Así era el remedio curativo del polvo de momia

Durante siglos fue considerado una auténtica panacea que sanaba úlceras, huesos y hasta el dolor de muelas. La culpa la tuvo un error de traducción

A lo largo de los siglos la medicina ha dado inadmisibles bandazos terapéuticos y los médicos hemos utilizado técnicas de curación desprovistas de todo tipo de base científica. Un buen ejemplo fueron los polvos de momia. Durante siglos fueron considerados una verdadera panacea, se les atribuía todo tipo de virtudes curativas, desde la cicatrización de úlceras y reparación de huesos rotos, hasta la epilepsia, pasando por el dolor de muelas.

Este peculiar tratamiento gozó de la aquiescencia de todas las clases sociales, incluida la realeza. Sabemos que el monarca francés Francisco I no salía de palacio sin una buena provisión de saquitos con polvos de momia.

Pedro Gargantilla, médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación- M. Jara

El uso de las momias con fines médicos fue fruto de una confusión lingüística. En la Antigüedad los persas comerciaban con betún, un líquido negro y viscoso al que se le atribuían propiedades saludables, y al que se conocía en su idioma como “mummia”. Cuando los mercaderes orientales contemplaron por vez primera la momias egipcias descubrieron con satisfacción que estaban recubiertas por betún, es decir, por “mummia”. Realmente las momias estaban revestidas con unas resinas especiales, bastante similares al betún, cuya función era mantener en buen estado la momificación.

Aquí empezó la confusión. Si la “mummia” tenía propiedades milagrosas para el cuerpo humano, también lo tendría, por extensión, aquello con lo que se impregnaba a las momias egipcias. Con el paso del tiempo el error fue increscendo y se empezó a aplicar el vocablo “mummia” a la totalidad del cuerpo de la momia, popularizándose el empleo de los cuerpos momificados como método terapéutico.

Las cruzadas hicieron el resto, propiciaron el contacto con la cultura árabe y la entrada de las maravillas de oriente en la Europa cristiana. Los “polvos de mummia” se hicieron su hueco en los albarelos de las reboticas.

Saqueadores de tumbas

Las condiciones de este error filológico fueron nefastas. Hubo una implacable persecución para adquirir momias egipcias, el polvo obtenido se diluía en vino, agua o miel y se dispensaba a una atribulada clientela. En algunos casos no se vendía el polvo, sino trozos de cadáver o, incluso, una pasta de coloración negruzca. También se elaboraron ungüentos a base de mezclas de vaselinas y sustancias oleosas, a los que se atribuían supuestos efectos rejuvenecedores sobre la piel. En otras palabras, las momias se convirtieron en un negocio muy lucrativo.

Al principio no fue difícil conseguir momias a las que poder atomizar, pero el imparable aumento de la demanda provocó que la materia prima empezase a escasear. Los saqueadores de tumbas se esmeraban pero su trabajo no conseguía abastecer al próspero mercado europeo, por lo que no hubo más remedio que recurrir a la falsificación. No tardaron en aparecer comerciantes sin escrúpulos que momificaron alegremente cuerpos de esclavos, cadáveres abandonados o personas ajusticiadas, dando “gato por liebre” a incautos boticarios. El resultado que conseguían era de una calidad tan elevada que cuando se comenzó a realizar pruebas de rayos X a las momias se descubrió que algunos museos exhibían en sus vitrinas falsas momias egipcias.

De la botica al lienzo

En el siglo XII se empleó por vez primera a las momias egipcias con fines curativos en las cortes europeas, tratamiento que alcanzó su punto álgido a lo largo del Medioevo. Fue a partir del Renacimiento cuando se inició un interés por la ciencia, rechazándose la práctica de tratamientos mágicos. El cirujano francés Ambroise Paré (1517-1590) fue uno de los primeros en arremeter contra los polvos de momia. Algún tiempo después haría lo propio el padre Feijoo (1676-1764), un monje benedictino. A pesar de todo, los últimos coletazos terapéuticos llegaron hasta comienzos del siglo XVIII, cuando en las boticas europeas existía la certeza absoluta de que se estaban vendiendo burdas falsificaciones.

A partir de ese momento las momias se usaron con otros fines, mezcladas con disolventes y resinas se transformaban en un insuperable pigmento de color marrón, al que los pintores del siglo XVIII bautizaron con el nombre de “marrón de momia”. Fue el inicio de un nuevo negocio.

