No supone ningún descubrimiento afirmar que en las antiguas civilizaciones se encuentra el germen de la sociedad tal y como la conocemos, pero lo que muchos no sabrán es que avances tan necesarios hoy, como la red de abastecimiento de aguas en las ciudades o las grúas en la construcción, se los debemos a los romanos.
Así lo demuestra 'Artifex. Ingeniería romana en España', la exposición que acoge el Museo Arqueológico de Asturias hasta el 29 de octubre y con la que se intenta introducir a los visitantes en la tecnología del Mundo Antiguo.
La muestra se inauguró en 2002 en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid y ha estado itinerando por toda España desde ese año. Como es normal, ha experimentado una evolución durante sus quince años y los contenidos actuales no son los iniciales. Por ejemplo, se han añadido cargas de paredes del castro asturiano del Chao Samartín, lo que hace de 'Artifex' el complemento perfecto para la colección permanente del museo, la cual se centra en los vestigios de la civilización romana en la comunidad asturiana.
SOBRE LA EXPOSICIÓN
Fechas. La muestra podrá visitarse hasta el 29 de octubre. De miércoles a sábado, de 9.30 a 20 horas. Los domingos hasta las 15 horas.
A través de paneles, maquetas e instrumentos, se justifica que Roma reinara en el campo de la ingeniería durante más de cinco siglos y que después de su caída tuvieran que transcurrir muchos años para que se diese una tecnología de tal nivel.
De nuevo los visitantes de Pompeya se encontrarán con obras abiertas en numerosas áreas de la ciudad antigua, e incluso de la urbe actual. Son ocho puntos en los que están trabajando grupos de arqueólogos y estudiantes. El objetivo es profundizar en el análisis de los restos, ya que "solo el conocimiento cabal del contexto arqueológico puede garantizar su correcta salvaguardia en el tiempo", señala el arqueólogo Massimo Osanna, director general del Parque Arqueológico de Pompeya.
Foto: El profesor Massimo Osanna dirige las nuevas excavaciones en Pompeya. Cuando se iniciaron las excavaciones en Pompeya, en el siglo XVIII, las obras se limitaban a la ciudad que quedó sellada tras la erupción del Vesubio, el año 79 d.C. Ahora, "el nuevo proyecto de excavaciones se refiere a las áreas públicas y a los santuarios, con el fin de entender cuándo y cómo nacieron estos; quiénes venían y qué nos cuentan de la historia de esta ciudad surgida en el siglo VII a.C. y que durante más de 700 años pasó por una serie de etapas", explica Osanna. Hace tres meses que se inició esta nueva fase. Las excavaciones comprenden la Insula Occidentalis, la Torre de Mercurio con sus muros milenarios y el santuario extraurbano denominado "del Fondo Iozzino". Las primeras obras de la Insula (área), ubicada en el sector oeste de Pompeya, han traído a la luz un pórtico de considerables dimensiones, del que supo de su existencia en el siglo XVIII, pero del que se volvió a perder su rastro poco después. El sector donde se encuentran las antiguas murallas de la monumental Torre de Mercurio ya había sido parcialmente excavado a principios del siglo pasado. Ahora, resultan particularmente interesantes las huellas de las ruedas de los "carros armados" utilizados en la defensa de la ciudad durante el ataque que efectuó el cónsul Sila, en el año 89 a.C. Han aparecido en lo que se podría definir la vía principal.
Otro grupo de investigaciones se ha abierto en el corazón de la ciudad actual, que eran los suburbios de la ciudad antigua. Este sitio era privado en los años 60, y no se pudo excavar, pero ahora se han retomado los trabajos. Se ha descubierto una enorme cantidad de ofertas votivas, con numerosos testimonios epigráficos en lengua etrusca. Esto ha permitido estudiar el origen etrusco de Pompeya y la importancia de esta presencia, "hecho hasta ahora desconocido, que ha quedado demostrado tanto gracias al tipo de artesanía usada por esta población, como a la gran cantidad de inscripciones encontradas en este santuario, lo que demuestra que grupos etruscos vivieron aquí en forma permanente", señala Massimo Osanna. En un fragmento de copa, encontrada hace apenas un par de días, se lee en la inscripción "Yo soy la copa de Manied... no me saquen de aquí". "Es un descubrimiento estupendo, porque tenemos el nombre de quien vivió aquí", explica el arqueólogo Osanna, y agrega que "con esto, hemos logrado entender los motivos por los que, después del año 470 a.C., no se sabe nada de la ciudad: fue por la desaparición y consiguiente abandono de los etruscos de esta zona de Italia meridional, tras su derrota en la batalla de Cumas, en el año 474".
