Paleontólogos descubren en Sudáfrica los nidos de dinosaurio más antiguos del mundo

Está firmemente establecido que el ser humano se originó en África hace unos tres millones de años. Los restos más antiguos se encuentran a una media hora de mi casa, en las cuevas de Sterkfontein donde en 1947 se descubrió el cráneo femenino fosilizado del homínido más antiguo (2-2,3 millones de años) que bautizaron con el nombre de Sra. Ples, más fácil que llamarla por su nombre científico, Sra. Plesianthropus Transvaalensis.
El trabajo en estas cuevas continúa y se siguen encontrando fósiles que atestiguan a la edad del lugar. En 2005 se estableció un centro y museo para los visitantes, Maropeng, cerca de las cuevas y dentro de lo que se conoce internacionalmente con el nombre de "la cuna de la humanidad", unos 340 km² de naturaleza protegidos por los estatutos del Patrimonio de la Humanidad. Es irónico que los que no somos de este continente hayamos venido a parar aquí después de que la humanidad se empezara a desperdigar hace tres millones de años.

Por si la Sra. Ples no fuese suficiente para mantener a Sudáfrica en un lugar prominente en el mapa de la paleontología, se acaban de descubrir los embriones fosilizados del nido de dinosaurios más antiguo del mundo. Junto a varios huevos, algunos con embriones dentro, hay huellas de bebés dinosaurios. Los nidos los construyeron los Massospondylus, dinosaurios de unos seis metros de longitud, los más comunes en sus tiempos.

Por las huellas fosilizadas se cree que el dinosaurio era un animal que cuidaba de su familia. Algunas huellas son minúsculas, otras mayores pero sin llegar a ser de adultos, lo que sugiere que los recién nacidos, al no tener dientes, no podían dejar el nido hasta haber doblado en tamaño, sugiriendo que los padres los alimentaban hasta que pudieran dejar el nido y ser autosuficientes. 

Más de diez nidos se han descubierto en la provincia del Free State, dentro del Parque Nacional Golden Gate Highlands, en Clarens, otra joya turística, donde también existen pinturas rupestres.
Los nidos se encuentran en un corte en la roca de sólo 25 metros casi vertical, auqnue se cree que deberá haber una cantidad mucho mayor enterrada todavía en la roca del acantilado. La erosión natural dejará al descubierto muchos más nidos en el futuro.

Lo importante es que si bien se dispone de mucha información sobre los dinosaurios, existe una escasez de fósiles acerca de la biología reproductiva en general y en particular sobre la de los dinosaurios más primitivos. Este yacimiento se encuentra al lado de donde se cree había un río hace 190 millones de años, por lo que este yacimiento debe tener cien millones de años más que el más antiguo encontrado hasta el presente.

Hallan en Sudáfrica los primeros artefactos de la cultura humana moderna

Una de las grandes paradojas de la paleontología es el llamado Gran Salto, o aparición repentina en Europa, hace unos 40.000 años, de los instrumentos avanzados propios de la creatividad humana moderna. Pero los últimos datos revelan que ese Gran Salto ya había ocurrido en África 4.000 años antes. Un grupo de arqueólogos encabezados por Francesco d’Erico, de la Universidad de Burdeos, acaba de descubrir estas evidencias en la cueva de la Frontera (Border Cave), un yacimiento de extraordinaria riqueza situado en el límite entre Suazilandia y la provincia surafricana de Zululandia, en el sudeste del continente. Los artefactos pertenecen a la cultura San, uno de los grupos de bosquimanos que, según todas las evidencias, inventaron la moderna cultura de los cazadores-recolectores que enseguida se propagó por el mundo.
Las huellas arqueológicas de instrumentos sofisticados y de la primera cultura simbólica de que se tiene noticia ya habían aparecido en este y otros yacimientos sudafricanos —en particular la cueva Blombos, en el puro extremo meridional del continente— en estratos datados hace 75.000 años. Sin embargo, esa cultura relativamente avanzada no debió establecerse con firmeza, pues desapareció 15.000 años después sin dejar rastro aparente.

