Detectan nuevas ‘anomalías’ en la tumba del faraón Tutankamón

Aunque hace unas semanas, un equipo de investigadores italianos de la Universidad de Turín descartaba la existencia de cámaras ocultas en la tumba del faraón Tutankamón, una posibilidad que había generado una gran expectación en los últimos años entre los egiptólogos, ahora el investigador Franco Porcelli, que dirigía ese equipo, advierte que todavía quedan zonas por explorar en el lugar.

“La tumba de Nefertiti no está donde algunos arqueólogos habían sugerido, pero encontramos anomalías alrededor del sitio de entierro de Tutankamón durante nuestras investigaciones”, reveló Porcelli (izquierda) este jueves en una entrevista con el diario italiano La Stampa, en la que ha insistido en que su trabajó no está terminado.

Detalla que existen dos áreas bajo la colina que está cerca de la tumba y que hasta ahora no han podido descubrir lo que pueden ocultar. Por ello, en junio volverán a analizar el terreno, pero esta vez con nuevas técnicas, además del georradar que ya habían utilizado en su anterior investigación.

Fuente: hispantv.com| 1 de junio de 2018

El análisis de la dentadura refleja la vida de caballos de hace 9 millones de años

Mandíbula fósil y su radiografía de un caballo del género 'Hipparion sp' hallada en el yacimiento de Batallones-10, Cerro de los Batallones. / (Soledad Domingo - CSIC)

Un trabajo liderado desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado mediante radiografías y tomografías computerizadas las mandíbulas de 28 caballos que vivieron hace 9 millones de años en la Comunidad de Madrid. El estudio de los fósiles, encontrados en el conjunto de yacimientos paleontológicos de Batallones (Cerro de los Batallones, Torrejón de Velasco), ha permitido a los investigadores conocer detalles sobre el crecimiento, el modo de vida y la causa de muerte de estos caballos prehistóricos.

“En la zona de Batallones-10 se ha preservado un número muy elevado de mandíbulas prácticamente intactas que incluyen toda la dentición, algo insólito en el registro fósil. Gracias a la excepcional preservación, esta es de las contadas ocasiones en que se han podido aplicar estas técnicas, tan habituales en nuestras consultas dentales actuales, al estudio de caballos fósiles. Los caballos constituyen un grupo de animales muy importante en el registro paleontológico debido a la abundancia y amplia distribución geográfica y temporal de sus fósiles, por lo que este tipo de análisis nos permite ampliar aún más el conocimiento que tenemos de ellos”, explica la investigadora del CSIC Soledad Domingo (arriba), de la Estación Biológica de Doñana.

Los restos analizados corresponden a caballos del género Hipparion sp., situado en una rama diferente a la de los caballos actuales (del género Equus sp.). Los resultados del estudio, publicado en la revista Scientific Reports, indican que los 28 individuos analizados están repartidos en siete grupos de edad, desde potros recién nacidos a ejemplares viejos, pasando por varias edades intermedias.

“Los caballos, al igual que los humanos, tienen una dentición de leche y una dentición permanente. Sin embargo, tienen la peculiaridad de que gran parte de sus altos dientes se encuentran alojados en el interior de la mandíbula a modo de reserva. Dicha reserva va emergiendo a medida que el animal va desgastando los dientes a lo largo de su vida. Ésta es una adaptación de los caballos a un tipo de alimentación que incluye la ingesta de materiales duros y fibrosos, como la hierba, e incluso de arenilla del suelo lo que provoca un gran desgaste en los dientes. Sin la realización de estas radiografías nos resultaría imposible cuantificar la reserva aún disponible que tienen estos caballos en el interior de sus mandíbulas”, añade Domingo.

Caballos Hipparion sp.

