Así vivían los constructores de Stonehenge: celebraban festines con vísceras durante el solsticio de invierno

Heces humanas recogidas en el asentamiento de Durrington Walls.Lisa-Marie Shillito

Stonehenge es el monumento prehistórico más famoso y enigmático del mundo. Las teorías sobre cómo y por qué se levantó este fascinante círculo con grandes bloques de piedra en el condado inglés de Wiltshire se han ido sucediendo, pero hay pocas certezas sobre quiénes lo construyeron o el tipo de ceremonias que allí se celebraban.

Por suerte para los científicos, a sólo 2,8 kilómetros del complejo megalítico, un asentamiento neolítico llamado Durrington Walls les está ofreciendo pistas sobre quiénes fueron los constructores de Stonehenge y el estilo de vida que llevaban hace cinco milenios, pues se cree que se alojaron en ese poblado durante la segunda fase de construcción de Stonehenge.

Para reconstruir aquella etapa, un equipo británico combina las excavaciones arqueológicas con las técnicas de laboratorio: "En la prehistoria sólo disponemos de pruebas arqueológicas, pues por entonces todavía no se había inventado la escritura", cuenta a este diario Piers D. Mitchell (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Cambridge y autor principal de esta investigación.

Así, su análisis de excrementos fosilizados hallados en Durrington Walls ha revelado de manera indirecta cómo eran los festines que celebraban, tal y como detallan hoy los autores en la revista especializada Parasitology. Los científicos han encontrado en esos excrementos prehistóricos parásitos similares a los que actualmente siguen provocando problemas intestinales a muchas personas cuando consumen alimentos de origen animal crudos o poco cocinados.

Durante 4.500 años, huevos de gusanos parásitos han permanecido ocultos en las heces fosilizadas, que los arqueólogos denominan coprolitos (porque en griego kopros significa 'excremento' y lithos, 'piedra'). Ahora, esos parásitos han salido a la luz al pasar los excrementos por el laboratorio.

"Como los órganos internos de los animales se descomponen en el suelo, tenemos mucha menos información sobre si eran consumidos por la gente, en comparación con la ingesta de carne, que sí podemos detectar a través de marcas de cuchillos en los huesos que muestran cómo fue retirada. Sin embargo, la presencia de parásitos demuestra que tanto las personas como los perros que estaban en Durrington Walls ingirieron también órganos internos de los animales que consumían", argumenta Mitchell a través de un correo electrónico.

Los huevos de gusanos Capillariidae en heces humanas, reconocibles por su forma parecida a un limón, indican que esa persona había comido los pulmones o el hígado crudos o poco cocinados de un animal ya infectado. Según Mitchell, aunque los gusanos Capillariidae pueden infectar al ganado y a otros rumiantes, parece que las vacas fueron la principal fuente que transmitió esos huevos de parásitos.

Huevo microscópico de tenia de pescado encontrado en coprolito de perro. La barra de escala negra representa 20 micrómetros. Crédito: Evilena Anastasiou/Universidad de Cambridge.

Durante las excavaciones de la zona considerada como el basurero principal en Durrington Walls, los arqueólogos encontraron cerámica y herramientas de piedra junto a más de 38.000 huesos de animales -el 90% eran de cerdos y algo menos del 10% de vacas-. Allí también se encontraron las heces mineralizadas utilizadas en el estudio.

En concreto, su equipo analizó 19 coprolitos. En cinco (uno de personas y cuatro de perros) hallaron huevos de gusanos parásitos, por lo que su teoría es que durante los festines de celebración comían órganos internos de animales como la vaca, y daban las sobras a los perros que tenían alrededor.

En un excremento de perro también encontraron huevos de parásitos procedentes del consumo de pescado crudo, pero en el yacimiento no se ha encontrado ningún indicio que sugiera que los humanos comieron pescado allí, por lo que se cree que el perro ya estaba infectado cuando llegó a Stonehenge. Esos análisis fueron realizados en Instalación Nacional de Isótopos Ambientales de la Universidad de Bristol y revelaron también que las vacas provenían de regiones del sur de Reino Unido.

Huevo microscópico de gusano capillariid de Durrington Walls. La barra de escala negra representa 20 micrómetros. Crédito: Evilena Anastasiou/Universidad de Cambridge.

