Un estudio científico sobre un «enigmático» enclave en Carmona lo sitúa en el tercer milenio antes de Cristo

El lugar donde se ha realizado el hallazgo arqueológico, la Loma del Real Tesoro - CEDIDA

Una investigación científica sobre el complejo «concéntrico» de zanjas descubierto en el entorno de Carmona, conocido como La Loma del Real Tesoro, señala el «enigmático» y «enorme hoyo» que parece ser el «corazón y origen» de este enclave, cuya antigüedad se remonta al tercer milenio antes de Cristo y cuyas funciones para las antiguas poblaciones de la zona sigue pendiente de ser averiguada.

Este estudio, firmado por los arqueólogos Javier Escudero Carrillo, Marta Díaz-Zorita, Martin Bartelheim y Leonardo García Sanjuán, gira en torno a la zona arqueológica de La Loma del Tesoro, enclavada en el término municipal de Carmona, a unos dos kilómetros de la población de Guadajoz y descubierta allá por 2002.

Las labores de investigación de las que parte este estudio científico recogido por Europa Press, realizadas allá por 2015 y 2016, pusieron así de manifiesto que «el centro del complejo (descubierto) está ocupado por una estructura circular de un diámetro estimado de 20 metros y un área de 315 metros cuadrados».

Así, el estudio elaborado por los citados arqueólogos describe el recinto descubierto mencionando cuatro cercas cavadas de manera «concéntrica alrededor de la gran estructura central», si bien el trabajo de campo también incluyó el hallazgo de otras dos zanjas más distanciadas de las ya descritas, con diferente ordenación y «mucho mayor diámetro».
Igualmente, el informe detalla que las excavaciones arqueológicas que siguieron a las fotografías aéreas y las prospecciones geomagnéticas se saldaron con la identificación de un total de «32 estructuras» en la principal concentración de cercas, tratándose tales estructuras de fosos, hoyos «cónicos» o «cilíndrícos», piletas circulares u ovales y una «macro estructura negativa» o gran hoyo de 2,2 metros de profundidad y un diámetro de 16,5 metros.

«Fragmentos de cerámica»

Las excavaciones, además, arrojaron el descubrimiento de «fragmentos de cerámica» presumiblemente pertenecientes a «platos, tazas o cuencos», entre otros utensilios domésticos, algunos de ellos incluso con decoración.

Y aunque «la cronología precisa» de cada uno de estos elementos seguía "en estudio" a la hora de redactar este informe, los autores del mismo exponen en dicho documento que «de acuerdo con los indicios disponibles, el enclave habría estado en uso durante un largo periodo de tiempo, abarcando la totalidad del tercer milenio antes de Cristo».

Con tales elementos sobre la mesa, los arqueólogos que firman este estudio recogido por Europa Press exponen que la zona de la Loma del Real Tesoro está localizada «en una posición estratégica» respecto al río Guadalquivir, su afluente Corbones y el escarpe de Los Alcores, mientras la investigación de los fragmentos de cerámica descubiertos en cada uno de los dos sectores en los que se divide el yacimiento arqueológico sugerirían que ambos espacios habrían sido «contemporáneos», pero quizá habrían desempeñado «diferentes funciones».

El enigma de la Loma del Real Tesoro

En primer lugar, los autores del informe prestan especial atención a que «la ordenación o plan de las cinco zanjas más interiores» descubiertas en el sector número dos del yacimiento arqueológico «parece gravitar alrededor de una gigante, profunda y aún enigmática marca circular negativa localizada en su centro». «Este enorme hoyo parece yacer en el corazón y el origen del sistema completo de zanjas», exponen los arqueólogos, recordando eso sí que estas "impresiones preliminares están pendientes de más análisis».

Además, aunque los arqueólogos señalan que la ordenación concéntrica de las enormes zanjas es «el resultado de una idea o plan preconcebido», lo cierto es que «aún es imposible decir si estas cercas fueron cavadas y usadas como parte de un proyecto ejecutado en un momento concreto, o fueron producidas durante un largo periodo, como resultado de la repetición de prácticas sociales en el enclave», hipótesis esta última que cuenta con más respaldo por parte de estos expertos.
Finalmente, los autores de este estudio plantean el «debate» destinado a resolver si este enclave fue una villa, un lugar de encuentro que acogiese los rituales y celebraciones de las comunidades humanas del tercer milenio antes de Cristo o «la mezcla» de ambos aspectos, extremo que habrá de ser resuelto mediante nuevos estudios.

