Tim White: 'No sabemos de qué criatura evolucionaron los humanos y los chimpancés'

Tim White sostiene el cráneo de un homínido africano en el Centro Nacional de Investigación para la Evolución Humana en Burgos, España. RICARDO ORDONEZ.

El paleoantropólogo estadounidense Tim White, una leyenda viva en su campo, se ha mudado a España para continuar su búsqueda para descubrir los orígenes lejanos del 'Homo sapiens'

Un grupo de periodistas rodeó a Tim White el 9 de febrero, mientras tomaba una copa en un café en la acera de Burgos, en el norte de España. El investigador, que es una auténtica leyenda viva en su campo, no esperaba tanta atención mediática, a pesar de ser el responsable de descubrimientos que han cambiado la forma en que el ser humano se ve a sí mismo. “Las cámaras se acercaron a mí, pero luego pasaron de largo”, recuerda con una sonrisa. Resulta que no lo buscaban a él, sino a Pablo Casado, el líder del principal opositor Partido Popular (PP) de España, considerado en ese momento como el próximo presidente del Gobierno del país.

Durante 50 años, Tim White ha estado respondiendo una de las preguntas más fascinantes que enfrenta la humanidad: ¿de dónde venimos? En 1979, cuando aún tenía 20 años, fue uno de los paleoantropólogos que anunció al mundo el descubrimiento de Lucy, los restos de un Australopithecus afariensis (género de los primeros homínidos) de un metro de altura, y que demostró que, a pesar de su cerebros pequeños, los ancestros humanos ya caminaban erguidos hace más de tres millones de años en lo que hoy es Etiopía.

White, de 71 años y originario de California, se ha mudado con su familia a Burgos, España, para incorporarse al Centro Nacional de Investigaciones sobre la Evolución Humana (CENIEH). Su currículum es deslumbrante. También en la década de 1970, White excavó huellas de homínidos en Laetoli, Tanzania. Es de suponer que fueron dejados allí por varios australopitecos que caminaban erguidos sobre las cenizas de un volcán hace unos 3,6 millones de años.

Los restos del esqueleto de Ardipithecus ramidus (conocido como Ardi). A la derecha, una reproducción del mismo.

Y en 2009, la investigadora presentó al mundo el esqueleto de Ardi, una hembra de otra especie extinta encontrada en Etiopía, Ardipithecus ramidus. El descubrimiento sugirió que los ancestros humanos podían caminar erguidos hace 4,4 millones de años, además de moverse cómodamente a través de las ramas de los árboles gracias a un enorme dedo oponible.

Ardi fue una revolución. La teoría más aceptada durante el siglo XX afirmaba que los simios africanos, similares a los chimpancés, habían dado paso a los Australopithecus, que a su vez se habían convertido en humanos. Ardi rompió esa cadena. Era una criatura en transición. “La gente esperaba que los restos más antiguos se parecieran cada vez más a los de un chimpancé, pero ese no es el caso”, explica White.

Los seres humanos todavía no saben de dónde vienen. El científico explica que existe un “agujero negro” en nuestro conocimiento de hace unos seis millones de años, cuando la rama evolutiva que dio lugar a los humanos se separó de lo que acabarían siendo los chimpancés. No se han encontrado fósiles de esa época. Ardipithecus como Ardi son lo más parecido que tenemos a nuestro último ancestro común. “No sabemos de qué criatura evolucionaron los humanos y los chimpancés”, admite White.

Etiopía ha sido descrita como la cuna de la humanidad, pero también Sudáfrica. En 1924, el antropólogo Raymond Dart encontró los restos del llamado Niño Taung (derecha), el cráneo fosilizado de un joven Australopithecus africanus que data de hace 2,5 millones de años. Tanzania también se considera el origen de todo, e incluso Marruecos, donde se han descubierto restos humanos de hace 300.000 años. Para White, esta competencia entre países no tiene sentido. “La cuna de la humanidad es un concepto que a los turistas les encanta, pero es absurdo”, dice.

Cuna de la humanidad

El investigador señala que encontrar fósiles depende, más que nada, de que las condiciones del terreno sean las adecuadas para preservar los huesos. “En Atapuerca (Burgos) no se encontrarían fósiles si no hubiera agujeros en la piedra caliza”, explica. “No es que los homínidos dijeran: '¡Oye, vámonos a vivir a Atapuerca, hay agujeros en la caliza!' No, los homínidos estaban por todas partes, pero ahí es donde se encuentran sus restos. No se puede elegir un solo lugar y decir que es la cuna de la humanidad. Eso se hace por orgullo nacionalista, mezclado con intereses económicos”, argumenta White. “La cuna del 'Homo sapiens' es el continente africano”.

"La gran pregunta es qué había antes del Ardipithecus ramidus. Sin registro fósil, las respuestas son solo conjeturas. 'Ardipithecus' es lo más cercano que tenemos a ese ancestro común que aún estamos por encontrar. Podrías recolectar todos los fósiles conocidos de los homínidos más antiguos y cabrían en una caja de zapatos. No es suficiente”, se queja Tim White.

“Me encantaría encontrar algo al respecto, pero hemos mirado nuestros niveles de seis millones de años y no es un ambiente adecuado, no hay ninguno de estos primates. Deben estar en otras partes de África, pero ese lugar aún no se ha encontrado”.

Fuente: elpais.com | 4 de marzo de 2022

La momificación en Europa se podría remontar al periodo Mesolítico (hace unos unos 8.000 años)

Vista desde el sitio arqueológico Arapouco hacia el Valle del Sado, Portugal. Crédito: Rita Peyroteo-Stjerna.

