La Universidad de Alcalá de Henares prepara su primera expedición arqueológica en Egipto

La Universidad de Alcalá está preparando ya la que será su primera expedición arqueológica en Egipto, de la mano del arqueólogo y director del proyecto ‘Middle Kingdom Theban Project’, Antonio J. Morales, experto en textos mortuorios y religiosos del Reino Antiguo y Medio, que ha llegado como contratado Ramón y Cajal a la UAH procedente de la Universidad Libre de Berlín, donde desarrolló dos campañas arqueológicas anteriores del mismo proyecto.

En esta nueva campaña en la necrópolis de Deir-el Bahari (es un complejo de templos funerarios y tumbas que se encuentra en la ribera occidental del río Nilo, frente a la antigua ciudad de Tebas, la actual Luxor) le acompañarán unos 24 investigadores de distintos ámbitos, procedentes de diferentes universidades europeas, entre ellos dos arquitectos y una geóloga de la Universidad de Alcalá.
En esta tercera expedición, que se desarrollará durante todo el mes de abril, los trabajos se centrarán en excavar el pasillo y la cámara del sarcófago del visir Ipi, un personaje cargado de títulos durante toda su vida que, al parecer, dirigió Tebas en un momento histórico de gran alcance: cuando se produce la reunificación de Egipto de la mano de Mentuhotep II.

También se iniciarán los trabajos de excavación y limpieza en una tumba dedicada al tesorero real Henenu, que trabajó bajo el mismo monarca que su colega Ipi, y se han solicitado permisos para explorar la zona este de la necrópolis Deir –el Bahari, donde Morales calcula que podrían localizarse cuatro o cinco tumbas, algunas de ellas intactas. El objetivo de esta campaña es continuar describiendo y documentando la arquitectura de los monumentos funerarios del Reino Medio (también llamado Imperio Medio, que comienza con el reinado de Mentuhotep II) para su preservación, restauración y su posterior publicación. ‘Se trata de tumbas excavadas en los años 20 del siglo XX por una expedición del Metropolitan Museum of Art de Nueva York dirigida por el egiptólogo Herbet Winlock. En aquel momento se excavaron y se recogió material, pero no hubo un estudio científico exhaustivo, que es lo que pretendemos hacer con este proyecto’, indica Morales, quien asegura que en Egipto ‘hay mucho por descubrir todavía. El desierto es complejo, hay muchas pirámides ocultas por las dunas, hay pirámides y tumbas privadas hundidas, tapadas, sepultadas por los escombros que, a buen seguro, deparan muchas emociones y sorpresas’.

Hasta este momento, la tercera campaña arqueológica del proyecto dirigido por Morales está financiada por Fundación Gaselec de Melilla y la Fundación Palarq de Barcelona.

Arquitectura talayótica. La prehistoria de Menorca

Esta exposición itinerante pretende dar a conocer el rico patrimonio cultural asociado a la prehistoria de Menorca.
A través de piezas originales, fotos y material audiovisual, el recorrido se adentra por los paisajes arqueológicos de Menorca, desde la monumentalidad del Calcolítico, hasta las edades de Bronce y Hierro. Presenta 40 yacimientos asociados a la vida espiritualidad y los rituales funerarios de la época.

La muestra permite al visitante conocer las características y la evolución de la arquitectura y la sociedad de las gentes que ocuparon el territorio de la actual Menorca durante la prehistoria. En definitiva, unas arquitecturas que transmiten la gradual complejidad social de estos pueblos a través de sus ritos funerarios, sus sistemas de creencias y el proceso de ocupación del territorio.

Este rico patrimonio menorquín corresponde a la época que, en términos generales, se ha denominado cultura talayótica, cuyo nombre procede de los talayotes, que son las construcciones más emblemáticas y abundantes de la prehistoria balear.


Se trata de un ejemplo único de densidad de construcciones, cultural material y testimonios diversos en un territorio reducido del Mediterráneo occidental. Un conjunto arqueológico de valor universal excepcional por el uso de la técnica constructiva ciclópea, por su autenticidad, exclusividad, originalidad y singularidad en el marco cronológico en el que se desarrolla y que es testimonio único de una sociedad prehistórica mediterránea insular.


