Sergio Geijo, uno de los fundadores
La Antigua Roma fue uno de los mayores imperios de la Antigüedad. Desde su legendaria fundación en el año 753 a.C. hasta su ocaso en Occidente en el 476 d.C., la pequeña ciudad del Lacio, gracias a sus temidas legiones, se expandió por tres continentes difundiendo su cultura, sus leyes, sus costumbres e instaurando la denominada Pax Romana. Su ordenamiento jurídico, el Derecho romano, es la base del existente en el mundo occidental. Su huella es posible verla hoy en día en los vestigios de sus ciudades, las termas, los templos, sus villas, etc. Las fronteras del Imperio romano cuentan con una sección específica dentro de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
El proyecto Viator Imperi, a través de la página web www.viatorimperi.com nació en el año 2011 con el objetivo de promover el conocimiento y la difusión del legado de la Antigua Roma. Son miles los lugares existentes en Europa, África y Asia, donde es posible disfrutar de la herencia romana. El Coliseo de Roma, el anfiteatro de El Djem, o el teatro de Aspendos son algunas de las maravillas creadas por la civilización romana, por no hablar de las extraordinarias ruinas de ciudades como Pompeya o Herculano, o impresionantes fuertes militares como el de Housesteads.
El turismo cultural, además de jugar un papel muy importante para dar a conocer, preservar y disfrutar el patrimonio cultural y turístico de cada país, es cada vez más demandado por la sociedad como un vehículo que nos permite conocer y vivir nuestro pasado. En Viator Imperi queremos poner nuestro humilde granito de arena al impulso del turismo cultural centrado en la herencia recibida del Imperio romano.
Los fundadores e impulsores del proyecto Viator Imperi son Sergio Geijo e Ismael Larraz. La idea surgió de la inquietud de Sergio Geijo por crear una guía de viajes centrada en el mundo de la Arqueología y más específicamente en la Antigua Roma. Gracias a los conocimientos informáticos y el buen hacer de Ismael Larraz esa idea se plasmó en lo que es hoy www.viatorimperi.com.
El objeto de plomo descubierto en el yacimiento de Ullastret (Cedida a ACN / ACN)
Los arqueólogos que trabajan en las excavaciones del foso defensivo del Puig de Sant Andreu de la ciudad ibérica de Ullastret (Bajo Ampurdán) han descubierto un objeto de plomo, de pequeñas dimensiones, con una inscripción ibérica. Se trata de un hallazgo "excepcional" y actualmente se encuentra en proceso de restauración en el laboratorio del Museo de Arqueología de Cataluña en Gerona donde se hará una primera evaluación y un estudio más cuidadoso.
La pieza se ha localizado a los niveles que cubrían el foso, pesa 65 gramos y mide 4 centímetros de largo y unos 3 centímetros de ancho aproximadamente. Según el estudio preliminar realizado por el investigador Joan Ferrer, las inscripciones que tiene corresponderían a la escritura nororiental dual de 16 signos, estructurada en dos líneas.
Excavacion del foso de la ciudad ibérica de Ullastret (MAC / DGCG)
Las excavaciones del foso defensivo del yacimiento de Ullastret (Baix Empordà) comenzaron el pasado mes de noviembre de 2017 con una duración prevista de cuatro meses. Forman parte del proyecto de restauración de las murallas de la Ciudad Ibérica que lleva a cabo la Dirección General de Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura, que permitirá recuperar 130 metros lineales del foso que protegía la parte suroeste de la fortificación.
La restauración de la muralla y la parte descubierta del foso mostrará uno de los sistemas defensivos más importantes del mundo ibérico y se prevé que potencie la imagen y visita del yacimiento, que forma parte del Museo de Arqueología de Cataluña. El próximo domingo al mediodía se ha organizado una visita con las explicaciones de los arqueólogos para enseñar los trabajos que se están haciendo en el foso.
