trinchera en el río Arlanzón

Durante la campaña de excavación de 2024 en los yacimientos de la sierra de Atapuerca se han procesado aproximadamente 15 toneladas de sedimento a orillas del río Arlanzón, a su paso por la localidad de Ibeas de Juarros. De la gran cantidad de material lavado y cribado, destaca en los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril la presencia de todo tipo de pequeños vertebrados (aves, anfibios, reptiles, musarañas, topos, erizos, murciélagos y roedores).

Estas 15 toneladas de sedimento corresponden a unas 650 muestras, procedentes de los yacimientos de la Sima del Elefante, Galería, Gran Dolina, Penal, Cueva Fantasma y Galería de las Estatuas Exterior. Durante esta campaña también se procesaron en el área de lavado del río Arlanzón muestras procedentes de los yacimientos de la cueva de El Mirador, Galería de las Estatuas Interior, Cueva Mayor y Portalón.

Fuentes: iphes.cat | burgosconecta.es | eldiadesegovia.es | comunicacio.iphes.cat | 24 de julio de 2024

Dos de los tres codirectores de Atapuerca se retiran de las excavaciones

De izquierda a derecha: Juan Luis Arsuaga, el único codirector que continuará en la próxima campaña; el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, y los ahora retirados, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. Santi Otero | EFE

La campaña de excavaciones del 2024 en los yacimientos de la sierra de Atapuerca ha sido la última para José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, los investigadores que, junto a Juan Luis Arsuaga, han liderado el Proyecto Atapuerca durante las últimas décadas.

Arsuaga, Bermúdez de Castro y Carbonell son codirectores desde 1991, año en el que se jubiló Emiliano Aguirre, el primer director del Proyecto Atapuerca y fallecido en el 2021. Los yacimientos son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1999 y el equipo investigador recibió el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en el 1997.

Bermúdez de Castro y Carbonell dan así el relevo a una nueva remesa de investigadores «excelentes», a los que se les encomienda continuar con un proyecto de investigación ya está asentado y del que se espera que siga ofreciendo hallazgos «rompedores».

En la rueda de prensa de balance de la campaña de excavaciones, han aprovechado para despedirse, pero también para pedir a las administraciones, y en concreto a la Junta de Castilla y León que continúen apoyando el Proyecto Atapuerca y al nuevo equipo que se encargará de dirigirlo.

Bermúdez de Castro se ha valido de las declaraciones del tenista Roger Federer, que en una entrevista a El País indicaba que «la retirada es similar a un funeral y, poco a poco, te vas difuminando hasta resultar invisible», quien considera que en su retirada tienen que estar alegres por haber completado un recorrido de 40 años con final feliz. «El programa de investigación está en marcha y cuenta con un equipo humano excelente que seguirá el camino abierto por Emiliano Aguirre en 1978; habrá hallazgos e investigaciones rompedoras, y se cuenta con una infraestructura que permitirá seguir excavando sin problemas, además de instituciones que conforman un firme puntal».

José María Bermúdez de Castro da un paso atrás, como también Eudald Carbonell, asumiendo que pasan el testigo en una larga carrera de relevos en la que, además, «van en buena posición», ha afirmado, y con la disposición de recibir los éxitos que se cosechen en el futuro con una «amplia sonrisa» pues su «estrella» permanecerá en la memoria de Atapuerca.

«Todo va seguir igual»

La marcha de Bermúdez de Castro y Carbonell no va a afectar al Proyecto Atapuerca, ha insistido Juan Luis Arsuaga, quien ha afirmado que la estructura es sólida, y eso es lo fundamental, por lo que «va a seguir todo igual».

Cada investigador tiene su papel y no se espera que haya grandes cambios, aunque Arsuaga ha destacado que lo más importante es que «el proyecto se queda en Burgos», que es un proyecto burgalés, que han capitaneado tres codirectores que llegaron de fuera, pero que está asentado en la provincia.