Vía: ABC

Óscar Alzaga dona un relevante conjunto de pinturas al Museo del Prado

Alegoría de la redención. Jacopo Ligozzi (1547-1627) Óleo sobre tabla. h. 1587 Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación de Óscar Alzaga

El Real Patronato del Museo del Prado, en su sesión plenaria celebrada hoy lunes 27 de marzo de 2017, ha aceptado la donación ofrecida por Óscar Alzaga Villaamil. La donación la integran seis pinturas y una dotación económica adicional para la adquisición de una séptima.

Imposición de la casulla a San Ildefonso. Juan Sánchez Cotán (1566-1627) Óleo sobre lienzo. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación de Óscar Alzaga

La donación Óscar Alzaga Villaamil constituye, por la elevada calidad de las piezas que la integran y su buen estado de conservación (ninguna precisa de intervención), una importante contribución al enriquecimiento de las colecciones del Museo Nacional del Prado. Se trata de seis pinturas (a las que se añadirá una séptima) que comprenden un amplio abanico cronológico, desde las postrimerías del siglo XVI a mediados del XIX, realizadas por artífices italianos (Jacopo Ligozzi), españoles (Sánchez Cotán, Herrera “el Viejo”, Antonio del Castillo y Eugenio Lucas Velázquez) y un bohemio (Anton Rafael Mengs). Todas ellas fueron pintadas en España a excepción del Ligozzi, pero cuatro fueron adquiridas por el donante en el extranjero, por lo que su entrada en el Museo del Prado supone un importante acrecentamiento del patrimonio artístico nacional. La calidad de las obras viene avalada por su presencia recurrente en exposiciones y su inclusión en las más recientes monografías de los pintores que las ejecutaron.

San Jerónimo penitente, Francisco Herrera “el Viejo” (1576-1656) Óleo sobre lienzo. h. 1640. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación de Óscar Alzaga

Aunque los artífices de las pinturas donadas figuran ya en el Museo del Prado, están representados con obras de muy distinta naturaleza, iconografía y/o cronología. Su incorporación permite así completar los perfiles profesionales de estos pintores. Así sucede por ejemplo con Sánchez Cotán, de quien el Museo del Prado posee una naturaleza muerta pero de quien, hasta la donación Alzaga Villaamil, carecía de pintura religiosa; o con Ligozzi, presente en el Prado a través de un enorme cuadro de altar muy alejado de la exquisita e inusual composición alegórica que ahora ingresa. Otro tanto podríamos señalar a propósito de la obra de Mengs de pequeño formato o del tardío San Jerónimo de Herrera “el Viejo”.

Inmaculada Concepción, Antonio del Castillo Saavedra (1616-1668) Óleo sobre lienzo. h. 1645-50 Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación de Óscar Alzaga

El Museo quiere hacer público su agradecimiento a Óscar Alzaga por unirse así a la nómina de personas que generosamente han contribuido a ampliar cuantitativa y cualitativamente sus colecciones.

Finaliza la restauración de la Casa de los Grifos de la ciudad romana de Complutum (Alcalá de Henares, Madrid)

Se espera que en abril se organicen las primeras visitas guiadas para contemplar la Casa de Los Grifos. Aún no hay fecha oficial definitiva.

Se trata de uno de los restos más importantes arqueológicos que atesora la ciudad romana de Complutum, la Alcalá de Henares de hace 2 mil años. Hablamos de La Casa de los Grifos (se llama así por los animales mitológicos que decoran las salas), una vivienda señorial construida hacia 50-60 d.C. y destruida casi por completo a consecuencia de un incendio alrededor de 215 d.C.

Eso sí, según los arqueólogos, la suerte quiso que los muros de una de sus salas principales cayeran a plomo y se ocultaran unos sobre otros guardando casi intacto sus pinturas al igual que ocurrió, por ejemplo, con las casas de Pompeya o Herculano en Italia.


Es por eso, que se conserve la superficie completa de la vivienda así como la mayor parte de las pinturas murales que la decoraban. Poder recorrerla casi 2 mil años después es todo un privilegio. Se trata de una casa de peristilo que ocupaba una manzana completa de 30 x 30 m con un jardín central rodeada pdf pórticos al que se abren diferentes estancias, hasta un total de 24.


Es decir hablamos de toda una casa señorial que se situaba muy cerca de la antigua Basílica y el Foro Romano. Aún hoy podemos ver los restos de las salas para actos sociales, habitaciones privadas, cocinas y hasta establecimientos comerciales que se abrían a la calle, principalmente un bar de comidas preparadas.

Las primeras excavaciones datan del período entre 1985 y 1991, pero los últimos trabajos han permitido volver a levantar los muros originales de una de sus salas principales sobre los muros originales.


