Monte Verde, en Chile: ¿primer asentamiento humano en América o teoría "antiyanki"?

Llamas en la zona y parientes de las "paleollamas", los antiguos habitantes en Monte Verde. NATALIA MESSER

En el sur de Chile, una extensión de tierra con vegetación agreste y árboles nativos podría ser un tesoro arqueológico. En este yacimiento se hallaron objetos a los que se les estima una antigüedad de 14.000 años.
La historia que lleva como título Monte Verde se puede resumir en tres palabras: excavación, hallazgo y controversia. Todo se inicia en 1977, con un descubrimiento que hasta el día de hoy causa asombro y calurosa discusión.

Ese año, el arqueólogo y antropólogo estadounidense Tom Dillehay (izquierda), junto a un equipo científico de la Universidad Austral de Chile, excavaron en un sitio de aspecto salvaje, ubicado en la Región de Los Lagos.

El yacimiento cuenta con tres zonas: Monteverde I, Monteverde II y Chinchihuapi, un antiguo arroyo que atraviesa gran parte del sector.
Los hallazgos en Monte Verde, según el grupo de científicos, dieron con un asombroso listado de huellas del Pleistoceno tardío.
Había objetos de caza, elementos arquitectónicos, trozos de carne y cuero animal, plantas medicinales y exóticas, papas silvestres, algas, huesos de animales, cordeles, varios fogones, hoyos, braseros y hasta una pisada humana.

Sin embargo, la validez de estos hallazgos ha sido fuertemente cuestionada por reconocidos arqueólogos.

Variedad de rocas encontradas en el yacimiento arqueológico. Image copyright TOM DILLEHAY.

Dos sitios

Desde 1977 los trabajos arqueológicos se han concentrado con fuerza en dos sitios: Monteverde I y Monteverde II.

A Monte Verde I se le detectó una antigüedad de 33.000 años, cifra que hasta ahora no ha sido aceptada del todo por la comunidad científica.
En cambio, a Monteverde II se le detectó una antigüedad de 14.800 años y sigue siendo el que tiene mayor consenso científico.

En 2008, un texto publicado en la revista Science validó la antigüedad, cercana a los 14.000 años, de algunas algas marinas, encontradas en Monteverde II.
Excavaciones realizadas en 2013 también revelaron que el yacimiento podría haber sido ocupado por humanos desde hace 18.500 años, una fecha incluso más antigua que la calculada en un comienzo.

Pequeño fogón con una fecha cercana a los 16.000 años, y asociado con huesos quemados de caballo americano prehistórico y piedra exótica. Image copyrightTOM DILLEHAY.

Clovis versus Monte Verde

Monte Verde con sus hallazgos viene a cuestionar modelos y convenciones clásicas que hasta el día de hoy se mantienen en la arqueología americana. Y, sobre todo, respecto a las teorías del poblamiento tardío en América, porque después de Monte Verde se comenzó a hablar de "poblamiento temprano" en el continente.

El descubrimiento causó mucha discusión. Hasta ese momento, había un claro consenso en la ciencia sobre quiénes eran los primeros pobladores de América: los Clovis.

El pueblo Clovis corresponde a habitantes de una zona cercana a Nuevo México, Estados Unidos, y sus orígenes se estimaron en 11.200 años. Los hallazgos de Clovis han sido muy estudiados, como sus puntas de flechas y artefactos líticos encontrados en numerosos pozos de exploración.
Monte Verde ha sembrado dudas sobre esta verdad científica.

El terreno está muy desnivelado, pero esa es justamente parte de su riqueza, ya que se mantiene salvaje y con poca intervención humana. Image copyright NATALIA MESSER.

La historia no termina

Stuart Fiedel (izquierda), arqueólogo y antropólogo estadounidense, es un acérrimo defensor del modelo Clovis.
El científico aseguró a BBC Mundo que la evidencia de Monte Verde no es convincente, a diferencia de lo que sí ha dado Clovis desde 1929, año en que se descubrió este yacimiento.

Para Fiedel la mayoría de los 750 artefactos hallados en Monte Verde deben su apariencia a la naturaleza. Ella les dio la forma que tienen. Los artefactos pudieron mezclarse, ya sea en la antigüedad o en una época más reciente, con otras herramientas, como auténticas piedras arcaicas, pero cuya data sería posterior a la que se postula.
La pisada humana también genera sospecha porque, en su opinión, "es demasiado pequeña para ser de un adulto y demasiado estrecha para ser la un niño muy pequeño".
Pisada humana con una data de 14.500 años de antigüedad. Image copyright TOM DILLEHAY.

Y aunque en Latinoamérica cada vez parece dársele más validez a las evidencias de Monte Verde, Fiedel explica que esto escondería una razón no científica.

"Persiste una especie de sentimiento antiyanki en la academia latina y sus estudiosos parecen aceptar cualquier evidencia que indique que los modelos de colonización norteamericanos no son aplicables en el sur de América y que estas culturas se desarrollaron de manera independiente", dice a BBC Mundo.

Fiedel también asegura que, gracias a un reciente estudio genético, Clovis es más que nunca una teoría fuerte.

En 2014 una secuenciación de genoma de los restos del "Chico Anzick", un esqueleto de un adolescente preservado en una tumba, validó que todos los pueblos nativos de América Central y del Sur son descendientes genéticos de un mismo grupo y que están conectados.

El esqueleto, cuya antigüedad es de unos 12.600 años, fue encontrado en Montana, Estados Unidos, junto a herramientas pertenecientes a la cultura Clovis (derecha). El genoma del "Chico de Ansick" reveló, además, que sus orígenes provienen de Siberia.
Esto sustentaría la teoría más aceptada de cómo el hombre llegó a América: por Alaska desde Siberia a través del Estrecho de Bering, hace aproximadamente 13.500 años.

A diferencia de Clovis, los asentamientos de Monte Verde no ofrecen una explicación plausible de cómo llegaron hasta allí sus posibles pobladores.

