La gran hazaña de los neandertales: cazaban con lanzas de madera al fiero león de las cavernas

Recreación de un grupo de neandertales despiezando un león de las cavernas. Julio Lacerda ©NLD

Los neandertales cazaban leones de las cavernas y utilizaban la piel de este peligroso carnívoro, según ha demostrado por primera vez un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports.

Las excavaciones realizadas en 2019 en Einhornhöhle (Cueva del Unicornio), en las montañas de Harz (Baja Sajonia, Alemania), descubrieron abundantes animales de la Edad del Hielo, entre los que se encontraban algunos huesos del extinto león de las cavernas (Panthera spelaea). Los huesos fueron descubiertos en una galería de cuevas a unos 30 metros de la entrada, ahora derrumbada, en una capa que data de hace más de 200.000 años.

El nuevo estudio describe cómo un equipo de investigación detectó entre los restos de otro león de las cavernas, de hace unos 190.000 años, un hueso del dedo del pie con una marca de corte. Esto llevó al equipo a determinar que los neandertales quitaban la piel del león con las garras adheridas, lo que indica que usaban la piel para sus propios fines. Según los investigadores, este hecho sugiere que se adoptó un enfoque cuidadoso durante el proceso de desollado para garantizar que las garras permanecieran preservadas dentro del pelaje.

Restos de leones cavernarios del área 1 de Einhornhöhle. (A). Phalanx III vista en primer plano × 30 y × 500 aumentos de las marcas de corte; (B). Falange III sin modificar; (C). Hueso sesamoideo. A la derecha, ilustraciones que muestran la posición de las marcas de corte (flechas blancas) y la posible ubicación de los elementos óseos dentro de la pata de un gran felino.

Los huesos descubiertos en una galería de la cavidad durante unas excavaciones en 2019 presentan marcas de corte consistentes con las generadas cuando se despelleja a un animal. Según los investigadores, este hecho sugiere que se adoptó un enfoque cuidadoso durante el proceso de desollado para garantizar que las garras permanecieran preservadas dentro del pelaje.

Pero los huesos encontrados en Einhornhöhle no proporcionaron ninguna evidencia directa de caza. Para contextualizar el hallazgo, el autor principal, Gabriele Russo (izquierda), de la Universidad de Tubinga, en Alemania, analizó los restos de un león cavernario encontrado por un adolescente de Siegsdorf, en Baviera. Una inspección más cercana del esqueleto por parte de Russo llevó a la detección de algún daño inusual en una costilla. En colaboración con la arqueóloga Dra. Annemieke Milks, de la Universidad de Reading, se identificó el daño como fruto de un impacto por arma.

Russo dijo: "La lesión en las costillas difiere claramente de las marcas de mordeduras de carnívoros y muestra el patrón de rotura típico de una lesión causada por un arma de caza".

La Dra. Milks (derecha) añade: "El león probablemente fue muerto con una lanza que le fue clavada en el lado izquierdo de su bajo abdomen, cuando ya estaba en el suelo".

Otro esqueleto de león de las cavernas, de unos 50.000 años de antigüedad, hallado en la región de Siegsford, al sur de Alemania, ha ayudado a los investigadores a demostrar por primera vez que los neandertales cazaban leones de las cavernas. Las marcas de corte también muestran que no solo mataron a este depredador, sino que también consumieron su carne.

Reconstrucción balística digital de la estocada de la lanza al león de Siegsdorf. (A) De pie, vista lateral; (B) De pie, vista posterior de la caja torácica; (C) Acostado sobre el lado derecho, vista ventral; (D) Acostado, vista posterior. Ilustración digital 3D creada con Autodesk Maya 2022.

Los neandertales despiezaron y consumieron la carne y las vísceras del félido en el mismo sitio y abandonaron la carcasa. Fue una exitosa jornada para su supervivencia, un pulso ganado a uno de los animales más peligrosos de Eurasia. Según los investigadores, se trata de la evidencia directa más antigua de la historia de humanos matando y despiezando un león.

Las pruebas directas de caza de grandes depredadores son extraordinariamente escasas en el registro arqueológico. En el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca, se han identificado los restos de un león datado entre hace 350.000 y 250.000 años que representaría el ejemplo más antiguo de explotación y consumo de un carnívoro por los primeros homininos. Fueron probablemente encuentros fortuitos útiles para conseguir comida y pieles. Pero hasta ahora no se había documentado un caso de actividad cinegética tan evidente. "Nuestros análisis demuestran por primera vez que los neandertales fueron capaces de cazar activamente leones de las cavernas usando simples lanzas de madera", destaca Gabriele Russo.

