Vigésimo aniversario de Homo antecessor (1997-2017)

El 16 de agosto de este año hemos publicado un artículo en la revista Evolutionary Anthropology, que resume veinte años de investigaciones, tras la publicación en 1997 de la especie Homo antecessor. No se ha tratado solo de recordar el aniversario, como reza el título del trabajo, sino reafirmar una de las conclusiones más importantes de aquel artículo publicado hace dos décadas en la revista Science.
El hallazgo de la mayor parte de la cara de un adolescente en el nivel TD6, bautizado con el apodo del “chico de la Gran Dolina”, fue determinante para proponer que la especie H. antecessor pudo haber sido el antecesor común de los Neandertales y de los humanos modernos. Los restos fósiles del maxilar de tres individuos más de esta nueva especie corroboraban que H. antecessor tuvo unos rasgos faciales prácticamente idénticos a los de H. sapiens. Se trataba de la cara moderna más antigua encontrada hasta el momento en un yacimiento del Pleistoceno, con una antigüedad mínima en torno a los 800.000 años.


Comparación entre el original de la mandíbula ATD6-96 de Homo antecessor y una réplica de la mandíbula de Mauer, asignada en 1908 a la especie Homo heidelbergensis. Imágenes del autor, compuestas por Susana Sarmiento.

La propuesta no tuvo éxito. Es más, fue rechazada por la mayoría de nuestros colegas. Al fin y al cabo, ya existía una especie ocupando ese rol en la filogenia humana: Homo heidelbergensis, que había sido propuesta por Otto Schoetensck en 1908 para nombrar la mandíbula de Mauer. El nombre H. heidelbergensis se recuperó a finales de la década de 1980 de los empolvados archivos de la literatura científica, para reemplazar a la especie Homo erectus. La hipótesis lineal, anagenética, que enlazaba de manera directa a las especies Homo habilis, Homo erectus y Homo sapiens se había quedado obsoleta y se apostaba por una evolución ramificada, con genealogías extinguidas sin descendencia. Una de ellas era la propia especie H. erectus, que habría terminado su existencia en las lejanas tierras de Asia tras la llegada de las primeras poblaciones de H. sapiens procedentes de África.
El investigador Chris Stringer (izquierda), del Natural History Museum de Londres) fue el primero en proponer a H. heidelbergensis como la especie antecesora común de los Neandertales y de las poblaciones actuales. Su propuesta fue bien aceptada y se agruparon en ella varios fósiles de aspecto “progresivo” de diferentes partes de África y Eurasia, como los de Arago, Petralona, Bodo, Kabwe o Dali. También se incluyeron de manera provisional todos los restos que se estaban obteniendo en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Ya en el siglo XXI, y gracias a la secuenciación del genoma de los Neandertales, la separación de las dos quedó establecida en unos 400.000 años.
Pero el paso del tiempo ha cambiado algunas cosas. Por ejemplo, la separación genética se ha ido retrasando, a medida que se refinaba el dato sobre la tasa de mutación en las poblaciones del Pleistoceno. Ahora ya se habla de una separación de las genealogías “neandertal” y “sapiens” en el rango de los 550.000 y los 765.000 años ¿Se seguirá retrasando este evento por parte de los genetistas?

En 2014, también en la revista Science, excluimos a los 7.000 restos humanos de la Sima de los Huesos (430.000 años) de la especie H. heidelbergensis. Su aspecto, claramente derivado hacia los Neandertales, era una razón de peso para ello. Con esta decisión H. heidelbergensis se quedó “en cuadro” y perdió mucha de su fuerza. Es más, una divergencia genética por encima del medio millón de años excluiría también a otros fósiles europeos, también derivados hacia la genealogía neandertal. Finalmente, los hallazgos de la especie H. antecessor en la primera década del siglo XXI han ofrecido nuevos datos, objeto de varios artículos científicos y de la muestra de estudio de nada menos que nueve tesis doctorales.

El resumen de los 46 caracteres óseos del esqueleto de H. antecessor incluye un 41% de rasgos primitivos, compartidos con especies tan arcaicas como H. habilis. Los demás caracteres ya se habían modificado hacia formas más evolucionadas. Un 13% de esos caracteres están hoy en día presentes en nuestra especie, mientras que casi un 22% pueden encontrarse también en los Neandertales. Es obvio que tanto nosotros como los Neandertales hemos heredado esos caracteres de H. antecessor.

