El yeti investigado por la ciencia.


Para el yeti, el misterioso humanoide enorme y peludo que, bajo distintos nombres, aseguran haber visto en distintas zonas del mundo, parece haber llegado la hora de la verdad. Y es que un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford, junto a expertos del Museo de Zoología de Lausana, en Suiza, han decidido tomar cartas en el asunto y examinar a conciencia los supuestos restos orgánicos de la misteriosa criatura para averiguar la verdad. En la imagen,la supuesta huella de un yeti en Nepal.
Yeti, Pie Grande, Sasquatch, migoi... los nombres varían según cuál sea la región del mundo, pero todos ellos se refieren a la misma (y supuesta) criatura. No importa si se trata del Himalaya, Canadá o las cordilleras de Sud América, la historia es la misma: personas que aseguran haberse encontrado con una especie de gran humanoide, totalmente cubierto de pelo y que intenta siempre poner fin cuanto antes al fugaz encuentro.
¿Mito o realidad? Esa es la cuestión. Numerosas expediciones, la mayor parte de ellas no científicas, han intentado obtener pruebas de la existencia de la criatura, aunque sin éxito. Sí que hay, sin embargo, una auténtica colección de supuestas "pruebas" físicas de su existencia, desde huellas a excrementos o incluso mechones de pelo.
Ahora, los investigadores aplicarán a decenas de estos "restos" las últimas técnicas de análisis genético para determinar si, efectivamente, las leyendas tienen algo de realidad y nos encontramos ante una nueva especie hasta ahora desconocida.

Despejar dudas

"Es un área de investigación en que la que cualquier académico serio se aventura con cierto grado de inquietud -afirma Bryan Sykes, del Wolfson College de Oxford-. Es un campo lleno de informes excéntricos y engañosos". El investigador admite que ha habido ya otros análisis genéticos de supuestos restos del yeti, pero ninguno de ellas es reciente, y durante los últimos años "las técnicas de prueba, especialmente las de cabello, han mejorado mucho debido al avance de la ciencia forense".
Por eso, este proyecto de investigación podría despejar de una vez y para siempre las dudas que nos persiguen desde hace ya décadas y de las que se han aprovechado hasta ahora incontables falsificadores y falsos científicos.
Todo empezó en el año 1951, cuando los miembros de una expedición al Everest regresaron conuna serie de fotografías que mostraban las huellas de un pie gigantesco sobre la nieve. Huellas muy similares a las que dejaría un ser humano, pero muchísimo mayores. Fue entonces cuando se empezó a especular sobre la existencia de una misteriosa criatura gigante, parecida a un ser humano y totalmente desconocida para la ciencia.
Desde ese momento, los "avistamientos" se dispararon. Y no solo en el Himalaya, sino en muchos otros lugares del mundo. Ahí están, para demostrarlo, los "sasquatch" de Estados Unidos, los "almasty" de la cordillera del Cáucaso o el "orang pendek" de Sumatra.

Origen humano

Los análisis serios realizados hasta el momento parecen apuntar al origen exclusivamente humano de los restos orgánicos aunque, como explica Sykes, "nunca se ha llevado a cabo una revisión sistemática de todo ese material".
Ahora, los investigadores reunirán para su estudio la mayor cantidad de (supuestas) pruebas orgánicas de todo el mundo. Partirán del archivo de restos de Lausana (Suiza) recopilados por Bernard Heuvelmans durante más de 50 años (entre 1950 y 2001, el año de su muerte). Pero pedirán a otras instituciones y a personas que guarden algún material de utilidad que lo envíen al laboratorio. Todas las muestras serán después sometidas a un riguroso análisis genético, cuyos resultados, además, se publicarán en revistas científicas de prestigio, de forma que el trabajo pueda ser revisado por otros investigadores.
Por supuesto, ni Sykes ni el resto de los integrantes de su equipo está seguro de que su investigación confirme la existencia del yeti. "Creo que es improbable -afirma-. Pero, por otro lado, si no lo estudiamos, nunca lo sabremos".

