Descubren 24 sepulturas de la nobleza incaica en el Valle de las Pirámides de Perú

Restos humanos y cerámicos de la cultura dentro de una tumba en la huaca Las Abejas, en el Complejo Arqueológico de Túcume en Lambayeque, Perú (Reuters)

El imperio de los incas, el más extenso de la América prehispánica, llegó a dominar buena parte del actual territorio de Perú sin que se conociese apenas su presencia en el majestuoso Valle de las Pirámides, hasta que ahora, bajo esas milenarias edificaciones, se hallaron 24 sepulturas de la nobleza incaica. Una de ellas llama especialmente la atención de los arqueólogos porque los restos humanos parecen envueltos en un edredón similar a los que se confeccionan en la actualidad.

El hallazgo presentado este pasado miércoles por un grupo de arqueólogos del Ministerio de Cultura confirma que los incas consignaron un gran valor a las pirámides de Túcume, el mayor complejo arquitectónico de este tipo en el Antiguo Perú, con 26 edificios piramidales sobre un área 221 hectáreas, entre ellas las más grande de Sudamérica.

Arqueólogos excavando tumbas y restos humanos de la cultura inca en la huaca de Las Abejas, en el Complejo Arqueológico de Túcume de Perú (Reuters)

Con una altura que iguala al templo maya de Kukulkán, en Chichen Itzá (México), las pirámides de Túcume pueden parecer para el visitante una arenosa colina resquebrajada por el paso de los siglos, ya que fueron erigidas hace mil años con adobe en lugar de piedra, mucho antes de que los incas llegaran a esas tierras sobre el año 1470.

Sin embargo, bajo esas capas de polvo y tierra está el mayor exponente arquitectónico de la civilización Sicán o Lambayeque, una de las más importantes de la costa norte de Perú, que luego fue conquistada por los Chimú, y estos un poco más tarde por los incas. Tanto unos como otros siguieron confiriendo al monumental complejo el mismo rol ceremonial que le dieron sus creadores, como acreditan las tumbas incas aparecidas en la huaca (templo) Las Abejas, una de las veintiséis del complejo, gracias a la excavación hecha por la Unidad Ejecutora 005 Naylamp del Ministerio de Cultura.

Una arqueóloga trabajando en la huaca de Las Abejas
Una arqueóloga trabajando en la huaca de Las Abejas (Reuters)

"Tenemos todas las evidencias de que se trata de un grupo de elite, donde hay hombres y mujeres", explicó la directora del Museo de Túcume, Bernarda Delgado. Lo afirma así porque todos los individuos fueron sepultados junto a cerámicas y envueltos en finas telas, objetos que no acostumbran a encontrarse en los entierros del pueblo llano.

Algunas de las cerámicas están casi intactas y permiten observar con detalle la alfarería de Túcume, una fusión de arte lambayecano y Chimú, con jarros característicos por llevar en sus boquillas representaciones de cabezas, ya sea de hombres o de animales como el murciélago.
Aunque los arqueólogos aún no han determinado el género de cada individuo, intuyen que las mujeres son las que tienen consigo instrumentos para tejer y los hombres quienes están acompañados de unos remos o paletas largas de madera y conchas spondylus, molusco tan valorado por los incas como el mismo oro.

Arqueóloga desenterrando restos humanos en el Complejo Arqueológico de Túcume (Reuters)

"Tres o cuatro de ellos, que parecen tener mayor jerarquía, están envueltos en fardos, es decir, tienen entre veinte o veinticinco telas, o incluso a veces hasta treinta, que envuelven al personaje", destacó Delgado. Entre esos hay uno que llama especialmente la atención por tener más telas que los demás, un fardo tan suntuoso que recuerda al único precedente de entierro inca descubierto en las pirámides de Túcume, correspondiente al último gobernador inca de esa área.

"Lo curioso es que una de esas telas tiene las características de los edredones actuales, con un relleno de algodón nativo", detalló el arqueólogo José Manuel Escudero, director de las excavaciones en la huaca Las Abejas. Una vez que lo consigan desenvolver y lo sometan a más pruebas en el laboratorio podrán determinar si fue contemporáneo al último gobernador inca hallado en 1991 o si fue anterior a este.

Expedición arqueológica en Lambayeque, Perú (Reuters)

Otra incógnita que aún no despejan son los motivos que llevaron a estos nobles incas a enterrarse esa huaca, situada en el suroeste del Valle de las Pirámides, apartada a un kilómetro del edificio principal, la Huaca Larga, la más grande de Sudamérica, con 30 metros de alto y 700 de ancho, donde se encontró al último soberano inca del lugar.