Los patrones de erupción de los dientes de leche y permanentes así como su progresivo desgaste han permitido a los paleontólogos conocer de un modo muy preciso la edad de los individuos que murieron en el yacimiento. El uso de radiografías y tomografías computerizadas aportan una visión única de estos patrones ya que permiten ver el modo y el momento en que se producen dichos eventos en el interior de las mandíbulas. Entre los restos analizados, los individuos infantiles y juveniles son los más numerosos (el 68% del total) y, a partir del hallazgo de los restos fósiles de dos fetos en muy buen estado de conservación, se ha confirmado la presencia en el yacimiento de dos hembras embarazadas entre los adultos.

“Todos estos individuos se encuentran en los grupos de edad con un mayor riesgo de muerte en poblaciones modernas. Creemos que en Batallones-10 se produjo la muerte gradual de individuos de distintas poblaciones de caballos, alrededor de un pequeño charco o punto de agua, sobre todo en períodos de escasez de recursos como en épocas de sequías”, comenta Soledad Domingo.

Equus sp.

Los resultados han permitido también determinar el orden en el que ocurren las secuencias de formación del diente en el interior de la mandíbula, así como de erupción y reemplazo de los dientes. Así, han confirmado que Hipparion sp. tiene la misma secuencia de formación de sus dientes que los actuales Equus sp., lo que tiene repercusión en otros estudios paleontológicos, como en los análisis de isótopos estables en estos dientes.

Por otro lado, el orden de erupción de Hipparion sp. y Equus sp. es parecido aunque existen diferencias en el diente que erupciona en último lugar. En el caso de Hipparion sp. es el tercer molar (lo que sería nuestra muela del juicio) y en Equus sp. es, de manera indiferente, o el tercer molar o el cuarto premolar. “Este hecho se ha relacionado con una menor durabilidad de los dientes de leche en los caballos del género Hipparion en comparación con los de Equus. Esto, a su vez, se relaciona con la mayor altura que han adquirido los dientes de los caballos a lo largo de su historia evolutiva en relación a la ingesta cada vez mayor de alimentos duros y correosos y a la mayor longevidad adquirida por estos animales”, concluye la investigadora.

Yacimientos de Cerro de los Batallones

Hace unos 9 millones de años la zona ahora conocida como Cerro de Batallones estaba compuesta por un sistema de cuevas subterráneas que actuaron como trampas naturales en las que quedaron atrapados numerosos vertebrados, principalmente carnívoros. Con el paso del tiempo, las cavidades se fueron llenando de sedimentos procedentes de los alrededores y poco antes de rellenarse por completo se formaron sobre ellas pequeños lagos y charcas fangosas, lo que funcionó como trampa para grandes herbívoros, como elefantes, jiráfidos, rinocerontes y caballos. Todo ello ha convertido al Cerro de los Batallones en un ejemplo mundial de buena conservación fósil.

Este trabajo es una colaboración entre paleontólogos y veterinarios en el que han participado investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, la Universidad Complutense de Madrid y del Centro Militar de Veterinaria de la Defensa. Ha sido financiado por National Geographic Society y el Plan Nacional de I+D+i.

En la actualidad, los fósiles de los yacimientos del Cerro de los Batallones, incluidos los de caballos, están siendo expuestos en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid (en Alcalá de Henares) dentro de la exposición "La colina de los tigres dientes de sable. Los yacimientos miocenos del Cerro de los Batallones (Torrejón de Velasco, Comunidad de Madrid)".

Fuente: SINC | 31 de mayo de 2018

Cuando en el mundo solo había un hombre por cada 17 mujeres

Hace unos 7.000 años, algo extraño les sucedió a los hombres. Algo de tal envergadura que provocó que durante los siguientes dos milenios, su diversidad genética descendiera de forma brusca. Tan extremo fue ese colapso que quedó un varón por cada 17 mujeres en el mundo. La cosa no era sencilla en la Edad de Piedra.

