Descubren en la isla de Alor (Indonesia) un misterioso entierro infantil de hace 8.000 años

A la izquierda, esquema de los huesos encontrados en el enterramiento (en gris) donde se puede ver que faltan los más largos de las extremidades; a la derecha, huesos del cráneo en los que se observan zonas más oscuras sobre las que se aplicó algún tipo de pigmento ocre. Crédito: Dr. Sofia Samper Carro, ANU

Arqueólogos de la Universidad Nacional de Australia (ANU) han descubierto en la isla de Alor (Indonesia) los restos de un extraño entierro infantil que ocurrió hace 8.000 años, a principios del Holoceno medio. Se trata de un infante de entre cuatro y ocho años a quien se le practicó algún tipo de ceremonia, pues se ha encontrado pigmento ocre en las mejillas y la frente, además de un adoquín del mismo color debajo de la cabeza, a modo de almohada, que se colocó en el momento del enterramiento.

«Los entierros de niños son muy raros y este en concreto, tan completo, es el único de su periodo descubierto hasta la fecha», explica Sofia Samper Carro (izquierda), antropóloga de la ANU de origen español y autora del estudio que acaba de publicarse en la revista Quaternary International. «Desde hace 3.000 años hasta los tiempos modernos existen más entierros de niños, por lo que están muy bien estudiados. Pero no hay nada del período del Holoceno temprano, por lo que no sabemos cómo la gente de esta era trataba a sus hijos cuando morían. Este hallazgo cambiará eso», continúa.

Además del ritual externo, al cuerpo le faltaban los huesos de los brazos y las piernas -aunque sí que se preservaron algunos de las muñecas, tobillos y pies-, que fueron deliberadamente extraídos antes del entierro y desechados en otro lugar. «La falta de huesos largos es una práctica que se ha documentado en varios otros entierros de un período similar en Java, Borneo y Flores, pero esta es la primera vez que lo vemos en el caso de un niño», explica Samper. «No sabemos por qué se practicó la extracción de huesos largos, pero es probable que sea algún aspecto del sistema de creencias de las personas que vivían en ese momento».

El sitio de enterramiento se encuentra dentro de la cueva de Makpan en la isla indonesia de Alor. (Shimona Kealy / Universidad Nacional de Australia).

Los arqueólogos no saben si el indante era niño o niña, pero un análisis de sus dientes y esqueleto sugiere que probablemente murió entre las edades de 4 y 8. Sin embargo, el análisis dental sugiere que era un poco mayor (6 a 8 años), mientras que el esqueleto es tan pequeño que parece que pertenecía a un infante de 4 a 5 años, lo que indica que su crecimiento puedo haber sido atrofiado por factores genéticos o ambientales.

"Queremos hacer más investigaciones paleo-sanitarias para averiguar si este esqueleto más pequeño está relacionado con la dieta o el medio ambiente o posiblemente con estar genéticamente aislado en una isla", dijo Samper Carro, refiriéndose a la idea de que algunas especies se encogen cuando viven en una isla aislada, como los elefantes enanos extintos que solían vivir en la isla de Flores.

Mandíbula y bóveda craneal fragmentadas. La articulación temporal-mandibular aparece articulada. Crédito: Sra. Tahlia Stewart, ANU

No es la primera vez que Samper trabaja con restos humanos antiguos. Esqueletos coetáneos hallados en la misma isla demostraron que los cráneos de los adultos también eran inusualmente pequeños.

«Estos cazadores-recolectores tenían una dieta principalmente marina y hay pruebas que sugieren que la saturación de proteínas de una sola fuente de alimento puede causar síntomas de desnutrición, lo que afecta el crecimiento».

Detalle del canto rodado situado debajo de la bóveda craneal fragmentada. Tres costillas fragmentadas y la clavícula derecha al oeste del eje. Crédito: Sra. Tahlia Stewart, ANU.