Una interpretación pictórica del artista Rodrigo Díaz sobre cómo pudo ser esta milenaria cultura. copyright NATALIA MESSER.

Colonizadores bien organizados

La controversia continuará y las preguntas también. Especialmente en torno a los objetos encontrados en Monte Verde. Porque, si es que fue asentamiento humano, ¿cómo eran estas personas?

Tom Dillehay en entrevista con BBC Mundo explica que las evidencias sugieren que el asentamiento estuvo formado por un grupo poco numeroso, de no más de 30 colonizadores.
Agrega que estos milenarios habitantes habrían estado muy bien organizados, con tareas definidas, respecto a la producción de herramientas, la construcción de refugios y la preparación de los alimentos.

Las fosas encontradas, llenas de barro y rodeadas de herramientas de piedra, restos de semillas, frutos secos y bayas, dan a pensar, según Dillehay, que en Monte Verde existió una economía organizada.

Artefactos de madera encontrados en Monte Verde II. Image copyright TOM DILLEHAY.

Los hallazgos en Monte Verde II también, dice el científico, harían cuestionar la teoría que dice que todas las personas de la Edad del Hielo eran cazadores nómadas.

Según Dillehay, se cree que este asentamiento "fue ocupado durante todo un año y al menos una parte de sus habitantes se dedicaba a la recolección de alimentos vegetales y a la caza de animales".

Sobre huesos y pieles de animales, en Monte Verde se han encontrado especies de la megafauna ya extintas. Por ejemplo, se hallaron restos de paleollamas y gonfoterios. Los primeros son antepasados de las llamas y los segundos, parientes de los mastodontes.
En un pequeño fogón se hallaron restos de huesos quemados que indican la presencia del caballo americano prehistórico.

Los científicos desconocen la razón de la extinción de estas especies, aunque dicen que probablemente se debió al cambio climático y a la excesiva presencia humana.

Puntas de proyectiles halladas en el sitio de Monte Verde II. Image copyright TOM DILLEHAY

Las hectáreas

Pero además de la controversia científica, hay algo más urgente en Monte Verde: su conservación para que puedan seguir las investigaciones. Desde el 25 de enero de 2008 una extensión de Monte Verde, de casi 10 hectáreas, se encuentra protegida como Monumento Histórico Nacional de Chile.

Actualmente, casi 9 hectáreas de este territorio, pertenecen al ex-senador de la República de Chile Carlos Kuschel Silva, quien lo compró en los 1980. La Municipalidad de la ciudad de Puerto Montt ha manifestado la intención de expropiar los terrenos del ex-senador Kuschel.

"Solo espero lo que digan las autoridades. Ofrecí donar al Estado de Chile una parte del sitio, para la construcción de un museo, pero después se habló de expropiar", dice a BBC Mundo Carlos Kuschel, quien mantiene en su sitio un parque temático.

La Municipalidad de la ciudad de Puerto Montt ha manifestado la intención de expropiar 9 de las 10 hectáreas que abarca Monte Verde. Image copyright GETTY IMAGES.

Peligros a la vista

Si bien Monte Verde sigue salvaje −se puede ver en su tierra, muy desnivelada al caminar− hay amenazas a la vista.
"Cada año, porciones del sitio se están desprendiendo por el aumento del caudal del arroyo Chinchihuapi, además de alguna destrucción debido a la actividad moderna", asegura Dillehay a BBC Mundo.

Árboles de eucaliptos también asoman en las cercanías y pueden ser perjudiciales, pues secan excesivamente el terreno y afectan a la humedad propia del lugar.
"Por mi parte trato de mantener el lugar lo más salvaje, por ejemplo con árboles nativos y sin arar la tierra, ni tampoco hacer senderos, aunque la excesiva parcelación que se está comenzando a ver en el sector puede dañar", cuenta Kuschel a BBC Mundo.

El pasado vive

Desde la Unesco, la directora y representante de la oficina en México, Nuria Sanz (derecha), dijo a BBC Mundo que valoran el significado que tiene Monte Verde y en lo que se ha convertido.
"Monte Verde ya no debe ser visto como una anécdota, sino como un sitio en el que se continuó investigando a través del tiempo", dice para BBC Mundo la Dra. Sanz.

Nuria Sanz cuenta como la Unesco tienen conocimiento de que el Estado de Chile busca postular a Monte Verde para Patrimonio de la Humanidad.

"Lo importante es que el Estado de Chile asegure todas las condiciones máximas de preservación en el sitio y de investigación, tal como se ha hecho hasta ahora", dicen desde la Unesco.

A la izquierda especies preservadas de algas marinas y a la derecha piel de una papa silvestre de la zona. Image copyright TOM DILLEHAY

Dillehay también lleva más de 35 años luchando para proteger y preservar Monte Verde. No obstante, actualmente Dillehay es un tanto crítico respecto al valor que se le da al sitio, sobre todo de parte de los propios chilenos.

"Muy poca gente sabe de este sitio después de 40 años. Los chilenos están mucho más interesados de su historia colonial y reciente".

Fuente: BBC Mundo | 18 de octubre de 2016

Jericó presenta uno de los mosaicos bizantinos más grandes del mundo


Vista del gran mosaico del Palacio de Hisham en Jericó (Palestina) AFP


ANA CÁRDENES (EFE). Jericó (Cisjordania)

El árbol de la vida protagoniza el impresionante mosaico bizantino de 826 metros que alfombra la entrada de los baños del Palacio Hisham, de la dinastía omeya y presentado este jueves en Jericó, la ciudad palestina que presume de ser el centro urbano habitado más antiguo del mundo.