El plan, que se ha desarrollado entre los meses de junio y diciembre de 2016, se enmarca entre las actuaciones financiadas por el 1’5% cultural del Ministerio de Fomento, que ha aportado 185.000 euros. También han participado el Consorcio Alcalá Patrimonio de la Humanidad con 40.000 euros y la Dirección General de Patrimonio Histórico y el Ayuntamiento de Alcalá de Henares que aportan 25.000 €.


Es por ello que en la inauguración oficial que ha tenido lugar este viernes 24 de marzo haya contado con la presencia del Secretario de Estado de Infraestructuras (imagen superior), Transporte y Vivienda, Julio Gómez Pomar y la Directora General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, Paloma Sobrini.


Además el acto ha contado con la presencia del alcalde, Javier Rodríguez Palacios, la primera teniente de alcalde y concejala de Patrimonio Histórico, Olga García, y la concejal de Cultura, María Aranguren, entre otras personalidades.


Aún no hay fecha para su apertura al público. Se espera que en abril se organicen las primeras visitas guiadas. De momento, se puede visitar el resto de la ciudad romana de Complutum en el Camino del Juncal, c/v a calle Jiménez de Quesada, de Alcalá de Henares.

Fuente y Fotos: La Luna de Alcalá TV, 24 de marzo de 2017
(PDF) MUSEALIZACIÓN DE LA CASA DE LOS GRIFOS EN EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE COMPLUTUM (Alcalá de Henares).

Un libro reúne las investigaciones científicas sobre el "gran monumento megalítico" de Montelirio (Sevilla)

La biblioteca pública Infanta Elena, en Sevilla capital, acogerá el próximo martes la presentación del libro 'Montelirio: Un gran monumento megalítico de la Edad del Cobre', que reúne los resultados de los estudios científicos relacionados con esta construcción megalítica descubierta en 1998 en el municipio aljarafeño de Castilleja de Guzmán (Sevilla).

El dolmen de Montelirio, recordémoslo, está enclavado en el entorno del plan parcial número cuatro de Castilleja de Guzmán y está caracterizado por un corredor de aproximadamente 39 metros de longitud, una cámara principal de 4,75 metros de diámetro y otra cámara secundaria de 2,7 metros de diámetro, bajo un túmulo de 2,75 metros de altura.

Se encuadra, por cierto, en las 779,16 hectáreas de los municipios de Valencina de la Concepción y Castilleja declaradas como Zona Arqueológica, al estar pobladas por múltiples vestigios de la antigua cultura que habitaba este sector de la cornisa del Aljarafe, allá por la Edad del Cobre.

El libro, en ese sentido, recoge los resultados de los estudios e investigaciones científicas realizadas merced a las excavaciones arqueológicas acometidas en el dolmen y su entorno entre 2007 y 2010. En tales estudios, según la información recogida por Europa Press, han participado a lo largo de estos años 45 especialistas de 16 universidades y centros de investigación de cinco países distintos (Alemania, España, Estados Unidos de América, Nueva Zelanda y Reino Unido), con el uso de algunos de los métodos y técnicas de investigación más a la vanguardia de la arqueología moderna.

GRANDES DESCUBRIMIENTOS

Y es que las mencionadas excavaciones arqueológicas supusieron el rescate de no pocos restos óseos humanos, así como un espectacular ajuar formado por unas 4.000 cuentas de collar y numerosas figuras zoomorfas, otros utensilios y objetos de marfil, sílex o ámbar, dos altares circulares y más de cien puntas de flecha.

La obra, así, recoge no sólo un análisis del monumento megalítico y los productos artesanales y artísticos de piedra, marfil, oro y ámbar recuperados del mismo, sino además formula toda una descripción de la forma de vida de las sociedades de la Edad del Cobre, profundizando en su tecnología, artesanía, pautas de contacto e intercambio, y su organización social.

El libro, según ha señalado a Europa Press, Leonardo García Sanjuán (izquierda), del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla y uno de los editores científicos de la publicación, constituye todo un avance en materia de investigación, porque se trata del "primer monumento megalíticos español estudiado con una metodología científica de amplio espectro, que incluye los métodos más modernos de datación, análisis de restos humanos y caracterización de objetos artesanales y artísticos".

INTERPRETACIONES

"Interpretamos el colectivo enterrado en esta tumba como un posible 'colegio' de especialistas religiosos, o sea sacerdotisas, que en el siglo XXVIII antes de Cristo tuvo una gran relevancia social, y que probablemente habrían tenido fama e influencia mucho más allá de los límites de la antigua población calcolítica sevillana", resume García Sanjuán respecto a las teorías expuestas en la publicación.