Ibiza y Menorca tienen mucho más en común, culturalmente hablando, de lo que podría parecer. La exposición ´Arquitectura Talayótica en la prehistoria de Menorca´ muestra la presencia de cerámica y otras piezas fabricadas en las Pitiüses en la época púnica halladas entre los restos arqueológicos de talayots, naus y taulas en Menorca.

Descubrir la conexión que existió entre Ibiza y Menorca antes de que nos separaran las escasas (y caras) conexiones aéreas y marítimas es uno de los alicientes de exposición ´Arquitectura talayótica en la prehistoria de Menorca´, que se exhibe desde ayer en el Museo de Puig de Molins.

En ella se descubre que la mitad de la cerámica –sobre todo ánforas– descubierta en los yacimientos arqueológicos menorquines procede de Ibiza y que también se han hallado otros elementos procedentes de la cultura ebusitana, como un collar de cuentas de pasta de vidrio que se puede ver también en la muestra. La presencia de representaciones de la diosa Tanit en piezas encontradas en Menorca subraya también la conexión cultural entre las dos islas.


El conseller de Cultura de Menorca, Miguel Àngel Maria, corroboró ayer en la presentación de la muestra que la separación entre Menorca y las Pitiüses no solo es un tópico sino un hecho fomentado «por un transporte público insuficiente que en la práctica aleja a la sociedad de las islas». Frente a esa realidad «la cultura se presenta como un ámbito propicio para acercarnos y conocernos más los unos a los otros», subrayó Maria, que recordó que el origen de esta exposición está en el trabajo que están haciendo para impulsar la candidatura de Menorca Talaiòtica como Patrimonio Mundial, «el reto cultural institucional más importante de la isla en las últimas décadas tras ser declarada Reserva de la Biosfera», reconoció. «Ibiza ya cuenta con la experiencia de haber sido nombrada Patrimonio Mundial así que esta declaración nos hermanará», añadió Maria.

La muestra, ubicada en la sala de exposiciones itinerantes del museo, presenta una combinación de fotografías de los elementos de la cultura talayótica con dibujos que reproducen escenas de cómo era la vida en estas poblaciones, además de pequeñas maquetas de los talayots, taulas y naus, además de una selección de piezas, como cerámica (vasos, vasijas y ollas), objetos de joyería, espejos, armas y otros elementos.

«La crème de la crème»

«Estamos hablando de 60 objetos que son la crème de la crème de los museos de Menorca», destacó por su parte Antoni Nicolau, comisario de la muestra junto a Elena Sintes. Entre las piezas más llamativas están las figuras de un toro y un guerrero procedentes del poblado Torralba d´en Salord; varias navajas, lanzas y cuernos hallados en la cova de Binigurdó y la reproducción de un peine y un contenedor cilíndrico de pelo humano hallados en la cueva de Es Càrritx.

Nicolau apuntó que «esta exposición nace en realidad hace 4.000 años cuando llegaron los primeros ocupantes de Menorca», pero la idea de la muestra surge raíz de una guía que realizaron para descubrir de otra manera la cultura talayótica. «Comenzó en el año 2100 a.C., pero que también llega hasta la cultura actual de la isla porque todos estos elementos están presentes en la Menorca actual, se respira y se ve. En Menorca abres una ventana y hay un talayot y si paseas te encuentras con una taula y eso es lo que hemos intentado reflejar en la muestra» describió.

La arquitectura de la vida y de la muerte se funden en esta muestra. Desde esta doble perspectiva se profundiza en la sociedad talayótica, en los sistemas de creencias, en las formas de espiritualidad o en ritos funerarios, entre otros.

Nicolau también destacó que la exposición es posible gracias a la cesión temporal de los fondos del Museo de Menorca y del Museo Municipal de Ciutadella.