Los restos del león de las cavernas de Siegsdorf, junto a una reproducción de una lanza de madera similar a las utilizadas por los neandertales. Volker Minkus © NLD

Depredador superior

El león de las cavernas tenía una altura de hombros de alrededor de 1,3 metros. Durante unos 200.000 años, el león de las cavernas fue el animal más peligroso de Eurasia, hasta que se extinguió al final de la Edad del Hielo. Los leones de las cavernas vivían en diversos entornos, desde las estepas hasta en las montañas, y como depredadores superiores cazaban grandes herbívoros como mamuts, bisontes y caballos, así como osos de las cavernas. La presencia regular de huesos de leones cavernarios en las cuevas de la Edad del Hielo es la responsable del nombre.

Hasta hoy, se pensaba que la relación a nivel cultural con este depredador superior estaba ausente antes de la época del Homo sapiens. Entre las primeras obras de arte parietal del Homo sapiens se encuentran las que se conocen en las cuevas del Jura, en Suabia, suroeste de Alemania. Allí, el león de las cavernas es un motivo destacado, ejemplificado por el famoso hombre león (derecha), hecho de marfil, y que data de hace unos 40.000 años.

Los leones de las cavernas también aparecen en paneles de arte rupestre en la Cueva de Chauvet, en el sureste de Francia, que tienen unos 34.000 años de antigüedad.

Los nuevos resultados demuestran que los leones de las cavernas también tenían un significado especial para los neandertales. Thomas Terberger (izquierda), portavoz del proyecto de investigación, dice: "El interés de los humanos por ganar respeto y poder a partir de un trofeo de caza de un león tiene sus raíces en el comportamiento neandertal, y hasta los tiempos modernos el león ha sido considerado un poderoso símbolo de los gobernantes".

El nuevo estudio contribuye al creciente panorama de similitudes de comportamiento entre los neandertales y los primeros Homo sapiens. Recientemente, un hueso de ciervo gigante grabado en Einhornhöhle (derecha) mostró la capacidad de los neandertales para producir símbolos y comunicarse a través de ellos. El papel de los leones de las cavernas encaja con las evidencias de comportamientos neandertales más complejos, e incluso podría haber sentado las bases para desarrollos culturales posteriores del Homo sapiens.

Fuentes: University of Reading | elespanol.com | 11 de octubre de 2023

El reexamen de una mandíbula infantil hallada en Etiopía revela la verdadera antigüedad del 'Homo erectus'

La mandíbula infantil de 'Homo erectus'. Misión arqueológica italoespañola de Melka Kunture.

Hace dos millones de años, el achaparrado y robusto Homo erectus, el primer ancestro humano que se extendió por el Viejo Mundo, desde África hasta el sureste asiático, abandonó la sabana y ascendió hasta las tierras altas de la actual Etiopía, donde desarrolló un nuevo tipo de tecnología para fabricar herramientas. Este nuevo capítulo de la evolución humana lo acaba de confirmar una mandíbula infantil (un niño o niña de 2 o 3 años que vivió hace 2 millones años) adscrita a esta especie hallada en el yacimiento de Garba IV, en el complejo arqueológico de Melka Kunture. El fósil, descubierto en 1981 y reanalizado en un nuevo estudio, es el que más evidencias presenta para señalar que el Homo erectus hizo su aparición en dicho momento.

Mapa de localización del yacimiento de Garba IV, en el área arqueológica de Melka Kunture (Etiopía) U. COMPLUTENSE.

La investigación de un equipo internacional de científicos liderado por Margherita Mussi (derecha), de la Sapienza Universidad de Roma, y en el que también han participado expertos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad de Vigo, no solo desvela que esta mandíbula podría ser el fósil más antiguo de un Homo erectus. Además, se trata de la primera vez que restos humanos de esta especie aparecen junto a herramientas líticas elaboradas con tecnología olduvayense, la primera tecnología de la humanidad y que fue la empleada exclusivamente por el primer representante del género Homo, el Homo habilis.

Dicha mandíbula infantil ha sido analizada mediante tomografía computarizada de sincrotrón y morfometría geométrica 3D. Además, el equipo pudo datar con paleomagnetismo el nivel inmediatamente superior al que contenía la mandíbula. Coincidía con el evento de Olduvai, una inversión de los polos magnéticos que ocurrió a escala global hace entre 1,95 y 1,77 millones de años. Los restos debían de ser, por fuerza, anteriores: unos 2 millones del años.

Ilustración del infante Garba IV con su madre en el entorno de las tierras altas etíopes hace 2.000.000 de años. / Diego Rodriguez Robredo.