Este colapso biológico se denomina cuello de botella postneolítico del cromosoma Y, pero no fue el primero sufrido por el Homo sapiens desde su aparición. Un cuello de botella poblacional sucede cuando una especie pierde una gran cantidad de miembros, de uno o ambos sexos, hasta el punto de sufrir un riesgo de extinción durante un tiempo. El más famoso que ha golpeado a nuestra especie se produjo hace 70.000 años, cuando el supervolcán Toba hizo erupción en Sumatra y sumió al planeta en el invierno durante seis largos años, provocando una «edad de hielo» instantánea. Algunos investigadores han calculado que solo sobrevivieron unas mil parejas reproductoras, de donde habría descendido toda la humanidad.
El evento del neolítico en África, Asia y Europa, menos conocido, fue detallado en un estudio publicado en Genome Research hace algunos años, dejando perplejos a antropólogos y biólogos desde entonces por sus extrañas circunstancias. En primer lugar, el fenómeno se observa solo en los hombres a través de los genes en el cromosoma Y, que los padres transmiten a sus hijos varones. En segundo lugar, el cuello de botella es mucho más reciente que otros eventos similares, dando a entender que sus orígenes podrían tener algo que ver con el cambio de las estructuras sociales.

En efecto, así lo creen investigadores de la Universidad de Stanford en California (EE.UU.), quienes argumentan en la revista Nature Communications que el colapso fue el resultado de las guerras entre clanes patrilineales, cuya membresía está determinada por los antepasados masculinos.

Después del inicio de la agricultura y el pastoreo hace unos 12.000 años, las sociedades se organizaron cada vez más en torno a grupos de parentesco extendidos, muchos de ellos clanes patrilineales, organizados alrededor de parientes por línea paterna. Las mujeres podían unirse con hombres de otro clan, pero ellos no podían salir de su grupo. Estaban todos emparentados y, por lo tanto, compartían un mismo cromosoma Y. Al menos desde el punto de vista de esos cromosomas, es casi como si todos en un clan tuvieran el mismo padre.

Los estudiantes Tian Chen Zeng, izquierda, y Alan Aw, derecha, trabajaron con Marcus Feldman, profesor de biología, para mostrar cómo la estructura social podría explicar un enigma genético sobre los humanos de la Edad de Piedra. (Crédito de la imagen: Cortesía de Marcus Feldman)

Linajes aniquilados

Según los investigadores, en estas circunstancias, las guerras de clanes, la aniquilacion completa de la población masculina de un grupo y la integración de sus mujeres al grupo victorioso, fue lo que provocó el cuello de botella. Un buen número de linajes masculinos fueron eliminados, y con ellos sus cromosomas Y únicos.
La feliz hipótesis original -por cierto, propuesta por dos estudiantes- fue comprobada con modelos matemáticos y simulaciones por computadora en las que los hombres luchaban y morían por los recursos que sus clanes necesitaban para sobrevivir. Como esperaba el equipo, las guerras entre los clanes patrilineales redujeron drásticamente la diversidad del cromosoma Y a lo largo del tiempo, mientras que el conflicto entre los clanes no patrilineales (en los que hombres y mujeres podían moverse entre grupos) no lo hizo.

El modelo también explica la observación de que, entre los linajes masculinos que sobrevivieron al cuello de botella del cromosoma Y, algunos experimentaron expansiones importantes, consistentes con el modelo del clan patrilineal.

Los investigadores creen que ese marco de trabajo se puede aplicar en otras áreas, en cualquier lugar donde «los patrones históricos y geográficos de las interacciones culturales puedan explicar los patrones que se ven en la genética».

Fuentes: abc.es| Universidad de Stanford | 1 de junio de 2018

La evolución que relatan los cráneos

El profesor Juan Antonio Pérez Claros con uno de los cráneos de la Universidad de Málaga.


La revista Plos One se hacía eco en 2015 del trabajo del grupo investigador del Área de Paleontología del Departamento de Ecología y Geología de la UMA sobre la evolución del cráneo en homínidos. Estos científicos midieron, cuantificaron y trasladaron a ecuaciones matemáticas algo que nadie en el mundo había planteado antes, la relación del tamaño de la cara y el tamaño del neurocráneo, la cápsula donde se alberga el cerebro.