Este grupo fue el primero, si no en domesticar abejas, sí en utilizar su cera

Los artefactos de la cultura San hallados en la cueva de la Frontera, por el contrario, abarcan un periodo extenso de tiempo y un abanico mucho más amplio de tecnologías. Incluyen ornamentos corporales hechos de conchas y cuentas, huesos con muescas, bastones de madera para excavar, punzones de hueso y puntas de flecha del mismo material. Los resultados se presentan este martes en PNAS.
Los San también fueron los primeros, si no en domesticar a las abejas, al menos sí en utilizar la cera de las colmenas para sus propósitos industriales, según proponen los autores. La cueva de la Frontera contiene restos analizables de una pócima hecha con huevo, cera de abeja y resina de euphorbia, un material francamente pegajoso que los primitivos bosquimanos, posiblemente, utilizaban para adherir las herramientas a su mango. El primer pegamento de la historia, datado en 40.000 años.
El artefacto más reciente, que data de hace 24.000 años, es un aplicador de veneno que aún conserva restos tóxicos derivados de semillas de ricino. Nuestros ancestros no se andaban con tonterías a la hora de cazar.

El artefacto más reciente,
que data de hace 24.000 años,
es un aplicador de veneno

Los resultados añaden fuerza a otras evidencias genómicas obtenidas el año pasado, y a los análisis lingüísticos que se han ido acumulando en los últimos años. También según estas líneas de investigación, nuestros primeros ancestros eran bosquimanos del sur de África, como los San, y se comunicaban en khoisán, el lenguaje-clic que probablemente fue lengua ancestral de la humanidad, donde las consonantes eran chasquidos como el que aún usamos para indicar fastidio, y como el sonido de un beso.
Los San y otros bosquimanos del sur revelan una variedad genética interna mucho mayor que cualquier otra población humana actual. Y la explicación más simple es que toda la humanidad actual proviene de aquellos primitivos habitantes del sur de África —no de Etiopía, como se pensaba anteriormente—, y que los actuales hablantes de lenguajes clic son los herederos en línea directa de nuestros primeros padres.

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La leyenda de la Torre de los Siete Suelos de la Alhambra.




El rey  Boabdil, antes de abandonar Granada rumbo al exilio, ordenó esconder todos sus tesoros en una torre de la Alhambra. Un soldado fue empujado al interior de la torre, junto al , las joyas y los demás objetos de valor, con la misión de protegerlos. Cerraron la puerta a su espalda, y después un mago de la corte realizó un poderoso encantamiento. Mediante el mismo el contenido de la torre quedaba oculto para siempre a la rapiña de los cristianos, y el soldado, de forma indirecta, condenado a permanecer allí prisionero probablemente hasta el fin del mundo.



Como al rey esto le pareció un castigo demasiado cruel, se establecieron ciertas condiciones que tal vez permitan al soldado conseguir algún día su libertad. Cada tres años puede salir durante breves instantes al exterior. Ha de encontrar entonces a alguien que pague su rescate, el cual consiste en tres monedas prestadas, pensadas y dobladas (es decir, el rescatador tiene que pedírselas a un amigo, hacerle pensar que son para él, y cada una debe valer el doble que la anterior). Si las consigue, tiene derecho a llevarse una pequeña parte del tesoro como . Pero hasta el día de hoy eso no ha sucedido, y el soldado sigue prisionero entre aquellas cuatro paredes, consumiéndose poco a poco, tal vez perdiendo la cordura lentamente…
De esta leyenda existen pequeñas variantes. En esencia, me he atenido a lo que se extrae de " Los tesoreos de la Alhambra relato del costumbristaSerafín EstébanesCalderón publicado por primera vez en 1832. Este narra cómo un estudiante se encuentra con el soldado mientras pasea por las cercanías de La Alhambra . Aunque consigue las tres monedas, el soldado no obtiene la libertad (ni el estudiante parte del tesoro) porque una de ellas lleva la efigie de los Reyes Católicos. Por si alguien tiene curiosidad, la torre que Estébanez Calderón escoge como escenario del encantamiento es la conocida actualmente como Torre de Los Picos.