Fuente: abc.es | 20 de febrero de 2018

El último misterio de Tartesos

Animales sacrificados en un ritual celebrado hace 2.500 años en un edificio hallado en Guareña (Badajoz). La escalinata de la derecha convierte esta construcción tartésica en algo insólito en el Mediterráneo occidental. CARLOS CARCAS.

Hace 2.500 años, muy cerca de lo que hoy es el municipio de Guareña, en Badajoz, los lugareños se reunieron en un enorme edificio de dos plantas para celebrar un banquete y una ceremonia ritual en la que sacrificaron decenas de valiosos animales. Después lo quemaron todo, lo sepultaron y lo abandonaron para siempre. Los últimos días de aquella insólita construcción, congelados en el tiempo gracias a la mezcla de las cenizas y arcilla que ha protegido sus restos todos estos siglos, pueden ser claves para entender la última etapa de Tartesos. Y, de paso, para cubrir algunos de los huecos que durante tantos años se han rellenado a base de mitos y leyendas (de Hércules al rey Argantonio) sobre la gran civilización que floreció en el suroeste de la península Ibérica, de la mano del comercio con los fenicios, en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Tartesos confluyó con la colonización fenicia y llegó a ser tan brillante y rica que excitó la imaginación de los historiadores griegos. Perduró unos cinco siglos, y su decadencia y desaparición total, hacia el 500 antes de Cristo, aún está por aclarar.

El río Guadiana a su paso por Guareña, cerca del yacimiento del Turuñuelo. CARLOS CARCAS

“Faltan muchos análisis que hacer y mucho edificio por desenterrar, apenas se ha excavado el 10%”, advierten Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, arqueólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y responsables del yacimiento de las Casas del Turuñuelo de Guareña, que empezó a excavarse en 2015. Pero los huesos de 22 caballos, 3 vacas, 2 cerdos, 2 ovejas y 1 asno sacrificados (eso de momento, puede haber más) no solo representan un hallazgo extraordinario —es la mayor hecatombe de animales localizada hasta ahora en todo el Mediterráneo, la primera de tamaño comparable a los holocaustos religiosos que se describen en el Antiguo Testamento o en la Iliada y la Odisea—, sino que abren nuevas pistas para entender qué pasó allí.



El de Guareña no es el único edificio que entre finales del siglo V y principios del IV antes de Cristo tuvo ese mismo final en las Vegas Altas del Guadiana, un territorio que había cobrado vida e importancia económica apenas un siglo antes, gracias a las oleadas migratorias llegadas por culpa de una gran crisis económica desde el núcleo central de Tartesos, entre lo que hoy es Huelva y Sevilla. Toda una serie de construcciones similares —como el santuario de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena, o La Mata, en Campanario, con un perfil más económico—, encargadas de la gestión del territorio y del control del paso por el Guadiana, acabaron también autodestruidas casi al mismo tiempo, algunas tras un gran festín como el del Turuñuelo. La gran diferencia es el desmesurado sacrificio de animales, incluidos todos los caballos, claros símbolos de abundancia y distinción en aquel tiempo, colocados además en posturas teatrales: la mayoría en parejas, ­algunos con las cabezas entrelazadas.

Esto, sumado a las otras riquezas enterradas (sacos de grano, vasos de pasta vítrea, juegos de ponderales, bronces destrozados a propósito), abre la hipótesis de que aquellos hombres y mujeres pensasen que los dioses... y que estuvieran intentando ponerle remedio sacrificando los más valioso que poseían, explica Sebastián Celestino.

