Arqueólogos hallan un cementerio de hace 3.000 años en un templo de Amenhotep II


Los arqueólogos descubrieron en las tumbas varios esqueletos y unos 12 vasos canopos, que los antiguos egipcios utilizaban para guardar las vísceras del fallecido embalsamadas.

Un cementerio con tumbas excavadas en la roca, que datan de entre 664 y 1075 a. C., ha sido descubierto en el interior de un templo del faraón Amenhotep II (1291-1550 a.C.) en la ciudad monumental de Luxor, a unos 700 kilómetros al sur de El Cairo.

El Ministerio de Estado para las Antigüedades ha anunciado en un comunicado que el descubrimiento se produjo durante los trabajos de limpieza y excavaciones llevados a cabo por arqueólogos italianos en el templo funerario de Amenhotep II, en la orilla occidental del Nilo.

Cada tumba contiene un pozo que conduce a una habitación, donde se enterraba el difunto y donde fueron encontrados restos de ataúdes de madera con inscripciones y dibujos en rojo y negro.

Además, los arqueólogos descubrieron en las tumbas varios esqueletos y unos doce vasos canopos, que los antiguos egipcios utilizaban para guardar las vísceras del fallecido embalsamadas. Los vasos tienen tapas con la forma de cada uno de los cuatro hijos del dios Horus, responsables de proteger los órganos del muerto.

Amenhotep II, el conquistador implacable

Cazador, atleta y poderoso guerrero, el faraón Amenhotep II consolidó las conquistas de su padre Tutmosis III en el Próximo Oriente, pero a diferencia de éste no mostró clemencia con los vencidos.

Cuando ciñó la doble corona de Egipto, a la muerte de su padre Tutmosis III, Amenhotep II recibió la mayor herencia jamás otorgada a ningún otro faraón. Tutmosis III, el auténtico forjador del Imperio Nuevo, protagonizó diecisiete victoriosas campañas militares que le permitieron ampliar enormemente las fronteras de Egipto y convertirlo en el país más poderoso de su época. Su imperio se extendía desde Nubia, en el actual Sudán, hasta Palestina, territorio que Tutmosis logró conquistar en la decimocuarta campaña de su reinado.
Amenhotep II fue hijo de Hatshepsut Merire, segunda esposa de Tutmosis III, y fue asociado al trono por su padre, dos años antes de su muerte. Al igual que su padre, Amenhotep II fue un faraón guerrero, que se jactaba de la formación militar que había adquirido en Menfis, así como de sus hazañas en las múltiples expediciones de caza que se complacía en organizar. De hecho, consiguió pasar a la posteridad como un aguerrido y atlético rey, con tanta fuerza física que, según sus propias palabras, grabadas en la piedra, nadie fue capaz de tensar su arco. Un bajorrelieve de Karnak, expuesto hoy en el museo de Luxor, nos muestra a Amenhotep II como arquero, disparando flechas sobre un blanco de cobre, con las riendas de su tiro de caballos atadas a la cintura.

Primeras campañas

Desde su acceso al trono, Amenhotep se propuso consolidar el imperio recién conquistado por su progenitor y, lo más importante, defenderlo frente a las amenazas exteriores, particularmente del tradicional enemigo de Egipto en ese período, Mitanni, un reino situado en los límites de la actual Armenia que realizó numerosos ataques a posiciones egipcias en Siria. El nuevo faraón llevó a cabo tres campañas bélicas en suelo sirio. La primera incursión tuvo lugar en el tercer año de su reinado con el objetivo de sofocar un levantamiento secesionista por parte de una coalición de príncipes asiáticos del sur de Siria. Aunque poseemos escasos detalles de esta campaña, se consideró una victoria fácil, a juzgar por el escaso número de enemigos capturados.