Fuente: ABC.ES

Tunguska una nueva vuelta de tuerca


El 30 de junio de 1908, una tremenda explosión de hasta quince megatones rompió el cielo deTunguska, un remoto lugar de Siberia, arrasando más de 2.000 kilómetros cuadrados de tundra. La onda expansiva no solo derribó árboles como si fueran fichas de dominó, sino que tumbó carruajes y personas a 500 km de distancia. Después, una extraña luz iluminó el norte de Europa y Rusia durante varias noches. La mayoría de los investigadores coincide en que el extraño fenómeno fue provocado por el impacto contra la Tierra de un cometa o un meteorito que explotó a unos cinco o diez km del suelo, pero no se ponen de acuerdo a la hora de elegir al auténtico culpable entre los dos. En los últimos tiempos, la hipótesis de que el responsable fuera un cometa ha ganado fuerza, ya que ni se ha encontrado cráter de impacto -de ser un meteorito, debería haberlo- ni fragmentos del bólido. Sin embargo, un equipo de investigadores italianos dice tener nuevas pruebas que apuntan al segundo sospechoso. Según afirman, un lago cercano puede ser el tan buscado cráter del «evento Tunguska».
Durante años, los científicos han debatido sobre la causa del misterioso suceso. Un grupo de expertos de la Universidad de Cornell aportaba en 2009 evidencias sólidas de que el evento pudo haber sido provocado por un cometa. Su núcleo de hielo se habría desecho rápidamente tras su entrada en la atmósfera, motivo por el que no dejó «huellas». Sin embargo, esta teoría tiene una pega, y es que los científicos han encontrado en la zona diferencias en los niveles de carbono, nitrógeno e isótopos de hidrógeno e iridio que son similares en algunos aspectos a los que se encuentran en algunos asteroides. Además, partículas diminutas parecidas a algunos componentes de los meteoritos también han aparecido en la madera de los árboles caídos.

El cráter, en el lago Cheko

Estas pistas pueden no ser suficientes para llegar a una conclusión firme, pero los científicos creen además que el Cheko, un lago poco profundo en forma de embudo de aproximadamente cinco kilómetros, puede esconder el cráter de la explosión.
El equipo llegó a esta conclusión después de analizar el fondo del lago en 1999. En su estudio sísmico y magnético, observó que los sedimentos se habían estado formando durante cien años, lo que coincide con el «evento Tunguska». Es más, incluso se encontraron evidencias de la existencia de un objeto cerca de la mitad del fondo del lago, lo que podría ser algún resto pétreo del meteorito. Quizás el enigma no se resuelva hasta que alguien decida llegar hasta el fondo del lago y recuperar, un siglo después, lo que pudo habernos caído del cielo.
El estudio, en la revista Geochemistry Geophysics Geosystems
Fuente: ABC.ES

Miquel Sanchez- Pérez sobre la gran pirámide.





Si hay un monumento en la tierra que ha levantado la admiración de cuántas civilizaciones lo han contemplado, este es, sin duda, la Gran Pirámide de Guiza, la única de las siete maravillas de la antigüedad que todavía se alza majestuosa a pesar de los contratiempos que ha sufrido a lo largo de los milenios. Por ejemplo, ha perdido su revestimiento original e incluso el vértice que la culminaba.  El arquitectoMiquel Pérez-Sánchez ha puesto fin a estos agravios reconstruyendo informáticamente la que fuera la última morada del faraón Keops. Pero su tesis doctoral va mucho más allá de recuperar la forma original del monumento, también desarrolla una serie de teorías cuanto menos, sorprendentes.

-Se han hecho varias recreaciones en 3D de la Pirámide de Keops. ¿Qué aporta la suya?
-Hasta ahora se han hecho recreaciones ideales y esta es una recreación en su medida exacta. Y puedo decir que es exacta porque la propia pirámide certifica la reconstrucción.

-¿Cómo?
-A través de las leyes matemáticas. La primera confirmación fue que la superficie de la pirámide es 100.000 veces el número Pi en la unidad de medida que ellos utilizaban, el codo real. Eso significa que avanzaron en 3.000 años la definición del número Pi, y en una exactitud de seis decimales, cosa que no se consigue hasta el 500 d. C en China. Y la Gran Pirámide es del 2.500 a.C. Quise analizar a fondo todas sus medidas por si aportaban datos científicos.

-¿Y los aportan?
-Sí, y muchos. Es una pirámide muy singular porque empieza por tener un zócalo que da su unidad de medida, el codo real: 0,5236 metros.

-Era la medida habitual en las obras faraónicas…
-Efectivamente, pero es la única pirámide con zócalo y de un codo real. Otra peculiaridad: Las cuatro caras que definen la pirámide no son lisas. Su eje está un poco introducido para dentro, de tal manera que las apotemas están hundidas. No tiene cuatro caras triangulares, sino ocho semicaras triangulares, aunque las apotemas rehundidas presentaban un problema geométrico.

-¿Cúal?
-Hasta ahora se había definido que la base tenía 440 codos reales y la altura 280 más uno del zócalo. Estos 281 codos están proporcionados con la distancia del Sol en el perihelio, es decir, en el momento en que está más cercano a la Tierra. Mide 147,134 metros y la distancia al Sol en el perihelio es poco más de 147 millones de kilómetros. Multiplica la altura de la pirámide por 1.000 millones y…

-…llegamos al Sol. ¿No puede ser una casualidad?
-Podría serlo, pero curiosamente eso ya se sabía en la mitología asociada a la pirámide, la voz que nos llega del pasado.