Sin embargo, según apunta la antropóloga, su dieta se podría haber enriquecido gracias a otros recursos terrestres, como el consumo de tubérculos. «Al comparar otros entierros de adultos del mismo período de tiempo con este entierro de niños, en el futuro esperamos construir una cronología y una visión general de las prácticas de entierro en esta región de entre hace 12.000 a 7.000 años que en este momento todavía es escasa», concluye Samper.

Fuentes: abc.es | phys.org | 7 de noviembre de 2020

Obtienen ADNmit denisovano en sedimentos de la cueva kárstica de Baishiya, en la meseta tibetana

La cueva kárstica de Baishiya (Tibet) donde se ha obtenido ADNmit denisovano. Crédito: Han Yuanyuan.

Un año después de la publicación de la investigación sobre la mandíbula de Xiahe, el primer fósil denisovano encontrado fuera de la cueva Denísova, el mismo equipo de investigación ha informado ahora del hallazgo de ADNmit denisovano en sedimentos de la cueva kárstica de Baishiya, en la meseta tibetana, donde se encontró la mandíbula de Xiahe. El estudio al respecto ha sido publicado en Science.

El equipo de investigación fue dirigido por el profesor Chen Fahu, del Instituto de Investigación de la Meseta Tibetana (ITP) de la Academia China de Ciencias (CAS), la profesora Zhang Dongju, de la Universidad de Lanzhou, la profesor Fu Qiaomei, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados (IVPP) de CAS, el profesor Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el profesor Li Bo, de la Universidad de Wollongong.

Mediante la utilización de tecnología paleogenética de vanguardia, los investigadores extrajeron con éxito ADNmt denisovano de muestras de sedimentos del Pleistoceno tardío recolectadas durante la excavación en la cueva de Baishiya. Sus resultados muestran que este grupo humano estaba estrechamente relacionado con los últimos denisovanos de la cueva de Denisova, lo que indica que esta especie humana ocupó la meseta tibetana durante bastante tiempo y probablemente se habían adaptado a su entorno de gran altitud.

Foto: Mandíbula Xiahe hallada en la meseta tibetana

Los denisovanos fueron descubiertos e identificados por primera vez en 2010 por un equipo de investigación dirigido por el profesor Svante Pääbo. Casi una década después, se encontró la mandíbula Xiahe en la meseta tibetana. Al ser el primer fósil denisovano encontrado fuera de la cueva Denisova, confirmó que los denisovanos habían ocupado el techo del mundo a finales del Pleistoceno medio y estaban muy extendidos. Aunque la mandíbula de Xiahe arrojó nueva luz sobre los estudios de esta especie humana, sin ADN y sin un contexto estratigráfico y arqueológico seguro, la información que reveló sobre los denisovanos todavía está considerablemente restringida.

En 2010, un equipo de investigación de la Universidad de Lanzhou, dirigido por el profesor Chen Fahu, actual director de ITP, comenzó a trabajar en la cueva de Baishiya y en la cuenca de Ganjia, donde se encuentra. Desde entonces, se han encontrado miles de artefactos de piedra y huesos de animales. El análisis posterior indicó que los artefactos de piedra se produjeron principalmente utilizando tecnología simple de obtención de lascas de un núcleo. Entre las especies animales representadas, las gacelas y los zorros dominaban en las capas superiores, pero el rinoceronte, el buey salvaje y la hiena dominaban en las capas inferiores. Algunos de los huesos se habían quemado o tenían cortes, lo que indica que los humanos ocuparon la cueva durante bastante tiempo.

Artefactos de piedra afilados intencionalmente (se muestran ambos lados de cada herramienta) encontrados en la cueva de Baishiya pueden haber sido hechos por los denisovanos, parientes evolutivos del Homo sapiens. Crédito Han Yuanyuan, D. Zhang, Universidad de Lanzhou.