Tras veinte años de distintas fases de restauración, finalmente el mosaico, que cubre una enorme sala con columnas, fue expuesto hoy a medios, personalidades y entidades que han apoyado su conservación."Se trata de una gran pieza bizantina, que combinaba los colores con las paredes, las columnas y el techo creando una maravillosa obra de arte", explica a Efe, descalzo sobre las delicadas piedras, Yihad Yasin, encargado de Restauración en el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Palestina.El palacio se atribuyó durante mucho tiempo al califa musulmán Hisham bin Abd al Malik y se calcula que fue construido entre los años 724 y 743 de la era cristiana como residencia de invierno para los califas de la dinastía Omeya.Sin embargo, los expertos han determinado recientemente que fue Al Walid II, sobrino y sucesor de Bin Abd al Malik, quien ordenó su construcción.Se cree que Al-Walid II vivió en el palacio, aunque no muchos años, porque buena parte del mismo fue destruido por el terremoto del año 749.Situado al norte de Jericó, al oeste del valle del Jordán, el palacio es una muestra representativa de la arquitectura islámica temprana y disponía de amplias salas, un innovador sistema de canalización para calentarlo y refrigerarlo, lujosas mezquitas, un patio con un pórtico, una fuente y un baño de vapor hecho a imagen de los baños romanos.

El mosaico, el más grande que se conserva en la región, se descubrió en 1943 y fue excavado durante cinco años, tras los que se cubrió para impedir que el sol lo dañase, explicó Yasin.Cuando se descubrió, estaba aún tapado por los escombros y restos dejados por el terremoto que sacudió la ciudad hace más de mil años.

Detalle del mosaico. | EFE

"Durante la ocupación israelí (que comenzó tras la Guerra de los Seis Días de 1967) no se permitió ningún tipo de restauración ni excavación y los israelíes lo dejaron descubierto, lo que lo dañó enormemente", explica el jefe de restauración.

Cuando la Autoridad Palestina tomó el control de la zona tras los Acuerdos de Oslo (1993), se decidió de inmediato "formar un equipo para restaurarlo", algo que se hizo entre 2015 y hoy con ayuda de financiación italiana y japonesa, según Yasin.Todavía queda tarea por delante, ya que el objetivo es "hacer un techo para cubrir y proteger el mosaico y completar la restauración de todo el palacio con el fin de abrirlo a visitantes", lo que implica dotarlo de infraestructura y pasarelas que permitan acceder a las ruinas sin dañarlas.La larga restauración ha devuelto a las teselas sus colores azul, rojo y ocre y permite apreciar la belleza y complejidad de los diseños geométricos y florales, que muestra la destreza y conocimiento de quienes los elaboraron.

Destacan en la pieza, a la derecha del magnífico y detallado árbol de la vida, la representación de un león con un cervatillo en sus fauces y, y a la izquierda del árbol, otros dos cervatillos pastando tranquilamente, lo que, según los expertos, simboliza la guerra y la paz, que tanto han marcado y marcan la región.

El Ministerio de Turismo y Antigüedades afirma que "es uno de los mosaicos más grandes y hermosos del mundo" y espera que su apertura ayude a potenciar las visitas turísticas a la ciudad que, asegura, han sido este año de alrededor de un millón de personas, 400.000 de ellas de turismo interno palestino.

HÉRCULES GADITANUS, UN BRONCE EN LAS VITRINAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE CÁDIZ


En 1993, tuve la suerte de recuperar, no sin un arduo trabajo de investigación, para las vitrinas del Museo Arqueológico de Cádiz, una de las piezas preponderantes que se  ubica en una de sus salas principales.Se trata de una estatuilla de Hércules adulto, barbado, con tres manzanas en su mano izquierda, con incrustaciones de plata en sus ojos, resellos de restauración antigua e inscripción romana en el vientre HG (Hércules Gaditanus), con una altura de 22 cm y de peso 1700 gramos, elaborada con la técnica de la cera perdida, siendo maciza la cabeza, brazos y piernas y hueco su tronco.

Presentaba un estado de conservación deficiente, faltandole parte de las piernas y el brazo derecho con la clava. La estatuilla corresponde a una técnica de fundición muy antigua y refinada, en la que las piezas correspondientes a los miembros se funden independientemente y se sueldan después al cuerpo, tras añadir pequeñas piezas de plata para el relleno interior de los ojos, que se completarían con incrustaciones de pasta vítrea; igualmente, los labios y los pezones están resaltados mediante la soldadura de pequeñas láminas de cobre, para acentuar con esta delicada policromía las diferencias de la textura natural de la piel.


Por otra parte, la disposición de la figura, con las piernas firmemente asentadas, un leve movimiento de inclinación de las caderas que se compensa con el movimiento de los brazos sin alterar la horizontalidad de los pectorales y los hombros, la interpretación de la musculatura como grandes placas simétricas y la actitud de el rostro, coinciden con las versiones más antiguas de este tipo iconográfico de Hércules con las manzanas de las Hespérides, que deben fecharse a mediados del siglo V a.C.


La observación del rostro y el peinado confirman la atribución de esta pieza al estilo de Mirón, quien realizó una famosa escultura con esta misma iconografía para el Herakleión de Samos, cuyas copias romanas coinciden con este bronce en su iconografía, que tuvo una gran difusión en versiones posteriores de las que se han encontrado diversos ejemplos en España, y que es la utilizada para representar a Hércules Gaditanus en las monedas de época imperial.

Nos encontramos, por tanto, con un posible original griego de gran antigüedad, que puede ser por su técnica contemporáneo del original de Mirón, es decir, una copia reducida de la escultura de Samos, destinada como exvoto al templo gaditano.

Por: Juan Antonio Cerpa Niño

EN BUSCA DE LA ATLÁNTIDA

Los que hayan leído la obra de sir Arthur Conan Doyle "Maracot Profundo", recordarán  su fantástica descripción de la raza de superhombres que habitaban el seno del océano Atlántico, inspirada en la leyenda de la Atlántida, el "Continente desaparecido" o "perdido".

Generalmente se cree que la Atlántida es una fábula creada por algún poeta de épocas pretéritas y, sin embargo, habría que preguntarse si no será más bien una realidad. ¿Que fue la Atlántida? Se cree que, en tiempos remotos, grandes continentes ocupaban gran parte del lugar en que hoy se encuentran las aguas del océano Atlántico, en forma de archipiélago. La mayor parte de las islas, llamada Atlántida, poseía una civilización avanzada.