Por su parte, Antoni Ferrer, director insular de Patrimonio del Consell de Menorca, fue el encargado de explicar algunos detalles de la muestra a las autoridades que asistieron a la inauguración y destacó que los primeros pobladores de Ibiza y Menorca tenían mucho en común porque procedían de los mismos lugares del continente europeo. Luego se distanciaron porque «Ibiza tuvo un gran impacto del mundo fenicio y púnico que no se encuentra en Menorca». Sin embargo, «a partir de mediados del primer milenio sí hay una influencia muy grande de los púnicos asentados en Ibiza en Menorca que se materializa en la presencia de cerámica ebusitana», añadió.

Ibiza es la segunda parada de la exposición, que se inauguró el año pasado en el Museo Arqueológico Regional de Madrid. La muestra se centra en la prehistoria en Menorca, que abarca un amplio periodo cronológico que va desde el establecimiento humano en la isla, hacia el 2.500 a.C., hasta la conquista romana, el 123 a.C.

La isla cuenta con una llamativa alta concentración de yacimientos: con una superficie de 700 kilómetros cuadrados, tiene 1.574 yacimientos arqueológicos, de los que 1.401 están catalogados como Bien de Interés Cultural.


La inauguración de la exposición contó ayer con la presencia de la consellera de Transparencia, Cultura y Deportes, Ruth Mateu; del conseller de Educación, Patrimonio y Cultura de Ibiza, David Ribas; del director general de Cultura, Jaume Gomila, y del concejal de Cultura de Vila, Pep Tur, entre otras autoridades.

Mateu destacó «el trabajo conjunto que han hecho los consells insulars de Ibiza y Menorca y los museos de ambas islas» sobre todo para poner en común «sus conexiones históricas y arqueológicas».

El Govern ha destinado a la muestra 40.000 euros como una forma de apoyo, además, a la candidatura de Menorca talayótica. Después de visitar Ibiza la muestra también se podrá ver en Mallorca.


Fuentes: accioncultural.es | diariodeibiza.es | 6 de febrero de 2017

Arqueólogos descubren utensilios de cocina de hace 12.000 años en Anatolia (Turquía)

Nuevas excavaciones al sur de Turquía han hallado algunos residuos y piezas completas de lo que fueron alguna vez utensilios de cocina, tales como ollas y calderos. Al parecer esta excavación encontró un tipo de ollas que usaban alta presión para la preparación de alimentos; lo que podría indicar, sin lugar a dudas, cierto grado de avance entre los habitantes de la antigua ciudad de Tlos, en esta península.

El profesor de la Universidad de Akdeniz y director de excavación de Tlos, profesor Taner Korkut (izquierda), señaló que a partir de la época romana se ha venido observando que se utilizaban cocedores de doble cesto y vapor de presión para cocinar platos. “Estas cocinas, llamadas kerotakis, se usaron por primera vez en los siglos I y II", dijo, y añadió que su trabajo había revelado cacerolas de cerámica, sartenes, platos y vasos.

El hallazgo de las excavaciones de Tlos no sólo se limita a piezas de cocinar, sino también a otras de uso individualizado como vasos, platos, tazas, entre otros. Además, se indicó que los invitados o visitantes, en ese momento, eran convidados a comer con piezas o platos de vidrio o cerámica, que resultaban de lujo y buena calidad en la antigüedad, y que muchos de los mismos resultaron ser útiles para la vida cotidiana.

El arqueólogo se ha dedicado a la investigación de las costumbres alimentarias de la región de península de Anatolia, la cual, según estos hallazgos y otros previos, tiene una datación de aproximadamente 12.000 años, y representa toda un cultura gastronómica que, dentro de lo antiguo, presenta signos de sabiduría científica. Se cree que se conocía la cocina al vapor para los alimentos.


Taner Korkut aclaró que iniciaron las excavaciones de Tlos hace apropiadamente 10 años, y encontraron que cereales como la cebada y el trigo se usaron con toda seguridad hace 10.500 años en Anatolia, al igual que una variedad de especies de plantas, y otros cereale,s que también son hoy en día muy usados y comercializados.

Incluso habitantes de la provincia occidental del distrito de Seydikemer de Muğlaen, Turquía, todavía mantienen tradiciones en sus hábitos alimenticios, iguales a las que fueron halladas arqueológicamente.