Con 89 personas trabajando en campo, los arqueólogos creen que todavía pueden encontrar más entierros incaicos en esta cuna cultural del Antiguo Perú, pues les quedan al menos dos de las cuatro temporadas de excavaciones previstas dentro del proyecto que financia el Ministerio de Cultura con 8,3 millones de soles (unos 2,5 millones de dólares).

Fuente: lavanguardia.com | National Geographic | 5 de julio de 2018

Un estudio sitúa la Peña de los Enamorados como el primer santuario de Andalucía

Vista de la Peña de los Enamorados desde el interior del Dolmen de Menga. / J. NAZCA. REUTERS

Las pinturas rupestres del abrigo de Matacabras, dentro de la Peña de los Enamorados de Antequera, datan de 3.900 años antes de Cristo. Una fecha que se ha podido certificar de manera científica y que sitúa este enclave antequerano del Neolítico como el primer santuario andaluz, cuya existencia es anterior a la construcción de los dólmenes de Antequera, según el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, Leonardo García Sanjuán (izquierda), coordinador de un estudio universitario que ha ofrecido una fecha más concreta del origen del conjunto arqueológico declarado Patrimonio Mundial.
«Este santuario ya estaba en uso antes de que se construyese el Dolmen de Menga, eso es lo que sugiere esta fecha», explicó ayer a SUR García Sanjuán, que añadió que este avance aproxima las pinturas rupestres a la fecha final del Neolítico y da pie a que otros estudios futuros establezcan la fecha más exacta de los monumentos megalíticos.

«Este abrigo ya era conocido antes, pero no se había hecho un estudio en profundidad», señaló el catedrático, que hizo hincapié en la aportación de esta nueva «investigación multidisciplinar basada en varios métodos científicos que permiten saber más detalles sobre este abrigo». El resultado tiene importancia por la vinculación entre estas pinturas rupestres y los dólmenes, ya que el santuario de la montaña es lo que hizo que los pobladores de la vega antequerana construyeran Menga orientada a la Peña de los Enamorados, en vez de al sol o las estrellas como el resto de dólmenes.

Antes de los poblados de la Peña, se conocen los de la «Cueva del Toro en el Torcal de Antequera, donde tenemos el asentamiento del Neolítico más antiguo de Málaga y uno de los más al sur de España», destaca Sanjuán. Al bajar a la vega, decidieron adorar al peñón, orientando el gran templo funerario de Menga hacia el santuario de La Peña y el sepulcro megalítico, Viera, al sol como en toda Europa y norte de África, según Bartolomé Ruiz, director del conjunto arqueológico.

Una de la pinturas del abrigo de Matacabras. / JAVIER PÉREZ GONZÁLEZ

«Uno de los objetivos de este trabajo era, por primera vez, intentar fechar estas pinturas, que es complicado, por un método que se llama datación de uranio torio de los motivos que se conservan», al pie de la Peña, por activación de neutrones y difracción de rayos X, así como un completo análisis estilístico de los motivos, sigue el catedrático de Prehistoria.

Alta resolución

Una vez publicado este estudio científico, «este abrigo data pintado en el siglo XXXIX antes de Cristo, que es una fecha que es muy compatible con la hipótesis de que el Dolmen de Menga se oriente hacia esta montaña porque ahí había un santuario antes», como se demostró en el estudio de valor excepcional universal para ser destacado por la Unesco.

Aparte en este estudio «se ha hecho una restitución fotogramétrica, eso es muy importante a nivel de conservación, porque por primera vez vamos a decir que tenemos un mapa en tres dimensiones completo de cómo es ese abrigo» con todos sus elementos. La investigación de alta resolución la ha desarrollado el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la universidad hispalense, con financiación del Plan Nacional I+D del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO), realizada por un amplio equipo con especialistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de las universidades de Alcalá de Henares, Southampton, Lisboa y Sevilla.

Esta nueva aportación científica se tendrá que continuar con otros estudios, ya que hasta ahora se tenían una aproximaciones en cuanto a los dólmenes, 4.000 antes de Cristo era la de Menga que tras este descubrimiento, se tendrá que retrasar al menos hasta después de 3.900. Todo dentro del final del Neolítico, que engloba entre el 10.000 y 3.000 antes de nuestra era, y en el que se calcula que hay mil años de diferencia entre la creación de Menga, Viera y El Romeral.