La momificación de los muertos probablemente fue más común en la prehistoria de lo que se sabía hasta ahora. Este descubrimiento se ha realizado en lugares de enterramiento de cazadores-recolectores del periodo Mesolítico en el valle del Sado, en Portugal, que datan de hace 8.000 años.

Un nuevo estudio, encabezado por arqueólogos de la Universidad de Uppsala y la Universidad de Linnaeus, en Suecia, y la Universidad de Lisboa, en Portugal, presenta nuevas evidencias de tratamientos previos a los cadáveres, tal como la desecación mediante momificación, algo que no se había visto antes durante el periodo Mesolítico europeo. Los resultados se han publicado en el European Journal of Archaeology.

Hasta el presente, los casos más antiguos de momificación intencional se conocían de los cazadores-recolectores de la cultura Chinchorro que vivían en la región costera del desierto de Atacama, en el norte de Chile, con ejemplos de cuerpos momificados enterrados en basureros de conchas de hace unos 7.000 años que aún conservan tejido blando. Sin embargo, la mayoría de las momias supervivientes en todo el mundo son más recientes, con una antigüedad de entre unos pocos cientos y 4.000 años.

Foto: Momia de la cultura Chinchorro. Además de la técnica empleada, la geografía árida en la que estuvo emplazada esta cultura constituyó un factor muy importante en la conservación de las momias.

La momificación en la prehistoria es un tema desafiante para los investigadores, dado que es difícil detectar si un cuerpo se ha conservado mediante la momificación cuando el tejido blando ya no es visible. Una dificultad adicional es la falta de informes escritos para estos primeros períodos. A diferencia de los huesos, es raro encontrar tejido blando en los yacimientos arqueológicos debido a problemas de preservación y, sin él, es difícil reconocer si los restos se conservaron poco después de la muerte. Esto es particularmente complicado en climas templados y húmedos, como en la mayor parte de Europa, donde los tejidos blandos y los posibles vendajes normalmente no sobreviven en los enclaves arqueológicos.

Mediante la utilización de fotografías recientemente descubiertas de los restos óseos de trece individuos excavados en la década de 1960 en los basureros de conchas mesolíticos del valle del Sado, en Portugal, un equipo de investigadores ha podido reconstruir las posiciones en las que fueron enterrados los cuerpos, brindando una oportunidad única para saber más sobre los rituales mortuorios ocurridos hace 8.000 años..

Arapouco, 1962. Reconstrucción de la distribución espacial de los enterramientos mesolíticos del valle del Sado (Portugal) a partir de la documentación fotográfica que muestra sepulturas muy próximas.

Área con los restos de doce individuos excavados en 1960. Escala 1:20. Fotografía de J.P. Ruas. Museo Nacional de Arqueología de Lisboa.

El estudio combinó el enfoque de la arqueotanatología con experimentos de descomposición humana. La arqueotanatología es un enfoque utilizado por los arqueólogos para documentar y analizar restos humanos en sitios arqueológicos, la cual combina observaciones de la distribución espacial de los huesos en la tumba con conocimientos sobre cómo se descompone el cuerpo humano después de la muerte. Posteriormente, los arqueólogos pueden reconstruir cómo se manejó el cadáver después de la muerte y cómo se le enterró, incluso si han pasado varios milenios. En este estudio, la arqueotanatología también se ha basado en los resultados de los experimentos de descomposición humana con momificación y entierro en el Centro de Investigación de Antropología Forense de la Universidad Estatal de Texas.

Con base en los resultados de los experimentos llevados a cabo, se podría proponer una firma observable para una momia que combine varios aspectos: una hiperflexión de las extremidades, una ausencia de desarticulación en partes significativas del esqueleto y un rápido relleno de sedimentos alrededor de los huesos. Todos estos aspectos estaban claramente presentes en al menos uno de los entierros observados en el estudio. El análisis mostró que algunos cuerpos fueron enterrados en posiciones extremadamente flexionadas con las piernas dobladas a la altura de las rodillas y colocadas frente al tórax.

Arapouco 1962. Esqueleto que comparte las características básicas de todos los entierros hallados en el lugar. Fue colocado en una posición hiperflexionada que, en combinación con la falta de movimiento de los huesos, sugiere que el cuerpo fue preparado y desecado antes de su entierro.

Durante la descomposición, los huesos generalmente se desarticulan en las zonas más débiles, como en los pies, pero en estos casos observados, tales articulaciones se mantuvieron. Los investigadores proponen que este patrón de hiperflexión y falta de desarticulación podría explicarse si el cuerpo no fue colocado en la tumba como un cadáver fresco, sino en un estado desecado, es decir, como un cadáver momificado. La desecación no solo mantiene algunas de estas articulaciones débiles, sino que también permite una fuerte flexión del cuerpo, ya que el rango de movimientos aumenta cuando el volumen de tejido blando es menor. Debido a que los cuerpos fueron desecados antes del entierro hay muy poco o ningún sedimento presente entre los huesos, y las articulaciones se mantienen mediante el relleno continuo del suelo circundante que sostiene los huesos y evita el colapso de las articulaciones.

