ALGUNOS APUNTES RESPECTO AL TOPÓNIMO “LAS HURDES”

Foto: La arquitectura castreña tradicional se muestra en todo su esplendor en la alquería del Gasco.

Es costumbre en España tratar de establecer relaciones intencionales y emotivas entre realidades objetivas desvinculadas. Sucede para el caso del emparejamiento tradicional que se ha tratado de establecer entre dos “rarezas” de ámbito tan dispar como la lengua euskera y la aislada (pero no tanto…) comarca extremeña de Las Hurdes. Me refiero a la tradicional interpretación del topónimo en clave euskérica como proveniente de “urde” (cerdo), de forma que se entendería el nombre de la región como “tierra de jabalíes” y se daría por supuesta una inexistente, según las fuentes, repoblación de vascohablantes que la habrían rebautizado en esa forma. Existe también en euskera antiguo [Luis Silgo, Estudio de Toponimia Ibérica, 2013] una raíz en -urd que significa “zona llana, meseta”, pero que claramente no sería  aplicable a la realidad de la comarca, poseedora de un relieve muy accidentado, encontrándose el valle más estrecho de Europa Occidental en las márgenes del río Malvellido.

En un interesante artículo publicado en la revista digital celtiberia.net, firmado por Reuveannabaraecus (?) [http://celtiberia.net/es/biblioteca/?id=1415], el citado autor presenta una nueva hipótesis, bien hilvanada, según la cual las comarcas suelen recibir una denominación alusiva a algún aspecto peculiar, propio y a veces exclusivo, que las diferencia de las comarcas vecinas y por el que se caracterizan: así, por ejemplo, La Vera se llama de esta manera por estar situada a la feraz orilla del Tiétar, frente a las colindantes y otrora áridas dehesas del Campo Arañuelo (hoy convertidas en regadíos); o la Tierra de Barros se conoce con esa denominación por poseer unos fértiles suelos anegadizos (“barros”) aptos para toda clase de cultivos, frente a los suelos más pobres de las comarcas serranas vecinas (Jerez de los Caballeros, etc.). Y Las Hurdes recibieron este su nombre por haber tenido y tener aún la mayor concentración de brezales de todo este sector del oeste ibérico; en efecto, el nombre Hurdes , a veces escrito (por pronunciado) Jurdes , procede, por medio del dialecto astur-leonés que hablaban los primeros repobladores medievales de estas tierras, del latín vulgar úlicem “brezo”, que da en la lengua astur-leonesa urz(e) ; con esta forma y significado lo encontramos en La Urz (población perteneciente a la comarca de Las Omañas, al norte de la provincia de León) o en Brime de Urz y Quintanilla de Urz (municipios situados en el Valle de Vidriales, no lejos de Benavente, al norte de la provincia de Zamora). De urz / urce se pasó a urde (urdes, en plural, por su abundancia) debido a uno de los rasgos más característicos del dialecto extremeño: la pervivencia del fonema medieval conocido como “z sonora”, habitualmente representado como “d” (v. gr., jadel por hacer). La h- inicial hay que explicarla mediante la fonética sintáctica a partir de otro rasgo propio (aunque no exclusivo) del dialecto extremeño: la aspiración, tanto de la h- procedente de f- inicial latina como de j / ge,gi y de la -s final o implosiva; así, en la secuencia fonética Lah Urdeh (o Laj Urdej), una vez perdida la conciencia del significado del término (pues se impuso el castellano “brezo”), se interpreta la aspiración final del artículo como aspiración inicial del nombre, del cual comienza a formar parte, quedando éste así definitivamente fijado como (LAS) HURDES oJURDES , que no significaría, pues, otra cosa que “(LOS) BREZOS”.

Sin restarle mérito ni acierto a esta hipótesis, quisiera plantear otra posibilidad que rastrea el origen del topónimo en tiempos mucho más antiguos, y lo vincula directamente, así como a su gestación, autóctona y no importada, con las lenguas indoeuropeas prerromanas vettonas que sin duda se hablaron en aquellos parajes, más que al latín vulgar evolucionado proveniente de los espacios asturleoneses. Las razones que aporto son las siguientes:

