El estudio del mundo tardoantiguo halla un gran filón en la villa romana de Veranes (Gijón, Asturias)

José Avelino Gutiérrez y Carmen Fernández Ochoa, durante su ponencia en el Ridea. / MARIO ROJAS

La villa romana de Veranes y su yacimiento arqueológico, a ocho kilómetros de Gijón (sobre la Ruta de la Plata) y con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1985, aún puede arrojar "sorpresas de gran interés" para estudiar los efectos de la romanización en Asturias y el mundo tardoantiguo, el tránsito entre la Antigüedad y la Edad Media. Se ha convertido, además, en uno de los complejos romanos de sus características más estudiados de España y, posiblemente, en el mejor del norte peninsular.

Son algunas de las conclusiones que adelantaron ayer José Avelino Gutiérrez, profesor de Arqueología de la Universidad de Oviedo, y Carmen Fernández Ochoa, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid y durante años directora de las excavaciones arqueológicas gijonesas. Ambos inauguraron, en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), el ciclo de conferencias con el que se conmemora el centenario del descubrimiento de la villa romana de Veranes, en Cenero.

Conocido como Torrexón de San Pedro, ese núcleo arqueológico empezó a ser identificado como tal por el sacerdote felguerino Manuel Valdés Gutiérrez (1880-1962), entonces ecónomo de la Abadía de Cenero, al poco de su llegada a la parroquia y de constatar con indignación el recurrente expolio que sufrían aquellas ruinas.

Noventa y nueve años después, en 2016, la gran historiadora y académica inglesa Mary Beard (arriba en el centro), autora de algunos de los libros sobre Roma de mayor difusión internacional, visitó Veranes antes de recibir el premio "Princesa de Asturias" de Ciencias Sociales. "La villa de Veranes es una respuesta a esa pregunta de por qué seguimos estudiando todavía a los romanos", dijo.

Carmen F. Ochoa y Avelino Gutiérrez son dos de esas personas que continúan buscando respuestas en las vetustas piedras de la villa romana y de la necrópolis de Veranes, que con sus ochocientos enterramientos, más o menos, se ha convertido en un filón, por ejemplo, para el estudio antropológico de esos años de engarce entre el mundo romano y el medieval.

Avelino Gutiérrez, que habló de "Arqueología tardoantigua en Asturias", está empeñado en la tarea de ir aclarando cada vez más cómo era Asturias después de una romanización que fue bastante más profunda de lo que se ha venido subrayando, según se deduce de los descubrimientos de los últimos años. Dirige "Asturmetría", investigación de excelencia acogida al plan nacional que pone el foco en el territorio astur entre la época antigua y la medieval a partir de registros arqueológicos. Veranes está en el eje de ese estudio. "Hay bastantes elementos, datados entre el siglo V y el VIII -desde el final de Roma y el inicio del Reino de Asturias-, para empezar a explicarnos cómo era aquel mundo", indicó a este diario, antes de su charla.


Para el profesor, la inclusión de las tierras de los astures en los intereses económicos y sociales de los romanos fue más completa de lo que se afirma: "Funcionaban en el circuito imperial, pero con peculiaridades periféricas, como también las había en Germania o Britania; hay una adaptación al clima", explicó.

¿Qué fue la villa de Veranes? "Pues una mansión, unida a una explotación agraria, como había en otras zonas romanizadas, caso de la Bética. Y dotada de termas o mosaicos, pero de construcción más cerrada al no ser una villa mediterránea", indicó. A juicio del profesor, la aplicación de nuevos recursos científicos y la colaboración entre cultivadores de distintas disciplinas analíticas ayudará a profundizar aún más en las explicaciones sobre el yacimiento arqueológico gijonés. Se sabe, por ejemplo, que a Asturias llegaron mármoles del Mediterráneo o cerámica del Norte de Africa.

Carmen F. Ochoa lo sabe todo de Veranes. Habló ayer de los últimos descubrimientos y avances en el estudio de la villa romana: de las áreas metalúrgicas a los crismones. La intención es poner negro sobre blanco las conclusiones de las distintas líneas de investigación. Para la catedrática, el Torrexón de San Pedro se convierte en iglesia a partir del mismo edificio romano: "Posiblemente porque el entonces dueño de la villa se hace cristiano". Y eso sucede entre los siglos VI y VII. La construcción seguirá, pues, teniendo un "papel central".

