Un nido de abeja fósil revela un hábitat del 'Austrolopithecus africanus'

CRÉDITO DE LA IMAGEN: PARKER ET AL (2016)

El análisis del primer nido de abeja fósil del Plio-Pleistoceno de Sudáfrica sugiere que el ancestro humano Australopithecus africanus vivió en un ambiente de sabana seca.

Es la conclusión de un estudio publicado en PLoS ONE por Jennifer Parker (izquierda) del University College de Londres, y sus colegas.

Hay poca información paleoecologica disponible para el yacimiento en el sur de África donde el primer Austrolophitecus africanus fósil-- conocido como el 'Niño de Taung'-- fue descubierto. Sin embargo, los fósiles relacionados con los insectos, abundantes en el sitio, pueden ayudar a comprender el paleoambiente.
Las abejas, por ejemplo, tienden a construir sus nidos característicos en condiciones determinadas. Parker y sus colegas analizaron con escáner CT un nido de abeja fósil que fue descubierto cerca del sitio del 'Niño de Taung' (derecha) para determinar su estructura interna y por lo tanto los tipos de abejas que lo construyeron.

El nido fósil estaba excepcionalmente bien conservado, y la estructura de sus células y túneles sugiere que fue hecha por una abeja solitaria que anidaba en el suelo. Estas abejas suelen anidar a la intemperie expuestas al sol, lo que refuerza otra evidencia reciente de que el Austrolopithecus africanus vivió en sabanas secas.
Los fósiles relacionados con los insectos son comunes, pero se les pasa por alto en gran medida en los sitios donde vivían los antepasados humanos, según los investigadores, por lo que su trabajo pone de relieve la contribución que tales fósiles pueden aportar a la comprensión de los entornos en los que vivían los antepasados humanos.

"Cuando Raymond Dart publicó su descripción del 'Niño de Taung' en 1925, cambió profundamente nuestra comprensión de la evolución humana", dice el coautor del estudio Philip Hopley (izquierda). "En los 90 años siguientes a su descubrimiento, la atención de los antropólogos se ha trasladado a otros sitios y especímenes africanos, y la investigación en Taung se ha visto obstaculizada por la compleja geología y la datación incierta. La nueva investigación en Taung está ayudando a reconstruir el entorno en el que esta enigmático homínido vivió y murió".

Fuente: la vanguardia.com | 30 de septiembre de 2016

Svante Pääbo, el genetista que quiso ser Indiana Jones

El profesor Pääbo. FRANK VINKEN

Cuando era adolescente, Svante Pääbo buscó en la egiptología el camino para adentrarse en una vida de aventuras. La idea era convertirse en una especie de Indiana Jones nórdico. Pero catalogar restos de vasijas y estudiar jeroglíficos no coincidía con su concepto de la diversión. Pronto supo que buscaba otra cosa. Tras estudiar Medicina, comenzó a investigar las posibilidades del ADN. Y, a principios de los ochenta, tuvo la loca idea de aplicar la biología molecular a las momias que tanto le habían fascinado. Tres décadas más tarde logró reconstruir la secuencia del genoma neandertal, un hito que revolucionaría lo que el ser humano sabe sobre sus orígenes. Precisamente esa “locura” que llevó a Pääbo a un camino nunca antes recorrido es la característica que él considera que nos define como especie.

“En los 400.000 años que vivieron, los neandertales no fueron capaces de cruzar el mar. Ni siquiera llegaron a Madagascar, que no estaba tan lejos. El hombre moderno ha ido a todos los sitios imaginables en solo 100.000 años. Esa es nuestra gran diferencia: la inconsciencia de querer ver qué hay al otro lado. Aunque sea peligroso”, asegura en su despacho, plagado de papeles por el suelo, del Instituto de Antropología Evolutiva de Leipzig (izquierda).

Para entender los logros de Pääbo (Estocolmo, 1955) y su equipo, es imprescindible hablar de este alargado edificio que en los últimos meses convive con las tiendas de campaña de un campo de refugiados improvisado a pocos metros. Este instituto forma parte de la Sociedad Max Planck, la red de 83 centros de investigación financiada este año con 1.800 millones de euros (dinero principalmente público). ¿Cómo se explica el éxito de este organismo de la Alemania Oriental? El científico —camisa estampada, bermudas, chanclas y calcetines— esboza algunos motivos: con una financiación a largo plazo sin la presión de publicar artículos cada año; la formación de grupos multidisciplinares donde colaboran desde genetistas hasta psicólogos; y la propia historia de Alemania. “Tras la reunificación, el Estado quería invertir en el Este. Además, por el trauma del nazismo, la genética había quedado muy relegada. Así que no partíamos de una tradición previa y fuimos muy libres para diseñar el centro”.