Los investigadores sugieren que los patrones observados podrían ser producto de un proceso de momificación natural guiado. La manipulación del cuerpo durante la momificación habría tenido lugar durante un período prolongado de tiempo, durante el cual el cadáver se desecaba gradualmente para mantener su integridad corporal y, al mismo tiempo, se contraía atándolo con cuerdas o vendajes para comprimirlo en la posición deseada. Una vez finalizado el proceso, el cuerpo habría sido más fácil de transportar (al estar más contraído y significativamente más ligero que el cadáver fresco) y garantizar que fuera enterrado conservando su apariencia e integridad anatómica.

Reducción del volumen de los tejidos blandos durante un proceso de momificación natural guiada. Izquierda: cuerpo completamente carnoso el día 1 del experimento colocado lo más fuertemente flexionado posible usando vendajes para mantener la posición del mismo. Centro: reducción del volumen corporal y aumento de la flexión del cuerpo después de tres semanas debido a la desecación de los tejidos blandos y al tensado repetido de los vendajes. Derecha: volumen corporal reducido aún más después de siete meses debido a la desecación continua de los tejidos blandos. Los vendajes no se apretaron más después de tres semanas.

Si la momificación en Europa era más antigua de lo que se sabía anteriormente, surge una variedad de ideas relacionadas con las prácticas funerarias de las comunidades mesolíticas, incluida una preocupación central por mantener la integridad del cuerpo y su transformación física de un simple cadáver en una momia conservada. Estas prácticas también subrayarían la importancia de los lugares de enterramiento, así como la de llevar a los muertos a dichos lugares de una manera que contuvieran y protegieran los cuerpos, siguiendo principios que estaban regulados culturalmente en el Portugal mesolítico de hace 8.000 años.

Fuente: Universidad de Uppsala | 3 de marzo de 2022

La daga ‘espacial’ de Tutankamón fue forjada fuera de Egipto

"Junto al faldellín, a lo largo del muslo derecho y, según mi opinión, perteneciendo a la misma faja del faldellín, había una daga única y extraordinaria, enfundada en un escarabeo de oro. Su empuñadura era de oro granulado, adornado a intervalos con bandas de cristal de roca coloreado, encajado al 'cloisonné'. Pero lo más asombroso y el rasgo más excepcional de esta hermosa arma es que su hoja estaba hecha de hierro, todavía brillante y parecido al acero".

Así describe el egiptólogo Howard Carter, el descubridor de la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes en 1922, en su obra La tumba de Tutankamón, su asombro cuando descubrió entre las vendas que cubrían la momia del faraón la famosa daga de hierro meteórico que acompañaba al soberano como si de una de sus más preciadas posesiones se tratara.

Esta arma excepcional descubierta en la tumba del faraón niño (y que era compañera de otra igual, pero cuya hoja estaba forjada en oro) mide casi 35 centímetros de longitud y su hoja de hierro contiene un 11 por ciento de níquel y un 0,6 por ciento de cobalto, lo que demuestra que el metal procedía de un meteorito.

De hecho, la procedencia extraterreste del metal con el que se forjó la hoja de esta singular daga fue confirmada en 2016 mediante un estudio de su composición química. Pero esta confirmación no daba respuesta a todas las preguntas que han surgido en torno a un objeto de características tan especiales: cómo se forjó y en qué lugar.

Detalle de la hoja de hierro de la daga de Tutankamón durante su estudio. Foto: Chiba Institute of Technology.

De fuera de la Tierra... y de fuera de Egipto

Ahora, un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Chiba, en Japón, dirigido por Takafumi Matsui (izquierda), presidente del Instituto de Tecnología de Chiba, especialista en planetología comparada y quien ha dirigido el equipo de investigación en colaboración con expertos egipcios, ha confirmado el origen extraterreste de la famosa daga de hierro de Tutankamón y ha hallado evidencias de que fue forjada fuera de Egipto, como ya se había sugerido.

Según el estudio, que se ha publicado en la revista Meteorics & Planetary Science, el análisis de la distribución de níquel en la superficie de la daga, que se ha hecho disparando rayos X no destructivos a la hoja, ha revelado que el metal se calentó a baja temperatura, es decir a más de 800 grados y a menos de 950. Ello se ha comprobado a partir de la existencia de las llamadas "estructuras de Widmanstatten", un tipo de cristales alargados, que forman un patrón en forma de punto de cruz, que aparecen en el níquel presente en el hierro meteórico cuando se alcanzan estas temperaturas y que desaparecen cuando se alcanzan o superan los 1.000 grados. La presencia de este patrón sugiere también que el meteorito, del que procedía el hierro con el que se forjó la hoja, pertenecía a un grupo de meteoritos férricos conocido como octaedritas. En el análisis también se ha documentado la presencia de azufre, zinc y cloro.

Otro importante descubrimiento que los investigadores han llevado a cabo estudiando la daga es la presencia de restos de yeso que fue usado como material para fijar los elementos decorativos de la empuñadura, una técnica que era desconocida en Egipto en tiempos de Tutankamón. Esto ha permitido a los investigadores afirmar que esta magnífica arma tiene con toda probabilidad un origen extranjero.

Detalles de la empuñadura y la funda de la daga de hierro de Tutankamón. Foto: Chiba Institute of Technology

¿Un regalo para el faraón?

Entonces, si la hoja no fue forjada en Egipto, ¿de dónde procede? ¿Fue tal vez un regalo diplomático? Y en este caso, ¿de quién? Estas incógnitas no son fáciles de responder, pero los investigadores creen que el origen de la daga puede rastrearse a través del estudio de la correspondencia diplomática de la época, las conocidas como "cartas de Amarna", un archivo de tablillas de arcilla descubierto en la ciudad de Amarna, la capital fundada por el faraón Akhenatón (1353-1336 a.C.). Esta correspondencia contiene algunas misivas enviadas por monarcas extranjeros vasallos a Amenofis III (1390-1353 a.C.) y a su hijo Akhenatón.