El especialista también dijo que habían encontrado 130 especies de plantas comestibles durante entrevistas realizadas con personas que vivían en 61 poblados de la península. Korkut señaló que las capas de asentamiento que habían sido descubiertas en el montículo frente a la cueva Girmeler de Seydikemer eran muy importantes. Fueron halladas, asimismo, muchas cocinas en la capa más baja del montículo, las cuales tienen una datación de la Edad Neolítica temprana, hace por lo menos 10.500 años.

Como dato curioso, también se descubrió que los vestigios de comida en las cocinas revelaron que la mayoría de la gente comía animales tales como conejos, cervatillos, venados y jabalíes. “Pero en épocas posteriores, comenzaron a elegir algunos de los productos agrícolas”.

Fuente: tekcrispy.com | 6 de febrero de 2016

Así era la extraordinaria tecnología prehistórica en el uso del cuarzo

Puñal de hoja de cristal de roca y enmangue de marfil de Montelirio (Sevilla). M. A. Blanco; Grupo ATLAS, Universidad de Sevilla

El cuarzo, pese a ser uno de los minerales con mayor presencia en la corteza terrestre, ha sido considerado tradicionalmente por los arqueólogos como un recurso de escasa importancia, propio de sociedades arcaicas. En cambio, nuevos estudios, recogidos ahora en un monográfico que publica la prestigiosa revista Quaternary International, demuestran la complejidad económica, tecnológica, social y simbólica, equiparable a la registrada en los grupos que habitaban otros territorios donde el sílex era un material frecuente, y al cuál se le ha dado más valor. Estos resultados pueden considerarse como una prueba evidente de la flexibilidad y capacidad de adaptación de las sociedades prehistóricas a los cambios y condicionantes de los diversos territorios.

El monográfico es fruto del trabajo de miembros del GEPN-AAT (Grupo de Estudos para a Prehistoria do Noroeste Ibérico- Arqueoloxía, Antigüidade e Territorio) de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) e IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), que lo han editado conjuntamente. El volumen reúne las contribuciones de varios especialistas nacionales e internacionales, cuyo contenido tiene su base en una sesión celebrada durante el XVII Congreso Internacional de la UISPP (Union International de Sciences Préhistoriques et Protohistoriques), en Burgos en 2014.
Durante millones de años y hasta la generalización de la metalurgia, hace apenas unos milenios, la fabricación de herramientas líticas fue un aspecto fundamental de la economía y tecnología de las sociedades prehistóricas. Es por ello que su estudio resulta de enorme importancia para que los arqueólogos puedan comprender y reconstruir las sociedades pasadas.
En ese sentido, la investigación se ha centrado tradicionalmente en aquellas herramientas realizadas en sílex (que, de hecho, es un tipo de cuarzo), dado que esta roca presenta una mejor calidad para la talla, lo que facilita la fabricación de piezas más complejas e, incluso, más atractivas desde un punto de vista estético. Sin embargo, en aquellos territorios en los que el sílex es una materia prima muy escasa (como puede ser la propia Galicia o el extremo Noreste de la Península Ibérica) los grupos prehistóricos tuvieron que recurrir a otros materiales, como el cuarzo.
Pese a ser uno de los minerales más comunes de la corteza terrestre, se había prestado muy poca atención al estudio de estos materiales, ya sea en su variedad más común, el cuarzo lechoso (izquierda) o en su variedad más pura, el cristal de roca (derecha). Los investigadores lo han considerado tradicionalmente como un mero recurso de sustitución, de mala calidad, y que no permitía obtener la misma estandarización morfológica de las herramientas que en sus homólogos en sílex. Esta aproximación llevó a que, en algunos casos, se tachase de arcaicos a los grupos prehistóricos que fabricaban sus herramientas en cuarzo. No es de extrañar que haya sido precisamente en estas regiones con una mayor presencia del mencionado mineral, entre las que Galicia tiene cierta relevancia, desde las cuales se estén desarrollando trabajos cuyo objetivo es el de revisar estas consideraciones apriorísticas sobre el cuarzo.
El presente volumen reúne 16 contribuciones de numerosos especialistas nacionales e internacionales con el fin de ofrecer un panorama lo más completo posible sobre el papel que el cuarzo jugaba en las sociedades prehistóricas desde un punto de vista económico, tecnológico, funcional y simbólico. Estos trabajos abarcan un amplio marco cronológico y espacial, ofreciéndose casos de estudio de diversas regiones del planeta y desde el Paleolítico Inferior hasta la Edad del Bronce (Olduvai, Suecia, Nueva Zelanda, Foz Côa, etc.).
Procesos de talla
Estas contribuciones ayudan a romper con los paradigmas tradicionales de la disciplina, dejando claro el gran conocimiento que estos grupos prehistóricos tenían sobre las características de este material y las posibilidades que les ofrecía, llegando a desarrollar procesos de talla específicos que posibilitaron la obtención de piezas de indudable valor estético y simbólico, como puede ser la daga en cristal de roca de Montelirio (Valencina de la Concepción, Sevilla). En estas obras el cuarzo se muestra, pues, como un recurso versátil.
En este sentido, además de mostrar propiedades mecánicas y funcionales equiparables a las de otros materiales de buena calidad, el cuarzo muestra ciertas propiedades específicas (forma prismática, propiedades piezo-eléctricas...) que lo dotaron de un valor simbólico y apotropaico para diferentes sociedades prehistóricas, como refleja la presencia de prismas y cristales de roca en numerosos ajuares megalíticos a lo largo de la fachada atlántica europea.
Fuente: IPHES | 6 de febrero de 2017

