En 2020 abrirá en Narbona (Francia) el nuevo Museo Narbo Via sobre la civilización romana

En el recinto museístico habrá una colección de más 1.000 antiguas lápidas que forman una muralla que separa las galerías públicas de los espacios de restauración más privados.

Narbo Via, el museo regional de la antigua Narbona, en Francia, fue objeto de un concurso internacional ganado por la firma de arquitectura británica Foster+Partners, en colaboración con el estudio Adrien Gardère.

Dicho edificio, ubicado en la entrada de la ciudad, a lo largo del Canal de la Robine, está programado para abrir sus puertas en 2020, mostrando la colección que alberga toda la “Narbona Romana”.


Cabe destacar que la ciudad de Narbona, en el sur de Francia, fue hace tiempo un puerto romano lleno de vitalidad, por lo que posee un impresionante legado de edificios, antiguas reliquias y yacimientos arqueológicos. Por tal motivo, este museo será un nuevo símbolo de la ciudad.

El elemento central del museo es una colección de más 1,000 antiguas lápidas funerarias que se hallaron muy cerca, las cuales forman una muralla monumental de 72 metros de largo por 10 metros de altura. Esta barrera natural situada en el centro del edificio rectilíneo separa las galerías públicas de los espacios de restauración más privados.


El recinto cuenta con un anfiteatro para celebrar exposiciones y eventos al aire libre. Además, ofrece una escenografía de las exposiciones permanentes que se basa en el plan clásico de una villa romana, con un atrio central que sirve a todos los espacios de exhibición, y cuyo cruce es similar a la visita de una villa descubierta y excavada en la región de Narbona.


En tanto, el diseño urbano que rodea a este museo refuerza la conexión con el agua y crea un tranquilo entorno natural. Este se inspira en los jardines franceses formales y en el patio romano.


Fuente: centrourbano.com | 21 de febrero de 2019

Los mensajes del pasado sepultados en el foro romano de Santa Criz de Eslava (Navarra)

Escena de caza en un espectáculo público con dos tubicenes que amenizan la función - Pablo Ozcáriz


A unos 40 minutos de Pamplona, sobre un cerro cercano a la localidad navarra de Eslava, se erigía hace 2.000 años una importante ciudad romana de origen vascón de la que hoy dan fe los vestigios que los arqueólogos han ido desenterrando desde los años 90. Viendo las columnas de Santa Criz de nuevo en pie, los capiteles y fustas que descansan aquí y allá, y los restos de su antiguo foro, del que aún faltan por excavar sus dos terceras partes, no es difícil imaginar la vida que palpitaba en este lugar ahora abandonado.

Allí se encontró una estatua en mármol de un togado y numerosas inscripciones romanas, pero también se recuperaron miles de fragmentos con pintura. Debieron de formar las paredes de alguna casa romana, que posteriormente se utilizó como relleno en el foro. Material de derribo que, sin embargo, contenía retazos de valiosa información histórica en sus grafitos.


Un posible barco o caballo- Pablo Ozcáriz

«La mayoría, al ser de un tamaño reducido, tienen solo rayas que no se pueden identificar, pero algunos de ellos tienen figuras, inscripciones o escenas completas», describe el historiador Pablo Ozcáriz, que avanza a ABC algunas conclusiones de su estudio sobre estos grafitos. Sus investigaciones serán publicadas próximamente junto a las de Javier Andreu, profesor de Historia Antigua y Arqueología de la Universidad de Navarra, y de la arqueóloga Txaro Mateo, en la obra «Epigrafía romana de santa Criz», dentro de la colección «Epigrafia e Antichitá» de la Universidad de Bolonia.

