El gato se domesticó con el inicio de la agricultura en Oriente Medio

Un gato momificado del antiguo Egipto. Museo de Historia Natural de Londres / Science Photo Library

Los gatos domésticos se remontan a sendas oleadas, ligadas al desarrollo agrícola en Oriente Medio y como resultado de migraciones humanas desde el Antiguo Egipto. Su misión era cazar roedores.
Un trío de investigadores ha presentado sus conclusiones preliminares acerca de un estudio de ADN mitocondrial que llevaron a cabo como parte de un esfuerzo para aprender más sobre la historia del actual gato doméstico.

La genetista evolutiva Eva-Maria Geigl (izquierda) presentó los resultados en en el Simposio Internacional sobre Arqueología Biomolecular en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.

Para obtener más información sobre la ascendencia del gato común, el equipo (que también incluyó a los científicos Thierry Grange y Claudio Ottoni) obtuvo muestras de ADN mitocondrial de 209 gatos de varios sitios arqueológicos en todo el mundo. Las edades de los restos iban desde aproximadamente 15.000 años hasta hace sólo 300 años.

Después de la secuenciación de las muestras, los investigadores hicieron algunos descubrimientos interesantes que rodean la historia de colaboración de los gatos con los seres humanos. La primera era que parecía haber dos grandes olas migratorias para la expansión de estos felinos: la primera tuvo lugar no mucho después del desarrollo de la agricultura, y la segunda poco después de la domesticación de los gatos en el antiguo Egipto.

Vitrina con gatos momificados correspondiente a la exposición'Animales y faraones. El reino animal en el Antiguo Egipto' celebrada en Caixa Forum Madrid en 2015

Los investigadores sugieren que la primera ola fue probablemente resultado de pequeños gatos que entraron en contacto con los seres humanos para hacer frente a las crecientes poblaciones de roedores que consumían el grano de sus cultivos. Los investigadores encontraron una relación entre los gatos en el Creciente Fértil y otras partes del Mediterráneo, informa Phys.org.
 
La segunda oleada se produjo varios miles de años más tarde y parece estar impulsado por las migraciones humanas fuera de Egipto: los investigadores encontraron vínculos entre los gatos allí y en toda Eurasia y partes de África, probablemente debido, sugiere el equipo, a agricultores y marinos que usaban gatos para hacer frente a ratas y ratones.

Hubo otro par de sorpresas. Una fue que los feroces vikingos aparentemente tenían debilidad por los pequeños gatos. Uno de ellos fue encontrado enterrado junto a su amo en una fosa común que se remonta a hace 1000 años. El otro era que los gatos atigrados no evolucionaron hasta los tiempos medievales.
Además de esto, se han encontrado cosas curiosas: en un yacimiento de Chipre de 9.500 años de antigüedad, se encontró un enterramiento humano en el que había restos de un gato, lo que sugiere que había una relación de cercanía entre hombres y mascotas. Los egipcios los domesticaron hace unos 6.000 años, y las últimas dinastías los momificaron hasta alcanzar la cifra del millón.

Geigl tratará ahora de secuenciar el ADN de los núcleos de las células de los gatos. Lo curioso es que los gatos no son tan populares como los perros entre los proyectos de investigación y resulta más difícil encontrar fondos. En comparación con los 200 gatos de este estudio, un proyecto de la Universidad de Oxford se preparara para secuenciar el ADN de más de 1.000 perros y lobos de la antigüedad.

Fuente: lainformacion.com | ABC.es | 23 de septiembre de 2016

Espeleólogos velezanos descubren una nueva estación de arte rupestre en la Sierra de María (Almería)


Desde el año 1868 en que el catedrático de historia granadino Manuel de Góngora diera a conocer las pinturas rupestres de la cueva de los Letreros, numerosos abrigos pintados han ido paulatinamente descubriéndose en la Sierra de María (Almería) y zonas adyacentes.

En los albores del siglo XX investigadores como Federico de Motos con la colaboración del famoso abate Breuil, descubrieron otro importante número de estaciones pintadas. Posteriormente, en la década de los 70-80 y aún en las siguientes décadas del siglo XX continuaron descubriéndose nuevos abrigos, sobre todo a partir de los trabajos llevados a cabo por Julián Martínez.

En una reciente publicación (2015) de Julián Martínez y Carmen Mellado sobre el arte rupestre en la Comarca de los Vélez (editada por APROVELEZ) se daban a conocer dos nuevos abrigos descubiertos, ya en el siglo XXI, en el Cabezo (Chirivel), en la parte occidental del Parque Natural, con lo que parecía cerrada la aparición de nuevas pinturas en la Sierra de María.

El abrigo, que ahora se da a conocer, fue descubierto por los espeleólogos de la Asociación Espeleológica Velezana (AEV) Raúl Gea y Pedro Pérez en la primavera de 2016, en relación con trabajos habituales de prospección de nuevas cavidades en la zona que los miembros de esta asociación suelen realizar.