Juan Luis Arsuaga: “Creo que los habitantes de Atapuerca habían cruzado el ‘Rubicón cerebral’ y tenían consciencia”

El paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga ofrece una conferencia en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) de Salamanca. Manuel Sánchez Malmierca, director del INCYL, en primer plano, presenta a Juan Luis Arsuaga, al fondo.
Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones de la Sierra de Atapuerca y catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha echado mano de la historia para ofrecer una conferencia en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) de Salamanca. Al igual que Julio César cruzó el río Rubicón para marchar sobre Roma, en algún momento de la evolución nuestra especie –y puede que no sea la única- cruzó una frontera que nos permite ser conscientes y desarrollar el tipo de pensamiento que nos hace humanos.

La idea de ese “Rubicón cerebral” la enunció el anatomista Arthur Keith a comienzos del siglo XX y hace referencia al “límite entre el animal y el humano en la terminología de la época, es decir, al momento en que nos convertimos en lo que somos”, afirma Arsuaga en una entrevista concedida a DiCYT.

De forma simplificada, la clave está en el volumen del cerebro. Aunque no es sólo una cuestión de tamaño, “la cantidad de neuronas por kilo de peso es un dato fundamental, tiene mucho que ver con las capacidades mentales”.

Sin embargo, la respuesta es controvertida, puesto que “los neandertales tenían un cerebro mayor que el nuestro y hay quienes piensan que habían cruzado ese Rubicón y otros que no”. Además, los primeros utensilios fueron fabricados por antepasados con un volumen cerebral muy inferior.


Los chimpancés, en el umbral

Por eso, resultan muy interesantes los estudios que se realizan con chimpancés. “Hay una impresión general de que les falta poco, de que con un empujoncito serían casi humanos”, comenta. Para algunos expertos, estos simios ya habrían puesto un pie o los dos a este lado de la frontera de la consciencia, para otros no, pero en cualquier caso, estarían muy cerca. De hecho, investigaciones recientes indican que los grandes monos pueden predecir las acciones de sus semejantes.

Atapuerca también está aportando mucho a este conocimiento. “Desde hace ya muchos años es el proyecto más importante del mundo sobre evolución humana, con cualquier variable que se mida: número de yacimientos intervenidos, número de fósiles encontrados, número de publicaciones científicas de primer nivel producidas al año, número de centros de investigación implicados, número de países que participan, volumen de inversiones económicas y de actividades de divulgación… Destaca en todos los aspectos”, asegura.

El lenguaje de Atapuerca

Por eso, la cantidad de datos útiles que proporciona Atapuerca para este debate es gigantesca. “Voy a poner un ejemplo”, señala Arsuaga, “en Atapuerca estudiamos el lenguaje, somos la vanguardia en este campo, y hemos podido demostrar que nuestros antepasados que vivieron allí se comunicaban como los humanos actuales”, asegura. “Los sonidos que emitían eran como los nuestros aunque eso no es lo mismo que decir que su pensamiento era similar”.