"Sabemos que biológicamente la cara y el neurocráneo son dos cosas distintas y como tal pueden evolucionar y eso es lo que nosotros abordamos, cómo se relaciona la evolución del cráneo con la evolución de la cara", explica el profesor titular de la Universidad de Málaga Juan Antonio Pérez Claros (izquierda). Y en esa tarea continúan sus estudios, ayudados por las más de 60 réplicas que tiene la Facultad de Ciencias en una de las colecciones de cráneos más completas del mundo.

"Como tenemos una colección tan grande de cráneos, y otros que podemos conseguir porque diversos autores los han medido y publicado, hicimos un banco de datos de medidas craneométricas, tanto de la cápsula como de la cara", apunta Pérez Claros.
Básicamente lo que midieron fue cuánto de grande es cada parte gracias a tres variables, longitud, altura y anchura. A partir de ahí se hizo el análisis matemático. "La información se puede concentrar solamente en dos variables, una es el tamaño de la cabeza y otra la forma de la cabeza", señala el investigador y añade que "La evolución sigue un patrón de tamaño y forma que desvela que se va agrandando el neurocráneo y se va empequeñeciendo la cara, los simios antropomorfos tienen mucha cara en relación al neurocráneo y los humanos tenemos mucho neurocráneo en relación a la cara".

Variables craneométricas utilizadas en el estudio.

Los datos han hablado y, según afirma Pérez Claros, "Ha habido un aumento del cerebro concomitante con una reducción de la cara, a pesar de todas las formas de homínidos y líneas evolutivas hay un patrón claro, que se respeta prácticamente en todos los simios actuales y los fósiles y es que el aumento de uno se hace a expensas del otro".

Según el estudio de la UMA, a medida que la cara disminuye y aumenta el neurocráneo, también se hace más pequeño el tamaño del cuerpo de los simios y los australopithecus. Cada vez se va haciendo más humano. Pero no pasa lo mismo con los homínidos. En ellos es todo lo contrario. "Nuestras proporciones de cara más pequeña y cráneo más grande se han ido consiguiendo haciéndonos más grandes de tamaño corporal, algo contrario al patrón que habíamos visto, y la única explicación que tiene es que ha sido a través de una selección natural intensa, seleccionando organismos mayores pero con proporciones de caras pequeñas frente a neurocráneos", indica el profesor.


Y subraya que todo sigue una pauta estándar desde el Homo habilis al Homo erectus, los Neandertales hasta finalmente los Homo sapiens el patrón es prácticamente ininterrumpido. "Pero el género Homo hace lo contrario y creemos que se ha ido evolucionando pasando de unos grupos hacia otros, aunque dentro de cada uno de los grupos se sigue la misma relación que vimos en los simios", dice Pérez Claros.

La muestra del estudio, todavía en activo, estuvo formada por más de 300 cráneos y les llevó más de un año. "Ningún grupo investigador se había puesto a medirlo, no teníamos ningún precedente que hubiera plasmado en ecuaciones matemáticas simples esas relaciones tan visuales y que éstas revelasen el patrón básico que sigue toda la evolución de los homínidos. Este patrón tan básico no se había cuantificado", indica el profesor de la UMA. "Una vez realizado esto, nos permite interpretar el registro fósil de una manera clara en un espacio de forma y tamaño, es decir, qué tipo sería si se encuentra un nuevo fósil, por ejemplo", añade el investigador.

Aunque no todo es tan sencillo y, a veces, hay piezas que no encajan. Pérez Claros pone de ejemplo al Homo naledi. En una cueva de Sudáfrica aparecieron 15.000 fósiles pertenecientes a al menos 15 individuos que fueron llevados intencionadamente a ese angosto lugar, posiblemente a modo de enterramiento. No se ha encontrado otro animal fósil y la cronología que barajan sus descubridores es de unos 236.000 años. Según el esquema de los investigadores malagueños debería de pertenecer a un Homo erectus, o un Neandertal, "pero el cráneo es como el de un Homo habilis, de hace un millón y medio de años. Lo que creemos, sinceramente, es que está mal la datación", considera Pérez Claros.