Se trata de una oquedad, con la entrada orientada hacia el sur, de unos 5 m de profundidad, algo más de 2 m de anchura y unos 4-5 m de alto. En su pared oriental aparecen dos figuras antropomorfas en rojo oscuro, bien conservadas, de unos 20-30 cm de tamaño, con tipología de oculados. Además aparecen otros símbolos más extraños, como una pequeña reproducción en color negro de una de las pinturas principales, y otras pequeñas manchas en rojo más intenso que parecen más recientes. También aparecen gravados unos trazos con forma de cruz sobre una de las pinturas.

Sólo en la Sierra de María se conocen una veintena de abrigos pintados declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este nuevo hallazgo viene a incrementar su número y su estudio contribuirá a mejorar el conocimiento de estas manifestaciones de importancia mundial

La revista “Journal of Archaeological Science: Reports” publica un nuevo artículo sobre el fuego de Cueva Negra

Foto: Sara Rhodes en Cueva Negra durante la campaña de 2011 (Foto: Miguel Martínez)

Sara Rhodes, del Departamento de Antropología de la Universidad de Toronto, en Canadá, y colaboradora del Equipo de Investigación tanto en Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, en Caravaca de la Cruz, como en Sima de las Palomas del Cabezo Gordo, de Torre-Pacheco, es la autora principal de un nuevo artículo titulado “Fire in the Early Palaeolithic: Evidence from burnt small mammal bones at Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, Murcia, Spain”.

El artículo, disponible online desde el pasado 27 de agosto en la revista “Journal of Archaeological Science: Reports“, está firmado además de Sara Rhodes, por M.J.Walker, A. López-Jiménez, M.V. López-Martínez y M. Haber-Uriarte, miembros de MUPANTQUAT, así como por Y. Fernández-Jalvo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), de Madrid y por M. Chazan, también de la Universidad de Toronto.

El desarrollo de la pirotecnología es un sello distintivo de la historia humana, proporcionando a nuestros antepasados calor, seguridad y la posibilidad de cocinar alimentos. La evidencia de la utilización del fuego antes de hace 400.000 años sigue siendo polémica debido, en gran parte, a la naturaleza frágil, tafonómicamente hablando, del carbón y las cenizas. Como tal, es imperativo para el estudio de fuegos prehistóricos que desarrollemos técnicas y metodologías para identificar su uso antropogénico a partir de materiales más robustos.

Se ha aplicado una nueva metodología descrita por Yolanda Fernández-Jalvo y Margaret D. Avery (2015), basada la tafonomía de los pequeños mamíferos para identificar eventos de alta intensidad de fuego de un pasado lejano. Así, cuando aplicamos este método a los conjuntos de Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar, reconocimos una relación espacial entre restos de micromamíferos altamente modificados por el calor y una capa característica, previamente descrita, de sedimentos térmicamente alterados y y ricos en carbonatos, los cuales incluyen cuarzo fracturado por el calor y huesos calcinado (las características del fuego).

La proporción de muestras muy modificadas térmicamente (muestras carbonizadas y/o calcinadas) identificadas en el contexto estratigráfico asociados con las señales de fuego, resultó estadísticamente significativa (x2 = 169,18, p b 0,001) en comparación con la proporción de manera similar de especímenes modificados de depósitos superficiales (dentro de otras capas estratigráficas). El grado de decoloración visto en los micromamíferos se mantiene dentro de las señales de fuego y se ha vinculado a temperaturas superiores a 600 ° C (Shipman et al., 1984), lo que indica que el fugo documentado pudo tener origen humano. La microscopía electrónica de barrido (SEM-EDS) de muestras de hueso confirma que esta coloración es debida al fuego y no a un tinte mineral postdeposicional. Estos datos confirman la fiabilidad de la metodología, lo que representa una nueva línea de evidencias para identificar eventos de fuego en yacimientos paleolíticos. Por otra parte, los estudios de este tipo muestran la utilidad de incluir Los estudios tafonómicos detallados de los conjuntos de microfauna dentro de los proyectos de investigación multidisciplinar.

Enlace al artículo online:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352409X1630462X

Arqueólogos descubren tres fortalezas con sistema de irrigación de hace 6.000 años en el desierto de Jordania

Foto: Vista aérea de Khirbet Abu al-Husayn, Jordania. Crédito: Matthew Neale Dalton / APAAME.

Las excavaciones llevadas a cabo por el Instituto Arqueológico Alemán desde 2010 en el desierto al noreste de Jordania, cerca de la frontera siria, han encontrado tres asentamientos fortificados datados en la Edad del Bronce entre el 4000 y el 3500 a.C. El descubrimiento es importante porque es la primera vez que se encuentran asentamientos tan antiguos en una zona hasta ahora considerada inhabitable en tiempos primitivos. Todos ellos cuentan con evidencias de haber poseído un sistema artificial de irrigación en terrazas.


Fotos: Vista aérea de las terrazas y jardines en el cráter del volcán Tulul al-Ghusayn. Crédito: Robert Howard Bewley / APAAME





Los arqueólogos ya habían encontrado en la misma región de Badia el asentamiento fortificado de Jawa en la década de 1970, considerándolo el más oriental de la Edad del Bronce en la zona, pero ahora el equipo del profesor Bernd Müller-Neuhof ha hallado otros tres que se internan más en el desierto. Están situados en Khirbet abu al-Husayn, Khirbet al-Ja’bariya y Tulul al-Ghusayn, tres colinas volcánicas en las que han aparecido muros de fortificación y restos de casas construidas en piedra, así como jardines en terraza, que contaban con un sistema de irrigación.