Como precisa Mitchell, el asentamiento de Durrington Walls se ha datado en el año 2500 a.C, una etapa que coincide con el periodo en el que se cree que se erigieron los famosos trilithons, dos enormes piedras verticales que sostienen a una tercera roca vertical. Los científicos creen que algunos de los constructores de Stonehenge -un lugar que debía estar reservado al culto- se alojaron en Durrington Walls. "Las pruebas sugieren que estuvo habitado durante no más de 55 años, quizás sólo durante una década".

Sus habitantes iban y venían: "Parece que Durrington Walls sólo estaba habitado durante el invierno, y creemos que en verano se quedaba vacío. Esto sugiere que los granjeros y agricultores se quedaban durante los meses de verano en sus hogares de otras zonas del sur de Inglaterra, trabajando en el campo, y durante el invierno, cuando en Reino Unido no se cultivaba, viajaban hasta Stonehenge para trabajar en la construcción del monumento", teoriza el arqueólogo.

Una hipótesis que refrendan análisis isotópicos previos de los dientes de vaca de Durrington Walls, que sugieren que algunas reses fueron llevadas allí desde Devon o Gales, a unos 100 kilómetros de distancia, para un festín a gran escala. Los patrones identificados en los huesos de ganado del sitio sugieren que su carne se cortó principalmente para guisar y se extrajo la médula ósea.

El tipo de parásitos hallados en heces, dice Mitchell, es compatible con todos los indicios anteriores que apuntaban a la celebración de festines de invierno durante la construcción de Stonehenge.

El monumento prehistórico de Stonehenge en Wiltshire, Reino Unido. Crédito: Adam Stanford.

Se trata de las pruebas de parásitos intestinales en excrementos humanos más antiguas que se han identificado en Reino Unido, aunque como contextualiza el arqueólogo británico en otros lugares de Europa se han hallado de más antigüedad. "La prueba más antigua de parásitos intestinales en humanos se encontró en una cueva de Francia, en la que se hallaron huevos de nematodos en capas con una datación de hace 30.000 años".

Por lo que respecta a los parásitos que infectaron a los constructores de Stonehenge, dice Mitchell, sus huevos han sido encontrados también en yacimientos de Europa continental del Neolítico y de la Edad de Bronces, y esos gusanos siguen infectando a los animales hoy en día.

"Es probable que esos festines tuvieran lugar cada invierno, y que no sólo se hicieran una vez", dice el arqueólogo. "La razón por la cual creemos que esas celebraciones tenían lugar en invierno es porque los cerdos nacen en primavera, hacia el mes de marzo, y los huesos de cerdo que se han hallado en el yacimiento tenían unos nueve meses. Esto sugiere que los sacrificaban entre diciembre y enero, coincidiendo con el solsticio de invierno, cuando el sol se alinea con Stonehenge".

Fuente: elmundo.es | 20 de mayo de 2022

Un parto humano complejo y el posterior desarrollo de las habilidades cognitivas es el resultado de caminar erguido

Los bebés humanos son más inmaduros e indefensos que los bebés mono al nacer. (Crédito de la imagen: Gerhard G/Pixabay).

Durante el nacimiento humano, el feto generalmente navega por un canal de parto estrecho y enrevesado al flexionar y rotar la cabeza en varias etapas. Este proceso complejo conlleva un alto riesgo de complicaciones en el nacimiento, desde un parto prolongado hasta la muerte fetal o materna. Durante mucho tiempo se creyó que estas complicaciones eran el resultado de un conflicto entre los humanos adaptados a caminar erguidos y el desarrollo de cerebros más grandes.

Dilema entre caminar erguido y cerebros más grandes

El bipedalismo se desarrolló hace unos siete millones de años y transformó drásticamente la pelvis de los homínidos en un verdadero canal de parto. Sin embargo, los cerebros más grandes no comenzaron a desarrollarse hasta hace dos millones de años, cuando surgieron las primeras especies del género Homo. La solución evolutiva al dilema provocado por estas dos fuerzas evolutivas en conflicto fue dar a luz recién nacidos neurológicamente inmaduros e indefensos con cerebros relativamente pequeños, una condición conocida como altricialidad secundaria.

Un grupo de investigación dirigido por Martin Häusler (izquierda), del Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Zúrich (UZH), y un equipo encabezado por Pierre Frémondière (derecha), de la Universidad de Aix-Marseille, han descubierto que los australopitecos, que vivieron hace entre cuatro y dos millones de años, tenía un patrón de nacimiento complejo en comparación con los grandes simios, según describen en un artículo publicado en Communications biology.