Para determinar cuándo la la cueva fue ocupaba, los investigadores utilizaron la datación por radiocarbono de los fragmentos óseos recuperados en las capas superiores y la datación por luminiscencia óptica de los sedimentos recolectados en todas las capas del perfil excavado. Dataron 14 fragmentos de huesos y aproximadamente 30.000 granos individuales de feldespato y minerales de cuarzo de 12 muestras de sedimentos para construir un marco cronológico robusto del lugar. Los resultados de la datación sugieren que los depósitos excavados más profundos contienen artefactos de piedra enterrados hace ~ 190.000 años, y se acumularon con el tiempo hasta hace al menos ~ 45.000 años o incluso más tarde.

Para determinar quién ocupaba la cueva, los investigadores utilizaron tecnología de ADN sedimentario en el análisis de 35 muestras recolectadas de modo especial durante la excavación. De este modo, capturaron 242 muestras de ADNmt de mamíferos y humanos, enriqueciendo así el registro genético relacionado con estos homínidos antiguos. Concretamente, detectaron fragmentos de humanos antiguos que coincidían con el ADNmt asociado con los denisovanos en cuatro capas de sedimentos diferentes depositadas hace ~ 100.000 y ~ 60.000 años.

Recolección de muestras de ADN de sedimentos (Yao Juanting y Chen Xiaoshan. Crédito: Han Yuanyuan.

Más interesante aún: encontraron que el ADNmt de un homínido de hace 60.000 años comparte una relación genética cercana con los denisovanos 3 y 4, es decir, con las muestras fósiles obtenidas en la cueva de Denísova, en Altai, Rusia. Por el contrario, el ADNmt que data de hace ~ 100.000 años muestra una separación del linaje que conduce a los denisovanos 3 y 4.

A través del ADN sedimentario de la cueva de Baishiya, los investigadores han obtenido la primera evidencia genética de que los denisovanos vivieron más allá de la cueva de Denisova. Este nuevo estudio apoya la idea de que los denisovanos tenían una amplia distribución geográfica, la cual no se limitaba a Siberia, y es posible que se hubieran adaptado a la vida en grandes altitudes y, en consecuencia, contribuido a que los humanos modernos se hayan adaptado a la altura de la meseta tibetana.

Preparación de muestras de sedimentos en sala limpia del IVPP (Fu Qiaomei. Crédito: Wang Xiao.

Sin embargo, todavía quedan muchas preguntas por realizar. Por ejemplo, ¿en qué momento dejaron los denisovanos de ocupar la cueva de Baishiya? Debido a la naturaleza refundida de las tres capas superiores, es difícil asociar directamente el ADNmit con la antigüedad de los depósitos, la cual es tan tardía como 30.000-20.000 años atrás. Por lo tanto, no está claro si estos últimos denisovanos se habrían encontrado con humanos modernos o no.

Además, basándonos solo en el ADNmt, todavía no conocemos la relación exacta entre estos denisovanos, los de la cueva de Denisova, en Siberia, y los tibetanos modernos. La obtención en un futuro de ADN nuclear en este enclave podrá proporcionar una herramienta eficiente para explorar más a fondo las respuestas a estas preguntas.

Fuentes: eurekalert.com | sciencenews.org | 30 de octubre de 2020

Hallan un nuevo yacimiento arqueológico en Ciudad Real con restos de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro

Los trabajos del nuevo yacimiento - Ayuntamiento de Brazatortas.

Un equipo de investigadores españoles ha localizado los restos de un nuevo yacimiento arqueológico en el término municipal de Brazatortas (Ciudad Real). Las excavaciones están sacando a la luz piezas y restos de la Edad del Hierro, aunque los científicos estiman que en otro punto se hallan restos de la Edad del Bronce. De momento, se han localizado huesos, grandes lienzos de muros y una posible torre que actuaría como bastión defensivo.

El proyecto, liderado por Víctor López Menchero, Alfonso Monsalve y David Oliver y financiado por el Ayuntamiento de Brazatortas, lleva por título «Pastores trashumantes, minería y sociedad en el Valle de Alcudia durante la Prehistoria reciente», y se desarrolla en la zona del Cerro de la Cruz de Mayo, junto al Museo de Atardeceres.