Es una teoría sostenida hoy por varios investigadores del yacimiento gijonés, que se aleja de la que sostuvo el fallecido historiador y coleccionista ovetense Joaquín Manzanares (1921-2003), cronista de Asturias. "No es una iglesia de nueva planta, paleocristiana, como pensaba él", matizó la catedrática, convencida de que el interés de Manzanares por el Torrexón de San Pedro animó al Ayuntamiento de Gijón a comprar la finca y a que "no se hicieran barbaridades".


En la actualidad es una de las villas romanas mejor estudiadas de España, como puedan estarlo las de Almenara-Puras, en Valladolid, o las andaluzas. Carmen F. Ochoa está satisfecha de la restauración y presentación al público de un conjunto que, con las termas romanas de Campo Valdés (izquierda) o el yacimiento de la Campa Torres, también en Gijón, forma un "relevante" circuito arqueológico.

Fuente: lne.es | 10 de octubre de 2017

La esperanza de vida en el Veranes medieval apenas superaba los 26 años

Por la derecha, Armando González, y Fernando Gil Sendino.

La necrópolis tardoantigua y medieval hallada en la villa romana de Veranes, en la parroquia gijonesa de Cenero, supone un muy relevante conjunto de restos de la mayor importancia para conocer cómo eran la vida y la muerte en un núcleo asturiano durante un período de tiempo que va desde finales del siglo V y principios del VI hasta el XIV.

Empezamos a saber, por ejemplo, que la esperanza media de vida en los siglos XII y XIII, centurias a las que corresponden buena parte de los enterramientos excavados, superaba difícilmente los 26 años de edad. Morían por la extensión de todo tipo de enfermedades, pero los investigadores han podido documentar que eran comunes las infecciones, los traumatismos, los tumores o dolencias graves de las articulaciones, como la artrosis.

Son algunas de las conclusiones que el arqueólogo Fernando Gil Sendino y el antropólogo Armando González Martín, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, van acumulando después de la ordenación de los materiales rescatados de Veranes. Quedan aún cajas por abrir, pero esos restos están "perfectamente catalogados" en los almacenes de las instalaciones del Departamento de Biología de la citada institución universitaria madrileña, según explicó ayer González Martín. Para este profesor, se trata de la "colección perfecta". Y más: "Tenemos al menos para dos décadas de investigación; estoy convencido de que muchas de las cosas que estudiemos acabarán en las grandes revistas científicas americanas; hay casos de los que no hay literatura anterior".


Foto: Maqueta de la villa de Veranes.

Este antropólogo y Gil Sendino, que dirigió junto a la catedrática Carmen Fernández Ochoa las excavaciones de Veranes, dieron ayer la segunda de las conferencias del ciclo que el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) dedica a la conmemoración del centenario del descubrimiento de la villa romana gijonesa. Fue el sacerdote felguerino Manuel Valdés Gutiérrez (1880-1962), entonces ecónomo de la Abadía de Cenero, quien se percató del valor de aquellas piedras a las que los vecinos llamaban Torrexón de San Pedro y quien denunció el expolio de las ruinas.

Las excavaciones, que comenzaron en 1998 y se pararon en el 2012 (el solar que ocupa la villa está batido, pero no así las fincas aledañas que podrían formar parte del "fundus" del señor de Veranes), han sacado a la luz del día la importancia de esta villa romana y de la centenaria necrópolis de la zona. Los investigadores han excavado más de seiscientas tumbas y hallado restos de más de ochocientos individuos. "Es un cementerio que nos habla de la gente, a lo largo del tiempo, que vivía en la aldea próxima", señaló Gil Sendino. Éste hizo resaltar que la investigación sigue su curso y que los "estudios futuros continuarán dando sorpresas".

Hoy sabemos, por ejemplo, que la iglesia de Santa María y San Pedro de Riera no fue un templo de nueva planta. Es, al contrario, resultado de la reutilización del antiguo edificio romano como consecuencia de la cristianización de los dueños de la villa. "Hay esa continuidad del edificio, lo demás se fue abandonado", indicó Gil Sendino. Sabemos que en el siglo VI hay ya un culto cristiano en Veranes, aunque los inicios pudieron ser anteriores. Se ha encontrado un sillar con crismones. "Son investigaciones que suponen una aportación al estudio del mundo paleocristiano de la región", añadió el investigador.