Con esta información y a falta de otras evidencias del registro fósil, parece necesario volver a proponer que la novedosa combinación de rasgos esqueléticos de H. antecessor representa la mejor ventana del pasado para asomarnos y vislumbrar el aspecto que tuvo en su día el ancestro común de los Neandertales y los humanos modernos. Los fósiles de la especie H. antecessor vuelven a estar sobre la mesa y piden ser escuchados. Habrá que esperar a futuros hallazgos, que sin duda llegarán en los próximos años cuando se excave de nuevo el nivel TD6 de Gran Dolina.

Fuente: quo.es | 12 de spetiembre de 2017

La cueva de Ardales (Málaga) arroja nuevos datos sobre la presencia de Neandertales con más de 80.000 años de antigüedad

Varios trabajadores excavan en la Cueva Prehistórica de Ardales para avanzar en los estudios.

La Cueva Prehistórica de Ardales (Málaga) sigue desvelando secretos que llevaban miles de años enterrados casi un siglo después de que los primeros arqueólogos se introdujeran en su interior. Un equipo de investigación multidisciplinar, formado por académicos y expertos españoles y alemanes, lleva trabajando sobre el terreno –además de en la Sima de las Palomas– desde el pasado día uno de septiembre y, tras doce días a base de martillo y cincel, pueden hablar de «importantes resultados». Algunos de ellos abren nuevas vías de interpretación sobre los restos arqueológicos que allí descansan, mientras que otros sustentan las teorías generadas tras las excavaciones realizadas en 2016.

José Ramos Muñoz (izquierda), catedrático de la Universidad de Cádiz y director del estudio, explica que «se ha podido completar una secuencia íntegra con presencia del Hombre Neandertal en el Paleolítico Medio con más de 80.000 años de antigüedad», varios milenios antes de la aparición del Hombre Moderno.

Estos resultados suponen una «interesante aportación» al debate sobre el fin de las civilizaciones del periodo neandertal. «Se duda sobre la convivencia de esta especie con el Hombre Moderno, y según podemos observar, hubo un lapso de varios milenios entre la desaparición de los primeros y la llegada de nuestros antepasados, por lo menos en Ardales. Estos apuntes coinciden con los obtenidos en otros yacimientos del Cantábrico, sobre todo en las del monte Castillo, Santander, o en el Sidrón, Asturias», así como con los estudios llevados a cabo en Zafarraya, que también sitúan al Neandertal en dichas fechas distantes de su sucesor.

La investigación que se está llevando a cabo actualmente discurre por varias líneas adicionales que permiten conocer diversas características del Hombre Moderno y su forma de vida. Según los avances del estudio, la relación entre la costa y el interior funcionó de manera habitual.

«Las poblaciones nenadertales utilizaban las cuevas como refugios temporales para cazar, pero también se movían hacia el litoral, donde pescaban». Esta visión aporta un nuevo enfoque a la perspectiva que la comunidad científica ha tenido tradicionalmente de las sociedades de la época, catalogadas por lo general como cazadoras y recolectoras. Para avanzar en estos supuestos, los investigadores se están apoyando en la tecnología lítica, que está ayudando a la definición de las dataciones absolutas y en la presencia de conchas marinas en buen estado.

Palmo a palmo.

Según Pedro Cantalejo (izquierda), Coordinador del patrimonio natural e histórico de la Comarca del Guadalteba, el estudio de las rocas y cómo eran trabajadas por las civilizaciones es «fundamental» para comprender el pasado de la Cueva. «Cada especie tallaba el sílex de una manera concreta, siempre diferente a sus predecesores y a sus sucesores en la línea temporal».

Según Cantalejo, lo llamativo de estos nuevos pasos en la investigación es que la Cueva de Ardales permite hacer unas cuadrículas en paralelo a las del año pasado, por lo que los arqueólogos saben a qué momento de la prehistoria se corresponde cada capa estudiada. «Es muy poco frecuente que el Paleolítico Superior esté tan bien documentado de más antiguo a más reciente en un mismo sitio». El experto explica que el objetivo de los trabajos, que se encuentran todavía en su fase inicial, es «estudiar la presencia humana por debajo de los 80.000 años».

Para ello, según explica Ramos, los avances tecnológicos permiten que las dataciones se hagan de manera mucho más precisa, alterando de esta manera la percepción histórico-científica que se tenía de Andalucía. «Anteriormente los buenos yacimientos de Málaga estaban en Nerja, pero ahora podemos conocer mucho más sobre los de Ardales y Teba», comenta el doctor.

Arqueólogos trabajando en la cueva de Ardales, en la provincia de Málaga.