La declaración como Patrimonio Mundial de la Unesco no solo está llevando a superar el número de visitas, o terminar el proyecto de museo, va a hacer posible que se profundice en el estudio del Sitio de los Dólmenes de Antequera, donde se podrá conocer más y mejor cómo fueron sus constructores o como dijo Michael Hoskin (científico que aportó su estudio comparativo que destacó a Menga como el único construido hacia un objeto que no fuera el sol): ¿y si hubiera más dólmenes bajo el suelo de la zona prehistórica?

Fuente: diariosur.es | 6 de julio de 2018

La exposición 'En el principio' unirá ciencia y fe a través la arqueología, la paleontología y la geología en Alba de Tormes (Salamanca)

Ídolos precolombinos

La exposición, organizada por los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús del Colegio y Seminario San Jerónimo y su Museo de Arqueología P. Belda, cuenta con la colaboración de la Diócesis de Salamanca, Junta de Castilla y León, Diputación de Salamanca y Ayuntamiento de Alba de Tormes.

Con el título “En el Principio. Geología, paleontología y arqueología en el diálogo entre Ciencia y Fe”, la exposición temporal organizada por el Colegio y Seminario San Jerónimo y el Museo de Arqueología Padre Belda, abrirá sus puertas el próximo 7 de julio hasta el 15 de agosto en un recinto único, la Basílica de Santa Teresa en Alba de Tormes. Con motivo del 10º aniversario de la inauguración del actual Museo de Arqueología Padre Belda la exposición servirá para dar a conocer parte de los fondos geológicos, paleontológicos y arqueológicos de la colección. El objetivo principal de la exposición es enseñar, de manera didáctica, el proceso evolutivo desde los inicios de la Tierra hasta la Edad Media. Asimismo se pretende presentar la figura del P. Belda, mostrando en el discurso expositivo el diálogo entre la Ciencia y la Fe a través de sus propias palabras.

La exposición supondrá todo un reto para los organizadores: “El año pasado, en diálogo con la arqueóloga albense Verónica Pérez, que, junto con un grupo de colaboradores, estudiantes de historia y arqueología y profesores, estaba llevando a cabo en el Museo la tarea de revisión del catálogo y mejora de la zona de los Fondos del Museo, surgió la idea de poder dar a conocer una dimensión del P. Belda, origen de la colección, que daba sentido a lo que hoy conocemos: su pasión por la ciencia y la fe y el modo de compaginar estas dos dimensiones en su manera de concebir el mundo, la creación, la evolución, la religión… Vimos también que era necesario poner en valor, de nuevo, la gran colección de fósiles, de la que actualmente en la exposición permanente se exponen tan sólo 6 ejemplares, así como algunas piezas de los fondos que no están visibles, tanto de geología como de arqueología. Lo que empezó siendo una pequeña idea, sencilla, se ha convertido en una exposición que queremos que tenga ese sabor “didáctico” que marcó la historia del Museo desde el inicio y que era el principal interés de Belda a la hora de crearlo”.

La muestra temporal contará con piezas singulares distribuidas en 4 capítulos: al inicio, la introducción servirá de marco de la exposición y recordará a los visitantes quién era el P. Ignacio María Belda a través de sus objetos (microscopios, imágenes, correspondencia con otros arqueólogos) y la importancia que tuvo para Alba de Tormes al recuperar, gracias a su iniciativa, las ruinas del antiguo convento jerónimo de San Leonardo, actual Colegio y Seminario San Jerónimo.
A partir de esta introducción, el visitante podrá reflexionar sobre el origen del mundo, a través de geodas, estalactitas o pequeños meteoritos (capítulo 1). Se sumergirá en el apasionante mundo de las primeras criaturas sobre la tierra, con fósiles marinos, restos de algunos dinosaurios o de los primeros mamíferos sobre la tierra (capítulo 2). Descubrirá los primeros pasos de la humanidad, con piezas del Paleolítico (algunas de las cuales se remontan a 1,5 millones de años de antigüedad), Neolítico, Edad de los Metales, Roma, época Visigoda (capítulo 3). Y terminará con una reflexión sobre la apertura de la humanidad a la trascendencia, donde el visitante podrá contemplar, por ejemplo, ídolos precolombinos, parte de un sarcófago egipcio o algunos restos del antiguo convento de San Leonardo y otros procedentes de la Villa de Alba de Tormes, como algunas piezas litúrgicas (patena, cáliz), en barro, del desaparecido convento franciscano que se encontraba en la zona del actual IES Leonardo da Vinci.