La siguiente campaña, iniciada en el año séptimo de su reinado, tuvo como finalidad aplastar nuevos levantamientos en suelo sirio. El choque inicial con el enemigo tuvo lugar más allá de las riberas del río Orontes. Según se relata en las inscripciones de dos estelas halladas en Menfis y Karnak, tras cruzar el río, Amenhotep vio que se aproximaban unos jinetes asiáticos procedentes de la ciudad de Katma. El faraón se lanzó sobre ellos atacando al jefe con su hacha, «igual que Montu en su hora» (Montu era el dios egipcio de la guerra). Los asiáticos huyeron en desbandada y Amenhotep capturó sus armas y caballos; luego ató al cabecilla en el extremo de su carro de guerra.
Tras rechazar este ataque de la caballería asiática, el ejército egipcio tomó la ciudad de Niy, que se rindió sin condiciones. Pero no por ello terminaron los combates. La estela de Menfis menciona dos rebeliones inmediatamente posteriores. Primero, la población de Ugarit se alzó contra la guarnición egipcia destacada en la ciudad, y a continuación varias tribus nómadas se sublevaron también contra el dominio egipcio. Tras acabar con ambos levantamientos, Amenhotep II se dirigió de nuevo hacia el Orontes, saqueando por el camino las poblaciones de la región de Mindjatu. De este modo pudo conquistar las ciudades de Hetera, Ynek y Qadesh. El rey de esta última ciudad, así como sus hijos, juraron fidelidad al faraón y éste hizo un regreso triunfal al país del Nilo.

Crueldad con el enemigo

Dos años más tarde, Amenhotep emprendió su última campaña en Palestina. Se trató, como en las dos contiendas anteriores, de una expedición de castigo contra varias localidades palestinas deseosas de sacudirse el yugo egipcio. Las estelas de Menfis y Karnak cuentan que Amenhotep llegó a la ciudad de Apek, enclave cercano a la vía de acceso al Líbano. Se desprende del texto que la ciudad se rindió sin luchar cuando avistó al ejército egipcio. También se grabó en la estela de Menfis un sueño que tuvo Amenhotep II, en el que el dios Amón se presentó ante él para darle su fuerza y otorgarle su protección. Continuando su marcha triunfal, Amenhotep llegó a la ciudad de Yehem, asolando por el camino los emplazamientos de Repesen y Jetetchen, al oeste de Saka.
Al contrario que su padre, que tendió a mostrarse compasivo con el enemigo derrotado, el comportamiento de Amenhotep en sus expediciones, según consta en dos estelas levantadas en suelo nubio y en la de Karnak, fue brutal y sanguinario. A siete príncipes enemigos derrotados en la última campaña en Siria los llevó a Egipto en su barco, colgados cabeza abajo en la proa. No contento con ello, ordenó cortarles las manos y a seis de ellos hizo que los ahorcaran frente a las murallas de Tebas; el séptimo «miserable», según el texto, fue enviado a Napata, en Nubia, para que, pendiendo de la muralla de la ciudad, sirviera de aviso al pueblo nubio. Esta tercera campaña duró siete días, tras los cuales Amenhotep regresó a Egipto, probablemente tras embarcar en el puerto de Jopa.

Amenhotep el constructor

Por lo demás, el reinado de Amenhotep II fue en su mayor parte pacífico y marcado por la estabilidad. Ello permitió al faraón desarrollar una intensa labor constructiva a lo largo y ancho del país. Continuó los trabajos que su padre iniciara en Amada, el templo nubio dedicado a los dioses Amón y Re-Horakhty. Entre sus intervenciones en Karnak destaca su templo del jubileo, levantado en la vía de acceso lateral al templo de Amón. De su templo funerario, construido en la orilla occidental de Tebas, apenas quedan vestigios, pero dejó otros monumentos en casi todos los centros de culto antiguos, sobre todo en el Alto Egipto, como El Kab, Elefantina, Armant, Gizeh, Gebel el-Silsila, Gebel Tingar, Tod, Dendera y Heliópolis, así como en Qasr Ibrim, Sehel, Buhen y Kumma, en la región de Nubia.
Sin embargo, el monumento mejor conservado de Amenhotep II y, por ello, el más visitado en la actualidad es su tumba. Fue excavada en la roca virgen del Valle de los Reyes y quedó emplazada al fondo de un wadi (cauce seco) que desemboca en el centro del Valle; lejos, por tanto, del sepulcro del padre de Amenhotep, Tutmosis III.