Gracias al hallazgo de fósiles muy completos, los investigadores pueden determinar la gama de sonidos de los habitantes de la sierra burgalesa de hace medio millón de años. “Se había dicho que los neandertales no tenían nuestro repertorio fonético, que no podían emitir ciertas vocales, y nosotros hemos demostrado que eso es falso, sí que lo tuvieron y mucho tiempo antes”.


La consciencia

Sin embargo, la cuestión más difícil de dilucidar es si estos humanos eran conscientes, si tenían la capacidad de reconocer la realidad que les rodeaba y de reconocerse a sí mismos en ella. “La mayor parte de las cosas que hacemos los seres humanos las podríamos hacer inconscientemente. Podemos pensar que para hacer fuego hay que tener consciencia, pero no es tan evidente, esa tecnología existe desde hace 300.000 años y se podría hacer mecánicamente. Por ejemplo, un ordenador hace muchas tareas de modo inconsciente, pero lo que está claro es que sin consciencia no hay cultura, arte ni religión”, comenta.

“Entonces, ¿qué es la consciencia?”, se pregunta el paleoantropólogo. “No se trata de ser más listo, porque un león es muy listo, pero no es consciente de sus actos ni de sus pensamientos, no se adorna ni hace arte”, añade.

Respuestas en la Sima de los Huesos

Por eso, un descubrimiento fundamental de Atapuerca es que la acumulación de fósiles humanos en la Sima de los Huesos es hecho intencional. Los homínidos del lugar estuvieron arrojando cadáveres allí a propósito y eso ya ofrece una pista muy importante acerca de sus pensamientos. “Yo creo que esa frontera ya se había cruzado en Atapuerca, pero no todo el mundo está de acuerdo, la mayoría de los autores dicen que solo el Homo sapiens lo ha hecho”, afirma Arsuaga.

En el INCYL, el director del Centro de Investigación Sobre la Evolución y el Comportamiento Humanos (UCM-Instituto de Salud Carlos III) también ha comentado la estrecha relación que existe entre las neurociencias y la evolución. "Para saber cómo funciona algo hay dos métodos. El primero es la ingeniera inversa, desmontarlo como harían los espías para saber cómo está fabricado un avión enemigo; es el método de los biólogos. El segundo consiste en ver cómo se ha montado a través de la evolución. Las dos técnicas tienen mucho que ver, la cuestión es poner el foco en el presente o en el pasado, pero las dos son fuentes de conocimiento”, declara.

Por eso, un yacimiento como el de Atapuerca da lugar a tantos saberes, a través de la combinación de la genética, la anatomía, la evolución, la arqueología y la propia neurociencia. “¿Cómo se gestiona una frase en el cerebro, en qué lugar exacto y cómo?”, se pregunta Arsuaga volviendo al estudio del lenguaje. “Al final todas estas disciplinas convergen para solucionar el mismo problema”, agrega.

Fuente:dicyt.com | 3 de febrero de 2017

Pompeya reabre la Casa de los Castos Amantes, en homenaje a los enamorados

Después de doce años de restauración, se abre la Casa de los Vettii, una de las más famosas y ricas, que fascinó a Picasso

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Los últimos frescos que se muestras al público en Pompeya son de rara belleza. Por un lado está la Casa de los Castos Amantes, el lugar más emblemático de la antigua ciudad romana. Por otro, la Casa de los Vettii, una de las más famosas y más ricas de Pompeya.

Excavada en el 1987, visitable con reserva solo durante ocho meses en el 2010, nunca fue abierta al público la domus de los Castos Amantes, así llamada por un fresco sobre la pared de un comedor donde aparecen un hombre y una mujer que se besan recostados sobre un lecho o triclinio durante un banquete.

Era una casa especialmente grande, pues contaba con numerosas habitaciones y una panadería industrial, y en toda la domus se ven reflejados la furia con la que la erupción del Vesubio canceló la vida en el 79 d. C. Aquí se encontraron los esqueletos de una mula y seis burros que se utilizaban para hacer girar las cuatro piedras de molino para producir harina en la panadería, además de distribuir el pan dentro y fuera de la ciudad.