Tablilla cuneiforme con una carta de Tushratta a Amenofis III. Museo Británico.

La investigación ha proporcionado un dato interesante al respecto. En una de estas cartas se menciona una daga de hierro que Amenofis III, abuelo de Tutankamón, recibió como regalo del rey Tushratta de Mitanni. Es un dato de gran valor ya que, según los investigadores, "la tecnología del procesamiento de hierro y el uso de yeso de cal ya prevalecían en la región de Mittanni y la región hitita en ese momento. Las cartas de Amarna podrían ser una prueba escrita que sugiera que la daga de hierro de Tutankamón podría haber sido traída desde fuera de Egipto", comentan en el estudio. Por otra parte, "la alta calidad del cuchillo indica que la habilidad para trabajar el hierro de meteorito estaba ya bien establecida en esa época", concluyen los investigadores.

"En ese momento, en Egipto, el hierro se consideraba un elemento que en raras ocasiones caía del cielo y era unas 80 veces más valioso que el oro", dice Takafumi Matsui. "Tutankamón probablemente heredó la daga de hierro de su abuelo y fue colocada en su tumba cuando murió a una temprana edad", añade.

Tutankamón gobernó Egipto en el siglo XIV a.C. y los arqueólogos han descubierto una asombrosa cantidad de artefactos antiguos enterrados con el cuerpo momificado del rey.

En la década de 1990, un equipo de investigadores del Museo Nacional de Historia Japonesa realizó experimentos para determinar si las espadas podían forjarse realmente a partir de meteoritos de hierro. Recolectaron seis tipos de meteoritos de hierro de todo el mundo y los maestros forjadores de espadas intentaron forjar espadas.

Mapa de distribución de níquel, azufre y cloro en la hoja de la daga de hierro de Tutankamón. Foto: Chiba Institute of Technology.

La conclusión a la que se llegó fue que las espadas podían fabricarse a temperaturas inferiores a los 950 grados si hubiera pocas impurezas como el azufre y el fósforo en el meteorito de hierro.

Tsutomu Saito (izquierda), ahora profesor de ciencias de las propiedades culturales en el Museo Egipcio de El Cairo, formó parte de ese equipo en la década de 1990. Dijo que los últimos hallazgos eran similares a lo que el equipo descubrió hace unas tres décadas.

"Proporciona evidencia de que los pueblos antiguos habían logrado las condiciones que predijimos científicamente", dijo Saito.

Forjar un meteorito de hierro que contenga níquel es difícil debido a la dureza del material. Pero Saito cree que los artesanos de esa época usaron su instinto y experiencia para encontrar la temperatura adecuada para calentar los materiales preciosos que usaban para fabricar productos de hierro.

"Este es un hallazgo importante que muestra el punto de partida de la búsqueda de la humanidad para desarrollar tecnología de fabricación del hierro", concluye Saito.

Fuentes: nationalgeographic.com.es| laprensademonclova.com | 2 de marzo de 2022

El hallazgo de una piedra-símbolo picta podría ayudar a reconstruir la historia antigua de Escocia

Símbolos pictos tallados en una piedra descubierta en un campo de Aberlemno, en Agnus, Escocia.

Un equipo de arqueólogos ha descubierto una piedra-símbolo picta cerca de la ubicación de una de las estelas talladas de origen picto más importantes encontradas en Escocia.

El equipo de la Universidad de Aberdeen encontró la piedra-símbolo, de 1,7 metros de largo, en el campo de un agricultor, mientras realizaba estudios geofísicos para tratar de comprender mejor el importante paisaje picto de Aberlemno, cerca de Forfar.

Foto: Losa cruzada del cementerio de Aberlemno. El reverso de la losa (que mira hacia la iglesia) está tallado con una representación maravillosamente vívida de una batalla bajo un par de símbolos pictos tradicionales. Las escenas bien pueden representar la Batalla de Nechtansmere, que se libró a unas 6 millas al sur de Aberlemno, cerca del pueblo moderno de Dunnichen, en el año 685 d.C.

Aberlemno ya es bien conocida por su herencia picta gracias a su colección de menhires pictos únicos, el más famoso de los cuales es una losa en cruz que se cree que representa escenas de una batalla de vital importancia para la creación de lo que se convertiría en Escocia: la Batalla de Nechtansmere

Los arqueólogos estaban realizando estudios geofísicos del suelo a principios de 2020 en un esfuerzo por comprender mejor la historia de las piedras-símbolos existentes como parte del proyecto Comparative Kingship financiado por Leverhulme Trust.

Al tomar imágenes del terreno, encontraron anomalías que parecían evidencia de un asentamiento. Se cavó entonces un pequeño pozo de prueba para tratar de establecer si los restos de algún edificio podrían estar presentes, pero para su sorpresa, los arqueólogos llegaron directamente a un símbolo picto tallado en piedra, una más de las 200 conocidas.

El sitio de excavación arqueológica de la Universidad de Aberdeen en Aberlemno

Sus esfuerzos por establecer el carácter de la piedra-símbolo y el asentamiento se vieron obstaculizados por los confinamientos posteriores establecidos por la pandemia de COVID, y pasaron varios meses antes de que pudieran regresar al lugar para verificar su hallazgo.