-¿Qué más dice esa voz?
-En la reconstrucción, como que los ejes de las caras están ligeramente rehundidos, se producía una contradicción con las medidas hasta ahora aceptadas. La hilada de recubrimiento que ha quedado en la cara norte nos da con mucha aproximación la inclinación que tenía. Si la aplicamos, no llegamos arriba, nos quedamos cortos, no llegamos a la altura de 280 codos más uno. Eso me hizo pensar que quizás faltaba en la pirámide una coronación.

-El piramidón, ¿no?
-Sí, pero es que hasta ahora eran piramidales, por lo que hubiera tenido la misma inclinación y no se resolvía el problema de la falta de altura. Lo que estaría coronando la pirámide tenía que ser algo distinto, algo sobrepuesto. Pensando que las aristas de las pirámides representan los rayos pétreos del Sol, pensé que tal vez lo que había arriba era un símbolo del Sol, una forma esférica, una esfera.

-¿Lo ha podido verificar?
-Como en el vértice de la pirámide había una relación con el número e, la base de los logaritmos neperianos, pensé que el diámetro de la esfera podría ser e. Hice la simulación y me di cuenta de que el perímetro en codos reales de la plataforma que trunca la pirámide en su parte superior era el número Pi. Eso me confirmó la hipótesis de trabajo. Además, la altura del vértice me salía muy próxima al cociente de dividir un millón por 3.600. Para los egipcios, el millón era el número del infinito, y 3.600 son los segundos de una hora y un grado. Podría representar lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño.

-Vaya.
-Era una hipótesis de trabajo, pero no tuve la certeza hasta que medí la dimensión del monumento, y resultó ser 100.000 veces el número Pi. Eso ya me dio la pista de que íbamos por el buen camino y que la reconstrucción estaba realizada, pero el monumento me ofreció otra comprobación.

-¿Cuál?
-La suma en codos reales de la superficie, el volumen y el perímetro de la Gran Pirámide nos da un múltiplo de 888. Por otra parte, extrañamente, el monumento parecía tener medidas en metros, lo que es difícilmente explicable. Se me ocurrió hacer la transformación de codos reales a metros a través del número Phi, la proporción áurea, lo que permite una transformación absolutamente exacta entre ambas unidades. Y la suma de la superficie, el volumen y el perímetro en metros lo confirmó al repetir la ley del 888. 

-¿Y qué simboliza el 888? Suerte que no es el 666…
-El análisis del 888 nos lleva seguramente a entender que lo del 666 es un mito, como tantas cosas que nos llegan de la antigüedad. No he encontrado a nadie que me sepa explicar esta ley a nivel matemático. El dios único se oculta tras el 888. Es un tema complejo y apasionante. Utilizaron el 888 como confirmación del espacio y el tiempo del monumento.

-¿El tiempo?
-La Gran Pirámide tiene cuatro canales estelares que salen dos en dirección al norte y dos en dirección al sur de la Cámara del Rey y de la Cámara de la Reina. Dos alineaciones de Marte con los canales estelares del sur han permitido fijar con total exactitud las fechas inicial y final de la Gran Pirámide. Dentro del reinado de Keops vemos, a tres años del inicio, una alineación de Marte con uno de los canales, y unos tres años antes del final del reinado, se produce la otra. Las conclusiones nacen cuando ves que la distancia temporal que hay entre una y otra es de 6.216 días, y esto es 7 veces 888.

-¿Las alineaciones no podrían señalar otras cosas que no fueran el inicio y final de la construcción?
-No estábamos allí para fotografiarlo, pero ¿qué dirías que podrían indicar si no?

-Por ejemplo, el nacimiento de Keops.
-Eso podría ser si estuviéramos ante un monumento funerario, pero tiene una trascendencia muy superior.

-¿Cuál?
-Si te digo que este monumento conmemora el milenario de un gran cataclismo, ¿qué me dirás? La fecha inaugural son 1.000 años astronómicos de 365,25 días y la del inicio, 983 años solares, de 365,2422 días. Plutarco dice que la muerte de Osiris, que los egipcios celebraban con cuatro días de duelo, se produjo el 17 de athyr, y nos sitúa la posición del Sol en las constelaciones y nos describe la fase en que se halla la Luna. Con un avanzado programa informático de astronomía vi que unas de las fechas en las que se cumplían los datos de Plutarco, era exactamente 1.000 años antes del día señalado por el canal que fijaba el final de las obras.

-¿Y qué pudo haber pasado 1.000 años antes de la construcción?
-Muy probablemente se trate del llamado diluvio universal. La mitología del génesis egipcio es diluvial. Y en un templo se explica que el saber de Egipto proviene de siete sabios originarios de una tierra en la que todos sus habitantes murieron por una inundación repentina. Este tema ligaría con el mito de Osiris, un semidios extranjero que trajo la agricultura y que fue el primer faraón en unificar el Alto y el Bajo Egipto.