Además, el instituto alemán Max Planck, uno de los más prestigiosos en cuanto a análisis genéticos se refiere, se ha interesado por los 16 restos humanos que hay en la zona. «Cuando tengamos el estudio de ADN sabremos la procedencia exacta de las personas que fueron enterradas aquí, eso cambiará la forma en la que vemos todo», asegura Cantalejo.

El proyecto, que cuenta con el apoyo económico de Unicaja y de los Ayuntamientos de Ardales y Teba, ha unido bajo los mismos objetivos a miembros de la Universidad de Cádiz y el Neanderthal Museum-Universidad de Colonia. En total participan más de 60 investigadores de 28 instituciones, museos, universidades y centros de investigación de España, Alemania, Inglaterra y Francia. Gerd C. Weniger, del Neanderthal Museum-Universidad de Colonia, está a cargo de la dirección junto con el doctor José Ramos.

Fuente: Diario SUR

Descubren una de las mayores tumbas de la civilización micénica de un guerrero de hace 3.500 años

Arqueólogos griegos y británicos han hallado una de las más grandes y mejor conservadas tumbas de la civilización micénica cerca de la ciudad de Livadiá. (Yannis Galanakis / EFE)

Arqueólogos griegos y británicos han hallado una de las más grandes y mejor conservadas tumbas de la civilización micénica cerca de la ciudad de Livadiá, a unos 138 kilómetros al norte de Atenas, anunció hoy el Ministerio de Cultura heleno. El descubrimiento fue hecho en el sitio de Prosilio durante el primer año de un programa de cooperación de cinco años entre Viotia Antiquities Ephorate, la Escuela Británica de Atenas y la Universidad de Cambridge.

La tumba data de la mitad del siglo XIV a.C, es la novena más grande de las 4.000 del periodo micénico halladas en los últimos 150 años y está situada en las proximidades de la antigua ciudad de Orcómeno, una de las más poderosas de aquel periodo.

Parte frontal de la tumba (foto:. Giannis Galanakis)

Consta de una roca tallada, con un corredor de 20 metros de largo que conduce a una cámara sepulcral de 42 metros cuadrados. El techo de esta cámara, que inicialmente estaba a una altura de 3,50 metros, se derrumbó en la antigüedad y cubrió los restos del hombre sepultado y de sus ajuares funerarios (constituidos por arneses de caballos, trozos de arco, flechas, clavos, joyería, peines, un sello y un anillo de sello), lo que los protegió de los habituales saqueos de yacimientos arqueológicos.

El esqueleto hallado en el centro de la cámara pertenecía a un hombre de entre 40 y 50 años y por el tipo de piezas que le rodean, se deduce que era un guerrero. Junto al difunto los arqueólogos hallaron partes de bridas de caballo, fragmentos de arcos, varias flechas, un anillo de sellar y joyas de estaño, lo que indica que pertenecía a la nobleza de Orcómeno.

Uno de los grandes valores de este hallazgo es que se trata de una tumba colmena hecha para una sola persona y que la gran riqueza de las piezas bien conservadas permitirá a los arqueólogos tener una idea más clara de las costumbres funerarias que regían en aquel periodo de la civilización micénica.

Trabajo de documentación ósea dentro de la cámara de enterramiento (foto:. Giannis Galanakis)

Además se trata de la segunda vez que se hayan joyas en la tumba de un guerrero. La primera fue en el espectacular descubrimiento, en 2015, en Pilos (sur de la península del Peloponeso) del sepulcro de un guerrero de la Edad de Bronce, repleto de joyas, con más de un millar de piezas de ajuar. Hasta ahora se creía que las joyas solo formaban parte del ajuar funerario de las mujeres.
Las excavaciones en la tumba de Orcómeno comenzaron este año y durarán previsiblemente hasta 2021, indicó el ministerio.

Fuentes: lavanguardia.com | altsantiri.gr | cretedoc.gr | 11 de septiembre de 2017

Una investigación desmiente que la metalurgia del cobre se iniciara hace 8.500 años en Çatalhöyük (Turquía)

Cuentas con pigmento azul depositadas en uno de los enterramientos de Çatalhöyük, Turquía. El pigmento azul de este tipo contendría cobre. Proyecto Çatalhöyük / © Elsevier o Revista de Ciencias Arqueológicas.


Quince minúsculas "escorias metalúrgicas" incrustadas en resina para su análisis. Crédito: Miljana Radivojevic



Çatalhöyük, enclave de una protociudad neolítica y calcolítica en el sur de Anatolia, Turquía: Crédito: Omar Hoftun




Miljana Radivojević et al, Repealing the Çatalhöyük extractive metallurgy: The green, the fire and the 'slag', Journal of Archaeological Science (2017). DOI: 10.1016/j.jas.2017.0...