El equipo cree que la piedra-símbolo data de alrededor del siglo V o VI y, en las últimas semanas, excavaron minuciosamente parte del asentamiento y la sacaron de su lugar de descanso, pudiendo averiguar más sobre la misma y su entorno.

El profesor Gordon Noble (izquierda), que dirige el proyecto, dice que tropezar con una piedra-símbolo como esta, como parte de una excavación arqueológica, es muy inusual. "Aquí, en la Universidad de Aberdeen, hemos estado liderando la investigación picta durante la última década, pero ninguno de nosotros había encontrado antes una piedra-símbolo como la que hemos hallado", advierte.

"Solo se conocen alrededor de 200 de estos monumentos pétreos. Ocasionalmente son desenterrados por agricultores que aran los campos o durante la construcción de carreteras, pero cuando llegamos a analizarlos, gran parte de lo que los rodea ya ha sido perturbado".

"Encontrarse con algo como esto mientras se cavaba un pequeño pozo de prueba es absolutamente notable y ninguno de nosotros podía creer en nuestra suerte. Los beneficios de hacer un hallazgo de esta manera consisten en que podemos hacer un trabajo mucho más detallado respecto al contexto. Podemos examinar y fechar las capas que hay debajo de él y extraer información mucho más detallada sin perder evidencia vital".

Una imagen grabada, parecida a un espejo, se halla en la piedra-símbolo hallada.

El investigador Dr. James O'Driscoll (derecha), quien inicialmente descubrió la piedra-símbolo, describe la emoción: "Pensamos que descubriríamos un poco más antes de comenzar el día. De repente vimos una piedra- símbolo. Hubo muchos gritos. Luego encontramos más piedras-símbolos y hubo más gritos y un poco de llanto!. Es una sensación que probablemente nunca volveré a tener en un yacimiento arqueológico. Es un hallazgo de gran relevancia".

Al igual que las otras piedras-símbolo halladas en Aberlemno, el nuevo descubrimiento parece estar intrincadamente tallado con evidencia de símbolos pictos abstractos clásicos que incluyen óvalos triples, una especie de peine y de espejo, una media luna y una barra en V con discos dobles. Inusualmente, la piedra-símbolo parece mostrar diferentes períodos de su grabado con símbolos superpuestos unos a otros.

La piedra-símbolo ha sido trasladada al laboratorio de conservación Graciela Ainsworth, en Edimburgo, donde se llevará a cabo un análisis más detallado. El profesor Noble espera que se pueda realizar una contribución significativa para comprender el significado del asentamiento de Aberlemno para los pictos.

"La piedra-símbolo se encontró integrada en el pavimento de un enorme edificio del siglo XI o XII. El pavimento incluía piedras pictas y ejemplos de arte rupestre de la Edad del Bronce. Curiosamente, el edificio de los siglos XI y XII parece estar construido directamente sobre un asentamiento con capas que se remontan al período picto", agrega.

Foto: Escena de batalla de la piedra picta de Aberlemno, que se presume muestra escenas de la batalla de Nechtansmere.

"Durante mucho tiempo se pensó que la losa cruzada que se encuentra en la iglesia cercana en Aberlemno representa la derrota que el rey Bridei III Mac Bili infligió a Egfrido de Northumbria en el año 685, lo que detuvo la expansión de los reinos anglosajones hacia el norte".

"El asentamiento de Dunnichen, del que se cree que la batalla tomó su nombre, está a solo unas pocos kilómetros de Aberlemno. En los últimos años, los estudiosos han sugerido otro posible sitio de la batalla en Strathspey, pero la gran cantidad de piedras pictas halladas en Aberlemno sugiere, ciertamente, que los alrededores de Aberlemno eran un paisaje de gran importancia para los pictos".

"El descubrimiento de esta nueva piedra-símbolo picta, y la evidencia de que este lugar estuvo ocupado durante un período muy largo, ofrecerá nuevos conocimientos sobre este período significativo en la historia de Escocia, además de ayudarnos a comprender mejor cómo y por qué esta parte de Angus se convirtió en un paisaje picto clave, y últimamente una parte integral de los reinos de Alba y Escocia".

El equipo levantando la piedra-símbolo en Aberlemno para su traslado.

El proyecto ha contado con la ayuda del Servicio de Arqueología del Consejo de Aberdeenshire y la Sociedad de Artes Pictas para levantar la piedra-símbolo hallada y llevarla al laboratorio de conservación citado, el cual posibilita una datación mediante radiocarbono, y ha sido financiado por Historic Environment Scotland.

Bruce Mann (izquierda), arqueólogo del Consejo de Aberdeenshire, dijo: "Hemos brindado un servicio al Consejo de Angus durante mucho tiempo y puedo decir que este es uno de los descubrimientos más importantes realizados en el área en los últimos treinta años. Encontrar arte picto reutilizado en el piso de este edificio medieval sería ya muy emocionante por derecho propio, pero tener esta piedra-símbolo de los pictos también es simplemente increíble".

Los investigadores trabajarán ahora con la Sociedad de Artes Pictas para desarrollar una campaña de recaudación de fondos con el fin de llevar a cabo la conservación y exhibición de la piedra-símbolo hallada.