-¿Pero ese no fue el rey Escorpión?
-Son mitos paralelos, en algunos momentos puede fundirse entre ellos, aunque el mito de Osiris sea anterior.

-En el año 3.500 a.C. estamos en el período de Naqada II, en el pleno predinástico egipcio, y no se han encontrado evidencias de diluvios…
-Puede ser, pero no está claro que el diluvio fuera universal. Desde el punto de vista arqueológico no se han encontrado restos de un diluvio que lo cubriera todo. 

-¿La teoría es que Osiris era una persona de otra civilización coetánea con el período de Naqada?
-Efectivamente. Y una persona o la personificación de un pueblo.

-¿Y qué es la pirámide de Keops?
-El monumento conmemorativo de una gran destrucción, del diluvio universal, de su milenario. El padre de Keops, Snefru, construyó tres pirámides. La primera, la de Meidum, inicialmente era una pirámide escalonada, y al final de su reinado, después de haber construido dos pirámides en Dashur, la recubrieron con la misma inclinación que la Gran Pirámide: 51,84º. Parece, pues, como que estuvieran ensayando para conseguir la pirámide perfecta, como si tuvieran una cita con la historia.

-Vaya.
-El nombre oficial del monumento es El Horizonte de Keops. Cuando calculas el círculo del horizonte visible a partir de la curvatura de la Tierra desde la esfera que lo corona —que simbolizaría el Ojo de Horus o Udyat—, su radio es 43.200, en metros, un número que corresponde a los segundos de 12 horas. Y su diámetro, 86.400, los segundos de un día. La pirámide está ligada al 432 por varios elementos. Según nuestro estudio, el monumento tiene 99 hiladas. Si calculas la longitud de estas hiladas, ¿sabes qué te da en codos reales?

-¿888?
-No. 86.400.

-Los segundos del día.
-Sí. La esfera de coronación representa el Sol, por lógica simbólica. La suma de las inclinaciones de cada apotema es 432 por 432 segundos de arco, lo que multiplicado por las cuatro apotemas, da 864 por 864. Por tanto, el número solar está al menos repetido tres veces: en la inclinación, en la medida de las hileras y en el diámetro del Horizonte de Keops.

-¿Por qué las otras pirámides no se hicieron siguiendo estas medidas?
-Porque hablamos de una pirámide simbólica, una especie de enciclopedia pétrea que pretendía fundir el saber del pasado. El conocimiento que se encuentra en la Gran Pirámide es enciclopédico. 

-¿Qué nos enseña esta enciclopedia?
-Que conocían el número Pi, el Phi, el e, el plástico… Tenían conocimientos en matemáticas que nosotros no hemos alcanzado hasta el siglo XX, como es el caso del número plástico. En Astronomía conocían la precesión, las distancias de las estrellas… En geodesia, se sabían la Tierra de memoria, que era redonda, y algo excepcionalmente sorprendente: Puedo demostrar que tenían referenciada la Gran Pirámide respecto a un sistema de coordenadas geográficas, algo que nosotros no hicimos hasta el siglo XIX. El desconcierto es total. Hablamos de una civilización científica avanzada en el 2.500 a.C.

-¿Qué dicen los egiptólogos de su teoría?
-Estamos empezando a hablar. Los descubrimientos realizados no hubieran sido posibles sin 200 años de investigación egiptológica sobre el Antiguo Egipto, sin los ordenadores que permiten utilizar hojas de cálculo y sin los programas astronómicos que reconstruyen el cielo del pasado. Esta investigación es deudora de su tiempo, pero no resuelve todos los enigmas de la Gran Pirámide, al revés, abre enigmas nuevos.

-¿Cómo cuáles?
-¿Cómo lo hicieron, utilizando los números, ni que sea como unidades abstractas, para introducir tal cantidad de información matemática, geométrica, astronómica y geodésica en el monumento? La capacidad combinatoria es desconcertante. Hay tantas interrelaciones que es imposible pensar que sean fruto de la casualidad.

-Y yo que pensaba que el misterio de la Gran Pirámide estaba en su interior…
- El interior sigue siendo un misterio.