Fotos: Mosaico de la villa de Veranes.

Hay datos del mayor interés para saber qué paso en Veranes a partir del siglo V, con el derrumbamiento del Imperio romano de Occidente. No lo son menos aquellos que resulten de los estudios de la necrópolis. "Nos permitirá ver la transformación, la secuencia histórica; es una pequeña joya", afirmó Gil Sendino.

"Podemos ir diciendo cosas, algunas provisionales", aseguró, por su parte, González Martín. La esperanza media de vida era de unos 26 años años debido, claro, a la muy alta mortandad de la población infantil. El profesor aclaró que ese dato no significa que no hubiera algunos individuos que alcanzasen los cincuenta o sesenta años de edad, pero eran los menos.

González Martín presentó ayer en la charla del RIDEA el caso de un niño que, a causa del parto, presentaba una tortícolis congénita. "Estoy convencido de que no hay otro caso igual en la literatura sobre este tipo de cuestiones", indicó el antropólogo. De ahí que se muestre convencido de que, en los próximos años, aparecerán muchos estudios de importancia para arrojar luz sobre el mundo tardoantiguo y medieval en Asturias.

¿Hay suficientes medios para proseguir esas investigaciones? "Nuestra disciplina es pobre en términos generales, no tenemos el apoyo de las grandes farmacéuticas, pero sí el de la Universidad; sería estupendo contar con cuatro o cinco investigadores más, pero la situación es la que es", subrayó González Martín.

Fuente: lne.es | 11 de octubre de 2017

Una 'máquina del tiempo' revela los restos del último león de las cavernas en Cantabria

El equipo de investigación retratado junto a los restos del gran felino. LUIS C. TEIRA
Hace unos 16.000 años, en lo que hoy es la pedanía de Omoño, en tierras de Cantabria, un gran felino cazaba caballos, ciervos, bisontes y quizás Homo sapiens paleolíticos. Era un superdepredador, con un tamaño hasta un 10% superior a un león de nuestros días, y un peso que podía sobrepasar los 360 kilos. Se le conoce como león de las cavernas (Panthera spelaea), pero no porque viviera en ellas (parece que prefería las praderas y bosques de coníferas), sino porque muchos de sus restos se han hallado en cuevas, quizás traídos hasta allí por hienas o bien porque dichos leones quedasen atrapados en las espeluncas cuando intentaban cazar osos cavernarios en hibernación.

La osamenta completa de uno de estos grandes leones, caso único en Europa, fue descubierta el pasado mes de julio por miembros del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria en una galería de difícil acceso de la cueva de La Garma. Marian Cueto, arqueozoóloga del equipo dirigido por Pablo Arias y Roberto Ontañón, se encarga del estudio técnico de los restos del león, remarcando la gran importancia paleontológica del hallazgo, el último documentado del sur de Europa.

Según Cueto, enfermo o herido, el animal se habría recostado en la oscuridad, muriendo sin que nadie desde entonces manipulase sus restos. A la espera de lo que nos digan éstos, desconocemos las dimensiones del felino, ni si era macho o hembra. Sin embargo, sí conocemos su aspecto gracias tanto a las pinturas y tallas en marfil halladas en cuevas como las de Chauvet y Combareilles, como al hallazgo, en 2015, de dos pequeñas crías de Panthera spelaea conservadas a la perfección en el permafrost de las riberas del río Uyandina, en la república siberiana de Yakutia (derecha).
Con un cráneo parecido al del tigre, orejas redondeadas, grandes colmillos y pelaje similar al de los leones actuales -comparte relación genética-, aunque sin su melena, este gran depredador era aún más voluminoso que otros grandes felinos de su tiempo como el más ligero tigre dientes de sable y el leopardo europeo.