Fuentes y copa de vino de la excavación. CARLOS CARCAS

Perdería entonces fuerza la idea tradicional que dice que se marcharon por miedo a una inminente invasión de los pueblos celtas del norte, algo que tampoco concuerda con la casi absoluta ausencia de armas (común en realidad a todo Tartesos) y la enorme cantidad de tiempo y mano de obra que se debió de necesitar para ocultar semejante construcción (se calcula que el edificio ocupa casi una hectárea de terreno). Los expertos creen que se debió más bien a algún cambio brusco del clima, alguna gran catástrofe natural o gran epidemia.
Los investigadores insisten en que se trata de resultados e interpretaciones provisionales. Podrán afinar mucho más, por ejemplo, cuando sepan cómo fueron sacrificados los animales, a qué edad o si fueron eviscerados o descarnados después de muertos. Desde que comenzaron los trabajos en 2015 ya han desenterrado una habitación llena de ricos objetos —joyas, puntas de lanza, cerámicas, semillas, parrillas de bronce y un gigantesco caldero extraordinariamente conservados—, otra gran sala con un altar de adobe típico tartésico (que representa una piel de toro) y una rarísima bañera-sarcófago. Además, está la escalinata monumental de tres metros de altura (en la que se utilizó una especie de protocemento un siglo antes de que el Imperio Romano empezara a usar el opus caementicium) que conduce al patio donde se han hallado los animales y frente a la que se abre un camino de pizarra y se intuye una gran puerta en un lateral. El hecho de que conserve las dos plantas también convierte el edificio en un descubrimiento único en todo el Mediterráneo occidental.

Uno de sus dos directores de la excavación, Sebastián Celestino. CARLOS CARCAS

Con todos esos ingredientes, no es extraño el interés que el yacimiento ha despertado en la comunidad científica. Los responsables de la excavación reciben constantes ofertas de colaboración por parte de decenas de expertos e instituciones. Celestino, que también dirige el Instituto de Arqueología de Mérida (centro mixto del CSIC y la Junta de Extremadura), y Rodríguez aceptan muchas de ellas para superar la limitación de medios a la que suelen enfrentarse este tipo de trabajos en España; en su caso, su única subvención procede de la Diputación de Badajoz. Así, por ejemplo, el laboratorio de restauración de la Universidad Autónoma de Madrid está recomponiendo algunos de los restos hallados en Badajoz; mientras, en la Universidad de Cambridge se analizan sus fragmentos de tela; entre ellos, la que es probablemente la lana más antigua encontrada en la Península.

Y también un equipo de ingenieros de la Universidad de Extremadura ha recorrido la excavación con un escáner para tomar información que permitirá reproducir en 3D a escala 1:1 las estancias. Eso servirá después, entre otras cosas, para el desarrollo de algoritmos específicos que permitan recomponer, a partir de los fragmentos encontrados, la forma precisa de la bañera o de la puerta del patio, explica la investigadora Pilar Merchán. Además, el registro exacto de cómo era el patio con los animales sacrificados será especialmente importante por si en un futuro (de momento, bastante lejano) se plantea abrir el yacimiento al público y colocar reproducciones de los huesos.

Esther Rodríguez, codirectora de la excavación (en el centro). CARLOS CARCAS

De momento, y ante el rápido deterioro de los esqueletos, seis zooarqueólogos de diferentes centros de investigación se disponen a transportarlos a sus respectivos laboratorios para analizarlos y, en algunos casos, prepararlos para su conservación (una vez restaurados, todos los restos pasan a disposición del Museo Arqueológico de Badajoz). “Cuando eran solo dos caballos [los primeros que salieron a la luz], yo podía hacerme cargo, pero cuando siguieron saliendo y saliendo, vi que esto era demasiado, que necesitaba ayuda”, cuenta a pie de obra Rafael Martínez Sánchez, arqueólogo experto en restos animales de la Universidad de Granada. Así, de la forma más natural, durante una cena tras un taller celebrado en Mérida el pasado mes de octubre sobre Los sacrificios de caballos en la península Ibérica durante la I Edad del Hierro, nació el improvisado equipo.

Melchor Rodríguez Fernández, obrero especializado en trabajos arqueológicos. CARLOS CARCAS

Sacar de la tierra con piqueta y paletín los restos de una treintena de animales de hace 2.500 años es un trabajo delicado que requiere un plan de ataque: por dónde empezar, cómo nombrar a cada individuo… Mientras lo deciden en el yacimiento (Pilar Iborra y Rafael Martínez Valle, del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración, llevan la voz cantante), repasan las primeras impresiones: aquel parece un ternero; este, un asno de cabeza enorme; a esta cerda le falta una paletilla delantera (¿se la comerían durante el festín?); al caballo quizá le cortaron las patas antes de sacrificarlo… A los especialistas se les ve abrumados, pero también entusiasmados; muy raramente pueden trabajar con semejante muestra, que les permitirá conocer, por ejemplo, pautas de alimentación y enfermedades (de esto se encarga Silvia Albizuri, de la Universidad de Barcelona). O indagar a través de su ADN, si el estado de conservación lo permite, en el proceso de domesticación del caballo en la Península, explica Jaime Lira, del Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Salud Carlos III y miembro del equipo de Atapuerca.