Fuente: La Vanguardia. (Hay un vídeo en 3D en la pagina de la entrevista por si a alguien le interesa)

El día que la Luna tapo al Sol



El eclipse anular de sol ha podido verse en una franja comprendida entre China y EEUU




A las 07.30 hora local de hoy (22.30 GMT del domingo) Tokio acogió, en un día parcialmente nublado, uneclipse anular de sol que generó una gran expectación e hizo que muchos japoneses salieran a la calle para no perderse el fenómeno. El eclipse pudo ser apreciado en gran parte del país, y fue seguido en las principales ciudades del centro y la costa este del archipiélago, en una jornada gris que hizo que su visionado solo pudiera hacerse en breves intervalos.
En la capital, la mayor metrópolis del mundo desde la que hoy se pudo contemplar el fenómeno, grupos de aficionados se reunieron hasta dos horas antes en algunos de los principales miradores de la ciudad. En la torre Mori, situada en una zona de la capital conocida como Roppongi Hills, centenares de personas llenaron paulatinamente desde las 05 de la mañana (20.00 GMT del domingo) el helipuerto del colosal edificio, situado en la planta 54, a unos 270 metros de altura, y convertido para la ocasión en un improvisado observatorio.
En la cúspide de la torre, padres con niños, parejas, trabajadores y familias enteras ataviados con gafas especiales, filtros, cámaras o telescopios no apartaron su vista del cielo para no perderse el lento recorrido de dos horas hasta que la Luna tapó el Sol para convertirlo en un anillo de luz. La emoción de los asistentes fue creciendo hasta el momento culminante en el que el eclipse alcanzó el 94 por ciento, y fue anunciado con megáfonos y celebrado con una cuenta atrás entre grandes aplausos y el asombro de los participantes.
"Ha sido muy emocionante ver como la Luna iba cubriendo el Sol hasta convertirse en un anillo. Eso ha sido increíble", aseguró visiblemente emocionada Ayumi, una madre nipona que no quiso perderse el eclipse desde el helipuerto acompañada por su hija. Las dos desafiaron el desapacible frío de las alturas y el madrugón para no perderse el primer eclipse solar que puede verse en la capital desde hace 173 años: "Ha merecido la pena levantarse tan pronto, aunque ha sido una lástima que no haya hecho un buen día con menos nubes", lamentó Ayumi.
Durante la última semana, numerosos grandes almacenes y pequeñas tiendas de Japón llenaron sus estanterías con gafas, filtros o libros sobre astronomía para ofrecer a la gente todos los utensilios necesarios para no dañarse la vista y permitir la correcta visión del eclipse.

Fuente: Publico.es 

Bajo las aguas: iglesia de Sau, Osona

  


El condado de Osona fue constituido hacia el 798, sobre la base del antiguo obispado de Osona, su capital era Vich (Vicus). El primer conde fue Borrell de Osona, quien murió antes del 820. En el 826 fue ocupado por el conde de Conflent y Rasés, el rebelde Guillemó, y el capitán Aissó y sus gentes, con lo cual el condado quedó despoblado durante muchos años.
A comienzos del siglo XII el condado forma ya parte del de Barcelona. Es entonces cuando empieza a expandirse e incorpora el condado de Manresa, nombre que adoptará todo el condado de Osona. 

Entre los muchos castillos de la comarca se encontraba el de Cornil o Corneli, vigía de una zona repleta de vestigios de un pasado remoto y una larga ocupación humana. Desde la cascada de más de ochenta metros de altura que vierte sus aguas al valle se llega al pueblo de Tavertet y a su entorno dolménico (dólmenes de  St.Corneli, la Vena, Rajols, Can Tafura). Existen también restos neolíticos, en las cuevas de Pixarelles y Can Feló;  y otros íberos como el Poblado de la Cau y la Muralla del Castell.

Entre los pueblos del valle inundado por el pantano de Sau en los años sesenta destaca la iglesia parroquial de Sant Romá, dependiente al igual que el resto de casales y aldeas del castillo de Corneli. La iglesia aparece documentada en 1025 y 1050, antes de que la "obra vieja" sea sustituída por un nuevo templo consagrado por Guillem de Balsareny, obispo de Vic, en 1061.

La tipología lombarda es característica de las iglesias del siglo XI, si bien se hicieron numerosos cambios y reformas hasta entrado el XVIII. Entonces, por motivos poco claros, desapareció el ábside, se colocó una cubierta piramidal al campanario y la orientación del templo fue cambiada.

Durante los años de sequía es posible acceder al templo. También puede llegarse a pie hasta el campanario en momentos puntuales de aquellos inviernos cuyas temperaturas extremas llegan a helar las aguas. 



