Tiempo después del control sobre las logias francmasónicas que duró varios años la Inquisición descubrió los planes que tenían los Illuminati de derrocar la iglesia católica y comenzó con la persecución y arresto de miembros de la sociedad de los Illuminati. Muchos huyeron para Europa y América.
Simbolos Illuminati en el billete de un dólar
En el billete de un dólar que es usado hoy en día aparece el "ojo que todo lo ve", un símbolo illuminati que significa la clarividencia. La pirámide simboliza resistencia y fortaleza mientras que el ojo es el poder de saber todos los secretos, en la zona inferior de la pirámide aparecen las letras MDCCLXXVI que en números romanos es 1776 el año de la creación de los illuminati. Cabe destacar la aparición de las palabras "Novus Ordo Seclorum" traducido al latín como "Nuevo Orden Secular".
Ya los he aburrido en párrafos anteriores citando, con referencia a la ubicación espacio-temporal de Los Iluminados, con fechas, nombres propios y otras circunstancias. De las agrupaciones esotéricas que siguen, si se desea saber más, nada más sencillo que ir a un “buscador” cualquiera, poner el nombre elegido y se tendrá más que abundante información. Por lo pronto, lo que aquí deseo hacer es establecer la relación causal entre estas asociaciones, para que el lector saque sus propias conclusiones. Todas, hablan de las raíces de ese, ya tan temido, Nuevo Orden Mundial. Posiblemente el origen de esta especulación deba remontarse a la época de la erección del Templo de Salomón, cuando el rey judío ordena a Hiram y Lamek la construcción del mismo. De Lamek volveremos a hablar después. De Hiram, ya sabemos cómo terminó: tres aprendices celosos dieron cuenta —tal vez físicamente, tal vez, simbólicamente— de su vida y, dicen sus seguidores, allí nació la Masonería. Ciertos historiadores dicen que esto es pura leyenda y que para hallar sus fundamentos más remotos tenemos que esperar hasta el siglo XVIII (casualmente, el siglo que vio nacer la orden de Los Iluminados) pero las influencias esotéricas de hebreos y caldeos tuvieron tierra fértil entre los egipcios, de muchos de cuyos rituales también se ceba esa orden. Templarios y, siglos después, Rosacruces se dicen herederos —si unos primeros que los otros, es ahora una discusión bizantina; si la Masonería es tan remota como se atribuye, los Templarios pueden ser sus sucesores; si no lo es, muchas investigaciones reivindican para aquella la heredad de éstos últimos— especialmente estos últimos, que nos hacen recordar el grado de “Caballero Rosacruz” tan caro en ciertas elevadas esferas masónicas. Mientras todo parece apuntar a que los Templarios tras su persecución buscaron refugio en su “Secretum Templi” (América, donde ciertos antropólogos e historiadores los rastrean hasta el Amazonas y tal vez el propio Cono Sur sudamericano) los Rosacruces inficionaron la Orden de Cristo (en Portugal), la de los Hospitalarios (en Francia) y el llamado “Colegio Invisible” en Gran Bretaña, docta cofradía de sabios que luego devendría en la Real Sociedad de Ciencias de Gran Bretaña, el cual, por muy “científico” que pareciera, era sin embargo fuertemente esotérico, como que se hace eco y difunde el primer manifiesto rosacruz. Recordemos que a esta sociedad perteneció Francis Bacon, genio enciclopédico y presunto autor de las obras de Shakespeare, cuya mansión es llamada por sus allegados “el Temple” y que sostenía en sus obras que el verdadero poder mundial estaba en manos de quienes él denominaba los tres Superiores Desconocidos, líderes de una sociedad conocida como el Templo de Salomón. La Orden de Cristo, a partir del descubrimiento “oficial” de América tuvo plena influencia en el devenir político de las nuevas colonias, no sólo portuguesas, como lo prueba la constitución en tierras americanas de la Logia de San Juan, a la que perteneciera Benjamín Franklin (creador del Gran Sello característico de los billetes de dólar) y “factótum” de la libertad de Estados Unidos en 1776, casual o causalmente, el mismo año en que queda constituida en Europa la Orden de Los Iluminados. A Franklin, está claro, lo acompañaron 56 firmantes de la Constitución, de los cuales 53 eran masones.