Los ejemplos de Homo erectus más antiguos conocidos hasta el momento habían sido hallados en la cueva sudafricana de Drimolen o en la región de Koobi Fora, en la orilla este del lago Turkana, en Kenia, con algo más de 1,8 millones de años. Fuera del continente africano, se encuentran los ejemplares del yacimiento de Dmanisi, en Georgia, de una antigüedad similar.

"El hallazgo es el único de los primeros fósiles de 'Homo erectus' cuya identificación taxonómica se basa en la dentición, que es la parte anatómica de los mamíferos que mejor permite identificar especies", apunta Joaquín Panera (derecha) profesor del Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la UCM y uno de los autores del artículo que se ha publicado en la revista Science.

La mandíbula Garba IV. Sobresalen en la misma dos dientes de leche que no permitían precisar a qué especie pertenece. Son los dientes del interior de la mandíbula (que están por salir) lo que lo ha posibilitado mediante un análisis del sincrotrón de electrones de Grenoble (Francia).

En el yacimiento de Garba IV también se han hallado los útiles más antiguos elaborados con tecnología achelense, de hace unos 1,95 millones de años, lo que implica una antigüedad de 300.000 años más respecto a lo pensado hasta ahora, haciéndolo prácticamente coincidente con la aparición del Homo erectus en el escenario evolutivo. Según los investigadores, estos hallazgos son de gran trascendencia para la comprensión de la evolución, las migraciones y las capacidades adaptativas de los antepasados humanos.

"La tecnología achelense, que entre otros aspectos se caracterizaba por la elaboración de hachas de mano líticas, ha perdurado en el registro arqueológico a lo largo de 1,8 millones de años, y desde África se ha expandido hasta el sudeste asiático y parte de Europa, lo que la convierte en la tecnología más universal de la humanidad, en función de su duración y distribución geográfica", destaca Susana Rubio-Jara (izquierda), otra profesora de la UCM implicada en la investigación.

"El estudio de la tecnología lítica empleada por el 'Homo erectus' en el yacimiento de Garba IV se desarrolló a partir del análisis de los restos hallados en los diferentes niveles arqueológicos, los cuales han permitido comprender la evolución de las variaciones tecnológicas empleadas en la elaboración de herramientas líticas entre el Olduvaynse y el Achelense, una de las mayores cuestiones pendientes en el estudio de la evolución humana", concluye Rubio-Jara.

Arriba, herramientas líticas de obsidiana elaboradas con tecnología olduvayense; abajo herramientas líticas de basalto y obsidiana elaboradas con tecnología achelense. U. COMPLUTENSE

Altitud y contraste de temperaturas

Es imposible saber qué llevó al infante de 'Garba IV' a la muerte, pero su grupo de homínidos se adaptó a unas condiciones bastante más duras que las de la sabana en el altiplano de Etiopía, con un mayor contraste de temperaturas, mayor altitud y más radiación. "El clima a esa altura era más frío. Mientras en el valle del Rift las temperaturas pasaban de los 30º C por el día y no bajaban de los 10º o 15º C por la noche, en las montañas rondaban los 20º C de día y no subían de los 5º C de noche. Además, sufrían un déficit de oxígeno por la altitud", explica Méndez Quintas (izquierda), colíder del estudio e investigador de la Universidad de Vigo.

Para el científico, ese ámbito más hostil puede ayudar a entender como Homo erectus se convirtió en la primera especie humana que salió de África para expandirse con éxito. "La especie se desarrolló en su origen en condiciones muy parecidas a las que había en Eurasia. El cambio desde el altiplano etíope a territorios fuera de África no fue tan drástico", afirma. "En este sentido, podemos concebir esta región africana como un 'laboratorio' donde se gestó un nuevo taxón humano adaptado a las condiciones templadas euroasiáticas”.

En las montañas, estos individuos se alimentaban de frutas, brotes, algún tubérculo y mucha carne, aunque se desconoce si eran cazadores o carroñeros. Estaban rodeados de ñus y antílopes, pero no de elefantes, rinocerontes ni jirafas como en la sabana. Con la excepción de unos pocos ejemplares de hienas, leones y tigres dientes de sable, no competían con muchos grandes carnívoros, lo que les supuso una ventaja.

Fuentes: elespañol.com | abc.es | agenciasinc.es | 12 de octubre de 2023

Hallan en Pompeya varias inscripciones pidiendo el voto para 'Aulus Rustius Verus'

Inscripción con el nombre de Aulus Rustius Verus encontrada en la pared oeste del larario. Parque Arqueológico de Pompeya.

Según publica en el E-Journal degli Scavi di Pompeya, la revista científica digital del Parque Arqueológico de Pompeya, las excavaciones que se están llevando a cabo en la Regio IX de esta antigua ciudad romana han sacado a la luz un nuevo y sorprendente secreto: en el interior de una de las casas que han sido excavadas, junto al altar familiar (larario), han aparecido varias inscripciones electorales que mencionan a un tal Aulus Riustius Verus, que se presentaba para el cargo de edil (responsable de las obras públicas y urbanismo).