Foto

Según ha informado el Consistorio, «los trabajos han permitido focalizar dos zonas temporalmente distintas en una especie de 'acrópolis'. En la superior se han encontrado una serie de estructuras de la Edad del Hierro, alrededor del siglo VII antes de Cristo, y en la ladera sur existen niveles del Bronce, todavía sin una cronología precisa, pero pensamos que puede oscilar entre el Bronce Medio y el Bronce Final», ha explicado Alfonso Monsalve, quien junto a sus compañeros deben determinar si ambos enclaves tan cercanos se superponen o son dos poblados distintos».

Los investigadores manejan como hipótesis de partida que quienes vivieron hace miles de años en este lugar «lo hacían interesados por los pastos, pero también por los metales», tesis que respaldan hallazgos de ciertos materiales «que son foráneos aquí, que no se encuentran y que tuvieron que ser traídos a través del intercambio».

Los trabajos han permitido localizar grandes lienzos de muros y una posible torre que actuaría como bastión defensivo. También se ha encontrado material cerámico y metales como el plomo, el bronce y el hierro, así como un depósito con restos animales.

Todas las piezas que han sido extraídas, de tamaños y pesos muy diversos aunque proliferan las más pequeñas y ligeras, se están trasladando a unas salas de titularidad municipal, cedidas por el Ayuntamiento de Brazatortas, para el trabajo de laboratorio y catalogación que el equipo de especialistas prevé que se pueda prolongar hasta la Navidad.

El alcalde de Brazatortas, Pablo Toledano, ha subrayado la pretensión municipal de recuperar este tipo de enclaves a nivel científico, pero también cultural y turístico.

«La arqueología y el patrimonio arqueológico se tienen que poner también al servicio de la economía local, como otro medio más en la lucha contra el despoblamiento», ha señalado Toledano, que confía en que parte de los hallazgos en la «Cruz de Mayo» puedan formar parte del Centro de Interpretación del Valle de Alcudia que también ha construido el Ayuntamiento de Brazatortas.

Fuente: abc.es | 3 de noviembre de 2020

Merindades (Burgos), potencia de arte rupestre

"Me conozco a pies juntillas el terreno", bromea Eduardo Sainz-Maza. No es para menos después de la investigación que ha realizado en busca de arte rupestre en los alfoces de Santa Gadea y Bricia, el Valle de Valdebezana y la Merindad de Valdeporres (Burgos), y que ha concluido con el hallazgo de nada menos que 24 estaciones inéditas de arte rupestre, de ellas 13 prehistóricas, de la Edad de los Metales, es decir, de hace entre 5.000 y 3.000 años.

Graduado en Historia y Patrimonio por la UBU y a punto de finalizar el Máster de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Cantabria (UC), este joven de 24 años, natural de Santelices de Valdeporres, ha arrojado luz sobre un espacio de investigación, el de las pinturas postpaleoliticas, que quedó relegado por los hallazgos de las valiosas y famosas pinturas del Paleolítico, como las de las cuevas de Altamira o las de Ojo Guareña. Ha sido posible gracias a la financiación aportada por los cuatro ayuntamientos y la Diputación Provincial.

Sainz-Maza, quien ha dirigido esta investigación, y su equipo, que completan Diego Gárate (izquierda), doctor en Prehistoria de la UC y "uno de los principales investigadores de arte rupestre del mundo", junto con Alejandro García Moreno (derecha), como el primero miembro del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la UC, asegura que "ahora Las Merindades se puede catalogar como una potencia de arte rupestre dentro de la provincia, porque si le sumamos Ojo Guareña no hay parangón". Incluso "también va a entrar a formar parte de los lugares con mayor concentración de la región", añade.

Yendo más allá, aseguran que esta investigación "va a colocar al noroeste de Burgos en el mapa del arte rupestre postpaleolítico peninsular, y establecerá el punto de arranque para futuras investigaciones en esta zona". Además, Sainz-Maza destaca que, a diferencia de las pinturas de Ojo Guareña o Atapuerca, que no son visitables y difícilmente lo serán en el futuro, por sus ubicaciones, las localizadas en su investigación, al aire libre, podrían ser un atractivo más en medio de un entorno de belleza natural indiscutible.