Según explica Ozcáriz, en España se han conservado conjuntos de grafitos sobre pintura parietal en sitios como Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz), Ampurias o Mérida, pero el de Santa Criz es uno de los más numerosos, con 78 grafitos sobre pintura y 37 sobre tambor de columna. Muchos de los fragmentos que los albergan estaban ennegrecidos por efecto del fuego y algunos muy deteriorados. Técnicos del Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarray de la empresa Artus han restaurado estas frágiles piezas, de forma muy superficial bajo lupa binocular para no dañar e interferir las incisiones de los grafitis, según explica la restauradora Carmen Usúa.

Un considerable nivel de alfabetización

Entre los grafitos sobre pintura que se pueden identificar, Ozcáriz señala que «el 40% son inscripciones y el 60% dibujos», lo que indicaría que «el nivel de alfabetización de los ciudadanos de Santa Criz sería bastante considerable, aunque lejos del nivel de una ciudad como Pompeya», donde el 90% son inscripciones y el 10%, dibujos.

Muchas de estas inscripciones pintadas en Santa Criz resultan ilegibles por estar fragmentadas, como en la que se lee «...oma», que podría referirse a Roma, pero también a ceroma (un ungüento con el se frotaban los atletas antes del combate), a coma (cabellera), diploma (documento oficial), o a poma (fruta).

Tampoco los dibujos son fácilmente distinguibles. Este profesor de Historia Antigua de la Universidad Rey Juan Carlos ha identificado un posible barco, un ciervo, un posible perro, un animal desconocido... aunque destaca en particular dos escenas con figuras antropomorfas. En una se ve a la izquierda una cornamenta, arriba a la derecha los cuartos traseros de un animal y en medio dos figuras humanas que llevan en la mano un objeto alargado que sale de sus cabezas. «Se trata de dos tubicenes o tocadores de tubas, un instrumento que se utilizaba en el ejército en las procesiones y en los espectáculos públicos», relata Ozcáriz que cree que «con toda probabilidad representa una escena de una venatio o caza en un espectáculo público y los músicos que amenizan la función». Existen paralelos a esta escena en otros grafitos encontrados en Roma y Pompeya, añade.

Inscripción de Iulius - Pablo Ozcáriz

Otros grafitos fueron realizados sobre un tambor de columna liso de arenisca local que ha sido limpiado por los restauradores de Patrimonio del Gobierno de Navarra. Se cree que este tambor formaba parte de un criptopórtico derrumbado y en él se observa una zona con numerosos grafitos y algunas letras sueltas en otras partes de la pieza, algunas de gran calidad epigráfica. Hay además una inscripción en la que «se lee claramente «(..I)ulius», un nombre muy habitual en el imperio y en Hispania en particular», según aclara Ozcáriz. En otra apenas se aprecia la primera letra, una M.

Representación de un edificio - Pablo Ozcáriz

En la parte del tambor que muestra gran intensidad de grafitos «destaca una serie de representaciones de edificios o edículas, en algún caso decoración en el frontón», prosigue este experto. Es habitual encontrarlos en mosaicos y pinturas «y pueden representar a edificios de la ciudad, engalanados, o ser dibujos que representan un lugar, una ciudad».

«La existencia de una inscripción a la derecha de uno de estos dibujos apoyaría esta opción», añade Ozcáriz.

Los grafitos formarán parte de una exposición sobre Santa Criz que está previsto que se inaugure en mayo.

Fuente: abc.es | 19 de febrero de 2019

Hallan indicios de dentición primitiva en restos de ‘Homo sapiens’ en China

Dentición superior (izquierda) e inferior (derecha) de Dushan 1/ Wei Liao. / CENIEH

Un estudio publicado hoy en la revista Scientific Reports sobre los restos esqueléticos hallados en la Cueva de Dushan, en Linfeng, al sur de China, revela características dentales sorprendentes para una población del Paleolítico Superior.

Según los coautores, María Martinón Torres (ambos a la izquierda) y José María Bermúdez de Castro, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), para encontrar esos caracteres con alta frecuencia es necesario remontarse a los primeros representantes del género Homo e incluso a los Australopithecus.

