María Martinón lo tiene claro. El equipo de investigación de Atapuerca cuenta con una “cantera impresionante”, en la que destaca la capacidad de científicas, que se han convertido en líderes en sus respectivas disciplinas, y este talento deberá tenerse en cuenta a la hora de plantear el relevo de José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell al frente del proyecto de investigación de los yacimientos burgaleses. Y la científica espera y confía en que así será, puesto que las mujeres “ya están tomando el relevo”.
La gallega ha ofrecido esta mañana la sexta charla del programa Stem Talent Girl, destinado a alumnas de 3º y 4 º de la ESO, a las que se inspira para que no descarten convertirse en líderes de ciencia y tecnología. Como miembro del equipo de investigación de Atapuerca, aunque sea también profesora e investigadora de la University College London, María Martinón ha asegurado que Atapuerca es un buen ejemplo de la capacidad y el talento de las mujeres científicas, un reconocimiento por el que en España ha tocado “luchar un poco”.
El equipo de investigación es un ejemplo “impresionante” de mujeres capaces, que lideran sus campos y disciplinas profesionales, dentro de una cantera “tremenda”, ha asegurado. De ahí que, con su habitual optimismo, Martinón confíe en que esa realidad se tenga en cuenta a la hora de plantear el futuro del proyecto burgalés. “Hay talento”, ha insistido, “y las mujeres ya están tomando el relevo”, pero sí que es cierto que Atapuerca debería aspirar a una valoración del talento en igualdad de oportunidades cuando llegue el momento de relevar a los codirectores.
“Hay un movimiento imparable, en el que la gente que vale va a encontrar su sitio”, ha afirmado la científica. De ahí que también confíe en que, “sin hacer favores a nadie”, se valore el talento de cada profesional a la hora de decidir quién sustituye a José María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga y Eudald Carbonell. De momento, Atapuerca ya es un ejemplo de integración de la mujer en la ciencia, en un país en el que falta tradición científica, justo lo contrario de Reino Unido, donde se encuentra ahora trabajado Martinón.
Libertad de elección
En su experiencia personal, la científica afirma que en Reino Unido se reconoce el talento venga de donde venga Y las nuevas generaciones tienen que ser conscientes de que pueden escoger qué quieren ser. “Es importante saber que tienen la opción de ser lo que quieran ser”, ha asegurado en su charla, porque “tienen la libertad, las capacidades y el talento”. De ahí que considere el proyecto de Stem Talent Girl muy inspirador, un proyecto de oportunidades, que abre la mente a las jóvenes promesas de la ciencia y la tecnología.
La científica ha animado a las alumnas a que no tengan miedo a tomar decisiones, insistiendo que lo mejor de la vida es la posibilidad de elegir, dejando un lado el miedo a equivocarse. No existe una decisión única y definitiva. “No hay un solo camino sin retorno”, sino muchos desvíos, y la vida se debe plantear como un proyecto científico. En ciencia, se parte de hipótesis que hay que falsear o validar. Y falsear una hipótesis no es un fracaso científico, sino un acierto, ya que se posiciona un paso por delante de donde estabas antes.
La vida es exactamente igual. Se toman decisiones, se exploran caminos y, si no ofrecen lo que se busca, se plantean alternativas. Nunca una decisión supondrá una pérdida de tiempo, será un paso más en el aprendizaje personal. Y así entiende también Martinón su estancia en Reino Unido, donde lleva año y medio, después de dejar el CENIEH. La científica está de “misión”, impulsando un proyecto para conseguir que Atapuerca tenga una difusión internacional desde la perspectiva educativa, y no solo científico.
Y lo está consiguiendo. Ahora, la prestigiosa University College London cuenta con un grado de Antropología y se ha creado una asignatura sobre Atapuerca, de tal modo que los futuros científicos ya saben que para estudiar la evolución humana tienen que venir a Burgos. La ciencia es internacional, ha asegurado Martinón, aunque se pueda hacer desde España o desde el extranjero. Lo que es “inevitable” es que requiere de lazos internacionales para ser “puntera”, de ahí que los científicos deban salir y ver mundo, pero trabajando para evitar una fuga de talento.
Equivocación desinformada
El brexit, “un desatino, un desacierto”
Por otra parte, María Martinón espera que el brexit no vaya a afectar de manera directa a los científicos. Reconoce que la ciencia “está más protegida” que otros sectores, ya que se escoge a la gente por su talento, su aportación personal. Sin embargo, la situación política en Reino Unido podría animar a algunos científicos a buscar oportunidades fuera del país. A su juicio, la salida de la Unión Europea es “un desacierto, un desatino, una equivocación desinformada”, y muy triste, porque ha sacado a la luz “el egoísmo social” .
Fuente: burgosconecta.es| 23 de abril de 2017
Muchos nativos americanos descienden de los Clovis.