Magdala: arqueología y religión en manos de una investigadora mexicana

Marcela Zapata (arriba) desentierra desde hace siete años los secretos de la bíblica Magdala con el fin de reconstruir la vida y usos de un poblado de pescadores judíos que, según el Nuevo Testamento, fue testigo del ministerio de Jesús en la Galilea.

Con una buena parte de la antigua aldea ya desenterrada, los hallazgos se acumulan uno tras otro en uno de los yacimientos más sorprendentes de toda la zona, con una bella sinagoga, típicos baños rituales ("mikve"), una dársena con amarraderos, el cardo (calle comercial romana) y restos de la actividad industrial de sus habitantes.
"Los hallazgos nos dicen que la actividad económica principal en Magdala era la pesca", asevera esta estudiosa de la Universidad Anahuac de México, que llegó a la zona en 2010 por iniciativa propia.

Esta actividad fue la que le aparentemente pudo dar su otro nombre a Magdala, Tariquea, que significa "conservación" o "preservación", y que se origina en un método de salación del pescado desarrollado allí por sus habitantes y que era conocido como "tarichos".
Entre las ruinas de la antigua ciudad, Zapata y sus investigadores han descubierto decenas de piletas que -afirma- servían a esa industria, aunque hay historiadores que aseveran que el método era conocido por toda la zona del Mar de Genasaret y que, por tanto, no se puede afirmar aún que ambas ciudades sean la misma.

"Por lo que conocemos de las fuentes judías y cristianas esta es la antigua Tariquea, que es Magdala", se reafirma Zapata, cuyo equipo de arqueólogos y voluntarios es el primero de México que recibe permiso de Israel para investigar y excavar.
El proyecto iniciático es del padre Juan Solana, de los Legionarios de Cristo y quien hace ya diez años compró un predio en una zona denominada "Migdal" en hebreo, y "Al-Majdal" en árabe, para levantar un centro de peregrinaje.

Pronto los primeros trabajos condujeron al hallazgo de una antigua sinagoga con uno de los primeros altares ("bima" en hebreo) conocidos y en sus caras una exclusiva simbología.


Otro nexo entre Magdala y Tariquea es que en el cardo ha aparecido un retén, o barrera, a base de columnas y bloques de piedra de la sinagoga y de otros edificios, bien apilados uno encima del otro.
Fue, se cree, la barrera que los habitantes de la antigua Magdala construyeron para impedir el paso de las cohortes romanas poco antes de la crucial batalla del año 67 d.C., narrada por el cronista Flavio Josefo en su libro "Las guerra de los judíos".
Antes de ser capturado en Jotapata y romanizarse, Josefo fue comandante de los rebeldes judíos en la Galilea y ayudó personalmente a fortificar Tariquea, si bien sus descripciones y datos sobre la Gran Revuelta Judía no han sido siempre exactos.

Disquisiciones arqueológicas a un lado, la importancia del yacimiento se origina en que se trata del pueblo de origen de María Magdalena.

Zapata, que se declara católica no practicante, asegura que los trabajos en el yacimiento ayudarán a conocer el estilo de vida y las costumbres de la época en el pueblo de la Magdalena, y no ve ningún conflicto a la hora de realizar un trabajo científico en un lugar religioso: "De entrada, la ciencia y la fe no se oponen, al contrario, se complementan".



"Lo que pudo haber hecho Jesús en términos de milagros eso sólo se desprende de las fuentes escritas, pero no hay ninguna descripción en los Evangelios que diga que en Magdala se realizó equis milagro. Y aunque lo dijera, nunca lo vamos a saber porque la arqueología no da, ni nunca va a dar, ese tipo de evidencias", subraya.

El pueblo de "Magdala", en el que según las descripciones de Josefo vivieron unos 40.000 habitantes, aparece en los Evangelios una sola vez, si bien es evocado otras doce al atribuir a "María Magdalena" su origen.

En colaboración con la UNAM, Zapata realiza sus investigaciones con una técnica interdisciplinaria más típica de México que de Israel, en la que todo se analiza en laboratorio hasta el último detalle.
"Aquí tienen muchas fuentes escritas que les hablan de su historia, en cambio nosotros en México no tenemos esos textos y por tanto la arqueología que hacemos es mucho más interdisciplinaria", indica sobre la participación de antropólogos, químicos, biólogos, y otros expertos que deben analizar los hallazgos en el terreno.