Fuente: www.romanicat.net

Ellos no fueron solos

Descendiente de españoles, sor Juan Inés de la Cruz, a la derecha, nació en México en 1651. Brillante, culta, aguda y sensible, reivindicó el papel de las oprimidas mujeres





sabel Barreto. La única almiranta de Felipe II y su nombre no dice nada. Aventurera a la altura de Magallanes y Orellana. Soñadora capaz de ajusticiar a un marinero desobediente y avisar a navegantes: “Señor, matadlo o hacedlo matar… y si no, lo haré yo con este machete”. Una de tantas mujeres que protagonizaron gestas épicas en el Nuevo Mundo y olvidos legendarios en el Viejo. América no solo fue cosa de hombres. Pisando los talones de Colón se movilizaron un tropel de pioneras como Isabel Barreto, recordadas en una exposición en el Museo Naval de Madrid cuyo título lo dice todo: No fueron solos.
En 1595, tras enviudar, Isabel Barreto asumió el mando de la expedición que había partido de Perú en busca de las islas Salomón, donde ella y su marido, Álvaro de Mendaña y Neira, ubicaban Ophir, un reino de oro y piedras preciosas, otro Eldorado de los tantos de la época. Ni le intimidó la idea de cruzar el Pacífico ni le atemorizó hacerse cargo de una tripulación de héroes y villanos a partes iguales, que conspiraban para amotinarse cada dos por tres, que a la mínima amenazaban con beber en la calavera del prójimo, que malvivían a fuerza de agua con cucarachas podridas y tortitas amasadas con el mar.
Barreto se puso a la altura de aquellos marinos que navegaban con la muerte enrolada entre ellos. “Apenas había día que no echasen a la mar uno o dos [cadáveres], y día hubo de tres y cuatro”, escribió Pedro Fernández de Quirós, piloto y cronista de la travesía. A él debemos esta descripción de su jefa: “De carácter varonil, autoritaria, indómita, impondrá su voluntad despótica a todos los que están bajo su mando, sobre todo en el peligroso viaje hacia Manila”. En su búsqueda de las Salomón se toparon con las desconocidas islas Marquesas, donde fondearon. No cabe duda de que Isabel Barreto desconocía el desaliento. Con 7.000 millas náuticas a sus espaldas, el descontento de la tripulación soplándole en el cogote y un marido recién fallecido, ordenó zarpar hacia Filipinas. Pocos discutirían sus cargos (almiranta, gobernadora de Santa Cruz y adelantada de las islas de Poniente) cuando avistaron Manila. Allí se casaría con Fernando de Castro, al que contagió su arrebato y embarcó en otra enfebrecida travesía hacia las Salomón.
No fue Barreto la única protagonista de aquellos días de choque de civilizaciones. Sin embargo, fuera del circuito académico apenas han trascendido sus historias. “Mucho se ha hablado y escrito de la participación del hombre, del caballo e incluso del perro en la conquista del Nuevo Mundo. Muy poco, sin embargo, acerca de la participación de la mujer y de su importantísima labor en todos los aconteceres de lo que supuso el descubrimiento, conquista y colonización de las tierras americanas”, escribe el historiador de la Universidad de Vermont Juan Francisco Maura en el libro Españolas de ultramar en la historia y la literatura, publicado por la Universidad de Valencia.
¿Cuándo fueron las primeras? De la mano de Colón. En el tercer viaje del almirante (1497-1498) iban a bordo 30 mujeres a petición de los reyes Isabel y Fernando, aunque en los últimos años, según Maura, se ha constatado la presencia de embarcadas en el segundo (1493) y algún historiador sostiene que podrían haber participado en el primero (1492). Se desconoce con exactitud cuántas partieron hacia América porque muchas no figuran en los registros y otras viajaron ilegalmente, pero entre 1509 y 1607 se han contabilizado, según la investigadora de la Universidad de Alicante Mar Langa Pizarro, 13.218 pasajeras. Emigraron muchas –el 36% de los inscritos–, y entre ellas, algunas poderosas. María de Toledo, nuera de Cristóbal Colón –se casó con su hijo Diego–, fue virreina de las Indias Occidentales entre 1515 y 1520, aunque no le concedieron el permiso para dirigir la Armada y colonizar tierra firme después de la muerte de su esposo. María sufrió prejuicios sexistas (no se libró pese a sus redes familiares: era sobrina de Fernando de Aragón) y practicó prejuicios raciales (en una carta da poderes para que le lleven a las Indias “300 piezas de esclavos negros”). Bueno, en puridad histórica, no fueron tales, aclara el catedrático de Historia Moderna Carlos Martínez Shaw: “En la época no había prejuicios racistas, simplemente los europeos veían la esclavitud de los negros como la cosa más natural del mundo”.

Una de las razones por las que se ha borrado la presencia femenina es malévola: “Para presentar a los españoles como una panda de piratas que solo buscan sexo y oro. Las mujeres humanizan el proceso”, expone Juan Francisco Maura, que achaca el silenciamiento al gran peso de la historiografía anglosajona para contar la aventura americana hispana. “En general presentan a los anglosajones como colonos, sin el matiz violento de la conquista, mientras que dibujan a los españoles como saqueadores y violadores que querían hacerse ricos”, contrasta. Desde luego, subraya, las pioneras en llegar a América no iban en el Mayfloweren 1620. Hacía décadas que miles de españolas de todo pelaje habían recomenzado su vida al otro lado del océano. “Y no solo en un segundo plano como muchos quieren pensar, sino a la vanguardia de una sociedad naciente”, aclara Maura.