La reorganización del Proyecto Atapuerca y, en concreto, del proyecto de excavaciones, se irá concretando a medida que pasen los meses, si bien hay algunas cuestiones que ya están definidas. Arsuaga, pese a no retirarse todavía, tiene muy claro quiénes serán sus «herederos», los investigadores que han estado desde un primer momento con él, Ignacio Martínez y José Miguel Carretero.

Por su parte, Bermúdez de Castro prefiere que sean los investigadores los que confirmen, llegado el momento, el relevo, si bien ha recordado que los proyectos de investigación ya se han reordenado y como investigadoras principales están María Martinón-Torres, con Bermúdez de Castro de apoyo, y Marina Mosquera, apoyada por Eudald Carbonell.

Sin embargo, «hay mucha gente», otros investigadores que tendrán que liderar las excavaciones de Atapuerca, y aunque «tiene una cierta idea de quiénes van a ser», ha preferido que sean los interesados los que lo cuenten, pues serán ellos los que, dentro de un año, protagonicen el balance de la futura campaña de excavaciones.

Fuente: lavozdegalicia.es | 24 de julio de 2024

La Fundación Atapuerca recrea 25 años después la firma de su constitución con un emotivo acto en la Trinchera del Ferrocarril

Foto: Ricardo Ordóñez ICAL

La Fundación Atapuerca recreó hoy, 26 de julio de 2024, la firma de su constitución, 25 años después y con varias de las personas que estuvieron presentes en 1999 y vieron nacer a tan importante entidad. De esta forma, la Trinchera del Ferrocarril, en los yacimientos de la sierra de Atapuerca volvió a ser el escenario de esta firma, que se firmó un 26 de julio de 1999 , a las 13.30 horas de la tarde.

El presidente y vicepresidentes de la Fundación Atapuerca, Antonio Méndez Pozo, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, respectivamente, así como otras personas que estuvieron presentes en aquella firma, volvieron a los yacimientos para recordar esta rúbrica que dio pie a la entidad. Una foto de gran tamaño sobre la firma de 1999 recordaba a los presentes aquel día, algunos de los cuales no pudieron estar hoy presentes.

El presidente de la Fundación, Antonio Méndez Pozo, quiso iniciar su intervención recordando a todos aquellos que hoy no han podido estar en esta recreación, y trasladó tanto a ellos como a sus familiares su cariño. Recordó así aquel 26 de julio de 1999 y cómo se inició esta Fundación Atapuerca, destacando el importante papel que jugaron para ello los tres codirectores de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. “Se ha comprobado que fue un acierto haceros caso”, les dijo.

Recordó así que, por aquel entonces, los tres le trasladaron la necesidad de un “apoyo más cercano” al proyecto Atapuerca. Por ello se decidió constituir una fundación, como la “solución más viable para poder ayudarles y que recibieran el cariño de los burgaleses”. Agradeció así a los tres el haber sido artífices de la constitución de esta Fundación, y el haber trasladado lo que suponía Atapuerca para Burgos y Castilla y León, así como para la ciencia.

Antonio Méndez Pozo preside la Fundación Atapuerca desde 2013. Antes ejercieron conjuntamente ese cargo Pedro García Romera y Francisco José Isasi. - Foto: Valdivielso

“Está mereciendo la pena”, afirmó Méndez Pozo, que puso en valor el trabajo llevado a cabo hasta ahora y que ha permitido a Atapuerca ser un “referente mundial de lo que supone la evolución humana”, en alusión a las palabras del pasado miércoles del presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. “Estamos orgullosos de lo que firmamos, ha merecido la pena. Esta Fundación es un sentir de la sociedad burgalesa y espero, confío y deseo que sigamos con los éxitos”, añadió su presidente.

Se unió a sus palabras el director de la Obra Social y Cultural de la Caja de Burgos durante 20 años, Ángel Ramos, que destacó que el nacimiento de "la Fundación Atapuerca garantizó un apoyo organizativo y logístico, así como de recursos económicos que permitieron el desarrollo del proyecto en un amplio sentido”. Indicó así el “orgullo” que supuso para Caja de Burgos participar en esta creación, y afirmó que las expectativas iniciales se han “cumplido con creces”. “Lo que parecían objetivos utópicos han sido ampliamente rebasados”, celebró.