Lo mas sorprendente para los arqueólogos es que este tipo de inscripciones normalmente se hacían en los muros exteriores de los edificios que daban a la calle, y no, como en este caso, dentro de una domus (casa). Según los investigadores, "este hecho podría explicarse por la práctica de organizar eventos y cenas dentro de las casas de los candidatos y sus amigos con el fin de promover la campaña electoral".

Asimismo, el hallazgo de las iniciales del candidato, A.R.V., en una piedra de molino de piedra volcánica que se descubrió apoyada en el vestíbulo de la casa, y que estaba en obras en el momento de la erupción del Vesubio, en 79 d.C., apoyaría esta tesis.

Inscripción con el nombre de Aulus Rustius encontrada en una de las paredes de la casa. Parque Arqueológico de Pompeya.

Otra de las inscripciones descubierta en las paredes de la casa. Parque Arqueológico de Pompeya.

¿LA CASA DE UN PARTIDARIO DE RUSTIUS?

De hecho, Aulus Rustius Verus no es un nombre extraño para los arqueólogos. Su nombre ya era conocido gracias a otras inscripciones descubiertas anteriormente en Pompeya.

Estas, junto con otras que mencionan a un tal Julio Polibio, propietario de una espléndida casa en la vía de la Abundancia en la década de los años setenta del siglo I d.C., y que alcanzó el cargo más alto de la ciudad, el de duunviro (cargo público romano, que no magistratura, compuesto por dos hombres que aparece en muy diversos ámbitos de la administración), constituyen las inscripciones más famosas encontradas hasta la fecha en Pompeya.

Pero ¿quién era el dueño de la casa donde se han localizado las inscripciones? Los investigadores creen que debió de pertenecer a un supuesto partidario de Aulus Rustius, posiblemente un liberto o un amigo, el cual sería el dueño de la panadería donde hace unos meses se encontraron los cuerpos de dos mujeres y un niño que murieron a causa del derrumbe del piso superior durante la primera fase eruptiva del Vesubio.

Entrada a la casa donde se han descubierto las pintadas con el nombre del candidato. Parque Arqueológico de Pompeya.

FAVORES ELECTORALES Y UNA ÚLTIMA OFRENDA

Los arqueólogos consideran que las inscripciones localizadas en esta casa podrían considerarse el primer caso documentado del llamado "voto de intercambio", es decir la promesa de obtener favores por parte de un candidato a cambio del voto, algo que en aquella época era una costumbre bastante establecida (circunstancia tal vez muy similar a lo que ocurre en muchos casos en la actualidad).

"Esto podría explicar también por qué las iniciales del candidato aparecen en un molino de piedra volcánica, apoyado en el atrio de la casa, donde en el momento de la erupción se estaban realizando trabajos de renovación. Probablemente 'Aulus Rustius' financiaba directamente la actividad de la panadería con fines económicos y políticos", ha señalado Maria Chiara Scappaticcio (izquierda), profesora de latín en la Universidad Federico II de Nápoles y una de las autoras del estudio.

Por otra parte, en el altar de mampostería, que estaba decorado con dos serpientes de estuco, se encontraron los restos de la última ofrenda que probablemente tuvo lugar poco antes de la devastadora erupción. Los estudios han permitido identificar los diferentes elementos que se usaron en esta ofrenda así como reconocer las distintas fases del ritual.

Larario de la casa, posiblemente de un amigo o de un liberto de Aulius Rustius Verus. Parque Arqueológico de Pompeya.

Según los análisis, la ofrenda consistió principalmente en higos y dátiles, que fueron quemados frente al altar. Para llevar a cabo la cremación de las ofrendas se utilizaron huesos de aceituna y piñas con piñones. Finalmente se colocó un huevo entero sobre el altar y se cubrió con una teja. Los arqueólogos también han identificado algunos restos de ofrendas anteriores que incluían uvas, pescado y carne.

Fuente: nationalgeographic.com.es | 2 de octubre de 2023

Descubierto vino de hace 5.000 años en la tumba de la primera faraona de Egipto

El complejo funerario de la reina Meret-Neith en el cementerio de los reyes de Abydos. C. Köhler

Meret-Neith (o Merytneit) fue una reina-faraón gobernante de la I dinastía de Egipto hace unos 5.000 años. Ella y su predecesora, Neithotep, son las primeras faraonas conocidas de la historia. Pero mientras que Neithotep solo actuó como regente de su hijo Dyer hasta que este tuviera la edad suficiente para administrar su imperio, Meret-Neith ejerció como soberana plena hasta que le sucedió su hijo Den.