Platón dio una versión de Atlántida. Lo que no se sabe es si contó una tradición verídica heredada de sus antepasados, o bien si su relato fue pura ficción.

Es notable que la historia de la Atlántida, situada en el extremo occidental del mundo conocido por los antiguos, haya perdurado en los escritos de los griegos y los romanos. Seis siglos antes que Platón, el divino Homero hacía alusión a aquel Continente en la "Odisea", y Solón, Eurípides, Estrabón, Dionisio de Halicarnaso, Diodoro de Sicilia, Plinio, para no citar a otros muchos, hablan con mayor o menor extensión del " Continente desaparecido". Teopompo y Marcelo conocieron igualmente la Atlántida.

Cuentan que los atlantes, expulsados de su país por la invasión de un mar irritado, penetraron en tierra de los celtas de la Europa Occidental. Las tradiciones druídicas que nos ha transmitido el historiador Timigenio concuerdan exactamente con los relatos de Marcelo y de Teopompo.

¿Cual es la versión de Platón? El gran filósofo griego, en dos obras tituladas "El Timeo o De la Naturaleza" y "Critias o De la Atlántida", nos transmite la tradición que en su viaje a Egipto le contó a él un sacerdote de Sais en el delta del Nilo. Nos dice que frente a las Columnas de Hércules, es decir, frente al estrecho de Gibraltar, existía una isla más grande "que Libia y el Asia reunidas", desde la que los viajeros podían pasar a otras islas y de allí a un Continente mucho más vasto.

Habitaba aquellos parajes una raza poderosa, los atlantes, cuyos reyes extendían sus dominios hasta Libia y Egipto,y en Europa, hasta las costas del mar Tirreno. La Atlántida poseía fértiles llanuras, altas montañas cubiertas de bosques, en las que abundaban las minas de oro, cobre y oricalco, "metal del que se ignora el nombre, pero que era muy conocido, muy abundante y el más preciado después del oro".

Las costas de la Atlántida estaban constituidas por acantilados de "rocas negras, blancas y rojas" y el terreno aparecía "muy elevado y escarpado en las zonas lindantes al mar". Poblaciones con suntuosas mansiones albergaban por doquier a los indígenas, y casi en el centro alzábase la capital. Bella sobre toda ponderación era, en verdad, Poseidonis, la ciudad de las puertas de oro, rodeada de un triple cinturón de canales, y que lucía orgullosa, bajo el sol de los trópicos, sus palacios y sus templos, cubiertos "de oro, plata y oricalco".

Al parecer, los atlantes emprendieron numerosas guerras y, tras diversos intentos, penetraron en el Continente. Pero los ejércitos egipcios del faraón Ramsés II el Grande les asestaron los primeros golpes; a las puertas de Tebas sufrieron las cohortes invasoras una grave derrota y se les reconquistó la Libia. Los atlantes fueron lanzados entonces contra el litoral de la Hélade, en la cual los esfuerzos combinados de los griegos y los getulos los rechazaron hasta los confines mismos de su Imperio. A poco, unas violentas inundaciones y unos espantosos temblores de tierra devastaron aquellos parajes, y en el espacio de un día y una noche, toda la Atlántida desapareció bajo las aguas sin dejar más rastro que algunas islas de reducida extensión.

Ésta es a grandes rasgos, la leyenda de Platón; la interpretación de lo que podríamos llamar los datos históricos del problema ha sido extraordinariamente variada. Mientras unos veían en aquélla un relato puramente mitológico, otros han tratado de reconstituir el "Continente desaparecido".
No obstante, si la existencia de la Atlántida se redujera al mencionado relato, podría atribuirse a la fantasía de Platón, pero investigaciones de orden geológico y paleontológico y ciertos descubrimientos realizados en el seno del mar, han dado margen a que se crea en la existencia de la enigmática Atlántida.

Por otra parte, diversos autores sitúan la Atlántida en los lugares más diversos. Eurenius, Serranus, Olivier y Baer la "ven" en la cuenca oriental del Mediterráneo; Oviedo, MacCulloch, C. de Paw, y otros, convienen en que se trata de América, en tanto que Rudbeck la ve en Suecia, y Bailly en una tierra ignota, en los aledaños del Polo Norte.


Paralelamente a esas interpretaciones excesivamente fantásticas, otros autores más racionales consideran que las islas Azores, las Madeiras y las Canarias son vestigios de la antigua Atlántida. Idea apuntada ya por Bechmann y Kircher y aceptada por Voltaire, la desarrolló Bory de Saint-Vincent en su célebre obra titulada "Ensayo sobre las Islas Afortunadas y la antigua Atlántida, o Compendio de historia general de las Canarias".

Esta concepción de la Atlántida, la más lógica en definitiva, es la que admiten actualmente quienes han estudiado tan apasionante problema. También cuenta con muchos defensores la idea que supone que la Atlántida se hallaba en la desembocadura del Guadalquivir y la identifican o relacionan con Tartessos.

Hasta la fecha, tres han sido las soluciones dadas al problema de la situación geográfica de la Atlántida. El primer grupo de investigadores sostiene que es inútil buscar la Atlántida, porque nunca existió. El segundo grupo trata de localizarla en diferentes partes del Globo, utilizando para ello medios puramente científicos. Y el tercer grupo afirma que sólo las ciencias ocultas, la antroposofía y la astronomía pueden arrojar alguna aclaración sobre el mito de la Atlántida.
En la literatura antigua se citó algunas veces al "Continente desaparecido"; y al decaer el imperio romano se dejó de hablar por completo en torno a este enigma, continuando el silencio durante toda la Edad Media. Fue a raíz del descubrimiento de América cuando volvió a tener actualidad la cuestión de la Atlántida.