"Debido a que los australopitecos como Lucy tenían tamaños del cerebro relativamente pequeños, pero que ya mostraban adaptaciones morfológicas al bipedalismo, son ideales para investigar los efectos de estas dos fuerzas evolutivas en conflicto", dice Häusler.

Reconstrucciones pélvicas de australopitecos con una cabeza fetal de 110 gramos encajada en la entrada pélvica, incluidos AL 288-1 (Australopithecus afarensis), Sts 14 (A. africanus ) y MH2 (A. sediba ), en comparación con un promedio Pelvis femenina humana moderna y cabeza fetal. La pelvis 'g' es humana. Todas las pelvis se ven en una vista perpendicular a la entrada de las mismas. Barra de escala 5 cm.

Proporción típica del tamaño de la cabeza fetal y adulta

Los investigadores utilizaron simulaciones tridimensionales por computadora para desarrollar sus hallazgos. Dado que no se conocen fósiles de australopitecos recién nacidos, simularon el proceso de sus nacimientos utilizando diferentes tamaños de cabeza fetal para tener en cuenta el posible rango de estimaciones. Cada especie tiene una proporción típica entre el tamaño del cerebro de sus recién nacidos y adultos. Con base en la proporción de primates no humanos y el tamaño promedio del cerebro de un Australopithecus adulto, los investigadores calcularon un tamaño promedio del cerebro neonatal de 180 gramos. Esto correspondería a un tamaño de 110 gramos en los humanos.

Para sus simulaciones en 3D, los investigadores también tuvieron en cuenta el aumento de la movilidad de las articulaciones pélvicas durante el embarazo y determinaron un grosor realista de los tejidos blandos. Descubrieron que solo los tamaños de cabeza fetal de 110 gramos pasaban a través de la entrada pélvica y el plano medio sin dificultad, a diferencia de los tamaños de 180 y 145 gramos. “Esto significa que los recién nacidos de 'Australopithecus' eran neurológicamente inmaduros y dependientes de la ayuda parental, de forma similar a los bebés humanos de hoy en día”, explica Häusler.

Enganche de la cabeza fetal en la entrada pélvica de AL 288-1, reconstrucción pélvica de Häusler y Schmid. La simulación muestra que solo el tamaño de la cabeza fetal de 110 gramos deja espacio suficiente (es decir, >7–10,6 mm) para el tejido blando fetopélvico. El mejor ajuste cefalopélvico se obtiene con una presentación de la cabeza ligeramente oblicua en la entrada de la pelvis, y la máxima constricción se produce en un plano parasagital (línea discontinua). Fila superior: vista perpendicular a la entrada pélvica. Fila central: vista lateral derecha, recortada en el plano de máxima constricción; las cifras indican el ancho del espacio entre el cráneo fetal y la pelvis materna. Fila inferior: vista en perspectiva oblicua.

El aprendizaje prolongado clave para las habilidades cognitivas y culturales

Los hallazgos indican que es probable que los australopitecos hayan practicado una forma de reproducción cooperativa, incluso antes de que apareciera el género Homo. En comparación con los grandes simios, los cerebros se desarrollaron durante más tiempo fuera del útero, lo que permitió a los bebés aprender de otros miembros del grupo.

“Este período prolongado de aprendizaje generalmente se considera crucial para el desarrollo cognitivo y cultural de los humanos”, dice Häusler. Esta conclusión también está respaldada por las primeras herramientas de piedra documentadas, que datan de hace 3,3 millones de años, mucho antes de que apareciera el género Homo.

Fuente: eurekalert.org | 10 de mayo de 2022

Buscando ADN neandertal en la Cueva del Boquete de Zafarraya (Málaga)

Mandíbula y fémur neandertales halladas en el Boquete de Zafarraya (Málaga).

Te recomiendo escuchar el episodio T04E30, «Buscando ADN neandertal en Zafarraya», 05 may 2022 [15:00 min.], del programa de radio “Ciencia para todos”, en el que participo junto a Enrique Viguera (Universidad de Málaga), coordinador de Encuentros con la Ciencia. Esta sección semanal del programa “Hoy por Hoy Málaga” presentado por Esther Luque Doblas (y en ocasiones Isabel Ladrón de Guevara), que se emite todos los jueves (hoy de forma excepcional se emitió un miércoles) en la Cadena SER Málaga (102.4 FM) sobre las 13:30. Enrique y yo hemos intervenido desde nuestras propias casas.