Según otra versión, también protagonizada por un estudiante, la condición para rescatar al soldado consiste en ir acompañado por una joven cristiana y por un sacerdote en ayuno, quien ha de portar una cesta llena de manjares sin intentar comer ninguno durante el camino. Washinton Irvin escribió también un relato sobre el tesoro encantado, titulado "El legado del Moro" al que sitúa en un subterráneo al cual se accede a través de la Torre de los Siete Suelos. Aquí no hay solo un soldado encantado, sino dos, pero permanecen inmóviles junto al tesoro y no juegan ningún papel en la narración.

Imagen: Wikipedia.

Si brillantes científicos creían en fenómenos paranormales ¿por qué nosotros no?

Se supone que los científicos deben mantener una actitud seria, se supone que no deben creer en fenómenos paranormales (también llamados “psi”). Una encuesta en 1991 entre los miembros de la Academia Nacional de Ciencias reveló que sólo el 4% creía en la Percepción Extrasensorial, aunque un 10% pensó que era un tema de estudio interesante. ¿Será que en verdad no creen o que, por defender una reputación seria, se afirman escépticos?

A lo largo de la historia, han existido notables científicos que sí creían en fenómenos que no podían ser explicados. Por ejemplo, Jung creía en la sincronicidad, que consiste en dos o más eventos que parecen coincidencias, pero que tienen una conexión  acausal subyacente. Según Jung, la ciencia convencional no los puede explicar, pues pertenecen tanto a planos mentales como físicos.

Freud también creía en fenómenos como la telepatía. El sueño, según él, creaba condiciones favorables para enviar y recibir mensajes. Creía además que se podía comunicar con su hija, Anna, y un colega, Sandor Ferenczi, telepáticamente, sin embargo, disuadió a éste de reportar las experiencias. Su interés lo expresó más en una esfera privada que en la pública. Con el tiempo, sin embargo, se inclinó a desestimar fenómenos paranormales, de ahí que se distanciara, entre otras cosas, de Carl Jung.
El premio Nobel, Wolfgang Pauli también creía en la sincronicidad, pensaba que eran producto de los hilos con los que se entreteje la Naturaleza. Creía también en postular un orden cósmico en el que los objetos materiales estén sujetos a sus imágenes internas.

Otro físico, Freeman Dyson afirmaba que los fenómenos paranormales existían pero que yacían fuera de los límites de la ciencia y que nadie había podido estudiarlos porque generalmente ocurren bajo condiciones de gran emoción y estrés, lo que los hace incompatibles con procedimientos científicos.
Brian Josephson, premio Nobel en 1973, afirma que la telepatía existe y que la física cuántica puede ayudarnos a entender sus propiedades básicas.

Podemos nombrar a muchos otros científicos que han abierto su mente a psi. Quedémonos con estas palabras de Alan Turing: “La idea de que nuestros cuerpos se mueven de acuerdo a las leyes de la física, junto con otras aún no descubiertas, pero de alguna forma similares, sería un primer paso para creer”. Después de todo, ¿por qué no abrirse al hecho de que existen muchísimos aspectos de la vida que la ciencia aún no ha descubierto?

El Yeti es sometido a pruebas de ADN

Un equipo de científicos analizará restos orgánicos que podrían pertenecer al supuesto habitante de las nieves

 Madrid. (Reuters/EP).- Un equipo de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Lausana ha recurrido a pruebas genéticas de ADN para probar la existencia del monstruo conocido como el Yeti.
Para lograrlo, los expertos han recogido restos orgánicos que podrían pertenecer a la criatura, en lugares en los que algunos excursionistas han asegurado haberlo visto.