– El paralelismo entre el topónimo Urdes (la h aspirada queda claro, según Reuveannabaraecus, que proviene del conjunto “Lah Urdeh” y no forma parte del topónimo sustantivo) y otros, como Urdón, Urdiceta, Ordesa, Urdués, Urdiales, etc. En efecto, esta raíz urd- pertenece al indoeuropeo, concretamente *wrad (en grado cero, con vocalización de la w en u y no vocalización de r en ra o ar) [entrada 2175, página 1167 de la obra clásica de Julius Pokorny Indogermanisches Etymologisches Wörterbuch]. La raíz viene a significar “rama, ramaje, enramada”, denominación acorde de alguna manera con el fitónimo que aportaba Reuvennabaraecus, pero más general y no vinculada a ninguna especie vegetal concreta (algo así como “lugar de monte bajo, arbustivo, poblado de vegetación”), lo cual también encaja con las características de extrema feracidad vegetal del sitio. En muchas ocasiones se esgrime un supuesto origen de estos topónimos en –urd basándolo en el vocablo hordeum (lat. “cebada”), pero es dudoso pensar que este cereal se cultivase en todo tipo de suelos, dado que, aunque es poco exigente respecto al clima, sí está especialmente adaptado al terreno calizo, que es inexistente en Las Hurdes: el suelo predominante es de materiales del Herciniano, como pizarras y esquistos.

– El topónimo Urdón, situado en la Cantabria histórica, así como Urdiales, en la Marina de la misma región (entre otros de la España indoeuropeizada), apoyan esta vinculación de las hablas celtíberas-cántabras-vettonas (según el grupo lingüístico definido por la teoría clásica de Jürgen Untermann).

– De forma tangencial puede también aducirse, para evidenciar la continuidad y antigüedad del topónimo desde tiempos protohistóricos, la identidad de costumbres y mitos, residuales recientemente en la comarca, de claro origen céltico [Félix Barroso, Las Hurdes. Aspectos etnográficos y antropológicos. Revista de Folklore 106 (1989)], algunos claramente emparentados con la mitología cántabra –por ejemplo, y de forma singular, la importancia en ambos contextos cultuales de la luna como divinidad ctónica-, así como del urbanismo, de tipo castreño, y las características relativas a la antropología física de los grupos humanos. Todo esto  apoyaría de forma clara la continuidad del poblamiento en la región desde tiempos ancestrales, y por tanto de las raíces más arcaicas de muchos topónimos locales, que convivirían lógicamente con otras de orígenes más modernos que sí pudieron ser aportados por las oleadas repobladoras que sin duda existieron. Afortunadamente la historiografía en los últimos tiempos está limitando la magnitud y los efectos de estas repoblaciones y apostando más por la continuidad de los asentamientos en los territorios históricos, eliminando así la noción tradicional de un supuesto “vacío demográfico” que se habría producido en la Meseta tras la conquista musulmana.

Marina Gurruchaga, doctora en Historia por la Universidad de Cantabria

Mi agradecimiento por sus puntualizaciones, respecto a la lingüística indoeuropea, a Martín Gurruchaga, doctor en Filología Clásica.

El Tesoro de Troya, a la vista por primera vez en Atenas

Hasta el 30 de julio, los visitantes del Museo Arqueológico Nacional podrán ver la colección que la esposa de su descubridor, Henrich Schliemann, regaló a la pinacoteca en 1892.

Hasta el 30 de julio, los visitantes del Museo Arqueológico Nacional de Atenas podrán ver la colección de Troya que la esposa griega de su descubridor, Sophia Schliemann, regaló a la pinacoteca en 1892, dos años después del fallecimiento de su esposo Henrich. Este museo, que es el mayor de Grecia y el que tiene más objetos de la Antigüedad griega, fue renovado antes de los Juegos Olímpicos de 2004 y ahora está abierto todos los días de la semana.


Para aumentar el interés de sus visitantes, sigue una iniciativa original: el «Museo Invisible». Es decir, muestra al público objetos nunca expuestos de su propio almacén. Los objetos provenientes de la excavación de Troya que donó Sophia Schliemann al museo se expondrán hasta el 30 de julio. Y en días contados, siempre que se inscriba uno anteriormente en la página web del museo, habrá una visita guiada con arqueólogos que mostrarán en detalle la colección y explicarán la fascinante historia del Tesoro de Troya y como acabó repartido en muchos museos europeos.


Lo que se muestra ahora de la pequeña colección de Sophia Schliemann se puede ver en una vitrina en la sala central que lleva a las escaleras para subir al primer piso del museo, así como en la vitrina 13 de la sala V. Son objetos provenientes de la ciudad de Troya y fechados entre los años 2500 y 2300 a.C. En la primera vitrina hay partes de pequeños objetos, cerámica, ánforas, y en la segunda se pueden observar pequeñas joyas de oro, collares y pendientes en los que el oro se trabaja con la técnica denominada «granulada», así como figuras antropomórficas de mármol, pesos utilizados para telares, además de instrumentos y otras joyas más modestas en bronce.