Pocas han sido las regiones de la Tierra donde no se haya localizado la Atlántida, hasta tal punto, que el investigador alemán y erudito plotonista Susemihl aseguró en una ocasión: " La enumeración de todas la hipótesis sobre la Atlántida sería una importante contribución a la historia de la estupidez humana".

Es muy difícil, incluso hoy día, distinguir las hipótesis basadas en investigaciones más o menos razonables de las fantasías seudocientíficas. El historiador Delisle de Sale, suponía que Ceilán era la verdadera Atlántida, más el mismo se contradijo luego, al afirmar que fue el Cáucaso a donde emigraron los atlantes, procedentes de una isla mediterránea, que él cree ser Cerdeña. El Mediterráneo ha sido el mar donde más veces se ha localizado la Atlántida. Bartoli afirmaba que la Atlántida fue en realidad Ática, es decir, la provincia griega donde queda situada Atenas, opinión que compartía Letreille en 1829, aunque antes la había situado en Persia. No se olvide que en aquella época resurgía el helenismo en Europa Occidental,cuya figura preeminente era lord Byron. También el geógrafo americano Balch y el francés Butavand localizan la Atlántida en el Mediterráneo, y Moreau de Jones, en 1879, la supone en el mar de Azof.


Al ir desapareciendo las porciones de tierra incógnita de los mapas por los constantes descubrimientos geográficos realizados, los espíritus inquietos se han preocupado más que nunca del misterio de la Atlántida, tratando de encontrar el sitio exacto de esa remota "tierra enigmática". Tan es así que en Francia, donde la sensación causada por la novela "La Atlántida", de Pierre Benoit, fue enorme y de efecto duradero, existe una sociedad dedicada exclusivamente a los estudios atlantes, y edita una revista que ha publicado abundante literatura referente a la Atlántida.

A las teorías antes citadas cabe añadir las que identifican la Atlántida con Nigeria y África del Norte. León Frobenius, basándose en los hallazgos hechos el año 1910, durante la época de la expedición del capitán Elgée, realizó importantes descubrimientos en el reino de Benin, Nigeria, que, por el tipo de civilización, correspondían a una cultura semejante a la del África Occidental  y que coincidía con la descrita por Platón en su "Critias".

En Marruecos, el francés Berlioux y los españoles Fernandez y González, y Saavedra, han tratado de encontrar el sitio donde habitaban los atlantes. El investigador Knötel, por su parte, afirmó en 1893 que los atlantes no eran un pueblo aborigen, sino una secta de Babilonia que, al ser derrotada en una guerra religiosa, emigró hacia el norte de África, siguiendo el camino de la costa.

Después de los hallazgos del conde Byron Kunn de Porok, que pretendió haber encontrado en el Sahara vestigios humanos y de animales atlantes, el geólogo Pablo Borchardt descubrió, cerca del lago tunecino Chott-el-Djerit, importantes restos de una población prehistórica que coincidía en muchos puntos con la ciudad de Poseidonis, descrita por Platón. Borchardt sostiene que los montes Haggar son las verdaderas montañas del Atlas, y no las que, por error, se conocen geográficamente por montes Atlas. Según esa hipótesis, en este verdadero Atlas vivieron los atlantes líbicos. Alberto Herrmann sostiene la misma teoría. En realidad, la flora y la fauna del África de Norte y, sobre todo, la existencia de elefantes, metales preciosos y canteras de mármol, la relación entre las palabras euenor (los antepasados de los atlantes) y quennor (los antepasados de los bereberes), además de muchas otras coincidencias en el lenguaje, son importantes factores que apoyan la teoría norteafricana.

Infinidad de eruditos e investigadores han intentado en muchas ocasiones hallar dónde pudo estar la Atlántida, o las huellas que conduzcan a su descubrimiento como ciudad o isla desaparecida. Estos hombres de ciencias, aun careciendo de una base geológica en apoyo de su argumento, consideran las algas marinas y la hierba del famoso mar de los Sargazos, entre las Azores y las Antillas, como un resto del desaparecido Continente. Es digna de mención la inscripción maya, descifrada por Ronald Straht en Yucatán, en la cree haber descubierto un relato del cataclismo que terminó con la Atlántida. Según la inscripción, un cometa que atravesó el espacio cercano a la Tierra, al rozarla por la región de la Atlántida, originó la catástrofe que hizo desaparecer dicho Continente. Al mismo tiempo levantó una nube de polvo que sumió nuestra atmósfera en las tinieblas durante año y medio.

Varias veces, sobre todo en 1912, la boga y el entusiasmo por  la Atlántida llegó hasta el paroxismo. Aquel año Paul Schliemann, sobrino del descubridor de Troya, contribuyó a ensombrecer más aún el velo de misterio en torno a la Atlántida con un intento de fraude científico. A raíz  de los descubrimientos llevados a cabo entonces por su tío, aseguró que en una de las vasijas encontradas entre las ruinas había descifrado una inscripción que decía: "Del rey Cronos, de la Atlántida". Desgraciadamente, toda aquella historia de inscripciones y de monedas atlantes de Paul Schliemann fue pura fábula. El afán por llegar a demostrar que la Atlántida existió tropezó, al fin, con un espíritu criminal que aprovechó hallarse en contacto con medios científicos para especular con turbias finalidades.


Las citas se harían interminables... Si bien lo que resulta indudable es que la geología y la oceanografía coinciden en líneas generales con el mito y la leyenda. Incontables han sido los que han evocado como leit motiv histórico, geográfico, erudito, etnográfico, folklorico y literario, el gran hundimiento de la Atlántida, tan excelentemente descrito por el profesor Termier, y mejor plasmado en el mayor poema épico de nuestro tiempo:" L´Atlántida" de Jacinto Verdaguer.

