Logran determinar el sexo de restos humanos incinerados hace siglos

Fragmentos de hueso cremados de la necrópolis de Narde di Frattesina, en Italia. Los huesos de la izquierda probablemente pertenecen a un varón, mientras que los huesos de la derecha son probablemente de una mujer. Crédito: Claudio Cavazzuti, 2018.

Un grupo de científicos en una universidad del Reino Unido logró determinar el sexo de restos humanos incinerados en Italia entre los siglos XII y VI antes de Cristo, a través de un examen de los rasgos de sus fragmentos óseos.

El estudio, publicado hoy en la revista especializada PLoS One, supone un avance porque, hasta ahora, había sido difícil para los arqueólogos utilizar el método de la medición del esqueleto para identificar el género de los restos que habían sido incinerados, dada la consiguiente degradación del hueso.
El equipo de investigadores, liderado por Claudio Cavazzuti (izquierda), de la universidad británica de Durham, concluyó que, pese a estar deformados, los restos retienen rasgos físicos que ayudan al diagnóstico del sexo.

Los arqueólogos midieron un conjunto de 24 rasgos óseos de 124 cuerpos incinerados durante las Edades del Bronce y de Hierro y preservados en seis necrópolis italianas.
Los restos analizados estaban acompañados en todos los casos por bienes o materiales que daban pistas sobre el sexo de los individuos, como armas en el caso de los hombres y ruecas en el de las mujeres.

Ilustración esquemática de 11 mediciones utilizadas en el estudio.

Asumiendo que el sexo de los cuerpos incinerados era probablemente el que podía deducirse de los bienes encontrados en sus tumbas, el equipo trató de confirmar independientemente ese dato mediante la medición de los fragmentos óseos incinerados. Las mediciones más tenidas en cuenta son de el radio, la rótula, la mandíbula, el astrágalo, el fémur, el primer metatarsiano, el hueso lunado y el húmero.

De los veinticuatro rasgos óseos examinados por cada cuerpo, ocho predecían el sexo con una precisión del 80 % o más, un resultado similar al que suele obtenerse al tratar de determinar el género de los restos humanos de la misma época que no han sido incinerados.

"Este es un nuevo método para apoyar la determinación de género en el caso de restos humanos incinerados en la antigüedad. Fácil, replicable y confiable", dijo Cavazzuti en la presentación del estudio.

Aunque los autores del estudio dudan de que el método pueda usarse en el caso de restos incinerados más recientemente, el hallazgo puede ser de ayuda para facilitar un trabajo, el de la identificación de sexos, que es crucial para quienes investigan tendencias demográficas y culturales en civilizaciones antiguas. EFE

Fuente:lavanguardia.com | 31 de enero de 2019

Australopithecus prometheus: el regreso

Parte del pie de Little Foot (Stw 573) en el yacimiento de Sterkfontein (Sudáfrica). Fotografía de Patrick Landmann/Science Photo Library.

En 1948, Raymond Dart propuso de manera informal la especie Australopithecus prometheus para incluir varios restos de homininos encontrados en los yacimientos de Makapansgat y Sterkfontein, en Sudáfrica. El nombre no tuvo mucho eco en la comunidad científica y Dart nunca definió de manera formal esta especie. Cuando esto sucede, los nombres de las especies suelen quedar en el olvido como meras anécdotas de la historia de la ciencia.

Pero en ocasiones, estos nombres vuelven a ser utilizados por científicos de manera formal. Fue el caso de la especie Homo heildebergensis, sobre la que he escrito varias veces en este mismo blog. Ahora es el turno de Australopithecus prometheus, que quiere volver a la escena de la mano del paleoantropólogo Ronald Clarke, de la Universidad de Witwatersrand de Johannesburgo (Sudáfrica). En 1994, este investigador estuvo revolviendo entre huesos fosilizados medio olvidados en algún viejo armario de su Departamento. Clarke descubrió varios restos de pie que le parecieron de algún miembro de nuestra genealogía. Este hallazgo no resulta extraño en una Universidad que conserva los restos de docenas de excavaciones realizadas durante años en yacimientos localizados a 50 kilómetros de la ciudad, en la región denominada “la Cuna de la Humanidad” y catalogada por la UNESCO como patrimonio de la humanidad desde 1999. En la actualidad, la mayoría de las excavaciones cuentan con especialistas a los que no se les escapa nada. Pero en la década de 1930-1960 se hacía lo que se podía con pocos recursos y personal poco especializado.