Entrevistamos a Francisco Bermúdez, antropólogo, director de esta excavación de la Cueva del Boquete de Zafarraya y miembro de la Fundación Instituto de Investigación de Prehistoria y Evolución Humana. Se han recogido muestras de sedimento de dicha cueva en las que se pretende buscar ADN neandertal en estratos fechados en una época en la que pudieron convivir con los humanos modernos. Si se encuentra se cree que ayudará a entender las causas de la extinción de los neandertales. Más información en Cecilio Barroso Ruiz (Coordinador), «El Pleistoceno Superior en la Cueva del Boquete en Zafarraya», Consejería de Cultura, Dirección General de Bienes Culturales, Junta de Andalucía (2003) [Web J.A.; PDF1; PDF2; PDF3]; F. Sánchez, «Comparative biometrical study of the Mousterian mandible from Cueva del Boquete de Zafarraya (Málaga, Spain),» Human Evolution 14: 125-138 (1999), doi: https://doi.org/10.1007/BF02436200;

Ir a descargar el episodio T04E30 en iVoox; escuchar el episodio en Play SER, «Buscando ADN neandertal en Zafarraya», 05 may 2022 [15:00 min.].

Impresionante aspecto de la entrada del Boquete de Zafarraya.

Esther: «Esta semana cambiamos radicalmente de tema porque les vamos a hablar de los neandertales, la especie más cercana al ser humano actual que desapareció hace unos 40.000 años. Los últimos ejemplares vivieron en el sur de la península ibérica. Vamos a hablar de un estudio que se ha realizado recientemente en la Cueva del Boquete de Zafarraya, en Alcaucín, en la Sierra de Alhama, Málaga, muy cerquita de la frontera con Granada».

Enrique: «La Cueva del Boquete de Zafarraya es uno de los pocos yacimientos españoles que han proporcionado fósiles de neandertales, que, como bien dices, genéticamente es la especie humana más cercana a la nuestra, y todo lo que conocemos de ellos es gracias a los restos fósiles. En los años 1981–1983 y 1990–1994 se desarrollaron en la Cueva del Boquete de Zafarraya ocho campañas de excavaciones arqueológicas, dirigidas por el investigador Cecilio Barroso. Además de industria lítica musteriense y numerosos restos de grandes mamíferos (cabra, caballo, ciervo o jabalí) y carnívoros (leopardo, oso pardo o lince), Barroso descubrió una mandíbula neandertal completa y un fragmento de fémur que se exhiben actualmente en las vitrinas del Museo de Málaga».

«Ayer (4 de mayo) tuvimos la visita a Málaga del famoso paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, quien comentó que había ido a este museo a ver la mandíbula neandertal de Zafarraya. La cueva está orientada al sur y desde ella se ve un paisaje de ensueño, con la costa al fondo y la sierra de Tejeda al este y la sierra de Alhama al oeste. Tiene un espacio muy reducido, por lo que se piensa que se usó como ocupación esporádica de caza».

Francis: «Los neandertales son una especie humana que habitó Europa y oeste de Asia hace entre 400.000 y 40.000 años. Son muy escasas las localidades en las que han aparecido restos de neandertal. Aparte de la Cueva del Boquete de Zafarraya, nos encontramos Cueva Belda, cerca de Cuevas de San Marcos, en la que apareció un occipital casi completo, hoy desaparecido, que se atribuyó a neandertal, la Cueva de la Carigüela, en Granada, donde apareció un frontal infantil de neandertal, y en una cantera en Gibraltar se encontraron dos cráneos parciales que correspondían a una mujer de unos 50 años y a un niño de unos 4 años».

«El sur de la península bérica fue el último refugio de los neandertales en Europa ante el avance de los hombres anatómicamente modernos, llegados de África vía Próximo Oriente. La gran incógnita es si desaparecieron por problemas de consanguinidad, derivados de poblaciones muy reducidas en tamaño, o si fue precisamente el hombre moderno el que contribuyó a su extinción».