Hace miles de años, no había ni un sólo ser humano viviendo en el continente americano. Pero eso cambió en la última Edad de Hielo. Hubo un tiempo en que la mayor parte de América del Norte estaba cubierta con una gruesa capa de hielo que hacía que la región fuera difícil de habitar. Pero, en un momento dado, algunos humanos aventureros emprendieron un viaje hacia un nuevo mundo.
Probablemente, llegaron a pie desde Siberia a través del estrecho de Beringia, un puente de tierra que se extendía desde Alaska hasta Eurasia y que existió desde finales de la última glaciación hasta hace unos 10.000 años. Ahora esa zona está sumergida bajo el agua.
Se sigue debatiendo cuándo llegaron esos primeros americanos y de donde venían. Pero estamos cada vez más cerca de averiguar lo que pasó y de saber quiénes eran realmente.
El último máximo glacial
Durante la última Edad de Hielo, hace unos 20.000 años, una travesía desde Asia hasta América no habría sido algo particularmente agradable. Pero, paradójicamente, la presencia de hielo y glaciares en América del Norte hizo que la travesía fuera, en parte, más fácil de lo que habría sido hoy día.
Durante la Última Edad de Hielo se formó un puente en el Estrecho de Bering. Derechos de autor de la imagen: ALAMY
La abundancia de hielo significaba que los niveles del mar eran mucho más bajos. Por eso emergió un tramo de tierra entre Siberia y Alaska (Beringia) por el que los humanos y animales pudieron caminar.
En algún momento durante ese tiempo, conocido como el Último Máximo Glacial, grupos de cazadores-recolectores se trasladaron desde lo que es ahora Siberia y establecieron allí su campamento.
"Los primeros que llegaron a la zona eran, probablemente, grupos pequeños y ambulantes que, probablemente, dependían de la disponibilidad de recursos estacionales", dice Laurianne Bourgeon, de la Universidad de Montreal, en Canadá.
Atascados en Beringia
Muchos de esos pueblos hicieron bien en buscar refugio allí. La zona central de Beringia tenía un entorno mucho más agradable que las tierras heladas que dejaron atrás. El clima era más húmedo y la vegetación, en forma de arbustos leñosos, les dio acceso a madera para obtener calor.
El ADN está dejando al descubierto secretos muy antiguos. Derechos de autor de la imagen: ALAMY
Además, era el entorno ideal para grandes mamíferos a los que podían cazar y cuyos huesos podían quemar, dice Scott Elias, de la Royal Holloway University, en Londres, Reino Unido.
Cuando los humanos llegaron al estrecho, no tuvieron más remedio que establecerse allí. Las vastas capas de hielo les cortaron el camino hasta América del Norte. Ahora se sabe que hicieron de Beringia su hogar y que permanecieron allí durante varios miles de años.
Según esa hipótesis, eso ayudó a que aquellos grupos aislados fueran genéticamente distintos a los que habían dejado atrás, de acuerdo con un estudio de 2007. Y eso significa que los primeros que llegaron a Norteamérica —cuando el hielo se deshizo y permitió su entrada— eran genéticamente distintos a quienes habían vivido en Siberia miles de años antes.
"Es posible que una de las partes más importantes de ese proceso fuera lo que ocurrió en Beringia, cuando se diferenciaron de los asiáticos y se convirtieron en nativos americanos", dice Connie Mulligan, de la Universidad de Florida en Gainesville, EE.UU., quien participó en ese análisis inicial.
Otros estudios apoyan esa teoría. Por ejemplo, Elias y sus colegas argumentan que esos seres humanos se quedaron en Beringia unos 10.000 años.
En movimiento
Cuando, finalmente, el hielo comenzó a retirarse, esos grupos viajaron a diferentes partes del continente. Ha habido un largo debate sobre si aquellos primeros colonos migraron desde diferentes áreas o sólo desde una.
Hace más de 20 años, Mulligan sugirió que sólo hubo una migración desde Beringia hacia el "Nuevo Mundo".
Hay evidencia de presencia de humanos en Oregón hace 14.500 años. Derechos de autor de la imagen: SCIENCE PHOTO LIBRARY
Llegó a esa conclusión tras analizar la variación genética en el ADN de nativos americanos de hoy en día y compararla con la de asiáticos. Ese mismo patrón excepcional apareció en todos los nativos americanos que analizó, pero muy rara vez en los asiáticos modernos. Y eso significa que los nativos americanos surgieron de una única población que vivió en Beringia, aislada, durante muchos años. En 2015, un estudio que usó técnicas más avanzadas llegó a una conclusión parecida.
"No hubo movimientos o cambios en ese grupo de población tal y como algunos sugirieron anteriormente", explica Rasmus Nielsen, de la Universidad de California, en Berkeley, EE.UU., a cargo de ese análisis.
De hecho, cerca del 80% de los nativos americanos de hoy en día son descendientes directos de los Clovis, quienes vivieron en América del Norte hace unos 13.000 años. Pero sabemos que tal vez hubo migraciones graduales desde Beringia. Y eso es porque hay pequeños grupos en la región amazónica de Sudamérica —como los indígenas Suruí y los Karitiana— que tienen un misterioso "flujo genético ártico" que no está relacionado con los Clovis.