Un vacío sin explicación, pero qué llevó a este arqueólogo a realizar este trabajo. "En el sur de Cantabria, en la comarca de Campoo-Los Valles y, sobre todo, en el municipio de Valderredible, están apareciendo oleadas de arte rupestre, que los ciudadanos comparten en redes sociales u otros medios", relata. Si en este paraje vecino a los municipios del noroeste de la comarca investigados hay tanto arte rupestre y unos kilómetros al este, en Ojo Guareña hay tan buenas muestras, "pensé que en medio de ambos lugares debía de haber algo que todavía nadie conocía".

Con un modelo predictivo basado en patrones de distribución mediante un meticuloso proceso de observación de los yacimientos ya conocidos, y con el empleo de herramientas SIG, los investigadores acudieron a lugares similares en un radio de 20 kilómetros cuadrados que especialmente Eduardo pateó de cabo a rabo escuadriñando rocas. Lo que a ojos de cualquier ciudadano de a pie hubiera pasado muchas veces desapercibido, este joven con vocación de investigador ha logrado identificarlo con claridad.

Su descubrimiento, además de las propias pinturas y grabados, ha sido que todas se caracterizan por hallarse tanto en Cantabria como en Merindades cerca de corrientes de agua, en roca arenisca, orientadas al sur y en escarpes o riscos con una acceso medianamente difícil. "Estamos contentos, porque el modelo predictivo que hemos usado ha dado resultados y estas pinturas coinciden con el mismo patrón de las de Cantabria", destaca. "Estos lugares no fueron elegidos al azar", a juicio del investigador que cree que este modelo permitirá más hallazgos en la Montaña Cantábrica Oriental.

En la estación de arte rupestre de mayor valor, ubicada en Santa Gadea y que muestra las imágenes de este reportaje, el espacio que rodea el farallón de roca, es de extraordinaria belleza y reúne todas las características del patrón una a una. El hallazgo de estas pinturas de caballos y jinetes -hasta nueve están claramente identificados- fue una de las mayores alegrías de Sainz-Maza, dado su valor. A falta de nuevas investigaciones, los data entre la Edad del Hierro y Edad Media, al haber pinturas superpuestas. Otra de gran valía es la de los orantes localizados en el Alfoz de Bricia, similares a los petroglifos de la región de Bohuslän (Suecia). En Santa Gadea también destacan orantes similares a los hallados en León o Lleida y que ubica entre la Edad del Bronce y la del Hierro.

El investigador prefiere mantener los nombres de los lugares donde se han realizado los hallazgos en secreto. "Hay que ser cautos ante los posibles daños que puedan sufrir". Lo primero es comunicar las ubicaciones a la Junta de Castilla y León y tratar de que las proteja antes de dar a conocer las ubicaciones y facilitar así su visita.

Santa Gadea y Bricia han resultado ser los municipios de mayor concentración de arte rupestre, mientras que en Valdebezana y Valdeporres disminuye sensiblemente. No obstante, un altar donde se cuentan medio centenar de cazoletas -hendiduras circulares hechas por el hombre- es una joya que nadie hasta ahora había investigado y que se encuentra en Valdebezana. "En Galicia, a estas altares con muchas menos cazoletas se les da una gran relevancia", apostilla. Las marcas, hechas por la mano del hombre, están unidas por canales, por los que discurría el líquido que se recogía en un receptáculo más grande de la parte superior de la roca. "Las interpretaciones van desde temas astrales a cultos y ritos femeninos", explica Sainz-Maza. "Son muchas las teorías, desde ritos con animales o incluso con personas", añade.

Con todo lo hallado y que pronto formará parte del Catálogo Arqueológico Provincial de Burgos, nunca se podrá perder un patrimonio que por estar al aire libre es sumamente frágil. Además, la investigación ha servido para realizar levantamientos fotogramétricos, una reconstrucción en 3D, que permite recoger las pinturas y grabados de forma fidedigna y así poder conservarlas para siempre.