El profesor Juan Antonio Pérez Claros muestra la colección cráneos de la UMA

El estudio tuvo una importante repercusión social, pues "Hay mucho interés por saber cuáles son nuestros orígenes", como destaca el investigador, que sigue trabajando en esa línea. "Hemos creado un marco donde hacerte preguntas respondiendo a cuestiones muy interesantes, todo está abierto y surgen siempre cosas nuevas que pueden cuestionar lo anterior, así es la Ciencia", añade al tiempo que craneométricamente no hay muchas diferencias desde hace miles de años. "Desde el origen de la especie 'sapiens', hace 140.000 ó 150.000 años las proporciones se han mantenido, son constantes", dice.

Su proyecto Evolución del cráneo en homínidos: Paleontología en el siglo XXI ha sido uno de los proyectos seleccionados para participar en la segunda edición de Campus Vivo. Investigar en la Universidad, que se celebrará a partir de octubre en el Museo de Ciencia y Tecnología de A Coruña. Se trata de una iniciativa de divulgación científica de la CRUE, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología y el museo gallego para trasladar a la sociedad el valor de la investigación que se desarrolla en el seno universitario.

Fuente: malagahoy.es | 31 de mayo de 2018

El final de los neandertales se produjo más tarde en el centro de la península Ibérica

Yacimiento segoviano del Abrigo del Molino/David Álvarez Alonso

Investigadores de la Universidad de Colonia (Alemania), la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) acaban de publicar en la revista Quaternary Research un trabajo sobre las últimas dataciones y estudios geoarqueológicos realizados en el yacimiento del Abrigo del Molino, en Segovia. Los científicos evidencian las más recientes ocupaciones neandertales del centro peninsular, algo más tempranas incluso que las fechas que fijan el final de los neandertales en el norte peninsular.


“Eso significa que cuando los neandertales aún estaban en torno al Sistema Central, es probable que hubieran desaparecido ya de la franja cantábrica, poniendo de manifiesto un retroceso de norte a sur”, explica en declaraciones a DiCYT el investigador de la UCM y coautor del estudio David Álvarez Alonso (izquierda).

Estos datos son reveladores, ya que existe controversia entre la comunidad científica en torno al momento de la desaparición de los neandertales (en el Paleolítico medio, con la denominada cultura Musteriense) y la llegada de los primeros Homo sapiens (en el Paleolítico superior, con la cultura Auriñaciense).

Desde la década de 1990, el debate se ha centrado en el norte de la península donde, gracias a las dataciones de carbono 14, se observó que había niveles auriñacienses (atribuidos a Homo sapiens) muy antiguos, que en algunos casos se solapaban cronológicamente con los musterienses (atribuidos a neandertales).

“A este debate se le une la posibilidad de si, realmente, los neandertales y los sapiens coincidieron en el espacio geográfico, ya que sí sabemos que lo hicieron en el mismo marco temporal”, detalla el investigador de la UCM, quien recuerda que durante muchos años se ha venido especulando con esta posibilidad. “Se sabe que sapiens y neandertales coincidieron en oriente próximo, y hoy en día gracias al ADN sabemos que hubo intercambio genético, pero que este intercambio se produjo antes de la llegada de los sapiens a la península Ibérica. Por esa razón, el debate sobre la coexistencia de sapiens y neandertales en la península ha sido y es muy controvertido”, subraya.

Coexistencia entre especies

Los últimos neandertales del norte desaparecieron hace aproximadamente unos 45.000 años, según las cronologías existentes para el final del Musteriense. También se sabe que hay un Auriñaciense temprano en el Cantábrico en torno a 42-40.000 años. “Pero también existen unos niveles muy controvertidos, escasos y atribuidos a un periodo transicional denominado Chatelperroniense, cuyo autor parece que fueron los neandertales, con fechas en el cantábrico entre 45 y 40.000 años aproximadamente”, indica Álvarez Alonso.