La morada eterna del faraón

El trazado de la tumba de Amenhotep II, con su eje principal quebrado, sigue el modelo de la sepultura de Tutmosis III, al igual que su decoración mural, que tiene como principal motivo el Libro del Amduat, el viaje nocturno del dios sol Re. Ciertas «faltas de ortografía» y lagunas del texto de Amenhotep II se repiten en la tumba de su padre, lo que demuestra que ambas inscripciones procedieron de un único papiro original que, deteriorado en algunos puntos, hizo que el pintor se equivocara.
El sarcófago de Amenhotep se colocó en la cámara funeraria, en un suelo rebajado que forma una cripta. Allí localizó la momia del faraón en 1898 el arqueólogo Victor Loret, el descubridor de la tumba KV35, como se la denomina. Sin embargo, el hallazgo de la momia del titular del sepulcro no es lo que hace que el descubrimiento de Loret sea considerado como uno de los más importantes del Valle de los Reyes. En su exploración, el arqueólogo francés descubrió, en una estancia a la derecha de la cámara funeraria, otras tres momias destapadas, colocadas una al lado de la otra; de una de ellas hoy sabemos que corresponde a la reina Tiy.
Además, en la estancia de la cripta, Loret pudo ver, a través de un orificio en un muro, un espacio en el que se disponían nueve sarcófagos, que él pensó que corresponderían a miembros de la familia real. Más tarde comprobó que se trataba de las momias de diversos miembros de la realeza egipcia: Tutmosis IV y Amenhotep III, hijo y nieto respectivamene de Amenhotep II, así como Seti II, Siptah, Sethnakht, Ramsés IV y Ramsés V. También se halló la momia del sumo sacerdote de Amón de época de Tutmosis III. En efecto, la tumba de Amenhotep II había sido habilitada en la Antigüedad como escondite para proteger de los saqueadores varias momias faraónicas, un escondite real parangonable con el de Deir el-Bahari, descubierto unos años antes, en 1881, por Émile Brugsch.

Vía: www.historiayarqueologia.com

Historiador turolense sitúa las primeras máquinas de asedio en Egipto

Un historiador turolense asegura que unas pinturas en tumbas egipcias demuestran que existían ya máquinas de asedio en Egipto en el año 2400 antes de Cristo, muchas siglos antes de los relieves neoasirios del siglo noveno antes de Cristo, considerados hasta ahora las primeras referencias de estas máquinas. "Creemos que debemos mucho al mundo grecorromano en cuanto a táctica, pero en tecnología militar hay que estudiar el antiguo Egipto y Mesopotamia", ha asegurado a Efe el historiador Rubén Sáez.

Doctorado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Premio Nacional Defensa 2004, en la modalidad de Historia y Geografía Militar, Sáez ha explicado que se han encontrado representaciones de escalas de asalto, con ruedas, torres de asedio y arietes en inscripciones en rocas y tumbas egipcias, pero que hasta ahora habían pasado desapercibidas para los historiadores.

"Se trata de tumbas de personajes menores, no faraones, como la del general Intef", de las que hay fotografías en catálogos "on line" a través de los cuáles ha realizado la investigación.

"Ahora nos queda el trabajo más largo que es viajar hasta Egipto y buscar directamente las inscripciones y los textos en los que aparecen estas referencias", ha añadido.

Sáez ha asegurado que hay documentadas escalas de asalto con ruedas en la dinastía VI, del 2350 al 2190 antes de Cristo, y arietes y torres de asedio en la Dinastía XI, "muy modernas en cuanto a sus diseños".

"La investigación debe ahora atar cabos sobre cómo llegó la tecnología de Egipto y Mesopotamia a Cartago y reubicar cronológicamente todo. Es un proyecto muy ambicioso, de toda una vida", ha resaltado.