Son sin duda enormes las posibilidades que se abren en este yacimiento de las Casas del Turuñuelo para saber mucho más sobre cómo eran, cómo se organizaban o cuál era la relación de esa cultura tartésica tardía con los lejanos países del otro extremo del Mediterráneo; se han encontrado objetos griegos, pero también imitaciones hechas en los alrededores, y en los bloques rectangulares que sostienen la escalinata monumental se puede ver una versión local de los sillares de piedra que usaban en Grecia. Y como además existen muy pocos restos de envergadu­ra en la zona central de Tartesos en torno al Guadalquivir —probablemente porque sobre ellos se fueron superponiendo capas y capas de los pueblos que llegaron después—, también pueden ayudar a entender mejor aquella gran civilización.

Desde que empezaron a excavar en Guareña, Celestino y Rodríguez, con la inestimable colaboración de Melchor Rodríguez Fernández, un obrero especializado en este tipo de trabajos desde hace más de 20 años, que ha abierto a pico y pala gran parte del yacimiento, no han hecho más que encontrar a cada paso objetos únicos, construcciones insólitas y los restos más antiguos y mejor conservados en la protohistoria mediterránea (¡hasta los marcos de madera de algunas puertas!). Y todavía falta el 90% restante.

Fuente: elpais.com | 20 de febrero de 2018

El misterio de la tumba sumergida hace 8.000 años con cabezas clavadas en picas

El cráneo F296, hallado cerca del yacimiento de Kanaljorden, al sur de Suecia - Sara Gummesson/Antiquity (2018).

A la vez que aparecieron las especies humanas de los neandertales (Homo neanderthalensis) y los sapiens (Homo sapiens), se desarrolló un pensamiento simbólico que tuvo varias consecuencias. Una de ellas es que los hombres comenzaron a enterrar a sus muertos en tumbas, en señal de respeto y quizás a causa de un sentido de trascendencia. Las primeras tumbas eran sencillos enterramientos en la superficie, donde los fallecidos descansaban junto a herramientas, animales y objetos cotidianos.
Un nuevo hallazgo realizado por científicos de la Universidad de Estocolmo muestra que estas prácticas sencillas y respetuosas no eran las únicas que los hombres del Mesolítico llevaban a cabo. Cerca del río Motala Ström y del yacimiento de Kanaljorden, al sur de Suecia, han encontrado algo tan sorprendente como escalofriante. En una tumba sumergida, de 8.000 años de antigüedad, han descubierto una extraña colección de cabezas golpeadas y clavadas en picas. Sus hallazgos se han publicado recientemente en la revista Antiquity y suscitan muchos interrogantes en cuanto a los enterramientos del Mesolítico.

Los pobladores de este período eran típicamente cazadores-recolectores. En sus enterramientos, cubrían a sus muertos con una capa de piedras estrechamente unidas: todo estaba caracterizado por el respeto y la sencillez.

Cabezas clavadas en picas

Esta costumbre no encaja con lo hallado cerca de Kanaljorden. Allí, en el antiguo lecho de un lago, han encontrado el esqueleto completo de un bebé recién nacido y nueve cráneos de adultos. A todos menos una les falta la mandíbula, y dos tienen restos de estacas insertadas a través de la oquedad de la parte inferior del cráneo, el foramen magnum. Por doquier, encontraron restos de estacas de maderas y huesos de pequeños animales, claramente separados de los humanos.
En suma, todo parece indicar que allí hubo algún tipo de ritual en el que se clavaron múltiples cabezas en picas. Esto es sorprendente, puesto que siempre se ha considerado que esta práctica, normalmente destinada a asustar a los enemigos, tuvo sus orígenes en una época más tardía.