Foto Obras en la ciudad antigua Hace pocos días también partieron los trabajos en los principales lugares de culto al interior de la ciudad antigua: el Santuario de Apolo, el Foro Triangular y el Templo de Isis. "Un estudio de estos espacios sacros nos está permitiendo una nueva lectura acerca de su uso, como también las formas de devoción ritual, no solo en la época romana, sino también del período arcaico", subraya Massimo Osanna. Las excavaciones en el Santuario de Apolo, que se centran en el área central del templo, "nos han entregado elementos muy sorprendentes relacionados con los momentos rituales, que no se limitaban solo al lugar de culto propiamente tal, sino que se extendían al Foro cuando se organizaban los Juegos en honor al dios", explica el profesor Osanna. En el Foro Triangular las excavaciones han descubierto un gran pozo oval, de 4 metros y medio de profundidad, que se comunicaba con una cisterna cubierta con una bóveda de cañón. Además, se encontraron miríadas de vasitos en miniatura, que se usaban para las ofrendas a Atenea, protectora del tránsito de jóvenes y jovencitas de la adolescencia a la mayoría de edad.
Se han descubierto también joyas de oro, plata y ámbar, del periodo helenístico (siglo III al siglo I a.C.), en perfectas condiciones. Hay un anillo de oro y otro de plata, con un escarabajo, provenientes con toda seguridad de Egipto. También un collar de perla vítrea, probablemente procedente de Palestina, y numerosas botellitas de perfume, elaboradas en las ciudades griegas. Todos estos artículos eran productos de diversas áreas del Mediterráneo, pero también hay objetos de ámbar que probablemente venían de la actual Polonia o del norte de Alemania. Lo que demostraría el carácter cosmopolita y multiétnico de la Pompeya antigua.
Cráneos encontrados cerca de Templo Mayor, Ciudad de México. Henry Romero / Reuters
Una torre de cráneos humanos desenterrada recientemente bajo el corazón de Ciudad de México ha planteado nuevas preguntas sobre la cultura del sacrificio en el Imperio azteca, informa Reuters. Entre cientos de cráneos incrustados en esta estructura siniestra había muchos ejemplares de mujeres y niños.
Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) encontraron más de 650 cráneos cubiertos de cal y miles de fragmentos en un edificio cilíndrico cerca del sitio del Templo Mayor, uno de los principales de la capital azteca Tenochtitlán, que más tarde se convirtió en la Ciudad de México.
El Huey Tzompantli
Se cree que la torre forma parte del famoso Huey Tzompantli, descrito en las crónicas de los conquistadores. Se trata de un enorme altar compuesto de calaveras, que causó espanto en los españoles cuando, bajo el mando de Hernán Cortés, capturaron la ciudad.
De acuerdo con diversos historiadores, este tipo de construcciones, adornadas con cabezas de guerreros capturados, aparecen en distintas culturas mesoamericanas antes de la conquista española. Pero la excavación arqueológica en las entrañas de la vieja Ciudad de México que comenzó en 2015 sugiere que la imagen no estaba completa.
Sacrificios humanos
Cráneos encontrados cerca de Templo Mayor, Ciudad de México.Henry Romero / Reuters
Según explicó a la agencia el antropólogo biólogo Rodrigo Bolaños, los registros hasta la fecha indicaban que los aztecas solo sacrificaban a jóvenes guerreros a los que capturaban, por lo que los científicos no esperaban encontrar cráneos de mujeres y niños en esta torre. "Los niños y mujeres no iban a la guerra. Está pasando algo que no está registrado y esto es muy nuevo, una primicia en el Huey Tzompantli", subrayo Bolaños.
Raúl Barrera, uno de los arqueólogos que trabaja en el sitio junto a la enorme catedral metropolitana construida sobre el Templo Mayor, apuntó que los cráneos se habrían puesto en la torre después de haber estado en exhibición pública en la estructura llamada tzompantli.
Raul Barrera, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), habla durante una entrevista con Reuters en un sitio donde más de 650 cráneos tarta de lima y miles de fragmentos fueron encontrados en el edificio cilíndrico cerca de Templo Mayor, una de las los principales templos de la capital azteca Tenochtitlán, que más tarde se convirtió en la Ciudad de México, México 30 de junio de 2017. REUTERS / Henry Romero.
