¿El peinado como mensaje?
A la hora de hacer la ilustración técnica del hombre de la Sima de los Huesos, teniendo en cuenta todos los detalles anatómicos que los fósiles aportan, los científicos han tenido que afrontar una gran incógnita, y precisamente en una parte tan notoria del cuerpo como es la cabeza, porque de cabello no tienen datos. El pelo no fosiliza, no deja rastros y no se sabe cuándo apareció en la evolución humana el cabello, es decir, el pelo de la cabeza y la barba que crece ininterrumpidamente y que, si no se corta, alcanza hasta el suelo y arrastra, comenta Juan Luis Arsuaga. “Lo que está claro es que el resto de los primates y los mamíferos en general no comparten esta característica que es exclusivamente humana”, afirma. Parece lógico suponer, continúa, que estarán implicados en esto unos genes que se activan específicamente en los humanos por lo que, si se logra identificarlos, se podrán comprar con el genoma de los neandertales y determinar así si esos remotos europeos, por ejemplo, podían llevar cabellos y barbas largas.
“Mi hipótesis”, continúa Arsuaga –y retoma el asunto del peinado de la ilustración del
atapuerquino- “es que el cabello de crecimiento continuo es un instrumento de comunicación que indica características de quien lo luce, como rango, jerarquía, pertenencia a un grupo específico… igual que en sociedades humanas actuales el peinado de los sijes, por ejemplo, o la identificación de mujeres casadas o solteras. Es un mensaje a los demás”.
La sugerencia de que el cabello podría ser útil tal vez como protección frente a la insolación excesiva no vale porque para eso no hace falta que crezca el pelo ininterrumpidamente durante toda la vida.
De los neandertales hay múltiples muestras de comportamiento simbólico expresado a través de objetos, de enterramientos…. recuerda Arsuaga. ¿Por qué no, entonces, en los individuos de la Sima de los Huesos? Aún sin pruebas científicas que sustenten o descarten la idea, los científicos de Atapuerca decidieron concederse una licencia en la ilustración del hombre de la Sima de los Huesos y ponerle un peinado más o menos elaborado y una luenga barba.
Un artículo de Alicia Rivera
Fuente:
El País