Los científicos agregan que “no es que tales rasgos hayan desaparecido por completo en las poblaciones modernas de China, sino que su presencia conjunta en el individuo conocido como Dushan 1 confiere un cierto aspecto primitivo a su dentición”.

Existe la posibilidad de que Dushan 1, cuyos restos se han datado entre 15.280 y 12.765 años de antigüedad, represente la variabilidad normal de una población poco conocida en un vasto territorio. Esta hipótesis podrá ser contrastada con nuevos estudios de poblaciones del mismo período.

Caracteres primitivos

“Tal vez estemos ante un caso de aislamiento prolongado de un grupo en un determinado territorio, en el que se han conservado caracteres primitivos de los primeros representantes de 'Homo sapiens' en China”, señala Bermúdez de Castro.

Finalmente, se podría proponer el mestizaje de los primeros Homo sapiens con grupos residentes ancestrales. Los descendientes de esa hibridación habrían llegado hasta el final del Pleistoceno, mostrando en su aparato dental las evidencias de una historia evolutiva muy particular.
La variabilidad de los humanos del Pleistoceno de China se conoce menos que la de los africanos y europeos. Sin embargo, la balanza se está equilibrando poco a poco. Los fósiles más antiguos se van conociendo cada vez mejor y su interpretación ya entra en los modelos generales. Tal vez, el mayor de los problemas reside en el estudio de las poblaciones más recientes de finales del Pleistoceno, ya que su interés ha sido menor para los expertos internacionales.

“El esqueleto de Dushan 1 abre grandes posibilidades para que mostremos interés en esa época tan poco conocida del Pleistoceno de China. Sabemos que queda mucho por aprender sobre la peculiar dinámica de las poblaciones de nuestra especie, que se movieron desde África para colonizar todo el planeta”, concluye Martinón Torres.

Fuente: agenciasinc.es | 20 de febrero de 2019

Afirman que Europa no tenía más de 1.500 habitantes durante el Paleolítico superior

Foto: ¿Hay alguien ahí? JEFF PACHOUD / AFP / Getty

Sabíamos que los primeros europeos eran pocos, pero nunca habríamos imaginado que tan pocos como acaba de sugerir un equipo de investigadores de la Universidad de Colonia. En un estudio recién publicado en PLosOne, en efecto, Isabell Schmidt y Andreas Zimmermann cifran el número de europeos durante el Paleolítico superior en no más de 1.500 individuos. Europa, en aquel tiempo, debió de ser un continente muy solitario.

Sabemos que nuestra especie, Homo sapiens, llegó al Viejo Continente hace unos 43.000 años. Las evidencias arqueológicas y las herramientas halladas en múltiples yacimientos sugieren que aquellos primeros europeos se dispersaron muy rápidamente por todo el continente. Pero nadie hasta ahora había podido decir con cierta exactitud cuántas personas vivían en Europa en aquellos momentos.
Ahora, Schmidt y Zimmermann han estimado cuál podría haber sido el tamaño medio de la población durante un periodo de la Prehistoria europea que conocemos como Auriñaciense (de la región francesa de Aurignac), un tipo de cultura que abarca desde hace 42.000 a hace 33.000 años, que vino a sustituir a la Musteriense y que se caracteriza por una idustria lítica bien diferenciada de la del periodo anterior.

Representación sincrónica y diacrónica del modelo sobre la organización socioespacial.
Imagen superior: Manifestación durante el Auriñaciense. La ubicación de las Áreas Centrales (CA) y las imágenes demográficas de este estudio se indican mediante círculos. Mapa de "macro-conjuntos" identificados por separación (áreas coloreadas = tipos de ornamentos específicos de macro-conjuntos, áreas sombreadas claras = tipos de ornamentos compartidos por dos macro-conjuntos).

Imagen inferior: comparación diacrónica de la red de información socioeconómica y de larga distancia de Auriñaciense (líneas rojas) y Gravetiense (negras), según las CA y las estadísticas de la población. El patrón de poblaciones viables y estacionales / satélites se adopta en todo el Área de Cálculo Total (TAC); Nuevas evidencias en Europa central y más allá del TAC.