Clarke catalogó los restos como Stw 573, puesto que habían sido hallados en el yacimiento de la cueva de Sterkfontein. Por su pequeño tamaño, fueron cariñosamente apodados como “Little foot” (en contraposición a la vieja leyenda de Big Foot). Así quedó la cosa, hasta que en 1997 Clarke encontró en los cajones un fragmento de tibia humano, que podía encajar con los fósiles de Stw 573. Con este nuevo hallazgo de laboratorio, Clarke decidió enviar a dos de sus colaboradores para investigar en la cueva. El resultado no pudo ser más impresionante, porque poco a poco se fue encontrando el que podría ser el esqueleto más completo de un ejemplar de Australopithecus.

El Profesor Ronald Clarke obteniendo el cráneo de Little Foot en el yacimiento de la cueva de Sterktontein.

Clarke y sus técnicos localizaron los restos del cráneo y del resto de esqueleto (ver post de 28 de abril de 2015 en este mismo blog). La extracción de los fósiles ha sido muy complicada, porque los mismos están cubiertos por una capa de carbonato cristalizado, formado por la disolución de la roca caliza de la cueva. Los expertos han realizado un trabajo delicado para extraer el esqueleto, que requiere mucha habilidad y una paciencia extrema. Aunque la datación de los yacimientos en cueva siempre es compleja, se pudo averiguar que el fósil de Little Foot tiene unos 3,67 millones de años de antigüedad. Esta cifra es mayor que la estimada para Australopithecus africanus y coincide con la de los Australopithecus más antiguos del este de África (Australopithecus afarensis). Para ser precisos, la antigüedad de Little Foot es casi medio millón de años anterior a la de Lucy.
Ronald Clarke ha decidido enviar sus primeras impresiones a la revista BioRxiv, que está accesible on-line para cualquier persona interesada. Promete trabajos detallados de todas las partes anatómicas de Little Foot, que se publicarán en un número monográfico de una revista especializada. Esperaremos con interés esos estudios detallados.

Little Foot pudo pertenecer a una hembra, de acuerdo con sus descubridores, que medía unos 130 centímetros de estatura. Por supuesto, caminaba perfectamente erguida, porque su pelvis era como la nuestra. Además, sus piernas eran más largas que sus brazos; es decir, las proporciones corporales eran muy similares a las de Homo sapiens y no como las de otros Australopithecus, de piernas cortas y brazos largos. ¿Es posible que Little Foot vuelva a poner de moda el estudio de los Australopithecus? Estoy convencido de que así será, porque su estudio abrirá muchos interrogantes y cuestionará varias hipótesis. Es más, el nombre elegido por Ronald Clarke para Little Foot, Australopithecus prometheus, ya ha despertado recelos entre sus colegas. ¿Por qué resucitar viejos fantasmas del pasado? ¿Por qué no buscar un nombre nuevo, como sugiere el paleoantropólogo Lee Berger? Ronald Clarke tendrá sus razones. Por el momento, daremos la bienvenida a un nuevo miembro de la familia humana, que se cubría de polvo olvidado en los cajones de una universidad de Sudáfrica.

Fuente: quo.es | 31 de enero de 2019

Saquean la necrópolis romana descubierta en El Torbiscal

Arqueólogos en la necrópolis romana de Utrera, Sevilla.


Si bien el proyecto promovido por el Ministerio de Fomento para remodelar la intersección de la carretera N-IV con la carretera autonómica A-471 en las inmediaciones del poblado de El Torbiscal, en Utrera (Sevilla), ha supuesto el descubrimiento de una importante necrópolis romana con un total de 63 inhumaciones, 14 de estos enterramientos habrían sido objeto de un "saqueo" hace pocos días.