Fuente: Universidad de Aberdden | 7 de marzo de 2022

Hallan un tesorillo de monedas romanas (siglo IV d.C.) en la Cova das Cabras de Triacastela, Lugo

Trabajos de excavación en la Cova das Cabras, Lugo. EP

Las excavaciones impulsadas por la Xunta de Galicia con la colaboración de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) en la Cova Eirós y Cova das Cabras en Triacastela (Lugo) han permitido constatar nuevos períodos de ocupación humana de estas cavidades nunca antes registradas.

Según han informado la Consejería de Cultura, Educación y Universidad y la USC, los trabajos arqueológicos han permitido localizar 50 monedas romanas en la Cova das Cabras, que sirven para documentar un nivel de ocupación en la segunda mitad del siglo IV d.C.

Monedas romanas en la Cova das Cabras de Triacastela. EP

En la campaña realizada el pasado año, se actuó en dos espacios diferentes, la Cova Eirós (con la continuación de las excavaciones de los niveles del Paleolítico Medio) y la Cova das Cabras, donde se abrieron nuevas catas.

Los trabajos fueron llevados a cabo por miembros del grupo de estudios para la Prehistoria del Noroeste, Arqueología, Antigüedad y Territorio de la USC, miembros del Institut Català de Paleocologia Humana i Evolució Social de Tarragona y de la Universitat Rovira i Virgili, en el marco de un convenio con la Consejería de Cultura, Educación e Universidad.

COVA EIRÓS
Las excavaciones en Cova Eirós del nivel del Paleolítico Medio permiten ahondar en el conocimiento sobre los neandertales que habitaron las Sierras Orientales hace más de 45.000 años. Estos homínidos usaban la cueva como campamento durante temporadas relativamente largas.

En este yacimiento se han encontrado lascas, raspadores y restos de su manufactura en cuarzo y cuarcita, utilizados para procesar los animales que cazaban (ciervos, rebecos o caballos), sus pieles y para la fabricación de otras herramientas.

Los restos óseos muestran que Cova Eirós también fue ocupada alternativamente por carnívoros, en un momento de enfriamiento en el que los osos de las cavernas, rinocerontes, corzos, o jabalíes abundaban en esa zona.

Además, se realizaron trabajos de fotogrametría para hacer levantamientos en 3D de los paneles que contienen motivos artísticos en el interior de la cueva, y un estudio etnológico de los 'grafitti' para comprender la consideración patrimonial de los vecinos de Cancelo (parroquia donde están las cuevas) sobre Cova Eirós.

Algunas de las monedas romanas encontradas en la Cova das Cabras de Triacastela. EP.

COVA DAS CABRAS

Excavación en la Cova das Cabras. EP

En la vecina Cova das Cabras, la intervención aportó nuevos datos sobre el uso de las cavernas. En la entrada, se excavó una cata de dos metros cuadrados, donde se recuperaron restos de animales y fragmentos cerámicos de época medieval.

Las evidencias arqueológicas indican un uso agro-pastoril (resguardo de ovejas y cabras) durante los siglos XII y XIII d.C., y, de hecho, los vecinos de Cancelo usaron esa cueva para esa actividad hasta hace pocas décadas.

Sin embargo, el hallazgo más notable en esta cavidad se produjo en el extremo más interior, a unos 20 metros de la entrada, donde se localizó un 'tesorillo' formado por unas 50 monedas romanas, lo que permite documentar un nivel de ocupación, de la segunda mitad del sigo IV d.C., hasta ahora no registrado en las cuevas del entorno.

El estudio numismático realizado por Santiago Ferrer Sierra ha permitido identificar varias de las monedas como 'follis' de bronce pertenecientes a Constancio II (341-346 d.c.) y a Valentiniano (367-375 d.c.). Su hallazgo en una zona más profunda de la cueva, denota una clara intención de esconder las monedas.

Muy probablemente las monedas estaban guardadas en una bolsa de tela o cuero atada con un nudo, porque las piezas aparecieron concentradas en la superficie de la cavidad y no se encontraron restos de cerámica ni fíbulas de cierre. Las monedas se encuentran en fase de restauración en la Escola Superior de Conservación e Restauración de Bens Culturais de Galicia, para posibilitar el posterior estudio de la colección completa.

Fuentes: galiciapress.es | elprogreso.es | 10 de marzo de 2022

Monte Albán (Oaxaca, México): la ciudad zapoteca que perduró durante siglos sin extremos de riqueza y poder

La Plaza Principal en el centro de Monte Albán (Oaxaca, México). Wikipedia.

Ubicación, ubicación, ubicación: es la primera regla de los bienes raíces. Durante mucho tiempo se ha asumido ampliamente que estar cerca de los recursos naturales impulsa los patrones de asentamiento, con ciudades generalmente fundadas cerca del agua y de la tierra fértil para el cultivo. Pero un nuevo artículo de un equipo arqueológico formado por marido y mujer cuestiona esa idea, y pone como ejemplo lo que fue una ciudad antigua en lo que ahora es el sur de México: Monte Albán. Los investigadores argumentan que esta ciudad, la más grande de su región durante más de mil años, no estaba situada cerca de tierras de cultivo especialmente buenas. Pero lo que sí tuvo desde su fundación fue una ubicación defendible desde lo alto de una colina y una forma de gobierno colectiva que atraía a la gente tanto al propio asentamiento como a sus alrededores.

"Queríamos entender por qué se fundó Monte Albán en el lugar donde estaba", dice Linda Nicholas (izquierda), la primera autora del estudio en Frontiers in Political Science y conservadora adjunta en el Field Museum (Chicago, USA).