Solo 13 regiones fueron ocupadas

Durante su trabajo, los investigadores estudiaron con detalle una amplia franja del continente europeo, que abarca desde el norte de España, por el oeste, hasta Polonia, en el este. En esa amplia área, los dos científicos situaron con la máxima precisión los aproximadamente 400 yacimientos conocidos del Auriñaciense. Y eso puso en evidencia que los humanos, en realidad, sólo ocuparon durante ese periodo 13 pequeñas regiones del continente, dejando el resto totalmente despoblado.

Para estimar el número de grupos de cazadores-recolectores que vivían en esas 13 áreas, Schmidt y Zimmermann analizaron con más detalle la evidencia arqueológica, incluídas las piedras que se transportaban de un lugar a otro para fabricar herramientas in situ. Basándose en cómo se agrupan esos asentamientos y en el análisis cuantitativo de los restos, los investigadores concluyeron que en total, las 13 regiones ocupadas albergaron a no más de 35 grupos de cazadores-recolectores.
Ahora bien, ¿Cuánta gente vivía, en total, en esos 35 grupos?

Para averiguarlo, los científicos recurrieron a lo que sabemos sobre los grupos de cazadores-recolectores modernos, la mayor parte de ellos registrados por exploradores de todo el mundo durante los últimos dos siglos. Y resultó que la mayoría de los grupos que más se parecían a los del Auriñaciense estaban formados, en promedio, por 42 individuos.

Una simple multiplicación es suficiente para dar con la «cifra mágica», que resultó ser de 1.470. Por supuesto, Schmidt y Zimmermann asumieron que los grupos de cazadores-recolectores del Paleolítico superior eran similares, en cuanto al número de miembros, a los más actuales. El resultado, desde luego, es impresionante: menos de 1.500 habitantes en un área que cubre casi toda Europa.

«Es realmente un número muy pequeño -explica Scmidt (izquierda)-. Pero los cazadores-recolectores del Auriñaciense desarrollaron estrategias muy exitosas para sobrevivir».

Preguntas por responder

Por supuesto, generar estimaciones absolutas de población para un periodo tan lejano en el tiempo es algo extremadamente difícil. No sabemos, en efecto, cuántos yacimientos del Auriñaciense quedan aún por descubrir en el Viejo Continente, ni cómo los futuros hallazgos podrían influir en las cifras totales de población.

El nuevo estudio, sin embargo, parte de una base que, a pesar de ser susceptible de actualizaciones, resulta científicamente sólida y ofrece resultados que tienen mucho sentido.

Hallazgos como éste no pueden dejar de recordarnos las enormes diferencias que existen entre la vida en la Europa Moderna y la de la Edad de Piedra. Y que a pesar de que hoy nos consideramos los amos y señores de todo cuanto nos rodea, hace no tanto tiempo apenas éramos una especie entre muchas otras, compitiendo por los mismos recursos. Y desde luego no la más numerosa.

Fuente: abc.es | 19 de febrero de 2019

Las estructuras megalíticas de Europa podrían tener su origen en el noroeste de Francia

El Dólmen de las Ruinas, en Vilajuïga, Gerona. (Bettina Schulz Paulssons).

Hay una pregunta recurrente sobre los megalitos. ¿Cómo puede ser que hace miles de años, sin internet, sin televisión, ni móviles, ordenadores o tan siquiera una cámara de fotos, se construyeran monumentos similares en lugares separados por centenares de kilómetros? La respuesta está, según los investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en el comercio marítimo.

La arqueóloga Bettina Schulz Paulsson (izquierda) asegura, en un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS), que en plena Edad de Piedra había una movilidad mucho mayor de lo que se creía, con intercambios constantes entre diferentes partes de Europa, desde el noroeste de Francia (Carnac) hasta Gran Bretaña o la Península Ibérica.