Por su parte, Juan Luis Arsuaga expresó su “modesto orgullo” por el apoyo que ha supuesto la Fundación Atapuerca a los investigadores. “En estos 25 años se han invertido 2,5 millones de euros en ayudas a los investigadores, concediendo 93 ayudas”, celebró, a la vez que recordó que hace más de dos décadas estas ayudas eran necesarias y hoy en día lo siguen siendo.

“Nuestro propósito es seguir manteniendo esta ayuda, en la medida de lo posible, contribuyendo a que ningún investigador de Atapuerca se quede atrás”, dijo Arsuaga, que destacó que hasta la fecha son muchos los investigadores de la Fundación que han logrado éxitos científicos. “Eso justifica nuestra existencia pasada, nuestra existencia presente y la tarea que nos comprometemos ante vosotros realizar en el futuro”, concluyó.

Bermúdez de Castro, por otro lado afirmó que la Fundación llegó en el “momento preciso” e indicó que muchos de los proyectos que en su momento necesitaron financiación hoy están consolidados. “Sin esas ayudas, os aseguro que hubiera sido imposible continuar con este proyecto”, dijo a la vez que señaló que espera que la Fundación siga otros 25 años y muchos más. Destacó además la labor de la Fundación en otros aspectos como la difusión del conocimiento y la propia seguridad en las excavaciones.

Por último, Carbonell quiso señalar también la contribución de la Fundación a la profesionalización del equipo Atapuerca, que hoy cuenta con más de 80 doctores, algo que "no hubiera sido posible sin la intervención de la Fundación". Destacó también su papel en la socialización de Atapuerca, a través de las visitas y el conocimiento de los descubrimientos, y finalizó su discurso deseando que este proyecto continúe y los que lleguen sean mejores.

Personal investigador y técnico del IPHES-CERCA y estudiantes del máster de la Universitat Rovira i Virgili (URV) estos días de campaña de excavaciones en la sierra de Atapuerca. Foto: Maria D.Guillén / IPHES-CERCA.

25 años y futuros proyectos

El apoyo al Equipo Investigador de Atapuerca fue uno de los objetivos clave con los que nació la Fundación Atapuerca. Por ello en el año 2000 la Fundación creó el Programa de Ayudas para Investigación para que jóvenes investigadores e investigadoras pudieran desarrollar sus tesis doctorales y continuar sus carreras científicas en el ámbito del proyecto Atapuerca. Más tarde, fueron creándose varios centros de investigación y socialización, que juntos han impulsado aún más este proyecto.

Otro de sus grandes cometidos fue su apoyo en las campañas de excavación (financiadas principalmente por la Junta de Castilla y León) que cada verano concentra en la sierra de Atapuerca a más de 300 personas en los once yacimientos en los que se investiga en la actualidad. Por otro lado, la Fundación Atapuerca ha tratado de impulsar el desarrollo del territorio en el que se encuentran los yacimientos de la sierra de Atapuerca, mediante la colaboración con ayuntamientos y asociaciones de la zona para acercar distintas iniciativas de transferencia del conocimiento a la comunidad local.

A lo largo de los años, ha ido adquiriendo otras responsabilidades, como la gestión de las visitas a los yacimientos de la sierra de Atapuerca y al Centro de Arqueología Experimental (CAREX), por acuerdo con la Fundación Siglo, desde marzo de 2011. En la actualidad, la Fundación está ampliando su sede en Ibeas de Juarros (Burgos) con la construcción de un edificio anexo que albergará el denominado ‘Centro de Investigación Emiliano Aguirre’. Este proyecto ha sido posible gracias al impulso del Patronato de la Fundación y cuenta con el respaldo de la Junta de Castilla y León que, desde la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, financia un 50 por ciento.