Vínculos remotos
Otro estudio de 2015 reveló que, por lo tanto, hubo "más de una población que fundó las Américas", y que las poblaciones indígenas del continente americano tienen vínculos genéticos remotos con Australia, Papua Nueva Guinea y las islas Andamán.
Cortaduras hechas por la mano humana fueron halladas en esta mandíbula de caballo de 24.000 años de antigüedad.Derechos de autor de la imagen: LAURIEANE BURGEON
"No hubo una población fundadora homogénea. (…) Tal vez hubo varios pulsos migratorios", dice Pontus Skoglund, de la Universidad Harvard en Boston, Massachusetts, EE.UU.
En otras palabras, los habitantes de Beringia no llegaron o se fueron todos al mismo tiempo. Esto hace muy probable que hubiera diferentes grupos que nunca se conocieron.
La cuestión de la fecha
Para comprobar quiénes fueron realmente los primeros americanos, tenemos que tener en cuenta cuándo llegaron. Es difícil saber en qué momento exacto sucedió.
El equipo de Nielsen concluyó que los ancestros de los primeros americanos llegaron a Beringia entre hace 23.000 y 13.000 años. Ahora tenemos evidencias arqueológicas que sugieren que la gente que salió de Siberia —y después de Beringia— lo hizo incluso antes.
Restos animales fueron descubiertos en el sitio arqueológico de las cuevas Bluefish en el territorio del Yukón. Derechos de autor de la imagen: LAURIANE BOURGEON/MUSEO CANADIENSE DE HISTORIA
En enero de 2017, Laurianne Bourgeon y su equipo encontró pruebas que demuestran que hubo seres humanos que vivieron al norte del territorio del Yunkón, al oeste de Canadá, en una zona llamada Cuevas de Bluefish hace 24.000 años.
"Llegaron a Beringia hace 24.000 años y permanecieron genética y geográficamente aislados hasta hace unos 16.000 o 15.000 años, antes de dispersarse las capas de hielo que cubrían la mayoría de Norteamérica durante ese periodo. Las cuevas sólo se usaron en breves ocasiones para actividades de caza" dice Bourgeon.
Pero su análisis no revela las fechas exactas en que esa gente se aventuró por primera vez hacia el sur. Para saberlo hay que observar las pruebas arqueológicas.
Cuestionamientos
Se sigue debatiendo cuándo llegaron los primeros americanos y de donde venían. Derechos de autor de la imagen: GETTY IMAGES
Durante décadas, se han encontrado herramientas de piedra que dejaron los Clovis por todo América del Norte. Algunas son tan sólo de hace 13.000 años, lo cual sugiere que tardaron mucho en ir hacia el sur. Pero en los últimos años ha surgido evidencia que cuestiona esa idea.
Por ejemplo, en un asentamiento en el sur de Chile llamado Monte Verde hay evidencia de ocupación humana de hace 18.500 y 14.500 años. Sabemos que hacían hogueras, comían marisco y usaban herramientas de piedra, pero como no dejaron restos humanos, mucho sobre ellos sigue siendo un misterio.
El viaje al otro extremo
Y hay otro dilema. El hielo todavía cubría Norteamérica hace 18.500 años, complicando la travesía hacia el sur. ¿Cómo llegó la gente al sur de Chile tan temprano?
Una teoría dice que se abrió una ruta sin hielo que permitió el desplazamiento de esos humanos, aunque los hallazgos más recientes apuntan a que eso ocurrió apenas hace unos 12.600 años. Elias también destaca lo difícil que tuvo que haber sido aquel viaje.
El mar de Bering es hoy en día territorio de mamíferos marinos. Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
"Incluso si se abrió una brecha entre aquellas enormes capas de hielo, ese entorno tuvo que haber sido horrible, con barro, hielo, agua derretida y lodo. No debió haber sido un lugar habitable para personas o animales", señala el científico.
Pero hay una alternativa. Esa gente pudo haber viajado por barco, tomando una ruta siguiendo la costa del Pacífico. No hay pruebas arqueológicas que apoyen esa idea, pero los barcos de madera rara vez se conservan.
Todavía quedan muchas preguntas sin responder, pero Mulligan dice que estudiar cómo y cuándo se dispersaron los humanos a través del continente americano nos ayuda a comprender los procesos de migración, es decir, cómo cambian las poblaciones y qué rasgos genéticos persisten.
En muchos sentidos, América ofrece a los científicos una oportunidad de oro para estudiar esos procesos. Ha habido muchas migraciones en el mundo, pero quienes emigraron a América emprendieron un camino sin retorno.
"Sabemos que los habitantes originales vinieron desde Asia hasta el Nuevo Mundo y que no había otra gente allí ni grandes migraciones de retorno", dice Mulligan.
El hecho de que fuera un viaje de ida, unido al creciente interés en estudiar la genética de esa gente, significa que pronto podremos saber más sobre quiénes fueron realmente esos primeros americanos y sobre cuándo llegaron exactamente.
Vía: BBC