Cráneo que presenta un fuerte traumatismo. Foto: Fredrik Hallgren.

Distintos golpes a hombres y mujeres

Pero hay algo aún más desconcertante. Los investigadores se sorprendieron al descubrir que todas las cabezas tenían señales de traumas: habían sido golpeadas varias veces cuando las personas estaban vivas.
Pero el modo de golpearlas no fue el mismo para todos. Las cabezas de los hombres fueron golpeadas desde arriba o desde delante, y las de las mujeres, desde detrás. Los golpes, anteriores a la muerte, no parecieron ser suficientes para matar, porque las huellas mostraron que al menos la mitad de los cráneos tuvieron tiempo de curarse.


«No eran personas que hubieran sido golpeadas y puestas enseguida en las picas», explica Fredrik Hallgren, coautor de la investigación, en National Geographic. «Más de la mitad tenían indicios de heridas curadas en la cabeza».

Dado que faltan los huesos del cuerpo, es imposible saber qué los mató. Pero, en todo caso, las huellas muestran que aquellas personas fueron víctimas de una violencia considerable. ¿Pudo ser un secuestro, algún tipo de ritual violento, un extraño accidente?

Cráneo F318, montado en una estaca de madera. Foto: Lisa Hartzell.

Guerra, violencia sexual u honor

Los indicios sugieren que, dado que hombres y mujeres recibieron distintos tipos de heridas, la violencia estuvo relacionada con el género. Podría haber sido provocada por algún tipo de abuso conyugal, en un ataque de guerra o por cualquier otra causa cultural. Quizás, incluso, la exposición de las cabezas fue una forma de honrar a los muertos, o sencillamente, un trofeo. Parece probable que los restos fueron considerados como excepcionales en algún sentido, puesto que fueron objeto de un complejo ritual.

Los investigadores están perdidos, porque «no hay paralelismos cercanos», en opinión de Hallgren. Sospechan que los muertos fueron enterrados en algún sitio y que luego, quizás cuando ya estaban descompuestos, se retiraron las cabezas y se colocaron en las picas. «No tenemos ninguna evidencia directa de decapitación», dice en ese sentido Sara Gummesson, primera autora del estudio. «Es más probable que las cabezas fueran separadas de los cuerpos durante la descomposición».


Excavaciones arqueológicas en el humedal de Kanaljorden, que antiguamente era un lago pequeño. Foto: Fredrik Hallgren.

El misterio del yacimiento cercano a Kanaljorden es evidente. Los investigadores están haciendo análisis de ADN de los huesos para averiguar si tienen relaciones de parentesco. Tratan de estudiar el contexto arqueológico de la región para comprender qué pudo ocurrir. Esperan que las próximas excavaciones en la zona permitan encontrar más pistas. Lo que sí está claro es que este yacimiento pone a prueba lo que se pensaba sobre los enterramientos del Mesolítico. ¿Qué pasó allí? ¿Qué motivaciones llevaron a esos hombres a exponer esas cabezas en picas?

Fuente: abc.es | National Geographic | 21 de febrero de 2018

Descubren por casualidad una magnífica estatua de Afrodita en Salónica (Grecia)

Una estatua de Afrodita de belleza extraordinaria ha sido hallada durante los trabajos para la construcción del metro de Salónica, la segunda ciudad más grande de Grecia en el norte del país, anunció el presidente de la compañía Atikó Metro, Yannis Mylópulos.

“Esta Afrodita sin cabeza es probablemente el hallazgo más bello de los más de 300.000 que fueron descubiertos durante los trabajos de construcción”, anunció Mylópulos en su cuenta personal de Facebook.

Los detalles del este nuevo descubrimiento serán presentados en una conferencia conjunta de la empresa constructora Atikó Metro y la dirección de arqueología de Salónica. La estatua fue encontrada durante las excavaciones en el subsuelo del centro de la ciudad, en las cercanías de la iglesia bizantina de Santa Sofía.

En el mismo lugar aparecieron recientemente unos mosaicos del siglo VI, en perfecto estado de conservación, también durante las obras de construcción del metro. Los hallazgos arqueológicos son una de las principales razones del retraso de la construcción del metro de Salónica, que comenzó en 2006 y cuya conclusión estaba inicialmente prevista para comienzos de 2013. Con retrasos similares se enfrentó también el metro de Atenas, algunas estaciones de las cuales exponen las piezas arqueológicos halladas ‘in situ’.