En menos de un siglo emigraron 13.218 mujeres de variada clase. Todas se Iban "a valer más", según Pérez Canto
Hubo armadoras como la sevillana Francisca Ponce de León, que fleta su nao San Telmo a Santo Domingo 17 años después del descubrimiento; gobernadoras como Beatriz de la Cueva, que rigió los destinos de Guatemala; innovadoras como María Escobar, la primera en importar y cultivar trigo en América; empresarias como Mencía Ortiz, que funda una compañía para enviar mercancías a las Indias en 1549, o feroces conquistadoras como la extremeña Inés Suárez, que embarcó en 1537 como servidora de Pedro de Valdivia y acabó siendo su amante y guerreando contra los araucanos en Chile, a cuyos caciques (presos) decapitó sin contemplaciones. No eran tiempos de convenciones que defendiesen derechos de prisioneros de guerra.
Parte del trasiego hacia América se debe a una orden de la Corona (1515), que pronto obligó a todos los cargos y empleados públicos a embarcarse con sus esposas. “Las mujeres seguían a sus maridos, padres o hermanos o un alto funcionario con séquito o servicio, pero esto enmascara muchas situaciones, y a partir de 1550, más o menos, muchas viajaron solas buscando el cónyuge que no siempre encontraron o llevadas por otros bajo fórmulas muy distintas, criadas, amigas, institutrices. Todas, fuera cual fuera su posición, llegaron a América a valer más”, sostiene Pilar Pérez Canto, catedrática de Historia y coordinadora, junto a Asunción Lavrín, del volumen La historia de las mujeres en España y América Latina (Cátedra).
El sueño transoceánico contagió a toda la población. Las solteras no se arredraron: fueron el 60% de las que emigraron. Ricas, pobres, religiosas, prostitutas o aventureras con certificado de buena conducta, imprescindible para viajar legalmente. Las trabas migratorias no son un invento moderno: en una real cédula de 1549 se prohibía el viaje de “judíos y moros conversos, reconciliados con la Iglesia, hijos y nietos de quemados por herejía, extranjeros nacidos fuera de los territorios del imperio español y esclavos blancos y negros sin licencia especial”. Tampoco los subterfugios ni los burladores de la ley son modernos… ni masculinos (en exclusiva). Francisca Brava hizo las Américas sin dejar tierra firme. En un documento del Archivo de Indias se da cuenta de su negocio: “Quien quiera comprar una licencia para pasar a las Indias, váyase entre la puerta de San Juan y de Santiesteban, al camino que sale a Tudela, cabo de una puente de piedra, y allí pregunte por Francisca Brava, que allí se la venderá”.
Lo que las une a todas, según Carolina Aguado, comisaria de la exposición del Museo Naval de Madrid, son sus narices. “Eran mujeres de armas tomar. Abandonan un país en el siglo XVI y una sociedad donde la mujer era un cero a la izquierda y se meten en un barco cuando esos viajes eran terroríficos, con riesgo de pirateo y naufragio para llegar a una sociedad que no conocían”. A la comisaria le impresiona la peripecia de Mencía Calderón, que viaja con sus tres hijas y toma las riendas de la expedición al fallecer su marido, Juan de Sanabria: “Tardan seis años en llegar a Asunción, afrontan una tempestad, les atacan piratas y luego los indios tupis, ella pierde a una hija, y cuando en Brasil no les dejan volver a embarcar, se pone al frente del grupo que cruza el Mato Grosso. Del medio centenar de mujeres que habían zarpado llegan solo diez”. La gesta de Calderón se ha popularizado en los últimos años gracias a la novela de Elvira Menéndez El corazón del océano (Temas de Hoy), que ha inspirado una serie que emitirá Antena 3, con Ingrid Rubio, Clara Lago y Hugo Silva en el reparto.