«No me hubiera gustado encontrarme con él», dice la arqueozoóloga Marian Cueto (izquierda) aludiendo al intimidante y poderoso aspecto del félido, del que han aparecido otros restos parciales en la gruta cántabra. Dicho hallazgo, habido en otra sección de la galería inferior de La Garma, data de 2016 y Cueto le concede, aún si cabe, una mayor importancia arqueológica. «Allí encontramos nueve de las 10 falanges distales de las garras delanteras de un león -señala la arqueozoóloga-. Dichas garras se conservaron enteras de una manera intencional, dado que por su morfología es muy difícil que se conserven de una sola pieza. Los huesos de las falanges presentaban marcas de corte en la intersección con los tendones, lo que denota buen conocimiento de la anatomía de este animal, mientras que en el entorno no se hallaron otros restos del esqueleto. Ello indica que quienes dejaron los restos lo hicieron de forma consciente».

Según los investigadores, el hallazgo de dichas garras en un lugar de la cueva en donde se ven a simple vista los basamentos en piedra de dos cabañas circulares junto a pinturas y herramientas líticas, señala la evidencia del desollamiento de leones de las cavernas por hombres del Paleolítico. La piel del felino, junto a sus garras delanteras, se usaría entonces como alfombra en un espacio ritual de interacción entre homíninos y carnívoros, similar al que todavía en nuestros días realizan cazadores-recolectores como los Masais africanos. Extinguido hace unos 14.000 años, parece que su caza excesiva por el ser humano fue, entre otras, una de las causas de la desaparición del león de las cavernas.

Ubicada en una colina de 186 metros de altura en la que pueden hallarse 11 sitios arqueológicos que denotan presencia human..., lo que realmente hace excepcional a este entorno es la existencia de la galería inferior de dicha cueva (a la que se accede por una espeluznante bajada-abismo de 20 metros), sellada por un derrumbe hace unos 16.000 años.

El león de las cavernas era un superdepredador de más de 360 kg.

Pablo Arias, catedrático de Prehistoria en la Universidad de Cantabria e investigador del proyecto de La Garma (izquierda), en el que colaboran 52 científicos de 25 instituciones radicadas en ocho países, incluyendo algunas tan prestigiosas como Oxford y la Sociedad Max Plank, define a la cueva como una especie de «máquina del tiempo», no en vano en la misma se han encontrado, intactos, restos de hogueras y basura prehistórica, utensilios tan llamativos como un espléndida espátula tallada en la costilla de un bóvido, basamentos de habitaciones y un imponente conjunto de arte rupestre que refleja cabras, uros, bisontes, caballos, ciervos, megáceros y un panel de manos en negativo. En total unos 800 m2 de un riquísimo depósito paleolítico único en el mundo. Un depósito al que se puede acceder sin excavar, si bien, y dada la abundancia de restos depositados en el mismo, se ha desarrollado una metodología específica de trabajo a fin de documentar los suelos, que están siendo analizados in situ.

«Todo quedó, como en una burbuja, tal y como lo dejaron los cazadores que habitaban esta cueva hace unos 14.000 años», señala Arias, quien precisa que «también en el exterior de la gruta se han registrado depósitos arqueológicos con una edad de 400.000 años, uno de los indicios más antiguos de la presencia humana en Cantabria».


Una imagen de las excavaciones en La Garma, en el municipio de Ribamontán al Monte / Javier Cotera

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en julio de 2008, los primeros grupos humanos habitaron el interior de La Garma hace unos 80.000 años, si bien el colofón a su historia tiene un tinte sepulcral datado en la Edad Media, en los últimos años del reino visigótico. De entonces, de entre los siglos VII y VIII, datan los restos de cinco jóvenes varones depositados en el suelo de la cueva, con sus cráneos concienzudamente machacados tras la descomposición de los cadáveres. El arqueólogo J.A. Hierro ha planteado una sugerente hipótesis para explicar esta práctica. Los individuos habrían muerto a causa de alguna epidemia de enfermedades infecciosas, siendo enterrados en un lugar recóndito de la gruta para evitar la extensión de la plaga. Luego, alguien volvió para machacar sus cráneos, a fin de impedir que estos individuos estigmatizados y peligrosos volvieran al mundo de los vivos.