Ella tuvo su propia gran tumba en el cementerio de los reyes de Abidos, una de las ciudades más influyentes del Alto Egipto, y se la menciona en la lista de sellos de la necrópolis, entre los faraones Narmer y Den. Además, su nombre aparece en un sello de Saqqara dentro del serej, tal y como se hacía entonces con los hombres que eran reyes.

Los arqueólogos, trabajando en el sitio durante las recientes excavaciones. C. Köhler

La mujer más poderosa del planeta

Un equipo de arqueólogos germano-austriacos está, precisamente, investigando la tumba de Meret-Neith, la mujer más poderosa del planeta en el período alrededor del año 3000 antes de Cristo. Y las últimas excavaciones demuestran su especial importancia. Los investigadores encontraron vino y otros ajuares funerarios, lo que alimenta la hipótesis de que ella fue la primera faraona.

Los arqueólogos, dirigidos por la Dra. Cristiana Köhler (izquierda), de la Universidad de Viena, encontraron evidencia de una gran cantidad de utensilios funerarios, incluidas cientos de grandes tinajas de vino. Algunas de ellos estaban muy bien conservadas e incluso se mantenían todavía selladas en su estado original.

Las vasijas contenían restos de vino de 5.000 años de antigüedad. Además, las inscripciones atestiguan que la reina Meret-Neith era responsable de las oficinas del gobierno central como la tesorería, lo que respalda la idea de su especial importancia histórica.

Algunas de las tinajas de vino encontradas en la tumba de la faraona egipcia. C. Köhler

El monumental complejo de tumbas de la primera reina gobernante en el desierto de Abydos, que incluye las sepulturas de 41 cortesanos y sirvientes, además de su propia cámara funeraria, fue construido con ladrillos de barro sin cocer, arcilla y madera. Gracias a cuidadosos métodos de excavación y diversas nuevas tecnologías, el equipo pudo demostrar que las tumbas se construyeron en varias fases y durante un período de tiempo relativamente largo.

Estas evidencias, junto con otras pruebas halladas, desafía “radicalmente” la idea de que existía el sacrificio humano ritual como parte del entierro real en la I Dinastía, que a menudo se asumió en las primeras investigaciones, pero que nunca se demostró realmente.

Además de numerosos fragmentos de recipientes, la mayor proporción del contenido funerario del cementerio de los reyes de Abydos eran vasijas de cerámica, utilizadas como contenedores para diversos productos almacenados. No solo había vino, si no también cerveza y aceite.

Fuente: lavanguardia.com | 10 de octubre de 2023

Un nuevo estudio muestra signos de una creación temprana de identidades humanas modernas

investigadores de SapienCE han publicado un nuevo estudio que proporciona información vital sobre cómo y cuándo pudimos haber comenzado a desarrollar identidades humanas modernas. La imagen muestra trabajos de excavación en la cueva Blombos, Sudáfrica. Foto: UIB, SapienCE.

Los primeros antepasados ​​recolectaron conchas llamativas que cambiaron radicalmente la forma en que nos veíamos a nosotros mismos y a los demás. Un nuevo estudio confirma la escasa evidencia previa y respalda un escenario evolutivo de varios pasos para la culturalización del cuerpo humano.

El nuevo estudio, realizado por Francesco d'Errico, Karen Loise van Niekerk, Lila Geis y Christopher Stuart Henshilwood, de la Universidad de Bergen en Noruega y la Universidad de Witwatersrand (Wits) en Johannesburgo, Sudáfrica, se publica en el Journal de la Evolución Humana. Sus importantes hallazgos proporcionan información vital sobre cómo y cuándo pudimos haber comenzado a desarrollar identidades humanas modernas.

"El descubrimiento de llamativas conchas no modificadas con agujeros naturales de hace 100.000 a 73.000 años confirma la escasa evidencia previa de que se recolectaban conchas marinas, se llevaban al sitio y, en algunos casos, tal vez se usaban como adornos personales. Esto fue antes de una etapa en la que conchas pertenecientes a especies seleccionadas fueron sistemática e intencionadamente perforadas con técnicas adecuadas para crear cuentas compuestas", dice van Niekerk (izquierda).

Todas las conchas fueron encontradas en la cueva de Blombos, en la costa sur del Cabo de Sudáfrica. Se han encontrado también conchas similares en el norte de África, y en otros sitios de Sudáfrica y el Levante mediterráneo, lo que significa que el argumento está respaldado por evidencias de otros yacimientos, no solo en la cueva de Blombos.

Confirman escasa evidencia de trabajos tempranos con abalorios.