Según los arqueólogos pertenecen a una sociedad altamente desarrollada que se asentó allí a finales del V y principios del IV milenio a.C. creando las primeras fortificaciones del Levante e incluso de todo el suroeste de Asia. Su identidad es desconocida, pero se sabe que no fueron los primeros en habitar la zona, ya que también existen evidencias de asentamientos temporales de la era neolítica (se halló un petroglifo neolítico que muestra un guepardo cazando un oryx). Por el contrario estos son los primeros asentamientos permanentes descubiertos en la región.




Quienes construyeron estos lugares fortificados desarrollaron un sofisticado sistema de irrigación a partir del agua de lluvia, practicando la agricultura en pequeñas terrazas en torno a los muros, así como extrayendo agua potable para el consumo de pozos y almacenándola en cisternas naturales de piedra volcánica. En el interior de algunas de las casas se hallaron también grandes piedras para moler el grano. Estas terrazas serían el ejemplo más antiguo de irrigación artificial, anteriores incluso a las mesopotámicas.


Los arqueólogos encontraron también evidencias de minería y producción de herramientas de silex, que podrían estar relacionadas con los asentamientos.





En el de Jawa encontraron que los muros dobles fueron derribados y reconstruidos varias veces, lo que podría indicar conflictos por el control del agua entre los habitantes del lugar y los cazadores nómadas. Ninguna pista sobre el origen de estos pueblos ha podido ser hallada, y no está claro si eran inmigrantes o nativos del lugar.


Ahora las investigaciones intentarán dilucidar las razones que llevaron al establecimiento de estos asentamientos en un entorno tan precario, continuando las excavaciones en busca de nuevos hallazgos que permitan establecer la existencia de patrones en su distribución.

Fuente: Guillermo Carvajal | La brújula Verde, 19 de septiembre de 2016
Fotos por el Instituto Arqueológico Alemán.

Descifran el rollo de En-Gedi, la copia más antigua del Nuevo Testamento


Un pergamino hebreo extremadamente frágil por haberse quemado, ha revelado la copia más vieja nunca encontrada del Antiguo Testamento, al ser desenrrollado digitalmente.
Conocido como rollo de En-Gedi, contiene el texto del libro de Levítico, y data al menos del siglo III o IV, posiblemente antes, según el informe publicado en la revista Science Advances.


El descifrado de su contenido se describe en la revista como un "descubrimiento significativo en la arqueología bíblica". El rollo no es el más antiguo que se ha encontrado, ese honor le corresponde a los Manuscritos del Mar Muerto, que van desde el siglo III aC hasta el siglo II de la era común.



El análisis de radiocarbono ha demostrado que el rollo de En-Gedi está datado en al tercer o cuarto siglo de nuestra era. Algunos expertos piensan que es más antiguo que eso. Un análisis del estilo de escritura y la forma de las letras sugiere que podría datar de la segunda mitad del siglo I o principios del siglo II.


Durante mucho tiempo se pensó que su contenido se había perdido para siempre, ya que se quemó en un incendio en el siglo VI y era imposible tocarlo sin disolverse en trozos de ceniza.

Hallado en 1970

El manuscrito enrollado fue encontrado por arqueólogos en 1970 en En-Gedi, el sitio de un antigua gran comunidad judía que data de finales del siglo VIII antes de Cristo. Sus fragmentos fueron conservados por la Autoridad de Antigüedades de Israel durante décadas.


"La estructura principal de cada fragmento, completamente quemado y aplastado, se había convertido en trozos de carbón que se desintegraban al tocarse", se explica en el estudio.


Así, los investigadores utilizan herramientas avanzadas de escaneo digital para "prácticamente desenvolver" el libro y ver su contenido, sin tener que tocarlo. Una microtomografía computarizada fue capaz de recoger restos de metal en la tinta.


"Nos sorprendió la calidad de las imágenes", dijo Michael Segal, director de la Facultad de Filosofía y Religiones en la Universidad Hebrea de Jerusalén. "Gran parte del texto es tan legible, o cercano a lo más legible como los de los ilesos Manuscritos del Mar Muerto o de fotos de alta resolución de ellos."



Antes de este trabajo, los expertos creían que el rollo pudo haber sido un manuscrito de la Torá. Sin embargo, un vistazo a las imágenes mostró que era el libro de Levítico, desde el tercer libro del Libro de Moisés.

Primer libro del Pentateuco encontrado

Esto hace que sea el primer libro del Pentateuco, en relación con los primeros cinco libros de las Escrituras judías o cristianos Escrituras, que se ha encontrado. El rollo muestra 18 líneas de texto en cada una columna, que originalmente tenía 35 líneas de largo.


Fuente: Europa Press | El Economista, 22 de septiembre de 2016