El zapatero de Beyoncé

Stuart Weitzman (Massachussets, 1941) viajó a Cantabria en 2014 para visitar Altamira. Enamorado de España, rico, este industrial zapatero, competidor de Louboutin -calza a Beyoncé, Angelina Jolie y Lady Gaga-, no pudo cumplir su sueño pero, a cambio, en 2016, le ofrecieron visitar La Garma. El descenso no fue fácil. Con cuerdas bajó 20 metros por cinco horas. Contemplando pinturas de hace 30.000 años, decidió que debía hacer algo para dar a conocer este tesoro, creando la Weitzman Foundation a la que ha dotado con 300.000 euros.

Foto: Stuart Weitzman, con su asistente personal, Barbara Kreger, posan en la cueva delante de unas pinturas. / AP

Fuente: elmundo.es | 6 de octubre de 2017

Descubre los antiguos Ushabtis egipcios: Los sirvientes de los muertos a subasta

La tecnología actual hace que comprar, vender e investigar hallazgos arqueológicos sea más fácil que nunca. Y la plataforma de subastas online Catawiki se ha propuesto como misión poner estos objetos especiales a disposición de todos. Cada semana organizan alrededor de 10 subastas de objetos arqueológicos diferentes, elaboradas por su equipo de 4 expertos en arqueología. Hoy, sus expertos quieren compartir la historia de uno de los miles de objetos a subasta: un ushabti para el sacerdote de Smentet Padiusir.


La figura ushabti es, probablemente, el artefacto más distintivo que simboliza la cultura egipcia antigua. Sin duda, es el más popular entre los coleccionistas. Hay dos tipos básicos de estas figuras funerarias. La más común es la figura momiforme con la inscripción jeroglífica del capítulo 6 del Libro egipcio de los Muertos, así como los nombres y títulos de los difuntos.

La aparición de los sirvientes de los muertos

En el Reino Antiguo o Edad de las Pirámides, solo la élite más alta tenía figuras funerarias de madera o piedra que representaban a los difuntos, su familia y, lo más importante, sus sirvientes. Con la certeza de que un ejército de sirvientes haría el trabajo duro por él y su familia, el dueño de la tumba podría disfrutar de la eternidad como un hombre de ocio.


En el Reino Medio, la riqueza y el estatus privados se extendieron. Los entierros se volvieron más sencillos, sin los relieves minuciosamente decorados del Reino Antiguo que rodeaban al dueño de la tumba con representaciones de sus posesiones y sirvientes. La nobleza se enterraba en cámaras funerarias no decoradas. En su lugar, los modelos de tumbas de madera de hombres y mujeres sirvientes, estancias y barcos dominaban la práctica egipcia de los entierros. Fue a partir de ahí que se desarrolló el shabti, o figura funeraria momiforme requerida para hacer el trabajo del difunto en la otra vida.

Respondiendo a la llamada

Estas figuras fueron llamadas originalmente Shawabtis, basadas en el uso de persea o madera "shawab" en su creación. Los entierros de los ricos estaban provistos de 365 obreros en forma de momias y 36 figuras supervisoras, vestidas con el atuendo del día a día, y lo que es más importante, blandiendo el látigo de la autoridad.


"Cuando X es llamado a llevar la arena del oeste al este, y del este al oeste, aquí estoy, dirás tú," dice el capítulo del Libro de los Muertos, la guía de papiro de Egipto al inframundo, gobernado por el dios Osiris. Representado también como una figura momiforme, esto llevó a que las figuras funerarias fueran llamadas ushabtis o "contestadores". El difunto (o la difunta) se convierte en Osiris después de pasar las diversas pruebas del inframundo egipcio.

Coleccionar Ushabtis hoy en día

Los Ushabtis son populares entre los coleccionistas por su variedad de materiales, estilos diferentes y, sobre todo, por la información genealógica y social que proporcionan en sus títulos.


Aquí tenemos un ushabti de Padiusir, cuyo nombre se traduce literalmente como "Un regalo de Osiris". El nombre de su madre aparece como Irbinat y se le identifica como sacerdote de la diosa Smentet. Vivió durante la época en que los persas, y luego los griegos, ocuparon Egipto y Herodoto informó que el ejército egipcio fue derrotado por los persas conduciendo gatos ante ellos. Como los egipcios creían que los gatos eran sagrados, el ejército no se arriesgaría a dañar a un animal sagrado.