En otras palabras, las conchas sin perforar y las perforadas de modo natural proporcionan evidencias de que las conchas marinas fueron recolectadas y posiblemente utilizadas como adornos personales antes del desarrollo de técnicas más avanzadas para modificar las conchas para su uso en abalorios hace unos 70.000 años.

Conchas procedentes de la cueva de Blombos que muestran agujeros naturales, y que posiblemente fueron utilizadas como adornos personales por los primeros humanos modernos que vivieron hace 100.000 años. Foto: UIB, SapienCE

Van Niekerk dice que saben con certeza que estas conchas no son restos de especies de mariscos comestibles que podrían haber sido recolectadas y llevadas al sitio como alimento.

"Lo sabemos porque ya estaban muertas cuando las recogimos, lo que podemos ver por el estado de la mayoría de las conchas, ya que están desgastadas por el agua o tienen crecimientos en su interior, o tienen agujeros hechos por un depredador natural o por la abrasión de la acción de las olas".

Los investigadores midieron el tamaño de las conchas y los agujeros hechos en ellas, así como el desgaste en los bordes de los agujeros que se desarrollaron mientras los humanos llevaban las conchas atadas a cuerdas. También observaron de dónde procedían las conchas en el sitio para ver si podían incluirse en diferentes grupos de cuentas encontradas muy juntas que podrían haber pertenecido a piezas individuales de trabajo con cuentas. Estas técnicas proporcionan información sobre el uso potencial de estas conchas con fines simbólicos.

Imagen que muestra una colección de llamativas conchas halladas en la cueva de Blombos de 100.000 a 70.000 años. Foto: UIB, SapienCE.

Los primeros signos de una posible creación de identidad

Van Niekerk dice que identificaron 18 nuevas conchas de caracoles marinos de hace 100.000 a 70.000 años, que podrían haber sido utilizadas con fines simbólicos, y propusieron una progresión de varios pasos para la culturalización del cuerpo humano con raíces en el pasado profundo.

"Con este estudio mostramos específicamente que los humanos gradualmente complejizaron las prácticas de modificación de su apariencia y se transformaron ellos mismos en herramientas para la comunicación y el almacenamiento de información. También creemos que posiblemente podamos ver una creación de identidad que cambió de modo gradual, pero a la vez radicalmente, la forma en que nos miramos a nosotros mismos y a otros, así como la naturaleza de nuestras sociedades", afirma van Niekerk.

Fuente: Universidad de Bergen | 29 de septiembre de 2023

El último secreto de las esculturas del Partenón: conservan restos de color 2.500 años después

Figura femenina del Partenón de Atenas. Trustees of the British Museum.

Cuando los artistas del Renacimiento empezaron a emular la belleza de las estatuas antiguas que salían a la luz en Roma y en otros yacimientos clásicos relacionados con Grecia, se olvidaron de una cosa: el color. Estas piezas lo habían perdido tras miles de años enterradas bajo tierra, por las inclemencias del clima o por entusiastas limpiezas. Fue una práctica que culminó en una paradigmática blancura de la escultura neoclásica. Pero en la Antigüedad, las imágenes de dioses y emperadores tuvieron unas impactantes policromías.

También fueron pintados los mármoles del Partenón, el famoso templo erigido a mediados del siglo V a.C. en la Acrópolis de Atenas y dedicado a Atenea. Un nuevo estudio científico de las esculturas procedentes de este monumento que se exhiben en el Museo Británico de Londres ha desvelado que algunas de las piezas conservan trazas de pigmentos. Mediante la utilización de técnicas de escaneo no invasivas, los investigadores de la mencionada institución y del King's College aseguran que "la empresa de pintar los mármoles fue una tarea más elaborada de lo que se pensaba".

Restos de policromía en una de las esculturas analizadas con métodos no invasivos. Trustees of the British Museum.

Los resultados de este trabajo, publicado en la revista Antiquity, "abren nuevas interpretaciones sobre el papel y la importancia del Partenón en el desarrollo de la historia del arte griego antiguo", según los autores. "Gracias a su 'nueva apariencia', podemos revisar la comprensión actual de las esculturas. Se podría argumentar que el Partenón fue la inspiración total o parcial de un interés más amplio en el uso de esculturas policromadas ricas y elegantes", escriben en sus conclusiones.

Los escultores del aparato iconográfico del Partenón habrían rematado las esculturas con texturas que reflejaban elementos específicos, como la piel o las distintas prendas de lana o lino, que luego se habría realzado mediante la aplicación del color. Las técnicas arqueométricas han sacado a la luz trazas microscópicas de azul egipcio, un filosilicato de calcio y cobre que está considerado el primer pigmento sintético de la historia, el cual se habría utilizado de forma generalizada para pintar elaborados diseños figurativos y florales en las vestimentas talladas.