La antropología ha aportado también, al efecto, su contingente. Opinamos muchos arqueólogos que fue a Europa hace muchos miles de años cierta raza nómada. Esta raza, estaba formada de hombres fuertes y civilizados; el cerebro femenino era superior al del hombre normal de esta época. Eran artistas, a juzgar por las pinturas, bajorrelieves de correctos diseños, técnicas y gusto estético que adornaban las cuevas en que fueron encontrados. Que dicha raza llegó a Europa por tierra es incontrovertible, pues no se ha podido descubrir la más mínima huella de embarcación.

En algunos credos religiosos y tradiciones místicas de la Antigüedad hay grandes coincidencias, sobre todo en cuanto a lo del Diluvio universal. Las costumbres y el parecido de las culturas y las civilizaciones son prueba irrecusable de que ha existido un tronco común. Incluso las leyendas son semejantes entre los asirios, caldeos, indios de Tupi Guaraní, indios caribes e indios mejicanos.

Dados los antecedentes expuestos, no es de suponer que pueblos enteros pertenecientes a razas tan distintas, con el océano de por medio, poseyeran tantas cosas en común, muchas hasta idénticas, en épocas de la Historia de la Humanidad en que materialmente resultaba imposible atravesar el mar. Algunos investigadores han descubierto que los egipcios y los aztecas y mayas presentan muchas características comunes, lo que sugiere la existencia, hace muchísimos años, de un puente terrestre entre África y América. ¿Como de explicaría, si no, que los hombres de los frescos babilónicos sean auténticos pieles rojas? ¿ Y como se explicaría, que solo dos pueblos de la Antigüedad, los egipcios y los indios peruanos, adorasen a un "dios del Sol"? ¿Por qué estos dos pueblos fueron los únicos en enterrar a sus muertos en pirámides? ¿De donde y cómo llegaron a Sudamérica las culturas negras que existían allí antes del Descubrimiento? ¿Por qué motivos son tan extraordinariamente parecidas las lenguas de los mayas, los incas, los aztecas... y los vascos?

Podría decirse que gran parte de la influencia, principalmente egipcia, encontrada en América, llegó a ésta por medio de Asia y parte más estrecha del Pacifico. Ello es inverosímil, ya que, al pasar por China e India, tenía que haber dejado huellas imborrables. En cuanto a que los egipcios hayan cruzado el Atlántico, si así hubiera sucedido, tanto Egipto como otras naciones hubieran seguido cruzándolo y se habría escrito mucho antes la página gloriosa de Cristóbal Colón.

Suponemos, ademas, algunos arqueólogos que mucho de lo que se considera actualmente como egipcio, tuvo origen primitivo en el Oeste. Si la Atlántida existió y formó parte del Continente que divide ahora el océano Atlántico, desintegrándose, después de una catástrofe  hacia el Este y Oeste, todos los referidos puntos quedarían más lógicamente esclarecidos.

Han quedado perfectamente comprobados los grandes movimientos que se efectúan en el seno del océano Atlántico, y tal vez pronto pueda la ciencia arrancar, de sus profundidades, algunos de sus secretos. Mientras tanto, la Atlántida seguirá siendo una incógnita.

Por: Juan Antonio Cerpa Niño

LA EXTRAORDINARIA INVENCIÓN FENICIA DEL ALFABETO

La invención de la escritura alfabética se viene atribuyendo a los fenicios. Alrededor del siglo X a.C., ya han quedado plenamente establecidas las formas escritas, a base de un alfabeto de veintidós consonantes que no incluye ninguna vocal.

En 1904, el inglés Flinders Petrie descubrió cerca de Sarabit el-Kkdem, en el Sinaí, un centro minero egipcio.Entre los hallazgos hechos por sus obreros bajo los arenales había unas tabletas de piedra, con signos de una escritura hasta entonces desconocida; símbolos individuales juntos, como si fueran letras.

Entusiasmado con el hallazgo, mandó Petrie empaquetar las tabletas cuidadosamente y se las llevó a Inglaterra, donde al cabo de diez años el genial sir Alan Gardiner logró descifrar el texto. Un signo parecido al cayado de un pastor, que aparecía a menudo, le hizo caer en la cuenta de que los signos individuales no eran símbolos de palabras o silábicos, sino en realidad símbolos fonéticos. Cuatro de ellos, que aparecían en la sucesión B-´-l-t, acabó por interpretarlos por el nombre de Baalat.


Esto también era un indicio de la gente que había rasguñado la inscripción de la piedra.Sabido es que Baalat era la diosa principal de la antigua Biblos, cuyos habitantes comerciaban regularmente con el país de Egipto, del que a cambio de madera de cedro recibía, entre otras cosas, turquesas y cobre de las minas del Sinaí. No tendría nada de extraño que los reyes o mercaderes de Biblos tuviesen allí representantes para supervisar la extracción y el transporte del metal y las piedras finas. Y en tal caso, todo hacía creer que aquella gente dedicó las inscripciones pétreas a su reina celestial.

Que tal suposición responda o no a la realidad, en lo que, en todo caso, los expertos están de acuerdo es en que la escritura del Sinaí es el ejemplo más antiguo conocido de aplicación del alfabeto. El hecho se sitúa hacia el año 1500 a.C. Sus autores eran realmente cananeos, a sea, protofenicios del área libanesa-palestina.

También los cananeos desarrollaron más tarde la transcripción fonética. Los arqueólogos encontraron en Ugarit un verdadero silabario anterior a 1200 a.C., que contenía todos los signos de un alfabeto completo. Los habitantes de la ciudad destruida por los Pueblos del Mar parecen haber reducido el número de caracteres posibles desde los treinta originales a veintidós  y además lo simplificaron considerablemente en comparación con los signos del Sinaí.

A partir del signo en forma de cabeza de buey, con el que se abría el alfabeto fenicio, resultó una letra muy semejante a nuestra A; de un signo similar a una forma de valla la H, y la K de un signo parecido orientado hacia la izquierda.


Algo más tarde, hacia el 1000 a.C., se usaban en Biblos 23 signos que designaban consonantes desde la B a la W, algunas de las cuales no figuran en nuestras lenguas modernas. Si se juntaban estos signos formando palabras, por el sentido sentido podían deducirse las vocales omitidas.