Hace unos años, la revista Nature publicó un trabajo que sugería que los neandertales del occidente europeo (España/Francia) desaparecieron ligeramente antes de la llegada de los primeros Homo sapiens, un modelo de avance de unos y retroceso de otros sin que llegaran a coincidir al mismo tiempo en los mismos lugares, negando así el contacto entre especies en la península.

En cambio, un reciente artículo publicado el mes pasado en la revista Plos One, apunta a que hubo pudo haber coexistencia entre especies a partir del análisis radiocarbónico de varios yacimientos musterienses, chatelperroniense y auriñacienses cantábricos.

“A todas luces, los neandertales fueron desapareciendo progresivamente de la península de norte a sur. Esta desaparición se produjo en el norte entre hace 45 y 42.000 años aproximadamente. La llegada de los Homo sapiens parece que fue casi inmediata, pero se quedaron en la zona norte, pasando al interior y sur de la península ibérica varios miles de años después de su llegada a la península”, precisa el investigador de la UCM.

De este modo, los Homo sapiens tardaron mucho más en llegar a la zona interior y sur de la península “por lo que parece que entre los últimos neandertales del interior y los primeros Homo sapiens hubo miles de años de vacío poblacional”, agrega.

Abrigo del molino

El yacimiento del Abrigo del Molino (Segovia) se descubrió en 2012 y desde 2013 se está excavando a cargo de un equipo dirigido por David Álvarez Alonso, María de Andrés Herrero y Andrés Díez Herrero. El yacimiento tiene tres niveles con ocupación musteriense, realizada por grupos neandertales que usaron el abrigo como refugio, de forma recurrente, pero de manera ocasional. Tal y como explica Álvarez Alonso, el estado de conservación es excepcional y ha permitido obtener dataciones geocronológicas por dos métodos diferentes: Carbono 14-AMS y OSL (Optically Stimulated Luminiscence).

En 2014, comenzó a colaborar con estos investigadores un equipo de la Universidad de Colonia y el Museo Neandertal. Las dataciones realizadas por esta universidad han permitido acotar la cronología de las distintas ocupaciones humanas neandertales del Abrigo del Molino y fijar un rango cronológico para las últimas ocupaciones humanas entre 45.000 y 41.000 años de antigüedad. Así, el Abrigo del Molino contiene una de las evidencias cronológicas más tardías para el Musteriense de la península Ibérica, es decir, para los últimos neandertales del occidente de Europa.

Fuente: dicyt.es | 1 de junio de 2018

El aceite de oliva más antiguo de Italia

La vasija ha sido reconstruida a partir de 400 piezas encontradas en Castelluccio (University of South Florida)

El aceite de oliva es un elemento básico de la cocina italiana y ha sido así durante miles de años. Esa práctica es tan antigua que incluso ha sorprendido a los investigadores, sobre todo después de que un nuevo análisis realizado en una vasija antigua haya demostrado que el oro líquido ha existido en Italia desde cientos de años antes de lo que se creía.

Un equipo de antropólogos de la Universidad de South Florida llevó a cabo un estudio químico para identificar cuál era el contenido que se almacenó en un tarro grande encontrado en la década de 1990 durante unas excavaciones en el sitio arqueológico de Castelluccio, en la provincia de Siracusa (Sicilia).

La necrópolis.

Entre los restos de la Edad de Bronce han aparecido una especie de acrópolis fortificada y una necrópolis con más de 200 tumbas excavadas en las paredes escarpadas de una cantera cercana, la más conocida de las cuales es la Tumba del Príncipe. Durante las distintas excavaciones han encontrado cantidades ingentes de cerámica, así como dos lápidas de bronce grabadas con símbolos espirales.