La denominada colección de Sophia Schliemann es una parte mínima de lo encontrado en las excavaciones realizadas por su marido Heinrich Schliemann en la década de 1870 en Troya (Turquía). Fue lo que Sofía, que era griega, acabó teniendo en su posesión tras la inesperada muerte de su marido en 1890, que era 30 años mayor que ella, y que ella acabó regalando al mayor museo de su país dos años mas tarde.

El viaje de Schliemann

Porque Schliemann era un inteligente comerciante alemán que se enriqueció comenzando como modesto empleado y se convirtió, gracias a su inteligencia y tesón, en un riquísimo comerciante. A mediados de siglo decidió retirarse de los negocios y dedicarse a su pasión, la arqueología, y a su obsesión, encontrar la ciudad de Troya. Se divorció de su primera esposa rusa, a la que dejó con sus cuatro hijos. Y como quería tener una nueva esposa, le pidió a su amigo y profesor de griego Theoklitos Vimpos, que era un obispo ortodoxo, que le encontrara una esposa que fuera griega, tuviera «el mismo carácter angélico que su madre y hermana», que fuera guapa, culta, bastante joven para tener niños, que le gustara la Antigüedad griega, así como su literatura y geografía y que quisiera acompañarle en sus viajes.


Así conoció a la guapa Sophia Engastromenos, de 17 años, con la que se casó en 1869 y tuvo dos hijos, Andromaca y Agamenón. Gran parte de lo que descubrió este arqueólogo amateur en Troya se quedó en Turquía, otra parte fue a Berlín y terminó en el Museo Pushkin de Moscú. Schliemann se gastó gran parte de su fortuna en excavaciones arqueológicas y viajes, algo que le encantaba ya que era además un gran políglota que se comunicaba en mas de ocho idiomas.



Y ahora se puede ver la donación de Sofía, a pocas salas de distancia de dónde está expuesto en el museo lo que Schliemann descubrió en Micenas y Tirinto. Y en el centro de Atenas se encuentra la espectacular residencia privada de la familia, una casa neoclásica con extraordinarios artesonados y techos pintados, que ahora es el Museo Numismático.

Fuente: Fuente: BEGOÑA CASTIELLA | ABC, 11 de junio de 2017

El Prado recupera una cabeza de bronce del rey Demetrio I, sucesor de Alejandro Magno

Se trata de uno de los escasos bronces originales helenísticos que se conservan y podrá verse en la pinacoteca hasta el 17 de septiembre.


El Museo del Prado ha recuperado uno de los escasísimos bronces que se conservan del periodo helenístico. Se trata de una cabeza monumental, que los restauradores han identificado como el rostro del general y rey helenístico Demetrio I. Fechado hacia el 307 a.C., se trata de una pieza excepcional por su tamaño y calidad que se expone por primera vez al público tras su recuperación.
Es uno de los pocos retratos helenísticos de este tamaño y de esta calidad que se conserva. La cabeza, de 45 centímetros, pertenecía a una estatua monumental de unos tres metros y medio de altura. La alta calidad de este bronce se aprecia particularmente en el preciosismo de la cabellera, sin duda una magistral elaboración del escultor, que dominaba la técnica de la cera perdida.

Investigaciones recientes han posibilitado la identificación del personaje representado como el general y rey helenístico Demetrio I, llamado Poliorcetes por sus clamorosos y exitosos asedios a ciudades enemigas (h. 336-283 a.C.). Junto con su padre, el diádoco Antígono I, Demetrio fue el primer sucesor de Alejandro Magno (356-323 a.C.).


La cabeza llegó a España en 1725, orocedente de la colección de la reina Cristina de Suecia. Estuvo depositada en el Palacio de la Granja de San Ildefonso como parte de la colección de Felipe V e Isabel de Farnesio e ingresó en las colecciones del Museo del Prado hacia 1830.

Fuente: ABC, 12 de junio de 2017

Arqueólogos descubren un juego de pelota y un templo en Tenochtitlán (México)

Los nuevos descubrimientos aledaños al Templo Mayor, el Templo de Ehécatl y parte del juego de pelota de Tenochtitlan, otorgan “un nuevo rostro del mexica”, de acuerdo con el arqueólogo Eduardo Matos.

El arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma (izquierda), explicó que en el predio de Guatemala número 16, del ahora Centro Histórico, expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron el templo dedicado a Ehécatl, el dios del viento en la Gran Tenochtitlan.