Este historiador dirige el "Trebuchet Park", un parque temático en la Sierra de Albarracín en el que muestra medio centenar de recreaciones a escala real de máquinas de guerra de distintas épocas.

Gracias a las visitas a este espacio y las exposiciones en las que participa, con el material que él mismo con la ayuda de su familia ha construido, espera financiar su investigación.

"No me he puesto en contacto con ninguna publicación científica ni universidad porque ahora no hay financiación para destinarla a estos proyectos, así que espero poder sufragarla con los ingresos del parque, las exposiciones y las publicaciones".


Vía: http://www.diariodeteruel.es

Descubren un naufragio de la antigüedad en costas turcas

Sitio del hundimiento, frente a la costa este de Uluburun, y 6 millas al sudeste de Kaş, Turquía.

Descubierto accidentalmente en 1982 por buceadores dedicados a la recolección de esponjas, el pecio de 3.300 años de Uluburun, yace a 10 kilómetros de la costa de Turquía.

Una década de investigaciones arqueológicas dentro de lo que se reconoce como el conjunto de restos náufragos más antiguos del  ha revelado una abundante variedad de tesoros antiguos. El sitio fue elegido por la revista Scientific American como  de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XX.

Luego del casual descubrimiento, George F. Bass y Cemal Pulak del Instituto de Arqueología Náutica desarrollaron excavaciones entre 1984 y 1994. Dada la complicada ubicación de los restos, sobre un  rocoso de empinada pendiente situado a 50 metros de profundidad, el tiempo para cada buceo debió limitarse a 20 minutos por buzo, dos veces por día. En total, se llevaron a cabo 22.413 descensos durante el tiempo de las excavaciones.

El barco transportaba más de veinte toneladas de carga en el momento de su hundimiento, compuesta tanto de materias primas como de productos manufacturados. Un cuidados mapeo de la distribución de los objetos permitió a los excavadores distinguir entre la carga y las pertenencias personales de los tripulantes. La carga incluye artículos de por lo menos siete culturas diferentes, incluidas  Micénica (griega), Siro-Palestina (antecesores de los fenicios),Chipriota, Egipcia, de Kassite, Asiria y Nubia.
La carga principal estaba constituida por diez toneladas de cobre chipriota en forma de 350 lingotes “cuero de buey”, así llamados por su forma que se asemeja a la de un cuero de buey seco y extendido, que facilitaba su manipuleo y transporte.

También había abordo una tonelada de estaño en lingotes, de origen desconocido. Cobre y estaño estarían probablemente destinados a su aleación para la  de bronce.
Presentes a bordo también, se encontraron los lingotes de vidrio intactos más antiguos conocidos. Había 175, de forma discoidal, algunos de color turquesa y otros azul cobalto.

Asimismo, se recuperaron cerca de 150 jarras cananeas con un total de mil kilos de resina de terebinto, posiblemente utilizada para preparar incienso, aunque también es probable que se haya tratado de vino, con el agregado de la resina para preservarlo del desarrollo de bacterias.

Joyas pertenecientes a la cultura egipcia
Entre los objetos más exóticos encontrados a bordo, destacan troncos de ébano originarios de , colmillos de elefantes y dientes de hipopótamos (para crear incrustaciones de marfil), caparazones de tortugas (para su utilización en instrumentos musicales similares al laúd), cáscaras de huevos de avestruz (utilizadas como recipientes) y cuentas de ámbar del norte de Europa (Báltico).

Entre las pertenencias personales de los tripulantes se encontró un escarabajo de oro con el grabado del cartucho real de Nefertiti. Se trata del único sello conocido de quien fuera esposa del Faraón Akenatón, y actualmente se exhibe en el Museo de Arqueología Submarina Bodrum en Turquía, junto con otros artefactos obtenidos en el lugar del naufragio.