A este proyecto se suma, tal y como indicó el presidente de la Fundación Atapuerca, otro que busca llevar a Bruselas al primer europeo, así como poner en valor la importancia que tiene la palabra ‘orígenes’ en Burgos. Recordó así el interés que manifestaron desde Bruselas por el primer europeo cuando visitaron esta capital con motivo del VIII Centenario de la Catedral. “Estamos retomando este proyecto de llevar Atapuerca a Bruselas, donde están representados todos los europeos”, afirmó hoy, recordando el hallazgo de ‘Pink’ , la cara del primer europeo hallado en Atapuerca el pasado 2022. Un proyecto que indicó que debe pilotar el presidente de la Junta y que considera que sería un remate interesant” el poder llevarlo a la sede de representación de los europeos.

Fuente: elcorreodeburgos.com | 26 de julio de 2024

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Aymerich el yacimiento donde se encuentran los primeros ‘Homo sapiens’ de la sierra de Atapuerca

El yacimiento Aymerich, en la base militar de Castrillo del Val, destapa lascas y láminas de sílex usadas por los primeros Homo sapiens de la sierra de Atapuerca.

El pasado 26 de julio finalizaba la campaña número 46 en la sierra de Atapuerca dirigida por Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell. Durante un mes y medio, más de 300 investigadoras e investigadores de 21 países han participado en 11 yacimientos en la sierra de Atapuerca.

Los yacimientos, ubicados en las localidades de Atapuerca, Ibeas de Juarros y la base militar ‘Cid Campeador’ en Castrillo del Val, han sido escenario de importantes descubrimientos. La colaboración con el Ejército Español, que se remonta a las primeras excavaciones en 1978, ha sido fundamental no solo en términos de seguridad y logística, sino también en la preservación del entorno. El Ejército ha proporcionado materiales esenciales y ha contribuido a la protección de los yacimientos.

Además, en 2014, a iniciativa de Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y codirector del proyecto Atapuerca, se estableció un acuerdo entre la Base Militar ‘Cid Campeador’ y la Fundación Atapuerca para la recuperación de las fuentes naturales de la sierra. Este proyecto ha permitido la limpieza y catalogación de más de 25 fuentes, 12 de las cuales se encuentran dentro del campo de maniobras de la base.

Este año se ha realizado un descubrimiento significativo en el yacimiento ‘Aymerich’, situado dentro de la base militar. Este asentamiento al aire libre, que recibe su nombre en honor a Vicente de Aymerich Cabrera, quien fue coronel en la base hasta finales de 2010, se encuentra en un depósito de arroyada en la ladera norte del valle del Arlanzón. Desde allí se puede observar la vega del río y destaca por un estrato con grandes bloques de sílex, que fueron una fuente importante de materia prima para las poblaciones paleolíticas.

Un equipo de ocho expertos de la Universidad de Burgos, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y el Museo de la Evolución Humana (MEH) ha trabajado en una extensión de 6 m², obteniendo 1700 restos líticos. Estos hallazgos, pertenecientes a un único nivel arqueológico del Paleolítico superior, incluyen lascas y láminas de sílex utilizadas por los primeros Homo sapiens para diversas actividades cotidianas, como la caza y la recolección.

Cada yacimiento cuenta con red wifi, estación total, ordenador para procesar la información, PDA para registrar los hallazgos e impresora de etiquetas. Foto. Santi Otero

Los análisis de laboratorio de estos materiales se llevarán a cabo en la Universidad de Burgos, donde se ha estudiado la prehistoria de la sierra de Atapuerca durante décadas. La relación cercana y constante con el Ejército ha sido clave para permitir el acceso y la investigación en zonas restringidas, asegurando la continuidad y protección de estos valiosos trabajos arqueológicos.

Este yacimiento, junto al de Valdeprovedo, es uno de los pocos registros de asentamientos del Paleolítico superior en la sierra, arrojando luz sobre la presencia de los primeros Homo sapiens en la región. La colaboración entre el Equipo Investigador de Atapuerca y el Ejército no solo ha facilitado la protección y el desarrollo de estas investigaciones, sino que también ha permitido la preservación del patrimonio cultural e histórico de la sierra de Atapuerca.

Fuente:novaciencia.es | 2 de agosto de 2024