Otra de las estatuas del Partenón que conservan restos de policromía. Trustees of the British Museum.

Su presencia se ha identificado en el cinturón de la diosa Iris o para resaltar la cresta de las olas de las que emerge Helios, el dios del Sol. En el vestido de Dione, la madre de Afrodita, que aparece reclinada y formaba parte del frontón oeste del Partenón, se han hallado los vestigios de lo que parecen un par de piernas humanas en movimiento junto a otras imágenes —quizá una mano y un pie—. Según los investigadores, sería un diseño de figuras humanas que aparecerían y desaparecerían entre los pliegues de la prenda. También se han detectado pequeños rastros de otros colores, como el blanco y el púrpura, un pigmento muy cotizado durante la Antigüedad en el Mediterráneo.

"Las prendas elegantes y elaboradas posiblemente pretendían representar el poder y la fuerza de los dioses olímpicos, así como la riqueza y la grandeza de Atenas y los atenienses, quienes encargaron el templo", explica Giovanni Verri (izquierda), investigador del Instituto de Arte de Chicago y exconservador del Museo Británico. "La pintura es contemporánea del edificio ya que hemos podido identificar rastros claros en la parte posterior de las esculturas. Después de haber sido colocadas, esta parte ya no habría sido accesible".

¿Por qué se aplicaron también pigmentos a la zona posterior de las piezas? Los investigadores especulan que como el templo en su conjunto fue dedicado a los dioses, para quienes todo el conjunto sería visible, sus creadores decidieron completarlo con los más altos estándares a pesar de que algunas partes no pudiesen ser contempladas por el ojo humano. Otra hipótesis es que fuese una maniobra de Pericles, el impulsor del programa de la reconstrucción de la Acrópolis tras las guerras con los persas, para impresionar a los visitantes durante las obras.

Detalle del colorante orgánico púrpura en la figura EP L. El recuadro muestra la ubicación de la zona (figura de Giovanni Verri) | Trustees of the British Museum.

Los autores del estudio aseguran que "estas esculturas podían ser los ejemplos mejor conservados de policromía de la Atenas de mediados del siglo V a.C.. Nuestros resultados también revelan rastros de pintura muy detallada que, por ejemplo, muestran decoraciones figurativas en los textiles, destinadas a enfatizar el estatus divino de los distintos individuos representados", concluyen. Sin embargo, alertan que una reconstrucción completa de la policromía del Partenón debe ser realizada con mucho cuidado ante las evidencias todavía insuficientes.

Fuente: elespanol.com | 11 de octubre de 2023

3.500 esqueletos desvelan un brutal episodio de violencia en Oriente Medio durante la prehistoria

Esqueletos hallados en el yacimiento sirio de Tell Brak. Augusta McMahon

Tell Brak (Siria) fue una de las ciudades más antiguas de Oriente Próximo y del mundo. Fundada hacia finales del V milenio a.C., la urbe gozaba de monumentos, talleres textiles y cerámicos estandarizados o una administración burocrática. Sin embargo, entre 3.900 y 3.600 a.C. se registró un episodio de violencia interpersonal extremo. Los arqueólogos han descubierto en una elevación cercana al yacimiento cuatro fosas comunes con esqueletos amontonados y desarticulados que además habían sufrido carroñeo. Entre las víctimas había un gran número de mujeres, niños y adolescentes. Algunos de sus huesos largos fueron modificados para fabricar herramientas e incluso varios cráneos presentaban evidencias de haber sido manipulados para su exhibición.

El hallazgo sorprendió a los investigadores porque chocaba con las normas funerarias del periodo —enterramientos en sepulturas de pozo individuales—. ¿Fue el resultado de un ataque enemigo, externo a la ciudad? Creen que no: las masacres se inscribirían en un contexto de guerra civil relacionado con el desarrollo del asentamiento, su estratificación social y la disparidad en la riqueza. En un momento de cambio climático en el que disminuyó la productividad agrícola, probablemente estallaron revueltas internas prolongadas en el tiempo contra las élites que acabaron con baños de sangre, en castigos ejemplarizantes.

Distribución de los yacimientos arqueológicos en los que se han recuperado los huesos de los más de 3.500 individuos. Baete, J., Benati, G. y Soltysiak, A. (2023).

Este episodio tuvo lugar en un momento, finales de la edad del Cobre, en el que se registraron profundos cambios como la urbanización o la emergencia de los protoestados, que desembocaron en una mayor población y en la consecuente lucha por los recursos en un momento de sequías. De disputas ocasionales se pasó a conflictos organizados a gran escala. Tell Brak es uno de los testimonios arqueológicos del mayor pico de violencia interpersonal registrado en la región durante el llamado periodo preclásico, que se extendió entre 12.000-400 a.C.