Otros elementos de la carga incluyen piezas de joyería, armas, artes de pesca, herramientas, alfarería, pesas con forma de animales y rastros de alimentos, incluidos nueces, higos, aceitunas, uvas, granadas, especias y granos carbonizados. También se halló un pequeño díptico (tabla de madera plegable para escrituras) que podría haberse convertido en el libro más antiguo del mundo, si no fuera por el hecho de que su superficie de cera –sobre la que se escribía-, no logró sobrevivir.

En cuanto a la embarcación, tenía 15 metros de largo y es el ejemplo más temprano conocido de barco construido con la técnica de acoplamiento con caja y espiga, donde las tablas se unían con lengüetas de madera insertas en muescas hechas en las mismas tablas.

La datación por dendocronología de una rama de leña fresca encontrada a bordo del barco, ubica el hundimiento del buque en cercanías del año 1306 AC. Esta fecha se ajusta bien a la presencia del sello de Nefertiti, cuyo esposo reinó durante la mitad del siglo XIV AC.

Los arqueólogos estiman que el buque navegaba desde el este hacia el oeste frente a la costa del Mediterráneo, cuando encontró su destrucción frente a la ribera de Uluburun.
La ruta de navegación comercial más probable para el buque era desde la costa del Levante, hacia el oeste hasta Chipre y la costa del sur de Turquía, de allí a Creta o aun Grecia, antes de poner rumbo sur hacia el norte de África y Egipto, para retornar al Levante mediterráneo.

Aunque amarga la fortuna para la antigua tripulación del barco,el descubrimiento de tan bien preservado conjunto de asombrosos artefactos, ha sido un golpe de suerte para la arqueología en nuestros días, rebosante de información acerca de los pueblos del pasado.

Por Robyn Antanovskii
Adaptado al español por NUESTROMAR. Fuente Heritagedaily

Arqueólogos hallan más de 300 figurillas neolíticas en Grecia

Fuente: Universidad de Southampton | 7 de enero de 2013
Arqueólogos de la Universidad de Southampton, que estudian un yacimiento arqueológico del Neolítico en el centro de Grecia, han ayudado a descubrir más de 300 figurillas de barro, uno de los hallazgos de más alta densidad de este tipo en el sureste de Europa.

El equipo de Southampton, en colaboración con el Servicio Arqueológico Griego y la Escuela Británica de Atenas, está estudiando el yacimiento de Koutroulou Magoula, cerca del pueblo griego de Neo Monastiri, alrededor de 256 km a Atenas.

Koutroulou Magoula fue ocupado durante el período Neolítico Medio (c. 5800 a 5300 a.C.) por una comunidad de unos pocos cientos de personas que hicieron casas arquitectónicamente sofisticadas de piedra y ladrillos de barro. Las figurillas se encontraron por todo el yacimiento, con algunas ubicados en las bases de los muros. Se cree que el propósito de las figurillas no era sólo como arte estético, sino también para transmitir y reflejar ideas acerca de la cultura de la comunidad, su sociedad e identidad.

"Las figurillas fueron pensadas para representar típicamente la forma femenina, pero nuestro hallazgo no sólo es extraordinario en términos de cantidad, sino también muy diverso: figurillas masculinas, femeninas y de género no específico, han sido halladas, y varias representan formas híbridas de pájaro-humano (izquierda)", dice el profesor Yannis Hamilakis (derecha), co-director del Proyecto de Arqueología Etnográfica y Arqueología en Koutroulou Mag...

Y continúa: "Todavía tenemos mucho trabajo por hacer en el estudio de las figurillas, pero ellas serán capaces de darnos una enorme cantidad de información acerca de cómo la gente del Neolítico interpretaba el cuerpo humano, su propio género, su identidad social y experiencia".

Las excavaciones en Koutroulou Magoula fueron iniciadas en el año 2001 por la Dra. Nina Kyparissi (anteriormente en el Servicio Arqueológico Griego) y este último proyecto comenzó en 2010. El yacimiento tiene aproximadamente cuatro veces el área de un campo de fútbol y consiste en un montículo de hasta 5,4 metros de altura que ofrece al menos tres terrazas rodeadas de zanjas. Las gentes que vivían en el asentamiento parecen haber reconstruido sus hogares en el mismo espacio edificado generación tras generación, y también hay evidencias de que algunas de las casas eran inusuales en su construcción.