Actualmente ya se han descubierto alrededor de 35.000 megalitos, monumentos antiguos construidos por una o más rocas, en todo el continente europeo. La mayor parte de ellos se levantaron durante el Neolítico y la Edad del Cobre y se concentran especialmente en áreas costeras.

Las primeras estructuras megalíticas se construyeron hace alrededor de 6.000 años y durante un período de entre 200 y 300 años. Se concentraron en el noroeste de Francia, a lo largo de la costa atlántica de la Península Ibérica y en el Mediterráneo. Durante más de cien años, los arqueólogos se han cuestionado si esta práctica se extendió desde un lugar de origen o si se originó en diferentes lugares de manera independiente.

Mapa que muestra la ruta hipotética de la expansión megalítica en tres fases principales (Bettina Schulz Paulssons)

Schulz Paulsson ha analizado con datación por radiocarbono hasta 2.400 objetos que proceden de sitios megalíticos, premegalíticos y no megalíticos contemporáneos de toda Europa, que ha recopilado durante diez años de viajes de investigación. Y su conclusión es que "los megalitos no se diseminaron y desarrollaron de manera independiente”.

“Los resultados muestran que el noroeste de Francia fue el lugar donde se originaron las tumbas megalíticas europeas y que esta tradición megalítica se extendió gradualmente durante tres fases, coincidiendo con cambios sociales y económicos. En general, los resultados indican que había una gran movilidad a través de las vías marítimas”, indica la arqueóloga a La Vanguardia.

Alineación de menhires en Le Ménec, Carnac, Bretaña (4500-2300 a. C.).

El noroeste de Francia es la única de estas áreas que mostró evidencia de monumentos mortuorios que precedieron a los primeros megalitos, que se remontan a alrededor de 5000 a.C. Estas tumbas, en el área geológica conocida como la cuenca de París, indican los inicios de la construcción de monumentos que faltan en las otras áreas.

Mientras que los diseños premegalíticos se encuentran solo en el noroeste de Francia, las tumbas megalíticas aparecen en la Península Ibérica, las islas británicas y Francia en la primera mitad del IV milenio a.C., mientras que a Escandinavia no llegaron hasta la segunda mitad del mismo milenio.

Dolmen de Haväng, Suecia. Sorprendentemente, los conceptos arquitectónicos de los megalitos son similares o incluso idénticos en toda Europa. Foto cortesía de BSP.

“A principios del siglo XX, investigadores como Oscar Montelius y Gordon Childe asumieron que los megalitos se desarrollaron en una región y luego se propagaron desde allí, pero aparte de ellos, la comunidad de investigadores creyó y asumió que la construcción de megalitos se había desarrollado de manera independiente en cinco regiones diferentes”, recuerda la experta.
Bettina Schulz Paulsson destaca que su investigación “es la primera” que ha demostrado esta teoría. “La distribución de estas tumbas indica que la tradición megalítica se extendió a través de las vías marítimas. Las habilidades marítimas y la tecnología de las sociedades megalíticas parecen haber sido más avanzadas de lo que se pensaba anteriormente”, concluye.

Si bien es posible que aún no tengamos una imagen completa en términos de ruinas y dataciones megalíticas en toda Europa, investigadores como el arqueólogo Chris Scarre (izquierda), de la Universidad de Durham, en el Reino Unido, afirman que el estudio es un caso sólido.

"No está completamente centrado al cien por cien, y siempre hay alguna otra investigación que hacer, pero la nueva hipótesis parece ser un escenario muy plausible", dijo Scarre a Brian Handwerk en The Smithsonian.

"Este estudio coincide con la idea más aceptada de que existen vínculos entre estas diferentes regiones con monumentos megalíticos. El desafío es comprender cómo funcionaron esos vínculos".

Fuente: lavanguardia.es| sciencealert.com | 13 de febrero de 2019