Pero quizás la mejor síntesis del Instituto Max Planck lo dé la catalana Aida Andrés (derecha): “La clave está en la combinación de una persona con una visión muy clara y un sistema científico que premia esa visión; que otorga todos los medios a las personas en las que se confía”, asegura Andrés. Ella y Sergi Castellano, que dirigen dos de los seis grupos del departamente de Genética Evolutiva, y dejan aquí a la ciencia española en muy buen lugar. Pääbo insiste también durante la entrevista en la importancia de su colaboración con los paleontólogos españoles Juan Luis Arsuaga y Antonio Rosas.

Una hora de conversación con Pääbo —pronúnciese peebo, apellido herencia de su madre estonia­— da para plantearse preguntas fascinantes. Por ejemplo, ¿qué habría pasado si los neandertales no hubieran desaparecido? “¿Estarían en los zoos o en los suburbios de las ciudades? Y si aún conviviéramos con ellos, ¿no existiría esa línea de separación tan clara entre hombres y animales o, por el contrario, seríamos aún más racistas?”, lanza al aire.

A este hombre considerado como fundador de la paleogenética le parece “triste” que el Homo sapiens no conviva con otras especies de humanos primitivos. “No hace tanto tiempo que estamos solos, tan solo unas 1.500 generaciones, asegura. Y otra duda más: ¿cómo desaparecieron nuestros tatarabuelos lejanos? No lo sabe con certeza, pero la lógica le lleva a pensar que debemos buscar la respuesta en nosotros mismos. “No sé si los matamos, les quitamos los recursos o qué pasó. Pero si hoy los orangutanes se extinguen, es por el hombre. Es razonable pensar que con el Neandertal ocurrió lo mismo”, concluye.

Pääbo no es un científico al uso. No solo por la foto colgada en la sala del café donde se le ve vestido de esmoquin abrazando sonriente a la cantante Christina Aguilera. La imagen fue tomada cuando recogió el Breakthrough, el premio creado por Mark Zuckerberg con el que recompensa a los grandes investigadores con tres millones de dólares. La heterodoxia se palpa en su libro El hombre de Neandertal. En busca de genomas perdidos ­—otra vez la referencia indianojonesca—, en el que no se limita a enumerar experimentos con palabras esdrújulas.

El texto narra sus avances como si de una novela de aventuras se tratara. Y se moja con intimidades como que fue el hijo secreto de un científico al que solo veía los sábados, cuando la familia oficial creía que el padre, un respetado premio Nobel, estaba en el trabajo. También habla de su propia bisexualidad. ¿Por qué incluir una información tan personal en un libro sobre los neandertales? “Empecé a escribirlo y me di cuenta de que hasta yo me aburría. Lo retomé pensando que, aunque no lo leyera nadie, quería que ayudara a mis hijos a conocerme mejor. También fue una reacción a mi padre: fue un buen hombre, pero llevó una vida secreta hasta que murió. Y eso me parece muy triste”.

Fuente:elpais.com | 27 de septiembre de 2016

El portal Mundo Historia en crisis

La conocida web Mundo Historia, con más de 6 años dedicando su tiempo a la divulgación de la Historia Universal, dirigido por José Manuel Requena, ha puesto un post solicitando ayudas urgentes para su financiación.

El artículo viene a decir lo siguiente:

Problema de sostenimiento Mundo Historia
Enviado por Admin MH el Dom, 02/10/2016 - 20:09.
Debido al tiempo que ha pasado desde la ultima vez y a mi imposibilidad de seguir pagando el total del importe del servidor donde alojamos Mundo Historia desde hace seis años, tenemos un deficid de 56, 30 euros. En estos momentos.  Yo he puesto 18 euros.

Quiero por ello solicitar a aquellos que aprecian este lugar que entre todos vayamos aportando un poco de dinero para asi poder pagar los 38,30 euros restantes.