La conquista de México
Lorena Vazquez, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), trabaja en un sitio donde más de 650 cráneos tarta de lima y se encontraron miles de fragmentos en el edificio cilíndrico cerca de Templo Mayor, uno de los principales templos de la capital azteca Tenochtitlán. REUTERS / Henry Romero
De aproximadamente 6 metros de diámetro, la torre se encontraba en la esquina de la capilla de Huitzilopochtli, dios azteca del sol, la guerra y el sacrificio humano. Su base aún no ha sido desenterrada.
No hay duda de que la torre era una de las estructuras con cráneos mencionadas por Andrés De Tapia, un soldado español que acompañó a Cortés en la conquista de México en 1521, insistió Barrera. En su relato de la campaña, De Tapia reveló que había contado decenas de miles de cráneos en lo que se conoció como el Huey Tzompantli.
El material genético de las mujeres de Armenia casi no ha sufrido modificaciones a lo largo de los últimos 8.000 años, así lo concluyó un grupo de científicos de Rusia, Armenia y Dinamarca, al analizar el genoma mitocondrial (ADNmt) de la población que vivió en el Cáucaso del Sur hace varios miles de años.
Los resultados de este estudio han sido publicados en la revista Current Biology.
El Cáucaso del Sur, ubicado entre el mar Negro y el mar Caspio, vincula geográficamente Europa con Oriente Próximo. Durante milenios esta región ha servido como corredor para migraciones masivas. Sin embargo, pese a la existencia de numerosos datos arqueológicos acerca de los pueblos que habitaron la región, se sabía muy poco sobre los procesos demográficos que llevaron a la formación de la actual población.
El grupo de científicos internacionales, analizó los genomas mitocondriales de los restos de 52 personas que vivieron en los territorios de lo que hoy en día es Armenia y Nagorno Karabaj —también conocido como Artsaj—. El estudio abarcó un período de unos 8.000 años (desde 7.811 a.C. hasta los 300 a.C.).
Además, los expertos en genética estudiaron 206 genomas mitocondriales de los armenios contemporáneos, y, con tal de que su investigación fuera más representativa, los expertos también analizaron el ADN de 482 personas de los pueblos vecinos.
Esta fotografía muestra los restos humanos, excavados en Armenia, que se utilizaron para los análisis de ADN antiguo. Los restos son de un individuo Edad de Bronce Media (siglo 17 aC) excavada en Karashamb, sepultura 462.
El indicador clave del parentesco entre las poblaciones es el parecido entre los haplotipos. Si el haplotipo de un organismo coincide con el haplotipo de otro, esto significa que ambos pertenecen al mismo haplogrupo.
Las personas dentro del mismo haplogrupo tienen un ancestro común, quien tuvo una mutación en su genoma que fue heredada por todos sus descendientes. Los científicos mayormente estudian los haplogrupos de ADNmt (genoma que las madres 'pasan' a sus bebés) y los del cromosoma Y (genoma que heredan solo los hijos varones por la línea paterna).
El análisis genético demostró que tres armenios que vivieron en el Neolítico (entre 10.000 a.C. y 2.000 a.C.) tenían haplogrupos H e I. Anteriormente ya se había descubierto que estos dos haplogrupos están conectados con las poblaciones que migraron de Oriente Próximo.
De acuerdo con los datos actuales, el haplogrupo I llegó a Europa solo hace 6.000 años, pero este ya existía en las poblaciones que habitaban el Cáucaso del Sur hace 7.800 años, lo que apunta a que este haplogrupo 'nació' en Oriente Próximo.
Al mismo tiempo, el genoma de los antiguos armenios no contenía haplogrupos comunes entre los turcos y mongoles. Según explican los autores del estudio, esto posiblemente se deba a factores geográficos (áreas montañosas de Armenia) y a las diferencias culturales.
Pese a los cambios culturales a los que se sometió el Cáucaso del Sur durante los últimos 8.000 años, la población local no ha tenido ninguna transformación genética, por lo menos, por la línea materna.
Esto quiere decir que las mujeres armenias, desde el punto de vista genético, casi no se diferencian de sus antepasados, a diferencia de las poblaciones de otras regiones, como las de Europa Central, que han vivido cambios significativos en su genoma.
Aquí os dejamos casi 25 minutos de los anuncios que veíamos en nuestro televisor allá por los años 80, publicidad de productos cuyas marca...
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