Una exposición multimedia, didáctica, guiada
La exposición, además, contará con una novedad: la posibilidad de acceder, a través del propio móvil, a la guía audiovisual que ilustra los contenidos de la exposición. No se ha pretendido, con ello, explicar cada una de las piezas, pero sí situar, de manera general, cada uno de los bloques dentro de la historia. Para ello pequeños audios y algunos videos darán a conocer, de manera breve, las características generales de la época en cuestión. También, escaneando el código que acompañará a algunas de las piezas, se podrán descargar las fichas y estudios que acompañan a esas piezas y que constituyen el catálogo de la exposición.

Guiños a Alba de Tormes y la provincia
La muestra ha querido incorporar algunos guiños a Alba de Tormes y a la provincia de Salamanca, tanto en la selección de piezas arqueológicas, incorporando algunas provenientes de yacimientos salmantinos, como la exposición de algunas piezas de interés para el público albense: bifaces y hachas de los montes de alrededor, las piezas mencionadas anteriormente del desaparecido convento franciscano, algunos ángeles de la bóveda de la iglesia conventual jerónima o un altar romano, que no podrá ser trasladado desde el actual museo, y que constituye el único resto romano aparecido en Alba de Tormes. De su historia hablará uno de los últimos espacios de la muestra.

Colaboración entre instituciones y pasión por la arqueología
La colaboración entre las diferentes instituciones ha supuesto, en palabras de los organizadores, la mayor satisfacción: “La muestra, que en un principio pretendía ser sencilla y más reducida, con la decisión de usar la Basílica como sede, se complicó en su realización. Éramos conscientes de que no podíamos llevarla a cabo nosotros solos. A la colaboración de la Diócesis, que cede el espacio, y el Ayuntamiento de la Villa, se unió, tras solicitarlo, la Diputación de Salamanca y la Junta de Castilla y León. Esta unión es, tal vez, la mayor riqueza de la muestra”.

Junto a esta colaboración, se ha contado también con la presencia e impulso de Verónica Pérez, arqueóloga y albense, “que ha actuado como una auténtica comisaria de la exposición, involucrando a todos, consiguiendo que el catálogo cuente con la colaboración de expertos, doctores y licenciados en historia, arte, biología, paleontología, de diferentes centros y universidades españolas y europeas, implicando a diferentes personas para la realización de los videos y los audios que acompañarán al visitante”. Así, la sinergia de diferentes instituciones y la pasión por la arqueología y el arte, harán posible abrir esta ventana al diálogo entre Ciencia y FE.

EN EL PRINCIPIO. Geología, Paleontología y Arqueología en el diálogo entre Ciencia y Fe
Lugar: Basílica de Santa Teresa (Alba de Tormes, Salamanca).
Organiza: Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Reparadores | Dehonianos) – Colegio y Seminario San Jerónimo – Museo de Arqueología Padre Belda. Colaboran: Ayto. de Alba de Tormes, Junta de Castilla y León, Diputación de Salamanca, Diócesis de Salamanca
Fechas y horarios: Del 7 de julio al 15 de agosto. De 12 a 14hh. y de 18 a 20hh.
Inauguración: 7 de julio, a las 18hh. Entrada gratuita

Fuente: salamancartvaldia.es| 6 de julio de 2018

Todas las miradas están en el Arco Jano Augusto

Fue presentado oficialmente hace un mes y medio y copó titulares por todo el país. Hasta National Geographic contó que, en Mengíbar, en medio del mar de olivos, había sido descubierto el Jano Augusto, la puerta de entrada a la provincia romana de la Bética.

Sin duda, es una de las noticias de más alcance en Arqueología en años. Ya lo dijo el propio Manuel Molinos, director del Instituto Universitario de Arqueología Ibérica de la UJA: “Es el hallazgo más importante de las últimas décadas en la Hispania Romana”. Los investigadores liderados por Juan Pedro Bellón han conseguido ubicar el “kilómetro cero” de la Vía Augusta, la frontera entre la Bética y la Tarraconense, en Mengíbar. La trascendencia científica es indudable, como apuntó la vicerrectora María Dolores Rincón, pero el interés y repercusión en otros campos, como el turístico, no deberían ir a la zaga, pero... ¿Cómo se materializará? La clave, sin duda, pasa por los apoyos que consiga sumar el proyecto, contar con la financiación suficiente para que la investigación avance y sus resultados sean divulgados.