José Manuel Requena (izquierda), fundador de Mundo Historia. Foto Mundo Historia

Mundo Historia es un lugar en internet que comenzó siendo un simple foro y que poco a poco se ha ganado la reputación y el aprecio tanto de personas del medio académico y cultural como de personas aficionadas a la historia, donde cuenta también con una revista digital publicada en formato electrónico (PDF).

Como ya pasó con esta web, Historia y Arqueología tuvo que pasar del formato Red Social al de Diario Digital debido a los altos costes de mantenimiento que ha aplicado la empresa de hosting y la falta de participación y donaciones por parte de los usuarios.

La mayoría de los portales de internet que nos dedicamos a la divulgación cultural, no somos empresas que ganen grandes cantidades de dinero para poder innovar y ofrecer buenos contenidos a sus lectores sino que dependemos de todos sus usuarios y de la incomoda publicidad que hacen ralentizar el uso de la página y merman la experiencia de usuario.

Por Aníbal Clemente Cristóbal
www.historiayarqueologia.com

Inmaculadas. Donación Plácido Arango Arias

Foto © Museo Nacional del Prado

El Museo del Prado quiere continuar haciendo partícipe al visitante de la generosa donación que realizó Plácido Arango el pasado año, en esta ocasión, con una selección de obras que reúne diferentes representaciones de un mismo tema: la Inmaculada Concepción, uno de los asuntos más habituales entre los artistas españoles del Siglo de Oro.

Foto © Museo Nacional del Prado

Esta presentación, que podrá contemplarse en la sala 10 A del edificio Villanueva hasta el 19 de febrero, incluye las cuatro Inmaculadas procedentes de la donación Arango en 2015 -dos de Zurbarán, una de Mateo Cerezo y otra de Valdés Leal-; otra Inmaculada de Zurbarán que ingresó en el Museo del Prado en 1956, y que se expone junto a su radiografía; y, una nueva incorporación a la donación inicial, una Inmaculada de Herrera el Mozo, que constituye un aporte significativo a la colección de obras de este autor, cuyo catálogo es relativamente escaso.

Foto © Museo Nacional del Prado

Coincidiendo con esta muestra, se ha editado una publicación en la que se estudia de manera individualizada cada una de las 26 obras que forman la donación Arango.

Madrid, 3 de octubre de 2016.- Tras la generosa donación que realizó el pasado año Plácido Arango Arias, el Museo del Prado organiza una nueva presentación especial que, en esta ocasión, reúne el conjunto de obras donadas con una personalidad temática más acusada, el formado por las Inmaculadas, uno de los temas más habituales entre los artistas españoles del Siglo de Oro para expresar los sucesivos ideales de belleza femenina.

Foto © Museo Nacional del Prado

La selección de estas obras, fechadas entre las décadas de 1630 y 1680, permite comprobar cómo la representación del tema de la Inmaculada Concepción osciló entre dos versiones: la que subraya la intimidad, el recogimiento y la concentración, y la que presenta fórmulas barrocas mediante composiciones dinámicas y coloristas. En exposición se reunirán la Inmaculada más temprana de la donación y la que custodia el Prado, ambas de Zurbarán, cuya comparación permite conocer las distintas alternativas iconográficas y compositivas que se planteó el pintor al principio de su carrera: frente a la concentración formal y la introspección emotiva de la que ingresó en el museo en 1956, la procedente de la donación Arango es expansiva y destaca por el amplio vuelo de su túnica.

Foto © Museo Nacional del Prado

La segunda Inmaculada de Zurbarán de la donación, fechada en 1656, constituye un puente con la rica tradición de representaciones concepcionistas sevillanas de la segunda mitad del siglo XVII y puede compararse con la Inmaculada de uno de los grandes representantes de esta escuela, Juan Valdés Leal, que en su obra, fechada en 1682, evita el dinamismo compositivo y la expansión comunicativa que le son característicos, y compone una obra introspectiva y delicada, en la que la joven María se encuentra rodeada por un elaborado contexto teológico.

Foto © Museo Nacional del Prado

Otro foco importante de producción de imágenes concepcionistas fue en Madrid que se encuentra representado en la donación una Inmaculada de Mateo Cerezo fechable en torno a 1660 cuyo dinamismo y amplia gama cromática son características que contribuyeron a que la pintura madrileña avanzase en una dirección plenamente barroca.