Fuente: lavanguardia.com| 12 de febrero de 2018
La exposición se presenta en el Museo de Sitio de la Zona Arqueológica Cuicuilco. Foto: Mauricio Marat, INAH.
La forma de vida en nuestro territorio previo al surgimiento de las grandes culturas mesoamericanas y los materiales que se utilizaban de manera cotidiana, se presentan en la exposición temporal La presencia del hombre prehistórico en Chimalhuacán, Estado de México, durante el Holoceno Temprano (10.500 a. p.), organizada por la Dirección de Estudios Arqueológicos (DEA), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La muestra que se presenta en el Museo de Sitio de la Zona Arqueológica Cuicuilco está integrada por diez piezas, de las cuales resalta como objeto principal la reproducción del cráneo fósil del Hombre de Chimalhuacán, elaborada en 2012 por especialistas de la Dirección de Antropología Física (DAF).
Josefina del Carmen Chacón Guerrero, arqueóloga responsable de la exposición, señaló que la réplica se ha presentado en varios museos del país, pero ésta es la primera ocasión que se presenta en conjunto con huesos fosilizados de fauna holocénica, empleados en aquella época a manera de utensilios.
El esqueleto del Hombre de Chimalhuacán, dijo, data de 10.500 años a.p. (antes del presente), y fue encontrado de manera fortuita en 1984, en un predio ubicado en la colonia Embarcadero de Chimalhuacán, Estado de México, por los propietarios de unas viviendas en proceso de construcción.
La reproducción del cráneo deriva del Proyecto El Hombre Temprano en México, desarrollado por la DAF desde 2012, y ha sido exhibida junto con otras réplicas de cráneos y calotas, cuyos originales datan de los 2,200 a los 12,700 años a.p., entre ellos: la Mujer del Peñón III, el Hombre de Balderas, el Hombre de Tlapacoya, el Hombre de San Vicente Chicoloapan, el Hombre de Texcal y el Hombre de Tepexpan.
La arqueóloga destacó que es la primera ocasión que el público puede contemplar la pieza de manera independiente, para tal efecto, se colocaron seis cédulas informativas que explican temas como el fechamiento del Hombre de Chimalhuacán, el proceso de mineralización, el escenario natural de la Cuenca de México durante el Holoceno Temprano, los artefactos de hueso y asta, entre otros.
Otras de las piezas que se exhiben corresponden a huesos fósiles pertenecientes a un cérvido (reno o ciervo ya extinto), colocadas en cuatro vitrinas. Recibe al visitante una base de cornamenta y parte del tronco, el cual pudo haber sido utilizado como percutor de lítica, asimismo, una esquirla ósea (astilla alargada y puntiaguda desprendida del hueso) y un pedazo basal de cornamenta trabajado del cual aún se desconoce su uso.
En la segunda vitrina se muestra un fragmento longitudinal de cuerno, que probablemente se trate de un residuo derivado de la manufactura de algún artefacto, además, un hueso largo en estado mineralizado que corresponde al radio izquierdo del cérvido y que se usó como alisador o raspador de pieles.
Al centro se puede observar la reproducción del cráneo del Hombre de Chimalhuacán. El original se encuentra bajo resguardo e investigación en los laboratorios de la DAF. El cráneo y la osamenta son de color negruzco, derivado del considerable proceso de mineralización post mórtem, y corresponde a un individuo de sexo masculino de entre 33 y 35 años de edad al momento de morir, cuya estatura era de 1.72 metros.
La arqueóloga Chacón, adscrita a la DEA, puntualizó que según los estudios físicos hechos, el esqueleto presenta una filiación mongoloide y guarda relación con los grupos del noroeste de Asia, aparentemente padeció en vida algunas complicaciones de salud, como la artrosis en la parte baja de la espalda y osteoporosis generalizada.
El cráneo fosilizado es alargado, de altura baja y anchura media, presenta un desgaste muy marcado en las piezas dentarias, provocado por la alimentación básica de semillas y actividades como la elaboración de herramientas.