Esa es la principal conclusión de un nuevo estudio publicado este lunes en la revista científica Nature Human Behaviour. Liderado por Giacomo Benati (izquierda), investigador de la Universidad de Barcelona, este trabajo ha analizado los esqueletos de 3.539 individuos documentados en yacimientos de siete países de Oriente Medio (Turquía, Irak, Irán, Siria, Líbano, Israel y Jordania) y datados entre el Neolítico y la Edad del Hierro. Los resultados de los traumatismos craneales y las heridas relacionadas con armas identificadas en los cadáveres muestran que la violencia interpersonal tuvo su punto álgido entre hace 4.500 y 3.300 a.C.

"Hasta hace un par de décadas la pregunta principal de los investigadores era entender si las sociedades antiguas eran pacíficas o tenían muchos conflictos. Los estudios más recientes indican que la violencia fluctuaba. Nuestro objetivo era observar ese tipo de fluctuaciones para entender cuándo y por qué hay una bajada y una subida en las agresiones", explica Benati

Sin embargo, los autores, que combinan métodos de econometría histórica y antropología para evaluar los niveles de violencia en la muestra analizada, han identificado que estos conflictos disminuyeron durante la primera parte de la Edad del Bronce (3300-1500 a.C.). "Aunque el ascenso de los primeros estados estuvo acompañado de un incremento dramático de los conflictos, el desarrollo de los estados maduros de la Edad del Bronce se produjo en paralelo a una fuerte reducción de la violencia interpersonal, lo que coincide con la propuesta de que al implantar la capacidad estatal, las primeras instituciones pudieron proporcionar algunos beneficios claves a sus poblaciones", explican.

Un traumatismo craneal es testigo de una muerte violenta. Crédito: Joachim Wahl/Universidad de Tubinga

Repunte violento

En esta época, Mesopotamia, el Levante y las regiones vecinas experimentaron la aparición de ciudades-estado e imperios que pusieron en marcha programas urbanísticos (fortificaciones, templos y palacios), expandieron su territorio y crearon códigos legales escritos. Asimismo, floreció el comercio a larga distancia y se profesionalizaron los ejércitos —también aumentó la contratación de mercenarios—, lo que pudo haber contribuido a la baja presencia de heridas relacionadas con la guerra en los esqueletos de los sectores sociales no relacionados con la actividad bélica.

Los investigadores apuntan a la consolidación estatal y a la expansión de los sistemas legales y comerciales como la razón principal de la reducción de los niveles de violencia en estas sociedades, descartando otras posibilidades esgrimidas con anterioridad como la desigualdad, el clima, los cambios demográficos o las innovaciones militares.

El estudio, que arroja luz sobre la historia de la violencia en las primeras sociedades humanas, también revela que los conflictos repuntaron durante la transición entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Tras un rápido florecimiento del Levante con la aparición del Imperio Hitita o el reino de Mitani, se registró una profunda crisis: 300 años de sequías, migraciones provocadas por el clima y retroceso económico. Muchas ciudades fueron arrasadas por los llamados Pueblos del Mar y la densidad demográfica se redujo sobre todo en Mesopotamia.

Puerta de entrada a Hattusa, la capital de los hititas. Foto: Bernard Gagnon

No obstante, esa coyuntura, conocida como el "colapso de la Edad del Bronce Final", desembocó en la emergencia de otras superpotencias como el Imperio Neoasirio, que expandió su poder mediante campañas militares, impuestos forzados y deportaciones a escala masiva. La aparición de la tecnología de armas de hierro y la guerra montada revolucionaron los conflictos e implicaron a una mayor parte de la población.

"Descubrimos que, aunque el surgimiento de los proto-estados coincidió con un aumento sustancial de la violencia en nuestra muestra, el momento de la reducción de las tasas de violencia es compatible con la teoría de que una vez los primeros estados alcanzaron capacidades centrales —control territorial, centralización de la violencia política y sistemas legales desarrollados— y apoyaron activamente la expansión de redes comerciales, los niveles de violencia letal disminuyeron notablemente", escriben los investigadores en sus conclusiones.

Y añaden: "Sin embargo, estos avances en materia de seguridad —aparentemente ayudados por alteraciones climáticas y epidemiológicas que redujeron temporalmente la presión demográfica— fueron de corta duración y la región fue testigo de importantes perturbaciones durante la transición entre las edades del Bronce y del Hierro, posiblemente debido al surgimiento de potencias más extractivas, un acceso más fácil a un armamento más barato y a una presión creciente sobre los recursos cada vez más escasos".

Fuentes: elespanol.com | abc.es | Universidad de Tubinga | 9 de octubre de 2023