Hacia la misma época que las letras, o algo después, se inventaron también nombres para ellas, pero eran descripciones que no correspondían a su valor fonético, sino que probablemente sólo servían de ayuda mnemotécnica.Así tenemos que la primera se llamaba aleph la cabeza del buey; la segunda, la casa, beth, y la tercera, la puerta, daleth.

Tal es el origen de las letras griegas alfa, beta,delta y de nuestras a, b, y d. Los fenicios no conocieron la c.

La hermosa escritura cursiva que adorna el sarcófago del rey Ahiram, y que se ha encontrado en otros catorce documentos pétreos más, también evolucionó, hacia el año 1000 a.C., a partir de variantes de los primeros símbolos sinaicos. Solamente se conocen estos ejemplos, que bastan, sin embargo, unidos a los hallazgos de Ugarit, para demostrar que fueron los fenicios los que de aquellos complicados sistemas egipcios y mesopotámicos adaptaron el instrumento simplificado, que entonces debió de ser casi una escritura taquigráfica.

Es de suponer que los primeros documentos escritos fueran cartas comerciales fenicias, pero como no se grababan en monumentos de piedra, como los textos dedicatorios, no se han encontrado ninguno.
Cómo y cuándo conocieron los griegos el alfabeto fenicio y lo adoptaron. tampoco lo sabemos. Herodoto supone que con Cadmos llegó a Beocia y que de allí paso a Atenas. También dice que los jónicos de las islas y del litoral "aprendieron" la escritura alfabética. Se cree que esta clase de "cursos" tuvieron lugar sobre todo en Melos, Tera y Creta, es decir, en las islas que estaban parcialmente ocupadas por los fenicios y que mantenían estrecho contacto con ellos. En todo caso, con lo inteligentes que eran, los griegos advertirían pronto las ventajas del nuevo sistema y comprenderían también que se basaba en un análisis lógico de los sonidos. Jamás olvidaron enteramente de dónde procedía, y la prueba es que durante mucho tiempo llamaron a su alfabeto phoinikia grammata, con caracteres fenicios.

Tuvieron, naturalmente, que modificar considerablemente la serie de letras de Biblos antes de poderlas usar en su propio idioma, tan rico en vocales. No les bastaban las solas consonantes semíticas. Con símbolos que no correspondían  con sonido alguno de los utilizados por ellos hicieron su allpha y su ómicrom, de una de las dos H semíticas formaron su epsilón y de la jot fenicia su ypsilón.

Inventaron, además, todo lo que faltaba: phi, chi, psi, y la gran O abierta, la omega.

Las ventajas del nuevo sistema eran obvias, enormes. En el espacio de un año sabían leer y escribir, el analfabetismo disminuyó y, a partir del siglo VIII a.C., ya se utilizaba la escritura den literatura. Aunque los rapsodas que entonces recorrían el país recitaron los versos de memoria, siempre los llevaban escrito consigo. Es muy posible que sin el alfabeto no existieran los grandes poemas épicos. Pero sobre todo, y esto fue casi lo más importante, en Gracia ya no tuvo razón de ser casta alguna de los escribas. La educación intelectual perdió el carácter profesional y monopolista. Todo aquel que no fuera tonto podía tomar parte en la vida cultural, y así podía enterarse realmente de quién era, a saber, un miembro de un poblado dotado de determinado carácter espiritual.

Sin la escritura, los griegos probablemente no habrían podido desarrollar su propia conciencia nacional, ni tampoco aquella ideología europea antiasiática que inspiró y dio alas a todas sus grandes empresas. También en este aspecto somos sus herederos...gracias a los fenicios.

TARTESSOS Y LA INFLUENCIA FENICIA DE GADIR

Durante muchos miles de años, las ciudades antiguas durmieron bajo densas capas de tierra, con sus antañas orgullosas murallas derruidas por las destrucciones y el tiempo, y sus dirigentes sepultados en tumbas.Sobre aquellas tinieblas, bajo la luz del sol, la vida continuaba, las gentes iban y venían, y las civilizaciones conocían su cenit y su ocaso.Con el paso de los años, otras ciudades aparecieron sobre las ruinas y, a su vez, se hundieron en el olvido.


Después, miles de años más tarde, los hombres empezaron a excavar a través de las capas de tierra y de ruinas, hasta llegar a las ciudades y abrirse paso hacia un lejano pasado de leyendas, héroes y misterio.

Los escritores y científicos siempre han soñado en lograr dar un vistazo al pasado, e incluso visitarlo.Pero los miles de años transcurridos antes de que el hombre escribiera sistemáticamente los sucesos de la vida cotidiana se hallaban aparentemente perdidos para nosotros hasta que la arqueología se convirtió en ciencia.
Desde luego, no existe una máquina del tiempo que nos lleve a los primeros días de la civilización, ni siquiera una que nos permita observar lo que hacia la gente de aquellas épocas. No obstante, las técnicas arqueológicas que se han ido perfeccionando son lo más cercano que existe a tan fantástico invento.

La raza humana siente curiosidad por sus inicios.Es uno de tantos rasgos que nos distinguen de los animales. Como miembro de la raza humana, deseamos poseer un sentido de continuidad, una línea directa a través de toda la historia. Sabiendo como se desarrollaron nuestras costumbres, políticas y religiones, lograremos aprender más acerca de nosotros mismos.

Formamos una especie inquisitiva, interesadisíma en saber de donde venimos y es muy posible que  un estudio de nuestros orígenes nos ayude a comprender adonde vamos. Por consiguiente, los hombres siguen registrando los lugares del mundo que habitaron los pueblos antiguos.

La historia antigua nos ha legado una serie de relatos acerca de hechos heroicos y conquistas fabulosas. Unos personajes sobrehumanos hollaron la tierra, se mezclaron con los dioses y realizaron grandes proezas. Sus nombres nos son familiares: Hércules, Aquiles, Ulises y muchos otros.Surcaron los mares, derrotaron a los gigantes, y fundaron ciudades. Sus nombres resaltan en las leyendas dramáticas que datan de un tiempo en que el hombre empezaba a ampliar sus dominios y trataba de controlar el mundo en que vivía.