Por su parte, la secretaria de Cultura federal, María Cristina García Cepeda, aseguró que el gobierno de la República refrenda su compromiso en favor de la protección de todo el patrimonio arqueológico de México, al tiempo que señaló que en los recientes hallazgos está una cancha de juego de pelota en la que, según crónicas antiguas, jugó Moctezuma.

Matos Moctezuma explicó que a través del Programa de Arqueología Urbana (PAU), en distintos lapsos se ha efectuado la liberación del edificio dedicado al dios mexica del viento, de más de 30 metros de longitud. "También se descubrió una plataforma de nueve metros de ancho, delimitada por el cabezal poniente de la cancha del juego de pelota".



A escasos centímetros del excepcional descubrimiento, mencionó que en los últimos siete años, el PAU ha identificado a plenitud esa edificación, estructura rectangular de 34 a 36 metros de longitud que en su parte posterior tiene adosados dos cuerpos circulares, el mayor de 18 metros de diámetro, y se encuentran separados por un andador de 1.10 metros.

Añadió que durante las labores en Guatemala 16, a espaldas de la Catedral Metropolitana, el PAU descubrió también una plataforma de nueve metros de ancho limitada por el cabezal poniente de la Cancha del Juego de Pelota.

En este espacio, alineado al adoratorio del dios guerrero Huitzilopochtli (el cual junto con el dedicado a Tláloc se hallaba en la cima del Templo Mayor), se detectaron restos de una escalinata por donde debieron ingresar los combatientes a la cancha ritual.

De acuerdo con Matos Moctezuma, conforme a la evidencia de tres etapas constructivas detectadas hasta ahora por el PAU, ambos edificios estuvieron en uso por lo menos desde el año 1481, durante el gobierno de Tízoc, y en los subsecuentes mandatos de Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin, hasta el año 1519, coincidiendo con la llegada de los españoles.

Los dioses mexicas combatían entre sí, pero también se tendían la mano, y los templos de México-Tenochtitlan expresaban esa simbiosis.

Imagen: Según fuentes históricas, el Templo de Ehécatl estaba enfrente del adoratorio de Tláloc. Las excavaciones arqueológicas lo confirmaron.

Frente al adoratorio de Tláloc, deidad fecunda que residía en el Templo Mayor, estaba el Templo de Ehécatl, divinidad que con sus vientos benignos barría los cielos y atraía la lluvia, informó a Notimex el arqueólogo Raúl Barrera, del INAH, quien en 2010 halló estos vestigios de más de 500 años de antigüedad.

"Las fuentes históricas refieren que Hernán Cortés conoció el Recinto Sagrado de Tenochtitlan en compañía del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, quien le dio un recorrido por sus principales edificios, e incluso se dice que tuvo la oportunidad de observar el desarrollo de un juego de pelota, cuyos restos ha ido verificando el PAU en distintos salvamentos arqueológicos", añadió Barrera.

Bajo el piso de una escalinata remetida a la plataforma que limita al norte el juego de pelota, los arqueólogos ubicaron la única ofrenda ritual hallada hasta ahora en las excavaciones en Guatemala 16. Estaba conformada por varios grupos de cervicales humanas que aún guardaban su posición anatómica, y correspondían a 30 individuos cuyas edades oscilaban desde infantiles hasta juveniles.

La sección del Templo de Ehécatl que se observa al fondo sólo corresponde a una cuarta parte de su totalidad. Los frailes Durán y Torquemada mencionan en sus crónicas el templo dedicado al dios del viento, como un edificio circular con acceso al oriente y techo cónico de paja y cuando los sacerdotes entraban en él emulaban internarse en las fauces de una serpiente porque su acceso y el templo en sí, eran la representación de este animal.

Foto: Imagen frontal del templo de Ehécatl, en ciudad de México INAH

El PAU ha comprobado buena parte de lo citado en fuentes históricas, por lo que el conocimiento y la preservación del Templo de Ehécatl y del juego de pelota es fruto de la colaboración de varios profesionales, quienes se han comprometido con su rescate en diversas temporadas de trabajo en los últimos siete años, anotó luego Matos Moctezuma.

Desde hace 25 años, en el corazón de la Ciudad de México, el PAU rescata y protege lo que permanece de la fama y la gloria de la antigua México-Tenochtitlan, una ciudad que perduró dos siglos, entre 1325 y 1521. En los últimos años, este proyecto del Museo del Templo Mayor ha visto incrementar la cantidad de hallazgos.

"Como se sabe, consumada la conquista, los edificios tenochcas fueron desmantelados paulatinamente en sus etapas superiores para construir la capital virreinal", concluyó el arqueólogo Matos Moctezuma, notoriamente emocionado por este hallazgo que viene a dar "una nueva luz a lo que hasta hoy sabíamos de nuestra cultura original".