Fuentes: pulsoslp.com.mx |haaretz.com | 11 de septiembre de 2017

Descubren en Cantabria nuevas pinturas rupestres más antiguas que Altamira

Trazo pareado, motivo prototípico de las fases más antiguas del arte paleolítico cantábrico construido a base de dos trazos convergentes en su parte superior, de la cueva de Los Murciélagos (Entrambasaguas, Cantabria). MUSEO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DE CANTABRIA

Las técnicas científicas más punteras están siendo utilizadas para ampliar nuestro conocimiento de la memoria más remota de la humanidad. Un equipo del Museo de Prehistoria de Cantabria dirigido por el investigador Roberto Ontañón está recorriendo cuevas en las que había indicios de la presencia de arte paleolítico, pero no había sido totalmente confirmado. Ahora, gracias a nuevas técnicas de fotometría y de imagen, se han descubierto cuatro cavidades con dibujos geométricos, según anunció este lunes el propio Ontañón. Actualmente existen unas 70 cuevas decoradas en la cornisa cantábrica, en el norte de España, y los científicos esperan que, con estas nuevas técnicas, el patrimonio se amplíe en un 10%.

"Nuestro objetivo es visitar las cuevas con nuevas tecnologías y revisar viejos avisos de presencia de arte que nunca había sido totalmente comprobados. Queremos dar una batida por estos sitios con sensores de última tecnología y poder ver y estudiar lo que no se puede percibir con el ojo desnudo. Estos descubrimientos suman nuevos puntos al mapa del arte paleolítico en esta zona", explica por teléfono Ontañón (izquierda), uno de los más prestigiosos prehistoriadores españoles, que también es asesor de la Unesco.

Los yacimientos en los que se han descubierto nuevas manifestaciones artísticas son El Rejo (Val de San Vicente), Las Graciosas (Medio Cudeyo), Los Murciélagos (Entrambasaguas), Solviejo (Voto). Se trata de un proyecto de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de Cantabria, que se puso en marcha el año pasado y que continuará hasta que se trillen de nuevo otras cuatro cuevas. En la mayoría se descubren dibujos geométricos, sobre todo de puntos de color entre rojo y ocre, que son muy característicos del arte parietal de la cornisa cantábrica. Muchos dibujos prehistóricos son muy difíciles de reconocer a simple vista, mucho más en las condiciones lumínicas de una cueva y miles de años después de haber sido realizados.

Imagen de síntesis que integra datos de fotogrametría y sensor multiespectral tomados del panel principal de la cueva de El Rejo (Val de San Vicente, Cantabria). MUSEO DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DE CANTABRIA


El equipo del Museo de Prehistoria de Cantabria utiliza la topografía mediante láser y escáner en 3D de las cuevas y la ortofotografía y fotogrametría de los paneles decorados, con vistas a la obtención de imágenes 3D de alta calidad y resolución. En otras palabras, reproducen en un ordenador lo que no se ve claramente en las paredes con una precisión absoluta. Los trazos localizados son, en general, puntos aislados o formando hileras. No se han encontrado nuevas representaciones de animales, salvo dibujos de ciervos en El Rejo.



Los dibujos están datados entre 28.000 y 22.000 años antes del presente, más antiguos que los bisontes de Altamira (pintados hace unos 16.000 años). No se encuentran entre el arte más antiguo de la zona (en Altamira hay muestras mucho más remotos y en la cueva del Castillo, en Cantabria, se encuentran dibujos parecidos realizados hace unos 40.000 años, que se encuentran entre los más antiguos del mundo).

La cornisa cantábrica es uno de los lugares del mundo con mayor concentración de arte prehistórico. "Era un lugar muy bueno para vivir durante los periodos glaciales", explica Ontañón. "El mar cantábrico tenía un efecto atemperador del clima y por esa estrecha franja entre las montañas y el mar pasaban manadas de animales salvajes como los caballos". La cornisa es, además, el lugar del mundo en el que cambió nuestra percepción de la prehistoria: el descubrimiento en 1868 de la cueva de Altamira abrió una nueva perspectiva sobre la humanidad. Tras años de debates e incredulidad, quedó claro que los seres humanos que vivían hace miles de años eran como nosotros, habitantes de un mundo espiritual.

Foto: Vista general del panel de una de las cuevas.

Fuente: elpais.com | 11 de septiembre de 2017