"Tumba del príncipe", tumba monumental con pilares

Los conservadores del Museo Arqueológico de Siracusa restauraron y volvieron a armar 400 fragmentos de cerámica que formaban parte de un contenedor adornado con bandas de cuerda y tres asas verticales en cada lado. En el mismo Castelluccio los arqueólogos hallaron dos cuencas fragmentadas con un tabique interno, lo que indica que se utilizó para mantener múltiples sustancias juntas, pero separadas, junto con una gran placa de cocción de terracota.

”La forma de este contenedor de almacenamiento y el septo cercano era distinto al resto de objetos encontrados en el sitio de Castelluccio”, explica el doctor Davide Tanasi (izquierda), profesor de historia en South Florida. “Tenía el estilo de la vajilla siciliana de finales del tercer milenio e inicios del segundo antes de Cristo (Edad de bronce temprana). Queríamos aprender cómo se usaba, así que realizamos análisis químicos sobre los residuos orgánicos que se encuentran en el interior“, añadió.

En el estudio publicado en la revista Analytical Methods de la Royal Society of Chemistry , los expertos explican que analizaron tres artefactos con técnicas tradicionalmente utilizadas con éxito en la cerámica arqueológica: cromatografía de gases, espectrometría de masas y resonancia magnética nuclear.

El equipo de investigadores encontró residuos orgánicos en las tres muestras que contenían ácidos oleico y linoleico, firmas de aceite de oliva.
”Los resultados obtenidos se convierten en la primera evidencia química del aceite de oliva más antiguo de la prehistoria italiana, haciendo retroceder las agujas del reloj para la producción sistemática de aceite de oliva al menos en 700 años”, dice Tanasi.

La única identificación conocida de las firmas químicas del aceite de oliva procedían de los recipientes de almacenamiento descubiertos en el sur de Italia en Cosenza y Lecce, que se cree que datan de los siglos XII y XI a.C. (Edad del Cobre).

Fuente: lavanguardia.com| 31 de mayo de 2018

El Museo de Cádiz y la UAH descubren un extraordinario fragmento de calendario romano

La colaboración entre el personal técnico del Museo de Cádiz y el grupo de investigación CIL-II (Corpus Inscriptionum Latiranum II) de la Universidad de Alcalá ha llevado a descifrar la naturaleza de una pieza singular: un fragmento de calendario romano, el segundo de estas características localizado en España. La inscripción en el fragmento corresponde a las ‘Kalendas’ (comienzos) del mes de julio.

Como se ha indicado, se trata del segundo de este tipo localizado en España. El otro se halló en Écija y allí se exhibe. El fragmento de Cádiz está datado entre el siglo I a.n.e y el siglo I d.n.e.
La pieza apareció, junto con otros restos arqueológicos, en las excavaciones realizadas en un solar de la ciudad de Cádiz en el año 2014 con motivo de unas obras de construcción. Después se depositó en el Museo de Cádiz donde, gracias a esta investigación, luce ya con todo su esplendor.
Los proyectos del grupo CIL II de la UAH tienen como finalidad la documentación (manuscritos, impresos, fotografías, calcos) y catalogación de las inscripciones latinas antiguas de la Península Ibérica y su publicación en la nueva edición del Corpus Inscriptionum Latinarum vol II (Inscriptiones Hispaniae Latinae).

El calendario romano servía más para regular la vida política y religiosa que para medir el paso del tiempo. Constaba de diez meses, la mitad de ellos de 31 días y la otra mitad de 29. Los nombres de los meses hacían referencia, en algunos casos a divinidades o emperadores: el primer mes, marzo, estaba dedicado al dios Marte. Junio a Juno, julio al emperador Julio y el sexto mes, agosto, a Augusto. Otros nombres de meses se correspondían con el lugar y orden que ocupaban en el calendario, así septiembre era el séptimo, octubre el octavo y diciembre el décimo.
Esta pieza localizada en Cádiz se añade a los más de cincuenta fragmentos de calendario romano que ya se conocen en todo el mundo.

Fuente: Dream Alcalá, 30 de mayo de 2018