Foto: Cimientos de piedra de un hogar.


Foto: Cimientos de piedra en sucesivas fases de edificación

El profesor Hamilakis comenta: "Este tipo de casa normalmente tenía cimientos de piedra con ladrillos de barro en la parte superior, pero nuestras investigaciones en Koutroulou Magoula han encontrado algunas casas preservadas con muros de piedra de hasta un metro de altura, lo que sugiere que las paredes podían haber sido construidas en su totalidad de piedra, algo que no es típico de la época.

Tales gentes habrían sido agricultores que mantenían animales domésticos y utilizaban herramientas de piedra u objetos de pedernal u obsidiana, al tiempo que mantenían conexiones con los asentamientos de los alrededores. La construcción de las partes del asentamiento sugiere que trabajaban comunalmente, por ejemplo, para la construcción de las zanjas concéntricas alrededor de sus casas.
No hay evidencia de una autoridad central hasta la fecha. Sin embargo, un gran número de personas eran capaces de reunirse y llevar a cabo grandes proyectos comunales y, posiblemente, socialmente beneficiosos".
                                                                                                                                    
En siglos posteriores, el montículo-asentamiento se convirtió en un importante lugar en la memoria. Por ejemplo, a finales de la Edad del Bronce, la tumba de un tholos, o en forma de colmena, fue construida en la parte superior en la época medieval (siglos XII-XIII d. C.), y al menos una persona (una joven) fue enterrada en medio de las casas neolíticas.

Además de la excavación, el proyecto ha llevado a cabo estudios etnográficos entre las comunidades locales, explorando sus costumbres y su cultura y su relación con el sitio. Se han puesto en marcha una serie de eventos arqueológicos comunitarios y públicos, incluyendo la producción y puesta en escena de representaciones teatrales específicas para el lugar, las cuales se convierten en celebraciones comunitarias con comida, bebida y baile. En parte, esto tiene como objetivo examinar la importancia de Koutroulou Magoula en las comunidades contemporáneas y hacer que el  yacimiento sea un elemento importante en la vida social y cultural de la zona.

El equipo del proyecto llevará a término dos campañas de estudio en 2013 y 2014.

Apofis, el Asteroide que amenaza a la Tierra, es más grande de lo que se creía

La roca, que se ha aproximado esta madrugada a la Tierra, tiene en realidad un diámetro de 325 metros, suficiente para provocar una explosión equivalente a 20.000 bombas atómicas si impacta en 2036

El observatorio espacial Herschel, de la Agencia Espacial Europea (ESA), ha dirigido sus instrumentos hacia el asteroide Apofis mientras éste se acercaba a la Tierra, los pasados 5 y 6 de enero, y ha encontrado que la roca espacial es bastante más grande (y también menos reflectante) de lo que se creía. Apofis tiene un diámetro medio de 325 metros y no de 270, como se pensaba hasta ahora.

Anoche, mientras que España y medio mundo dormían, el asteroide se acercó a la Tierra a una distancia de 14,5 millones de km., su máxima aproximación a nosotros durante esta "pasada" de la roca espacial. Las siguientes, mucho más cercanas, se producirán en los años 2029 y 2036.
 
Catalogado con el número 99942, Apofis fue descubierto en 2004. Los primeros cálculos sobre su trayectoria arrojaron entonces hasta un 2,7% de probabilidades de que hiciera impacto contra nosotros en abril de 2029. Un hecho que le valió el apodo de "el asteroide del día del juicio final".
Sin embargo, estudios posteriores rebajaron mucho el riesgo de colisión, aunque determinaron que ese año (2029) el asteroide pasará a sólo 36.000 km de la Tierra, la altura a la que se encuentran nuestros satélites geoestacionarios.