Esther: «¿La Cueva del Boquete de Zafarraya está protegida o se puede acceder con facilidad a ella?»

Enrique: «La cueva está tapiada y cerrada con llave, con una puerta de seguridad que se parece a la de un banco. No es una cueva visitable.; se requiere una autorización para acceder a ella».

Esther: «En Semana Santa, un equipo formado por investigadores de instituciones de Alemania, Francia y España y con la autorización de la Junta de Andalucía, volvieron a visitarla para llevar a cabo una actividad arqueológica con el objetivo de encontrar restos de ADN que pudieran resolver el dilema sobre la extinción de los últimos neandertales. Enrique, tú que has participado en el proyecto, cuéntanos más detalles… Porque desde los años 1980 no se han realizado exploraciones de la cueva, ¿no?»

Enrique: «Ya se concluyó la exploración arqueológica y ahora se ha iniciado una nueva exploración para buscar material de ADN, gracias a que se ha puesto a punto una tecnología para ello que no había en esa época. Como ya sabemos, la molécula de ADN contiene nuestra información genética y determina caracteres como el color del iris de los ojos, del pelo, de la piel o, por ejemplo, la tolerancia o intolerancia a la lactosa, o la susceptibilidad a padecer enfermedades con base genética, de tal forma que podemos analizar una muestra de un individuo vivo y llegar a deducir estos caracteres fenotípicos sin necesidad de verlo físicamente. Esto tiene unas implicaciones enormes por ejemplo en el campo de la genética forense, me vienen a la cabeza algunas escenas de la famosa serie CSI».

«Pues bien, la molécula de ADN, es tremendamente estable. Tanto es así, que usando técnicas de biología molecular podemos analizar muestras de ADN de restos fósiles. En 2010 se lograba secuenciar el genoma de neandertal mediante técnicas modernas de secuenciación, de lectura de este ADN. Hace poco el investigador Matthias Meyer, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, ponía a punto un método con el que lograba extraer ADN ya no sólo de huesos, sino del sedimento (de muestras de tierra) y esto permitía conocer todos los organismos que han pasado por la cueva y han dejado su rastro de ADN».

Fuente: NAUKAS

Encuentran las mayores pinturas rupestres de América del Norte en el techo de una cueva

Las figuras de aspecto humano difieren de las formas conocidas de representación de indígenas.

En 1998, los arqueólogos encontraron en el estado de Alabama (EE.UU) una cueva que contenía varios fragmentos de cerámica, así como piezas de carbón aptas para la datación por radiocarbono. Tras someterlas a ese método, los científicos concluyeron que la cueva fue visitada por humanos durante dos períodos: en 133-433 y en 660-949 d. C.

Sin embargo, solo el reciente estudio de un equipo que incluye al arqueólogo Jan Simek, de la Universidad de Tennessee, y Stephen Alavarez, fundador del Archivo de Arte Antiguo, pudo reconstruir imágenes de las cuevas que son difíciles o imposibles de ver todas a la vez.

Simek y otros han estado estudiando durante más de 20 años un enclave conocido como Cueva Sin Nombre 19, cuya denominación y ubicación se han mantenido ocultos para proteger los motivos pictóricos. Únicamente se sabe que se trata de una cueva de piedra caliza en una zona de propiedad privada en el norte de Alabama.

En su artículo publicado en la revista Antiquity, los expertos han descrito la nueva tecnología que ha podido reconstruir los dibujos observados en el techo de la cueva, el cual, aunque es muy bajo, de 60 centímetros a 1,25 metros, la ‘Cueva 19’ de Alabama, en sí, es enorme. Contiene dos pozos verticales, característicos de las cuevas kársticas, y cámaras de techo bajo formadas por derrumbes.

Panorama de todo el modelo de techo de la cueva sin nombre del siglo XIX, Alabama Fotografía de Stephen Alvarez.

En el techo de una de esas cámaras, con un área de 20 por 25 metros, los científicos han identificado las pinturas rupestres más grandes de América del Norte conocidas en la actualidad. Hasta hace poco no se había prestado atención a las mismas porque son difíciles de ver y para ello es necesario, además, tumbarse en el suelo. Simek, por otro lado, aplicó el método de fotogrametría en 3D, una técnica que consiste en combinar fotografías superpuestas para agregar más información a una imagen, y que se usa ampliamente para captar características ocultas en la superficie de la Tierra.