Y una vez que ya se ha contado a los cuatro vientos el hallazgo, el trabajo, a pie de campo, continúa. Queda mucha tarea por delante y las sorpresas bajo tierra siguen aflorando. Allí, el mejor foco es el sol de julio y bajo él, cuatro arqueólogos, Miguel Ángel Lechuga, Marcos Soto y María Isabel Moreno, además de Bellón, trabajan con los operarios en la excavación. Hace apenas unos días descubrían un podio, la base de otra edificación apenas a un par de metros de una de las bases del Arco Jano Augusto. Una arquitectura que, en principio, podría ser conmemorativa, una escultura o edificio de culto, aunque, como apuntan, todavía no pueden determinar con seguridad su funcionalidad.


Mientras que ellos toman notas y debaten, el goteo de visitantes a las excavaciones es constante. Desde unos vecinos de Mengíbar que llegan en bicicleta para ofrecerse como voluntarios en la excavación —apuestan por iniciativas para participar, apoyar, abaratar y hacer más “suyo” el hallazgo— a olivareros de las inmediaciones que preguntan por los posibles cambios de acceso y se brindan también a colaborar. No en vano, como les responde Bellón, si todo va bien, en unos días podrán contar de nuevo con el georadar para saber si pueden “hincar el diente” en nuevas zonas. No tienen certezas, dice, pero sí indicios.

Entre las visitas, está también el alcalde de Mengíbar, Juan Bravo, y una de sus concejales, Adela Alonso. Como ya resaltaron los investigadores en la presentación del hallazgo, su colaboración ha sido y sigue siendo vital. Ya anunció el responsable municipal la compra del olivar en el que se sitúa el arco, además de trámites como la solicitud de inclusión del sitio como BIC en el expediente incoado sobre el territorio de Iliturgi. Asimismo, el Gobierno local proporciona todos los medios a su alcance para que el trabajo prosiga, entre ellos, la mano de obra con los cuatro obreros que trabajan con los arqueólogos. Pero, además, el alcalde no deja de levantar el teléfono y de llamar a puertas. Necesita a grandes aliados en el proyecto. Sabe bien lo que tiene en el querido Camino de los Romanos de los mengibareños y no puede dejar correr el tiempo. De hecho, ya tiene en la agenda una reunión en la Diputación para la próxima semana y la mano tendida de una fundación privada.


A PIE DE OBRA. Juan Bravo y Juan Pedro Bellón, en el centro, con la concejal Adela Alonso, los arqueólogos Miguel Ángel Lechuga, Marcos Soto y María Isabel Moreno y los trabajadores, Pedro Torres Martínez, Luis Juárez del Moral, Ángel Andreu Zarco y Vicente Martos Jiménez.
Un aliento muy importante en este camino ha sido un especial gesto de la Asociación de Amigos de los Iberos de Jaén. El colectivo encabezado por Pilar Palazón se presentó en la excavación con 8.000 euros entre las manos para apoyar el trabajo de los arqueólogos. Emocionados lo cuentan todavía. Son ejemplo de voluntad y preocupación por apoyar la investigación y el patrimonio, una apuesta decidida y cómo llegan incluso antes que las administraciones.
Pero el tiempo corre para acercarse a la única fecha que hay, por el momento, en el horizonte: el 15 de julio. Hasta ahí, por ahora, como apunta Bellón, llegan los fondos para proseguir la excavación. A partir de ese día son dos las opciones, tal y como pone sobre la mesa. O siguen trabajando en unas condiciones dignas o habrá que tapar y esperar. En el segundo caso, entra otro factor en la ecuación, la incertidumbre.

Y mientras tanto, unos y otros miran para un lado y otro para tratar de visualizar cómo podría “verse” el Arco Jano Augusto algún día. A sus pies está la vía romana que les sirvió, en un primer momento, de guía. Han hecho una cata en el montículo de sedimentos y, como explica Miguel Ángel Lechuga, las muestras que han conseguido para la analítica les ofrecerán información de la estratificación, podrán fechar las diferentes capas y conseguir datos, como el tiempo que cada una estuvo expuesta al aire o cómo fueron reparadas. En el caso de que el proyecto siga, podrían sacarla a la luz para que “conduzca” a los visitantes hasta la base del Arco Jano Augusto. Imaginarlo ya sorprende. Sobre él, se lanzan muchas ideas, desde una reconstrucción parcial a una recreación idealizada. Sea la que sea, fijará todas las miradas —incluso podría ser visible desde la Autovía A-44— en la que es la puerta de entrada a la Bética, su kilómetro cero.