Foto © Museo Nacional del Prado

Además, esta muestra presenta una nueva incorporación a la donación inicial de Plácido Arango. Se trata de una Inmaculada de Francisco de Herrera el Mozo, uno de los nombres fundamentales en Sevilla y Madrid a mediados del siglo XVII aunque con un catálogo relativamente escaso, y que se integra, en usufructo, como un aporte significativo a las colecciones del Prado.

Coincidiendo con esta presentación, el Museo del Prado ha editado una publicación en la que se estudian de manera individualizada el total de 26 obras que forman la donación Plácido Arango y en la que se incluye un texto en el que se valora la aportación del conjunto a las colecciones del Prado.

Inmaculada Concepción de Francisco Herrera el Mozo. Foto © Museo Nacional del Prado

La Inmaculada Concepción de Francisco Herrera el Mozo.
Nueva incorporación a la donación Plácido Arango

La incorporación de esta Inmaculada de Francisco Herrera el Mozo, autor de una de las obras maestras de la donación (El sueño de san José), supone una aportación relevante a la colección del Prado ya que no se conoce ninguna otra obra de Herrera con tema concepcionista, un asunto de los más frecuentados por los pintores españoles de su generación.

En esta obra, Herrera ofrece una alternativa a los modelos más habituales de iconografía mariana española en la segunda mitad del siglo XVII planteando una contención formal y emotiva no habitual en la época, pero que también aparece en algunas Inmaculadas contemporáneas como la de Valdés Leal procedente de esta donación.

Javier Portús, Jefe de Departamento de Pintura Española (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado en la sala 10A. Foto © Museo Nacional del Prado.

Destacan en ella tanto la nitidez cromática, resuelta a base de la combinación de los tonos marfil de la túnica y el azul profundo del manto, como el esmero descriptivo y el cuidado con el que se ha concebido la composición.

El caballo perdido de la cueva de Santimamiñe (Vizcaya)

Un espeleólogo del grupo ADES observa el caballo rojo, cuya datación aún no se ha decidido. / ADES

Hasta el año 2014 los arqueólogos no se percataron de que faltaba un caballo entre las pinturas de Santimamiñe. Se había escondido a 440 metros de distancia, en la cueva vecina de Morgota, situada en el municipio de Arteaga, corazón de la Reserva de Urdaibai (Vizcaya).

Durante una visita rutinaria dos espeleólogos del ADES descubrieron este animal rojo de 70 centímetros sin cabeza (acéfalo) que, a pesar de la discreción mediática, se convirtió en un símbolo de los nuevos descubrimientos de arte rupestre en Euskadi. La revista Kobie, especializada en temas arqueológicos, publica ahora una serie de estudios que verifican su autenticidad.

Curiosamente, el día del hallazgo, los espeleólogos Antonio García y Gotzon Aranzabal no imaginaron que se tratara de una pintura de hace miles de años y quisieron gastar una broma al arqueólogo Juan Carlos López Quintana. Sacaron una foto del manchón rojo y escribieron «delirios» en el espacio dedicado al ‘asunto’ del correo electrónico. Quintana activó la alarma.

«¿Dónde habéis hecho las fotos?». A pesar del escepticismo de los espeleólogos, los arqueólogos no dudaban: era arte rupestre. «El ADES habrá entrado en Morgota 60 o 70 veces en 30 años. Siempre soñamos con encontrar pinturas y nunca nos fijamos en esta», lamenta Aranzabal.



Manchas rojas, tizonazos de carbón, puntos, signos rectangulares, un caballo... Un total de quince restos pictóricos y algunos materiales -como un jarrón de cerámica de otra época- que conforman el testimonio silencioso de estos antepasados. Los caballos acéfalos son inusuales entre las representaciones del Cantábrico. Los expertos en arte parietal Diego Garate y César González Sainz situaron el animal a más de 20.000 años de distancia. En cambio, los hallazgos arqueológicos apuntaban a ‘sólo’ 15.000 años.

Mientras los especialistas discutían sobre la edad del caballo, el geólogo Javier Maeztu y Aranzabal afirmaron que en tiempos aún más lejanos el río de Omaerreka (que ahora recorre los valles de alrededor) circuló por Santimamiñe y se sumió en Morgota. Con los siglos, el río fue enterrándose hasta llegar a la altura de los caseríos actuales y dejar ambas cuevas suspendidas a 75 metros sobre el nivel del mar. Dos esqueletos geológicos que guarecieron a los cromañones muchos milenios después.

Fuente: El Correo