Aquí el vídeo de la conferencia donde se anunció el hallazgo...


Fuente: radioformula.com.mx | 7 de junio

El Pleistoceno Medio de Europa: ¿pudieron convivir dos especies humanas?

Reconstrucción ideal de un cráneo del yacimiento de Arago (Tautavel, Francia) a partir de restos de varios individuos.

Anteriormente hablé de las dificultades para explicar la evolución humana de Europa durante el Pleistoceno Medio (780.000-120.000 años). De alguna manera dejé abierta la posibilidad de que en este período coexistieran dos o más poblaciones diferentes. Esta hipótesis se deriva con facilidad del estudio de los restos encontrados en la cueva de Arago (Tautavel, sur de Francia) y en la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Las dataciones en estos dos lugares se han repetido en varias ocasiones y la cronología de los dos yacimientos gira en torno a los 400.000 años. Quienes ocuparon estas dos regiones tan próximas pertenecieron a poblaciones de aspecto claramente distinto.

Algunos fósiles encontrados en diferentes yacimientos del Pleistoceno Medio, como Swanscombe y Pontnewydd, en el Reino Unido, o Steinheim, en Alemania, pueden agruparse fácilmente con los humanos de la Sima de los Huesos. La peculiaridad que los une está relacionada con la presencia de un número significativo de caracteres compartidos con los Neandertales. Otros fósiles, como los hallados en los yacimientos de Verteszöllos (Hungría), Bilzingsleben (Alemania), Mala Balanica (Serbia), Ceprano (Italia) o Aroeira (Portugal) tienen en común la escasa o nula presencia de caracteres neandertales. Por su aspecto primitivo podríamos asociarlos mejor con los fósiles de la cueva de Arago.

Por supuesto, los fósiles mencionados en el párrafo anterior son fragmentarios y no representan de manera adecuada a sus respectivas poblaciones. Necesitaríamos muchos más restos para estar convencidos de que su aspecto era ciertamente muy distinto al de los humanos de la Sima de los Huesos de Atapuerca. Sin embargo, la suma de evidencias nos sugiere que Europa estuvo habitada por grupos diferentes. No nos atrevemos a sugerir que se trataba de especies distintas, porque su nicho ecológico habría sido forzosamente el mismo y la competencia entre ellas habría sido rápida y feroz. Difícilmente habríamos hallado de manera tan repetitiva los restos fósiles de esas dos posibles especies.

Cráneo 17 del yacimiento de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca.

El hallazgo de ADN en los humanos de la Sima de los Huesos abrió una puerta insospechada para conocer mejor la historia evolutiva de nuestro continente. Pero por el momento y a la espera de nuevos resultados (no me cabe la menor duda de que esos resultados llegarán tarde o temprano) el registro fósil es casi nuestra única fuente de conocimiento. Y quizá la complejidad que observamos en ese registro se deba a la presencia de grupos llegados a Europa en épocas diferentes, aunque originados de un ancestro común. Todos estos grupos tendrían, por tanto, un parentesco relativamente cercano y la posibilidad de hibridar. Su coexistencia en Europa fue posible, aunque no necesariamente pacífica. Más bien al contrario. La territorialidad y también el aislamiento debido a cuestiones climáticas pudieron acentuar la diversidad original. En la actualidad, las diferencias tribales de ciertas regiones se manifiestan solo gracias a los elementos culturales. En el Pleistoceno, esas diferencias tendrían un cariz más biológico que cultural.

El paleoantropólogo Giorgio Manzi ha sugerido en varios artículos científicos que la diversidad de Europa podría entenderse si hablamos de distintas subespecies. Esta categoría taxonómica se comprende con cierta dificultad, porque detrás de ella está la idea de que las diferencias entre las poblaciones bajo estudio no alcanzan el nivel de especie, pero son claramente mayores de la variación que podemos encontrar hoy en día entre diferentes grupos humanos del planeta. La idea de Manzi, compartida por muchos colegas, es quizá la más razonable. La geografía física de Europa es muy compleja, capaz de albergar la diversidad de poblaciones que estamos detectando en tantos y tantos yacimientos del Pleistoceno Medio. Tal vez la pregunta más interesante (post anterior) esté relacionada con la explicación de la homogeneidad que se observa en el Pleistoceno tardío (antes Pleistoceno Superior), cuando los Neandertales clásicos ocuparon en su totalidad el occidente de Europa.

Fuente: quo.es | 8 de junio de 2017