Monte Albán se encuentra en el Valle de Oaxaca, en el sur de México. Fue fundada en el año 500 a.C., creció rápidamente y se mantuvo como la principal metrópoli de la región durante 1300 años, más que la mayoría, si no todas, que las demás ciudades mesoamericanas prehispánicas.

“Llevamos 40 años trabajando en el Valle de Oaxaca, y nosotros y nuestros colegas nos hemos preguntado qué es lo que atrajo a tanta gente a mudarse a Monte Albán y sus alrededores, y qué fue lo que permitió que la ciudad se sostuviera por tanto tiempo”, dice Gary Feinman (derecha), conservador de antropología MacArthur en el Field Museum y coautor del estudio. "A lo largo de los años se han propuesto algunas ideas en competencia".

Una hipótesis para explicar el rápido crecimiento de Monte Albán es la coerción: la idea de que gobernantes poderosos obligaron a la gente a mudarse allí. Otra posible explicación fue que la gente iba allí porque la tierra era buena para la agricultura. Para examinar la validez de estas posibles explicaciones, Nicholas y Feinman han repasado décadas de investigación que cubren tanto Monte Albán como el Valle de Oaxaca que lo rodea.

Para evaluar el argumento de que Monte Albán atraía a la gente por la calidad de sus tierras de cultivo, los investigadores se basaron en estudios sobre el uso moderno de la tierra en el valle, llevando a cabo un mapeo de las diferentes clases de tierra en función de la disponibilidad y permanencia del agua, el factor más importante para el rendimiento de los cultivos en el valle. Buenas tierras bien regadas se distribuyeron irregularmente a lo largo del valle, de modo que algunas áreas tenían rendimientos potenciales mucho más altos que otras. Mientras que los asentamientos anteriores a Monte Albán estaban más concentrados en las zonas más productivas del valle, esta antigua ciudad no lo estaba. La calidad de la tierra, pues, fue un factor de menor importancia en las decisiones que se tomaron para su asentamiento y fundación, tanto para la ciudad en sí como para los poblamientos cercanos.

Monte Albán: ruinas visibles en un cerro en el centro del Valle de Oaxaca (izquierda) y mapa del cerro principal

"El análisis de Linda Nicholas sobre el uso de la tierra muestra muy claramente que Monte Albán no estaba ubicado cerca de la tierra más rica. Ya sea que mires la tierra en sí misma o que calcules la mano de obra para trabajarla, la productividad agraria no puede explicar la ubicación de esta antigua ciudad", dice Feinman.

En consecuencia, la hipótesis de la tierra fértil no se sostiene para Monte Albán. Ante ello, Feinman y Nicholas indagaron a continuación la posibilidad de que la gente se viera obligada a venir a vivir a la región. Esta parte del proyecto de investigación se basó en décadas de trabajo de prospección arqueológica.

"En la década de 1960, los arqueólogos comenzaron a hacer diferentes preguntas sobre las sociedades antiguas más allá de la simple recolección y clasificación de artefactos", dice Nicholas. "Cuando excavas un sitio, solo obtienes una imagen de una parte muy pequeña, y también es destructivo y costoso".

"Si estás tratando de responder preguntas sobre cómo se formaron las primeras ciudades y cuánto duraron, la excavación arqueológica con su enfoque limitado sobre el pasado no puede responderlas", añade Feinman. "Si deseas obtener información sobre la ciudad de Chicago, por ejemplo, excavar una casa, una cuadra o incluso un vecindario no te dará información sobre el crecimiento del centro de la ciudad en relación con el río Chicago y el lago Michigan, o cómo se relaciona con un red más amplia de asentamientos en el norte de Illinois y más allá. Pasa lo mismo con las ciudades antiguas: se necesita una visión de orden macro para comprender cómo su crecimiento y declive se puede comparar con las áreas que las rodean".

A fin de obtener una imagen más amplia de dónde vivía la gente y cómo cambiaron sus patrones de asentamiento en el tiempo, Feinman y Nicholas colaboraron con Richard Blanton y Stephen Kowalewski en Oaxaca, con el objetivo de estudiar una de las regiones contiguas más grandes del mundo.

Gary Feinman y un miembro de la tripulación inspeccionando una cresta en la parte sur del Valle de Oaxaca en la década de 1980. Crédito: Linda Nicholas, Museo Field.

“Para nuestro estudio sistemático hemos utilizado fotografías aéreas y mapas con el fin de guiarnos mientras caminábamos por todo el valle. Cuando encontrábamos sitios arqueológicos, tomábamos notas de lo que hallábamos y dónde, con el objetivo de determinar los períodos de ocupación”, informa Nicholas. “Nosotros y nuestros colegas terminamos cubriendo miles de kilómetros cuadrados en el Valle de Oaxaca y áreas adyacentes”. Esta investigación se ha complementado, a lo largo de los años, con excavaciones más profundas realizadas por muchos académicos en sitios clave.

Una visión más amplia de la vida en Monte Albán y sus alrededores, extraída tanto de estudios como de excavaciones realizadas, les dio a los investigadores nuevos conocimientos a lo largo de los años. "Aprendimos que en Monte Albán, y otros asentamientos en la Oaxaca prehispánica, la mayoría de los residentes vivían en terrazas aplanadas que se construyeron en las laderas de los cerros. A partir de las excavaciones que llevamos a cabo nosotros mismos y otros, obtuvimos una perspectiva de la vida en tales terrazas, donde la gente vivía en casas individuales con varias habitaciones alrededor de un patio. Las unidades domésticas a menudo compartían un muro de contención frontal, y los desagües generalmente separaban las residencias", indica Feinman. "Las personas no solo vivían muy juntas, sino que también debieron haber sido muy cooperativas de una unidad doméstica a otra, porque, si parte del muro de contención se derrumbaba o el drenaje se obstruía, tenían que arreglarlo juntos".