Para ello, entre 300 y 400 kilos de tierra del yacimiento de Magdala han sido trasladados hasta México, en una campaña en la que colabora la Secretaría de Relaciones Exteriores. EFE

Fuente: wradio.com.co | 19 de marzo de 2017

Un algoritmo de aprendizaje profundo para descifrar la escritura de la cultura del Valle del Indo

Un potente algoritmo de aprendizaje profundo, que imita el funcionamiento de las diferentes regiones del cerebro humano durante el proceso de lectura, desvelará el misterio de la cultura del Valle del Indo. Desarrollado por científicos del sur de La India, permitirá leer la escritura de esta civilización de la Edad de Bronce a partir de sellos y cerámicas encontradas en registros arqueológicos. Científicos hindúes han desarrollado un algoritmo de aprendizaje profundo para ayudar a descifrar la escritura de la cultura del Valle del Indo, perteneciente a la Edad del Bronce, cuya lengua siegue siendo todavía un misterio.

La cultura del valle del Indo fue una civilización que se desarrolló desde c. 3300 a.C. hasta c. 1300 a.C. a lo largo del valle del Indo, en Afganistán, Pakistán y el noroeste de la India. Abarcaba cerca de un centenar de asentamientos y dos ciudades importantes: Harappa y Mohenjo-Daro, ambos en Pakistán.
Esta civilización se caracteriza por un alto grado de urbanización con sitios bien desarrollados y organizados siguiendo una planificación compleja, que integraba incluso la gestión de aguas residuales. Aunque fue descubierta en el siglo XIX, poco se sabe de esta civilización, particularmente porque los textos y símbolos de su cultura siguen siendo indescifrables.

Hasta ahora se han identificado 417 símbolos de esta lengua, pero no ha sido posible descifrar su significado porque todavía no se ha encontrado un texto bilingüe. En otros casos, un texto bilingüe ha ayudado a entender las escrituras antiguas, por ejemplo, la piedra de Rosetta.


Esta piedra es un fragmento de una antigua estela egipcia de granodiorita inscrita con un decreto publicado en Menfis en el año 196 a. C. en nombre del faraón Ptolomeo V. El decreto aparece en tres escrituras distintas: el texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Gracias a que presenta esencialmente el mismo contenido en las tres inscripciones, con diferencias menores entre ellas, esta piedra facilitó la clave para el entendimiento moderno de los jeroglíficos egipcios.

Sin embargo, debido a la ausencia de una "piedra de Rosetta" para la cultura de la civilización del Indo, su lengua sigue todavía sin poder ser interpretada.
Algoritmo de aprendizaje profundo

Ahora, científicos de Chennai, la capital de Tamil Nadu, Estado del sur de la India, han desarrollado un algoritmo que permitirá leer la escritura de esta civilización perdida a partir de sellos y cerámicas encontrados en registros arqueológicos.

Tal como informa el diario The Hindu, Se trata de un algoritmo de aprendizaje profundo que puede reconocer una imagen a partir de un objeto, así como la parte del objeto que contiene caracteres escritos. A continuación puede separarlos en grafemas individuales y después identificarlos a partir de un cuerpo de texto estándar. El clasificador puede identificar la presencia o ausencia del grafema Indo más frecuente, el signo "jar", con una precisión del 92%, según los investigadores.


Una grafema es la unidad de «mínima e indivisible» de una escritura. En lingüística el término corpus se utiliza para describir una gran colección de textos que, entre otras cosas, se utilizan para realizar análisis estadísticos de lenguas.

El algoritmo se basa en varios niveles de redes neuronales artificiales, que imitan el funcionamiento de las diferentes regiones del cerebro humano durante el proceso de lectura. Este proceso se desarrolla en tres fases.
En la primera, las partes de la imagen que contienen caracteres son cortadas y seleccionadas, para a continuación volver a ser troceadas hasta que cada una de ellas contenga un único grafema. A continuación, cada grafema es clasificado para buscar su correspondencia con uno de los 417 caracteres de la escritura de la civilización del Valle del Indo.

Esta operación permitirá crear de forma automática un corpus estandarizado de textos de la civilización del valle del Indo a partir del conjunto de objetos encontrados en excavaciones arqueológicas, tarea que sin el algoritmo supondría un esfuerzo humano considerable.

El corpus obtenido mediante este algoritmo representa un avance científico para esta investigación y podría terminar descifrando el misterio de la escritura del Valle del Indo.


Fuente: Tendencias21, 27 de marzo de 2017
Artículo de referencia: Deep Learning the Indus Script. Satish Palaniappan, Ronojoy Adhikari.