Así, se puede aprender y comprender mucho sobre la estructura de la antigua sociedad egipcia gracias a una pequeña estatuilla moldeada a partir de la fayenza egipcia. Podrás encontrar ushabtis como este y otros tesoros en la subasta de hallazgos y restos arqueológicos del Antiguo Egipto. También puedes registrarte aquí para empezar a vender tus propios tesoros en las subastas semanales de Catawiki.

Los neandertales dejaron su rastro en la apariencia humana

Aunque ya se conocía que algunos genes neandertales habían contribuido a cierta inmunidad corporal, un reciente estudio publicado este jueves por American Journal of Human Genetics ha demostrado que también dejaron su impronta en otras características, como el tono de piel o el color del pelo. Incluso en los patrones de sueño o las posibilidades de ser o no fumador.
Después de que los humanos y los neandertales se conocieron hace muchos miles de años, las dos especies comenzaron a cruzarse, y aunque los neandertales ya no existen, cerca del 2 por ciento del ADN de los no africanos que viven hoy proviene de ellos.

Janet Kelso (izquierda), del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania, quien ha dirigido este estudio, explica que su equipo estaba interesado en explorar las conexiones entre el ADN neandertal y los rasgos no relacionados con las enfermedades.

En otras palabras, "querían descubrir la influencia que el ADN neandertal podría tener sobre la variación ordinaria en la gente de hoy".
Debido a que los alelos -cada una de las versiones de un gen- de neandertal son relativamente raros, los investigadores necesitaban datos que representaran un número realmente grande de personas.

Más de 112.000 participantes en el estudio piloto

Así, hallaron estas conclusiones gracias los datos provistos por más de 112.000 participantes en el estudio piloto del Biobanco de Reino Unido.
El Biobanco incluye datos genéticos junto con información sobre muchos rasgos relacionados con la apariencia física, la dieta, la exposición al sol, el comportamiento y la enfermedades de aquellas personas que tienen en sus registros.

Estudios anteriores habían sugerido que los genes humanos implicados en la piel y la biología del cabello estaban fuertemente influenciados por el ADN de neandertal, pero no estaba claro cómo sucedía, explica Kelso.

"Ahora podemos demostrar que se trata del tono de la piel, y la facilidad con la que uno broncea, así como el color del cabello los rasgos que se han visto influenciados", agrega.
"Estos hallazgos sugieren que los neandertales podrían haber diferido en sus cabellos y tonos de piel, como lo hacen las personas", añade Michael Dannemann (derecha), primer autor del estudio.

Kelso señala que los rasgos influenciados por el ADN del neandertal, incluyendo la pigmentación de la piel y el cabello, el estado de ánimo y los patrones de sueño, están relacionados con la exposición a la luz solar.

Cuando los seres humanos modernos llegaron a Eurasia hace unos 100.000 años, los neandertales ya habían vivido allí durante miles de años. Probablemente estaban mejor adaptados a niveles más bajos y más variables de la radiación ultravioleta del sol que las nuevas llegadas de humanos de África.

"La piel y el color del cabello, los ritmos circadianos y el estado de ánimo están influenciados por la exposición a la luz", escribieron los investigadores.

"Suponemos que su identificación en nuestro análisis sugiere que la exposición al sol puede haber formado fenotipos neandertales y que el flujo de genes en los seres humanos modernos continúa contribuyendo a la variación en estos rasgos hoy en día", añaden.

Fuente: rtve.es | 6 de octubre de 2017

Los seres humanos emigraron desde África hace 60.000 años debido a un cambio brusco del clima

Una nueva investigación paleoclimática demuestra que hace unos 70.000 años, el clima en el cuerno de África cambió de una fase húmeda llamada "Sáhara Verde", a unas condiciones más secas que las actuales, lo que provocó una migración de los primeros humanos.

Jessica Tierney (izquierda), profesora asociada de geociencias de la Universidad de Arizona y autora principal del estudio señala que: “siempre ha existido la pregunta de por qué los primeros seres humanos abandonaron África, y, en este sentido, el clima siempre ha sido un factor de mucho peso a tener en cuenta en las hipótesis. Ahora nuestro estudio sugiere que cuando comenzó el éxodo de nuestra especie, desde el continente africano hacía Eurasia, África era un lugar mucho más seco de lo que lo es en la actualidad”.