El problema, sin embargo, persiste para la "visita" de Apofis de 2036. Y es que los investigadores, aunque minimizan el peligro de una colisión, no terminan de ponerse de acuerdo sobre la distancia a la que finalmente la roca pasará de nosotros. La razón es que nadie sabe a ciencia cierta cómo afectará a la órbita del asteroide su "visita" a la Tierra anterior, la de 2029. La gravedad de nuestro planeta, en efecto, modificará esa órbita cuando el asteroide se nos acerque. Y esa modificación podría incluso hacer que Apofis chocara contra nosotros en su siguiente vuelta.
Por eso resulta tan importante conocer con el máximo detalle posible tanto sus características físicas como orbitales. Cualquier dato adicional puede ayudar a predecir con mayor precisión hasta dónde se nos acercará el asteroide en 2029 y, más importante, en 2036.
Durante el pasado fin de semana, el Herschel tuvo una buena ocasión para estudiar a Apofis durante dos horas, mientras se nos estaba acercando para alcanzar, anoche, el punto de máxima aproximación a la Tierra de esta visita, 14,5 millones de km.
"Además de que los datos tengan gran importancia por sí mismos -afirma Laurence O'Rourke, investigador principal del programa de observación- si comprendemos sus principales propiedades tendremos detalles vitales para futuras misiones que, eventualmente, puedan enviarse hasta estos objetos potencialmente peligrosos".
El Herschel ha proporcionado las primeras imágenes térmicas del asteroide en diferentes longitudes de onda. Y esas imágenes, combinadas con las ópticas, han ayudado a mejorar las estimaciones que se tenían sobre las características físicas de la intrigante roca espacial. Por ejemplo, hasta hoy se creía que su diámetro medio era de 270 metros, con un margen de error de 60 metros. Pero el Herschel se ha dado cuenta de que su tamaño es bastante mayor: 325 metros, y con un margen de error de apenas 15 metros.

Diferente albedo

En otras palabras, Apofis es un 20% mayor de lo que creíamos. Lo cual significa que su masa es un 75% más grande de la que se había calculado previamente. También las estimaciones sobre el albedo del asteroide (la medida de su reflectividad), han cambiado, para situarse en un 0,23. Lo cual significa que solo el 23% de la luz solar que llega al asteroide se refleja y vuelve al espacio. El restante 77% es absorbido y aporta calor al asteroide. La anterior estimación del albedo de Apofis era de 0,33.
Esta característica, igual que la del tamaño, puede tener una gran importancia para nosotros. De hecho, conociendo las propiedades térmicas de un asteroide es posible calcular su órbita con mucha mayor precisión. Conocido como "efecto Yarkovsky", los ciclos de calentamiento y enfriamiento que sufre un cuerpo pequeño a medida que su distancia al Sol varía pueden provocar a largo plazo sutiles cambios en su órbita. Algo de la máxima importancia si pensamos que Apofis se acercará peligrosamente a nuestro planeta en el futuro.
"Aunque al principio Apofis cautivó la atención pública por su posible impacto contra la Tierra -afirma Göran Pilbratt, científico del Herschel- hoy consideramos altamente improbable que ese impacto se produzca en un futuro previsible".
Pero "altamente improbable" no significa imposible. Por eso resulta tan importante obtener la mayor cantidad de datos posibles sobre esta roca potencialmente peligrosa.

20.000 bombas atómicas

El impacto contra la Tierra de un asteroide del tamaño de Apofis tendría consecuencias devastadoras, ya que equivaldría a la explosión de 20.000 bombas atómicas. Varios cientos de km. alrededor de la zona de impacto quedarían, literalmente, arrasados. La Tierra no se destruiría, pero la colisión tendría un efecto devastador sobre el clima, algo que sí afectaría a las formas de vida.
Sin embargo, para saber con exactitud lo que sucederá en 2036 no queda más remedio que esperar a que Apofis vuelva a pasar cerca de la Tierra en 2029. Solo entonces sabremos si la gravedad de nuestro planeta ha cambiado su trayectoria para convertirlo en un objeto realmente peligroso.

Vía: www.abc.es