Poco antes de que se hicieran los dibujos se había formado una fina capa de arcilla en el techo de la cueva, posiblemente un remanente de un gran flujo de lodo. Es en esta capa donde ‘se escondían’ y fueron revelados los dibujos.

El microclima especial de la cueva no solo proporcionó un ‘lienzo’ para las pinturas rupestres, sino que también las preservó, pues la capa de arcilla se ha conservado gracias a la oxidación causada por la condensación de humedad.

Glifos de barro más pequeños de la Cueva Sin Nombre 19: a) figura de serpiente enroscada con la cabeza en el centro, b) avispa con la cabeza hacia la izquierda y el abdomen hacia la derecha, c) pájaro estilizado y d) figura antropomórfica rodeada de líneas arremolinadas Alan Cressler.

¿Qué dibujaban los habitantes de la América precolombina?

Personas y animales. Concretamente una serpiente de cascabel, un reptil que se cree que era sagrado para varios pueblos indígenas del sureste de los actuales Estados Unidos.

“Sabíamos que la cueva contiene glifos de barro de los nativos americanos anteriores al contacto, y estábamos llevando a cabo un proyecto de documentación de fotogrametría en 3D para ayudar con la gestión y la conservación”, explica Simek.

Imágenes de pájaros y armas (a), búhos (b) y conejos (c) en la cueva.

El equipo tomó miles de fotos que luego se usaron para construir modelos informáticos en 3D de las superficies de las cuevas. Esos modelos revelaron “cinco glifos gigantes, previamente desconocidos”, en partes de la cueva donde la luz del sol no llega. “No era un garabato”, dijo Simek a la revista Smithsonian Magazine. “Tuvieron que diseñarlos previamente, al menos en su cabeza, y tal vez un poco en la pared, para poder dibujarlos tal como lo hicieron”, sostiene.

Algunos de los glifos miden más de 2 metros de largo y el más grande, el que parece mostrar la serpiente de cascabel, tiene una longitud de 3,3 metros. Según la datación por radiocarbono, se cree que su antigüedad supera los 1.000 años. "Otros glifos incluyen figuras antropomórficas con elaboradas insignias y una serpiente, cuyo dibujo de la espalda se asemeja al cuerpo de una serpiente de cascabel diamantina, o crótalo diamante. Este impresionante animal era sagrado para los pueblos del sureste y de otros lugares de América", explica Simek.

Figura de serpiente con cabeza redonda y marcas corporales en forma de diamante. Tenga en cuenta que la base del glifo grabado se une a una fisura natural en la piedra caliza del techo. Fotografía por S. Alvarez / Ilustración por J. Simek.

También aparecen formas familiares en las figuras de aspecto humano, que llegan a medir 1,80 metros. "Sin embargo, no sabemos a quién se supone que representan tales figuras antropomórficas: no corresponden a ninguno de los personajes documentados etnográficamente respecto a las historias de los pueblos indígenas del sureste, y tampoco a los materiales iconográficos de los hallazgos arqueológicos", admiten Siquet. Las figuras descubiertas tienen cabezas angulares y torsos decorados con patrones de líneas transversales y longitudinales, y las líneas que sobresalen de las cabezas podrían representar plumas u orejas puntiagudas.

Los aspectos más llamativos de estas imágenes de arte rupestre son su tamaño y contexto. “Entre los glifos de barro de la Cueva Sin Nombre 19 se encuentran las imágenes de arte rupestre más grandes conocidas en América del Norte. Son tan grandes que tuvieron que diseñarlas sin poder verlas en su totalidad. Por lo tanto, sus artífices partían en su trabajo de su imaginación, en lugar de una perspectiva visual sin obstáculos”, concluye el estudio.

Dibujo de una figura humana de tamaño natural en la cueva sin nombre 19, Alabama Fotografía de S. Alvarez / Ilustración de J. Simek.

Aunque las figuras de la cueva sin nombre son las únicas imágenes identificadas hasta ahora, parecen reflejar ideas sobre los habitantes del mundo sobrenatural, ideas compartidas por los pueblos indígenas en gran parte del continente y representadas en su arte rupestre, sostienen los científicos. Esto se debe a que las cuevas se consideraban entradas al inframundo en las creencias de los indígenas. "Las grandes figuras de la Cueva Sin Nombre 19 representan probablemente espíritus del inframundo", dice Simek. "Su poder e importancia se expresaban en el tamaño y el contexto de estas imágenes".