Según ha indicado uno de los autores, Bryan Sykes, la idea de este trabajo surgió a raíz de "los numerosos informes engañosos y excéntricos que existían" acerca del fenómeno del Yeti. "Decidimos dar al caso un enfoque sistemático y utilizar los últimos avances en las pruebas genéticas", ha indicado.
De este modo, se han realizado "nuevas pruebas" sobre las pruebas ya existentes de anteriores avistamiento, con resultados más fiables debido al avance de las técnicas.

Además, se ha recogido nuevos restos orgánicos, como pelos, de algunas zonas en las que, según testigos, habita la criatura. "Las pruebas hasta ahora por lo general han concluido que los supuestos restos del Yeti eran realmente humanos. Pero eso podría haber sido el resultado de la contaminación de pruebas y nunca se ha vuelto a hacer una revisión de datos", ha explicado Sykes.

Desde que en 1951 una expedición al Everest regresó con fotografías de huellas gigantes en la nieve, se ha especulado acerca de las criaturas gigantes del Himalaya, desconocidas para la ciencia.
Desde entonces ha habido informes de testigos presenciales que dicen haberlo visto en el Himalaya, en Estados Unidos (donde le conocen como 'Bigfoot' o 'Sasquatch'), en las montañas del Cáucaso (en donde le llaman 'Almasty') y en Sumatra ('Orang pendek').

Descubren en Turquía una colosal estatua de la Edad del Bronce

Un equipo internacional de arqueólogos ha desenterrado una colosal escultura humana en el yacimiento de Tayinta, en el sureste de Turquía. La figura formaba parte de la puerta monumental que daba acceso al reino de Neo-Hitiya entre los años 1.000 y 738 a.C. La parte superior de la pieza, la cabeza y el torso, ha aparecido intacta, por lo que los investigadores creen que la figura completa pudo haber medido hasta 4 metros.

Para Tim Harrison, director del Proyecto Arqueológico Tayinat y profesor de Arqueología del Cercano Oriente en la Universidad de Toronto, esta escultura «ofrece una idea viva del carácter innovador y la sofisticación de las culturas de la Edad de Hierro que surgieron en el Mediterráneo oriental tras la caída de las grandes potencias imperiales de la Edad de Bronce al final del segundo milenio antes de Cristo».


La cabeza y el torso de la figura humana, intacta hasta justo por encima de su cintura, se encuentran aproximadamente a 1,5 metros de altura, lo que sugiere una longitud total de 3,5 a 4 metros. El rostro de la figura es barbudo, con ojos muy bien conservados con incrustaciones de piedra blancas y negras. Su cabello ha sido peinado en una complicada serie de rizos alineados en filas lineales. Ambos brazos se extienden hacia delante desde el codo, cada uno con dos brazaletes decorados con cabezas de león. La mano derecha de la figura sostiene una lanza, y en su izquierda hay trigo. Un pectoral en forma de media luna adorna su pecho. Una larga inscripción jeroglífica luvita, tallada en altorrelieve en la espalda, registra las campañas y los logros de Suppiluliuma, probablemente el mismo rey que se enfrentó al ataque del asirio Salmanasar III en el año 858 antes de Cristo.

Junto a la figura humana hay una segunda escultura, base de una gran columna semicircular de aproximadamente un metro de altura y 90 centímetros de diámetro. Un toro alado está tallado en la parte frontal de la columna, flanqueado por una esfinge a su izquierda. El lado derecho de la columna es plana y sin decoración, un indicio de que originalmente se encontraba contra la pared.

La presencia de colosales estatuas humanas, a menudo con leones o esfinges, forma parte de una tradición de la Edad de Bronce hitita. Los reyes eran los guardianes divinos de las ciudades.

Vía: www.abc.es