La Domus será reconstruida totalmente con 10 millones de euros, dentro del plan denominado Gran Proyecto Pompeya, que la Unión Europea financió con un centenar de millones. Pero antes de iniciar los trabajos, el superintendente de Pompeya, Massimo Osanna, ha querido ofrecer a los visitantes una última ocasión para admirar la Domus: En homenaje a los enamorados se podrá entrar en grupos de 20 personas hasta el 14, día de San Valentín. Después, la cita será en el 2020, cuando se terminen los trabajos en la Domus y resplandezcan totalmente sus frescos.

La joya de Pompeya que sedujo a Picasso

Una de las joyas de Pompeya, por su opulencia y grandiosidad, ha abierto después de doce años de restauración: La Casa de los Vettii. Para dar solemnidad a la reapertura asistió el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, destacando que Pompeya se ha convertido hoy en el «orgullo de los italianos». En un año de oro para los lugares de cultura italianos, Pompeya es detrás del Coliseo el segundo monumento más visitado de Italia: 3.209.089 ingresos en el 2016, un 7,5% más que en el año anterior, todo un récord de visitantes y de ingresos: 23,5 millones de euros.

Números destinados a crecer extraordinariamente en este año con la exposición «Picasso-Parade. Nápoles 1917», abierta desde el 10 de abril al 10 de julio para conmemorar los cien años del viaje en Italia de Pablo Picasso, quien visitó junto a Jean Cocteau las excavaciones. La fascinación que le causó el área arqueológica le llevó a pintar su célebre cuadro «Dos mujeres que corren en la playa» (1922), una pintura cargada de sensualidad, inspirada en algunas figuras clásicas de Pompeya. El pintor malagueño encontró también inspiración para sus diseños en el ballet ruso “Parade”.

Picasso fue seducido por la Villa de los Misterios y la Domus de los Vetii, ambas por sus frescos extraordinarios. Descubrió una pintura libre, poco esquemática, ligada al sentido de la decoración, del placer de vivir.

Priapo, restaurado y nuevamente visible

Durante decenios, un fresco de la Casa de los Vettii estuvo cubierto, porque era una imagen «prohibida» a menores, con una madera que se retiraba solo tras una justificada petición oficial, o bien con una propina al guardia: era el Priapo, dios de grueso falo, hoy nuevamente visible tras la restauración.

Se encuentra en el vestíbulo de la casa y es una de las figuras más fotografiadas y reproducidas de Pompeya: El dios Priapo, bajo cuya protección se había puesto el hogar, está representado en el momento de pesar sobre el plato de una balanza su enorme falo teniendo como contrapeso en el otro plato una bolsa de dinero. El dios representaba la prosperidad económica de los propietarios, los hermanos Aulus Vettius Restitutus y Conviva, exesclavos enriquecidos gracias al comercio. Su relación con Priapo se mostrada también de forma explícita en una estatua de mármol que originalmente decoraba la fuente del jardín y hoy está en el atrio. Una leyenda indicaba que el Priapo de los Vettii donaba fertilidad al tocar su falo.

En uno de los muros del atrio se encuentra una de las dos enormes cajas fuertes en las que los hermanos Vettii, comerciantes de vino al por mayor, tenían sus monedas romanas (sesterzi) y joyas.

Especialmente refinados son los frescos del triclinio (comedor) que representan escenas mitológicas. Los frescos fueron pintados en esta sala que a propósito no se iluminó demasiado para que la luz no dañara las pinturas, como si se tratara de una cuidada pinacoteca.

Esta resurrección de la ciudad romana destruida por Vesubio es posible gracias al citado Gran Proyecto Pompeya, un ambicioso plan tiene como objetivo preservar un área arqueológica de 44 hectáreas excavadas y de otras 22 pendientes de excavar: Se incluyen 1.500 edificios, 17.000 metros cuadrados de frescos y pinturas, además de 12.000 metros cuadrados de pavimentos.

Vía: ABC