Cada día de la expedición que dirigió Isabel Barreto "echaban uno o dos cadáveres al mar"
Uno de los testimonios femeninos más notables en la conquista americana fue narrado en primera persona por Isabel de Guevara, una de las fundadoras de Asunción y Buenos Aires, en una carta enviada a la princesa Juana, hermana de Felipe II, el 2 de julio de 1556, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional. En ella detalla las penalidades sufridas por los 1.500 hombres y mujeres del grupo que encabezó Pedro de Mendoza hasta el río de la Plata. “Al cabo de tres meses murieron mil, esta hambre fue tamaña que ni la de Jerusalén se le puede igualar, ni con otra ninguna se puede comparar. Vinieron los hombres en tanta flaqueza, que todos los trabajos cargaban de las pobres mujeres, así lavarles las ropas, como curarles, hacerles de comer lo poco que tenían, limpiarlos, hacer centinela, rondar los fuegos, armar las ballestas cuando algunas veces los indios les vienen a dar guerra (…), dar arma por el campo a voces, sargenteando y poniendo en orden los soldados (…). Si no fuera por ellas, todos fueran acabados; y si no fuera por la honra de los hombres, muchas más cosas escribiera con verdad y los diera a ellos por testigos”.
La investigadora Mar Langa, que ultima el libro Mujeres de armas tomar, que editará Servilibro en Paraguay, cree que “probablemente” lo que omite es el canibalismo, detallado por testigos que sobrevivieron a la hambruna. En Viaje al río de la Plata (1567), el bávaro Ulrico Schmidl narró lo siguiente: “Tres españoles se robaron un rocín y se lo comieron sin ser sentidos, mas cuando se llegó a saber los mandaron prender e hicieron declarar con tormento; y luego que confesaron el delito los condenaron a muerte en la horca (…). Esa misma noche, otros españoles se arrimaron a los tres colgados en las horcas y les cortaron los muslos y otros pedazos de carne (…) para satisfacer el hambre”.
Los archivos españoles tutelan historias similares. Maura destaca que son un territorio inexplorado, “formidable pero sin catalogar”. No sabemos lo que no sabemos. Una cosa sí: cada documento deteriorado (y sin digitalizar) esparce una nube de amnesia sobre el pasado. Gracias a los archivos conocemos cuándo se fundaron el primer convento y el primer prostíbulo, aunque no lo hicieran precisamente en este orden. Cuatro beatas que habían viajado con Hernán Cortés abrieron las puertas del primer monasterio femenino (en el que acabarían ingresando dos nietas del emperador Moctezuma) en Ciudad de México en 1540. Para entonces la primera “casa de mujeres públicas” autorizada por la corona española era ya una institución consolidada en la ciudad de Santo Domingo, desde que el rey aprobó su construcción en agosto de 1526, “por la honestidad de la ciudad y mujeres casadas de ella y por excusar otros daños e inconvenientes”.

Tras compartir 11 meses agónicos, Ana de Ayala enterró a Orellana junto al Amazonas
Viajaron rameras, pero no todas las aventureras eran meretrices como a veces algunos interpretan. Alfonso Dávila, director del Archivo General de la Administración, investigó la biografía de la sevillana Ana de Ayala, esposa de Francisco de Orellana, para una exposición sobre la exploración del Amazonas. “Es una de las grandes incógnitas de la historia de España, unos la convierten en noble y otros en prostituta que vive amancebada con Orellana en Sevilla mientras prepara la segunda incursión en el Amazonas, debió de ser una mujer de clase media, de grandes redaños, porque se casó en contra de todos con Orellana”, explica Dávila.
Orellana y Ayala zarparon en 1544 a pesar de las órdenes de cancelar la travesía. La flota, que salió con 400 hombres y cuatro capitanes, se diezmó nada más llegar a Cabo Verde, “posiblemente por el agua corrompida y la falta de provisiones”. Orellana desoyó todos los presagios que anticipaban el desastre y dividió el menguado grupo en dos lanchas con las que embocaron el Amazonas. Surcaron el gran río durante 11 meses, perdidos, extinguiéndose uno tras otro, incluido Orellana, al que Ana de Ayala enterró en la orilla izquierda, bajo la sombra de un árbol. Sobrevivieron 44 personas, entre ellas la sevillana, que tuvo la valentía de afear al rey que la falta de medios les había precipitado al fracaso.
Quizá la única trayectoria que se impuso al olvido fue la de Catalina de Erauso, la singular monja alférez. Su asombrosa vida se transmitió y agrandó en diversas obras, que es la vía más directa para abrirse un hueco en la eternidad. Erauso, novicia en un convento español, zarpó para América, donde luchó vestida de soldado en un sinfín de combates que acabaron granjeándole el respeto de compañeros y superiores. Todas sus vulneraciones de la norma fueron toleradas. Incluida su sexualidad, porque Erauso jamás ocultó sus preferencias: “A pocos días me dio a entender que tendría a bien que me casase con su hija, que allí consigo tenía; la cual era muy negra y fea como un diablo, muy contraria a mi gusto, que fue siempre de buenas caras”. Lo dejó escrito en sus memorias hace casi cuatrocientos años, poco antes de coger de nuevo otro barco para América.
La exposición ‘No fueron solos’ podrá visitarse en el Museo Naval de Madrid desde el 21 de mayo hasta el 30 de septiembre.
Fuente: El pais.es