La investigación genética de nuestra especie indica que una de las grandes oleadas de migración de nuestros ancestros hacia Europa y Asia se produjo entre hace 70.000 y 55.000 años. Hasta el momento, las investigadores anteriores sugerían que por aquél entonces el clima en la región hubo de caracterizarse por unas condiciones de mayor humedad, y en definitiva, más halagüeñas.

Sin embargo, ahora Tierney y sus colegas han descubierto que hace alrededor de 70.000 años, el clima en el cuerno de África cambió de una fase húmeda llamada "Sáhara Verde" hacía unas condiciones de sequía más agudas incluso que las que podemos encontrar en la actualidad. Todo apunta, además, a que la región también se hizo más fría.

Pistas climáticas en el fondo del mar

Para obtener estos resultados los investigadores han estudiado cómo fue el clima del cuerno de África durante 200.000 años a través del análisis de los sedimentos oceánicos del extremo occidental del Golfo de Adén.

Según apunta la autora, hasta esta investigación no existía un registro del clima del noreste de África, y en este sentido afirma que: "nuestros datos evidencian que la migración de África a Europa se produce después de un gran cambio ambiental. Tal vez la gente se fue porque el ambiente se estaba deteriorando; tuvo lugar una acusada y prolongada sequía y ese pudo ser el pistoletazo de salida que motivara la migración".



El estudio titulado: A climatic context for the out-of-Africa migration se publica esta semana en la revista especializada Geology. Tierney y sus colegas ya habían revelado con anterioridad el clima en el cuerno de África hace unos 40.000 años estudiando los sedimentos marinos. El equipo esperaba utilizar los mismos métodos para reconstruir el clima de la región entre hace 55.000 y 70.000 años, cuando nuestros antepasados ​​abandonaron África.

El primer desafío fue encontrar sedimentos tan antiguos. Así, los investigadores encontraron en el Depósito Central de Sedimentos de Lamont-Doherthy, en el cual se guardan muestras de todos los fondos oceánicos del mundo, un núcleo de sedimentos extraído en el cuerno de África en 1965 y comprobaron que contenía sedimentos que se remontaban a 200.000 años atrás.

Tierney y su equipo analizaron los registros de temperatura y lluvia a través de la materia orgánica preservada en las capas de sedimentos, tomando muestras del estrato cada 10 centímetros, el equivalente aproximado a 1.600 años.

Foto: El Depósito Central de Sedimentos de Lamont-Doherty contiene una colección única e importante de muestras científicas de mares profundos. Los núcleos de sedimentos de cada océano y mares importantes se archivan aquí. Crédito: Cortesía Lamont-Doherty Observatorio de la Tierra.

Ceras y alquenonas, la clave del estudio

Para construir un registro de temperatura a largo plazo para el cuerno de África, los investigadores analizaron las llamadas alquenonas: una sustancia química producida por un tipo particular de algas marinas cuya composición es dependiente de la temperatura del agua. La distinta proporción de alquenonas en sus diferentes formas químicas proporcionaron a los científicos una relación directa de la temperatura del mar en aquellos momentos. Estos datos sirvieron para inferir las temperaturas regionales.

Para averiguar los antiguos patrones de precipitación, los investigadores analizaron la cera vegetal procedente de las hojas de las plantas acumulada en los sedimentos oceánicos. Debido a que las plantas alteran la composición química de la cera de sus hojas dependiendo de cuán seco o húmedo sea el clima, la composición y proporción de cera en los sedimentos proporcionó a los investigadores un registro de las precipitaciones.

Los primeros refugiados climáticos

Los resultados de la investigación mostraron que la migración de los seres humanos hacia Europa desde África coincidió con un periodo de cambio en las condiciones climáticas; un cambio concreto hacia condiciones más secas y frías.

Los hallazgos del equipo son asimismo corroborados por la investigación de otros científicos que reconstruyeron el clima de la cuenca oriental del Mediterráneo y otras zonas de Israel a partir de una metodología distinta. De este modo, las conclusiones sugieren el proceso de cambio climático se produjo de forma generalizada en todo el noreste de África.