Para su fechamiento, se intentó extraer colágeno del hueso humano pero el estado de mineralización no permitió su conservación, por lo que se procedió a otra metodología: la geoquímica, que consistió en extraer restos de sedimento adherido en el cráneo y comparar su composición litológica con otras muestras conocidas, que dio como resultado 10,500 años a.p.
En las últimas dos vitrinas de la exposición se muestran otros restos de fauna holocénica y dos punzones que sirvieron para perforar materiales blandos de origen animal, posiblemente cuero o recursos vegetales; un utensilio de forma arqueada de uso desconocido y un artefacto de trabajo para ejercer presión sobre materiales de menor dureza.
La presencia del hombre prehistórico en Chimalhuacán, Estado de México, durante el Holoceno Temprano (10, 500 a. p.) permanecerá abierta al público hasta el próximo 2 de marzo, en el Museo de Sitio de la Zona Arqueológica Cuicuilco (Avenida Insurgentes Sur esquina Periférico). Entrada libre.
Fuente: inah.gob.mx| 9 de febrero de 2018
Foto: Detalle de leones pintados en la cueva de Chauvet, Francia.
A diferencia de los humanos modernos, los neandertales no sabían dibujar figuras que fueran reconocibles. Y esa diferencia de capacidades ha intrigado durante muchísimo tiempo a los científicos. Pero, ahora, un nuevo estudio realizado por Richard Cross (izquierda), investigador de la Universidad de California, podría haber descubierto la causa. Y no sería otra que la diferencia entre las distintas técnicas de caza de una especie humana y la otra.
En un artículo recientemente publicado en la revista Evolutionary Studies in Imaginative Culture, Coss examina la evidencia arqueológica, la genómica, los estudios de neurociencia, el comportamiento animal y el arte rupestre prehistórico.
Según la tesis de Cross, los neandertales tenían un sistema de caza basado en arrojar lanzas contra sus presas desde cierta distancia, lo que disminuía el riesgo que implicaba la cacería. En cambio, los humanos modernos desarrollaron estrategias cada vez más sofisticadas de acecho, que involucraban en ocasiones acercarse mucho a los animales.
Según el investigador, los neandertales eran capaces de visualizar la imagen de un animal, pero no podían articular los impulsos motrices que necesitaba una mano para convertir esos patrones mentales en un dibujo. En cambio, los dibujos en cuevas realizados por humanos modernos revelan que los movimientos de la mano necesarios para llevarlos a cabo, eran similares a los que empleaban en muchas de sus técnicas de caza.
La caza se relaciona con el dibujo
"Los Neandertales podían visualizar mentalmente animales que previamente habían visto, de memoria, pero no eran capaces de trasladar esas imágenes mentales de manera efectiva dentro de los patrones de movimiento coordinado de una mano necesarios para dibujar", escribe Cross.
Foto: Representación de animales en la cueva de Chauvet, Francia.
Estos dibujos podrían haber actuado como herramientas de enseñanza. "Dado que el acto de dibujar mejora las habilidades de observación, tal vez estos dibujos fueron útiles para conceptualizar cacerías, evaluar la atención del juego de caza, seleccionar áreas del cuerpo vulnerables como objetivos y fomentar la cohesión del grupo a través de ceremonias espirituales", escribe.
Como resultado, la llegada del dibujo pudo haber preparado el escenario para los cambios culturales, dice Coss. "Existen enormes implicaciones sociales en esta capacidad de compartir imágenes mentales con los miembros del grupo".
Cross cree que el desarrollo de esas estrategias de caza más sofisticadas, contribuyó a desarrollar la región del cerebro que integra los movimientos visuales y la coordinación motriz, y de esa manera se desarrolló también su capacidad para aprender a dibujar figuras que resultaran reconocibles a los ojos de los demás.