Javier Mena, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Utrera y además historiador municipal, ha explicado que el hallazgo se encuadra en las catas arqueológicas de carácter preventivo asociadas a las citadas obras, bajo la dirección del arqueólogo Pablo Ramírez y la supervisión de los especialistas de la Consejería de Cultura y su delegación territorial en la provincia de Sevilla.
Según Javier Mena, estas catas arqueológicas han supuesto el descubrimiento de una necrópolis romana, como se avanzaba hace unos días. En concreto, se trataría de 63 enterramientos divididos en "dos sectores" y cuya cronología arrancaría en el siglo I de la era común, es decir después de Cristo, para prolongarse hasta el siglo IV.

El técnico de Cultura del Ayuntamiento de Utrera ha precisado que se trata en todos los casos de simples enterramientos de lo que se presume eran "campesinos" de las fincas agrarias que funcionaban en esta zona del bajo Guadalquivir durante el periodo del Imperio y la época tardorromana, dado que estas personas fueron inhumadas "con un ajuar muy pobre".

Los arqueólogos, según ha detallado, apenas han encontrado "unos ungüentarios, dos pendientes y una pulsera", toda vez que los enterramientos han sido ya "sellados" para su preservación en el mismo enclave donde han sido localizados, después de que los especialistas hayan extraído diversos elementos y piezas para su estudio científico.

Pero antes del sellado de las inhumaciones, según ha avisado, 14 de las tumbas habrían sido objeto de un acto de "saqueo" perpetrado por unos individuos que incluso habrían "amenazado con un palo y agredido" al guardia que custodiaba el yacimiento arqueológico, unos hechos que Javier Mena ha lamentado especialmente.

"Es un hecho muy grave", ha insistido el técnico de Cultura del Ayuntamiento de Utrera, exponiendo que dicho "saqueo" habría sido perpetrado el pasado fin de semana y que a día de hoy, los enterramientos están ya totalmente "sellados".

Fuente: elcorreoweb.es | 31 de enero de 2019

Las obras en El Torbiscal descubren una necrópolis romana con más de treinta enterramientos en Utrera (Sevilla)

Los cuerpos que se han encontrado en la necrópolis romana ubicada en El Torbiscal datan del siglo I d.C - ABC.

Las obras que se están llevando a cabo en el cruce de la carretera Nacional IV con la A-471 –a la altura del poblado de El Torbiscal (Sevilla)- han deparado una importante noticia para los amantes de la historia, ya que han dejado al descubierto una necrópolis de origen romano con más de treinta enterramientos, conservada en unas magníficas condiciones.

En los últimos días el trabajo de los arqueólogos ha sido frenético en toda la zona, ya que con el objetivo de evitar los temidos saqueos que suelen sufrir estos hallazgos, los cuerpos ya han sido retirados y han pasado a la custodia de los diferentes organismos competentes en la materia de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, donde van a ser sometidos a un exhaustivo análisis.
«Los primeros análisis realizados inducen a pensar que los cuerpos encontrados en esta importante necrópolis corresponden al siglo I d.C», ha indicado Javier Mena, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Utrera. «Los cuerpos estaban enterrados casi en la superficie, y al haber aparecido en una ubicación muy cercana a la carretera, el paso de los años apenas ha tenido efectos sobre ellos, se han conservado muy bien, ya que no han sido tierras utilizadas para el laboreo», precisaba Mena.


El área donde han aparecido estos restos ya estaba protegida por la carta arqueológica de Utrera, que la señala como una zona de especial interés y que cuenta con una apasionante historia desde hace muchos siglos. Aunque en la actualidad se trate de un enclave deshabitado, se ha tratado históricamente de un lugar con una tierra especialmente rica, donde se cultivaban los géneros de la famosa triada mediterránea, compuesta por pan, aceite y vino, que eran trasportados mediante rutas terrestres, como la Vía Augusta, o el propio río Guadalquivir en la marisma, para ser embarcados en los puertos gaditanos con destino a Roma.

«Es un lugar que tiene un pasado romano incuestionable, donde se ubicaban numerosas 'villae' –nuestros actuales cortijos- donde vivían agricultores que cultivaban la tierra de las explotaciones agrícolas que se encontraban en la zona», comenta el historiador palaciego Julio Mayo.