Los habitantes de Monte Albán también eran económicamente interdependientes, cambiándose entre sí artesanías y alimentos, dado el panorama de riesgo agrícola en el que vivían. Aunque no se han encontrado grandes instalaciones de almacenamiento de alimentos, hay indicios de que los residentes de la ciudad participaban con intercambios en el mercado, lo que podía amortiguar los efectos de las lluvias impredecibles en la región. Esta defensa cooperativa y la oportunidad económica atrajeron a gente de otras partes hacia Monte Albán ya en su fase temprana.

Clases de tierras en el Valle de Oaxaca: tierras de cultivo de primera calidad (arriba), tierras de cultivo de aguas de inundación (centro), laderas de piedemonte (abajo) y distribución de clases de tierras agrícolas en todo el valle (derecha).

Los altos grados de cooperación entre los habitantes de Monte Albán se reflejaron hasta cierto punto en la organización política de la ciudad en su conjunto. "En comparación con sociedades más autocráticas, como los mayas del período Clásico, Monte Albán parece haber tenido una forma de gobierno más colectiva", asegura Nicholas. Las sociedades autocráticas, gobernadas por déspotas, donde un pequeño grupo de personas ejercía todo el poder, tendían a tener una arquitectura que reflejaba su forma de gobierno, con palacios grandes y elegantes y cementerios elaborados para los ricos y poderosos. Los gobernantes despóticos sirven como vallas publicitarias para sus regímenes, a menudo marcados por monumentos engrandecidos y personalizados. Monte Albán, sin embargo, se caracteriza por edificios públicos no residenciales, templos y grandes plazas compartidas relativamente abiertas. Incluso, a pesar de la longevidad de la ciudad, la cantidad de monumentos que contaban con gobernantes era pequeña.

Si bien la defensa fue un factor clave en la fundación y ubicación de Monte Albán, no hay indicios de que los primeros ocupantes fueran obligados a mudarse a esta ubicación en la cima de una colina, donde sus perspectivas agrícolas eran un tanto arriesgadas, tenían que hacer esfuerzos interpersonales adicionales para sostener sus residencias y el asentamiento en general, y que estaba densamente poblado. Así mismo, la investigación sobre aspectos de su salud indica que los habitantes de Monte Albán estaban en general en mejores condiciones que los residentes de otras ciudades prehispánicas, y las instituciones establecidas en Monte Albán contribuyeron a su bienestar, atrayendo a personas de lejos a pesar de los desafíos descritos.

Monte Albán desde el aire: cientos de terrazas residenciales prehispánicas descienden por las laderas debajo de la Plaza Principal en la cima de la colina. Crédito: Linda Nicholas, Museo Field

Dado que la gente probablemente no se vio obligada a venir a Monte Albán, y no vinieron por las tierras de cultivo productivas, eso deja la pregunta: ¿por qué Monte Albán creció, entonces, tan rápido y se mantuvo grande e importante durante tanto tiempo?

"Creemos que tenemos un marco que se basa más en el factor cooperación", dice Nicholas. A partir del trabajo de otros académicos como Margaret Levi y Richard Blanton, Feinman plantea la hipótesis de que "es una especie de relación mutua entre personas que tienen poder y personas que no lo tienen. En este caso, los poderosos pueden haber coordinado la defensa, ayudado a organizar el mercado de intercambio y llevado a cabo actividades rituales que mejoraban la solidaridad de la comunidad. Por otro lado, la mayor parte de la población de la ciudad producía alimentos y otros bienes que sustentaban a todo el asentamiento y, a través de los impuestos, apoyaban la gobernabilidad. Fue un proceso colaborativo que se basó en el cumplimiento de las normas establecidas".

Vista del centro ceremonial de Monte Albán desde la Plataforma Sur. La mayor parte de los edificios que se pueden observar en la zona arqueológica datan de la Fase Xoo o Monte Albán IIIB-IV.

Feinman señala que la arquitectura de la ciudad podría incluir pistas sobre esta relación cooperativa entre las clases sociales que permitió que la gente fuera a vivir a Monte Albán. "Desde el mismo momento de su fundación, había ya una gran plaza principal donde la gente podía reunirse y expresar su voz, al menos en varias ocasiones. Es posible que se haya alentado a la gente a mudarse allí por cuestiones de defensa y oportunidad económica", dice. "Pero, por otro lado, para apuntalar y apoyar estas nuevas instituciones, los agricultores probablemente tuvieron que ceder parte de sus excedentes. De este modo, era una especie de toma y daca".

Si bien Feinman y Nicholas señalan que este estudio es solo un caso particular sobre una ciudad, tiene algunas lecciones que ofrecernos hoy en día. "Monte Albán fue una ciudad donde se escribió un nuevo contrato social desde su fundación. Era algo más equitativa y menos elitista que otros ejemplos anteriores", concluye Feinman. "Y con su gobierno comunal, y relativamente igualitario, perduró durante más de un milenio. Sin embargo, cuando colapsó, la población de la ciudad disminuyó drásticamente y muchas de sus instituciones se disolvieron, dando paso a un período de gobierno más autocrático".

Fuentes: phys.org | fieldmuseum.org | 8 de marzo de 2022