Fuente: diariodeburgos.es | 17 de octubre de 2020

Hallado un castro en Abegondo (La Coruña) con restos del Imperio Romano y la Edad de Hierro

El proyecto arqueológico impulsado por el Ayuntamiento de Abegondo (La Coruña) en el Castro de Cerneda ha descubierto restos que confirmarían, según los estudios preliminares, que hubo pobladores en la zona desde finales de la Edad de Hierro, hace más de 2.000 años, hasta el Imperio Romano, entre los siglos III y V después de Cristo.

"El castro tiene un nivel de conservación notable y un contexto arqueológico muy interesante", ha explicado el director, David Fernández Abella (izquierda), en la presentación de los hallazgos, afirmando que lo encontrado hasta ahora "justifica continuar" los trabajos. "Sabemos mucho, pero nos quedaría mucho más", defendió. El proyecto, desarrollado desde hace un mes, solo ha excavado un 0,6% del total de superficie en tres sondeos arqueológicos en los que han aparecido hasta 40 bolsas de vestigios. "Son restos de mucho interés y tenemos un edificio que tiene interés especial para saber qué es y, por lo que parece, vamos a poder recuperar el espacio entero", añadió.

El inmueble, expuso el responsable del proyecto, sería de "tamaño excepcional" y dataría de la época galaicorromana. "Habría estado cubierto con una gran estructura de madera y con teja encima, de las que quedan restos y se desconoce si la forma completa de la estructura sería totalmente circular u ovalada, o si sería propiedad de un alguien con poder económico o sería de tipo comunal".

Comparación con el castro de Elviña

"A nivel de tamaño parece excepcional", expuso el arqueólogo, que reconoce que hay pocos castros excavados en la comarca y que este dato hace pensar que moraban allí antiguamente entre 500 y 1.000 personas. Con respecto al de Elviña, en La Coruña, apunta que los muros miden 30 centímetros más, hasta medir un metro de ancho, lo que, dice, "sobrepasa lo habitual".

En su interior encontraron un trozo de vidrio de un vaso, una varilla de bronce de la que los expertos desconocen su finalidad y restos de cerámica proveniente del norte de África. Estos restos, junto con los demás, serán objeto de "estudio" los próximos meses y se definirá con exactitud la cronología a través del análisis de radiocarbono.

En los próximos días habrá una jornada de puertas abiertas en el castro y se realizará un modelo tridimensional con drones y un documento topográfico para después tapar "de manera preventiva" los restos y "pensar qué hacer". Además, se colocará cartelería explicativa en la zona y se lanzará una web del castro.

Edad de Hierro

En otra de las zonas excavadas, los arqueólogos encontraron una entrada al castro, de "paso", y una parte de lo que sería un espacio habitacional hecho con "material perecedero", como madera o paja, que no se conserva. Sí que encontraron un trozo de un ánfora que contenía vino y que procedía del valle del Guadalquivir, en Sevilla.

Con estos indicios consideran que la época más antigua en la que el castro fue habitado es en la Edad del Hierro, hace más de 2.000 años, entre los siglos I y II antes de Cristo. Otra de los lugares excavados, de hasta un metro de profundidad, demostró que durante los últimos siglos fue un lugar "en el que se trabajó agrícolamente".

El propio castro, señaló el arqueólogo, tiene unas dimensiones "excepcionales" que triplicarían a otros de la comarca. Los ártabros, el pueblo que habitaba la comarca das Mariñas, vivían en una extensión de 8.000 metros cuadrados, y tenían alrededor otras tres hectáreas de elementos defensivos, compuestos por dos murallas y un foso.

Era, indicó el experto, una "aldea fortificada" en la que los habitantes eran agricultores y ganaderos que cultivaban y llevaban a los animales fuera del propio castro. El lugar, entre dos valles y un lugar de paso, era óptimo, dijo, para "controlar el territorio y vigilar otros castros".

Fuente: elespañol.com | 31 de octubre de 2020