Fuente: diariojaen.es| 5 de julio de 2018

Sima de los Huesos: un caso abierto

Cráneo 17 de la Sima de los Huesos, con dos perforaciones de forma idéntica en el hueso frontal, posiblemente realizadas por otro individuo con un mismo objeto.

Durante años hemos debatido entre nosotros y con investigadores ajenos al proyecto Atapuerca diferentes hipótesis para explicar la excepcional acumulación de restos humanos del Pleistoceno Medio en el yacimiento de la Sima de los Huesos. El número de restos encontrados se acerca a la cifra de 7.000, que supone aproximadamente el 95% de todos los fósiles humanos de ese período (722.000 - 120.000 años) encontrados en Europa. Los 7.000 restos representan un mínimo de 28 individuos, presumiblemente contemporáneos, con una antigüedad de algo más de 400.000 años. En ese grupo parecen estar representados hombres y mujeres y quizá un niño/a de pocos años, reconocido/a por un único diente encontrado entre los sedimentos removidos por los aventureros que se atrevieron a descender hasta las profundidades de la Sima de los Huesos desde los inicios del siglo XX.

Aunque no es sencillo determinar con precisión la edad de muerte de aquellos humanos, es posible realizar una buena aproximación. El desarrollo de los dientes (nuestra herramienta principal) de aquella especie del Pleistoceno seguramente fue algo diferente al de Homo sapiens. Pero no tanto como para alejarnos de la verdadera edad de muerte de aquellos humanos. Dieciocho individuos fallecieron cuando tenían aproximadamente entre 11 y 20 años (65%). Otros seis individuos murieron cuando tenían entre 21 y 35 años (21%), mientras que tan solo tres de ellos/as podían haber superado esa edad. Es decir, la inmensa mayoría eran muy jóvenes cuando fallecieron y tanto ellos como ellas estaban en pleno período de reproducción.

La distribución de edades de muerte, que mostramos en una de las figuras, se puede clasificar en un perfil que los demógrafos denominan “muerte catastrófica”, frente al perfil de “muerte atricional”. Este último refiere la mortalidad normal de cualquier población humana, en la que la gran mayoría de los difuntos tienen edades avanzadas. Es la distribución de edades de muerte que podemos encontrarnos en el cementerio de cualquier localidad.

La hipótesis más probable para explicar la acumulación de los 28 cuerpos en la Sima de los Huesos propone que otros humanos habrían arrojado los cuerpos de los difuntos en la cavidad. Esta hipótesis tiene una serie de connotaciones importantes, pues reflejaría una cierta preocupación de los miembros de aquella especie por sus muertos. Pero, dejando a un lado esta y otras posibles hipótesis sobre la acumulación de cadáveres en la Sima de los Huesos, me quiero centrar en los datos empíricos. Hemos de reflexionar sobre la posible causa de un suceso con resultado de muerte catastrófica, seguramente casi simultánea de un grupo numeroso de jóvenes en plena época de reproducción ¿Una enfermedad generalizada?, ¿quizá una hambruna? Es posible, pero hay otras explicaciones que merecen más credibilidad.

El descubrimiento por parte de una compañera del proyecto (la Dra. Nohemi Sala) de que uno de los individuos fue golpeado dos veces en la cabeza con perforación del cráneo y posible resultado de muerte, señala con claridad un episodio de violencia. Se investiga si otros individuos pudieron correr la misma suerte, examinando los cráneos más o menos completos de la colección. Si puede demostrarse algún otro caso de muerte violenta ya no me cabría duda sobre las razones de ese perfil de muerte catastrófica. Los enfrentamientos entre aquellos grupos (las guerras del pasado) no debieron ser infrecuentes. Los recursos podían ser abundantes en algunos lugares, mientras que otros serían más pobres. La apetencia por el dominio de territorios estratégicos ha sido y es la norma de todas las especies de la genealogía humana. Lo que hoy no nos extraña (guerras por la posesión de tierras y recursos) seguramente ha ocurrido en todas las épocas de la prehistoria. Mi apuesta va por ese camino para la acumulación de cadáveres en la Sima de los Huesos. Las investigaciones en curso tienen la palabra.

Fuente: quo.es | 5 de julio de 2018