Fuente: EFE | La Sexta, 21 de febrero de 2018
Crédito de la foto: Yannis Mylópulos en su cuenta de Facebook

Las pinturas rupestres se vinculan con el desarrollo del lenguaje humano

Algunos estudiosos han sugerido que los "puntos calientes" acústicos en las cuevas se usaban para hacer ruidos que reproducen los cascos, por ejemplo; aproximadamente el 90 por ciento de los dibujos de cuevas involucran animales con pezuñas.

Algunas características específicas del arte rupestre pueden proporcionar pistas sobre cómo evolucionó nuestra capacidad de desarrollar un lenguaje simbólico y multifacético.

Una clave de esta idea es que el arte rupestre a menudo se encuentra en "puntos calientes" acústicos, donde el sonido hace eco con fuerza, como han observado algunos estudiosos, según un estudio liderado por el lingüista del MIT, Shigeru Miyagawa (izquierda).

Esos dibujos están ubicados en partes de cuevas más profundas y de más difícil acceso, lo que indica que la acústica fue una razón principal para la colocación de dibujos dentro de las cuevas. Los dibujos, a su vez, pueden representar los sonidos que los primeros humanos generaron en esos puntos.

En el nuevo documento, esta convergencia de sonido y dibujo es lo que los autores llaman una "transferencia de información de modalidad cruzada", una convergencia de información auditiva y arte visual que, según los autores, "permitió a los humanos primitivos mejorar su capacidad de transmitir simbólica pensando".

La combinación de sonidos e imágenes es una de las cosas que caracteriza el lenguaje humano actual, junto con su aspecto simbólico y su capacidad para generar infinitas nuevas oraciones.

En cámaras acústicamente silenciosas, uno encuentra imágenes de felinos o puntos simples o huellas de manos.

"El arte rupestre fue parte del paquete de acuerdo en términos de cómo el homo sapiens llegó a tener este procesamiento cognitivo de alto nivel", dice Miyagawa, profesor de lingüística y profesor de japonés en el MIT. "Tienes este proceso cognitivo muy concreto que convierte una señal acústica en una representación mental y la exterioriza como visual".

Los artistas de las cavernas, por lo tanto, no eran solo pintores, obteniendo impresiones del aire libre a su gusto. Más bien, pueden haber estado involucrados en un proceso de comunicación.
"Creo que está muy claro que estos artistas estaban hablando entre sí", dice Miyagawa. "Es un esfuerzo comunitario".

El documento de investigación se ha publicado en la revista Frontiers in Psychology.

Un salmón se halla en el lugar más resonante de la cueva principal de Arcy-sur-Cure (Borgoña, Francia)

HACE 100.000 AÑOS

El advenimiento del lenguaje en la historia humana no está claro. Se estima que nuestra especie tiene aproximadamente 200.000 años de antigüedad. El lenguaje humano a menudo se considera que tiene al menos 100.000 años.

"Es muy difícil tratar de comprender cómo apareció el lenguaje humano en la evolución", dice Miyagawa, señalando que "no conocemos el 99,9999 por ciento de lo que estaba ocurriendo en ese momento".

Sin embargo, agrega, "existe la idea de que el lenguaje no se fosiliza, y es cierto, pero tal vez en estos artefactos [dibujos rupestres], podemos ver algunos de los comienzos del Homo sapiens como seres simbólicos".


En la cueva Blombos, se han encontrado más de 8.000 piezas con material ocre. Algunas, como esta pieza tienen grabados geométricos e incisiones. Se ha sugerido que estos patrones regulares son un sustituto del pensamiento simbólico.

Si bien el arte rupestre más famoso del mundo existe en Francia y España, abundan ejemplos de él en todo el mundo. Se ha estimado que una forma de arte rupestre que sugiere un pensamiento simbólico -grabados geométricos en piezas de ocre, de la Cueva de Blombos en el sur de Africa- tiene por lo menos 70.000 años de antigüedad. Tal arte simbólico indica una capacidad cognitiva que los humanos llevaron consigo al resto del mundo.

Fuentes: periodistadigital.com | sciencedaily.com | 21 de febrero de 2018