Enclave estratégico

El actual enclave El Torbiscal se halla entre los términos jurisdiccionales de tres municipios romanos, a la sazón Siarum y Salpensa –que se encontraban en el actual término municipal de Utrera- y Cumbaria, identificada en la actual Las Cabezas de San Juan y que ya fueron reseñados por el historiador romano Plinio. A todo ello hay que unir la cercanía del lugar en el que han aparecido los restos con el puente romano de Las Alcantarillas, que cuenta con una inscripción que lo vincula a Roma y que pudo levantarse en el siglo I a.C. Un puente que servía para salvar el arroyo Salado, que proveía de recursos hídricos a toda la zona y que formaba parte de la Vía Augusta en el tramo que unía Híspalis (Sevilla) con Gades (Cádiz).

«El principal valor de toda la zona en la época romana era principalmente su riqueza agropecuaria, y el poblado de El Torbiscal se encuentra en un enclave estratégico, donde se cultivaban recursos naturales para ser desplazados mediante la ruta terrestre hacia los puertos gaditanos, desde donde ya se enviaban hacia cualquier lugar de los territorios que dominaba Roma», explica Julio Mayo.

El hallazgo de esta importante necrópolis romana vuelve a poner de manifiesto la riqueza arqueológica por la que destaca el término municipal de Utrera, donde en las últimas décadas numerosos especialistas han reflejado la posible existencia de una importante antigua ciudad romana en el subsuelo junto al pantano Torre del Águila de El Palmar de Troya (Siarum) y se han encontrado restos tan destacados como la «Tabula Siarensis» (derecha), un documento epigráfico que contiene un decreto del Senado Romano en honor al hijo adoptivo del emperador Tiberio.

En el año 2009, muy cerca de la Fuente de los Ocho Caños, en la vereda denominada como «Puerta Verde de Utrera», también aparecieron los restos arqueológicos de una antigua villa romana, ese tipo de construcciones de las que son herederas los actuales cortijos y haciendas que pueden localizarse con facilidad en el término municipal de la localidad.

Fuentes: abc.es | elcorreoweb.es | 29 de enero de 2019

¿Quién cruzó el Estrecho de Gibraltar por primera vez?

Un análisis genético aporta la primera evidencia científica de que los africanos prehistóricos pudieron cruzar el Estrecho de Gibraltar hasta llegar a España 1.300 años antes de lo que se pensaba.

«Nos hemos encontrado con que el Estrecho de Gibraltar no era una barrera para el contacto humano, la migración o el flujo genético entre África y España», ha afirmado a la revista New Scientits Gloria Maria González Fortes (izquierda), de la Universidad italiana de Ferrara.
Anteriores investigaciones de este campo mostraban que los genes africanos migraron hasta España y Portugal durante la conquista musulmana de la Península, a principios del siglo VIII.
«Hemos hallado que puede ser mucho antes de esa fecha», ha puntualizado esta investigadora que, junto a su equipo, ha analizado el ADN de restos humanos datados de hace entre 3.000 y 4.500 años y encontrados en la Península Ibérica, desde el sur de España hasta el norte de Portugal.

Han comparado su ADN mitocondrial (se hereda a través de los genes maternos y no se combina con el paterno, por lo que puede ser rastreado durante generaciones) con restos arqueológicos de África del Sur.

Los resultados del análisis han arrojado similitudes entre los restos procedentes de la Península y los de África, con mayor cantidad de marcadores genéticos africanos en los españoles.

Estas conclusiones encajan con el registro arqueológico, que muestra similitudes entre las herramientas y la decoración cerámica hechas por los pueblos del norte de África y los que poblaron Andalucía.

“Hace 4000 años, la gente ya estaba construyendo barcos y navegando, así que ¿por qué no habrían de cruzar el Estrecho de Gibraltar? Puedes ver la costa de África desde la costa de España. El mar allí es muy peligroso, por lo que la gente era escéptica sobre cruzarlo, pero es probable que este fuera el camino que tomaron", dice González Fortes. Ella dice que sus datos muestran que esta migración ocurrió hace al menos 4000 años, pero puede haber ocurrido incluso antes.

Fuente: abc.es | 31 de enero de 2019