Mientras tanto, en Europa, la orden de Los Iluminados tenía enorme influencia en Francia y en la Revolución, tanta como en la misma —y en el modelo librepensador heredado después— tendrían Danton y Lafayette quienes, como sabrán, venían de hacer algo parecido en América. Los Iluminados y la Revolución Francesa despertaron honda pasión en Italia y la constitución de los carbonarios (a la que pertenecieron el ya mencionado Mazzini y Garibaldi quien, preanunciando quizás a sus remotos descendientes espirituales, se encargó de dejar unas cuantas cuentas pendientes en Argentina; al frente de buques ingleses y franceses, allá por 1845 violentó nuestra soberanía fluvial, bombardeó, saqueó e incendió varias ciudades argentinas y uruguayas —Gualeguaychú, Paysandú y Salto, entre otras—) y a ellos se sumó también el general sudista norteamericano A. Pike, reconocida autoridad también de la Masonería Escocesa. Masón Pike, masón Lincoln. ¿Masones contra masones? Pero, ¿acaso no es una táctica obvia que quienes se manejan en los cenáculos del poder aparentan enfrentamientos para sellar alianzas ocultas? Otra vez, recuerden, Bush-Bin Laden. En Argentina podríamos citar un bananero reflejo de esa estrategia, cuando a principios de los años 70 el “montonero” Galimberti secuestra a los poderosísimos empresarios Born y en los noventa la historia los encuentra a los tres... socios en conocidos emprendimientos comerciales.
Pero no nos desviemos de nuestro hilo conductor: Mazzini funda la Logia P1, de la cual devienen, con el tiempo, la Logia P2 —que en tiempos muy recientes cierto caballero apellidado Gelli usó para monstruosos lavados de dinero bancarios, ocasionando la casi bancarrota del Vaticano y, lo que es más penoso, de muchas economías nacientes tercermundistas— y la Liga de los Hombres Justos, que bajo la advocación del barón Rothschild fomenta y difunde los trabajos de Engels y Marx y que en 1848 provocaría el nacimiento de la Liga Comunista y en 1864 la Primera Internacional. Otra facción de la Liga de los Hombres Justos, con el poeta W. B. Yeats a la cabeza, decide dedicarse a actividades más “espirituales” y funda la “Golden Dawn” o “Amanecer Dorado”, que en los años 20 del siglo XX constituye su filial alemana bajo el nombre de Sociedad Thule. De ella deberíamos escribir extensamente en otra oportunidad; baste recordar que durante muchos años fue Secretario de Actas de esta asociación un oscuro ex cabo del ejército alemán, petiso, histérico y de ridículo bigotito de nombre Adolf y de apellido Hitler.
¿Volvemos un poco atrás? Estábamos hablando de los amigos de Franklin. Muchos de ellos fueron los artífices de la asunción de quien fuera el segundo presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams, ocultista de cuño como que formaba parte de la llamada Sociedad de los Dragones. Miembros de esta sociedad fueron responsables del diseño urbanístico de la ciudad de Washington, en el cual se reconoce un indudable sello metafísico. Y a la misma sociedad perteneció Abraham Lincoln, confeso ocultista y espiritista, cuyo pensamiento siempre influyó —y no precisamente por sus ideales libertarios de la esclavitud— en otro presidente, grado 33 de la Masonería, llamado Franklin D. Roosevelt. Sí, el mismo que internacionalizó el concepto del “New Deal” en palabras y etapas en un todo identificables en las propuestas escritas por Los Iluminados de Baviera.
No queremos contemplar el Universo mirándonos el ombligo. No queremos creer que el triste, perdido terruño donde uno nació es “Te Pito Te Henua”. Pero, ¿recuerdan a Lamek? Tras la construcción del templo de Salomón partió con las tribus “perdidas” de Israel. Ustedes ya saben que muchos suponen que con rumbo a América. El ya citado Jacques de Mahieu y el nunca hallado Sir Fawcett los supusieron en la Amazonia o más al sur también. Hay huellas extrañamente templarias en el centro de Argentina y en la Patagonia, dicen quienes saben de esto más que uno. Y desde hace décadas, la Municipalidad de Gualeguaychú, en nuestra provincia de Entre Ríos (la que tratara de destruir Garibaldi, hagan memoria) viene inútilmente tratando a nivel oficial de conseguir subvenciones para exhumar, en sus parajes, lo que historiadores locales sostienen son “restos de un probable barco fenicio y un puerto de ultramar de más de tres mil años”.
¿Fenicios en América? De Mahieu y Fawcett ya habían especulado sobre ello, y no conocieron Gualeguaychú ni a las sucesivas autoridades de esta hermosa y pujante ciudad que no entienden por qué el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el organismo gubernamental que regula, beca y supervisa los trabajos científicos considerados de interés nacional) ha negado sistemáticamente hasta ahora hacer prospecciones, argumentando que se trata de una “insensatez”, pero refutando desde la comodidad de sillones y oficinas pues nunca se dignaron siquiera echar una mirada a las evidencias reunidas provisoriamente por los investigadores locales, claro, pobres hombres de provincia.
No sé si hubo fenicios en América y mucho menos si los hubo en Argentina. Pero como no lo sé, no puedo afirmarlo ni negarlo. Sólo que cabe la posibilidad...
Le dedico este mini-artículo de los Illuminati a Yaiza Rodriguez y agradecer a Anibal Clemente por su buen trabajo.