Fuentes: n.com.do | dw.com | smithsonianmag.com | 6 de mayo de 2022

Hallan en la isla de Ons (Pontevedra) un complejo industrial romano para fabricar púrpura y salazones

Visita a los restos del complejo industrial de salazón y tintes en la playa de Canexol, en la isla de Ons AINHOA LÓPEZ.

La isla de Ons (Pontevedra), un paraje natural integrado en el Parque Nacional das Illas Atlánticas y hoy famoso por sus playas, fue hace dos milenios un importante complejo industrial romano de salazones de pescado y elaboración de púrpura gracias a las excepcionales condiciones de su entorno.

Los trabajos del Grupo de Estudios de Arqueología, Antigüedad y Territorio (GEAAT) de la Universidad de Vigo han sacado a la luz nuevos espacios destinados a la fábrica de los productos de importación y estructuras residenciales completas, así como utensilios de uso diario. El yacimiento estuvo habitado desde el siglo I a.C.

La actuación arqueológica, impulsada por la Xunta de Galicia, ha consistido en dos intervenciones. La primera se realizó en la zona de la playa de Canexol, donde dos décadas atrás ya se había documentado una fábrica de salazones. Los sondeos han proporcionado "resultados excepcionales", según los investigadores, encabezados por Adolfo Fernández (izquierda). Este último ha explicado que se han descubierto dos fábricas más y otras estructuras asociadas al complejo industrial romano, como una rampa de acceso desde el arenal para transportar el pescado hacia los espacios donde iba a ser tratado.

Las prospecciones y labores de limpieza en esta área han permitido recuperar una gran cantidad de materiales orgánicos, como huesos, restos de peces y moluscos. "Una de las grandes novedades ha sido la identificación de un vertedero con conchas de múrices (Stramonita haemastoma), un molusco utilizado para producir tinte de color púrpura", ha destacado Fernández. "Este descubrimiento es de gran importancia ya que se trata del primer taller de este producto documentado en la península ibérica". Las fábricas se construyeron ya en el siglo I d.C. y estuvieron en uso al menos hasta el siglo IV.

Reconstrucción hipotética de una de las fábricas de salazón de la isla de Ons. GEAAT

La segunda intervención en la isla buscaba responder a una pregunta lógica: dónde vivían los trabajadores de esta pujante industria. Los arqueólogos decidieron entonces excavar en el castro do Castelo dos Mouros, situado a unos metros de la playa. Aunque su fisionomía apuntaba a un poblado prerromano con defensas imponentes y hasta tres parapetos y varios fosos defensivos, el sitio no había sido intervenido con anterioridad.

"La prospección geofísica dejó entrever la presencia de importantes estructuras enterradas en el recinto del castro. La excavación se centró en la ladera este del recinto principal, un lugar desde donde se divisan perfectamente los restos de Canexol y se controla la ría de Pontevedra y la navegación de cabotaje desde la ría de Vigo", han explicado desde el GEAAT. Los trabajos han sacado a la luz una gran habitación de una casa, de planta cuadrada que estuvo en uso hasta finales del siglo IV d.C. La datación se ha podido precisar gracias al hallazgo de un tesorillo de 31 monedas de bronce.

Estructura tardorromana identificada en el interior del castro. GEAAT.

Visita a los restos de una vivienda del poblado romano en Castelo dos Mouros, en la isla de Ons. AINHOA LÓPEZ

Las investigaciones también han desvelado que los pobladores del sitio mantuvieron relaciones económico-comerciales con otros territorios lejanos. Queda todavía por descifrar cuál fue el motivo del abandono del castro y de las fábricas, como sucedió en otros puntos de la costa gallega.

Antes de que empiece el verano, los arqueólogos de la Universidad de Vigo tienen programado una nueva excavación en el yacimiento para tratar de descifrar con mayor grado de detalle su historia. "Gracias a la arqueología, el pasado antiguo de Ons sale de su ostracismo y aspira a convertirse en un reclamo más de la isla", ha resumido Adolfo Fernández.

Excavación del muro del poblado romano en Castelo dos Mouros, en la isla de Ons. AINHOA LÓPEZ

Fuentes: elespanol.com |lavozdegalicia.es | 12 de mayo de 2022