En el siglo IV a.C., el historiador griego Herodoto recopiló muchos de estos relatos épicos y trató de averiguar si se basaban en la realidad. La mayor parte de leyendas se referían a ciudades que ya en aquellos tiempos habían desaparecido. Herodoto recorrió el pequeño mundo de su época, visitando antiguos lugares, tomando notas y elaborando sus observaciones y deducciones. En realidad, fue unos de los primeros arqueólogos, y sus escritos, estudiados siglos más tarde, proporcionaron algunas de las primeras pistas que conducirían a las fabulosas ciudades de leyenda. El llamado "padre de la Historia" tiene a los fenicios como los inventores del alfabeto y, cabe añadir que las descripciones de Herodoto, que fueron con frecuencia puestas en duda por los historiadores modernos, han experimentado a través de los años una brillante confirmación.

Volviendo sobre el título del presente artículo, realizaremos una breve incursión en unos de los temas más fascinantes de los últimos años: Tartessos.

El mito de Tartessos, poderoso y enigmático reino de Andalucía, sigue apasionando a los amantes de la Historia de España. Y seguirá apasionando aún más cuantos más trabajos se sigan realizando sobre su misteriosa formación y desaparición. Si su ubicación ya resultara sumamente problemática para los antiguos, para nosotros será harto difícil por no decir imposible que lleguemos a localizarla. Bien es cierto, que el número de yacimientos de época Tartésica han aumentado considerablemente y ello nos da pie para conocer bien lo que fue aquella civilización, aunque la supuesta capital siga siendo un enigma.

El investigador alemán Shulten, consagró cincuenta años de su vida a las investigaciones arqueológicas en España. Él fue quien sacó a la luz la heroica ciudad de Numancia que durante siglos permaneció sepultada, y el que despertó el interés de la legendaria Tartessos. Convencido de que en alguna parte de las marismas existentes junto a la desembocadura del Guadalquivir, dormía una de las ciudades más ricas y misteriosas de la Antigüedad. Y ante la gran cantidad de coincidencias existentes, no vaciló en afirmar que la supuesta ciudad de Tartessos, si es que en realidad existió, se hallaba enclavada en la desembocadura del río Betis.



Sabemos que todas las fuentes conocidas llevan a la conclusión de que aquella civilización estaba situada en el suroeste de España, o sea, en lo que hoy conocemos como Andalucía, región que ya desde las épocas más primitivas, con raíces que llegan al tercer milenio a.C., a la cultura megalítica, fue no sólo la más rica y fértil de la Península Ibérica, sino incluso del mundo conocido.
Pero ¿cuando se forma estructuralmente Tartessos?.Posiblemente con el impacto colonizador. Mientras que en Oriente las regiones se organizan en Estados cada vez más desarrollados y entran en una nueva fase histórica, los pueblos de Occidente siguen sumidos en el Neolítico o en los primeros albores de la Edad del Bronce.

Cuando los fenicios, después de unas incursiones precedentes en busca de prospeccionar metales, fundaron Gadir en el año 11oo a.C., sabían perfectamente lo que buscaban en Occidente y lo que hacían ubicándose en un lugar estratégico con características ideales para guarnecerse de posibles ataques locales. Así, el indigenismos megalítico recibió el choque colonizador que vino a producir una rápida elevación del nivel de vida de esta población autóctona.Estos cambios culturales permitieron que toda la zona se adaptase a la nueva cultura metalúrgica de los nuevos conquistadores aumentando las riquezas de ciertas poblaciones indígenas que potenciaron la creación de estructuras políticas y como consecuencia la aparición de monarquías localistas.

Entre los siglos IX-VI a.C., las poblaciones del sur de Portugal y de toda Sierra Morena fundieron plata y otros metales, como cobre y estaño procedente de las Casitérides (islas gallegas) en grandes cantidades, para proporcionarlos a los fenicios asentados en las costa e intercambiarlos por aceite, telas y productos de lujo (perfumes, joyas, piedras preciosas, marfiles, etc.).

En Tartessos debía haber una gran cantidad de talleres, que trabajaban el metal en lingotes y objetos manufacturados, diseminados por todo el sur y que copiaban los modelos recibidos de Oriente, como se desprende de la gran cantidad de joyas y objetos de bronce y plata. Posiblemente, Gadir fuera, el centro productor más importante de estos objetos, que tuvieron tan gran aceptación entre las poblaciones autóctonas.
Los fenicios de Gadir, bien asentados, fueron haciéndose con el control de las rutas y de las zonas mineras, lo que provocaría el estrangulamiento de Tartessos, con el lógico enfrentamiento entre ambos pueblos donde los tartesios sufrieron severas derrotas. Cartago, interesada en poner orden en la zona, acaba con los intentos griegos de penetración comercial destruyendo muchos yacimientos ibéricos en el siglo IV a.C.

Por lo tanto, la formación de Tartessos, corre paralela con la llegada de los fenicios a Gadir, que al recibir los influjos de una potencia organizada contribuyó a crear las condiciones necesarias para ello. Y así, por las mismas circunstancias que surgió, debió desaparecer, y el poderoso reino terminaba su paso por los campos de la historia entrando en el mundo fantástico del mito.

Los hallazgos arqueológicos a través de los años: el cántaro de Valdegamas, el tesoro del Carambolo, el bronce de Carriazo, los aderezos de la Aliseda y otros muchos más, manifiestan la fuerte presencia fenicia, los bronces, las joyas, la cerámica, los dioses, la agricultura y otros aspectos demuestran esta acción colonial en la civilización Tartésica. De todos modos, a la arqueología le queda mucho más que decir en este sentido. Será  preciso, por tanto, un tiempo de espera.

Por: Juan Antonio Cerpa Niño