"La conclusión principal queda bastante clara” afirma Tierney. "Creemos que el norte de África era un lugar muy seco cuando los primeros humanos empezaron a abandonarlo y a diseminarse por todo el mundo. Fue la transición de un Sáhara Verde a uno de condiciones más extremas lo que motivó que nuestros ancestros abandonara el continente", concluye. Una conclusión de la que quizá debemos tomar nota.

Fuente: National Geographic | 6 de octubre de 2017

¿Somos más neandertales que antes?

Los restos analizados en el estudio fueron hallados en la cueva Vindija, en Croacia. Crédito imagen: MPI f. Evolutionary Anthropology / J. Krause.

En 2010 el director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Svante Pääbo, llevó a cabo la primera secuenciación del genoma neandertal. Los resultados mostraron algo inesperado: durante miles de años compartimos geografía y cama con ellos. Así, excepto por los africanos, hoy en día todos llevamos a estos homínidos en nuestro ADN. ¿Cuánto? Entre un 1,5% y un 2,1%.

La información obtenida por Pääbo se consiguió gracias a un neandertal hallado en la región de Altai, en Siberia. Se trataba de una mujer que vivió unos 120.000 años atrás. Pero ahora, un nuevo estudio, publicado en Science, se centró en analizar el ADN de un ejemplar más reciente en términos geográficos (sus restos se encontraron en una cueva de Croacia) y temporales (tiene unos 50.000 años).

Para comprender el impacto de este trabajo hablamos con Carles Lalueza Fox (izquierda), paleogenetista del Instituto de Biología Evolutiva e investigador del CSIC.

La primera pregunta es directa: ¿somos más neandertales de lo que pensábamos?

“Esto es una interpretación un poco exagerada de la investigación – nos explica Lalueza antes de viajar a Praga por una conferencia –. Son apenas décimas. No creo que se trate de la lectura más relevante del trabajo. Lo que cambia es que este ejemplar es de Croacia y el anterior, de alta calidad, era de Siberia. Entonces el primero está más cerca del punto en el que se cruzaron humanos modernos y neandertales. Y, al estar más cerca, eso permite afinar el porcentaje de neandertal mejor. La mujer de Altai tenía mucha consanguinidad. Lo que encontraron fue un 15% más de variantes que compartimos, si antes había cien, ahora tenemos 115. También hay que tener en cuenta que esta cifra varía entre individuos, hasta ahora la estimación era de 1,5 a 2,1% en el límite superior. Y ahora pasamos a hablar de un 1,8 en el nivel inferior (los humanos modernos que “menos neandertal “tienen en su ADN) a 2,6%. No creo que sea en este sentido una gran noticia”.

¿Y en qué sentido sí lo es?

“Se trata de un ejemplar de alta cobertura – añade Lalueza por teléfono –, es decir de importante calidad en sus datos. Y en este sentido valida lo que sabemos hasta ahora. Incrementa y hace más sólido el conocimiento que tenemos. Lo curioso es que la información obtenida ha permitido estudiar genes vinculados a la pigmentación, tanto en el color del pelo como la piel: allí los neandertales mostraban una variación interesante”.

Este medio punto, ¿nos cambia en algo?

"No porque son de cosas parecidas a las que ya habíamos visto: genes vinculados al metabolismo, inmunidad, pigmentación y hasta cognitivos, lo cual tiene lógica – concluye Lalueza –. Cuando los primeros humanos salen de África y comienzan a viajar por Asia y Europa, se encuentran con situaciones que desconocen, como otros ritmos circadianos (día y noche), muy distintos en invierno y en verano, algo que no ocurre en África. Las temperaturas más frías requieren dietas diferentes, hay otros patógenos. Los genes neandertales, que llevaban medio millón de años adaptados a esas condiciones, los incorporamos y nos ayudaron a adaptarnos a esas condiciones. Y también algún gen cognitivo que todavía no sabemos muy bien qué significa. Pero hoy esos mismos genes nos provocan problemas cardíacos, de colesterol, de obesidad, de diabetes, sencillamente porque lo que nos ayuda a vivir en un entorno frío, cuando somos cazadores recolectores, nos perjudica cuando pasamos el tiempo sentados frente a la televisión”.

Fuente: quo.es | 6 de octubre de 2017